7 de Octubre de 2011
Amor de madre y amor de hija: dos visiones sobre lo que dejó el juicio
Nacho Gaffuri / MDZ
María de Domínguez junto a las Madres mendocinas.
Ángela Urono y su hermano.
María de Domínguez y Ángela Urondo cuentan sus sensaciones luego de escuchar la histórica sentencia en el juicio por delitos de lesa humanidad. "Pensaron que nos íbamos a cansar, pero nunca se dieron cuenta de lo que es el amor de una madre con su hijo", resumió María.
por Pablo Icardi
A María de Domínguez no hay que explicarle lo que es el sufrimiento. En una misma noche perdió a su hijo, a su nuera y a su nieto, que estaba a sólo dos meses de nacer. Pero tampoco hay que explicarle lo que es pelear por justicia.
Ayer la mujer, que es fundadora de Madres de Plaza de Mayo, dio además una clase de eso que llaman solidaridad. La causa por la que se investiga el destino de sus familiares no tiene muchos avances porque no hay testivos; pero la sentencia condenatoria por otras víctimas las sintió como propia. “Llevamos 34 años luchando por todo. Yo no salí a la calle solamente por mi hijo, salí por todos los que fueron desapareciendo. La gente que no crea que esto es una venganza, es la justicia que pedimos desde un principio, desde que salimos a la calle. Primero éramos muy pocas y nos fuimos conociendo en los lugares a donde íbamos a reclamar, a las comisarías, al arzobispado”, decía María en las escalinatas de los tribunales federales.
Amor de madre, amor de fierro
Durante esos 34 años la mujer recorrió la provincia y el país buscando información sobre sus familiares. Y dio miles de vueltas alrededor de la plaza San Martín. La clave de esa persistencia parece ser algo que está más allá de cualquier intento de represión.
“Estos tipos creyeron que nos íbamos a cansar. Se equivocaron.. Ellos no calcularon lo que es el amor de una madre por los hijos. Nunca nos cansamos y vamos a seguir”, aseguraba María, quien se esperanza por lo que puede venir. “Es un desahogo muy grande porque luchamos por esto, para que haya justicia y nunca más se repita, Es una infamia muy grande lo que hicieron estos asesinos. Quedan muchos juicios que van a durar años”.
Amor de hija
Ángela Urondo tiene más de 30 pero se encontró con su vida real en 1995, cuando se enteró que era hija de desaparecidos y que hasta entonces le habían mentido. Es hija de Francisco Urondo, asesinado en la dictadura, y Alicia Raboy, desaparecida. La causa de sus padres fue una de las más emblemáticas del juicio y algunos de los responsables fueron condenados a cadena perpetua ayer.
La joven dice sentirse reparada al menos por una de las injusticias de estos años. Y su amor de hija tiene como destino a su mamá. “Siento que mi madre está presente. Mi papá tuvo mucha gente que lo tuvo presente y pudimos reconstruir los pasos de su muerte. En cambio de mi madre no sabíamos nada y sigue desaparecida y ella es mi lucha. Siento su presencia acá”, aseguró. La condena se sintió como un alivio. “Siento que hay dos delitos diferentes. Una cosa fue haber sido víctima del terrorismo de Estado, Y otra cosa fue ser víctima de la injusticia. Nada va a reparar el daño de haber perdido a mis padres, que fueron torturados y asesinados, pero sí me estoy recuperando de esa otra violencia que fue la injusticia de la impunidad. Esto es muy reparador”, aseguró Ángela.
Fuente:MDZonline



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