15 de mayo de 2012

BOLIVIA.

lunes, 14 de mayo de 2012 
La prepotencia transportista 
Por Antonio Peredo Leigue 
Lunes 7 y martes 8 de mayo, las ciudades de La Paz y El Alto, sufrieron la prepotencia de los transportistas que exigen aumento en sus tarifas, estudio de nuevas rebajas en la importación de repuestos y supresión del reglamento municipal para el mejoramiento de la circulación vehícular. El apoyo de sus pares en el resto del país no tuvo la agresividad que sufrieron estas dos ciudades.

En un clima de reclamo al gobierno desde todos los sectores, era previsible un paro de este gremio que está insistiendo en mejoras de todo tipo. Pero los salarios de los funcionarios públicos están congelados. Rechazan la ley municipal; seguramente, una explicación por parte de ellos, haría entender sus razones. No fue el camino que eligieron, prefirieron el abuso contra toda la población.

No solamente que dejaron de circular los vehículos del servicio público, sino que impidieron el tránsito de los carros particulares. Públicamente advirtieron que cualquier particular que se prestase a llevar a otras personas, sufriría las consecuencias. Incluso llegaron al extremo de impedir que las ambulancias trasladen pacientes a los hospitales. Las avenidas, las calles que desembocan en éstas y los pasajes, quedaron bloqueados por buses y minibuses. Una motocicleta transitando, debía hacerlo con cuidado y como si estuviese de paseo. Fue, en toda su extensión, un paro represivo contra la población.

La controversia no va por lo injusto de su reclamo, sino por la saña que mostraron a lo largo de 48 horas. Argumentarán, seguramente, que un reclamo con paro y otras medidas de protesta, no han dado resultado en el pasado; que debían hacerlo de una manera contundente para que las autoridades reaccionen. Igual que los maestros cuando perjudican a sus alumnos. Lo mismo que los médicos que dejan de atender a sus pacientes.

En ninguno de estos casos han logrado más de lo que podían haber acordado en la mesa de diálogo. Pero el horno no está para bollos, dice el refrán español; es decir, los tiempos que vivimos no son para conversaciones, sino para confrontaciones. El vicepresidente García Linera ha dicho que el gobierno sabe manejar esta situación de conflicto; no hay que dudar de su palabra. El caso es que, sepan o no sepan manejarlo, la molestia y tiempo gastado, la intranquilidad acumulada y el stress que se hace evidente día a día, son el alimento diario de las ciudadanas y los ciudadanos. No es un mano a mano entre el gobierno y los reclamantes, es algo más que eso y no parece que estuviesen manejándolo.

El mismo caso de los transportistas.
La cuestión es entre éstos y las alcaldías de nuestras dos ciudades. Pero las escenas de policías, en uniforme de rutina, sin casco ni escudo, sin porra ni gases, circulando entre los buses que bloqueaban las calles, dejaban la sensación de que el gobierno daba vía libre a los transportistas. Los colegios han paralizado actividades durante toda la semana porque, después de los dos días de que se apropiaron los transportistas, la huelga de tres días de la COB completa la semana. Si el gobierno determinó esa suspensión, no podrá alargar después el calendario escolar.

El Ministro de Gobierno no tuvo éxito en una reunión que preparó para la tarde de este martes, a la que el alcalde se comprometió asistir y en ese punto está trabado el diálogo entre ambas partes. Posiblemente se mantenga así hasta que encuentren un mediador validado por los dos. Peor aún, si uno de los confrontados sostiene que se trata de un tema bilateral, se estanquen allí las posibilidades de conversación y, en consecuencia, de solución. Se parece en mucho a un tema internacional que nos oprime desde hace más de un siglo.

Las cuentas no siempre dan buen resultado. Pero, en este caso, la comparación es simple. Los salarios se mantienen bajos. Bajos también tratan de mantenerse los precios de los alimentos. Hace algo más de un año se promulgó un decreto que aumentó el precio de la gasolina; la protesta popular hizo que el gobierno retrocediera en su intento, pero los transportistas consolidaron sus tarifas. Además, comenzaron a practicar el pago por tramos y el público ha aceptado sin protestar. No parece posible que siga estirándose la cuerda.

lunes, 14 de mayo de 2012 
Caminante, no hay camino 
Por Antonio Peredo Leigue 
No hay forma de explicarlo. Las organizaciones sociales, desde los rumbosos médicos, pasando por los nada pobres transportistas, hasta los fabriles afiliados a la COB, están en huelga. El Vicepresidente ha dicho que se trata de la vitalidad de un proceso de cambio y que, el gobierno, tiene la suficiente solvencia para manejar la situación sin muchos sobresaltos. Ahí está el quid de la cuestión.

