23 de abril de 2012

DOS PALABRAS: VOLVIÓ YPF.

POR QUE CAYO EN DESGRACIA EL GRUPO PETERSEN, QUE HABIA LLEGADO A YPF CON EL AVAL DEL GOBIERNO
El socio que quedó contra las cuerdas
Sebastián Eskenazi tuvo en diciembre una reunión con la Presidenta donde ésta le recriminó el desempeño de YPF. Cuatro meses después quedó afuera de la empresa, con un paquete accionario desvalorizado y un horizonte financiero incierto.
Por Fernando Krakowiak
Sebastián Eskenazi, el ahora ex CEO de YPF, fue desalojado el lunes de la compañía.
La primera señal de alarma se activó después de las elecciones presidenciales. Sebastián Eskenazi, el ahora ex CEO de YPF, tenía diálogo cotidiano con Cristina Fernández de Kirchner, pero luego del histórico triunfo de octubre se le empezó a dificultar el contacto con la Casa Rosada. La relación se tensó aún más luego de que en noviembre el directorio aprobara la distribución y el giro de dividendos, pese a la oposición del representante estatal en la firma. La propia Presidenta le confirmó a Eskenazi el malestar oficial al recibirlo en la Quinta de Olivos a fines de diciembre. En ese encuentro reservado, que se extendió por dos horas, la mandataria cuestionó el desempeño de la compañía en duros términos y le dijo que YPF iba a tener que hacerse cargo del costo creciente que suponía la importación de combustibles. El empresario salió de la reunión preocupado. Por entonces, ya sospechaba que el Gobierno estaba analizando tomar el control de YPF. Incluso había hecho consultas legales con jueces cercanos y hasta con un ministro de la Corte Suprema. Sin embargo, no se imaginó que en menos de cuatro meses el Grupo Petersen estaría afuera de la empresa, con un paquete accionario desvalorizado y un horizonte financiero incierto. Por eso, a los pocos días igual se fue de vacaciones a Uruguay.
El avance oficial sobre la compañía sorprendió a Eskenazi todavía en las playas de Punta del Este. El Gobierno hizo público su malestar el 16 de enero, cuando denunció a cinco petroleras por cobrar sobreprecios en la venta de gasoil a granel. Ese día, el ministro de Planificación, Julio De Vido, aprovechó también para pedirle a YPF un incremento de la inversión. “Necesitamos la puesta en valor del combustible para que los anuncios de nuevos descubrimientos no sirvan sólo para que la empresa obtenga una ganancia financiera”, afirmó. YPF respondió dos días después a través de un comunicado donde calificó como “injustificada” la denuncia por cartelización, pero no hizo mención al reclamo de De Vido.
El miércoles 25 de enero fue la propia presidenta Cristina Fernández de Kirchner la que se puso al frente del reclamo. “No olviden que las dueñas del subsuelo son las provincias, las empresas petroleras son apenas concesionarias (...). No se puede volver a la época del Virreinato, donde se llevaban todo y no dejaban nada. Creo que es bueno que sepan que han pasado esas épocas y que es necesario reinvertir en el país”, sostuvo en el primer discurso que dio luego de su licencia médica. Después de aquella intervención, a la conducción de YPF ya no le quedaron dudas de que el Gobierno analizaba una posible renacionalización de la empresa.
El fantasma de la estatización de YPF siempre preocupó a la conducción de la compañía. Ellos sabían que Néstor Kirchner había evaluado esa posibilidad cuando fue presidente, conocían las simpatías que generaba el tema en numerosos cuadros medios del gobierno e incluso periódicamente tenían acceso a encuestas donde una amplia mayoría de la población se manifestaba a favor de la nacionalización. En mayo del año pasado, el Grupo Petersen estuvo a punto de cancelar la compra de otro 10 por ciento de la empresa, operación que elevó su participación al 25,46 por ciento, porque la familia Eskenazi era consciente de que los dólares habían comenzado a escasear en el país y cualquier cortocircuito con el Gobierno los podía dejar muy expuestos. Lo único que hizo el discurso presidencial fue confirmar esos temores y obligar al presidente de Repsol, Antonio Brufau, a involucrarse personalmente en la negociación, dejando a los Eskenazi en un segundo plano.
Brufau se reunió con De Vido y el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, el lunes 6 de febrero para tratar de recomponer la relación, pero el resultado no fue bueno. El propio De Vido se los dijo a los gobernadores de las provincias petroleras el jueves 9 de febrero en el encuentro donde los mandatarios y el gobierno nacional empezaron a diseñar la quita de concesiones. El ejecutivo catalán volvió al país el 23 de febrero para una reunión de directorio donde también hubo problemas con el gobierno porque el representante estatal denunció que no lo dejaron entrar porque iba junto al viceministro de Economía, Axel Kicillof, y el secretario de Energía, Daniel Cameron. El tercer viaje fue a fines de ese mismo mes, cuando recrudecieron los temores sobre una posible intervención de la compañía. Entonces llegó junto al ministro de Industria de España, José Manuel Soria, para reunirse con De Vido y Lorenzino, pero tampoco hubo avances. Pese a ello, tanto Brufau como Eskenazi todavía creían que la relación se podía recomponer.
El 21 de marzo la evaluación de la cúpula de la empresa cambió. El directorio de YPF propuso ese día no distribuir los dividendos correspondientes a 2011, como reclamaba el Gobierno, y capitalizar a la compañía. De ese modo, la petrolera se comprometía a no demandar dólares en el mercado cambiario ni, obviamente, a girarlos al exterior. El anuncio ponía en crisis el acuerdo societario que había sellado el ingreso de Eskenazi a la compañía, pues éste se había endeudado en más de 3500 millones de dólares para comprar las acciones y venía pagando esos papeles con el dinero proveniente de los dividendos, siendo la propia Repsol uno de sus principales acreedores. Era una apuesta fuerte, pero el director estatal se opuso. “La capitalización no asegura que la plata se invierta donde tiene que ser invertida”, sostuvo Roberto Baratta. Brufau y Eskenazi concluyeron entonces que si el Gobierno rechazó esa idea fue porque ya había decidido tomar el control de la empresa y el desembarco era sólo una cuestión de tiempo.
Finalmente, el lunes pasado el desembarco se concretó, dejando al Grupo Petersen en una situación financiera muy delicada. Los Eskenazi conservan sus acciones, pero todavía deben cerca de 2800 millones de dólares y el Gobierno ya adelantó que en los próximos años el reparto de dividendos será mínimo para priorizar la inversión. Sin un flujo de ingresos que garantice el pago de esos papeles, lo más probable es que terminen en manos del pool de bancos acreedores, de Repsol o de algún nuevo inversor que le compre su paquete. El próximo vencimiento de deuda es en mayo, aunque los Eskenazi apuestan a refinanciarlo hasta que se termine de definir cómo quedará la nueva YPF.
Luego de su intervención protagónica en el Congreso, varios analistas identificaron a Axel Kicillof como el autor intelectual del proyecto de ley de expropiación. Sin embargo, cerca de los Eskenazi creen que la idea fue gestada por el ministro Julio De Vido, con el asesoramiento de Roberto Dromi, ex ministro de Obras Públicas de Carlos Menem.




