29 de abril de 2012

LA ESCUELITA II: Dejar de ser después de la tortura.

LA ESCUELITA II - JUICIO HISTóRICO 
Dejar de ser después de la tortura 
El ex diputado provincial Eduardo Buamscha, uno de los testigos por el caso del secuestro de Carlos Kristensen, sostuvo que éste "nunca volvió a ser quien era" tras los tormentos a los que fue sometido.
Buamscha estuvo con Kristensen en varios lugares de detención. (Sebastian Farina Petersen) -
Además declararon Edgardo y Elsa Kristensen, hermanos de Carlos, detenido el 24 de marzo de 1976. 
Neuquén -Con el testimonio del ex diputado provincial del Partido Justicialista, Eduardo Buamscha, se reanudó ayer las audiencias del juicio contra los represores que actuaron durante la última dictadura militar en la región. Buamscha se presentó como testigo del caso que investiga la detención ilegal de Carlos Kristensen, detenido el 24 de marzo de 1976 en la Comisaría 24 de Cipolletti, trasladado a la delegación de la Policía Federal de Neuquén, luego a la U9, más tarde al penal de Rawson y liberado en enero de 1979 cuando se exilió en Dinamarca. Kristensen falleció en 1996.

Ante el Tribunal, el ex legislador afirmó que estuvo detenido en la U9 y que en uno de los traslados a la delegación local de la Policía Federal intervinó directamente Luis Alberto Farías Barrera, jefe del Comando de la VI Brigada, y Oscar Reinhold, jefe de Inteligencia.

Además reconoció a Raúl Guglielminetti como integrante de la patota que lo secuestró. “El gobierno lo tenemos nosotros”, le dijo el ex agente de inteligencia al secuestrado. Buamscha explicó que, además de sufrir torturas, fue obligado a permanecer con los ojos vendados casi las 24 horas del día durante largos meses.

Al referirse a Kristensen, Buamscha confirmó que al ingresar a una celda de la U9 lo reconoció, quien también estaba detenido en el lugar.

Sostuvo que se encontraba en muy mal estado por los maltratos que recibió y que su estado anímico era “deplorable”. Aseguró que fue sacado del lugar donde se encontraban varios presos y llevado hasta la delegación local de la Policía Federal, para ser interrogado.

El testigo contó que juntos fueron trasladados hasta el penal de Rawson y que en el avión "Kristensen fue golpeado con brutalidad".

“Nunca se repuso de los interrogatorios. Estaba afectado como persona. Era un hombre reflexivo”, expresó Buamscha.

A pesar de los cruces entre los fiscales, querellantes y la defensa de los imputados, Buamscha dijo que inmediatamente volvió a la U9 de un campo de concentración de Bahía Blanca, donde observó el momento en que sacaban a varios detenidos entre ellos Kristensen, Javier Seminario, Orlando Cancio y Miguel Ángel Pincheira, entre otros.

Afirmó que como consecuencia de las largas sesiones de tortura a las que eran sometidos, “volvieron muy golpeados”. “Tenían marcas en las manos y en los pies que llegaban a los huesos. Todos orinábamos sangre”, describió. Buamscha aseguró que tanto Kristensen como Javier Seminario "nunca volvieron a ser quienes eran después de las torturas. Carlos entró en una depresión profunda".

Audiencia de hoy 
Neuquén - Hoy a las 9, en el Salón Verde de AMUC, continuarán las audiencias testimoniales en el segundo juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en la región durante la última dictadura militar.

Por la mañana declarará Raúl Sotto, militante de la Juventud Peronista cuando fue detenido en el hospital de Cipolletti donde trabajaba. También ofrecerá su testimonio Alicia Sotto, hermana de Raúl, y Elba Sánchez, ex esposa de Oscar Dionisio Contreras, quien también se desempeñaba en el nosocomio. Por la tarde se presentará Contreras, Tomás Herczeg y Mario Villagra, quienes se desempeñaban en el hospital.


Desvelado por una sociedad mejor 
Edgardo Kristensen. (Dario Mardones) -
Neuquén -“Si mi hermano estuviera acá, estaría tratando de hacerles entender que su conducta fue la de un ciudadano desvelado por una sociedad mejor”, aseguró entre lágrimas Edgardo Kristensen, hermano de Carlos, durante su declaración en la audiencia de ayer por la tarde.

El recorrido de Carlos Kristensen desde su detención el 24 de marzo de 1976 fue relatado por su hermana Elsa, su hermano Edgardo y la mujer de éste, Isabel Álvarez.

