Ovarios de Hierro
En las últimas audiencias se escucharon testimonios de víctimas y testigos de la localidad de Viedma, entre ellos algunas mujeres que mostraron una admirable valentía al contar lo sufrido y vivido durante todos estos años.
Altamente destacado fue lo que sucedió, se contó y se vivió durante las jornadas desarrolladas el 29 y 30 de noviembre, y el jueves 1 de diciembre de 2011 en el juicio contra 17 represores acusados de delitos de lesa humanidad. Se trataba de una jornada especial porque declaraban víctimas y testigos de la localidad rionegrina de Viedma lo cual provocó que varios amigos, familiares y periodistas de esa ciudad vinieran a Bahía Blanca a brindar su apoyo. En la vereda se podían ver las fotos de víctimas de Viedma entre otras banderas. Nos centraremos en los testimonios comprometidos de dos mujeres, familiares de víctimas, que lucharon y luchan cada día por la Verdad y la Justicia.
Luego de que Oscar “el Congo” Bermúdez relatara su terrible secuestro, señalara a los represores y hasta mantuviera un entredicho con el abogado querellante Víctor Benamo (ver recuadro), fue el turno ante el tribunal de su ex esposa María Noemí Bringue.
María tiene 57 años, vive en Viedma y trabaja en el Programa Anti Impunidad de la Legislatura rionegrina. Con tranquilidad comenzó a dar sus datos personales al juez, y ni bien empezó a contar su experiencia se la pudo ver profundamente emocionada. María explicó que conoció a Bermúdez en 1972 cuando ella trabajaba como empleada con cama adentro y él militaba en el peronismo y estudiaba en la UNS, fue allí cuando formaron pareja: “Del peronismo lo único que sabía era lo que me había enseñado mi abuela, que era que ayudaba a la gente pobre como nosotros”.
Ambos convivieron, tuvieron una hija y María empezó a tomar conciencia de la realidad que se vivía y a formar su pensamiento, “cuando escuché la palabra explotación, lucha de clases, me di cuenta que pertenecía a esa clase que era hostigada”. “Recién ahí -subrayó María- empecé a darme cuenta de qué se trataba”.
Que la tortilla se vuelva
“Que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan y los ricos mierda, mierda”, decía una vieja canción anarquista y María la tomó como propia. En aquella época de ideales empezó a desear eso: “Quise que la tortilla se vuelva”, narró ante el tribunal y agregó que deseaba que las cosas cambiaran rápido pese a que se le explicaba que los cambios sociales eran lentos.
Ya con una segunda hija, un día a María la llaman para que fuera a la Plaza Rivadavia, un compañero la abrazó y le dijo que a Oscar, de 23 años, lo habían amenazado y lo habían ido a buscar al trabajo y a la universidad: “Fue la primera vez que temblaba la tierra abajo mío”. A partir de ahí todo cambió. Primero se mudaron a un pueblito, luego regresan a Bahía Blanca y Oscar se muda a Viedma y, dijo, el miedo se duplicaba porque por un lado quedaba ella con las nenas en Bahía, y su marido en la capital rionegrina. En Bahía, señaló, el clima era feo: “Ya se hablaba de muertes y patotas”.
Finalmente María y sus hijas se van a Viedma con Oscar y antes del golpe del 76 nace su tercera hija. Un día se enteran del secuestro de Darío Rossi. Justamente, mientras María hablaba se cumplía un nuevo aniversario de ese hecho: “Uno sentía la presencia de unos ojos que estaban como atrás de algo, persiguiendo”.
Oscar trabajaba en una empresa de transporte. Un 7 de enero se fue a trabajar y María tuvo un mal presentimiento. Pasaron las horas y Oscar nunca llegó.
Más tarde, junto a un compañero y un ingeniero conocido salen a buscarlo a Patagones. Se encuentran con el jefe de personal de la empresa que dijo no saber nada aunque después destacó que le había llamado la atención ver el camión abandonado por el lado del puerto. Hasta allí fueron, pero Oscar no estaba: “No me animé a ir arriba del camión y mirar”.
