LIBROS, ESCRITORES y POETAS
29 de Enero
Textos escritos entre 1962 y 1969
Para Gelman, la cuarta edición de "Cólera Buey" es más hermosa que la original
El poeta Juan Gelman aseguró que la cuarta edición de "Cólera Buey", un libro que reúne textos escritos entre 1962 y 1969 y que acaba de presentarse en México, "es más hermosa que la que salió en Buenos Aires".
“Lo que me encanta es que se haya publicado en México, y sorprendente también, eso se le ocurrió al editor Iván Trejo, y la edición debo confesar que es más hermosa de la que salió originalmente en Buenos Aires, o las ediciones sucesivas”, dijo Juan Gelman al portal digital MILENIO.
El escritor y periodista, reconocido con el Premio Cervantes (2007), contó que se conmovió cuando le hicieron la propuesta de reeditar Cólera Buey “porque es un libro que los críticos consideran una especie de golpe, en mi escritura política, y yo creo lo mismo, pienso que a partir de ahí empecé a recorrer caminos que se siguieron abriendo todo el tiempo".
“Creo que a partir de ahí tomé conciencia, porque tomar conciencia en materia de poesía es imposible, más bien eso es inconciencia. Empecé a tropezar por cuestiones personales, de expresiones, lo hice con los límites de la lengua, fue ahí donde comencé a crear neologismos, donde la necesidad de expresión me llevó a lugares que nunca antes había visitado, agregó.
En la presentación de esta nueva edición del libro, publicado por primera vez en Buenos Aires, Gelman, exiliado de Argentina en plena dictadura militar, sostuvo una charla con su amigo el poeta José Ángel Leyva.
Allí señaló que a través de la poesía se puede hablar de todo, de política, de la última hoja caída el otoño, del niño que le pegó la madre, de una piedra encontrada en la calle, "y hasta de amor, una cosa que no es tan simple".
Fuente:Telam
31 de Enero
Libro
Margarita Barrientos es una lider social con sus miserias y grandeza
Por Milena Heinrich
En "Margarita Barrientos. Una crónica sobre la pobreza, el poder y la solidaridad", la periodista Luciana Mantero se adentra en el complejo mundo de la dirigente social para dar cuenta de su vida y obra, pero al mismo tiempo para retratar a aquellos "seres olvidados", los desprotegidos.
"Se trata de una crónica social que relata la vida de Margarita Barrientos, una de las caras de la solidaridad en la Argentina, aunque a lo largo del libro también se refleja una realidad social", explica Mantero a Télam sobre su primer libro, entre la timidez y el orgullo.
El volumen, publicado por la editorial Capital Intelectual, fue producto de un proceso de investigación que duró más de dos años, y que incluyó un viaje al monte de Santiago del Estero para relatar fielmente el pasado duro de Margarita y centenas de entrevistas en el barrio porteño Los Piletones, en Villa Soldati.
"Es una suerte de etnografía periodística que surgió de la iniciativa propia de Mantero: "Era mi sueño", explica la autora que se lanzó a la aventura sin saber si su trabajo vería finalmente la luz.
"Yo venía trabajando en el mundo de los líderes sociales y Margarita es una de ellas, es la cara mas conocida. Además, su historia es apasionante, justamente por el don del relato que tiene", dice la periodista al momento de fundamentar su interés en el "personaje".
El libro se centra en la figura de la dirigente social que desde los 90 alimenta a centenares de familias, pero también acerca una mirada que se sumerge en las profundidades de los entramados sociales villeros, la disputa por el poder y la infinidad de problemáticas que surgen en ese contexto.
Para Mantero, la singularidad del libro es que "tiende puentes entre mundos diversos, entre los lectores que no transitan la pobreza y los que sí lo hacen".
Para lograr este objetivo de lectura, la periodista adoptó como modo de narración la primera persona, como una forma de unir y acercar aquel sector abandonado a la clase media.
Será por eso que la lectura es amena, fugaz y entradora: "Pretende ser para todo el mundo, enganchar y contar una historia con todas sus facetas. Con altos y bajos, conflictos, historias de amor, desengaños y tensiones", piensa Mantero, distinguida con el premio "Gota en el Mar" por su trabajo en el periodismo solidario.
De esta manera, el libro va desgranando un abanico de Margaritas, con sus múltiples historias y relatos, sin caer en una hagiografía -historia de la vida de los santos- porque, como señala la autora, comenzó "con una mirada muy idealizada por su trabajo", pero como todas las personas "tiene un montón de cosas increíbles y buenas, y otras contradictorias".
Mantero logró iluminar las muchas facetas de Barrientos, partiendo desde su enorme solidaridad, su propia vida en la pobreza que la llevó a alimentar a muchas familias con lo que cirujeaba, hasta las múltiples paradojas que la dirigente evoca.
"Al principio te negas a ver esas contradicciones pero son medulares y explican sobre su vida y obra. Finalmente, te das cuenta que es parte de la complejidad del ser humano", reflexiona mientras toma un café en una mesa al aire libre del barrio porteño de Palermo.
Tal es así que el texto oscila entre el pasado y el presente de la santiagueña, esclareciendo las múltiples versiones sobre un mismo hecho, donde la verdad termina transformándose en relativa y el poder del dar y decidir se centra en una única persona: la biografiada.
"Nunca tuve la pretensión de hacer un análisis sociológico ni teorizar sobre el tema. Simplemente quise reflejar, periodísticamente, las historias concretas y reales de los testimonios. Sólo agregué información adicional para que la lectura sea accesible para todos".
"Margarita Barrientos. Una crónica sobre la pobreza, el poder y la solidaridad" tiene diez capítulos, que se meten de lleno en la infancia de la dirigente, sus comienzos solidarios, la familia y el entorno, los logros, la obra y el manejo de la Fundación, la relación con los medios, el poder y la política.
Mantero recibió el respaldo de Barrientos para contar su historia o, como lo denomina la autora, un "perfil periodístico".
Sin embargo, una vez finalizado el libro, le valió las quejas, dudas y temores de la retratada.
"Más allá de los vaivenes emocionales de Margarita, creo que es un libro justo. Estoy muy tranquila con lo que escribí", cuenta feliz Mantero, que tuvo su primera experiencia literaria como colaboradora del libro "Cartoneros" de Eduardo Anguita.
Vinculada al macrismo, tal vez por la continuidad económica que el Jefe de Gobierno Mauricio Macri le concede -y que aparece sugerida en el libro- Barrientos "no hace política explícitamente, como ir con banderas, sino implícitamente", explica la investigadora.
"Es Margarita quien decide quién visita el comedor y quién no, "y eso es una forma de tomar postura, de hacer política", apunta Mantero.
Para Mantero, la dirigente "tiene sus simpatías claras y explícitas con el macrismo. Hay algo muy cercano con Mauricio Macri, como un enganche mutuo. Da la sensación que la relación nace desde lo afectivo y no sólo por la política".
La autora rescata la figura de Barrientos porque "sostiene desde abajo y desde ese lugar cambia vidas lo cual tiene un efecto muy positivo. Ese es el impacto real que genera en quienes la rodean. Ella contiene".
Otra de las particularidades es que a la par de la figura de Barrientos, el libro va recorriendo el día a día de la pobreza, dándole un lugar a los que permanecen en el anonimato, "las personas invisibles, las que no se cuentan pero que están. La de los seres olvidados".
"Este libro permite comprender y acercar el ojo a los dirigentes sociales, que suelen ser santificados por las fugaces noticias de los medios, pero no son santos, son humanos que tratan de transformar la realidad en la que viven", indica la autora.