TRES OPINIONES SOBRE LA EXPROPIACION DE YPF
Un rescate estratégico
Rajoy y otras penurias
Por Raúl Dorra *
Cosas veredes. Mariano Rajoy, hombre tan representativo de la obstinación franquista, no ahorró insolencias ni amenazantes baladronadas dirigidas, más que al gobierno argentino, a aquellos que se sientan inclinados a reproducir su gesto de soberanía. De acuerdo con su modo de percibir los valores, se es tan denodado patriota cuando se defiende el interés de una empresa transnacional como cuando se decreta una draconiana medida de ajuste. En esta misma lógica, el hecho de que su rey distraiga momentáneamente la aflicción que le causa el empobrecimiento de los españoles en una cacería de elefantes, de ningún modo mancilla su grandeza, ni disminuye su calidad de máximo embajador y primer defensor de las causas hispanoamericanas ante el mundo. Con una filosofía aun más depurada, Felipe Calderón entiende que recuperar para un país la soberanía de sus recursos energéticos es un acto irracional y anacrónico. Lo que está en consonancia con el mundo actual, según su leal entender, es entregar la economía del país a la voracidad de las megaempresas, y lo racional es ponerse al frente de una guerra que no ha hecho sino fortalecer al enemigo en una siembra de muerte y desolación sin término durante el transcurso de la cual, como lo ha declarado él mismo, el crimen organizado fue duplicando, y a veces reemplazando, las funciones del Estado. Esto, por añadidura, en un país que celebra como una gran fiesta cívica cada aniversario de la nacionalización del petróleo decretada por el general Lázaro Cárdenas en 1938, impulsando una medida más radical que la hoy tomada por Cristina Fernández de Kirchner. Sin duda por esa afinidad intelectual, el gobierno español ha hecho pública la iniciativa de pedirle a Felipe Calderón que sea mediador en el conflicto creado entre España y la Argentina, habida cuenta de las buenas relaciones que el presidente de México mantendría con las autoridades de ambos países. En esta increíble lógica, nada obsta para que alguien actúe como si se hubiera mantenido en una posición equidistante de aquel a quien ha otorgado toda la razón y de aquella de la que ha dicho que no está “en sus cinco sentidos”. Cosas veredes.
Tristemente, el gobierno de México, que históricamente ha exigido respeto para su autodeterminación soberana, ha invadido irrespetuosa e ilegalmente la soberanía de otro país, invadiendo en el mismo acto la propia Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. Se ha sumado a la campaña de descalificaciones mediáticas emprendida por los campeones del neoliberalismo y por los organismos defensores de un sistema que, en casos como éste, defiende la expoliación –a la que parece tener derecho por naturaleza– con el agravio destemplado y con el recurso a la ceguera. Pero esta desmesura verbal, que pretende invisibilizar lo evidente, no es sino el síntoma de un desequilibrio que avanza sobre una Europa que, con los hechos, insiste en afirmar que el mejor, quizás el único, modo de salvarse de una enfermedad –entiéndase economía de mercado– es persistir y aun ahondar en aquello que la provoca. De más en más, Europa es una zona de riesgo. Tristemente, el gobierno de México parece no estar en condiciones de entender, con menos aspavientos, que la decisión tomada por el gobierno argentino está en el camino que economistas de justo renombre recomiendan: para enfrentar las actuales crisis y sobre todo para prever las que puedan sobrevenir, lo adecuado es asegurar la suficiencia alimentaria y los recursos energéticos, fomentar el gasto interno y la distribución social del ingreso, lo cual supone alejarse de la economía sin patria (y sin madre) del mercado. A los que no somos economistas y no estamos, por lo tanto, en condiciones de exponer los fundamentos de esta recomendación, nos basta con observar la desesperación de ciudadanos de Italia o de Grecia que, hundidos en la humillación y la miseria, han llegado hasta el suicidio porque sus respectivos gobiernos optaron, o se vieron obligados a optar, por esta vía tan recomendada por organismos como el Fondo Monetario Internacional.
En estas circunstancias, la prensa española, aun la que se dice de inspiración socialista como el diario El País, y la prensa de la derecha en general, ha recurrido a la diatriba fácil, a la siembra del miedo, ha preferido no pensar o no dejar pensar. Con otra disposición mental y moral, ciudadanos españoles que ven las cosas sin intereses creados y en consecuencia apuestan por el pensamiento han explicado que Repsol es una empresa privada en la que los capitales españoles son en realidad menos cuantiosos que los extranjeros, una empresa que cuenta con filiales en los llamados paraísos fiscales y que paga impuestos en España por una cantidad menor a la cuarta parte de los beneficios económicos que obtiene por sus negocios en todo el mundo. Esto último lo he leído en una nota que expone con detalle qué es lo que hay en el debe y en el haber de Repsol, una nota que firma David Posada Menéndez. Desde luego, yo no estoy en condiciones de corroborar la veracidad de estas cifras. Sin embargo, conociendo los privilegios fiscales que exigen y que obtienen las empresas transnacionales –sin contar las innumerables triquiñuelas a las que recurren sus contadores avezados en la evasión de impuestos–, nada me cuesta pensar que estoy ante un dato del todo verosímil.
Especialistas en el saqueo, las grandes empresas nunca pierden, puesto que aseguran sus ganancias en la primera movida. Entre quienes garantizan este saqueo se cuentan sus ejércitos de abogados y la prensa comprada o interesada en mantener este estado de cosas. Como si se tratara de una ley universal que vale para individuos tanto como para corporaciones, el que más tiene es el que con más furia se queja cuando alguien intenta disminuir, así sea mínimamente, sus poderosos ingresos. Un tímido suponer: si a los bancos españoles asentados en México –enriquecidos escandalosamente con tasas usurarias– el gobierno de este país quisiera expropiarles un 10 por ciento de sus ganancias, sus gritos atravesarían el océano para que la voz de Rajoy venga a socorrerlos. Y sin embargo, con un 10 por ciento menos, los bancos seguirían ganando en exceso. Un suponer más audaz: si el gobierno les expropiara el 50 por ciento de sus ganancias, todavía invertir en México sería para ellos un buen negocio. Y, en la más increíble de las suposiciones, si el gobierno les expropiara todas sus ganancias, y ellos conservaran la calma, podrían reconocer que ya han ganado tanto que sus inversores no sólo se retirarían de este país con las arcas llenas y que las ganancias obtenidas en estos años alegres alcanzaría para una holgura tan dilatada que se extendería a sus hijos y aun a los hijos de sus hijos. El mío es un razonamiento doméstico, claro está, el razonamiento de alguien que no entiende que la acumulación sin sentido de riquezas (digo bien: sin sentido, sin otra orientación que no sea la de su propia gravedad) es una pasión irrenunciable como es la pasión, igualmente voraz y sin sentido, del jugador. Una pasión que se aviva con la miseria de los otros, que más crece mientras más hace crecer la pobreza. Ser pobre, ya se sabe, cuesta caro.
Pero a este razonamiento casero yo le agregaría otro, de la misma modesta calidad. O, más que un razonamiento, una pregunta. Según estos terroristas de las finanzas, si la Argentina se sale con la suya, quedan en peligro todas las economías emergentes, puesto que las grandes empresas, espantadas por la falta de “seguridad jurídica”, se irían con sus euros a otra parte. La pregunta es ésta: ¿a dónde invertirían esas empresas acostumbradas a obtener ganancias que sólo pueden ofrecerles países de economías emergentes? ¿Pondrían sus capitales en Suiza o en Finlandia, donde la –todo hace suponer– probada “seguridad jurídica” les aseguraría que lo que ganan aquí en un año allá lo ganarían en cinco o acaso en diez? Pero no, esos gobiernos tampoco dan la “seguridad jurídica” tras la cual ellas van: ellas van tras un cómodo contrato que comprometa a los gobiernos, pero que ellas puedan violar sin mayores consecuencias o molestias.
* Escritor, radicado en México.




