viernes 5 de agosto de 2011
Cambio para avanzar
Por Edwin Sambrano Vidal
“Cambio, cambio, cambio”… grita la oposición derechista. Quieren regresar al pasado. Reiniciar el proceso de privatización jurídica de nuestras riquezas; del petróleo en primer lugar y de las empresas básicas en continuación, de las telecomunicaciones, de la energía eléctrica, de los servicios de salud, de la educación, del metro…y de cuanta cosa haya que pueda ser objeto de explotación o especulación para obtener jugosas ganancias encareciendo la vida común de los ciudadanos y sometiéndolos a la voluntad de corporaciones privadas, la mayoría de ellas transnacionales Quieren el gobierno para desde allí favorecer a los poderosos grupos privados nacionales y extranjeros.
“Cambio, cambio, cambio”…gritamos los revolucionarios que hemos luchado por el socialismo en Venezuela durante décadas. Queremos avanzar en el proceso de transformación real, en la superación de las calamidades del capitalismo y del subdesarrollo. Queremos que las empresas y servicios propiedad de la nación y del Estado sean productivas y desarrollen nuevas relaciones de producción. Queremos que la dirección de esas empresas se rijan por los principios del socialismo que son la participación democrática en la gestión y dirección de las unidades económicas u operativas, la transparencia absoluta, el ejercicio de la crítica y la autocrítica, el respeto de las opiniones de los trabajadores y ciudadanos, la eliminación del culto a la personalidad, incluso su castigo, la vigencia de las facultades revocatorias de los colectivos. Queremos la primacía de los méritos y de las capacidades, de la franqueza y la mística de trabajo y el combate real, no sólo de palabra, al oportunismo, al burocratismo y al sectarismo. Unos quieren cambios para retroceder y otros queremos cambios para avanzar.
Rectificación de verdad.
Desde esta columna hemos desplegado numerosos argumentos para promover una rectificación, frente a una dirigencia gubernamental y partidista ciega, sorda y muda. También frente a una “militancia del proceso” fanatizada, seguidista y obediente de todo lo que venga de las “alturas del poder”.
En diciembre de 2010 en medio del desastre de las lluvias y observando las erráticas políticas pasadas y presentes frente a ese desastre expresamos en esta columna: “Es absolutamente frustrante para las posibilidades del socialismo como alternativa al capitalismo, que teniendo control casi absoluto de los mecanismos políticos en los últimos 12 años (gobierno nacional, Asamblea Constituyente, nueva Constitución, Asamblea Nacional Legislativa o “Congresillo” gobiernos regionales, gobiernos municipales, Asamblea Nacional, todos los demás poderes públicos, incluso la defensoría del pueblo y demás del Poder Ciudadano) y disponiendo de enormes recursos financieros y de una legislación favorable y del poder para dictarla y que, actualmente, no existan muestras definitivas, definitivamente convincentes para una inmensa y creciente mayoría, de la supremacía incuestionable de la organización socialista de la sociedad frente a la organización capitalista. Que todavía, la mayoría sea precaria y que más bien tiende a disminuir, mientras se amplía el campo de los incrédulos (con razón o sin ella) y de la oposición de derecha.”
Debate y autocrítica.
Hemos cuestionado las posturas sectarias de los jerarcas del proceso, comenzando por el camarada Chávez, quienes ignoran y desprecian a todos los que no sean parte de lo llamados anillos cercanos aparato político-gubernamental. Hemos enfrentado las prédicas triunfalistas y arrogantes que terminan creyéndose sus propias mentiras e imponiéndolas a los demás por la fuerza del chantaje y la amenaza. Siempre dicen que todo está bien, nunca se hace un examen autocrítico serio, profundo y fundamentado. NO…, parece que los revolucionarios somos infalibles, enviados de Dios, poseedores de la verdad absoluta y en medio de ese derroche de arrogancia, desde la máxima dirección del proceso, se da una voltereta llamado mejor amigo a quien se tenía como el principal enemigo por permitir la implantación de bases militares del imperialismo estadounidense para agredirnos y acabar con la revolución bolivariana. Igual pasa ahora, cuando sin mayores explicaciones y mucho menos realizando la evaluación colectiva que implica la autocrítica, se cambia el mensaje, se cambia la apariencia; sin que se atienda al clamor del pueblo y de los trabajadores que vienen exigiendo un cambio efectivo de la política y de la conducta que se tiene desde las instancias de Gobierno y del partido, con lo cual el proceso se hunde cada vez más en sus propias inconsecuencias y estridencias. No se cultivan las convicciones, la consecuencia y la seriedad de las realizaciones. Se trabaja para la publicidad y para el ejercicio mediático de la política, mientras se hacen más evidentes las contradicciones y no se construye en bloque histórico de fuerzas revolucionarias para superar el capitalismo en el contexto mundial de una situación general de crisis de este sistema.
Se pueden construir derrotas.
La mayoría de las veces los problemas son abordados dentro de lo que he llamado el “círculo vicioso del electoralismo”. Una conducta de permanente tributo al clientelismo y a la demagogia impidiendo la construcción sostenida y sólida de las bases socialistas, del pensamiento y de la cultura del trabajo, de la creación y del aporte colectivo. Así se atacan los problemas de la producción agropecuaria, de la vivienda, del empleo, de los precios, de la propiedad, de la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas, de la delincuencia y la inseguridad, de las cárceles, etc.
Así no se construye el socialismo, así corremos el peligro de construir nosotros mismos una gran derrota histórica de las fuerzas socialistas y del socialismo como proyecto.
Fuente:Argenpress
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