"Margarita es una líder social con sus miserias y sus grandezas. Tiene una obra y aporte increíble. Hay que mirarla desde su complejidad para entenderla", resume la autora.
Fuente:Telam
01 de Febrero
Por la novela "El jardín colgante"
El catalán Javier Calvo gana el premio Biblioteca Breve
La novela "El jardín colgante", en la que el escritor catalán Javier Calvo reconstruye la gris transición española, fue galardonada con el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral, dotado con 30.000 euros (39.000 dólares).
Según señaló en Barcelona el jurado, integrado José Manuel Caballero Bonald, Alicia Giménez-Bartlett, Pere Gimferrer, Elena Ramírez y Gonzalo Suárez, la novela es "transgresora y provocadora" y Calvo retoma la Transición con una mezcla de géneros que van desde la ciencia ficción hasta el policíaco, con aires del lenguaje de la historieta.
"Dominio del ritmo, personajes magistralmente delineados y un brillante tono paródico configuran una gran novela", agregó el jurado a la agencia DPA.
"La novela está escrita durante el 2011, año indescriptible y extraño; vi cosas que nunca había visto antes, como la plaza de Catalunya llena de gente llamando a la revolución; la magia negra del capitalismo salvaje con agencias de calificación expulsando a políticos de sus cargos... y todo con la sensación de que no había futuro, de que todo se había acabado", dijo Calvo al diario El País de España acerca de la fórmula híbrida en su novela.
Escritor y traductor, Calvo (Barcelona, 1973) debutó con los relatos "Risas enlatadas" y es autor, entre otras, de las novelas "Mundo maravilloso", "El dios reflectante" y "Corona de flores".
En total, se presentaron al premio 365 manuscritos de Argentina, Colombia, España y México. El "Biblioteca Breve" nació en 1958 cuando los críticos literarios José María Castellet y José María Valverde, y los editores Víctor Seix, Juan Petit y Carlos Barral crearon un galardón para que abriera camino a los más jóvenes y renovadores escritores.
Lo recibieron Luis Goytisolo (1958), Juan García Hortelano (1959), Mario Vargas Llosa (1962), Juan Marsé (1965), Juan Benet (1969), Jorge Volpi, o, tras su interrupción entre 1972 y 1999, Juana Salabert (2001), Juan Bonila (2003), Guillermo Saccomanno (2010) y el año pasado, Elena Poniatowska.
Fuente:Telam
01 de Febrero
"En breve cárcel"
Piglia prologa una nueva edición del clásico de Sylvia Molloy
En los próximos días llegará a las librerías argentinas la reedición de la primera novela de Sylvia Molloy, "En breve cárcel", de 1981, esta vez con un prólogo de Ricardo Piglia, escrito especialmente para la ocasión.
Así aseguraron a Télam fuentes del Fondo de Cultura Económica, que junto con esa novela, convertida en un clásico, también se reeditará "Nanina", también primera novela del psicoanalista y escritor Germán García.
Molloy, que hace años reside en los Estados Unidos, ejerciendo la docencia en la New York University, pareciera estar emprendiendo un lento regreso a la Argentina.
De hecho, la casa Eterna Cadencia también reeditó su segunda novela, "El común olvido", y publicó "Desarticulaciones" en 2010.
Entre sus otros libros figuran "Varia imaginación", "Acto de presencia" y "Las letras de Borges".
Fuente:Telam
02 de Febrero
Asistirán 200 invitados de 40 países a la Feria del Libro en Cuba
El escritor mexicano Sergio Pitol, ganador del Premio Cervantes 2005, el argentino Miguel Bonasso y el teólogo brasileño Frei Betto asistirán junto otros 200 invitados de 40 países a la Feria Internacional del Libro Cuba 2012.
La muestra, que será del 9 al 19 de febrero, también contará con la de la escritora austríaca Kari Polanyi-Levitt, la rusa Marina Moskvina, el historiador y profesor estadounidense Peter Phillips y el sacerdote y sociólogo belga, Francois Houtart, según precisó la agencia Prensa Latina.
En esta oportunidad, la feria estará dedicada a las culturas de los pueblos del Caribe con una vasta presencia de intelectuales y artistas de la región como el barbadense Sir Hilary Beckles, la haitiana Suzy Castor y el jamaicano Norman Girvan.
"En esta 21º edición se pondrá a disposición de los lectores más de 400 títulos de todos los géneros, 46 de ellos destinados a la cultura y las tradiciones caribeñas", dijo hoy en conferencia de prensa, la presidenta del Instituto Cubano del Libro, Zuleica Romay.
El programa académico sesionará en la etapa habanera de la feria con paneles, mesas redondas, coloquios y encuentros como los dedicados al guerrillero argentino-cubano Ernesto "Che" Guevara y a José Martí. También habrá un foro del Caribe, un espacio dedicado a los Premios Nobel de la región y un encuentro de autores jóvenes latinoamericanos.
Participarán alrededor de 130 casas editoriales de 27 países, 65 de ellas extranjeras, algunas que vuelven otra vez como la australiana Ocean Press, la británica Pathfinder Books, la mexicana Urano y la peruana El mundo de los minilibros, una de las que más afluencia de público atrae cada año.
Durante su fase capitalina con sede principal en el Complejo Morro-Cabaña y una decena de subsedes en otros puntos de la ciudad, la feria propone obras para todos los gustos, desde clásicos hasta autores más contemporáneos.
Entre los libros que se pondrán en circulación sobresalen "El tiempo recobrado", del francés Marcel Proust; "El corazón helado", de la española Almudena Grandes; "La dama en el espejo y otros cuentos", de la británica Virginia Woolf; y "Lord Jim", de Joseph Conrad.
Tras su estación capitalina, la fiesta de las letras se extenderá a todo el país hasta concluir el 4 de marzo en la oriental ciudad de Santiago de Cuba.
Fuente:Telam
03 de Febrero
Libro
"La literatura es caja de resonancia de la nueva situacion política”
Por Pablo E. Chacón
En "Región Antología de cuento político latinoamericano", los escritores y antólogos Enzo Maqueira y Juan Terranova componen un nuevo mapa de la narrativa del continente y destacan "el nuevo fenómeno de la literatura política como caja de resonancia de la nueva situación política en América Latina".
"La producción de (Julio) Cortázar, (Gabriel) García Márquez o (Mario) Vargas Llosa no puede dejar indiferente a nadie. Pero la diferencia de nuestra generación con la de ellos, es que vivimos menos atados a las demandas del mercado", dice Maqueira en diálogo con Télam.
Y agrega que "el nuevo fenómeno de la literatura política latinoamericana es como una caja de resonancia de la nueva situación política de América Latina, sin dictaduras, con libertad de prensa, editoriales nuevas. Es un momento importante para nuestros países".
El libro, publicado por el sello Interzona, reúne relatos de Michel Encinosa Fú y Jorge Enrique Lage (Cuba); Mayra Luna (México); Pedro Cabiya (Puerto Rico); Denise Phé-Funchal (Guatemala); Georgina Vanegas (El Salvador); David Cruz (Costa Rica), y Rodrigo Blanco Calderón y Slavko Zupcic (Venezuela).
Además, Margarita García Robayo (Colombia); Eduardo Varas (Ecuador); Diego Trelles Paz (Perú); Cristino Bogado (Paraguay); Giovanna Rivero (Bolivia); Andrea Jefranovic (Chile); Inés Bortagaray (Uruguay); y los argentinos Hernán Vanoli y Héctor Kalamicoy.
Maqueira nació en Buenos Aires en 1977; licenciado en Comunicación Social, docente y editor. Publicó las biografías "Cortázar, de cronopios y compromisos" y "El perseguidor de la libertad"; el libro de crónicas y relatos "Historias de putas" y las novelas "Ruda macho" y "El impostor".