Yacimientos
Por María Pía López *

Desde el año pasado, un justo movimiento de resistencia en España fue nombrado por las industrias del espectáculo como los indignados. El nombre menoscaba el movimiento, porque “indignación” tiene la forma de un escándalo moral, de un gesto airado, antes que la fuerza creativa de la experimentación política. Es más adecuado ese nombre para los gobernantes españoles y los medios de comunicación que amplifican sus palabras –y las reordenan, organizan y sistematizan como arietes polémicos–. Ellos hablan más en el terreno de la indignación que los miles que desconfían de toda representación.
Hablaron con indignación ante una decisión fundamental del gobierno argentino: la de expropiar las acciones de Repsol en YPF. Recordaron, allí, ayudas preexistentes, pactos verbales y, con tono de amenaza, blandieron la denuncia contra un supuesto populismo expropiador. El gobierno español se presentó como agente y vocero de una empresa. No de cualquiera sino de aquella que cumplió una tarea de larga expoliación de los recursos energéticos nacionales, girando utilidades sin invertir en la exploración necesaria. El gobierno de la ex metrópoli colonial añora el pasado, pero ahora bajo los argumentos de la seguridad jurídica que haría de concesiones y privatizaciones, que muchos discutimos desde su efectiva realización, una condición ineluctable de la vida del país.
Es importante, y mucho, que la decisión soberana sobre el petróleo se asuma en el plano de la conmemoración del reclamo por Malvinas. Porque sitúa esa demanda en su más profunda materialidad –no se trata de sumar territorios para concederlos, graciosamente, a un tipo de explotación que los deje exangües y produzca escasos derrames a las economías regionales, como está en discusión, actualmente, en relación con las minerías–, y esa materialidad en la que queda situada la idea de soberanía implica pensar, también, cuál es el cuerpo social y político que la asume, que la ejecuta, que llevaría a cabo una efectiva apropiación de las riquezas de un país.
El petróleo es metáfora última de la riqueza en las sociedades industriales –no es el oro, fetiche por excelencia y dispendioso adorno– y, a la vez, corazón de la idea de una nación autónoma. En México, luego de la revolución que hizo el más avanzado de los textos constitucionales en 1917, hubo que esperar casi veinte años para que el gobierno de Lázaro Cárdenas llevara adelante las dos medidas más profundas que la Constitución habilitaba: la nacionalización del petróleo y la reforma agraria. Una plaza –el Zócalo– llena de trabajadores festejó la primera medida y comenzó una conmovedora colecta para sumar los pagos que una indemnización a las empresas norteamericanas requería.
Quizás la relación de México con Estados Unidos esté tan revestida por símbolos e historias pasadas como la de nuestro país con España, pese a que son bien diferentes. Entre estos países hubo un hecho colonial en el origen y existieron y existen múltiples modos de la cooperación, el encuentro cultural y la comunidad lingüística. ¿Pueden todos esos lazos ponerse en juego porque el Estado español se convierte en vocero y lobista de su mayor multinacional? Más bien, nos obliga a pensar que un nuevo vínculo ata las formas contemporáneas de los Estados a las lógicas de acumulación de capital, en la que los primeros, muchas veces, no omiten servidumbres. Y, en ese sentido, se podrían revisar a la luz de esa conexión otras políticas españolas.
Incluso aquellas que hacen al patrimonio común de la lengua y que, en la estrategia del Estado español, aparecen como instrumentos de apropiación de un mercado que constituye alrededor del 16 por ciento del PBI del país europeo en crisis. Si su gobierno se presenta como agente de Repsol, la Real Academia de la Lengua cumple un rol adecuado a las necesidades de Telefónica y las trasnacionales editoriales. Lo hace al disponer del conjunto de los instrumentos regulatorios del idioma –gramáticas, diccionarios, ortografías– y por ende la capacidad de sancionar los usos “adecuados” –en muchos casos regionalismos europeos– y las formas “desviadas” –que pueden ser los usos más extendidos en América–.
Decir Argentina hoy es afirmar la inscripción latinoamericana de cualquier conflicto y también la revisión creativa del ejercicio de la soberanía popular. El reclamo argentino por Malvinas es latinoamericano, como tiene ese alcance la discusión de los países de la región sobre el derecho a la explotación de sus recursos naturales, y como están en este continente la mayoría de hablantes de castellano mientras las herramientas de estandarización se siguen diseñando en España. Cualquier nacionalismo que intentemos enunciar en relación con estas cuestiones debe ser, como efectivamente está ocurriendo, no nacional, capaz de reconocer sus fuentes en el acuerdo con otros países y de llamar nación a un conjunto poblacional hecho de partes heterogéneas.
Ese camino es el de una singular fuerza creativa, del tipo de las que refundan una vida política en común. Muchas exploraciones son necesarias y no sólo las muy fundamentales de petróleo, para que esas fuentes que requiere una sociedad dañada por distintas formas de la infamia no se extingan.
* Socióloga, docente de la UBA.


Argumentos contra las mentiras interesadas
Por Alejandro Grimson, Jorge Gaggero, Federico Schuster, Roberto Pianelli *
Los argumentos para que la República Argentina recupere el pleno control sobre sus hidrocarburos son elocuentes. Primero, porque su resignación ha sido una de las medidas más graves y destructivas de la política neoliberal impulsada con vigor desde principios de los años ’90. Segundo, porque el desarrollo de un país no puede quedar librado a la voluntad de reinversión de las grandes empresas transnacionales o nacionales, en un marco de regulaciones o controles laxos o (directamente) inexistentes. Tercero, porque tanto la producción energética como la apropiación de la renta resultante de la explotación de los recursos naturales son de interés de todo el pueblo argentino (su propietario).
No se puede designar con la palabra “argumentos” las agresiones y amenazas que llegan desde altos funcionarios españoles y de los ejecutivos de sus empresas más poderosas, las insistentes y a la vez perimidas opiniones del Fondo Monetario Internacional o las de las filiales políticas y mediáticas locales de tales intereses. La Argentina es un país democrático y tiene pleno derecho a ejercer su poder soberano en función de su constitución y sus leyes.
Dicen que la Argentina se ha tornado “imprevisible”. Mienten: si la Argentina hubiese tolerado pasar a ser dependiente crónica de la importación de hidrocarburos, entonces sí se hubiera tornado un país imprevisible. Dicen que empeoró el “clima de inversiones”. Falso: ha retrocedido el “clima de especulaciones” y mejoran, en consecuencia, las perspectivas económico-sociales. Dicen que quieren “negociar” con la Argentina. Mienten: quieren bloquear y, en todo caso, castigar una decisión soberana. Dicen que están “dispuestos a invertir”. ¿Una década después del comienzo del vaciamiento de YPF?: si hubieran invertido, explorado, descubierto yacimientos, una ley como la propuesta por el Poder Ejecutivo hubiese tenido menos apoyo social. Dicen que esto “rompe la amistad” con España y que es desleal frente a la crisis y el sufrimiento por el que atraviesa la “madre patria” de miles de argentinos. Esto es perverso: las relaciones entre los argentinos y los españoles tienen enorme densidad histórica, incluyendo exilios políticos y migraciones económicas en ambas direcciones. Estas relaciones se consolidan ahora en la hermandad de parecidos sufrimientos ante los desastres que acarrean las políticas neoliberales (hoy en España, hasta hace diez años en Argentina). Las amenazas o insultos de ningún empresario o funcionario, así fuera el más alto de todos, podrán destruir estos vínculos. Dicen que la expropiación “afecta los intereses del pueblo español”. Falso: las grandes mayorías populares de España no se benefician de la actividad de la empresa multinacional Repsol. Dicen que se trata de un “falso nacionalismo” de Argentina. Mentira: las mejores tradiciones que han sabido defender, en cualquier parte del mundo, los intereses nacionales lo han hecho en democracia o luchando por la democracia, en función de las necesidades del conjunto del pueblo.
Es necesario defender el derecho argentino frente a las presiones de países, empresas y organismos internacionales. Es necesario que la soberanía sobre los hidrocarburos sea una política de Estado inscripta en las mejores tradiciones políticas. Es necesario el respeto a las decisiones de las instituciones democráticas de la República Argentina. Las grandes mayorías argentinas apoyan las medidas. También tienen hoy una enorme expectativa frente a un desafío que saben que no será sencillo. Por una parte, porque todas esas presiones económicas y políticas son ejercidas por poderes reales. Por otra parte, porque se presenta la oportunidad de mostrar cómo el Estado puede ser legítimo y necesario protagonista en la gestión de una gran empresa estratégica, con justicia, controles sociales y protección del medio ambiente.
Un enfoque estratégico y un plan energético de mediano y largo plazos deberán entonces ser partes vitales de tal esfuerzo, el marco indispensable para que la gestión estatal de YPF pueda dar sus mejores frutos. Una conducción profesionalizada de la nueva YPF y la eficacia de los controles económico-financieros a los que deberá estar sometida, tanto por parte del Ejecutivo Nacional como del Congreso y las provincias asociadas, serán otras de las claves del éxito futuro de esta nueva etapa.
* También firman Paula Abal Medina, Victorio Paulón, Claudio Marín, Aníbal Viguera, Marcelo Rudaeff (Rudy), Sandra Arito, Michael Cohen, Florencia Abbate, Julián Rebón, Luis Alberto Quevedo, Pablo Semán, Alfredo Pucciarelli, Julio Neffa, Sebastián Pereyra, Gabriel Noel, Damián Pierbattisti, Mónica Abramzon, Gerardo Halpern, Ana Mariel Weinstock, Karina Bidaseca, Juan Bautista Ritvo y otros adherentes al texto del espacio de intelectuales Argumentos.