Ya en su casa, la desesperación crecía: “Sentí que no solamente se me movía el piso sino que se me caía el techo también”.
Al otro día le comunicaron la noticia al suegro, revisaron hospitales y comisarías pero nada le decían. Incluso los policías se burlaban: “Debe tener alguna amiga por ahí, ya va a volver”.
El suegro le propuso ir a Bahía con las nenas por su seguridad: “Golpeábamos todas las puertas. Nos humillamos golpeando las puertas de la iglesia y Monseñor Mayer nos echó como delincuentes”.
Al tiempo se enteran por una carta que Oscar estaba en la cárcel de Villa Floresta. Allí fue María donde sufrió la humillación de desnudarse y mostrar las partes íntimas: “Cuando entré a esa sala enorme vi una larga fila de hombres vestidos de azul, y lo buscaba y no lo encontraba”. Cuando finalmente lo encontró, no lo reconoció: “No era el de siempre”, destacó, “fue como encontrarme con otra persona”.
Meses después, María Eugenia, una de sus hijas, aprendió a caminar entre bancos y rodillas de compañeros de Oscar.
En una de esas visitas se enteran que a Oscar se lo habían llevado. Fue así que se dirigieron hasta el V Cuerpo donde María recibió expresiones degradantes: “Yo iba llorando y el soldado me seguía diciendo cosas groseras”. En realidad, Oscar se encontraba en el penal de Rawson y es por otra carta que se enteran de ello. Mientras tanto, La Nueva Provincia seguía diciendo cosas que no eran ciertas: “Era una confusión que hacía mucho daño”.
“La libertad nos encontró distintos”
En Rawson continuaron los hostigamientos, las esperas y hasta las requisas en los hoteles. Nuevamente en Bahía y ante tanto sufrimiento, María recurre a una psicóloga del Hospital Municipal, planteó sus problemas y se juntaron entre seis y siete psicólogos y psiquiatras que decidieron ayudarla. En terapia, se le dijo que lo más sano para sus hijas era ver a su padre en Rawson. Allí volvieron y la primera vez, las nenas no creían que ese era su papá.
Años después, con Oscar en libertad, María empezó a trabajar en una editorial, recibió amenazas al tiempo que comenzó a sufrir problemas renales. Quien la contrató le dijo que se tenía que ir del trabajo “porque él no era la Cruz Roja Internacional”.
Buscaron un abogado para realizar un juicio laboral y en el mientras tanto un tal Faidutti, que se dedicaba a asustar a la gente, pidió hablar con ella, exhibiendo su arma y su carnet de Inteligencia: “Usted ya sabe que su marido es subversivo”, le comentó sugiriéndole que abandone el juicio laboral. Ese juicio lo siguió su suegro porque finalmente Oscar, María y sus hijas se fueron a México donde nació su quinto hijo: “La libertad nos encontró distintos”, relató debido a que pensaba que cuando Oscar recuperara la libertad las cosas iban a estar mejor. María agradeció al tribunal por el respeto y la posibilidad de declarar. “Hay 30 mil compañeros que no lo pueden contar”. Como últimas palabras, María se dio vuelta, y mirando a los 17 represores, con un valor admirable les expresó: “30 mil compañeros desaparecidos, presentes!”. Y así se fue María del estrado, sin quitarle la mirada a cada uno de los imputados.
