5 de febrero de 2012

EL CUBANO APOYO A ARGENTINA, WILLIAM “ESTUDIA MAPAS”, LONDRES DESMIENTE REFUERZOS.

EL CUBANO APOYO A ARGENTINA, WILLIAM “ESTUDIA MAPAS”, LONDRES DESMIENTE REFUERZOS
Fidel, el príncipe y el submarino
En La Habana y presentando sus memorias, Castro recordó “ese pedazo de tierra arrebatado”. El príncipe está en Mount Pleasant, acostumbrándose a las Malvinas y el gobierno británico no quiere confirmar si envió un submarino.
Fidel Castro presentando Guerrillero del tiempo, su libro de memorias, en un acto en el que mencionó a las Malvinas.
Tras diez meses de ausencia, Fidel Castro reapareció en público para presentar un libro con sus memorias, y, en un acto en La Habana, habló –entre otros temas– de Malvinas. “Ese pedazo de tierra arrebatado a la Argentina donde ahora los británicos pretenden extraer petróleo”, dijo el líder cubano sobre las islas, sumándose a los gestos de apoyo de toda la región al reclamo argentino de soberanía. Mientras tanto, la prensa inglesa dio a conocer que el gobierno británico decidió enviar también a las islas un submarino nuclear.

Fidel, de 85 años y retirado del poder desde 2006 a causa de una enfermedad, hizo en La Habana una presentación de los dos tomos de Guerrillero del tiempo, de la escritora y periodista Katiuska Blanco. Vestido con una chaqueta deportiva, el líder de la Revolución Cubana protagonizó un encuentro a su estilo, ya que conversó con sus invitados durante seis horas.

“Prefiero el viejo reloj, los viejos espejuelos, las viejas botas y, en política, todo lo nuevo”, definió. El trabajo que presentó abarca desde su infancia hasta 1958, pero Fidel se mostró entusiasmado con la idea de agregarle otros tomos. “Tengo que aprovechar ahora porque la memoria se gasta”, advirtió.

En el marco de esta presentación hizo la referencia a Malvinas, al repasar los temas de actualidad sobre los que contó que se informa a diario.

En Londres, por su parte, el gobierno de David Cameron siguió alimentando la usina de noticias tremendistas. El periódico Daily Mail publicó que la Marina británica enviará, además del destructor HMS Dauntless, un submarino nuclear a las Malvinas. El matutino aseguró que el envío ya fue aprobado por el primer ministro británico.

Voceros del Ministerio de Defensa inglés no desmintieron la información y se limitaron a consignar al Daily Mail que la cartera no ofrece datos sobre los movimientos de los submarinos nucleares.

El despliegue se sumaría a la llegada, el jueves pasado, del príncipe William, segundo en la línea de sucesión al trono en la monarquía británica, para cumplir seis semanas como piloto de helicópteros de rescate.

William, de 29 años, tuvo ayer su primer día de entrenamiento militar en las islas. Según la información dada a conocer, analizó los mapas del territorio malvinense para “familiarizarse” con las zonas que deberá sobrevolar como copiloto de uno de los helicópteros de rescate de la Real Fuerza Aérea. El oficial a cargo de las actividades, Milles Barlett, dijo que el entrenamiento que cursará “representa una parte vital en el aprendizaje en la carrera de cualquier piloto que realice rescates”.

En un comunicado de prensa, el Ministerio de Defensa británico confirmó que el enviado real inició el entrenamiento en la base de Mount Pleasant. “El teniente Wales (como llaman al príncipe) comenzó su misión como piloto de helicóptero de búsqueda y rescate de la RAF en las islas Falkland, con operaciones de SAR (búsqueda y rescate) para la población civil y militar”, señaló el texto.

Desde el gobierno argentino, el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, calificó como “una ostentación innecesaria de poder de fuego” el despliegue británico. “Tengan por seguro que nuestra marina argentina, en el marco del cumplimiento de los tratados internacionales vigentes, ante cualquier problema que hubiera tenido la tripulación que acompañó al príncipe William, le hubiera dado la asistencia necesaria, hubiera llegado en su auxilio. No necesitaban movilizar un buque de la tecnología bélica del destructor que hoy está surcando innecesariamente aguas argentinas”.

