9 de noviembre de 2011

BAHÍA BLANCA: JUICIO V CUERPO EJÉRCITO-CASO ENET.

Publicado el 08/11/2011 
"NO SÓLO EL MAL POR EL MAL MISMO"
“La experiencia que me tocó vivir a los 16 años, estar treinta días secuestrado, atado y en un estado de confusión interno muy grande, de stress, sabiendo que a cada momento me decían que nos iban a matar o esperando que se reanude una nueva sesión de tortura o de simulacro de fusilamiento, mi mente en ese momento estaba como muy alterada y con el pasar de los días empecé internamente a construir como un mundo mental en el cual me pudiera refugiar y ahí es donde me encontraba con las canciones que yo sabía, me las cantaba mentalmente o internamente me reproducía los poemas que me sabía de memoria y sentía como un alivio con esa práctica, sentir que recuperaba algo de la humanidad que perdía en ese lugar de locura y de muerte y de inhumanidad total”.

La frase fue la primera que salió de la boca de Gustavo Darío López, un hombre de 51 años, casado, con tres hijos que se dedica al arte y la poesía.

El 21 de diciembre de 1976 a las dos de la mañana tres hombres ingresaron a la casa familiar de Las Heras al 900, lo despertaron, lo golpearon y se lo llevaron en un Unión DKW.

El coche subió la pendiente de Las Heras hasta Cervantes, dobló a la izquierda hasta que encaminó por Urquiza que en ese entonces “estaba llena de pozos”. Sintió los ruidos de los árboles del Parque de Mayo minutos antes de llegar a destino.

Gustavo tiene el íntimo convencimiento que la historia que comienza a contar “fue una política de aplicación de miedo, de terror hacia la población, aplicada a personas que luego puedan replicar esa experiencia y ese miedo en su comunidad y, a través de la instalación de ese horror, se pudo llevar adelante un proyecto económico y político cuyas consecuencias la historia ya conoce. No sólo hacer el mal por el mal mismo”.

El capricho y la arbitrariedad
La recibida en el centro de detención clandestina fue con “patadas y golpes en el estómago” y la amenaza de que “si veía a alguien era automáticamente una persona muerta”. Lo vendaron y lo metieron en la sala donde pasó 36 días atado con una soga con las manos a la espalda. Un día y medio después iba a comer y tomar agua por primera vez.

A los tres días lo llevaron a otra habitación donde lo sentaron junto a su compañero de estudio Renato Zoccali: “Renato me dijo que diga todo lo que sabía, que cuente en todo lo que habíamos estado juntos. Yo estaba sorprendido porque si bien era mi compañero, no teníamos ninguna actividad regular. Se lo llevaron a Renato, me desnudaron, me ataron al elástico de una cama, me golpearon muchísimo, me aplicaron electrodos en la sienes, en todo el cuerpo”.

En la otra sala había entre 20 y 25 personas, algunos sobre una cucheta y otros tirados en el piso.

En un segundo interrogatorio le preguntaron por un atentado a la concesionaria de Amado Cattaneo, “finalmente accedí a decir que sí había participado, con un relato ridículo, no sabía ni qué decir. Luego tuve un episodio de un simulacro de fusilamiento una noche en que me habían dicho que me iban a soltar. Me encontraron contándoselo a una persona”.

Una reja separaba a las víctimas de los guardias, por allí andaban Laucha, Zorzal, el Tío, el Abuelo. En los interrogatorios había otras personas que no tenían acento norteño como ellos.

“Había una persona que se vinculaba conmigo afectuosamente, diciendo que iba a salir, que colabore. Su sobrenombre era Pocho, una vez me trajo una golosina, me convidó un cigarrillo, me sacaba como a un banco que había afuera. Me hablaba un rato tratando de establecer ese vínculo positivo, el trato con el resto de las personas era muy desalmado, muy tremendo”.

Gustavo sentía que “había perdido esa condición de humanidad”, que era alguien “a disposición del capricho, de esa arbitrariedad tremenda” y que encima no sabía qué me estaba pasando. Era como un sueño que provocaba “muchos sentimientos intensos, encontrados y continuados”.

