Mendoza
“Si les queda algo de humanidad, díganme dónde está mi madre”
La hija de Francisco Paco Urondo, el poeta y jefe montonero muerto en Mendoza, les reclamó así a los acusados por los restos de Alicia Raboy, detenida en el mismo operativo y aún desaparecida.
23-06-2011
Por Alejandro Gamero
Tuvo que esperar tres décadas para tener a los verdugos de su padre cara a cara. A pocos días de cumplir 36 años, Ángela, hija del poeta y jefe montonero Francisco Paco Urondo y de la periodista Alicia Raboy, se sentó en el banquillo como testigo, miró fijamente a los acusados y exclamó: “Si les queda algo de humanidad, díganme dónde está mi madre”. Fue ayer, en otra jornada del juicio por crímenes de lesa humanidad que ingresa en su etapa final.
Es que el 17 de junio se cumplieron 35 años sin que se sepa nada de Alicia Raboy, la madre de Ángela.
En esa fecha, pero de 1976, Raboy cayó en Dorrego tras una persecución en manos de la policía y los militares junto con Francisco Paco Urondo, quien murió en el lugar. Ella en cambio fue detenida y nunca más se la vio. Hoy engrosa la lista de desaparecidos en la dictadura.
Sin embargo, antes de ser alcanzada por sus perseguidores, Alicia viendo que quizá no salvaba su vida puso a Ángela, quien en ese entonces estaba por cumplir un año y que ayer atestiguó en el juicio, en los brazos de un vecino, comerciante del lugar.
Ese acto salvó la vida de la niña que días después fue encontrada por su abuela materna en la Casa Cuna.
De Raboy no hubo un dato más. Ni siquiera hay seguridad de si estuvo en el D2. Cuando se informó del operativo a la prensa, se dijo que habían matado a un guerrillero pero nunca se la mencionó a quien era la madre de Ángela y la mujer del poeta Urondo.
“Fue un error volver a pasar”
René Ahuali, militante montonera que sobrevivió milagrosamente de la redada tendida a Paco Urondo, evocó ayer: “Fue un error volver a pasar delante de la policía” por la calle Guillermo Molina de Dorrego, donde habían pactado la cita con el colega Rosario Aníbal Torres.
Ahuali era una mujer formada en el teatro y un cuadro militar de Montoneros. Notó muy rápido que todo estaba muy mal y que la policía había montado una gran escena barrial para que no hubiera escape. “Paco me dijo que todo era medio sospechoso. Cuando pasamos en su auto estaban por todos lados. Una mujer que barría, una parejita de novios, un vecino sentado y así otras personas haciendo algo que en realidad eran todos policías. Había gente disfrazada con pelucas. Nos estaban esperando. Cuando vi a Torres dentro de un auto, le dije a Paco ‘salí que esto está cantado’”. Y concluyó: “Lamentablemente supe mucho tiempo después que Paco había pasado ya dos veces por allí. Fue un error hacerlo de nuevo”.
Ahuali dijo que nunca vio a Urondo tomar una píldora de cianuro para morir y evitar la tortura. “Él paró el auto, dijo que se sentía mal y que nos fuéramos, pero yo no vi que la tomara”, afirmó.
Fuente:DiarioUno
Crudo relato de la detención y muerte de Paco Urondo
Testigos de las últimas horas del poeta y referente de Montoneros y su propia hija, detallaron las circunstancias de su trágico final.
Edición Impresa: jueves, 23 de junio de 2011
Ángela Urondo, hija del escritor y militante montonero, declaró ayer en Mendoza. (Gentileza)
Por Daniel Peralta
Declaró Renée Ahualli ante el tribunal que intenta dilucidar la muerte del poeta Francisco Urondo y la desaparición de Alicia Raboy, pareja del escritor. El de Ahualli no es un testimonio más.
Ella hizo ante los magistrados el relato de una persecución por las calles de Dorrego y un tiroteo que culminó en Remedios de Escalada y Tucumán de esa localidad de Guaymallén, con la muerte de Urondo y la desaparición de Raboy, allá por junio del 76. Y en el medio de la historia de sangre y fuego, irrumpió la hija de ambos, Ángela Urondo Raboy, que también pudo atestiguar y poner un hito feliz en ese cuento amargo.
Es que en ese Renault 6 también viajaba Angela, de apenas 10 meses. Durante la persecución, era arrullada por las balas, mientras descansaba en el piso del auto, entre las piernas de su madre, delante del asiento del acompañante.