Terranova nació en Buenos Aires en 1975. Publicó las novelas "El caníbal", "El bailarín de tango", "El pornógrafo", "Mi nombre es Rufus", "Lejos de Berlín", "Los amigos soviéticos" e "Hiroshima"; y las crónicas "La virgen del cerro", "Peregrinaciones" y "Diario de Alcalá".
El también periodista cultural y blogger dice que hay que tener cuidado cuando se habla de política "porque nada escapa al signo de lo social si está construido con lenguaje. Ahora bien, eso no significa que todos los textos sean políticos sino que se politizan, son politizados por la lectura que a su vez debe producir otro texto para existir".
Pero lejos de estas conjeturas, Terranova asegura que "desde un principio en esta antología `lo político` estuvo presente. Y ese, además, fue nuestro pedido a los autores: un cuento político".
Maqueira insiste en el momento político que atraviesa América latina: "Este es un momento importante desde el punto de vista político. Están pasando cosas hermosas, que antes no pasaban, y queríamos ver como la literatura lo refleja".
La pregunta por el boom de la literatura latinoamericana de los sesenta casi es una obligación.
"Si existe una relación entre esta movida y aquella es justamente, la política. Porque el boom también tenía un componente político muy marcado aunque no todas las novelas trataran esa cuestión de manera directa. Pero la pregunta de fondo, en ambos casos, es qué pasa entre los escritores, los artistas, y el momento político", indica Maqueira.
Algo llama la atención: la falta de referencias en "Región" (que acaso aluda a la novela de Carlos Fuentes, "La región más transparente") sobre la generación que dominó la escena cultural durante mitad de los 80 y los 90.
Los compiladores no dudan: "En esos años hay un abandono de lo político, una especie de deshistorización. Está el ejemplo de Jorge Asís, por ejemplo, referente cultural del menemismo".
Y recomienda Maqueira: "Durante los 90, casi toda América latina estaba dentro del liberalismo atroz; hubo algunos que lo contaron sin demasiada fuerza, porque el mercado tampoco lo permitía".
"De todo eso habla muy bien el libro de Elsa Drucaroff, `Los prisioneros de la torre`, que analiza cómo los escritores pensaron la dictadura, pasaron los 90 y cómo ahora pareciera que existe un nuevo movimiento que pasa por arriba la dictadura, los 90 y piensa al futuro con mayor optimismo", analiza Maqueira.
Terranova completa: "si uno estudia el boom, lo que salta a primera vista es que hay tres o cuatro autores paradigmáticos.
Ahora, en cambio, hay una mayor cantidad de autores. Ahora no hay tres o cuatro figuras rutilantes que arrastraban a otros".
Sin embargo, "el hecho de que el mercado ignore o dé poco lugar a esos escritores, produjo que aparecieran cantidad de editoriales pequeñas que permiten más libertad de creación. Los escritores del boom, por estar tan atados al mercado, limitaron, en gran medida, no siempre pero muchas veces, esa capacidad creativa", comenta el autor de "El impostor".
"Después de `Cien años de soledad`, García Márquez, por poner un ejemplo, ya sabía que lo que tenía que escribir era lo que se esperaba de él, una novela como `El otoño del patriarca`".
¿La política contemporánea es más compleja? "Yo creo que ahora no hay esa tensión, esa necesidad de transar con el mercado, de pensar siempre en el mercado, y eso, a los escritores, les permite una mayor libertad creativa".
Terranova asiente. "A partir del 2001 explota todo este movimiento que hoy llamamos nueva narrativa, joven guardia, etcétera. Empezaron las lecturas en los bares, un movimiento de autogestión que sólo fue posible después de que todo estallara: las editoriales no publicaban, los libros no se vendían y nadie estaba interesado en hacer negocios con libros".
"Esta también es una movida política: el hecho de hacer libros con cartones, y con cartoneros, eso es una política. Y a partir de ahí el resto; proponerse armar catálogos independientes cuando se está discutiendo la palabra independencia", explica.
"Todo esto también se fue armando gracias a internet, a las redes sociales, etcétera. Esos dispositivos nos permitieron contactarnos de manera más rápida con ciertos autores y nos metieron en una paradoja", asegura Terranova.
"Armamos un libro que habla de la política en el siglo XXI en América latina, donde postulamos que el fin de la historia no fue tal cosa, que la historia continúa, que América latina está virando hacia la izquierda y cómo la literatura relata eso” por medio de internet, que es un producto que llega con la globalización. Y que también es contradictorio. Porque genera libertad y horizontalidad, y a la vez es el arma de penetración del imperio", concluye Maqueira.
Fuente:Telam
02/02/12
Francisco Urondo: la prepotencia de la literatura
Militancia política y un vigor literario abrumador se observa en toda la obra, ahora reeditada, de Francisco Urondo.
POR rodolfo edwards
URONDO. Fue poeta, periodista, académico y militante político.
La reedición que hizo Adriana Hidalgo de los textos narrativos del escritor argentino Francisco “Paco” Urondo, acompañada por la también necesaria reedición de su poesía completa y gran parte de su obra ensayística, ayudan a completar un corpus de textos que representa un auténtico epítome de una época, signada por la militancia política y un ansia de vivir desmesurada.
Urondo y sus compañeros asumieron un compromiso férreo con las luchas populares que fueron arrasadas por la última dictadura militar. Fue asesinado en una calle de Mendoza, en un enfrentamiento con una patrulla policial, dejando una estela difícil de sofocar y cumplió al pie de la letra el imperativo arltiano: “el futuro es nuestro por prepotencia de trabajo”.
Sin aliento
Todo eso y Al tacto (con edición y prólogo de Susana Cella), editados originalmente en 1967 y 1968, respectivamente, y la novela Los pasos previos, publicada en 1972, se pueden leer como un continuum, como un disco sin silencios en los surcos que no deja nunca de sonar. Las peripecias generacionales narradas en estos libros, recuerdan bastante al Belmondo de Sin aliento, aquel mítico filme de Jean Luc Godard, donde todo sucede a un ritmo feroz y espasmódico, con los minutos contados. La historia argentina interfiere los discursos de los personajes, denotando un compromiso amoroso y político que induce a nombrar los sitios pisados, el campo de lucha. Los lugares propician momentos
epifánicos: una función teatral, el palier de un departamento, bares de intelectuales donde la bohemia había dejado de ser abstracta y asumía una ética combativa: “Me emborrachaba como un linyera y decía cosas ‘esenciales’ en La Fantasma, especie de tugurio surrealista
donde por ese entonces se amontonaba la intelectualidad porteña”. Los personajes urondianos se las arreglan para vivir días que duran más de veinticuatro horas. El derroche de vitalidad es realmente envidiable: conviven, sin ningún inconveniente, el vértigo y los laberintos de la militancia revolucionaria con una erótica insaciable donde los cuerpos se entregan al sexo de una manera furiosa pero a la vez angustiosa,
como presintiendo que el final podía llegar en cualquier momento. Apocalípticas y nunca integradas, las criaturas de Urondo van montadas
en veloces pingos que alcanzan la velocidad de la luz pero que también lucen la belleza fugaz de una mariposa.