Mencionó la “experiencia verdaderamente horrible por su condición de judío” de Sergio Voitzuk: “Se lo decían todo el tiempo. Voizuk tenía unas heridas en las muñecas y una de las personas que se acercó cuando lo estaban curando dijo ‘A ese judío hijo de puta ponéle el alcohol puro’. Me quedaron grabadas las palabras”.

Ejército represor y “salvador”
Una madrugada, el guardia ‘Pocho’ le puso las zapatillas y lo subió junto con Gustavo Roth a un auto para llevarlos a la parte de atrás del cementerio. Los bajaron y les dijeron que se queden quietos. En otros autos llevaron a otros compañeros. “Salieron tirando tiros diciendo ‘Vamos que viene el Ejército’.

Pensó que los iban a matar, se corrió la venda para ver por dónde podía escapar. Reptó por los pastos hasta que lo alumbraron los reflectores. Había un camión y una camioneta, no les dieron explicaciones.

“¿Ustedes son los muchachos de la ENET?! Los estamos buscando hace un montón. ¿Quién los tenía?”, preguntó un militar. López dijo que los tenía el Ejército. “Seguramente los tenían los subversivos, las fuerzas terroristas que quieren hacer ver al Ejército como una fuerza asesina”, rezongó el represor. “Ahí se fue mi adolescencia y entré en la madurez de comprender lo que era el cinismo humano”, manifestó el testigo.

“En el camión al lado mío se sentó un subteniente, leí el nombre que era Méndez”, afirmó el testigo y agregó que el represor imputado en el juicio le dijo “que había estado en mi casa, que había hablado con mi mamá. Mi mamá después me dijo que había sido un muchacho de esas características”.

Los llevaron al Batallón 181, a una sala recién pintada con seis camas con sus jabones y toallas. “Nosotros éramos seis personas, cosa muy extraña, ahí estuvimos seis días más. (…) Yo me había dado cuenta de toda la jugada, sabía que estaba en las mismas manos que me habían tenido”.

Al otro día volvieron a interrogarlos. Uno le dijo “¿Pero cómo, ustedes no tenían nada que ver, cuál era tu posición en la subversión? Si no, te vamos a tener que pasar a disposición del PEN’. Yo ni sabía qué era. Una semana después nos liberaron”.

En un momento en el Comando en uno de los interrogatorios Gustavo dijo que no tenían nada que ver y su captor retrucó: “Pero el director no opina lo mismo, dice que ustedes son bastante revoltosos”. El juez José Mario Triputti se ocupó en la audiencia de profundizar las preguntas en torno al rol del director Héctor Herrero.

Una tarde a primera hora, el oficial Marjanov les informó que iban a ser liberados. Al rato los sacaron a la puerta del Batallón y les hicieron firmar un libro de actas. “En la puerta estaba mi papá esperándonos y nos subió a su auto y nos llevó a cada uno a su casa”.

Era el 21 de enero de 1977. El 28 de diciembre, día de los Inocentes, su madre -torta en brazos- ingresó a tierras del Comando decidida a llegar al centro clandestino de detención y torturas para compartir el cumpleaños de su hijo. Fue frenada a balazos.

La cruz
El padre Vara visitó a los alumnos de la ENET en el Batallón. La primera vez habló con los chicos, la segunda llevó cigarrillos y galletitas. Muy serio y duro “aconsejó que seamos buenos, que sigamos los consejos de nuestros padres, que no vayamos por el sendero descarriado… El apareció en el calabozo, le pedimos sí que hable con nuestros padres para que supieran. Le dimos nuestros datos. Fue algo que nunca hizo, no cumplió nuestro pedido”. Les hacía decir una oración, un padrenuestro.

Otro jerarca de la iglesia Católica que intervino en su historia fue el obispo Jorge Mayer. Gustavo comentó a los jueces que su madre, entre las gestiones que realizó el grupo de padres de los alumnos, quiso ir a verlo.