Timerman en Caracas
El canciller Héctor Timerman viajó a Caracas, Venezuela, donde hoy asistirá a la cumbre del ALBA para “transmitir personalmente a los presidentes y cancilleres presentes el agradecimiento del Gobierno a los países de la región por el firme respaldo a los legítimos derechos de Argentina” a la soberanía de Malvinas. Timerman fue recibido por Hugo Chávez, anfitrión del encuentro. El ALBA está integrado por Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas, y Venezuela. De ese grupo, Antigua y Barbuda, Dominica y San Vicente y las Granadinas integran la Comunidad Británica de Naciones , por lo que su respaldo no está asegurado. El sábado, partidos que integran el espacio del ALBA difundieron una declaración de apoyo a la postura de reclamar al gobierno británico que cumpla con los mandatos de la ONU.
Fuente:Pagina12

Gran bretaña incrementa la presencia militar
Envían submarino nuclear a Malvinas
Publicado el 5 de Febrero de 2012
Lo reveló un diario británico que afirmó que un comité de altos jefes militares elabora planes de respuesta rápida. El buque incluye expertos hispanoparlantes para monitorear las comunicaciones. La Argentina rechazó la militarización.

El Reino Unido está a punto de dar nuevas señales de su intención de militarizar el conflicto de Malvinas. Según la prensa británica, Londres dejará rápidamente atrás la “misión humanitatia” de Guillermo y enviará un submarino nuclear hacia las islas que casualmente llegará en abril, cuando se cumpla un nuevo aniversario de la guerra.
Según el diario inglés Daily Mail, se trata de uno de los navíos más sofisticados de la armada inglesa, que además contará a bordo con técnicos hispanoparlantes expertos en comunicaciones para monitorear todas los contactos radiales en la zona. El matutino agrega que un grupo de altos jefes militares diseñó planes de “rápida respuesta” ante cualquier contingencia en el área.
A poco menos de dos meses del 30º aniversario del comienzo de la Guerra de Malvinas, y luego de la llegada al archipiélago del heredero británico al trono, continúa aumentando la tensión. Cerca de la medianoche del viernes, el periódico británico Daily Mail anunció que además del destructor HMS Dauntless, Gran Bretaña planea enviar un submarino nuclear a la zona.
“El primer ministro David Cameron aprobó personalmente los planes para uno de los más sofisticados submarinos británicos navegue hacia la región (del Atlántico Sur)”. El tabloide, que vende más de dos millones de ejemplares diarios, sugiere además que el navío llegará en abril próximo y “seguramente enfurecerá al gobierno argentino y deteriorará aun más las relaciones entre Londres y Buenos Aires”. El artículo también sostiene que la llegada del submarino reabrirá las heridas del “controversial” hundimiento del Crucero General Belgrano que causó la muerte de 323 marineros.
El ministro de Defensa Arturo Puricelli se refirió ayer a la llegada del HMS Dauntless como una “ostentación innecesaria de poder de fuego”. “Podríamos decirles (a los británicos) que se podrían haber ahorrado varios miles de libras” no enviando el navío, aseveró el funcionario. Además, puso paños fríos en lo que parece ser una creciente carrera armamentística. “Desde la Argentina y América del Sur no queremos militarizarlo, no queremos que se contamine; queremos que el litoral marítimo del Atlántico Sur sea cuidado y protegido por la Armada Argentina”, declaró.
El periódico británico revela que “puede tratarse del submarino HMS Tireless o el HMS Turbulent, que el año pasado estuvo activo en las costas de Libia, Yemen y otras áreas durante la crisis de medio oriente”. Se trata de submarinos armados con 30 misiles Tomahawk y torpedos Spearfish, y una tripulación de 148 personas, explica el diario amarillista. “Fuentes del Ministerio de Defensa sostuvieron que llevará un equipo de técnicos en comunicaciones hispanoparlantes para monitorear las transmisiones marítimas en la región. Cameron aprobó el desplazamiento entre planes de contingencia realizados por comandantes militares y un grupo de oficiales jefes de la junta permanente de los cuarteles en Northwood está coordinando una serie para desplazar fuerzas militares ante cualquier novedad”, se especifica en la nota.
La contracara a esa escalada de militarización la volvió a plantear el canciller Héctor Timerman: “Solamente a través de la negociación podremos superar un conflicto colonial del siglo XIX. Es por ello que invitamos, una vez más, al Reino Unido a una negociación franca y creativa como única vía para superar esta casi bicentenaria disputa”, subrayó ayer en un artículo publicado en el diario El Mercurio de Chile.
Fuente:TiempoArgentino

Enrique Szewach
Las relaciones carnales de la prensa
Publicado el 5 de Febrero de 2012
Por Alberto López Girondo
El economista y periodista fue asesor de empresas que litigaban contra Argentina en el CIADI y desde el diario La Nación propuso negociar la soberanía de Malvinas con las viejas tácticas del neoliberalismo: intentando seducir al establishment internacional mediante el respeto a las reglas del comercio y las finanzas mundiales.

