Una mirada desde la Economía Solidaria
¿Mateamos?
En Argentina, pionera mundial en la producción de yerba mate, sólo
10 marcas concentran el 80% del mercado yerbatero, y cada tanto todo el país se
convierte en rehén de los manejos de las industrias formadoras de precios.
Frente a la falta de políticas públicas estructurales, desde abajo y lentamente
se desarrollan emprendimientos productivos de pequeña escala que, en base a los
principios de la Economía Solidaria y el comercio justo, apuestan a un modelo de
desarrollo sustentable. Enrique Heinzmann y María Silvia Diéguez, emprendedores
misioneros, nos hablan de su trabajo artesanal dentro la agricultura familiar.
A María Silvia y Quique los conocimos
una tarde en el Mercado Solidario, cooperativa que lleva diez años poniéndole el
cuerpo y el corazón al desarrollo de una economía artesanal, solidaria y
autogestiva.
Ese día en la cooperativa había ambiente de club de barrio,
estaba llena de gente, de bicicletas, las conversaciones se mezclaban entre
mates y abrazos. A un costado de las mesas, entre mate y mate, se proyectaban
imágenes vinculadas al proceso de elaboración artesanal de yerba mate.
“Estos encuentros tienen el sentido de la Vida. El intercambio de
historias y saberes es, en sí, una de las pocas riquezas perdurables. La yerba,
también es una manera de expresarnos; compartirla y relacionarnos completa el
ciclo vital del trabajo. Es nuestro aporte, es otro modo de ponerle el cuerpo a
la Red y, además, sirve para divulgar otros productos”, nos explica María Silvia
Diéguez, refiriéndose a las degustaciones que acostumbran a realizar para
presentar sus productos.
“Vivimos en función de la atención a las
plantas, de cosechar lo que nos brindan y de transformar esa energía en un
alimento de calidad. Complementamos el envasado artesanal, contratando, en
establecimientos habilitados para tal fin, las etapas de secado y molienda de la
yerba mate”, nos cuenta esta pareja de emprendedores misioneros, dejando
entrever toda una filosofía de vida, cercana a los tiempos y ritmos de la Madre
Tierra. Es el mismo que destinan al intercambio de saberes y sabores.
Las yerbas Quiquemann y Guidaí son elaboradas en el marco de un proyecto
de agricultura familiar, a partir del trabajo de tres personas comprometidas con
el proyecto. Esta vez, Quique y María Silvia recorrieron más de mil kilómetros,
desde Los Helechos, donde se ubica la chacra en la que producen alrededor de
cinco mil kilos por año, para traer la yerba a Rosario y también generar esta
cálida ronda matera de la que están participando otros emprendedores, artesanos
y vecinos.
Producción convencional
La producción
convencional de yerba mate requiere de un proceso complejo que articula etapas
manuales e industriales. Tradicionalmente se cosecha a través de la recolección
que hacen los tareferos, el primer eslabón de la cadena y al mismo tiempo el
último, en cuanto a las condiciones de trabajo y los salarios que reciben.
Hacinamiento, insalubridad, incumplimiento del jornal diario, trabajo de
menores, pago con vales, son algunas de las históricas irregularidades que
denuncian los trabajadores y el sindicato de Tareferos (1).
Uno de los
mayores obstáculos para los pequeños productores está en las etapas de
distribución y comercialización, fuertemente concentradas en pocas manos. Sólo
10 marcas concentran el 80% del mercado. (2)
“Del precio de cada kilo de
yerba, el 25 por ciento se reparte entre Estado (a través de impuestos),
productor, contratista y tarefero. Y el 75 por ciento queda para los molinos,
grandes empresas y comercializadoras. Ahí es donde se condena al tarefero a la
esclavitud. Cambiar esa injusticia es una decisión política” (3), señalan desde
el Sindicato y no dudan en citar a cuatro mega empresas que manejan el mercado:
Las Marías (Taragüi, La Unión, La Merced), La Cachuera (Amanda), Molinos Río de
La Plata (Cruz de Malta y Nobleza Gaucha) y Hreñuk SA (Rosamonte).
Desde un lugar saludable
A un costado de las
abusivas y explotadoras lógicas de mercado, el movimiento de la Economía
Solidaria busca respetar al ser humano, los vínculos, las condiciones de
trabajo, los ciclos de la naturaleza y, también, pagar un precio justo en toda
la cadena de valor.
Las marcas Guidaí y Quiquemann
son elaboradas siguiendo las indicaciones del Manual de Buenas Prácticas
Agrícolas para el manejo de la chacra, a partir de criterios sociales y
ambientales, lo que significa “no tener prácticas depredatorias, extractivas o
contaminantes. Cuidar el agua, proteger los humedales, devolver a la tierra
parte de lo que le extraemos con cada cosecha, cuidar el suelo de la erosión.
Cuidar la salud y la seguridad de los trabajadores. Respetar los tiempos de
naturaleza, entre otras muchas cosas”, detalla Enrique “Quique” Heinzmann.
“Creo que las nuestras se distinguen de otras yerbas por el criterio con
el que son concebidas. Por ejemplo: Observamos la influencia favorable de la
luna en la naturaleza y, entonces, decidimos hacer o no hacer determinados
trabajos en la plantación. También, ponemos atención en los tiempos de madurez
en todas las etapas de elaboración, entre otros detalles propios de una
producción pequeña y artesanal”, agrega María Silvia.
Este
emprendimiento de agricultura familiar está asociado a la cooperativa La Asamblearia y su yerba
circula a través de las redes de comercio justo, llegando a Rosario, Buenos
Aires y Córdoba. Si bien transitan por un camino propio, a su vez participan de
una asociación de pequeños productores, iniciativa del INTI y son socios de la
cooperativa Río Paraná.
“La asociación cooperativa es el recurso
adecuado para los pequeños productores, La Asamblearia es un ámbito de respeto,
colaboración, responsabilidad y compromiso”, sostienen, observando que el avance
y desarrollo de la Economía Solidaria requiere de productores y consumidores
responsables, en el marco de un proceso de cambio cultural de largo plazo.
“Creo que los avances son diferentes de acuerdo con el ámbito que se
evalúe. En los espacios más alfabetizados, hay mayor divulgación y aceptación de
los principios de la Economía Solidaria. En nuestro medio, muy de a poco,
venciendo los prejuicios, notan que se puede trabajar de otra manera. Y en
aquellos lugares donde las necesidades son endémicas, los procesos son más
complejo. De hecho, siglos de sumisión y dificultades no se revierten, sólo, con
buenas intenciones”, desliza María Silvia.
Fuentes:
1.
Agencia de Noticias Walsh: La
renta de las grandes empresas descansa sobre la esclavitud de los
tareferos
2. Diario Cronista:
Sólo
10 empresas se reparten el 80% del control del mercado de yerba
mate.
3. Diario Página12: Reclamo
de tareferos
Guidaí y Quiquemann son elaboradas siguiendo las indicaciones del Manual de Buenas Prácticas Agrícolas para el manejo de la chacra.
Publicado el: 24/06/2012
Por Vivi Benito.
Fuente:enREDando
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