Mañana, se hará el pre estreno de "Fotos de familia", un documental cordobés sobre la historia de los Pujadas.
05/12/2011
Por Alejo Gómez
Nunca es fácil contar una historia. Menos aún, narrarla con una mirada distinta, ajena a todo detalle que se hubiese conocido hasta el momento. De alguna manera, reinventarla. Beneficiarla con un sentido vivo, latente. En fin, humanizarla.
Fotos de familia, el documental cordobés sobre la historia (pasada-presente) de la familia Pujadas, resume las cualidades enunciadas arriba. Este largometraje, que se pre estrena mañana a las 20.30 en la sala Incaa de la Ciudad de las Artes, tiene el distintivo de un bocado tan exquisito como necesario para comprendernos en nuestra historia reciente.
Veamos: se trata de un enfoque íntimo, cotidiano, quizá hasta campechano, de la historia de la familia de Mariano Pujadas, uno de los fundadores de Montoneros y, también, uno de los 19 presos políticos fusilados por las Fuerzas Armadas en agosto de 1972, en la llamada “masacre de Trelew”. Pero, decíamos, no se trata sobre Mariano sino sobre su familia; la misma familia que, tres años después, en agosto de 1975, fue secuestrada en su cabaña avícola del norte cordobés y asesinada por el Ejército. Únicamente tres Pujadas sobrevivieron para contarlo: Ricardo, Ángeles y Víctor, quien por aquel entonces tenía 11 años y, a diferencia de los dos primeros, sí se encontraba en la granja cuando ingresaron las fuerzas oscuras.
Es sobre la presencia de Víctor, hoy un catalán por adopción de 47 años, que este documental relata cómo transcurría el quehacer cotidiano de los Pujadas en su pequeña empresa familiar, demasiado lejos de ese fervor político intenso que sacudía a la Argentina. Es el contar su vida en el campo, las relaciones compinches de sus hijos, los asados domingueros, las anécdotas amorosas.
Palabra de directora. Eugenia Izquierdo es la cabeza de este equipo que lleva siete años de trabajo en pos del largometraje. En diálogo con Día a Día, Izquierdo explicó que la idea de contar a los Pujadas desde una secuencia cotidiana se acordó para “no regodear en lo morboso, ni reivindicar el proyecto político de Montoneros”.
–¿Cómo se logró esa mirada tan particular?
–La persona más indicada para contar esta historia era Víctor, el niño que había sobrevivido a ese trágico hecho. La elección de trabajar desde esa perspectiva (la perspectiva de un niño en los ‘70) impuso que el acento estuviese en lo cotidiano, en las elecciones de vida, en los amigos y en la gente que los quería.
–¿De qué manera se logra introducir la memoria latente de Víctor en un relato que, por su temática, debe retroceder más de 35 años para contar esta historia?
–Víctor sabe muchas cosas sobre su familia, sus hermanos le transmitieron la historia y los valores de sus padres, pero hubo también muchos elementos que él no manejaba. Por ejemplo, el período en que sus padres vivieron en Barcelona, el vapor en el que la familia llegó a la Argentina, cartas y fotografías, los detalles de su propia huida de la Argentina... Cosas que él fue completando y revisando durante el proceso de hacer la película. Él logró atar cabos y darle un sentido a lo que para nosotros eran datos. Fue un trabajo conjunto y es una alegría que así se refleje en la película, porque se trata de un proceso doloroso que demandó mucho coraje por parte de él y mucha paciencia y respeto por parte nuestra.
Fuente:DiaaDia
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