El tiempo todo entero
En aquellos años, los sucesos se amontonaban, las agujas del reloj eran floretes de una esgrima fantástica y cruel, mientras que del
calendario caían hojas con plazos perentorios. Todo este frenesí desbocado convirtió a Urondo en un intelectual faro: fue guionista de
cine y televisión, escribió poesía y narrativa, ejerció la docencia universitaria y el periodismo, cultivó el ensayo literario y político y participó activamente en la lucha armada. Una energía que parecía inagotable lo impulsaba siempre hacia adelante en un tiempo que fue suyo y que consumió hasta la última gota. Murió con los ideales puestos. De aquella sed insaciable, de esa búsqueda frenética, dan adecuado testimonio estas prosas de Paco Urondo, fidelísimo retrato de una gira vital, violenta y prodigiosa.
Fuente:RevistaÑ
03/02/12
Charles Dickens: el dueño de la multitud
El 7 de febrero se cumplen 200 años del nacimiento del autor de “Oliver Twist”. En este ensayo, el escritor argentino Luis Chitarroni analiza una vida signada por la miseria, la obsesión, el éxito, y también una obra de ficción en la que “es posible hallar, en los pliegues a veces descartados o descartables, personajes increíbles”. Además, Ana María Shua recuerda el encanto de sus primeras lecturas.
POR Luis Chitarroni
GENIO. De estructuras complejísimas, las novelas de Charles Dickens también lograron ser populares y clásicos infantiles como “Oliver Twist”.
Como homenaje a los doscientos años del nacimiento de Dickens, tres libros se publicaron en Inglaterra en el último mes. Enriquecen el panorama sin aportar un factor dramático a esta emergencia decimal. El primero, en el sentido más fiel y genérico, es de características casi teratológicas y derrota la cifra divina anunciada: las menos de mil quinientas páginas divididas en tres volúmenes que le consagró John Foster, amigo de Dickens y biógrafo precoz, referencia obligatoria de las bibliotecas que vendrían. De hecho, se puede sostener una línea regular y continua de biografías y monografías que presentan un Dickens disponible en el curso de dos siglos, de G.K. Chesterton, Una Pope-Hennessy, J.B.Priestley y algún Sitwell, a Edgar Johnson, Peter Ackroyd y Claire Tomalin. Tanto va el cántaro a la fuente, que el concepto de biografía cambió más o menos –o tanto o tan poco– como el concepto mismo, Foucault nos asista, de “autor”. El otro libro es un Becoming Dickens –tan de moda ahora–, de Ronald Douglas Fainhurst, en el que podrán observarse los matices imprevisibles que ahondan el misterio entre “ser” y “llegar a ser”, operación cleptómana que el futuro habilita ya a considerar tautológica. El tercero, de la mencionada Claire Tomalin, reinstala de nuevo el término anterior de biografía con un temblor adicional: no es “la” sino “una” biografía, especie de parpadeo que debilita la pantalla de la época con el veneno de un desvelo servil. En escritora tan delicada, nuestras núbiles previsiones deben ceder ante las que ella misma tomó.
Un arrebato sensible reprochará seguro al victoriano vetusto su inclemencia viril y la falta de matices de sus personajes femeninos. Invariabilidad de la soberanía e invariabilidad de la musa. Reducción calculada para una prolongada escena de celos. En el pasado inalterable, Dickens sigue sufriendo la humillación de ver a su padre en la cárcel de deudores de Marshalsea, trabajando como taquígrafo, emprendiendo Pickwick , dejando inconcluso Edwin Drood y muriendo en lecho ajeno. Con esmero, los nuevos biógrafos deben encontrar la manera de volver a contárnoslo. A Dickens mismo esa rutina de la imaginación nunca lo tocó. Le concernía en cambio suministrar provisiones y reverencias a Pickwick, Weller y los demás integrantes del Club, nutrir el pasado de Martin Chuzzlewit, despojar de enemigos al señor Micawber, repetir en los rasgos de Uriah Heep los modales y el servilismo de algún empleado entrevisto en los tribunales. Como se solía admitir y admirar, la imaginación de Dickens parecía no tener límites. Legiones de personajes individualizados avanzan en distintas direcciones en la república turbulenta que crean sus quince novelas. “Después de Dios y de Shakespeare, la mayor inspiración dedicada a los hombres que se pueda observar”, escribió, a lo Víctor Hugo, un victoriano hiperbólico. Había que esperar al Kilgore Trout de Kurt Vonnegut para que la abolición de la esclavitud de los personajes permitiera que un delicioso Artful Dodger nos arrulle hoy con la voz crispada y nerviosa de Steve Marriot o Johnny Lydon. El pop contencioso de los sesenta es también dickensiano. Y el punk. Constancia de la perduración –perdurabilidad– de un acento de los bajos fondos –el cockney – con legítima dignidad popular.
El siete de febrero de 1812, Charles John Huffam Dickens nacía en Portsmouth, donde su padre trabajaba en una dependencia naval, el menor de una familia de ocho. Dos de sus hermanos morirán de niños. En 1817, la familia se trasladará a Chatham; en 1822, a Londres, la ciudad atrapada en su propio laberinto de humo y niebla que –salvo excepciones– tejerá el entramado indiscernible de un himno de exaltación.
La bóveda de la ficción
La complejísima estructura de las novelas de Dickens, como dan muestras Nuestro amigo común y Casa desolada , no es hoy uno de los aspectos valorados de Dickens, pero a lo largo de los años ese empeño encontró críticos como Sylvère Monod, quien sustentó la tesis de la superioridad de David Copperfield , novela en que la habilidad suprema de incorporar personajes no perturba el diseño general. O, como Q. Leavis, quien pudo establecer la serie de paralelismos entre Copperfield y Guerra y paz . El genio más accesible de Dickens, su simpatía popular, se rastrea en los títulos que con facilidad han accedido a las colecciones infantiles. Como Oliver Twist , “el hijo de la parroquia”, tal vez una de las novelas que más adaptaciones... no encuentro el verbo... ¿padeció? A mí me tocó la que protagonizaron Mark Lester y Jack Wild (la pareja que protagonizaría luego Melody ), súbito acceso de Dickens a la comedia musical. Y, por otra parte, destino común: el Quijote recibía por esos años lo suyo también en El hombre de la Mancha . Aunque Polanski perpetró hace poco su versión de Twist, el Fagin más memorable fue sin duda el de Alec Guinness. La imputación de antisemitismo que recibió el autor por este personaje fue paliada de alguna manera por la creación de Aaron Riah en Nuestro amigo común ; la amputación que restablece los atributos de sabiduría y honestidad que Fagin supo perder en aras de adaptarse a un estereotipo. Hay un Eugene Wrayburn, el héroe esquivo de la misma novela, que encarnó David MacCallum, el Ilya Kuriakyn de El Agente de Cipol . Produce un raro vértigo dickensiano, el que atribuimos a la realidad traspapelada por la ficción, la que obligaba a Wilde a admitir que el hecho más importante de su vida era la muerte de Lucien de Rubenpré, el personaje de Balzac. Es lo que el crítico Humphrey House advirtió como una sucesión de alucinaciones, de relevos insustituibles, cuando el personaje aislado entra en contacto con la multitud, y la multitud también pierde el anonimato. En Dickens es posible hallar, en los pliegues a veces descartados o descartables, personajes increíbles, que a otros escritores le llevaría años componer. Mr. Venus, por ejemplo, el taxidermista que ayuda a Silas Wegg a reconstruir eso que hoy daríamos en llamar “su autoestima”.
Don Quijote cockney
A una señora que le comentaba qué difícil se le hacía leer novelas después de haber leído “a los rusos”, T. S. Eliot le recordó que “los rusos” –Tolstoi, Dostoievski– leían con gran admiración a Dickens, y que ella, por lo tanto, podía imitarlos. Eliot fue siempre un gran dickensiano, al punto que el primer título de La tierra baldía era He do the Police in different voices (él hace la policía en diferentes voces), comentario atribuido a uno de los personajes de Nuestro amigo común , que según un dickensiano más frugal, Kingsley Amis, comporta en inglés (al igual que en castellano) un error gramatical. Lo cierto es que ya no me atrevo a decir a los lectores que Dickens es “muy entretenido” (como no me atrevo a hacerlo con Don Quijote , aunque Dickens y Cervantes me parecen los escritores que más alegría producen en lectores bien dispuestos).