Urondo era un prominente escritor y periodista. Además era un hombre importante en la estructura de Montoneros. En mayo del 76, llega a Mendoza para hacerse cargo de la regional Cuyo de la organización. Unos días después, cuando el poeta se acomoda en una casa de San José, viaja Raboy con la pequeña Ángela.
La testigo hizo su relato. Los acontecimientos de la tarde del 17 de junio del 76 comienzan con la llegada de Ahualli a una "cita de control", en la que debía encontrarse con otras dos personas, Urondo y otro desaparecido, cuyas circunstancias también están bajo análisis del tribunal: Rosario Aníbal Torres, un personaje que se vuelve clave en el desenlace de la vida de Urondo.
Volviendo a las citas de control, eran la forma de contacto entre los militantes de una fuerza que operaba en la clandestinidad. Periódicamente, en fechas previamente fijadas, se producían estos encuentros, en un tramo de cinco cuadras, para simular que el azar intervenía en la reunión y una caminata era la excusa para pasar la información. Ahualli relata que ya no se juntaban en bares, porque "muchos compañeros habían caído en las citas".
La cita mortal
El lugar de la cita en cuestión es la calle Guillermo Molina de Dorrego, en sus primeras cinco cuadras, contadas desde Brandsen, a metros del puente Brasil. La memoria de La Turca es frágil, dice Pedro Molina, distante a muchas cuadras de ese lugar. En la mañana de hoy, el tribunal los querellantes y los defensores, junto a Ahualli, harán una inspección de la zona para determinar el lugar, aunque en los oficios policiales de la época se habla de Guillermo Molina.
Al llegar, Ahualli ve un Renault 6 verde conducido por Urondo, acompañado por Raboy, quien traía en su regazo a Angela. "Paco me dijo que había algo raro", relata Ahualli.
El poeta decide volver cinco cuadras por una calle paralela y retomar Molina. La Turca dice ser experta en disfraces por su vinculación con el teatro, por eso reconoce gente con pelucas en el trayecto. Luego ve un Peugeot 504 rojo que supo ser vehículo de los Montoneros mendocinos. Dentro del auto ve a Torres, flanqueado por otras dos personas de civil. "Le dije a Paco, rajemos", cuenta. Urondo acelera y el Peugeot inicia la persecución.
Según el relato de Ahualli, dieron varias vueltas por las calles de Dorrego. Empiezan los disparos desde el Peugeot rojo. En ese momento, "Paco me pasa una pistola" dice Ahualli y ella y Urondo empiezan a disparar por las ventanillas del auto. Una bala de los perseguidores rebota en los hierros del auto, atraviesa una de las piernas de La Turca y se aloja en la otra.
Luego de muchas vueltas, doblan por Remedios de Escalada hacia el norte, tienen un roce con un Rastrojero y llegan a la esquina de Tucumán. Urondo detiene el auto, dice a las mujeres que se bajen. "Dijo que se sentía mal porque había tomado la pastilla", rememora Ahualli, refiriéndose a una cápsula de cianuro, la forma de evitar la tortura y la delación.
Ambas se bajaron. Raboy, con su hija en brazos, se mete al corralón que había en el sitio dónde hoy atiende un supermercado chino. Allí es detenida. Nadie más la vio. A Angela también se la llevaron y fue dejada en la Casa Cuna y allí fue encontrada por la madre de Alicia Raboy, después de hábeas corpus y muchas diligencias en oficinas policiales y del Ejército.
Pero esto no lo vio La Turca. Herida en ambas piernas, bajó por Tucumán hasta una casa que tenía cactus en el jardín. Alguien la ayudó a trepar por la medianera del fondo y caer en un baldío. Caminó hasta Dorrego y esperó un trole. En el trole volvió a pasar por la esquina dónde Urondo recibió algunos golpes que le produjeron hemorragia cerebral y la muerte. Allí volvió a ver a Torres dentro del Peugeot. Nunca más fue visto.
La Turca, sobre el trole Dorrego, salió de la zona peligrosa y se perdió en la ciudad mientras caía la noche del 17 de junio del 76. Urondo terminó en la morgue. Allí, su hermana Beatriz recuperó el cuerpo y lo llevó a Provincia de Buenos Aires, para enterrarlo en el cementerio de Merlo.
