10 de noviembre de 2011

ROSARIO-CASO RAZZETTI: DENUNCIA.

Razzetti Carlos Jorge S / Su denuncia Nº77/05 del Juzgado Federal Nº 4 de la Ciudad de Rosario. Pcia. de Santa Fe. República Argentina.

Deseo decir que no me corresponden las generales de la ley y manifestar voluntariamente ante quien corresponda, que mi decisión de declarar en esta causa, a pesar de la distancia, (vivo en Barcelona, España) se debe a la impresión que tengo sobre la gente que estuvo esa aciaga noche en el Club Sarratea del barrio Casiano Casas, de que muchos de ellos padecen amnesia, o no tienen la valentía de contar todo lo que saben.
Tengo un libro en condiciones de ser editado, donde cuento una anécdota relacionada con el Dr. Constantino Razzetti. Cuando asumieron los concejales, estábamos parados fuera del recinto, los que queríamos escuchar los discursos de los que de ahí en más iban a ser representantes del pueblo, entre ellos recuerdo al Dr. Ángel Baltuzzi, que había llegado a ese lugar gracias a nuestro apoyo, la Juventud Peronista.
Estábamos parados junto con el Papá de mi esposa, cuando alguien llega en bicicleta, y saluda a mi suegro con un abrazo:
- Hola Ítalo, cómo estás ?
- Bien... dijo mi suegro, y agregó: te hacía ahí adentro........
- No....contestó el Dr. Razzetti, allí está lleno de traidores. (sic)
La noche del 14 de octubre de 1973, (a escasos cuatro meses de la Masacre de Ezeiza) recuerdo que tenía dos alternativas: ir a comer un asado a un taller mecánico, que era bastante habitual, ya que yo me desempeñaba como Inspector de Siniestros de San Cristóbal Seguros. Pero, como había recibido la invitación informal de asistir al Club Sarratea por parte de la Dra. Mazza, (creo que era médica) me fui a este último lugar, simplemente por curiosidad. Al punto tal que salí después de quedarme a cenar en casa.
Saqué mi coche, paré a tomar un café en un bar y luego me fui al taller donde estaban haciendo el asado, y aclaré que llegaría tarde porque tenía otro compromiso. En ese tiempo conocía muy bien el barrio y tenía muchos conocidos, ya que mi esposa daba clases de Matemáticas en el Bachillerato Para Adultos en tres escuelas, entre ellas una de ese barrio y durante mucho tiempo yo iba a buscarla a las doce de la noche, ya que tenía asignadas las dos últimas horas. (mi Señora es Estadística Matemática)
Llegué al Club citado más arriba, cerca de la medianoche, no se la hora exacta, pero estimo que eran más de las once. Escuché los discursos, entre ellos el del Dr. Razzetti que me arrancó un aplauso por lo convincente y claro de su contenido. Pero antes de ello vi llegar a algunos personajes tenebrosos conocidos entre nosotros como la patota de Luis Rubeo. Estimo que habían llegado en un Dodge 1500 del que no puedo precisar bien el color, pero era en el que se movía permanentemente alguien a quien llamábamos El Zorro, y su nombre era Eduardo Aguilera. Creo recordar que era de color blanco con techo vinílico negro, como se usaba en esa época.
Rubeo estaba en el extremo de la mesa junto a Gerardo Cabrera (hombre de temer y Secretario General del Gremio de la Carne), y al lado de ellos "el Zorro" Aguilera, que años después tuviera estrecha relación con el Coronel Paul Navone, oriundo de Casilda y con quien yo jugaba a las figuritas cuando niños. Supe de él después que pasó la locura genocida de los años 70, que hizo aparecer al hijo, (mellizo) de una de sus víctimas, Carmen Negro, como nacido muerto, cuando hoy se comenta otra cosa: que el niño fue apropiado por él. Claro, es necesario decir que Paul era el encargado del Hospital Militar de Paraná.
Se también que se suicidó o lo suicidaron, cuando tenía que presentarse a declarar por algún juicio de los tantos en que estaban involucrados estos facinerosos.
Otros que recuerdo estaban al lado de Rubeo y Cabrera, eran Carlos Severín, (Diputado Provincial) Carlos López Quiroga, Amado Mansilla de quien nunca supe que ocupación tenía salvo estar al lado de Rubeo, y su mujer, que también esbozó algo parecido a un discurso que nadie entendió porque no dijo nada coherente. Me refiero a Ana Farhed. También habló esa noche el Diputado Provincial Juan Luis Lucero (alias "El Chancho") sobre el que escribí una biografía que no alcanzó a editarse, y le costó a quien suscribe, el tener que refugiarse en España.
Allí manifiesto lo que me contara Lucero en relación a López Quiroga, que había estado preso por matar a un contrincante político en una reunión del Sindicato de la Construcción, y quien desde la tarima donde estaba haciendo uso de la palabra, sacó un revólver y le pegó un tiro a su adversario político. Así de simple.
Esto me lo ratificó el Sr. Osvaldo Turco, cuando junto a Lucero y "el Búho" Molina, y ”el Negro” Bo, fueron tiroteados por Quiroga creo que en la esquina de Santa Fe y Ovidio Lagos, cuando Lucero investigaba el caso Brandazza. Lo que da párvulo a pensar que los patoteros de Rubeo, trataban de matar a quienes investigaban una muerte tan brutal como la del estudiante Brandazza, generalizando el accionar del terrorismo de estado que ya había comenzado de manera organizada el 20 de junio de 1973 en Ezeiza, sobre lo que también tengo un libro que pretende ser editado relatando, no lo que me contaron, sino lo que vi y viví en aquella brutal masacre ordenada por Juan Perón.
Demás está decir que cualquiera de mis dos libros están a disposición de quien lo estime una fuente de información trascendente.