“Llegaron tratando de escuchar al menos una palabra de contención y se encontraron con un obispo muy receloso, muy serio que ni siquiera se acercó a donde ellas estaban. ‘Lo único que les puedo decir es que si sus hijos tienen alguna vinculación política no los busquen porque deben estar muertos’. Mi mamá lloró, lo increpó, ante esa circunstancia el obispo se dio vuelta y las dejó. Mi mamá que es muy católica sufrió mucho, es muy oscuro”, relató.
Fuente:JuicioVCuerpoEjercitoBB

Publicado el 07/11/2011
"ALGUIEN DE LA ESCUELA LO SEÑALÓ"
“Si voy a decirle ‘Su hijo es un extremista’ y el padre está también del mismo lado me dice ‘No, ya lo voy a controlar’ y me pone una bomba en mi casa”, dijo el ex director de la ENET 1, Héctor Herrero, para excusarse por no haberse acercado a los padres de sus alumnos secuestrados por el Ejército Argentino.

Él piensa que sí, que “había gente que estaba muy en la línea dura en esa época. Y gente muy buena como hay en todos los lados, creo que buenos hay entre los civiles, entre los militares y entre los curas”. Tiene 85 años, nació el 25 de noviembre de 1930.

El fiscal Abel Córdoba lo citó como testigo en relación a los secuestros y tormentos de los alumnos de la escuela técnica que estaba bajo su dirección y también del profesor Villalba.

Herrero comentó que varias veces fue al Comando v Cuerpo de Ejército para entrevistarse con los coroneles Valero y Zorzano que “me atendieron amablemente pero no me dieron datos (…) me decían que iban a averiguar pero no me solucionaron nunca el problema. Debo haber ido entre cuatro o cinco veces”.

En esas reuniones pidió por varios alumnos pero no recordó cuáles. Según el director, los pibes “hacían sus cosas entre ellos pero conmigo nunca tuvieron un problema, ellos decían que estaban metidos en la guerra sucia pero yo no tuve ningún problema, los militares decían que ellos estaban metidos con el extremismo pero a mí nunca me molestaron”.

Herrero fue el máximo responsable de la ENET hasta 1976 porque había entre el personal docente un capitán de corbeta que hasta el año anterior “entraba con la cabeza gacha y el año de la revolución se creía el gran hombre de la escuela, me quiso prepotear y lo saqué del cuello para afuera. A las 48 horas estaba cesante”.

No consideró necesario recurrir a la justicia por lo sucedido con sus alumnos y el docente a su cargo pero para reclamar por su cesantía acudió “directamente” a un abogado que logró su reincorporación. “El dr. (Néstor Luis) Montezanti atendió mi caso, muchos lo acusan de ser de la Triple A pero a mí me hizo un juicio contra los militares”.

Contó que algunos padres le preguntaban si sus hijos hacían cosas raras en la escuela y él “les tenía que decir que no pero se nota que si me preguntaban era porque tenían la sensación de que algo hacían”.

Opinó Herrero que la función del director era amplia pero se limitaba a lo que sucedía en la escuela. “¿Si voy a decirle al padre que su hijo está metido en la política y el padre está en la misma política qué me pasa a mi?”, preguntó al tribunal.

“Si voy a decirle ‘Su hijo es un extremista’ y el padre está también del mismo lado me dice ‘No, ya lo voy a controlar’ y me pone una bomba en mi casa. Yo pienso que sí, había gente que estaba muy en la línea dura en esa época. Y gente muy buena como hay en todos los lados, creo que buenos hay entre los civiles, entre los militares y entre los curas”.

De repente los militares sabían todo
La hipótesis del director es que “entre la gente de la escuela hubo algunos que los señalaron y por eso se los llevaron, o sea que son tan culpables algunos civiles como los militares, porque los que los señalaron son más culpables que los que se los llevaron”.

Habló de personal de jerarquía media -”un preceptor, un maestro de laboratorio o de taller”-. No pudo decir los nombres pero los rumores estaban por ahí. “A veces un profesor se lleva mal con un alumno y lo acusa. Injustamente y desgraciadamente no tiene solución”.

Le contestó a la abogada Mónica Fernández Avello que “había muchos que podían inculpar a alguien porque si un alumno tenía permiso para ir a practicar un deporte determinado día, decían que era porque era extremista, hablaban porque tenían boca nada más, no tenía ninguna razón de ser”.

“Los militares no tenían acceso a nada en la escuela y de repente sabían todo. Alguno de adentro de la escuela se lo llevó. Personal de Inteligencia dentro de la escuela no, nos conocíamos todos de hacía muchos años, yo entré en 1958, llevaba un montón de años y conocía a todos. Usted está en el cargo viendo todo lo que sucede al lado suyo, se da cuenta que algo no está bien pero no puede identificar la causa”, agregó.