OPINION
Y péguele fuerte
Por Eduardo Aliverti
No hay nada más imperioso, en momentos como éstos, que desmalezar la información circulante. Algunos colegas, sobre todo de este diario, vienen haciéndolo con rigor. Es tal el tráfico de intereses –y en consecuencia la cantidad de falsedades– que cabe insistir. El orden siguiente es aleatorio, tanto como el modo en que los sectores de derecha más concentrados revelan su desconsuelo. Para peor de esos grupos, el conjunto de la oposición apoya la medida. Hasta Macri tuvo que pegarle una vuelta a su virulenta crítica inicial desde la cuna de Antonia. Según les pinte, los medios militantes del antioficialismo ubican a uno u otro ítem como la amenaza grandilocuente. Suben y bajan. Parecen ascensor.
- España hará tronar el escarmiento. El disparate más grande de todos. Las exportaciones españolas a la Argentina están en alrededor de mil millones de euros, pero las importaciones desde aquí son por el doble. Hay más de una docena de grandes empresas españolas que operan en la Argentina en rubros como banca, construcción, energía, hotelería, comunicación. Según el Ibex 35, índice de la Bolsa de Madrid, las compañías de la península se llevan más de 26 mil millones de dólares por ingresos generados en la Argentina. Solamente Telefónica obtuvo el año pasado un volumen de negocios superior a los cuatro mil millones de dólares. Santander Río, BBVA Banco Francés, Mapfre, DHL, Endesa, Cirsa, Santillana, NH Hoteles, Codorniú, Prosegur, y una lista que se completa con más de 400 empresas ibéricas operantes en la Argentina, dan cuenta de que España es hoy el primer inversor extranjero en nuestro país. A esa España que en cierto pero no menor sentido se cae a pedazos o, si se prefiere, al gobierno que la administra con el ajuste más salvaje de –por lo menos– su decurso post-franquista, no le dan los números siquiera para alzar la voz. Lo dijo, entre otros muchos ignorados por los medios españoles y sus aliados criollos, el cooperativista español Gabriel Trenzado: España tiene mucho más para perder que para ganar en un enfrentamiento con la Argentina.
- También Europa podría vengarse. Es un aspecto que, si acaso pudiera ser posible, supera a la tontería del revanchismo meramente español. Así como, después de Brasil, Europa es el segundo destino de las exportaciones argentinas, la Unión Europea es el segundo inversor en la Argentina. Justo cuando la crisis de los europeos y sus empresas les hacen mirar con mayor cariño que nunca lo que puedan exprimir aquí y en el resto de América, para conformar a sus accionistas mientras descargan en las clases populares el costo del ajuste, Europa estaría en condiciones de demostrar lo larga que es su capacidad de intimidar. Muy gracioso.
- La presión de Repsol por el monto indemnizatorio hará que acuda a todos los juzgados internacionales y la Argentina agregará porotos a su aislamiento del mundo. Reíte de Janeiro. La petrolera estatal venezolana y la Exxon estadounidense ya llevan cuatro años negociando el precio por las expropiaciones de Hugo Chávez. El dato es público. Tiene el plus de haber sido destacado, a entrada de columna a página 9, el jueves pasado, por uno de los periodistas serios que le quedan a Clarín, Daniel Fernández Canedo. Siempre se escapa algo.
- Cuidado con el Ciadi, a donde podría recurrir el Estado español. El Ciadi es el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones. Una entidad y sigla más adecuadas a alguna ocurrencia de Groucho Marx que a un organismo altamente influyente. Depende del Banco Mundial, otro invento de los países ricos para distribuir migajas a cambio de planes de ajuste. De manera que su sentido es proteger a los grandes emporios radicados en las naciones en vías de desarrollo. Brasil no entró a ese engendro, como elemento informativo considerable si se estimara menor que huyeron de él Bolivia, Ecuador y Venezuela. Y si tampoco alcanzase eso para mensurar su nula o escasa influencia, tómese nota de que ninguno de sus temibles dictámenes perjudicó a país alguno. Si a Repsol se le ocurriese ir al Ciadi y de acuerdo con los antecedentes comprobados, se calcula que, entre el tiempo que llevará pasar por los tribunales argentinos y las apelaciones españolas, andaríamos más o menos por 2020.
- Se afecta la seguridad jurídica de una empresa española, con todo lo que ello podría significar no sólo en términos de intercambio comercial sino también de relaciones institucionales, perjuicio para los españoles de a pie y, ergo, para la amistad entre los pueblos. Repsol es una multinacional, no una empresa española. Y respecto de las necesidades de la inmensa mayoría de los ibéricos, la voracidad y ganancias de la empresa tienen que ver con el pueblo español lo mismo que el culo con la llovizna. Leamos lo escrito por el colega Oriol Malló Vilaplana, en el sitio Público.es: “La llamada reconquista económica española de América latina, iniciada en 1991 con la privatización de grandes empresas públicas argentinas, supuso la irrupción de un nuevo grupo de poder en dicho territorio. Gracias a la cooptación, la corrupción y la seducción, el cartel español ha monopolizado mercados de obras públicas, agua, energía, turismo, medios y telecomunicaciones. La nueva elite neoliberal, formada al calor de Salinas de Gortari, Menem o Fujimori, tomó como bandera la democracia oligárquica española y su milagro económico, hoy en ruinas, mientras Felipe González piloteaba este proyecto de desembarco imperial bajo cobertura política y financiera de los Estados Unidos. Así emergieron, en los ’90, las poderosas redes de la hispanidad que son, hoy, el principal ariete contra el cambio y la soberanía de las Américas (...) El apoyo larvado al golpe de Estado empresarial contra Hugo Chávez en 2002, o la intervención directa en las elecciones mexicanas de 2006 para evitar el triunfo del candidato de centroizquierda Manuel López Obrador (demuestran que) el cartel español construye y reconstruye la historia jamás contada de los nuevos conquistadores, sus aliados locales y los verdaderos amos de la pinza Madrid-Miami”. En el mismo sitio, bajo título de “Por qué España agachará la cabeza con YPF”, David Bollero explica que “España por sí sola no podrá hacer nada. No tiene el peso internacional para hacer ello. Estamos hartos de comprobarlo y esta cuestión no será distinta. Por eso el gobierno busca desesperadamente apoyos externos, habiendo encontrado únicamente el de México. El resto son ambigüedades, puesto que la misma Unión Europea ya habla de conflicto bilateral y la Comisión Europea ha reconocido que ‘la UE no tiene actualmente ningún instrumento legal que invocar a este respecto frente a la Argentina’. Tan sólo podría ejercer presión, pero al borde del colapso del euro. ¿Le conviene? O, sencillamente, ¿se atreverá?”. Y termina: “Tras la actitud de gallito peleón, España terminará por agachar la cabeza en el asunto de YPF. Y, siendo honestos, es lo que nos toca. Queríamos capitalismo y nos han dado dos tazas. Nadie es rico si no es a costa de otro. Es una máxima que igual sirve para el ámbito doméstico como empresarial, o de relaciones internacionales. Y cuando las tornas se dan vuelta, escuece; pero hay que apechugar porque es el estadio original que nos corresponde. Todo lo demás, artificio”.
A esta altura de la nota, viene quedando afuera –sólo por ejemplo– observar o refutar que los Kirchner fueron noventísticamente decisivos para aprobar la privatización de YPF, o bien que se engulleron remarcar a su tiempo lo que ahora denuncian. ¿Es que siempre es tarde para hacer las cosas? ¿Es que siempre importa más de dónde se viene que hacia dónde se va, o que si es por eso jamás sería posible acometer una acción de gobierno sin que sea condenada? También queda afuera un Axel Kicillof que según los medios de la ultraoposición pareció estar más en una asamblea universitaria que frente a una comisión senatorial, como si nos hubiera ido mejor con los modositos que a lo largo de la historia respetaron la oratoria circunspecta. Y como si, al margen de apreciaciones retóricas, no hubiera tenido un desempeño que dejó sin argumentos a los interpelantes. Más todavía: queda afuera si se podrá demostrar que, además del acto épico de haber recuperado la más estratégica de las empresas, además de haberse animado a lo que ya no se soñaba ni con largas líneas de fiebre, sabrán sacar el petróleo y alterar el paradigma energético. Queda afuera de dónde saldrá la plata y qué intereses afectarán para que salga.
Puede, en principio, quedar afuera el desarrollo de todo eso; o remitirlo a algunas pocas oraciones como las precedentes. Pero ocurre que primero es imprescindible desmontar las pelotudeces, tilingas o corporativas, de que se vale el enemigo para asustar a la gente.