Victorianos inminentes
Por el año en que la Reina Victoria se casó con el Príncipe Alberto –1840–, Dickens había escrito un romance desaforado en el que ella elegía a Charles el bienamado como marido. Esas y otras bromas se gastaban en Knebworth, el lugar de residencia de Edward Bulwer, Lord Lytton, autor de Los últimos días de Pompeya , gran amigo de Dickens. El acompañamiento de sus colegas no le da a nuestro autor homenajeado un séquito despreciable: Thackeray y Wilkie Collins han envejecido tan bien como Dickens. No así su contemporáneo estricto, Robert Browning, cuyos doscientos años merecerán también en el Reino Unido homenajes y biografías. Pero la oscuridad de Browning no garantiza un buen pasaje. O sí, mejor que cualquier otro: la oscuridad como antídoto de la popularidad efímera, fugaz. La complejidad argumental de Dickens, superior a la de sus pares, tiene una característica que la hace de nuevo moderna. Nadie necesita una “clave” para entrar en las novelas. El método de composición de Dickens cautivó a sus exégetas, pero también a lo que se dio en llamar con justicia “el lector común”. El hecho de que la elaboración secundaria diera estatura a un simple mortal, cuya única distinción había sido hasta entonces haberse cruzado con Dickens, permitía que la cola de candidatos a la inmortalidad literaria aumentara cada día a la salida de las lecturas del autor de Grandes ilusiones . Y que las damas se desmayaran ante el paso de Dickens, como solía ocurrir. Lector y actor de dicción y temperamento avasallantes, Dickens obligaba también a exagerar esos anhelos. Gran parte de los personajes que descienden de conocidos, como el bondadoso Micawber, cuyo modelo fue el padre de Dickens, descansan en un limbo de complacencia; otros, los que proceden de hombres de letras, como Walter Savage Landor o Leigh Hunt, son comidilla de eruditos y estetas chismosos, alientan a lo sumo un artículo largo en una revista especializada. A pesar de todo, Dickens no es todavía exclusivamente bibliográfico.Prestemos atención al método. La alquimia de Dickens tiene menos que ver con la venganza (como es el caso de Joyce) que con la simetría, por lo que es necesario volver a Humphrey House y su teoría de la creación de los mundos ficcionales. Para la ampliación y la ambientación son necesarios detalles recopilados de la realidad diurna. El expediente es esa bolsa de arpillera, ese zapato al borde del camino, esa herradura colgada de una pared para tener la suerte de herrumbrarse. Los habitantes no tardarán en llegar. Combinan facciones y atributos. En Julio Verne uno puede ver los trazos del esbozo o del ejercicio definitivo –la nariz aguileña, el ceño adusto, el mentón voluntarioso—con una facilidad que mucho le debe al hábito y al papel de calcar; en Dickens, cada uno de los personajes ha sido imaginado entero, como si el autor, en el momento de crearlos, hubiera pensado también en el tálamo óptico y la vesícula. El Ícaro de Queneau desaparece en las primeras páginas de la novela. El elenco de Dickens está rígidamente encadenado a la página. “Mis personajes son galeotes”, dijo Vladimir Nabokov; los de Dickens, virtuosos asalariados. Están, sin embargo, dentro de la radiación imperativa del mundo de Dickens. Quien toca este libro, toca a un hombre, exigió Whitman. Quien toca un libro de Dickens, toca un mundo: su indecisión primera, su hipotético origen, su neurosis de destino; la voluntad rapsódica de corrosión, el comején o la carcoma erótica de su laboriosidad, de su industria, de su desidia.
Hay en Dickens, no en todo Dickens, sino en el que entona con más vehemencia su responsabilidad civil de súbdito de la monarquía, resonancias de Carlyle y de Gibbon. En Historia de dos ciudades , sobre todo (el comienzo de los contrastes, a su vez, cortejaría a la musa de un escritor, autor distinto, Karl Marx). La locura, a veces, tiene un método y una regularidad británicas, presbiterianas. Como John Perceval, hijo de un primer ministro inglés asesinado, que dio a conocer sus memorias de gentleman , Silas Wegg, el personaje de Nuestro amigo común quiere dedicarse a leer los no sé cuántos capítulos y las ochocientas notas al pie de Decadencia y caída del Imperio Romano , de Edward Gibbon, con total cordura. El desciframiento laborioso de una gran diatriba contra la fe, que es a la vez una de las novelas más apasionantes escrita sin ese propósito, procura una ataraxia inesperada. En este penúltimo atisbo de realidad, Londres misma se ha desvanecido. Nadie vive del todo entre la niebla y el río. Nadie muere del todo. Como la madre de Uriah Heep, que era “la muerta imagen de su hijo, sólo que más baja”.
Malos sincopados
Una de las conclusiones axiomáticas de Hitchcock, “cuanto mejor sea el malo, mejor la obra”, se cumple a regañadientes en Dickens, entre cuyos villanos Fagin está intercalado en un mazo de candidatos intermedios, entre Scrooge y Sikes. En realidad, el mejor malo de Dickens es menos malvado que ambivalente, y dio curso, sí, a personajes de esa índole en los libros de Tolkien y Rowling, una muestra asombrosa de confianza en la madurez de los lectores jóvenes. Uriah Heep es el escurridizo “malo” de David Copperfield , con una coartada perfecta, la novela –que exaltaron entre otros Freud y Kafka–, es una biografía muy estilizada del propio Dickens, como Pendennis lo es de Thackeray. Los malos de la vida, al revés de los villanos de los filmes, se aparecen muchas veces a lo largo de ésta; las escenas, por lo tanto, adoptan la contundencia de una antología del mal o una displicencia de álbum antiguo. La frecuencia les confiere a las personas una atenuación significativa, como si la vibración voraz del mal accediera a las tentaciones complementarias de la realidad; un extraño sigilo, como si el progreso de un destino se adecuara a un territorio general compartido, donde el designio final se mantuviera oculto, ajeno a nuestra mirada y a nuestro juicio. A nuestra infatuación, sobre todo. La religión de Dickens, en este caso, parece a la vez ufana e insuficiente. Si bien escribió para sus hijos una vida de Jesucristo, el tema se soslaya con bastante asiduidad, dando lugar a ese materialismo del que sacara provecho Karl Marx. Son las relaciones de los individuos –y hasta de las masas, en algún caso– con la justicia o con el poder, no con lo altísimo, no con lo inescrutable, las que se imponen. Habrá que esperar que la densa niebla victoriana alcance otro estatuto, y que un escocés se bata a duelo con el presbiterianismo de sus padres, para obtener un mal conspicuo e inextinguible, el que aparece en Dr. Jeckyll y Mr. Hyde , de Robert Louis Stevenson. Sin embargo, en los tiempos de su tiempo, dos malos entraron en descarada competencia. Uno era el personaje de ficción de La dama de blanco , el barón Fosco, de Wilkie Collins, gran amigo y hasta colaborador de Dickens; el otro, el propio Edward Bulwer-Lytton, a quien su propia ex mujer describió como el personaje más perverso que hubiera pisado la tierra.