“A Goncálvez lo padecí”
Silvia Beatriz Crespo es jubilada y sufrió el secuestro de su hermano Cacho. El dolor hizo que Silvia no recordara nada de fechas pero sí que su hermano fue secuestrado en dos oportunidades obteniendo la libertad en el medio, que fue cuando se casó con su compañera. La fecha que no pudo ser borrada de la mente de Silvia es la del 19 de enero porque ese día es su cumpleaños y fue en su cumpleaños cuando pudo ver a su hermano en la cárcel de Bahía Blanca. Se encontraba, dijo, muy delgado, lastimado al igual que sus compañeros y amigos. Entre ellos estaba Bachi Chironi: “Un dedo mío índice le quedaba grande en las muñecas de Bachi, de las heridas que tenían las dos muñecas de estar estaqueado. Mi hermano tenía terrible cicatriz de picanazo acá en las cejas; Oscar Meilán estaba delgadito y también todos los chicos lastimados, como el Negro Ayala…”
Antes del secuestro, a su hermano lo perseguía la Policía Federal de Viedma: “Pienso que ellos lo secuestraron porque a nosotros nos llegó inmediatamente el dato de que había sido secuestrado a media cuadra de mi casa, de la casa de mis padres, lo subieron en un Falcón Verde y ahí desapareció”.
Respecto a los represores, Silvia se acuerda muy bien de Abelleira, Forchetti y Goncálvez: “A Goncálvez lo padecí”, dijo antes de empezar su declaración. “La persona más ensañada en toda esta persecución de mi hermano para poder encontrarlo era Goncálvez, quien iba a mi casa a cada rato. Mi mamá era una persona muy mayor, y yo vivía con ella. Era el que más iba haciéndose pasar por amigo de mi hermano para que insistentemente le dijera dónde estaba, quiénes eran sus amigos, qué actividades realizaba y eso a distintas horas de todos los días”. Otra forma de hostigamiento era en la calle cuando desde su bicicleta espiaba a la familia “siempre con sorna, con soberbia, con desprecio, agrandado como quien dice”. En la cara de Goncálvez, Silvia dijo notar ansias de destrucción.
Además de dos allanamientos sufridos en su casa, Silvia y su familia tuvieron que soportar situaciones muy dolorosas en la comisaría de la Policía Federal de Viedma: “Yo pedía por favor por mi hermano porque sabía que los secuestraban, los golpeaban y los mataban”. La respuesta que recibió de los policías fue: “Ay, no señora, no fantasee tanto, usted ve demasiadas películas”.
Ella y su madre permanecieron en la comisaría toda la noche, sin agua ni baño al que poder recurrir. Al otro día, gracias al suegro de su hermano, que era policía de la provincia de Buenos Aires, ya que al parecer habían quedado detenidas, Silvia y su madre pudieron irse: “A mí por buena conducta y mis antecedentes, y a mi mamá que no tenía nada que ver, nos dejaron libres”.
Con el tiempo, la cuñada de Silvia entró en estado depresivo y se suicidó. Por su parte, Silvia comenzó a sufrir diferentes trastornos tras aquella detención: “A partir de ese día llegué hasta a orinarme en la cama del miedo”.
Además de María Bringue y Silvia Crespo, declararon Cristina Cévoli, Mirta Díaz y otras víctimas que sufrieron el secuestro. Son ejemplos de mujeres que lucharon, sufrieron, luchan y siguen sufriendo las consecuencias de delitos que afectaron a toda la sociedad.
La subversión según Benamo
Además de haber sido el primer testigo del juicio por haber sufrido en carne propia lo que es el secuestro y desaparición, Víctor Benamo es uno de los abogados querellantes, en su caso, como representante de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación.
Paradójicamente, a Benamo se le cuelan expresiones, elucubraciones y digresiones, que como se pudo ver en la última semana de audiencias, afectaron a uno de los testigos que también fue víctima del Terrorismo de Estado.
Cuando le tocó testimoniar a Oscar Bermúdez, Benamo le preguntó si durante el secuestro se le había imputado una acción subversiva o si se le había preguntado por su ideología. Bermúdez respondió que se le imputaba una presunta vinculación o encuadramiento con la organización Montoneros. Ante los represores, Bermúdez se defendió argumentando que su proveniencia política era incompatible con la lucha armada. Consultado por Benamo por su militancia, Bermúdez respondió que militaba en el Peronismo de Base.
Luego de otras preguntas, Benamo directamente le preguntó si a algún compañero “le conoció alguna actividad subversiva”. Al no saber Bermúdez a qué llamaba Benamo “actividad subversiva”, el abogado habló del concepto común “que use armas, que proponga revoluciones, toma de poder por medios ilícitos”.
