LA OEA SE SUMO A LOS APOYOS A LA ARGENTINA CONTRA LOS BARCOS CON BANDERA DE LAS ISLAS MALVINAS
Contra “la porfía” del Reino Unido
José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, se sumó a los apoyos cosechados en estos días por la diplomacia argentina. Y criticó la “porfía” británica de mandar barcos con bandera de las islas al Atlántico sur.
El canciller Héctor Timerman y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza
El conflicto por la soberanía de las islas Malvinas sigue sumando adhesiones para Argentina. “La Organización de Estados Americanos (OEA) apoya la propuesta de Argentina, que ha sido siempre que haya un diálogo”, aseguró ayer el secretario general del organismo internacional, el chileno José Miguel Insulza. Se sumó así a la ratificación de Brasil, Uruguay y Paraguay, de mantener la prohibición del ingreso de barcos de bandera ilegal de las islas a sus puertos. Sectores de la oposición saludaron la postura de los países del Mercosur.
“Nunca he entendido la porfía de Reino Unido de mandar barcos que perfectamente puede mandar con bandera británica”, destacó Insulza al referirse a la discusión diplomática que generó la decisión del bloque del Mercosur de no recibir buques con “la bandera ilegal” de Malvinas. Así, la posición argentina sobre la soberanía de las islas consiguió un nucleamiento de la región en cuanto a la propuesta de sentarse en una mesa de diálogo para encarar la problemática. “¿Por qué no se evitan problemas y mandan barcos con la bandera británica? Pretenden que un grupo de países que no reconocen la existencia de las islas Falkland acepten barcos con la bandera de estas islas”, sostuvo el diplomático chileno.
Esta semana, el canciller inglés, William Hague, presentó ante el Parlamento de su país un informe en el que planteaba que “Brasil, Uruguay y Paraguay no tienen intención de participar de un bloqueo económico a la isla”, algo que no figura en el documento firmado. Cuando salió a la luz, el canciller Héctor Timerman se comunicó rápidamente con sus pares del Mercosur, Antonio Patriota de Brasil, Alfredo Moreno de Paraguay y Luis Almagro de Uruguay, quienes negaron los dichos de Hague. Incluso Timerman difundió un comunicado que apuntaba que el canciller de Gran Bretaña “reconoció ante el Parlamento de su país que ningún barco podrá ingresar a los puertos del Mercosur y países asociados enarbolando la bandera ilegal de las Malvinas”, tal y como la plantea el documento firmado en la última Cumbre de Jefes del Mercosur que se desarrolló en Montevideo.
“LA OEA apoya la propuesta de Argentina que ha sido siempre que haya un diálogo”, puntualizó Insulza, que conduce un organismo históricamente influenciado por la diplomacia estadounidense y que, por eso mismo, últimamente fue perdiendo protagonismo frente a otras organizaciones como la Unasur y más recientemente la Celac. Insulza ayer destacó el reclamo que se centra en diez resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y 29 del Comité de Descolonización que Inglaterra desconoce. En la última Asamblea de la ONU, la presidenta Cristina Kirchner anunció en septiembre pasado que iba a “esperar un tiempo más, pero si no, nos veremos obligados a revisar entendimientos provisorios vigentes”, aludiendo al vuelo semanal que una aerolínea chilena realiza hacia las islas.
En un año sensible por cumplirse los treinta años de la guerra entre ambos países por la disputa de la soberanía de Malvinas, el primer ministro David Cameron se mostró intransigente cada vez que hizo alusión al tema. “Debemos asegurarnos de que nuestras defensas son fuertes, y eso es lo que estamos haciendo”, señaló recientemente en una entrevista televisiva, a la vez que en su mensaje navideño a los habitantes de las islas afirmó que “nunca negociaremos la soberanía de las islas”. Se suma además el viaje a las Malvinas que realizará en unos meses el príncipe Guillermo, como parte de su entrenamiento militar.