Pero vuelvo a esa trágica noche. El discurso del Dr. Razzetti molestó evidentemente a todo el sector que rodeaba a Rubeo, al punto tal que alguien me comentó que Rubeo les hizo señas a los suyos totalmente fuera de sí, que había que "darle por la cabeza" a Razzetti.
A partir de allí, algunos de los acompañantes de Rubeo se retiraron apresuradamente del lugar. Yo había encontrado una silla desocupada al lado de alumnos de mi esposa y otros que conocía de vista, ya que hasta ese momento permanecí parado sin conversar con nadie. Y desde allí observaba con atención la conducta de esta gente.
El Dr Constantino Razzetti se retiró junto a su esposa y uno de sus hijos hasta el Valiant 3 color celeste que tenía estacionado frente al Club.
Fue el momento en que yo tomé mi coche y también me retiré del lugar. Me llamó la atención que el auto de Aguilera ya no estaba entre los autos estacionados en el lugar.
Me fui desde allí, al taller citado anteriormente donde comí un poquito de asado y me puse a tocar la guitarra para la gente invitada y mis compañeros. Cosa que ya era habitual.
Es decir que me enteré de lo que había ocurrido, recién al día siguiente. Realmente fue como una patada en el alma.
Concurrí inmediatamente al velatorio que se realizó en su propia casa de la calle San Lorenzo casi Callao. La cantidad de gente que había era impresionante, pero haciéndome lugar traté de llegar a Nélida Guitrón, su viuda, para preguntarle qué había pasado. No lo pude lograr porque la rodeaban decenas de personas que querían hablar con ella. Pero alcancé a pedirle que me atendiera unos días después y así lo hice.
Me contacté con ella y quedamos en encontrarnos en un bar cercano a la Asistencia Pública. La Doctora apareció a la hora acordada, vestida con una chaquetilla blanca y mientras compartimos un café, le conté todo lo que yo había visto.
Fue muy sintética y clara. Me dijo: a mi marido lo mataron esos delincuentes que Usted menciona y que estaban alrededor de Rubeo. Y que el matrimonio Mansilla – Farhed fueron los entregadores por dinero.
- Pero cuénteme más detalles por favor…. Y entonces siguió:
- Allí, a la salida del Club, Amado Mansilla nos pidió si teníamos lugar para arrimarlos a él y su esposa Ana Farhed, hasta Corrientes y San Lorenzo, cosa a la que accedió solícito Constantino.
- Fue allí que la Farhed, entró nuevamente al local, mientras Mansilla permanecía en la vereda, al lado de nuestro coche.
- Fue mucho el tiempo que demoró, a tal punto que le dijimos a Mansilla qué pasaba que su esposa no aparecía……
- Entonces él entró a buscarla y demoró también un tiempo considerable. Hoy tengo claro que evidentemente estaban haciendo tiempo, para que los que se habían retirado organizaran lo que Rubeo había ordenado: matarlo a mi esposo.
También me contó que habían empezado a recibir amenazas telefónicas y que temía mucho por sus hijos. También agregó que en un tiempo prudencial me haría citar por el Juez de la causa.