ARTE DE ULTIMAR
Sobrevivientes y sobrevividores
Por Juan Sasturain
Toda catástrofe, todo cataclismo, todo desastre –de cualquier orden que sea– produce víctimas múltiples que hacen a su definición como tales. Toda catástrofe produce, también y necesariamente, para que quede testimonio, existan o sean posibles el relato y la interpretación, supérstites. Es decir: los que quedaron para contar lo que pasó. Puede ser la puntual noche del Titanic, la tremenda erupción del Vesuvio, la silenciosa bomba sobre Hiro-shima, los años negros de la dictadura, la crisis del ’29 en Wall Street y alrededores, o los noventa menemistas, para la economía argentina. En el resumen final más o menos diferido hay víctimas y supérstites y, dentro de éstos, una amplia gama de modos de sobrevivir o de haber sobrevivido.
Ya sean físicos, naturales, históricos, políticos, económicos o cualquiera de sus combinaciones, semejantes cataclismos (definidos como tales en función del reguero de víctimas que dejaron a su paso) están cruzados o desembocan en cuestiones que no pueden ser otra cosa que morales: qué hizo / pensó / dijo cada uno en / con / para / sobre eso que pasó. Y es a propósito que se mezclan alevosamente acá el Holocausto y un tsunami, la circular 1050 y la destrucción de los ferrocarriles. El discurso presente y la evaluación en diferido de aquellos escandalosos sucesos merecen ser confrontados con las acciones y actitudes puntuales en el momento en que se produjeron. Cada actor que asume hoy un papel, lo tuvo entonces. Y no cabe –éticamente hablando– cambiar el libreto sin avisar.
Por eso, gruesamente, más allá de las consabidas víctimas y de los eventualmente identificables responsables / victimarios cuando los hay, habría que diferenciar, entre los supérstites no implicados en forma necesaria, dos tipos muy claros: los sobrevivientes y los sobrevividores. Ser sobreviviente es una condición fortuita y más o menos trágica; ser sobrevividor es una decisión personal, una que involucra a la ética.
Si ante las catástrofes naturales el sobreviviente se hace preguntas por el sentido al ponerse (aunque sea fugazmente) en el lugar de las víctimas –pude ser yo– y obra en consecuencia, el sobrevividor tiende a soslayar la condición excepcional del suceso y a interpretarlo / utilizarlo meramente como una variante que se ha disparado a valores inusuales en las habituales reglas del juego social; así, aprovechará la escasez, la indefensión ajena, o convertirá la tragedia en espectáculo.
Peor y más alevoso aún es lo que sucede con las catástrofes (sociales) inducidas por políticas (económicas) criminales. Tenemos en estos días ejemplos múltiples de cómo la revisión y la polémica puesta al día de uno de los tantos aspectos perversos de la política privatizadora de desguace del Estado realizado en los noventa (la desnacionalización de YPF en este caso) dispara el discurso indecente e incluso “actualizado” en ciertos casos, de tantos que no han sido otra cosa –siempre– que cómplices del victimario o descarados sobrevividores.
No les importó un carajo entonces el costo social y patrimonial de una política criminal porque medraban al calor de las viejas novísimas doctrinas liberales, porque ellos sobrevivían; no les importa ahora –en el fondo– el sentido profundo del gesto que significa comenzar a revertir un estado de cosas que ha naturalizado la entrega patrimonial. Siguen siendo sobrevividores.
En este momento, después del naufragio y sacando la cabeza del agua, cuando se intenta que haya botes para todos, por favor: víctimas y sobrevivientes, primero.
Los sobrevividores históricos, que hagan la plancha.
Fuente:Pagina12



23.04.2012 


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23-04-2012 
Los críticos de Argentina se equivocan de nuevo ante la renacionalización del petróleo 
Mark Weisbrot The Guardian/Znet 
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens 
La decisión del gobierno argentino de renacionalizar la compañía de gas y petróleo YPF ha sido recibida con aullidos de indignación, amenazas, pronósticos de furia y ruina, y algunos groseros insultos en la prensa internacional. No es nada nuevo.