“Yo en absoluto acepto esa calificación o definición de subversivo”, afirmó y aclaró Bermúdez.
Fue allí cuando intervino el juez Triputti. Benamo señaló que su única finalidad era demostrar que el Peronismo de Base tenía un accionar democrático y que no había acciones subversivas por parte de él.
Luego de otra intervención del juez, Benamo insistió: “Mi objetivo de esta pregunta es porque he visto castigar ahí, declarando como el señor Bermúdez a mucha gente del Peronismo de Base y yo que los traté personalmente me parece una ignominia, una salvajada innecesaria”.
Ante este increíble escenario, tuvo que hablar el fiscal Abel Córdoba quien aclaró que cualquier castigo o tortura a cualquier persona, cualquiera sea lo que haya hecho es una ignominia, no solamente al Peronismo de Base o a quien no tenía una acción armada.
Mientras Bermúdez brindaba palabras similares a las del fiscal Córdoba, llovieron los aplausos del público. Por su parte, en medio de todo esto, los abogados defensores de los represores no dijeron absolutamente nada. Benamo ya había dicho todo.
Profes en apuros
La Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca hizo lugar a casi todos los planteos formulados por el fiscal Abel Córdoba en torno a Gloria Girotti y Hugo Mario Sierra. Ambos serán indagados en carácter de imputados, por la casi totalidad de los delitos que se les atribuyen. Sólo quedarán afuera los vinculados a las demoras sistemáticas en torno a los hábeas corpus presentados por familiares de las víctimas y el hostigamiento a ellos por el cobro de costas.
Con fecha del 29 de noviembre pasado, la Cámara Federal de Apelaciones de nuestra ciudad emitió finalmente su fallo en torno al carácter y los delitos por los que debían prestar declaración los abogados Hugo Mario Sierra y Gloria Girotti. Con los votos de los jueces Ricardo Emilio Planes, Ángel Alberto Argañaraz y Augusto Enrique Fernández se decidió otorgar la razón a la mayoría de los puntos que el fiscal federal subrogante Abel Córdoba expuso en el recurso elevado a principios de octubre pasado.
Tal como viene informando EcoDías, desde diciembre de 2010 pesan sobre los letrados imputaciones por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar, cuando ambos se desempeñaban como secretarios del magistrado Guillermo Federico Madueño. Entre otras acciones, se les atribuye haber participado en interrogatorios bajo tortura realizados a personas ilegalmente detenidas en el Centro Clandestino de Detención (CCD) conocido como “La Escuelita”.
Cinco pedidos de detención e indagatoria a los acusados se amontonaron en el despacho del juez vitalicio Alcindo Álvarez Canale. En agosto pasado, el Tribunal Oral Federal que enjuicia a diecisiete represores escuchó el relato de un testigo que involucraba a Sierra en gravísimos delitos de lesa humanidad y ordenó su detención. El abogado pasó menos de 24 horas privado de su libertad, pero la medida aceleró su despedida del plantel docente de la UNS y empujó a Álvarez Canale a tomar una determinación.
Un bimestre atrás, el juez de primera instancia citó a declarar a Sierra y a Girotti. Pero la audiencia no llegó a realizarse: el primero debía responder por sólo cinco de los treinta y nueve delitos que se le imputaban, mientras que Girotti fue convocada como testigo. Por ello, el fiscal Abel Córdoba apeló ante el Juzgado y más tarde a la Cámara Federal, a fin de detener un acto que implicaba dos cosas: que Álvarez Canale estaba adelantando su opinión sobre los delitos imputados y que eran vulnerados los mismos derechos procesales de Girotti, ya que al prestar declaración como testigo estaba obligada a decir verdad sobre hechos que, en realidad, se le imputaban como delitos.