Estética del mal
El mal se dedica a practicar a solas –a celebrar a oscuras– una equilibrada reverencia. Tiene maquillaje. No importa si sus facciones se adecuan a la fealdad prevista del mal. En términos de competencia y credulidad, nos basta con que esté presente. Magia y cirugía. Si desapareciera, si dejara vacante el disfraz, si disimulara sus intenciones, pediría para saltar del escenario el eco de una blasfemia. Cae la noche. Los acontecimientos se precipitan. El mal como un apagón, una negrura prolongada se extiende a lo largo del siglo veinte. Del diablo de El maestro y Margarita , de Bulgakov, al Voldemort de Harry Potter , pasando por los tiranos políticos que suministra (y subitula) una historia de noticieros en minúscula. “El mal como un vasto cristal azogado”, podríamos parodiar. Pero parodiar perpetúa solo la dificultad ya advertida. Porque no tiene sentido predicar –o por lo menos no lo tiene acá–, tampoco podemos ofrecer Dickens sin precauciones. La política un poco aviesa de condensación con fines didácticos, culpable de que yo leyera David Copperfield (pero también Moby Dick ) en versiones escuetas y expurgadas, no continúa ni se sustituyó por otra. Pero las traducciones españolas mejoraron mucho. Es improbable que se pueda hacer el recorrido completo, de Barnaby Rudge a Edwin Drood (la novela que Dickens dejó incompleta) en castellano, pero sí a partir de mañana saborear el encanto del nacimiento de Copperfield, asistir a la venta de su cordón umbilical, conocer a Pegotty y al señor Micawber, a Steerforth y a Uriah Heep. Iniciar una vida de relaciones sin Facebook, sin detracciones ni calumnias, con un siglo entero de matices y escrúpulos provisto a pulso por el mejor artesano ( miglior fabbro ) de la ficción.
Fuente:RevistaÑ
TEATRO
El adiós a Juan Carlos Gené
Año 5. Edición número 194. Domingo 5 de febrero de 2012
Por Miguel Russo
mrusso@miradasalsur.com
Murió el 31 de enero, tenía 82 años y el mismo compromiso con el arte y con la política.
Juan Carlos había nacido en Bulnes al 1900 cuando se iba 1928 y sus padres, radicales de fierro, se ilusionaban con el futuro del gobierno de don Hipólito Yrigoyen. Como sus dos hermanos, cuando Uriburu cortó ese futuro y sembró las raíces del golpismo, creció con los cuentos del mucamo de la casa, Alonso (un marplatense hijo de gallegos, que escapó del destino de guardabarreras como su padre), comunista, para más datos. “Tenía la particularidad de recordar, o decir que recordaba, novelas de memoria. Probablemente no fuera cierto, pero para nosotros era maravilloso que él comenzara un relato mientras limpiaba el consultorio de nuestro padre diciendo ‘Capítulo 24: –Buenas tardes, doctor Watson –dijo Sherlock Holmes mirando hacia la ventana que daba al poniente...’. Seguro que nos engrupía, pero era un personaje tan singular que a lo mejor era verdad que se sabía a Conan Doyle de memoria”, contó una tarde hace unos años, pensando cuándo le había picado eso de escribir, mientras cargaba su pipa con tabaco Dunhill y ofrecía un café mirando una tormenta de verano porteño por la ventana.
A los 20 años escribió su primera obra: El herrero y el diablo. Y a los 23 (un 19 de diciembre de 1951 que jamás olvidó por “ese temblor en las piernas”) debutó como actor en el viejo teatro Comedia de Paraná al 400 con una pantomima de Pablo Palant y una obra breve de George Bernard Shaw. Y, ahí nomás, el compromiso político. Ese compromiso del cual Juan Carlos Gené recordaba fecha y hora de parto: “En las largas noches del 16 al 23 de septiembre de 1955, cuando Lonardi entró a Buenos Aires, tomé conciencia de que eso era una revolución de curas y militares, un golpe reaccionario. Después, sólo faltó que mis decisiones se profundizaran”.
Entonces ya no hubo pasos atrás. Con el compromiso político al que había ingresado en esos años de ebullición nacional se metió de lleno en la actuación, la escritura y la militancia. Como él mismo dijo varias veces, “poniendo el cuerpo en el escenario y en las propias obsesiones, lo que pone en marcha ese mágico ‘yo quiero estar ahí’ del espectador de teatro”.
Como muchísimos, en el ’56 tuvo que capear el temporal político y pucherear: hasta 1960 fue guionista de historietas, como “Bull Rocket” y “El Indio Suárez”, en la revista Misterix que publicaba la Editorial Abril. Mientras tanto, escribía para mejores tiempos o para llenar esos intersticios que siempre dejan, sin quererlo y sin adivinarlo, las dictaduras: Se acabó la diversión, El inglés, Golpes a mi puerta, Memorial del cordero asesinado, Ulf, Ritorno a Corallina, Memorias bajo la mesa y El sueño y la vigilia.
A fines de los ’60 creó uno de los mejores programas en la historia de la televisión argentina: “El director artístico de Canal 11 era un viejo compañero de teatro, Mauricio Farberman –recordó aquella misma tarde de tormenta Juan Carlos Gené–. Y nos convoca a partir de la sugerencia de la gerencia general de contar con un ciclo basado en casos judiciales auténticos. En algún lado del mundo habían visto algo similar y les había interesado. Pero nadie lo había visto y yo tampoco. Cuando pregunté, bueno, pero, ¿cómo es el programa?, Farberman me dijo que eso era justamente de lo que tenía que ocuparme. Le estaba diciendo eso a alguien que había tenido poca presencia como autor de televisión. Simplemente le respondí que haría el programa que me gustaría ver”. Y fue Cosa juzgada, donde Gené escribió 76 de los 96 capítulos. En 1971, cuando Héctor Ricardo García se hizo cargo de la dirección de Canal 11, Cosa juzgada fue levantado gracias a los últimos coletazos del trío militar Onganía-Levingston-Lanusse. Pero también por lo que recordó Gené: “Eran los años que presagiaban el regreso de Perón, el proceso electoral, la gran ofensiva popular en todo el continente. El programa estaba montado en esa atmósfera de país con salida, de país con varios proyectos en pugna.
Uno de esos proyectos, el que llevó adelante la presidencia de Héctor Cámpora, lo tuvo en primera línea, cuando se hizo cargo de la dirección de Canal 7. Pero el proyecto de ese país duró tanto como su cargo: 56 días. Después, fue la vuelta al arte: el guión de La Raulito, la actuación en Quebracho. Y la lucha sindical, asumiendo como secretario general de la Asociación Argentina de Actores.
El golpe del ’76 lo condenó al exilio. Fueron los años en Venezuela: siete por la fuerza, poco más de diez preparando la vuelta. En 1993 regresó al país. Volvió escribiendo, dirigiendo, actuando y comprometiéndose políticamente con aquel proyecto de país que nunca olvidó.
Aquella tarde, después del café, mientras crecía el aroma del tabaco Dunhill y la tormenta dejaba de ser amenaza para ser realidad, Gené miró por la ventana y habló de la muerte: “Es la misma sensación de haber pasado un veraneo fantástico. Llega el otoño, se van los veraneantes, cambia el clima. Chéjov, ¿no? Puro Chéjov. Uno mira todo y sabe que se tiene que ir. Así”.
Fuente:MiradasalSur
“Cada nueva obra de teatro me llena de energía”
Publicado el 5 de Febrero de 2012
Marta Bianchi, actriz.
–¿Qué personaje interpreta en Los Kaplan?