Cuando el gobierno declaró el incumplimiento del pago de su deuda a finales de 2001 y luego devaluó su moneda unas pocas semanas después, solo hubo gritos de desesperanza en los medios. La devaluación llevaría a una inflación fuera de control, el país enfrentaría una crisis en su balanza de pagos por no poder pedir prestado, la economía caería en una espiral descendente hacia una recesión más profunda. Entonces, entre 2002 y 2011, el PIB real de Argentina creció en cerca de un 90%, el crecimiento más rápido del hemisferio. El empleo está ahora a niveles récord, y la pobreza y la extrema pobreza se han reducido en dos tercios. Los gastos sociales, ajustados a la inflación, se se han casi triplicado. Es probable que sea el motivo por el cual Cristina Kirchner fue reelegida en octubre pasado por una gran mayoría.

Por cierto, pocas veces se menciona esta historia de éxito, sobre todo porque tuvo que ver con la reversión de muchas de las políticas neoliberales fracasadas –que fueron respaldadas por Washington y su Fondo Monetario Internacional– y que llevaron al país a la ruina en su peor recesión de 1998-2002. Ahora el gobierno está revirtiendo otra política neoliberal fracasada de los años noventa: la privatización de su industria del petróleo y del gas, que para comenzar jamás debería haber tenido lugar.

Existen buenos motivos para esta decisión, y es muy probable que el gobierno tenga razón una vez más. Repsol, la compañía petrolera española que actualmente posee un 57% de YPF de Argentina, no ha producido lo suficiente para ajustarse al rápido crecimiento de la economía argentina. Desde 2004 hasta 2011, la producción de petróleo de Argentina ha disminuido realmente en casi un 20% y el gas en 13%, y YPF es responsable en gran parte de esta situación. Las reservas probadas de petróleo y gas de la compañía también han disminuido sustancialmente en los últimos años.

El desfase de la producción no es solo un problema de satisfacción de las necesidades de consumidores y empresas, también es un serio problema macroeconómico. El déficit en la producción de petróleo y gas ha causado un rápido aumento de las importaciones. En 2011 éstas se duplicaron en comparación con el año anterior a 9.400 millones de dólares, anulando así una gran parte del superávit comercial de Argentina. Una balanza comercial favorable ha sido muy importante para Argentina desde su default en 2001. Como el gobierno está excluido en gran parte de los préstamos en los mercados financieros internacionales, tiene que tener cuidado de tener suficientes divisas extranjeras para evitar una crisis en la balanza de pagos. Es otro motivo por el cual ya no se puede permitir que la producción y administración de la energía esté en el sector privado.

¿Por qué entonces la indignación contra la decisión argentina de tomar –mediante una expropiación– el control de la empresa que durante la mayor parte de su historia fue la compañía petrolera nacional? México nacionalizó su petróleo en 1938 y, como muchos países de la OPEP ni siquiera permite inversiones extranjeras en el petróleo. La mayoría de los productores de petróleo y gas del mundo, de Arabia Saudí a Noruega, tienen compañías de propiedad estatal. Las privatizaciones de petróleo y gas en los años noventa fueron una aberración; el neoliberalismo fuera de control. Incluso cuando Brasil privatizó 100.000 millones de dólares de empresas estatales en los años noventa, el gobierno mantuvo el control mayoritario de la corporación energética Petrobras.

Mientras Latinoamérica ha logrado su “segunda independencia” durante la última década y media, el control soberano de los recursos energéticos ha sido una parte importante de la recuperación económica de la región. Bolivia renacionalizó su industria de hidrocarburos en 2006, y aumentó los ingresos de hidrocarburos de menos de un 10% a más de 20% del PIB (la diferencia sería cerca de dos tercios de los actuales ingresos del gobierno en EE.UU.). Ecuador, bajo Rafael Correa, aumentó considerablemente su control sobre el petróleo y su parte de la producción de compañías privadas.

Por lo tanto Argentina se está poniendo al día con sus vecinos y el mundo, y revirtiendo errores pasados en esta área. En cuanto a sus detractores, están en una posición débil si quieren lanzar piedras. Las agencias de calificación crediticia amenazan con bajar de categoría a Argentina, ¿alguien las sigue tomando en serio después que dieron calificaciones AAA a chatarra respaldada por hipotecas durante la burbuja inmobiliaria, y luego pretendieron que el gobierno de EE.UU. podría ir a la bancarrota? Y en cuanto a las amenazas de la Unión Europea y del gobierno derechista de España, ¿qué han hecho bien recientemente, con Europa en medio de su segunda recesión en tres años, a casi mitad de camino en una década perdida, y con 24% de desempleo en España?

Es interesante que Argentina haya tenido un éxito económico tan notable durante los últimos nueve años mientras ha recibido muy poca inversión directa del extranjero y la eluden los mercados financieros internacionales. Según la mayor parte de la prensa de negocios, son dos sectores de extrema importancia que cualquier gobierno tiene que complacer. Pero el gobierno argentino ha tenido otras prioridades. Tal vez sea otro motivo por el cual atacan tanto a Argentina.


Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es coautor, junto con Dean Baker, del libro Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000), y ha escrito numerosos informes de investigación sobre política económica. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy. Fuente: http://www.zcommunications.org/argentinas-critics-are-wrong-again-about-renationalising-oil-by-mark-weisbrot
Fuente:Rebelion


OPINIÓN
La "española" REPSOL 
Distribucion accionarial de REPSOL_YPF:
• Sacyr 10%
• Caixa 12.83%
• PEMEX 9,49 %
• Instituciones España 9 %
• Instituciones Extranjeras 42%
• Minoritarios 10.8%
• Autocartera 5% (los accionsitas extranjeros no tributan en españa sino en sus paises)
La compañía estatal china Sinopec ( del Partido Comunista Chino), tiene el 40% de las acciones de REPSOL-Brasil, la mas prometedora expansion de la compañia, dado los descubrimientos recientes de importantes reservas. REPSOL es la segunda empresa del IBEX con mas presencia en paraisos fiscales (despues de Santander): 13 sociedades en total (12 de ellas en las Islas Cayman y otra en Liberia)
Entre 1997 y 2008 los beneficios de la empresa crecieron de media un 11,97%/anual , mientras que los salarios lo hicieron un 1.71% El 46% de los impuestos de REPSOL los paga fuera de espña, en otros estados

Repsol no es España 
Juan Torres López 
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla 
La única manera de entender las razones que provocan el furor con que el gobierno español, los medios de comunicación y tantos tertulianos de toda laya defienden a Repsol no puede ser otra que comprobar el amplio listado de ex autoridades del Estado, incluyendo actuales ministros, que han estado en su nómina, las miles de páginas y horas de su publicidad que financian a los medios y quién sabe qué otro tipo de influencias más inconfensables e inconfesadas.

Defender la españolidad de Repsol es algo demasiado forzado y olvidar que los que ahora lo hacen con tanto ímpetu fueron, en su gran mayoría, los que promovieron y llevaron a cabo la privatización de empresas que entonces sí que eran efectivamente españolas, no solo porque la totalidad o la inmensa mayoría de su capital era español, lo que quizá incluso sea lo de menos, sino porque la estrategia empresarial que perseguían respondía a intereses nacionales y no globales que apenas si repercuten en el progreso de España y en el bienestar de sus ciudadanos.

Desde que fue privatizada, Repsol tiene su cerebro y su alma puestos en otros lugares e intereses y no se puede decir que haya sido España en su conjunto quien se haya beneficiado de su actividad empresarial. Utiliza paraísos fiscales para tratar de tener aquí la menor carga fiscal posible, ha destruido empleo y a docenas de pequeñas y medianas empresas española al someterlas a condiciones de pagos draconianas a pesar de que cuenta con abundantes recursos financieros y liquidez suficientes. Es por ello una perversión inaudita que el gobierno y ex políticos en su nómina salgan a defenderla y que no dijeran nada cuando Repsol actuaba de esa manera lesiva para la economía nacional.