Sobre este punto, dijo el juez Planes que “lo que está en juego es la garantía constitucional contra la autoincriminación, que alcanza con su amparo incluso al testigo si la información que podría verse obligado a ingresar al proceso pudiera ponerlo en riesgo de ser sometido a proceso penal”. “Por ello, se hace lugar al recurso, y se deja sin efecto la citación de Gloria Girotti a prestar declaración testimonial”, agrega. La opinión fue compartida por sus colegas Fernández y Argañaraz. Este último subrayó que “respecto a si se puede llamar como testigo a un imputado, creo que hay decirlo más claramente: no”.
En cuanto al número de delitos por los que debería indagarse a los imputados, la Cámara dio la razón al fiscal cuando “afirma que el señor juez se adelanta con razonamiento a otras etapas del proceso”. A causa de esto, Sierra deberá responder por un mayor número de delitos que los cinco por los que pretendía que declarase Álvarez Canale.
Sin embargo, los jueces advirtieron que “algunas de las conductas descriptas no resultan típicas y fueron bien rechazadas por el juez de la causa”. Se trata de las imputaciones referidas a las sistemáticas demoras en trámites de hábeas corpus por las víctimas y el posterior hostigamiento sobre sus familiares y allegados a través de intimaciones para el pago de costas judiciales.
“Más allá de la connotación que le otorga el apelante con base a un contexto que también explica, lo cierto es que, en definitiva, lo detallado sólo da cuenta del ejercicio de funciones inherentes al cargo que ocupaban (más allá de la eficacia o eficiencia del trámite), que analizadas de modo objetivo pueden trasladarse a cualquier procedimiento judicial similar en cualquier otro juzgado e incluso en cualquier otra época, sin relevancia penal”, entienden los jueces.
Por todo lo narrado, finalmente la Cámara resolvió que Gloria Girotti no deberá prestar declaración como testigo y, parcialmente, hizo lugar al recurso de apelación interpuesto por la Fiscalía en torno a los delitos por los que deberán responder los imputados.
Docentes
Mientras tanto, en la Universidad Nacional del Sur (UNS) aún se aguarda una respuesta del Departamento de Derecho -unidad académica de incumbencia- en torno al pedido de enjuiciamiento académico contra Gloria Girotti, que fue presentado un mes atrás con el respaldo de casi sesenta firmas de docentes, graduados y estudiantes.
De prosperar el proceso, Girotti podría ser expulsada de la plantilla docente de la UNS. Hasta una definición, mantiene su estrategia de solicitar sucesivas licencias médicas.
Su colega Hugo Sierra no tuvo una salida más elegante: en agosto dejó expirar el plazo para concursar por un nuevo periodo como titular de Derecho Penal I, una de las dos materias que dictaba. A su cargo quedaría la asignatura correlativa, Derecho Penal II. Pero tras la orden de detención librada en su contra, el rectorado de la UNS decidió -ad referéndum del Consejo Superior Universitario (CSU)- suspenderlo y comenzó a vislumbrarse en el horizonte la posibilidad de un inminente juicio académico. Pocos días más tarde, ya en libertad, renunció.
A pesar de lo poco decoroso de su salida del plantel docente, algunos de sus ex compañeros se encuentran trabajando en la organización de una cena de despedida para el recientemente retirado. Aunque poco tiempo antes había optado por continuar ejerciendo hasta el tope de los 70 años de edad, en su nota de dimisión Sierra declaró que “si bien ya venía contemplando la posibilidad de anticipar mi retiro, el dolor provocado por la suspensión de mis actividades académicas el mismo día en que fuera privado de mi libertad mediante una orden de detención ilegítima, terminó de decidirme”.
Autor: Redacción EcoDias
Fuente:Agndh
Benamo y los dos demonios
Publicado el 01/12/2011
“Claro que murieron ‘inocentes’, entre comillas, como dicen determinados voceros que dan diploma de inocencia a las víctimas para perdonar a los victimarios -como si las víctimas les hubieran encargado esa tarea-”.
Juan Gelman
Que la “teoría de los dos demonios” iba a surgir en algún momento del juicio era una fija. Lo que seguramente no se esperaba era que venga del lado de la querella. Del representante del Estado a través de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación.