Hay una línea de pensamiento que atraviesa la historia argentina y latinoamericana desde sus orígenes, que entiende a los nativos de estas tierras como seres en una etapa inferior de la evolución histórica. La dicotomía civilización o barbarie es la que mejor sintetiza la cuestión.
Enrique Szewach es uno de los personajes que sabe expresar esa ideología afín al establishment del modo más claro. Por eso, desde hace más de dos décadas, este licenciado en Economía de la Universidad Nacional de Buenos Aires siempre tiene a su alcance algún medio disponible donde expresar sus ideas. Y cuando no, es fuente inevitable de consulta para empresas trasnacionales y los sectores vernáculos más ligados a la élite financiera del planeta. Sectores a los que suele asesorar para aprovechar apetecibles nichos de inversión o la mejor manera de defender sus intereses en cualquier foro. Y mejor si el foro es exterior, porque los tribunales criollos no le resultan confiables.
Pero no puede decirse que el hombre, pronto a cumplir sus 58 años, disfrace su pensamiento. Más bien, habrá que reconocerle la persistencia empecinada en sus ideas, que defiende de un modo hasta provocativo. Una prueba es que su sitio web se llama “szewachnomics”. Un modesto homenaje tal vez a las medidas que en los ’80 implementó el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan, las reaganomics, que impulsaron la ola neoliberal que todavía azota a buena parte del “mundo civilizado”.
Hombre con mucho sentido del humor y agradable discurso, fue interlocutor habitual del fallecido Bernardo Neustadt en los años ’80 y ’90, dirigió la revista Panorama y el diario El Cronista y suele ser columnista en medios electrónicos. Es autor, además, de un par de libros que desde el título lo ubican de manera definitiva: La eterna novela argentina y La trampa populista. En su extenso curriculum agrega que es presidente de Evaluadora Latinoamericana, una agencia calificadora de riesgos que desde 1995 aspira a cubrir en esta parte del mundo el rol que en otras latitudes cumplen Fitch o Standard & Poor’s. Olvida mencionar, sin embargo, el rol que tuvo no hace tanto como consejero de empresas trasnacionales que litigaban contra Argentina en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI).
En su sitio (como se dijo, tiene un banner de Puros Lotar, una empresa nacional con casa central en la calle 25 de mayo al 300, frente a la Bolsa de Comercio, donde ofrece los mejores habanos y una sala climatizada para que el cliente más exquisito pueda disfrutar del placer de fumar mientras lee un libro o toma alguna copa. Incluso tiene lockers para guardar sus puros hasta la próxima ocasión. Lugar selecto que desde hace algunos años, y al amparo de la nueva tendencia en la economía, decidió fabricar sus propios cigarros de hoja. Los hace en una planta ubicada en la provincia de Estelí, Nicaragua, donde, aseguran, “encontramos una pequeña fábrica de tabacos con operarios muy calificados, muchos de ellos cubanos que se formaron en las fábricas de La Habana”.
Bajo ese auspicio –¿será un canje o le pagarán por el aviso?- Szewach colgó hace unos días un artículo sobre Malvinas que reprodujo el diario La Nación. Una nota que pinta de cuerpo entero su enfoque sobre los problemas argentinos y los de la clase a la que pertenece, y que se suma a una posición que venía expresando el diario creado por Bartolomé Mitre. Allí escribe que, más allá de cuestiones relacionadas con apelaciones que califica de patrioterismo barato, “el verdadero interés (en las islas) surge de la explotación de recursos naturales en el mar y en la posibilidad de que, en algún momento de este siglo, la Antártida sea abierta a dicha explotación, para los países con derechos geográficos o políticos sobre esa zona”.
El texto intenta mostrar otra forma de negociar con los británicos desde el enfoque que Szewach y el periódico quisieran. Por eso agrega luego que “en la Argentina, miles de ciudadanos, muchos más que los que habitan las islas del sur, han preferido tener, además de su ciudadanía local, el pasaporte de una nación extranjera, de su “Madre Patria”, y no por ello tienen menos derechos que el resto de los argentinos, o son denostados o acusados de “vendepatrias”.
Una salida para el intríngulis que agitan las autoridades inglesas sobre respetar el deseo de los kelpers sería entonces, permitirles “conservar su ciudadanía británica y sus costumbres”. Una tesis interesante, y fácil de resolver en la teoría, claro.