Por otro lado, sectores de la oposición expresaron su satisfacción ante la postura del bloque sudamericano. El titular de la UCR, Mario Barletta, agradeció a los presidentes de la región por el apoyo, al igual que el senador socialista Rubén Giustiniani, quien resaltó que la decisión regional era “un claro y contundente respaldo al planteo argentino”.
OPINION
América latina y el modelo nacional
Por Washington Uranga
Los argentinos, esos ciudadanos que en algún tiempo nos sentimos “distintos” o “diferentes” a nuestros hermanos latinoamericanos, fuimos aprendiendo, especialmente a partir del conflicto de Malvinas, que existe una identidad latinoamericana que es inseparable de aquello que llamamos el ser nacional. Podría decirse que no hay ser nacional sin latinoamericaneidad o bien que el ser nacional supone aquella idea de la ciudadanía latinoamericana. Son historias entrelazadas y destinos cruzados, más allá de que aún haya quienes no quieran entenderlo así. Pero al margen de las lecturas ideológicas, desde un lugar mucho más pragmático, nadie podría negar que en el actual mundo de la globalización las únicas posibilidades de un futuro mejor –así éste no alcance sino el umbral de lo digno– pasa por la constitución de bloques regionales que se apoyen en la complementariedad de los recursos y de las acciones.
Los últimos episodios sobre el mismo tema Malvinas, desde la solidaridad del Mercosur con Argentina hasta la ofensiva británica para desmantelar la actitud del bloque regional, mostraron nuevamente el valor de la construcción política entre los países hermanos. En este caso la solidaridad se ubicó incluso por encima de las evidentes diferencias ideológicas que separan a los actuales gobiernos de Chile y Argentina.
Pero la cuestión de la unidad latinoamericana va más allá de las alianzas coyunturales o de la solidaridad frente a la bravuconada de una potencia extra regional. Aunque siempre lo fue, se hace cada día más importante tomar en cuenta que la unidad latinoamericana es un dato esencial de una propuesta de futuro para el país. En otras palabras, se puede decir que el componente latinoamericano es parte indisociable de lo que se denomina “el modelo nacional”. Porque lo real es que en términos políticos, económicos, culturales, pero también ciudadanos, no hay futuro para los pueblos de esta región sin una perspectiva integradora, sin una acción conjunta no solo en términos defensivos o de resistencia a las presiones del poder internacional, sino fundamentalmente desde una mirada de nación latinoamericana, la misma que muchos y en tiempos no tan lejos denominaron “la patria grande”.
El Mercosur, la Unasur y la más reciente Celac han sido y son ámbitos importantes. Se trata de espacios de acción política y económica. Sin embargo, en términos reales, concretos y operativos, estas alianzas están restringidas en su agenda y limitadas a la acción de los Estados y, para ser aún más precisos, de parte de la dirigencia gubernamental. Si en muchos ámbitos avanzamos hoy en el reconocimiento de que la público y las políticas públicas no pueden quedar exclusivamente restringidas a la acción del Estado –menos del Gobierno–, aunque esta presencia sea indispensable, se puede afirmar que también en la construcción del sentido de la latinoamericaneidad es necesario ampliar la mirada e involucrar en este proceso a referentes ciudadanos a través de actores protagónicos de la sociedad civil. El proyecto latinoamericano se construye desde los estados, con la participación activa de los gobiernos, pero con la presencia también indispensable e indeclinable de actores de la sociedad civil. Siempre se da por sentado que los empresarios deben estar presentes en estas mesas de negociación y construcción. De la misma manera se suele excluir con demasiada asiduidad a otros protagonistas no menos importantes, como aquellos que aportan en el campo de la salud, la educación y la cultura, para mencionar tan solo algunos espacios clave en este proceso.
Todo en el convencimiento de que el modelo nacional supone un modelo latinoamericano y que se trata de dos costados inseparables de la misma construcción política, económica, cultural y social. De allí también la importancia estratégica de cada gesto que signifique, para nosotros y para el mundo, reafirmar los lazos solidarios que unen a los pueblos de esta parte del mundo.
Fuente:Pagina12
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