Ante la difusión que tuvieron unos panfletos que había sacado el ERP, (Ejército Revolucionario del Pueblo) volví a llamar a la Señora que me pidió que concurriera a su domicilio.
Me pidió que no dijera nada de lo que habíamos conversado porque prefería que quede todo así, ya que habían atentado contra el hijo menor a quien le habían baleado el coche y ella no quería perder más a nadie de su familia. Evidentemente, esta mujer estaba aterrada.
También me mostró un papel en el que había escrito los nombres de los que participaron directa e indirectamente del asesinato de su Esposo. También agregó que esa lista se la iba a presentar el juez.
Hace algún tiempo, a través de amigos que conservo y me escriben constantemente, se me dio por preguntar por el Caso Razzetti, me prometieron que conseguirían la dirección de correo electrónico del hijo menor de Constantino, Carlos, que era el más informado y podía ponerme en contacto con él.
Así lo hice y gracias a él me informó que la causa está frenada permanentemente por el Juez Federal que la lleva adelante y es un incondicional de Luis Rubeo. (sic)
En razón de esto, y ante la indignación que provoca en mi ver que en mi Patria siguen pasando cosas terribles, decido hacer este relato que lo hago bajo juramento de decir la verdad, para que pueda ser aportado a la causa “Homicidio del Dr. Constantino Razzetti”, Juzgado Federal Nº 4 de Rosario, expediente 77/05.
Más, permítaseme decir que yo no guardo ninguna animosidad contra miembro alguno de la Justicia, pero visto desde el ángulo de alguien que hace casi nueve años que no está en su Patria, este tema que yo creía concluido, lleva casi cuarenta años sin que se pueda saber absolutamente nada sobre quién o quienes fueron los responsables de esta muerte tan brutal como absurda.
Después de estar en Ezeiza, donde sumados a la banda de Rucci, Norma Kennedy, Brito Lima, Jorge Osinde y miembros del Gremio de La Carne de Rosario del desde que tengo uso de razón, tuvo como “patrón” a Luis Rubeo, discípulo de Osella Muñoz.
La Masacre de Ezeiza, fue el hecho fáctico a través del cual, al poco tiempo, ya todos los asesinatos y atentados que hacían eran firmados como Las Tres A. Que si bien ya tenía a algunos personajes famosos por su crueldad como Aníbal Gordon o Rodolfo Eduardo Almirón, tenían por encima a los que daban las órdenes concretas. Y en Rosario y alrededores, ese personaje se llamaba y se llama Luis Rubeo.

OSCAR NATALIO KOPAITICH.
Estado civil Casado. (09/07/71)
Nacido el 29/02/44
Jubilado
Domicilio: Avenida de la Roureda 73 – 75
4º Piso. Puerta 3.
(08840) Viladecans. Barcelona. España.
Teléfono fijo: (0034) 936373141
Estudios cursados, 2º año de Derecho y Músico, (guitarrista clásico ).
Pasaporte Argentino 06136818 M
Pasaporte italiano X 828737
NIE español X 4552718 - Y
Envío:H.Papalardo                                                

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