"Lo que sé es que fue detenido en su domicilio en Cipolletti. Primero hicieron un allanamiento donde secuestraron muchos libros. Fue detenido por fuerzas militares”, precisó Álvarez.

Elsa fue la que encarnó la búsqueda de su hermano. Comentó sus visitas al Comando de la Sexta Brigada, donde fue recibida por los imputados Luis Alberto Farías Barrera y Oscar Lorenzo Reinhold.

La hermana trabajaba al momento de la detención en el Juzgado Civil Nº2 por lo que pudo contactarse con un abogado de apellido Duarte.

Según comentaron sus familiares por recordar los comentarios posteriores de Carlos, él fue torturado con picana eléctrica. “Con mucha saña, llegó a contar que tuvo un paro cardíaco del cual fue reanimado”, precisó Álvarez, quien dijo que igualmente no daba detalles para preservar la salud de su familia.

El 2 de julio de 1976 detuvieron también a Edgardo Kristensen y lo llevaron a la U9 donde estuvo un mes junto con su hermano. El caso de Edgardo fue investigado en la primera parte de este juicio en 2008. Carlos volvió a la Argentina en 1984 después de su exilio en Dinamarca, aunque fue sólo de visita, ya que terminó sus días en este país donde falleció de muerte subita el 19 de marzo de 1996.

Esta repentina muerte no conformó a su familia. Uno de sus hijos solicitó que se le practicara una autopsia donde solamente investigaron, según recordó Edgardo, problemas del corazón y el cerebro. Pero nada investigaron de sus análisis de la década del '80, cuando llegado del exilio le habían pronosticado problemas en la médula que podrían generarle una parálisis o una muerte súbita, recordó Edgardo.

“Mi hermano tenía un profundo sentimiento cristiano, y lo único que buscaba era una sociedad mejor para todos”, destacó con su voz entrecortada.

Se perjudican al no decir la verdad"

Neuquén - El ex diputado justicialista Eduardo Buamscha exigió a los imputados en el juicio "La Escuelita II" que "digan toda la verdad" sobre los desaparecidos y los bebés apropiados durante la dictadura.

"Ahora que Videla reconoce todas estas barbaridades que ellos (por los imputados) están negando es bueno que digan qué hicieron, dónde están los bebés, dónde están los cuerpos de los desaparecidos, porque ni ellos van a morir tranquilos, ni nosotros vamos a estar tranquilos hasta que no termine esto con la verdad", expresó a los periodistas después de declarar como testigo en la audiencia de ayer donde se trató la causa del secuestro de Carlos Kristensen.

"Creo que en algún momento pueden decir la verdad. No es difícil, ellos saben dónde están los cuerpos, los bebés y me parece que ellos mismos se perjudican al no decir la verdad", sostuvo.

"Videla rompió el pacto de silencio, que fue el jefe máximo de toda la época de la tortura y eso puede dar pie a que otros digan lo que saben", concluyó. FuentedeOrigen:http://www.lmneuquen.com.ar
Fuente:Agndh

Una víctima que nunca denunció 
Neuquén - Oscar Contreras fue la otra víctima de la represión que declaró en la audiencia de ayer. Relató que en mayo de 1976 fue detenido por un oficial acompañado de hombres del Ejército, quienes revisaron su domicilio en busca de armas y luego lo metieron en el piso de una camioneta Ford color verde hasta la Comisaría 24 de Cipolletti. Señaló que su detención duró dos semanas.

Contreras nunca hizo la denuncia de su privación ilegal de la libertad y explicó que fue porque, si bien lo suyo "fue triste y doloroso, más triste y doloroso fueron las que pasaron los que hoy no están”.

Contreras se definió como un militante de la Juventud Peronista; también trabajaba en el hospital de Cipolletti junto a Raúl Sotto. Señaló que estuvo en el calabozo y que al momento de ingresar ya estaba Sotto, y que cuando lo dejaron en libertad su compañero aún permanecía detenido.

“Estando en esa unidad nos sacaban para afuera, nos hacían poner la cabeza sobre la pared y en dos oportunidades recibí en la espalda una presión con un arma larga. Se sentía el dolor”, describió Contreras. Entre las personas que le apoyaron el arma en la espalda reconoció al policía (Julio) Villalobo. “Mucho más me dolía que me lo hiciera ya que nos habíamos criado en el mismo barrio”, dijo. Explicó que luego de salir en libertad y de encontrarse con su mujer, no habló nunca con nadie de lo que había padecido.

Confirmó que Sotto era sacado del calabozo, que volvía todo mojado y le contó que le metían la cabeza en un balde de agua.