Por último el juez Jorge Ferro le preguntó por qué nombró en su testimonio a La Escuelita y el testigo dijo que fue porque salió en todos los diarios: “O usted no ha agarrado diarios que hablen del extremismo que no hable de La Escuelita. Incluso hace poco salió que la habían demolido toda. Siempre decían ‘Los militares los tienen en La Escuelita’. Yo nunca supe ni donde estaba, se que era atrás del Regimiento pero nunca supe el lugar”.
Fuente:JuicioVCuerpoEjercitoBB

El rastro perdido de Néstor Grill
En noviembre de 1976 el araucense fue secuestrado por un grupo de tareas de la Marina en Bahía Blanca. Ahora se conocen detalles de sus últimas horas y también documentación secreta de los servicios de Inteligencia de la Bonaerense que hablan de las causas de su detención. El testimonio desde España del sacerdote José Torras, que lo conoció en los años 70.
Por Norberto G. Asquini
El 4 de noviembre se cumplieron 35 años de la desaparición de Néstor Grill en Bahía Blanca, un joven de 23 años nacido en Jacinto Arauz. Era un militante católico de base en el enclave más importante de la Marina y fue secuestrado de su casa familiar por un grupo de tareas de esa fuerza.
Actualmente hay una causa abierta por su desaparición, y de otras personas, esperando por el juicio oral y público. Hay procesado un grupo de marinos por delitos en las bases de Puerto Belgrano y Baterías. El listado incluye entre la veintena de nombres a los contraalmirantes Carlos Alberto Büsser, que encabezó el desembarco en Malvinas, y Manuel Jacinto García Tallada, ex jefe del Estado Mayor del Comando de Operaciones Navales, condenado en el primer juicio de la ESMA.

El secuestro.
Ahora, a más de 30 años de que fuera detenido ilegalmente a la 1.30 del 4 de noviembre de 1976 frente a su familia por varias personas encapuchadas y armadas, se conocen más detalles de su destino posterior a su secuestro. El joven fue trasladado de su domicilio de la calle Darregueira 441 al centro clandestino de detención "Baterías" ubicado en dependencias de la Base Naval de Puerto Belgrano, donde fue sometido a tormentos. Habría sido retirado de dicho campo de concentración en la noche del 22 de noviembre, según pudo investigar la Justicia Federal.
Por entonces, Grill era coordinador de la Comunidad de la Pequeña Obra en el barrio Pedro Pico, de Cáritas, un grupo que había cobrado relevancia hacia fines de los 60 y la primera mitad de los 70 por su fuerte compromiso político y social, formando jóvenes comprometidos con la realidad. Además, en 1976, Néstor estaba inscripto en la cursada de la carrera Ingeniería Mecánica en la Universidad Tecnológica Nacional de Bahía Blanca.
El director de Cáritas Arquidiocesana de Bahía Blanca, Eduardo José Olmedo, indicó ante la Justicia: "Para el año 1972/73 y en vistas a la obtención de recursos genuinos, en un momento en que no se podían conseguir subsidios oficiales (y tampoco privados) Cáritas Arquidiocesana implementó un Departamento de confección de apuntes. Puntualmente, como se acababa de crear la Carrera de Psicología en el instituto Juan XXIII y su Biblioteca no tenía material bibliográfico actualizado, los profesores dictaban apuntes. En Cáritas un equipo de jóvenes estudiantes de secundario y primeros años universitarios escribía los esténciles y los imprimía en un mimeógrafo. La venta de los apuntes era un recurso genuino con el que se pagaba la cuenta de la farmacia, ya que los remedios que teníamos no alcanzaban a cubrir la demanda y había que comprar lo que no se podía conseguir con los laboratorios o con los visitadores médicos. En ese equipo, entre los que manejaban el mimeógrafo estaba Néstor Grill quien trabajó como voluntario desde 1972 hasta noviembre de 1976 cuando 'al parecer', el entonces vicario general, Monseñor Ogñenovich, decidió que Cáritas debía cerrarse".