Para el evaluador latinoamericano, se debería permitir incluso que los malvinenses puedan optar por manejarse en sus contratos y disputas con las leyes y jueces británicos o con las leyes argentinas. Pero a continuación Szewach despliega toda su artillería (ideológica, se entiende) mediante un paréntesis revelador: “(De hecho, ‘puestos a elegir’, y dado el funcionamiento de la justicia argentina, muchos compatriotas, también preferiríamos, con dolor, aceptar otro marco legal y otros jueces, antes que muchos de los nuestros.)”
Es cierto que la justicia argentina ofrece muchos flancos por donde atacarla, como a la mayoría de las instituciones nacionales. Pero baste mirar el modo en que la justicia española trata el caso Garzón, o el modo en que en Estados Unidos se respetan los derechos de los presos en Guantánamo, para darse cuenta de que por lo menos, en todos lados se cuecen habas. Pero eso no es todo.
Szewach, en los albores del kirchnerismo, apareció como testigo de inversores foráneos contra la Argentina en el CIADI, un organismo donde los estados se someten sumisamente al juicio de un tribunal sin derecho a apelación que defiende invariablemente los intereses de los inversores internacionales. Una rémora de los ’90 del mismo peso específico que los Tratados de Protección de Inversiones, que con la excusa de atraer inversores extranjeros –señores encumbrados que saborean habanos en ambientes climatizados, sin duda– resignó la soberanía de los jueces naturales argentinos en beneficios de instituciones no legitimadas por ninguna sociedad democrática.
Este periodista le hizo por aquellos meses una entrevista para la revista Veintitrés en su elegante oficina de Leandro Alem al 600. Quería conocer detalles sobre su intervención en el CIADI, pero fundamentalmente, preguntarle si no se sentía un traidor a la Patria, si es que esto significaba algo para él.
Todo se puede preguntar si uno lo hace de buenos modos. Szewach encendió su propio grabador junto con el del cronista, para que no se lo tergiversara. Un aparato digital de esos que todavía no estaban al alcance de cualquier escriba, habituado como estaba uno a mirar el giro monótono de la cinta para quedarse tranquilo de que todo funcionaba correctamente.
Dijo que no se sentía un traidor, que tenía familia e hijos en esta bendita tierra y que buscaba lo mejor para ellos y para el resto de la sociedad. Habló, incluso, de una parva de hijos “de dos gestiones (matrimonios) diferentes” a los que deseaba dejarles un país mejor. Que su intención era explicarles a sus contratantes extranjeros la forma en que podían hacer valer los contratos firmados durante el gobierno de Menem con servicios a un valor de un peso igual a un dólar. “Un país serio debe respetar lo que firma”, cree uno recordar que dijo, firme y definitivo. Nada muy diferente de lo que sigue sosteniendo hoy, justo es reconocer.
En otro tramo del texto referido a Malvinas, Szewach anota que para recuperar el archipiélago nuestro país debe encontrar solidaridad mundial y regional, para lo cual aconseja “dejar de enfrentarse con el mundo en materia de comercio internacional, acatar fallos de organismos internacionales, normalizar, dentro de lo posible y en condiciones razonables, las relaciones financieras, en síntesis, mostrarse como un país ‘normal’ que ‘juega con las reglas’ y no que anda reclamando excepciones hasta en la FIFA. Presentarse al mundo como un país normal que defiende sus derechos, pero que reconoce las limitaciones de la ley y las buenas costumbres y que tiene una propuesta negociadora concreta, más allá de un justo reclamo, le quitará argumentos al Reino Unido y a los habitantes de las islas”, finaliza.
Es decir, lo mismo que propusieron Cavallo y su aluvión de seguidores (Neustadt a la cabeza) para que el país definitivamente entrara en la senda del crecimiento gracias a la montaña de inversiones que vendrían a una nación respetuosa de las reglas de juego neoliberales. Una nación que debía seducir a los dueños del dinero con una promesa de relaciones carnales. Creencia que se demostró tan falsa antes en Argentina como ahora en Grecia, Italia, España, Portugal y el resto de Europa.
Peor aún: con un argumento parecido, la dictadura emprendió la aventura invasora de 1982, cuando pensó que el trabajo sucio hecho en el país y en Centroamérica en pos de las ideas “occidentales y cristianas” le iba a permitir legitimarse cumpliendo con un viejo reclamo del pueblo argentino.
En el Viejo Continente, mientras tanto, los organismos centrales intentan intervenir en la gestión (no en el matrimonio, se entiende) de la crisis de países “menores”. Pero los gobiernos ya empiezan a mostrarles los dientes a las agencias calificadoras como la que quisiera emular Szewach. Y Londres se refugia en su propio archipiélago para no ceder soberanía a la Unión Europea.