–El personaje se llama Edith. Llegó a la Argentina de Kamenetz siendo adolescente. Con su familia que integró el grupo de colonos que fundaron Moisesville. Estaba comprometida con un socialista que se quedó en Europa para luchar por sus ideales. Lo esperó toda la vida. Pero también desarrolló en la colonia una relación con David Kaplan que no se concretó por la timidez de él, quien terminó casándose con quienes le señalaron sus padres. Edit creó un museo que encierra la historia de la Moiseville y vive su soledad acompañada por sus recuerdos.
–¿Qué significa volver al teatro con un nuevo proyecto?
–Cada nueva obra de teatro me llena de energía y de curiosidad por descubrir la esencia y la historia del personaje. Es una nueva aventura que entraña compromiso e ilusión. El período de investigación, los ensayos, me apasionan. Y luego el placer de entregar al público lo elaborado
–En este momento de su vida, ¿en qué lenguaje artístico se siente más cómoda, el teatro o el cine?
–Me gusta abordar las distintas formas de expresión que permite la profesión. Y a lo largo de mi carrera tuve la oportunidad de transitar por todas las disciplinas.
–¿Qué otros proyectos tiene para este año?
–Tengo dos proyectos más de teatro: uno de un autor inglés y otro de una autora nacional que están en proceso de pre producción.
Los Kaplan se presenta de jueves a domingos a las 20:30 hs. En el Teatro del Globo: Marcelo T. de Alvear 1155.
Fuente:TiempoArgentino
30 de Enero
Mauricio Dayub remodela el Chacarerean para seguir apostando al teatro
Por Solange Levinton
El actor Mauricio Dayub, que actualmente encabeza la exitosa obra "Toc Toc" en Mar del Plata, también sigue apostando al teatro independiente con la remodelación del Chacarerean Teatre, su propio espacio en el barrio porteño de Palermo, que desde el viernes dejó su formato de café concert para convertirse en una sala teatral formal.
"Después de casi 10 años queríamos ofrecerle un cambio al público, porque la gastronomía nos obligaba a definir los espectáculos en función de los costos y estaba dejando de ser el lugar que imaginé cuando lo abrí", se sinceró Dayub en diálogo con Télam sobre el teatro que regentea con Luis Sartor, Martín Cortés y Gabriel "el puma" Goity.
Así, luego de popularizarse como un espacio diferente, con mesas donde poder comer y beber mientras se disfruta de algún espectáculo, el Chacarerean pasó a convertirse en un teatro de cámara, con 180 butacas y una gran pantalla de cine para organizar ciclos rotativos.
"Me di cuenta que un cambio era inevitable cuando empecé a rechazar propuestas porque económicamente no eran rentables. Me costaba decirle que no a artistas valiosos porque no resistían la venta de entrada por los costos que obligaba toda la parte gastronómica", admitió.
Y para inaugurar esta nueva etapa, Fabio Alberti continuará con su unipersonal "Políticamente incorrecto", con funciones los viernes a las 22.30 y los sábados a las 21; en tanto Edu Moreira seguirá los sábados a las 22.30 con "El cavernícola", la puesta que se mofa de la vida en pareja, escrita por Bob Becker.
Fundada tímidamente en 2003, con la crisis todavía pisándoles los talones y pocos bolsillos con ánimos de invertir en la cultura, este cuarteto de -digámoslo- idealistas apostó al Chacarerean como un espacio independiente para producciones propias y ajenas.
"Mi objetivo iniciático también tenía un cariz más personal, porque yo era productor de mis espectáculos, tenía todas las cosas en casa y busqué un lugar para dejar de deambular por distintos espacios", recordó Dayub sobre los comienzos del teatro que inauguró pese a las críticas de su entorno.
"Muchos me hicieron sentir como si hubiera trabajado diez años en contra de mi propia profesión, porque me decían que no me convenía, que estaba postergando mi carrera, porque para apostar a mi sala tuve que rechazar propuestas de trabajo", reveló el actor.
"Algunos directores -agregó- me decían que no me iban a volver a llamar porque les había dicho que no muchas veces y, aunque en el fondo temía que no poder trabajar más por fuera de mi teatro, decidí seguir mi deseo".
Y el sueño de la sala propia no sólo se materializó en el espacio donde Dayub pudo mostrar "El Amateur", "Cuatro jinetes apocalípticos" y "El Batacazo", sino que lejos de ahuyentarlo de las tablas, la sabia espera le concedió el momento justo para subirse al éxito que menos esperaba.
Porque en 2010 Mauricio decidió aceptar "Toc Toc", la puesta que comparte con María Fiorentino, Daniel Casablanca, Melina Petriella, Eugenia Guerty y Diego Gentile, sin saber que se convertiría en un suceso teatral que va por su segunda temporada a sala llena.
No obstante, lejos del hipnótico halo del éxito, Dayub aseguró que lo que verdaderamente agradece es haber tenido la posibilidad de "ser actor en una ciudad como Buenos Aires".
"Es uno de los polos teatrales más importantes del mundo y es un honor poder sentirme parte de eso, porque en los últimos 20 años actué, escribí, dirigí y puse una sala, y no es joda estrenar una obra al mismo tiempo que actúa Norma Aleandro y tocan los Rolling Stones", argumentó.
Y gracias a la aprobación del público en sus distintos emprendimientos es que el actor también decidió promover en su espacio la proyección de distintos ciclos de cine.
"La idea es rescatar ciclos y películas que el mercado no permite que se vean, porque hay mucha voracidad y recambio en las salas comerciales", explicó el dramaturgo.
"Es que -concluyó- hoy ese espacio no es sólo mío, ahora pertenece al barrio, a los empleados, al público que gusta de venir acá y en algún punto estos cambios son pensados en cómo saciar los deseos de todas esas personas".
Fuente:Telam
CINE
Entrevista a Paula De Luque
“No voy a hacer una película para kirchneristas”
Publicado el 5 de Febrero de 2012
Por Juan Manuel Strassburger
Dirigirá el film sobre el ex presidente tras la salida de Caetano. Dice que será la película sobre “un hombre” apuntada a todo público.
El día que murió Kirchner, Paula de Luque estaba trabajando en el final de Juan y Eva, su película –estrenada el año pasado– que retrata la historia de amor entre Perón y Evita antes de que fueran Perón y Evita. El final era, justamente, el 17 de octubre. El antes y después de un país, pero también de una pareja que a partir de ese momento fue amada (u odiada, lamentablemente) como nunca antes ninguna otra. Poco más de medio siglo después, la movilización espontánea y masiva es por otro peronista, Néstor Kirchner, y su inesperada muerte que dejó a Cristina, la presidenta, sin su amor y compañero político de toda la vida.
“Cuando vi a todo ese pueblo expresándose, me acordé de Leopoldo Marechal. Esa anécdota que dice que durante el 17 de octubre, estando en su departamento de Hipólito Irigoyen, empezó a escuchar que cantaban ‘yo te daré/ yo daré/ una patria hermosa que empieza con pe/ Perón’, y que entonces bajó a la calle y vio por primera vez los rostros de la clase obrera, esas caras que hasta ese momento habían estado invisibilizadas”, cuenta de Luque haciendo un paralalelismo con lo que sucedió después con aquel 27 de octubre de 2010: “La sensación fue la de un pueblo invisibilizado manifestándose. No se trató sólo de un funeral sino una escena mayor. Una muerte que paradójicamente abrió un nuevo camino. Como si dijeras: Kirchner quitó el cuerpo pero dejó un mandato. Entonces, cuando me convocan para hacer esta película sobre Néstor, siento que es un giro del destino. Porque desde aquel momento quería poder hablar de todo esto.”