Fuente:LosAndes
Cuando el azar o los vínculos sellaban un destino
Edición Impresa: jueves, 23 de junio de 2011
La otra historia vinculada es la de Rosario Aníbal Torres. Curiosamente, este relato también tiene relación con aquel Dorrego del ?76. Torres, conocido como Martín dentro de Montoneros, vivía con Renée Ahualli y la pareja de esta, en la calle Emilio Zolá 362 de Godoy Cruz, muy cerca de la Bodega Escorihuela.
Torres, había sido nombrado comisario político de la Policía de San Luis, en la localidad de San Martín de la vecina provincia. Una causa judicial, vinculada a armas y a su militancia, lo obligó a dejar las serranías puntanas y venirse a Mendoza, para ser parte de la célula montonera que conducía Ahualli.
En San Luis, a fines de los ?60, había conocido a un mendocino, Juan Carlos González, con quien trabajó en la empresa de transportes "El Fifí". González se volvió a Mendoza, para manejar un colectivo en la empresa Presidente Alvear, la entonces línea 3. Durante algunos años le perdió el rastro, pero González y Torres volvieron a encontrarse en el 75. Torres nunca le dijo al colectivero de su militancia, ni tampoco que residía en Godoy Cruz con la Turca y su pareja, sino que dijo estar trabajando en una finca en el Este mendocino. Sólo los unía una amistad y la pasión por las carreras de autos y de speedway que, cada quince días, veían juntos.
El 15 de junio del 76, Torres pasó por la casa de González y dejó una moto, diciendo que volvía a buscarla después de hacer algunos trámites en el centro. Pero nunca más volvió. El 17 por la noche, unos hombres golpearon la puerta de la casa de San Juan de Dios 985 de Dorrego, la casa de González, distante apenas unas pocas cuadras de la esquina en la que Urondo encontró la muerte. La entonces esposa de González y sus dos hijos vieron entrar unos encapuchados que destrozaron las pertenencias de la familia y se llevaron la moto de Torres.
Cuando los encapuchados estaban en sus menesteres, González iba a entrar al domicilio. Sintió un caño frío, alguien le subió la campera y le cubrió la cabeza. Lo acostaron boca abajo y le preguntaron "¿Qué sabés de la Orga?", refiriéndose a Montoneros. El hombre entendió "la Olga" y pensó que se trataba de su mujer. Dijo que se encontraba dentro de la casa. Mala respuesta.
Contó al tribunal que lo subieron a un auto y alcanzó a ver que era un Renault 6 oscuro y surgió la duda de que fuera el mismo en el que se desplazaba Urondo, apenas unas horas antes.
González estuvo en el D2, lo torturaron. Le hicieron un consejo de guerra y, aunque había motivos para liberarlo, dice que le dijeron "tenemos que tener las cárceles llenas para que vean que respetamos los derechos humanos".
Pasó por la Comisaría Sexta, por Boulogne Sur Mer, por Sierra Chica, por La Plata y Devoto. Recuperó la libertad el 9 de setiembre del 83.
Fuente:LosAndes
Abogado querellante denuncia amenazas en juicio caso de “Paco” Urondo
Pachy Reynoso/MDZ
Pablo Salinas, en la redacción de MDZ.
Ayer el abogado Pablo Salinas entregó un escrito al Tribunal presidido por Juan Antonio González Macías, luego de haber recibido amenazas por mail en un escrito titulado “Soldado de Piedra”.
Salinas decidió incorporarlo dentro del juicio “debido al contenido soez, por lo que las parte pueden tener conocimiento del mismo y se enmarca dentro del juicio del periodista Paco Urondo”, concluyó Salinas. El titular del alto tribunal dispuso la gestión para que sea incorporada la denuncia al juicio.
“No hay dudas de que el mail recibido ayer tiene que ver con el inicio de la causa (Urondo)”, aseguró el letrado ante la requisitoria de MDZ.
-¿Cómo se dio el hecho puntualmente?
-Me mandan un mensaje donde dice “abogado de mierda, dejá de acusar a los milicos y a los policías”.
-¿Pudo precisar quién lo amenazó?
-No aún, pero está relacionado con una página de Facebook donde aparece un tal “Soldado de Piedra” con una cruz negra.
-¿Cómo se encuentra frente a este hecho?
-Lejos de amedrentarme, esto me da más valor.
FuentedeOrigen:Mdzol.com
Fuente:Agndh
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