Y si la actuación en España de Repsol ha resultado tan escasamente beneficiosa para nuestros intereses nacionales su comportamiento en el exterior resulta sencillamente vergonzoso y justifica que los españoles “de bien y como Dios manda”, por utilizar la expresión que tanto le gusta a Mariano Rajoy, hubieran condenado hace tiempo sus desmanes y tropelías, especialmente, por cierto, en las tierras que en los discursos oficiales tanto alabamos considerándolas como nuestras hermanas. En Ecuador, Bolivia y otras latitudes ha provocado grandes daños medioambientales y sociales y vulnera constantemente los derechos humanos de pueblos enteros, generando una ingente deuda ecológica allí donde actúa. Como otras multinacionales, que en realidad no tienen Patria alguna, Repsol ha promovido gobiernos totalitarios con los que poder llegar a acuerdos que la exonerasen de pagar impuestos y cuando otros dignos y con vergüenza se lo han exigido ha puesto el grito en el cielo y recurrido a su españolidad, como ahora, para recabar el apoyo de gobiernos y medios de comunicación.

¿Dónde estaban entonces los defensores del libre mercado y la competencia, de la justicia, la libertad y los derechos humanos?

En Argentina, como en otros países, Repsol utiliza las respectivas filiales nacionales, como hacen todas las empresas multinacionales, para fijar los llamados “precios de transferencia” (artificialmente bajos para hacer que aparezcan pérdidas allí donde conviene y beneficios en donde pueden conseguir tratamiento fiscal y condiciones políticas más favorables). Y en lugar de orientar la explotación de los recursos nacionales hacia el abastecimiento interno que cubra las necesidades de la población y satisfaga los respectivos intereses nacionales, se utiliza como parte de una estrategia de maximización de beneficios global que, entre otras cosas, pasa por considerar al petróleo, y al resto de las materias primas, como una commodity, es decir, no solo un bien orientado a la producción y el consumo sino, sobre todo, a su utilización como activo financiero para especular con él en los mercados.

Confundir los intereses de Repsol con los de España es un insulto a la inteligencia de los españoles. Ni es española por la composición de su capital -mayoritariamente en manos de intereses extranjeros-, ni por la estrategia empresarial que persigue ni, como he dicho, porque beneficie principal o sustancialmente a las familias o empresas españolas. Más bien todo lo contrario.

Y la defensa numantina que ahora quiere hacer de Repsol el gobierno resulta verdaderamente patética y vergonzosa cuando día a día se somete sin más a los mercados, a los bancos que han provocado la crisis, a los grandes grupos empresariales y al gobierno alemán que impone medidas totalmente lesivas para los intereses españoles. ¡Eso sí que merecería una respuesta valiente y patriota por parte de nuestro gobierno y de los medios de comunicación!

Lo que está haciendo el gobierno es patético y se debe decir claramente: no está defendiendo los intereses de España y de sus ciudadanos, como dice, sino de una gran empresa, una multinacional, a la que España, el bienestar de su población o la situación de las empresas que verdaderamente están aquí tratando de sacar adelante la actividad y el empleo sin gozar del apoyo y los privilegios de Repsol, le importan un rábano en el día a día de sus actuaciones

Ya está bien de tanto teatro y de tanta sumisión ante los grandes. Lo que necesitamos en España no son precisamente repsoles que se dediquen a ganar dinero a espuertas en Argentina y otros países a base de mal explotar sus recursos, de evadir impuestos y expatriar beneficios a paraísos fiscales, sino un gobierno digno que se plante ante quienes de verdad están llevando a la ruina a la economía española.
http://blogs.publico.es/dominiopublico/5101/repsol-no-es-espana/ 

Repsol adquirió casi la totalidad de las acciones de YPF en 1999 desembolsando 15.169 millones de dólares (UNA MINIMA PARTE DE SU VALOR REAL) en una oscura adquisicion no exenta de sospechas de trato de favor y practicas corruptas por parte del gobierno de Menem. (ver "Memorias del saqueo" documental de Fernando Solanas)

En ese momento el precio del barril de crudo había alcanzado un mínimo de 10,75 dólares a comienzos de febrero de ese año, con una media de 12,28 dólares en 1998; hoy cotiza arriba de los 100 dólares. Desde entonces su estrategia productiva fue principalmente extractiva. Esto significa explotar al máximo los pozos de petróleo y gas existentes sin realizar inversiones significativas para recuperar o mantener reservas, violentando la lógica del negocio de las petroleras. Esta consiste en extraer recursos y reponer reservas con inversiones para de esa forma mantener el valor de la compañía. Repsol no aplicó con YPF esa norma esencial de funcionamiento de las petroleras. Los fondos obtenidos devastando los pozos de YPF fueron desviados para su expansión global, orientando inversiones hacia Norteamérica (Alaska), Brasil, Golfo de México, el Caribe y el norte de Africa (Argelia y Libia). Argentina no figuró en esos planes pese a los publicitados y reiterados anuncios de inversiones de los españoles. El crecimiento de Repsol en otros mercados fue con capital obtenido de las ganancias de YPF.

Siendo Repsol una petrolera de escasa relevancia a nivel internacional, se endeudó para comprar YPF por 15.169 millones, y en el período 2001-2006 distribuyó dividendos en efectivo por 8200 millones de dólares. En apenas seis años Repsol recuperó casi el 55 por ciento de lo que había desembolsado. En total, desde que tomó el control de YPF, REPSOL repartio entre sus accionistas 13.300 millones de dólares, casi lo mismo que habían pagado para adquirir la ex petrolera estatal. En 2008 entró en YPF Ernesto Eskenazi, que acapara el 25,46%, aunque no pagó un solo dólar por ello. Entró a través de créditos bancarios que serían devueltos con dividendos. Quizás por eso, con el beneplacito de los gestores españoles, se llegó al inaudito acuerdo de repartir en dividendos el 90% de las ganancias netas durante una década (de media, una petrolera reparte un máximo del 30% de las ganancias), por lo que si era necesario afrontar nuevas inversiones se recurriría a nueva deuda TODO A PARTIR DE LOS RECURSOS QUE EXPLOTABA EN ARGENTINA y sin realizar nuevas inversiones en el pais. Es lo que se conoce en libros de historia como depredación de recursos naturales por parte de multinacionales.

Todas esas inmensas ganancias remitidas a la casa matriz en Madrid restaron fondos para invertir en exploración y explotación de las áreas hidrocarfuríferas que posee en Argentina. El resultado fue la caída de la producción y reservas de petróleo y gas, que explica en gran parte la pérdida de la categoría de país con autoabastecimiento energético: se da la paradoja hoy en dia, que Argentina teniendo unas grandes reservas de hidrocarburos (gas y petroleo) aun sin explotar, tiene que IMPORTAR petroleo, pues los planes de inversion acordados con el gobierno argentino no han sido cumplidos por parte de REPSOL. Eso sí : la empresa años tras años ha aumentado el reparto de beneficios entre sus accionistas.