En el rostro de nuestras ciudadanas y nuestros ciudadanos, se perciben los sobresaltos que causa esta inestable situación. Es probable que muchos esperemos que haya un momento en el que se rectifiquen posiciones y vislumbremos, una vez más, el camino a seguir en este proceso de cambio. Pero hay que advertir que son muchos y muchas quienes descreen de tal rectificación. ¿Por qué? Unos por la rutina; se acostumbraron a vivir, aunque sea en la miseria, pero sin sobresaltos. Otras, porque apoyaron un proceso de cambio que soñaron como una avenida donde no había ningún obstáculo, ningún rompemuelles, ningún hueco ni siquiera desportilladura. Los hay, finalmente, quienes vemos la realidad: el camino está por hacerse porque, según decía el poeta, se hace camino al andar.

Claro que no se trata de andar en cualquier dirección, porque así podemos llegar a cualquier parte, menos a la meta que nos propusimos. No es simple hacer camino al andar, pues al menos debe seguirse determinada orientación. El proceso de cambio tiene una dirección: vivir bien como norma para todos los bolivianos y las bolivianas. Los que viven aquí, originarios o recién llegados. Los que habitan el campo y los que se alojan en la ciudad. Los pobres y los que nada tienen. Por supuesto, quienes están más necesitados precisan una atención inmediata y mayor. Todo esto en función de las posibilidades de nuestro país. Que esas posibilidades han mejorado, es muy cierto, como lo es que hay un visible mejoramiento en el vivir de la gente. 

¡Falta! Claro que hace falta mucho más y no es precisamente lo que está haciendo nuestro gobierno. La carretera por el TIPNIS, ¿acaso no es un enfrentamiento grosero? Hay mucha gente dispuesta a apoyar la construcción de esa vía. Pero las disposiciones de la consulta previa fueron hechas para proteger la vida, los usos y costumbres de las minorías. Por eso no es una consulta general, sino una particular a los pueblos que viven allí. Seguramente, si se hubiese hecho a tiempo, antes de iniciar los trabajos, esta tempestad de reclamos no se hubiese producido.

No es posible que haya tal desentendimiento con la Central Obrera Boliviana. Seguir dando vueltas al tema salarial, puede llevarnos a medio año sin una solución. No es correcto. No lo es, mucho más si revisamos los balances presentados hace poco más de un mes, por los bancos y nos chocamos con sus sustanciosas ganancias, a las que debe agregarse el aumento de sus patrimonios. Se ha reducido la miseria, pero distamos mucho de haber logrado una redistribución regular de la riqueza. Ésta sigue estando en manos de los grandes empresarios.

Pedir 8.300 bolivianos como salario básico, es irracional. Lo saben los dirigentes de la COB. Pero tampoco es apropiado un simple resarcimiento de la inflación ocurrida el año pasado, según el conteo del INE. ¿Para qué mostramos ingresos que son, cada año, mayores? El pueblo quiere ver esos ingresos en sus manos. Gastamos en inversión; muy bien. Pero esa inversión debe sentirse en el bolsillo de las personas. Se ha ampliado la clase media; de acuerdo. Pero debemos dar un paso más hoy día. Nos estamos enfrentando a nuestra propia gente, a las organizaciones sociales que son la base sobre la que descansa nuestro gobierno.

Hemos dejado que, la exigencia de los médicos, se convierta en una reivindicación de la COB. ¿Cómo puede ocurrir esto? Los médicos no pertenecen al movimiento popular. Los trabajadores en salud, los universitarios, se comprometen en defensa de los médicos; no es entendible. Si estos profesionales logran su objetivo, no compartirán absolutamente nada con quienes los están apoyando: universitarios, trabajadores en salud, COB. La trama se hace más densa, más intrincada. Alguien ha perdido la orientación y no es precisamente ésta o aquella organización social ni tampoco los profesionales que saben cuáles son sus intereses y cómo lograrlos.

Debemos hacer el esfuerzo. Que la gente que está desorientada, aquélla que tiene susceptibilidades, la que ha sufrido desencantos y quienes, por último, dejaron de creer en el proceso de cambio, comiencen a tener la visión de lo que puede ser este proceso. No se trata solamente se saber manejar la situación. Hay mucho más que eso, está la gente a la que nos debemos.
Fuente:Argenpress

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