Paula habla de Néstor por todos, –título tentativo– la película documental sobre el ex-presidente en la que se encuentra trabajando luego de la partida de Adrián Caetano (ver recuadro) y que cuenta con la producción general del Chino Navarro y Jorge “Topo” Devoto (ver aparte). “La verdad, me tomó por sorpresa la noticia. Me llegó primero por los medios, por el Twitter, y me ilusioné. Por suerte, en seguida me llamaron el Chino y Jorge y se concretó el rumor”, se alegra la cineasta. Y subraya lo que para su punto de vista es fundamental: que el film no intentará contar una historia oficial, cercana al bronce, sino una mucho más humana y afectiva. El Kirchner personal. “Va a ser mi verdad relativa, como decía Néstor. La mirada personalísima de un personaje que es también un personaje de todos dentro de un cuadro cinematográfico”.
–¿Cómo hacer para que esa gran responsabilidad no opaque el placer?
–A mí, los desafíos me generan placer. Me genera mucho más placer un desafío que algo que hago de taquito. La verdad es que todavía no encontré el displacer.
–En general significa un desafío extra abordar una figura querida por millones, ¿cómo fue en tu caso?
–Sí, pero es algo que ya me pasó con Juan y Eva. Y no es que estoy entrenada o de vuelta de algo. Pero ahí me pasó que pensaba que todo el mundo me iba a estar mirando, mirando con lupa por esa historia de amor y acá ocurre algo parecido. Por otro lado, no es sólo sobre el kirchnerismo o Kirchner. Es Néstor como personaje y como persona. La historia de un hombre. Y a mí, como cineasta, me interesa la condición humana, cuando se pone a prueba y está contra las cuerdas. En ese sentido, Néstor es un personaje riquísimo. Y hoy tengo el enorme desafío, la adrenalina de meterme con la historia de un tipo. Ni más ni menos que eso.
–¿Hay un Kirchner que no conocemos?
–Sí, por supuesto.
–¿Te interesa mostrarlo?
–(Piensa) A mí no me interesa el morbo. Yo voy a contar la historia de un hombre. Por supuesto que hay un Kirchner que no conocemos, que no conoceremos y que no tenemos por qué conocer. Pero sí me interesa su condición humana. Si yo lograra darle el valor universal de lo humano me sentiría muy contenta. Por otro lado, es una película que en un punto va a estar hecha por todos, por el pueblo, a partir del material que muchísima gente nos fue acercando. Yo soy sola una administradora de ese material. Me gustaría, eso sí, tener la altura artística para administrarlo poéticamente.
–Si tuvieras que describir a Kirchner cinematográficamente, ¿que rasgos destacarías?
–El movimiento. Su dinamismo. Él tirándose arriba de la gente después de asumir y dos días después yendo a resolver el conflicto docente. En el libro que el Chino y el Topo hicieron sobre él hay una serie donde ves que se está por tirar, se está tirando, se tiró. Y es genial como pierde la elegancia. Lo espontáneo que era, lo fresco, pero también y al mismo tiempo lo inteligente y ajedrecista que fue en términos políticos.
–¿Hay algún aspecto del Kichner público que sientas que aún no se rescató lo suficiente?
–Yo voy a hacer una película para todo público. Después, obviamente, el público tendrá el derecho de que le guste o no. Pero no voy a hacer una película para kirchneristas. Como tampoco hice Juan y Eva sólo para peronistas. Mi película va a ser sobre un hombre. Yo soy kirchnerista y me la banco ahora que está de moda y antes cuando no lo estaba. Pero la intencionalidad de la dirección no va a apuntar a un público cautivo.
–¿Cuál es tu historia personal con el kirchnerismo? ¿Qué te hizo kirchnerista?
–El momento en el que a mí me enamora Kirchner es cuando la cámara le parte la frente en su asunción de 2003 y termina asumiendo con una curita. Me mató eso. Siempre fui una persona política, de pertenencia peronista. Y todo eso que sucede en el prólogo de Kirchner que fue el 19 y 20 de diciembre, el que se vayan todos, el absurdo en el lugar de lo correcto, la tontería que se armó en torno a los políticos y la anti política, fue preparando el terreno para cuando asume y dice: “En mi gobierno no se va a reprimir, no va a haber un muerto.” Y se lo ve bajar el cuadro de Videla. Y las Madres van a dejar de ser opositores. Fueron y son todas cosas soñadas.
Fuente:TiempoArgentino
POESÍA
El Hombre Imaginario
El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario
De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios
Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario
Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.
Nicanor Parra
Nace en Chillán (lo que no se debe olvidar) y allí cursa sus estudios básicos y medios. Tras aquello, va a Santiago y se gradúa de profesor de matemáticas. Entre tanto, ya eligió un destino -la poesía-. Pero no parece tener prisa en ser "famoso"; espera diecisiete años para dar a luz su segundo libro. Entonces, ya el nombre de Nicanor Parra es ubicado en un lugar personalísimo dentro de la poesía americana y de más allá. El tiempo transcurrió útil. El poeta descubrió una manera de interpretar el desorden que parte de la mente y de la acción humanas. Su lírica (no sabemos si le viene el apelativo) emerge de escombros, de teorías putrefactas, de energúmenos que se vanaglorian de serlo; de personajes que sueñan sueños inverosímiles (aún como sueños); de "conductores" inconductores, de "doctores" de nada; de todo lo que se llama "realidad", "buena crianza", "progreso", "moral", "sensibilidad social" y otras yerbas más arraigadas que la peor de las hiedras.
Parra descerraja, violentamente, los candados y cerraduras dejando partir el nauseabundo olor a podrido que todo aquello había acumulado durante milenios. Lo hace con tal soltura de cuerpo que los directamente aludidos lo consideran una broma y sigue haciendo de las suyas, como si nada hubiera pasado. Pero Nicanor Parra confecciona armas más eficaces, hasta que lo divertido se transforma en mortal. Entonces "hay que matar a la bestia..." Y los energúmenos creen que, verdaderamente, deben hacerlo.
No saben que apenas son "las manos del gato..."
"Si escribo esta poesía
no es sólo por darme el gusto
más bien para darle un susto
al mal con alevosía"
Violeta Parra
Autobiografía en verso
(fragmento)
Muda, triste y pensativa
ayer me dejó mi hermano
cuando me habló de un fulano
muy famoso en poesía.
Fue grande sorpresa mía
cuando me dijo: Violeta,
ya que conocís la treta
de la vers'á popular,
princípiame a relatar
tus penurias "a lo pueta".
Válgame Dios, Nicanor,
si tengo tanto trabajo,
que ando de arriba p'abajo
desentierrando folklor.
No sabís cuánto dolor,
miseria y padecimiento
me dan los versos qu'encuentro;
muy pobre está mi bolsillo
y tengo cuatro chiquillos
a quienes darl' el sustento.
En ratitos que me quedan
entre campo y grabación,
agarro mi guitarrón,
o bien, mi cogot'e yegua;
con ellos me siento en tregua
pa' reposarme los nervios,
ya que este mundo soberbio
me ha destinado este oficio;
y malhaya el beneficio,
como lo dice el proverbio.
Igual que jardín de flores
se ven los campos sembra'os,
de versos tan delica'os
que son perfeutos primores;
ellos cantan los dolores,
llenos de fe y esperanzas;
algotros piden mudanzas
de nuestros amargos males;
fatal entre los fatales
voy siguiendo estas andanzas.
Por fin, hermano sencillo,
que no comprendís mi caso;
no sabis que un solo lazo
lacea un solo novillo.
Pica'o tengo el colmillo
de andar como el avestruz,
sin conseguir una luz,
ni una sed de agua siquiera.
Mientras tanto, la bandera
no dice ni chuz ni muz.
Aclaración: Las fotos que ilustran las notas que no son de origen, están bajadas de la Web.
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