Fuente:TiempoArgentino


Lo que se juega en Malvinas
Año 5. Edición número 194. Domingo 5 de febrero de 2012
Por Demián Verduga
dverduga@miradasalsur.com
El agotamiento de las reservas petroleras del Mar del Norte. La presión del lobby militar inglés para no reducir el gasto de defensa. El anillo estratégico de bases militares repartidas por el Atlántico Sur. El puente aéreo a la Antártida.

Uno: la producción de petróleo del Mar del Norte, principal fuente de crudo del Reino Unido, cae de modo sostenido desde hace 12 años. Inglaterra está produciendo al límite de lo que consume y necesita buscar nuevas fuentes de hidrocarburos, entre ellas, los potenciales yacimientos de las Islas Malvinas.
Dos: la ubicación de las Islas las vuelve un aeropuerto ideal para la futura explotación de los recursos naturales de la Antártida, hoy protegidos parcialmente por el Tratado Antártico y por los costos de perforar el hielo.
Tres: Malvinas cierra un anillo de bases militares y posiciones estratégicas que los ingleses tienen distribuidas por el Océano Atlántico. Empiezan en la latitud del cuerno de áfrica y llegan hasta la isla Diego García, en el Océano Índico.
Cuatro: En la puja que mantienen distintos sectores de poder en Inglaterra para no verse afectados por los recortes del gasto público, el lobby militar agita la tensión en Malvinas para justificar la imposibilidad de reducir los gastos de defensa.
Éstos son algunos de los puntos que mencionó un alto funcionario del Gobierno nacional, que pidió un estrictísimo off the record, al analizar los motivos por los que Inglaterra pretende conservar su enclave colonial en el Atlántico Sur.

Una sed incontrolable. Los números que se darán a continuación se pueden buscar en la página web de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, según sus siglas en inglés). Se trata de un relevamiento con estimaciones de la producción de petróleo en distintos países. Los números coinciden con otras mediciones. Aquí nos centraremos en las cifras del Reino Unido. En el año 2003, la producción de Gran Bretaña rondaba los 2,5 millones de barriles al día; en el 2007 había bajado a 2 millones; en el 2009 se ubicó en 1,6 y en el 2011 cayó aproximadamente a 1,5. La demanda de crudo de inglesa es en promedio de 1,6 millones de barriles diarios, es decir que la producción está al límite, obligando en algunos meses a Inglaterra a volverse importador neto.
Uno de los orígenes centrales de esta caída, que en parte explica el apetito inglés por conservar el enclave colonial en Islas Malvinas, es el agotamiento de los yacimientos del Mar del Norte. Este mar de 750 mil kilómetros cuadrados está ubicado al este de Inglaterra y sus aguas también llegan a las costas de Noruega, Francia, Alemania y Los Países Bajos. En 1965 la plataforma Sea Gem, operada por British Petroleum (BP), realizó la primera perforación submarina exitosa en estas aguas. La búsqueda se había iniciado para intentar aminorar la demanda de hidrocarburos de los países agrupados en la Opep, que se habían organizado en 1960. El pico de producción de los yacimientos del Mar del Norte fue en 1999, cuando en toda el área llegaron a extraerse seis millones de barriles diarios. Desde entonces, la capacidad de los yacimientos no ha parado de caer, en particular los de la zona que explotan los británicos.
Este descenso fue reconocido por el Reino Unido en el año 2009. La fecha no es un dato menor, ya que ese mismo año Inglaterra decidió comenzar la exploración petrolera en Malvinas. El reconocimiento se produjo en una reunión de empresarios petroleros, a mediados de junio del 2009. Bernard Looney, jefe de explotación en el Mar del Norte de British Petroleum, declaró durante ese encuentro: “Invertir en el futuro no es fácil en el contexto actual. Nuestros sondeos muestran que la producción británica cayó 38% entre el 2000 y el 2008”. Seis meses después de que Looney hiciera estas declaraciones, la plataforma semi-submarina Ocean Guardian inició su viaje de 69 días por el mar hacia Malvinas. El 10 de febrero del 2010 comenzó la exploración petrolera en el archipiélago. A fines del año pasado, la empresa británica Rockhopper anunció que había encontrado un yacimiento estimado en 700 millones de barriles de petróleo al norte de las Islas. Esta cifra equivale al 30% del total de las reservas con las que cuenta hoy Argentina.