“¿A algún compañero suyo del Peronismo de Base le conoció alguna actividad subversiva?”, le preguntó el ex rector universitario Víctor Benamo al testigo Oscar “Congo” Bermúdez luego de que relatara su secuestro y las torturas sufridas en La Escuelita y las cárceles de Villa Floresta y Rawson.
El testigo se la veía venir y quiso saber a qué se refería el doctor con eso de “subversivo”. ¡Hombre! El “concepto común”: “Que use armas, que proponga revoluciones, toma de poder mediante términos ilícitos”.
“En absoluto acepto esa calificación o esa definición de subversivo”, se quejó Bermúdez y el juez José Mario Triputti interrumpió disculpándose y advirtiendo que se estaba “entrando en un terreno peligroso”. Benamo desistió de la pregunta y aclaró que la hacía “porque he visto castigar ahí declarando como el señor Bermúdez a mucha gente del Peronismo de Base y, yo que los traté personalmente, me parece una ignominia, una salvajada innecesaria”.
“Señor presidente, me veo en la obligación personal de hacer una aclaración. Cualquier castigo o tortura a cualquier persona, cualquiera sea lo que haya hecho es una ignominia. No solamente al Peronismo de Base o a quien no tenía una acción armada”, dijo el fiscal Abel Córdoba.
Aquí publicamos la discusión completa:
Abogado querellante Víctor Benamo: Desde el punto de vista ideológico, ¿qué le preguntaban a usted? ¿Le imputaban una acción subversiva? O en todo caso si hubo preguntas de ideología.
Testigo Oscar Bermúdez: Lo que me imputaban era una presunta relación o encuadramiento con la organización Montoneros. Cosa que evidentemente ni ellos tenían ningún tipo fundamento y yo me hice fuerte en eso porque no existía tal cuestión. Yo me defendí diciendo que tenía otra proveniencia política que era incompatible con la lucha armada. Ésta era mi defensa y esa era la discusión.
Abogado querellante Víctor Benamo: Ideológicamente hablando ¿cuál era su militancia?
Testigo Oscar Bermúdez: Yo militaba en el Peronismo de Base.
Abogado querellante Víctor Benamo: ¿En qué año?
Testigo Oscar Bermúdez: Aproximadamente en el 69 empecé en la universidad y tuve participación en el Peronismo de Base.
Abogado querellante Víctor Benamo: ¿Usted era estudiante y trabajador?
Testigo Oscar Bermúdez: Era estudiante, trabajador no docente de ATUNS…
Abogado querellante Víctor Benamo: ¿Se acuerda qué función tenía el Peronismo de Base en la universidad en el 73?
Testigo Oscar Bermúdez: Sí, en el 73 cuando usted asumió como rector, me acuerdo por ejemplo que uno de nuestros compañeros fue presentado ante usted, que era Omar Rodríguez y que fue subsecretario del rectorado, secretario administrativo, por propuesta de la asamblea que se reunió en este recinto. Votado mayoritariamente por la asamblea fue propuesto por los empleados no docentes a usted para ser su secretario administrativo. Era un viejo compañero que venía de la época de la resistencia y venía del Peronismo de Base, era compañero nuestro y fue su secretario administrativo.
Abogado querellante Víctor Benamo: ¿Hasta qué año fue la militancia suya en la universidad y hasta que año estuvo Rodríguez por el peronismo de base en el cargo de administrador de la universidad?
Testigo Oscar Bermúdez: No recuerdo hasta cuando duró Rodríguez.
Abogado querellante Víctor Benamo: Aproximadamente.
Testigo Oscar Bermúdez: No recuerdo porque tampoco fue muy larga la… No, no recuerdo, no le podría decir pero sí fueron unos cuantos meses, varios meses. Fue así. Usted se debe acordar mejor que yo porque era el rector.
Abogado querellante Víctor Benamo: ¿A algún compañero suyo del Peronismo de Base le conoció alguna actividad subversiva?
Testigo Oscar Bermúdez: No sé a qué llama usted actividad subversiva.