Dos testigos.
En una de las requisitorias para la elevación a juicio contra los oficiales de la Marina por delitos de lesa humanidad, la Justicia indicó sobre Grill: "Aún permanece desaparecido, sin que se haya acreditado su liberación, lo que sumado a las numerosas evidencias, tratamientos similares que recibieron otras víctimas, lo probado en el resto de las causas que tramitan en el país y en el extranjero, nos lleva a la conclusión que estando privado ilegalmente de su libertad, fue ejecutado por sus captores utilizando algunos de los medios y métodos de los que habitualmente se valían, ocultando luego su cadáver en procura de la impunidad de sus autores".
De acuerdo a la prueba recolectada, fue visto en cautiverio en el CCD Baterías por dos testigos junto a otros integrantes del grupo de jóvenes de Cáritas. Uno fue Eduardo Eraldo y otra Diana Silvia Diez, otra secuestrada e integrante del grupo, que falleció en los años 80. En su declaración, ella supo mientras estaba secuestrada en "Baterías" que Néstor estaba en esa sede y una mañana "escuché comentarios de la gente que estaba detenida, pudiendo identificar a Marta Mantovani entre ellos, que faltaban tres personas, es decir Néstor Grill, Gerardo Carcedo y Horacio Russin (...) Me expresaron que los habían sacado el martes por la noche y que temían por la vida de ellos por cuanto se los habían llevado a los tres juntos".
Por la vida de Grill se pidió en contadas veces. Entre otras causas agregadas al expediente contra los marinos figuran, luego de la denuncia de sus padres ante el Juzgado en lo Penal 1 de Bahía Blanca. Luego hay presentados entre 1977 y 1984 ocho habeas corpus, uno de ellos en La Pampa.

Documentos secretos.
La Justicia Federal también agregó al expediente algunos documentos secretos que estaban en su legajo en los Archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), la "Sección Política" de la Bonaerense. Allí en la Mesa "DS" ("Delincuentes subversivos"), en el legajo 6.843 caratulado: "Secuestro a Néstor Rubén Grill (Bahía Blanca)" se adjuntan sus "antecedentes" en la ciudad portuaria.
Indica el expediente: "Habría integrado el grupo Cáritas Argentinas que dirigía el Padre Néstor Navarro, sito en calle Rodríguez Nº 78 de Bahía Blanca, dependiente de la Curia Eclesiástica, teniendo a su cargo el mimeógrafo con el que habría realizado trabajos para el Instituto Juan XXIII y encargos de estudiantes secundarios. Podría haber pertenecido a la JUP. Recientes interrogatorios lo dan como actuando con la imprenta de la OPM Montoneros o por lo menos 'conocería actividades'".
La Justicia indica sobre esos datos que "resulta interesante esta última observación, pues se indica, en la planilla 'antecedentes', que los interrogatorios ocurrieron el 5 de noviembre de 1976, el día posterior a su detención. Es de hacer notar, a partir de los datos encontrados en el Legajo, que la DIPBA poseía informaciones sobre Néstor Grill el día después de su detención y, asimismo, que existieron interrogatorios, mediante los cuales se extrajo información sobre su militancia".

"Su único delito fue reclamar"
El sacerdote catalán Josep Torras, que tuvo a cargo la parroquia de Jacinto Arauz hasta 1971, y militó en el tercermundismo, compartió tareas pastorales con Néstor Grill. Desde España, en una entrevista sobre su paso por La Pampa, Torras recordó que "a Néstor lo consideré siempre como un hijo espiritual, junto a la parroquia corrieron sus mejores años de adolescencia".
El cura recordó: "Al ver que el muchacho despuntaba por su inteligencia creí que podía mandarle al seminario de Bahía Blanca. Posteriormente, el tipo de formación que allí daban no cuadraba con sus ideales, e ingresó en la Universidad".
Torras indicó: "En mi despacho parroquial tengo la imagen de Néstor. Su único delito fue denunciar una injusticia de su barrio de Bahía Blanca, lo pongo siempre como ejemplo a jóvenes de mi parroquia ya que supo ser cristiano de verdad y también como acusación a quienes creían matar en nombre de Dios".
Fuente:LaArena
Néstor Grill
FuenteFoto:Web

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