Un anillo en el Atlántico. El lector puede tomar un mapa del mundo para visualizar el triángulo estratégico que conforman las posiciones británicas repartidas por el Atlántico, si se suman las islas de Ascensión, Santa Elena, Tristán Acuña y Malvinas.
Ascensión está ubicada en el centro del océano, a mitad de camino entre América del Sur y África. Está en la misma latitud que Recife, si se mira el lado americano del mapa, o en la del norte de Angola, si se mira el africano. La isla fue descubierta por Portugal en el siglo XVI y tomada por los ingleses durante el apogeo de su imperio en el siglo XIX. Fue utilizada durante la guerra de Malvinas. De allí despegaban los bombarderos Vulcán, que atacaban posiciones argentinas.
A 1.300 kilómetros hacia el sur de Ascensión aparece Santa Elena. También fue descubierta por los portugueses y luego tomada por los ingleses. Allí vivió Napoleón Bonaparte sus últimos seis años de vida, luego de perder la batalla de Waterloo contra la alianza de tropas inglesas, holandesas y alemanas. Esta semana, 191 años después de la muerte de Napoleón, trascendió que Inglaterra planea retomar el proyecto de construcción de un aeropuerto en Santa Elena. El costo de la obra será de 240 millones de euros. La idea había sido abandonada por la crisis financiera que sacude a toda Europa, pero se reavivó. El objetivo será construir un puente aéreo con Malvinas, como respuesta a los logros diplomáticos argentinos y por “temor” a que el bloqueo aéreo que hoy practica Argentinas se extienda a todos los países del Mercosur.
Si el lector sigue bajando la vista en el mapa se encontrará con el grupo de islas llamadas Tristán de Acuña, también bajo dominio inglés. Están a 2.173 kilómetros de Santa Elena. Su latitud está al sur del punto más austral de Sudáfrica. En todas estas islas, en mayor o menor medida, hay presencia militar británica. Si se sigue la línea por el mapa, la base instalada en Malvinas cierra este anillo de control del alta mar del Atlántico Sur. “Es un posicionamiento geoestratégico y geomilitar que además implica la posibilidad de explotación de los recursos naturales en el fondo del mar y en las aguas territoriales de estas islas”, señaló un alto funcionario del Gobierno nacional.
También por su ubicación geográfica, Malvinas es un puente aéreo ideal para la Antártida, más allá de que todavía las riquezas naturales del continente blanco no se hayan comenzado a explorar por el grosor del hielo y la protección del Tratado Antártico.
Hay un dato de la Historia que tiene que ver con la Antártida. Muestra la importancia de que Argentina haya logrado el apoyo del Mercosur para que los barcos con bandera de las Falklands no puedan atracar en los puertos. En 1955, el Reino Unido demandó a la Argentina y Chile ante la Corte Internacional de Justicia, un órgano de la ONU, reclamando mayor espacio territorial en la Antártida. El fundamento para esta demanda era que Inglaterra reclamaba para sí la porción que le correspondería a las Malvinas. Los ingleses perdieron esta disputa diplomática, pero cualquier antecedente de legitimidad de las Falklands podría servir para reavivarla.