Abogado querellante Víctor Benamo: A lo que el concepto común…
Testigo Oscar Bermúdez: Por eso, no sé cuál es el concepto común. Disculpemé.
Abogado querellante Víctor Benamo: Que use armas, que proponga revoluciones, toma de poder mediante términos ilícitos. Porque yo conozco…
Testigo Oscar Bermúdez: No, yo en absoluto acepto esa calificación o esa definición de subversivo. Digo, podríamos hacer una definición teórica bastante pero…
Juez José Mario Triputti: Perdón, perdón. Estamos dejando el tema y estamos entrando en un terreno peligroso. Le pediría que volvamos al objetivo del testigo en este debate.
Abogado querellante Víctor Benamo: Señor presidente mi única finalidad era demostrar que el Peronismo de Base tenía un accionar democrático y que no había acciones subversivas por parte de él.
Testigo Oscar Bermúdez: Sí, lo que pasa es que ese… A ver, yo no…
Juez José Mario Triputti: Perdón…
Abogado querellante Víctor Benamo: Desisto de la pregunta.
Juez José Mario Triputti: Yo comprendo lo que usted quiere decir doctor, es muy interesante su pregunta y su reflexión, yo lo respeto mucho. Pero me parece que es para un ámbito más amplio donde se podría dar el debate a todos, incluso a mí. Pero este es un juicio penal donde tenemos que achicar la diferencia en la responsabilidad de las personas que se encuentran acusadas. No tenemos que apartarnos de ese objetivo.
Abogado querellante Víctor Benamo: Voy a desistir de la pregunta pero mi objetivo es porque he visto castigar ahí declarando como el señor Bermúdez a mucha gente del Peronismo de Base y yo que los traté personalmente me parece una ignominia, una salvajada innecesaria.
Fiscal Abel Córdoba: Señor presidente me veo en la obligación personal de hacer una aclaración que cualquier castigo o tortura a cualquier persona, cualquiera sea lo que haya hecho es una ignominia. No solamente al Peronismo de Base o a quien no tenía una acción armada.
Testigo Oscar Bermúdez: Claro, exactamente, de ese maniqueísmo quería alejarme… (Aplausos) de ese maniqueísmo quería alejarme porque creo que nosotros de ninguna manera…
Juez José Mario Triputti: A ver un momento, por favor la sala, es la segunda advertencia que hago, la próxima vez que haya un aplauso me voy a ver obligado a usar el reglamento porque esto no es un cine, no es un teatro. Por favor a las personas que han venido, que no están acostumbradas a este tipo de audiencia le pido por favor respeto al tribunal. Esto no es una asamblea. Esto es un juicio penal donde hay severas penas en juego. Por favor les pido como ciudadanos que son, a todos un momento de reflexión y yo diría hasta de recogimiento por lo que estamos escuchando.
Testigo Oscar Bermúdez: Si me permite señor juez, yo quería alejarme porque advertí la intención de la pregunta y en absoluto acuerdo, se lo dije creo que gentilmente o decorosamente, planteé que yo no aceptaba esa calificación de subversivo a compañeros que tomen las armas. Que es una definición, es un lugar común que yo no lo comparto. Entonces, a mí me resulta difícil opinar sobre que si no tomaban las armas no eran subversivos y si tomaban las armas eran subversivos porque para mí el tomar o no las armas no amerita nada, no justifica nada y no habilita a ningún tipo de maltrato por más que algún compañero haya caído con una ametralladora intentando tomar un cuartel del Ejército. Independientemente de que yo puedo estar o no de acuerdo con esa línea política no puedo aceptar ni siquiera tramposamente el argumento de que eso es subversivo y lo mío, lo del Peronismo de Base, no lo era. No puedo ser connivente con un argumento de ese tipo y por eso es que me resistí a contestarle en tales términos.
Imágen: El Rector interventor de la UNS Víctor Benamo retratado por un dibujante del diario bahiense El Eco (agosto de 1973).
Fuente:JuicioVCuerpoEjercitoBB
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