Consultado sobre si sabía quién estaba al mando de su detención, dijo que luego se enteró por su esposa y por los medios que era (Gustavo) Vitón, quien ayer estuvo presente en la sala.

Cruces entre las defensas y querellas 
Neuquén-El defensor de Oscar Del Magro, Rodolfo Ponce de León, inquirió ayer al testigo Oscar Contreras sobre si Raúl Sotto lo había “convencido” de declarar por algún “resarcimiento económico”.

A la respuesta negativa, el defensor aclaró que su pregunta era por un dinero para Sotto y no para el consultado.

La delegada de Neuquén de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Beatriz Gentile, calificó de “despreciable" que un abogado defensor "haga mención a la reparación económica para tratar de manchar y ensuciar los testimonios de las víctimas”.

Las partes ya habían tenido otro incidente cuando el querellante Marcelo Medrano consideró que los defensores querían llevar a todas las víctimas a confundirse para más tarde pedir su falso testimonio.

Varias defensas coincidieron en que el derecho de defensa en juicio no se los da ni la querella, ni la Fiscalía ni el Tribunal sino el Código Penal. “Si este debate es como pretenden las querellas no lo hagamos. Si no podemos preguntar desde varios enfoques para qué sirve este debate”, afirmó Ponce de León.


Raúl Sotto reconoció a Saturnino Martínez como su torturador 
El militante del PJ, detenido a pocos días del 24 de marzo de 1976, identificó al ex policía como autor de los tormentos sufridos en la comisaría de Cipolletti.
Sotto, quien trabajaba en el hospital de Cipolletti, señaló que los imputados Miguel Quiñones y Oscar Del Magro eran quienes lo interrogaban.
Neuquén -A pesar de incurrir en algunas confusiones en el momento de precisar el orden de sus detenciones, Raúl Sotto, empleado del hospital de Cipolletti en 1976, identificó al suboficial Saturnino Martínez como el autor de las torturas que sufrió en la por entonces Comisaría 24 de esa ciudad. Sotto, quien se desempeñaba como administrativo en el hospital de Cipolletti y militaba en el justicialismo, declaró ayer ante el Tribunal Oral Federal en el juicio contra 23 represores acusados de delitos de lesa humanidad ocurridos en la región durante la última dictadura militar que se realiza en AMUC. 

Además de citar a Martínez, Sotto mencionó a Miguel Ángel Quiñones, por entonces subayudante de Inteligencia de la Policía de Río Negro; Oscar Ignacio del Magro, oficial, y Gerónimo Huircaín, oficial ayudante encargado del servicio de Informaciones, como partícipes de su detención días después del 24 de marzo de 1976. "(Saturnino) Martínez era el que me metía la cabeza en un fuentón para que contestara el interrogatorio", dijo Sotto en alusión a esa práctica conocida como submarino.

En tanto, como interrogadores identificó a Quiñones y Del Magro, quienes también están imputados en esta causa. Comentó que personal del Ejército y de la Policía de Río Negro allanó su vivienda buscando "armas y material subversivo que no tenía". Posteriormente, policías y soldados lo detuvieron en el hospital de Cipolletti donde trabajaba. De allí fue llevado a la comisaría de esa localidad donde fue interrogado y torturado. Allí estuvo detenido menos de una semana. "Del Magro me agarró y me dijo: 'Cantá la justa, mirá cómo tenés el oído', ya que producto de las torturas "me reventaron el tímpano", declaró Sotto.

Sotto recordó que Quiñones lo sacaba, junto a otros detenidos, "en una camioneta del Ejército" para reconocer casas en la que afirmaba "se reunían los subversivos". Además rememoró los golpes sufridos por otros detenidos como Oscar Contreras, y aseguró que estuvo en cautiverio con los hermanos Juan y Julio Pailos. Las preguntas de los defensores de los imputados provocó que Sotto se confundiera o se contradijera en algunos detalles que llevó a Hernán Corigliano y Gerardo Ibáñez a solicitar que se lo investigue por falso testimonio.

Después de Sotto declaró por teleconferencia desde el Consejo de la Magistratura en Buenos Aires Elba Sánchez. En su declaración Sotto había mencionado a Sánchez como una de las compañeras del sector de administración donde trabajaba pero la mujer no pudo precisar si estaba entre ellas. A partir de este testimonio, Ibáñez solicitó que se extraigan estos dichos para dar más apoyo al pedido de falso testimonio que había solicitado su colega Corigliano.
FuentedeOrigen:http://www.lmneuquen.com.ar
Fuente:Agndh 

ENTREVISTA 
Noemí Labrune: "Tuve la certeza de que los estaban asesinando en 1979" 
27/04/2012 
"El castigo mayor ha sido el ocultamiento del destino, no la muerte".
Noemí Labrune, dirigente de la APDH neuquina y referente de la lucha por los derechos humanos en la región, tuvo la certeza de que los desaparecidos estaban siendo asesinados en 1979. Se lo dijo a Emilio Mignone, fundador del CELS, un periodista extranjero que vino con la misión de la OEA a la Argentina.