El lobby militar inglés. Se ha sostenido en estos días, con razón, que el gobierno británico agita la tensión con Malvinas para tapar los conflictos sociales generados por la crisis financiera y el ajuste del gasto público. Este plan de recortes genera una puja entre distintos sectores de poder, entre ellos está el lobby militar inglés que busca que el gasto de defensa no se reduzca. Y nada mejor que generar una tensión bélica para justificar la imposibilidad de bajar el gasto militar, que en Inglaterra ronda los 65 mil millones de dólares anuales, según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo.
Esta disputa del lobby militar tuvo un punto álgido a fines del año 2010, cuando el primer ministro británico James Cameron anunció un recorte del ocho por ciento en el presupuesto de defensa. La reacción del lobby militar llegó el 10 de noviembre de ese año. Varios ex militares publicaron una carta dirigida al primer ministro en el diario The Times. Allí criticaban la decisión de Cameron y –esto es clave– ponían como centro de sus cuestionamientos la situación de Malvinas. “Respecto de las nuevamente valiosas Malvinas y sus yacimientos de petróleo –decía la carta–, estos recortes de propuesto para los próximos diez años dejan a la Argentina prácticamente invitada a imponernos una humillación nacional similar a la pérdida de Singapur”. (Los británicos perdieron el dominio de Singapur durante la segunda guerra mundial a manos de los japoneses. Habían puesto todas sus tropas para defenderse de un ataque por mar y los japoneses entraron por tierra). Volviendo a Malvinas, la tensión agitada por el gobierno inglés genera la excusa para atender la demanda del lobby militar.
La estrategia Argentina, por otra parte, no pasa por entrar por mar ni por aire sino por un lugar más sofisticado, la acumulación de presión política y diplomática. Algo que arrojó frutos las últimas semanas. El ex canciller Jorge Taina (ver entrevista) definió la estrategia así: “Se trata de seguir generando una situación en la que llegue un punto en el que el costo político de no sentarse negociar con Argentina sea mayor que el de sentarse”.
Fuente:MiradasalSur

Disipar la neblina
Por Mario Wainfeld
- La Argentina tiene derechos sólidos sobre las islas Malvinas. La Constitución nacional, en una cláusula transitoria agregada en la reforma de 1994, establece que su recuperación “es un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”. Por ende, de su Estado y de sus contingentes gobiernos.

- La dictadura militar lanzó una guerra delirante que llevó a una derrota veloz y tremenda. La aventura tuvo enorme apoyo popular, acaso tan grande como el desencanto ulterior.

- Muchas víctimas dejó la guerra. Los que murieron, los sobrevivientes, sus familias, sus núcleos de amigos.

Esa mochila, cargada de dolor y contradicciones, pesa sobre la sociedad y el Estado.

Desde la reinstauración democrática todos los gobiernos han tentado vías pacíficas para forzar (o persuadir) a los británicos a negociar.

Ha primado un criterio sensato para manejar los conflictos de límites con los países vecinos. Un viraje auspicioso respecto de un pasado en el que las hipótesis de conflicto (más con las naciones vecinas y hermanas que con Gran Bretaña) eran menú cotidiano de las Fuerzas Armadas y de muchos dirigentes políticos.

En ese marco, la orientación elegida por la Presidenta es la más adecuada. Mantener el reclamo en foros y organismos internacionales, sumar adhesiones de terceros países.

Los dos gobiernos kirchneristas acentuaron las acciones, contando con el aval de los países de la región. En esto, como en tantas otras variables, hay un “viento de cola” (un escenario de integración) muy potenciado por la acción política. Los gobiernos nacionales-populares, progresistas o populistas son una realidad. La articulación, una tarea cotidiana, bien ejecutada.

Desclasificar el “Informe Rattenbach” es una medida institucional que ayudará a conocer los hechos y conjuga con el rumbo elegido.

Desde el Gobierno, se enfila adecuadamente. Lo reconoce la propia oposición y (aunque con esfuerzos) intelectuales muy críticos como Beatriz Sarlo y Vicente Palermo.
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En sendas notas publicadas en La Nación, Sarlo y Palermo puntualizaron que hay un vacío a debatir que es el apoyo civil a la dictadura en ese trance. Palermo tiene escrito un libro, Sal en las heridas, en el que desmenuza ese tema y cuestiona muchos otros ejes (a su ver) de la tradición malvinera: el unanimismo, un nacionalismo extremo, un sesgo favorable al belicismo, sin agotar la nómina ni aspirar a la síntesis. El texto es rico en investigación, citas históricas y background de todo tipo. Por eso es recomendable aun para aquellos que (como el cronista) no comparten en buena medida sus tesis esenciales. Tal vez ése deba ser el rol de intelectuales, académicos y periodistas: dotar de instrumentos aun a los que no coinciden con sus posiciones.

