la protesta militar liderada por aldo rico
Se cumplen 25 años del motín carapintada contra el gobierno de Raúl Alfonsín
El levantamiento hizo célebre la frase del ex mandatario radical: “Felices Pascuas, la casa está en orden y no se derramó sangre.”
Felices Pascuas. La casa está en orden y no hubo derramamiento de sangre.” Raúl Alfonsín pronunció la célebre frase desde el balcón principal de la Casa Rosada en la última de las jornadas del levantamiento carapintada de 1987. El ex mandatario radical había regresado de Campo de Mayo, donde los militares comandados por Aldo Rico se habían alzado en armas. Unas horas antes, luego de hacer hincapié en el “estilo de vida democrático” de los argentinos había anunciado que se acercaría “personalmente” al regimiento sublevado. “Les pido a todo que me esperen acá”, invitó Alfonsín al público que se había acercado a la plaza, al tiempo que desde las pantallas de ATC, el canal público, se exhortaba a los argentinos a acercarse a la Rosada: “Democracia o Dictadura, todos a Plaza de mayo”, podía leerse en la tarde el 16 de abril. Por los caprichos del calendario, este año las Pascuas se celebrarán once días antes de que se cumpla el 25º aniversario de aquel mensaje para la historia.
“Sabíamos que se venía incubando un clima extremamente complejo, más que sedicioso, dentro de un sector de las Fuerzas Armadas en razón de la política de Derechos Humanos que llevaba adelante el gobierno”, recuerda Federico Storani, quien se desempeñaba como diputado.
Todo comenzó cuando el mayor de inteligencia Ernesto Barreiro se negó a concurrir al juzgado que lo investigaba por cargos de tortura y asesinato y se amotinó en el Comando de Infantería Aerotransportada de Córdoba junto a otros 130 militares, para resistir la orden de detención judicial. El gobierno les ordenó a las fuerzas militares que obligaran a sus camaradas a levantar los amotinamientos, pero salvo el general Ernesto Alais, quien ofreció su ayuda, aunque nunca llegó a Plaza de Mayo, nadie abandonó los cuarteles.
“La tesis del algunos en el gobierno era plantear que existía un sector golpista, pero otros que apoyaban la democracia. Tenían la idea de hacer algunas concesiones, pero en la Coordinadora creíamos que había que acelerar los juicios y enfrentarlos, porque contábamos con total apoyo popular”, explica Storani.
Según relata Leopoldo Moreau, también diputado en aquellos años, el ex ministro de Defensa Horacio Jaunarena le comunicó a Alfonsín que los carapintadas deseaban hablar con él, algo a lo que el mandatario accedió. Acompañado por su edecán, Julio Hang; el fotógrafo presidencial, Víctor Buggé; y el brigadier Héctor Panzardi; Alfonsín se entrevistó con Rico. Hoy, desde el radicalismo insisten en negar que la posterior promulgado la ley de Obediencia Debida, haya sido una “claudicación” para superar la crisis.
“Hubo una moderación del planteo, pero no es cierto que se hiciera ningún tipo de concesión. Se acordó agilizar los juicios y no mucho más. Lo que difirió fue la calificación que les daba Alfonsín: en Plaza de Mayo, en vez de golpistas, los llama amotinados y les concede darles a algunos reconocimientos por su participación en Malvinas”, cuenta Storani.
“El sentimiento que reinaba era el de indignación contra los militares. Todo el mundo fue solidario con el presidente, que era ser solidario con la democracia. Durante su gobierno, Alfonsín le fue quitando poco a poco los resortes de poder. La derecha decía que el presidente quería destruir al ejército, pero esas eran todas calumnias”, opina el histórico dirigente radical Hipólito Solari Yrigoyen. “Alfonsín recibió un país autoritario y devolvió uno democratizado. Había una gran resistencia de los militares a que se hiciera justicia, querían impunidad”, asegura el ex senador.
“Los hombres amotinados han depuesto su actitud. Como corresponde serán detenidos y sometidos a la justicia”, aseguró Alfonsín a su regreso a Plaza de Mayo, aunque la sentencia sólo se cumplió a medias.
Fuente:TiempoArgentino
No hay comentarios:
Publicar un comentario