–¿Qué reflexión le provocan los dichos de Videla? 
–Si usted me pregunta cuándo nosotros supimos fehacientemente que esos desaparecidos estaban siendo asesinados, le digo que fue en 1979, cuando vino la OEA a la Argentina. Vinieron además periodistas extranjeros; uno de ellos le dijo a Emilio Mignone (en ese momento empezaba el CELS a trabajar) que había tenido la información directa de un militar (nosotros pensamos que podía ser Díaz Bessone) explicándole que la mayoría había sido ajusticiada –ésa fue la palabra– y que había un contingente que todavía no, que se estaba viendo qué se hacía con ellos, pero que la gran mayoría ya había sido muerta. Le preguntaron lo mismo que Videla ahora explica: "¿Y por qué no los juzgaron?". Y les dijeron que eso era imposible porque no lo hubieran permitido ni la opinión pública, ni la nacional ni la internacional, y tampoco la Iglesia, que había sido por un pedido especial de la jerarquía eclesiástica.

–Es parecido a lo que dice ahora Videla. 
–Es tal cual. Pero, en ese momento, este sistema de ir largando a algunos después de uno o seis meses en un "chupadero" significaba para los familiares la esperanza de que también su ser querido podía ser largado; era parte del sistema. Por un lado, ese sistema hacía que el resto de la comunidad quedara paralizado del horror cuando llegaban a contar, muy atemorizados pero de boca en boca, lo que había pasado en ese centro clandestino. Pero por otro lado está la esperanza, y esa esperanza significaba también que eran menos las acciones que se emprendían porque podían perjudicar. Hay casos que se sabían porque venían a contarnos a los organismos, en los que les decían: "A su hijo lo vamos a liberar pero en Misiones, para que se vaya a Brasil, pero precisa eso, precisa aquello". Era parte del sistema.

–Y cuando se enteró de eso en 1979, ¿tuvo la convicción de que era así, de que los desaparecidos estaban asesinados? 
–Yo le creí a Mignone porque lo contó en detalle y por la envergadura de este periodista. Y porque esa historia de que estaban en una escuela de reeducación y todo eso nunca fue muy creíble. No se podía tampoco partir de esa certeza porque los familiares seguían creyendo que estaban vivos. 

–¿Cuándo se dieron cuenta de que era un plan sistemático? 
–Cuando hicimos el trabajo de recolección de datos para la OEA. Cuando supimos que la OEA iba a venir, en septiembre de 1978, distribuimos el trabajo entre los organismos que empezaron a recoger denuncias (la que más tenía era la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Buenos Aires) y nos reunimos luego todos y vimos un patrón común, tanto en los secuestros como en las liberaciones o los blanqueos. Y los testimonios de los que habían estado en los chupaderos se parecían muchísimo. Acá, el primero que dio su testimonio fue Luis Genga.

–En 1983 la bandera de "aparición con vida" se levantaba aun sabiendo que estaban muertos... 
–Sí, muchos sabíamos. Pero allí el tema de "aparición con vida" no era una contra para comprobar una culpabilidad, porque los juicios no estaban todavía habilitados. El momento exacto para decir eso tendría que haber sido el juicio a las Juntas; en ese momento el fiscal Strassera, que uno admira tanto, sabía al igual que nosotros que los habían asesinado y no requirió homicidio. No tuvo la libertad, porque el gobierno de Alfonsín no quería que ello se dijera, de plantearlo como homicidio. Era necesario hacerlo antes de que pasaran 10 años del hecho porque, como no era un crimen de lesa humanidad, prescribía. Y, además, creo que hubiera sido una liberación, incluso para aquellos que los esperaban con vida. Desde el punto de vista de la salud mental hubiera sido mejor. Videla no dice toda la verdad: la desaparición forzada y la incertidumbre esperanzada y frustrada, y vuelta a esperanzar y vuelta a frustrar, que fue la vida de los familiares, no sólo en la dictadura sino después, era parte de un sistema. El castigo mayor ha sido el ocultamiento del destino, no la muerte.
MARTÍN BELVIS 
martinbelvis@rionegro.com.ar
Fuente:RioNegro.com

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