Segun los investigadores Andrés Asiain y Agustín Crivelli en “La explotación de hidrocarburos en Argentina. Estudio de caso: YPF S.A.” “se observa una lógica predatoria que se encuentra muy lejos de un comportamiento racional para una empresa petrolera”. Si las reservas son el principal activo de una compañía petrolera, YPF se está descapitalizando: "Los españoles no están dispuestos a asumir riesgos de exploración en las cuencas argentinas. Por ese motivo desde que se hicieron cargo de la administración de YPF no se volcaron a la exploración para incrementar reservas. La estrategia de negocio en la Argentina se basó, y se basa, en extraer las reservas existentes para, a partir del persistente incremento de los precios internacionales del crudo, generar crecientes niveles de plusvalia que luego utiliza para expandirse globalmente”, afirman Asiain y Crivelli. Y continuan... "Argentina requiere de inversiones de largo plazo y de riesgo, un tipo de inversión que no responde al objetivo de alta rentabilidad inmediata que busca Repsol con YPF. Dentro de los planes del grupo español, la empresa argentina aparece como uno de los activos a exprimir para luego desprenderse de ellos, no sin antes extraer toda la ganancia posible para financiar su expansión global".
Luis Lozada
Envío:Cecilio M. Salguero


OPINIÓN
YPF... Porque Ahora‏
¿Alguien puede negar que la decisión de avanzar hacia la nacionalización de YPF constituye una piedra basal para realmente recuperar la iniciativa estratégica en el marco de políticas económicas de fondo que se perdió a principios de la década del ‘90? La respuesta harto evidente es que no, pero, sin embargo, que los hay los hay. La burda simplificación sería hablar de apátridas, cipayos y todo el palabrerío politiquero carente de sentido que solemos oír desde el ultraoficialismo confesional, empero, la realidad es otra. La realidad, la cruel realidad, pasa por la constancia de un discurso instalado ya hace más de veinte años con los primeros intentos privatizadores encabezados por el funcionario alfonsinista Rodolfo Terragno. ¿La supuesta incapacidad de gestión por parte del Estado? No, ese no es el discurso, sino tan sólo una parte de él. El discurso se refiere a lo lógica general de acumulación del capitalismo en este momento concreto de la historia, y, lo cierto es que este gobierno, al cual apoyo fervientemente no sólo en esta medida sino que en la amplia bastedad de sus lineamientos generales, no ha sabido o no ha querido revertir el trasfondo de este discurso, sino tan sólo “humanizarlo”, por utilizar una terminología bien propia de la posmodernidad. 

Sin embargo, estas líneas no son para hablar de eso, que en todo caso es parte del debate estratégico que debemos darnos quienes apoyamos al gobierno frente al ultraoficialismo confesional más allá de la coyuntura política e histórica que nos une. Estas líneas no apuntan a los grupos que se oponen a una medida que en su sentido general debería ser incuestionable, sino que habla hacia aquellos que de modo más rastrero, no impugnan ilógicamente el sentido sino la oportunidad. 

Repiquetean en los medios muchos que gritan “Miren cuándo se tomó la medida, hace años que veníamos diciendo esto…” Muchos parten de la honestidad intelectual y política como es el caso de mi querido Mario Cafiero, pero otros no, otros tan sólo buscan diferenciarse a cualquier costa del gobierno y, tanto quieren diferenciarse, que les importa poco si el gobierno acierta o no. 

El “cuando” es el leit motiv de esta oposición oportunista y también es la prueba de los intereses a que realmente responden. ¿Cuándo? ¿Por qué no se hizo antes? La respuesta es tan obvia que hasta resulta ridícula… “Porque se hizo cuándo se pudo” 

¿Dos años atrás era posible avanzar sobre Repsol? ¿Dos años atrás era absoluta y totalmente necesario avanzar sobre Repsol? No y no. En primer término, Repsol es un instrumento económico del gobierno español y, vale decir, nuestra relación con España es un pilar fundamental de nuestra relación con la Unión Europea. ¿Es fácil avanzar sobre Repsol? No, es una decisión complicadísima desde muchísimos aspectos. 

Dos años atrás, ni hablar una década atrás, aún había marco de negociación con Repsol, ni la crisis energética era tan pronunciada hasta antojarse irreversible, ni el problema fiscal que genera era tan acuciante. ENARSA, creada por el gobierno de Néstor Kirchner, podía sin dificultades extremas actuar mediante subsidios para sostener el precio de los combustibles en el mercado interno y le quedaba un resto para invertir en exploración que reemplazara paulatinamente las reservas agotadas. ¿Esta exploración se hizo de modo mucho menor al deseado? Es cierto, pero también lo es que Repsol sistemáticamente incumplió su parte del trato y eso exigió que ENARSA destinase cada vez mayores sumas para sostener el precio de los combustibles. La ecuación es simple, saco de un bolsillo para llenar el otro, al poco rato, tendré nuevamente un bolsillo vacío. 

¿Se podría haber denunciado a Repsol por incumplimiento contractual y revocar concesiones? ¿Se podría haber expropiado mucho antes? ¿Se podría haber negociado una compra “amistosa” por parte del Estado de las acciones de Repsol en YPF? La respuesta a todo esto es que sí, pero, también lo es que no se pudo. ¿Por qué? En primer lugar, implicaba una gran erogación de dinero que bien podían ser utilizada en áreas donde la demanda era más urgente (y el Presupuesto Nacional no es infinito como muchos parecen creer). En segundo lugar, nos podría haber traído aparejado un grave conflicto diplomático en momentos donde la prioridad era no abrir nuevos frentes y mucho menos con aliados tradicionales de nuestra política internacional como lo es y lo ha sido España. ¿Alguien con dos dedos de frente piensa sinceramente que siendo una economía defaultada podíamos prescindir de la ayuda española y de su peso específico en ese momento para renegociar condiciones con la Unión Europea? Quién lo piense es un imbécil, es más, no sólo necesitábamos a España sino que la necesitaríamos aún hoy si las cosas no hubieran cambiado para ellos, lo cual nos lleva hacia la tercera razón. 

Sencillamente, España hoy no tiene el peso específico que dos años atrás, hoy España es un lastre y no una ayuda. Vemos en los noticieros internacionales a Sarkozy, de una excelente gestión más allá de las diferencias ideológicas, tratando de despegarse a toda costa de la crisis española ante su casi segura derrota en las elecciones francesas. ¿Por qué perdería Sarkozy? ¿No es él quien logró posicionar a la opacada Francia en el marco internacional? Pues bien… ¿Por qué va perdiendo? Gracias a España y gracias también a sus aciertos, es que el reposicionamiento francés en el marco internacional también hace a Sarkozy directamente responsable de las crisis griega y española, y, es justo que así sea. España, junto a Grecia, son las manchas de quien en gran medida llevó la voz cantante de Europa en los últimos años. 

España hoy es un aliado incómodo, a punto de perder gran parte de su autonomía política y económica ante las exigencias de Europa, y, en definitiva, la manzana podrida en el cajón. Esta España no es la de hace dos años, Estados Unidos y Europa le dan un enorme abrazo de oso mientras coquetean con nuestro gobierno (véase la catarata de halagos de Barack Obama en la última Cumbre de las Américas). Es más, este es un golpe mortal a la economía española y resulta hasta enternecedor ver a Rajoy mendigando apoyo tan irrelevantes internacionalmente como el de Colombia. 

¿Por qué ahora? ¿No les resulta claro? Porque la sangre ya llegó al río en materia energética y no se puede demorar más una decisión. ¿Por qué ahora? ¿No les resulta claro? Porque la posición internacional de España es tan endeble que no nos hace temer vigorosas represalias económicas. ¿Por qué ahora? ¿No les resulta claro? Sencillo, simple análisis de costos y beneficio, simple oportunidad política de actuar. Fue ahora porque se pudo hacer y se hizo necesario hacer… Lo demás, en fin, parafraseemos a Kicillof… ¿Criticaríamos a los hombres de Mayo por no establecer la Primera Junta en el año 3 Antes de Cristo?
Rosario, Abril 21 de 2012 
Jorge Miranda

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