17 de julio de 2011

OPINIÓN.

16/07/2011 
Columna de opinión
Acerca de abogados y el compromiso con los Derechos Humanos
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Un par de notas periodísticas de estos días trajeron a mi memoria valiosos recuerdos y así reflexioné: La universalidad de los Derechos Humanos, como garantía para una vida digna, son abarcativos de todas las personas por el simple hecho de su condición humana. Implican el reconocimiento del ser humano en un entramado social vivo en cada pueblo que no solamente vota, sino también protesta, se enferma, se duele, necesita un techo, agua y pan; Y fueron, son y serán, entre muchos otros, los principios que animaron a la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, continuadores y herederos del valioso aporte de la tradición religiosa: los derechos naturales.
Por Héctor Edgardo Massarotti
Inspirado en ese programa universal de derechos humanos; el movimiento argentino de derechos humanos se integró por peronistas, radicales, socialistas, comunistas, cristianos, ateos, hombre y mujeres, blancos, negros, trabajadores, estudiantes, profesionales; y así podría seguir infinitamente. Integraron y marcharon por las plazas argentinas durante años de lucha; sin distinguir colores, sin restar; identificando claramente a los enemigos del pueblo argentino y conformando una experiencia inédita de construcción política colectiva, amplia, pluralista y por sobre todas los adjetivos, humana.

Otro tanto ocurre por acá. Las organizaciones de derechos humanos entrerrianas reflejan en su composición una pluralidad ideológica que las enriquece y distingue; al igual que la heterogeneidad que caracteriza a todos aquellos que desde nuestros lugares de lucha intentamos aportar a la consolidación de los derechos humanos.

Cada logro fue conseguido por la pluralidad, persistencia e intensidad de cada acción militante. Un ejemplo singular es el caso de los profesionales del derecho que han colaborado desde un lugar tan significativo como lo es la construcción de la Justicia. Abogados que honraron y honran a todas las expresiones políticas de la Provincia como así también a la profesión misma, defendieron y acompañaron a las víctimas y sus familiares en los años en que los golpes oligárquicos (tengo la opinión de que no los define llamarlos golpes militares, ni cívico-militares) pisoteaban la vida, los niños, los derechos, las propiedades en nuestra provincia.

Vienen a mi recuerdo el “Colorado” Solari, don Luis Agustín Brasesco, el “Pocho” Vírgala (recuerdo de gurí salir corriendo a buscarlo a Pocho cuando allanaron la casa de mi primo Jorge Méndez), Carlos Federik, Manuel Gaggero, Oscar González, Rauli Barrandeguy, Rosario Romero, entre otros muchos otros que no quiero olvidar y mi frágil memoria no me lo permite. Valiosos militantes por la Justicia que tienen nuestro reconocimiento.

Gustavo Arballo define lo que es militar –en particular en el ámbito del Derecho- y como lo expresa mejor que yo, cito algunos de sus párrafos:

“Es una reivindicación de la acción frente a la especulación y la crítica desde afuera.

Es una idea de que nuestros egos son mucho menos importantes que las instituciones. El militante prefiere la "sentencia del Tribunal" a la concurrencia o disidencia para lucirse.

El que milita piensa que algo tiene que cambiar. No le da todo lo mismo.
Y tiene que cambiar ahora.

Es un matiz de paciencia y templanza. Una dimensión vivencial que busca poner las cosas en su perspectiva temporal: militar es largo plazo. No es el entusiasmo adolescente intenso que se disuelve con el primer tropiezo con la realidad.

Es autoconfianza y sentimiento del deber. El militante piensa que el sí puede hacer algo para que algo sea mejor. Y que como puede, está obligado a hacerlo.

Es perseverancia.

Es tener cierto sentido de épica por las pequeñas cosas y los gestos módicos.

La militancia es también corporal, no meramente intelectual o ideológica, “la concepción es solamente una concepción. No hay obra de arte en las concepciones. La obra de arte está siempre en las realizaciones”.

Si hoy tenemos quienes militan así, debemos valorarlos y cuidarlos. Marcelo Baridón y Álvaro Pierola son continuadores de esa tradición y han llevado adelante las causas judiciales para el castigo a los culpables de delitos de lesa humanidad con notable experticia. No nos sobran muchos militantes capaces de lograr la condena de los genocidas y represores.

Siempre se pueden repasar las estrategias, pero como sostenemos un interés común –el juicio y castigo justos- todos tenemos la responsabilidad de evitar errores para preservar la causa de los Derechos Humanos, cuya rica historia comenzó hace generaciones y pertenece a todos, a toda la Humanidad.
Fuente:AnalisisDigital

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