Como insumo para una polémica ardua, el cronista insinúa que el más fuerte modo de autocrítica de que disponen las sociedades es revisar sus conductas o instituciones. La Argentina abandonó la guerra, el pacifismo es la regla no sólo en las relaciones exteriores sino en todas las formas de movilización política. Los gobiernos surgidos del voto, ya se dijo, concuerdan con ese punto.

¿Se repara o elabora así el desvarío colectivo? Cada cual dirá. Sin proponerse una respuesta tajante, permítase una digresión personal. El cronista fue uno de los (¿muchos, pocos, contados?) que jamás se entusiasmó con la “gesta” promovida por la dictadura. Participó en la movilización reprimida del 30 de marzo, intuía (con horror) que una victoria bélica podía insuflar nuevos bríos a un régimen ya en declive. Cualquier desenlace le parecía (era) espantoso porque a veces la historia no habilita disyuntivas virtuosas.

Cierto es que León Rozitchner, con su desafiante firmeza intelectual, escribió: “Declaro humildemente que he deseado el fracaso de la guerra... la realidad coincidió con mi deseo”. Compartiendo el encuadre político, al cronista le resultaba imposible desear la derrota, que implicaba un baño de sangre para los soldados.

El cronista fue a la Plaza el gran día de Galtieri. Estupefacto, creía que no había la multitud que describían los medios. Acompañando a un grupo de compañeros, se asombró al ver marchar a tantos padres de familia, acompañados por la patrona, el gordito con la camiseta de la selección, la nena en brazos. No los odió, cree evocar, pero se sintió un marciano en su país y en su ciudad. Ellos han olvidado (o reescrito) su adhesión y viven en democracia. No sabe este escriba si se les puede exigir más.
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Otro debate recorre el aniversario. Existió desde el regreso de las tropas, cobró un nuevo vuelo a partir de la política de derechos humanos del kirchnerismo y sus repercusiones. Es la revisión del mito de los “Héroes de Malvinas”. La expresión, se recuerda, la pronunció el presidente Raúl Alfonsín, consistente crítico de la movida militar en 1982. En 1987, en medio de una serie de retrocesos respecto de sus mejores iluminaciones, Alfonsín llamó “héroes” a los golpistas carapintadas. Incurría en un grave error. Se lo criticó siempre pero el cuestionamiento cobró otro vigor desde 2003, con la película Iluminados por el fuego de Tristán Bauer y con los trabajos del historiador Federico Lorenz (el listado no aspira a ser exhaustivo). Parafraseando a Lorenz: es aberrante poner en un mismo saco a los conscriptos que cumplieron con un deber ciudadano y padecieron lo indecible con los que quisieron “limpiar” la guerra sucia con una convencional, de tinte patriótico. El libro de Lorenz Las guerras de Malvinas, próximo a reeditarse, expresa inmejorablemente ese punto de vista. También lo sostienen Asociaciones de ex combatientes constituidas exclusivamente por conscriptos que disienten con otras, integradas por militares profesionales que participaron en el terrorismo de Estado.

Releer la guerra desde 2011 implica no sólo repudiar la empresa misma, también enrolarla en la lógica de la acción genocida, en la secuencia de violaciones de derechos humanos. Los militares incurrieron en ellas en el continente y en las islas, antes y durante la guerra. Una revisión seria genera dilemas complejos, hay muertos en la guerra que fueron represores, entre ellos el primer caído en el desembarco, el capitán Giachino. Hay instituciones que los honran, escuelas que llevan su nombre.

Lorenz escribe que “no hay honra posible en quienes llevan en las manos sangre de compatriotas”. Soldados que fueron sus subordinados y sus víctimas, hoy hombres maduros, accionan legalmente para que sus crímenes sean juzgados como de lesa humanidad. Otro reclamo es la revocación de los indultos del presidente Carlos Menem a los carapintadas.
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Las víctimas que no están y las que sobreviven exigen respeto, contención y reparación. Nunca debieron ser embarcados, su sacrificio fue en aras de fines espurios. Pero sucedió, carga sobre la conciencia y la responsabilidad colectivas: es un legado que la sociedad y el Estado deben honrar. Entre otros modos, redoblando la voluntad firme y pacífica de recuperar las islas.
Fuente:Pagina12

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