10 de junio de 2012

Para un testigo, el terrorismo de Estado se inició con la Masacre Rodolfo Mattarollo era el abogado de la fusilada María Sabelli.

09/06/2012 
Para un testigo, el terrorismo de Estado se inició con la Masacre Rodolfo Mattarollo era el abogado de la fusilada María Sabelli. 
Declaró ayer en Rawson y contó lo mal que la pasaron los abogados de Capital Federal que vinieron a defender a los presos políticos. 
Testigo. Mattarollo brindó un amplio contexto acerca de los años de plomo y de las motivaciones militares. 
Por Rolando Tobarez 
El presidente chileno Salvador Allende en persona fue quien desoyó el insistente reclamo argentino y decidió no devolver a los seis líderes guerrilleros fugados de la Unidad 6 de Rawson para que pudieran volar a Cuba. Esto pese a que varios de sus ministros querían regresar rápido a los evadidos para mantener una buena relación con el gobierno de Agustín Lanusse, luego de la Masacre de Trelew de agosto del ´72.

Metido en la escena ya que había viajado a Santiago para gestionar por sus defendidos, el abogado Eduardo Luis Duhalde perdía las esperanzas, se deslizaba por su silla y se hacía cada vez más chiquito. El clima en ese Consejo de Ministros se tornaba difícil para los argentinos, con muchas opiniones a favor de la extradición. Allende escuchó a todos pero finalmente con un gesto enérgico golpeó su puño en la mesa: “¡Pero este es un gobierno socialista, mierda, no se entrega a ningún compañero y esta misma noche se van para La Habana!”. Así Fernando Vaca Narvaja, Roberto Quieto, Enrique Gorriarán Merlo, Mario Roberto Santucho, Marcos Osatinsky y Domingo Menna salvaron su vida.

Lo contó ayer Rodolfo Mattarollo, quien lo oyó del propio ex secretario de Derechos Humanos de la Nación, fallecido hace pocos meses. Mattarollo fue abogado de María Angélica Sabelli, una de las 19 fusiladas en la Base Almirante Zar de Trelew. La recordó de 23 años y profesora de Matemáticas. “Era militante de una organización armada peronista. Yo no era peronista pero defendíamos presos de todas las ideologías. Aún recuerdo la forma en que sus padres buscaban justicia”.

Declaró dos horas ante el tribunal que juzga por la matanza a Jorge Bautista, Luis Sosa, Emilio Del Real, Carlos Marandino y Rubén Paccagnini. Es embajador de la UNASUR en Haití. Dueño de una cultura para repartir, Mattarollo contó las penurias de los abogados tras la fuga del penal capitalino. “Siempre recuerdo la angustia de los familiares de las víctimas porque Trelew fue el primer ensayo del terrorismo de Estado, en una escala amplia y visible para imponer la pedagogía del terror; fue un salto cualitativo en la represión”, le dijo al tribunal.

Como otros testigos, confirmó que el temor nació cuando tras la fuga, el grupo que sobró fue alojado en la Base y no regresó a la U-6. “Esa promesa se violó de entrada porque tenían una indefensión total y todo indicaba una situación de alta vulnerabilidad y de alta sospecha y alarma”. Para el abogado, matar a esos detenidos fue la respuesta al “ridículo” en que quedaron las fuerzas armadas. “Se habían escapado de un penal que suponían inexpugnable, enclavado en la estepa patagónica. ¿Hacia dónde podían ir?”. Mattarollo consideró que la cárcel capitalina fue otro engranaje de un sistema represivo “pensado para desgastar la moral de los detenidos en una escala que no se había conocido antes en el país”.

La semana entre el 15 y el 22 de agosto del ´72 los abogados porteños buscaron a los jueces locales y a los secretarios judiciales “a sol y sombra” e “hicimos todas las gestiones posibles”. Habían viajado desde Capital Federal en dos remises polvorientos. Nadie les quiso vender pasajes aéreos. En Trelew y Rawson tiraban los hábeas corpus por debajo de las puertas. “Lo intentamos todo pero aquí no quedaba nada por hacer: era nuestra voz contra un muro infranqueable”. Ni probaron gestionar con militares.

La versión de Mattarollo es que esa madrugada en la Base “se accionaron todos los dispositivos de un sistema que estaba preparado para sembrar el escarmiento”. Calificó los fusilamientos como “un crimen horrible” y restó importancia a que hubo tres sobrevivientes, lo cual según la Marina era imposible si había intención de eliminar a todos. “Ningún crimen es perfecto y siempre hay un elemento de azar que no se domina, actúa en las circunstancias más complejas y hace que las cosas no resulten como se pretende”.

Para el testigo, si María Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar tuvieron atención médica posterior “fue inevitable para la junta militar si quería limitar los daños. No podía ser de otra forma”. Ese trío “era la vidriera que había que atender porque de lo contrario sería un escándalo mayúsculo y ya bastante había pasado en Trelew”. Los abogados de los presos no leyeron las curaciones a los sobrevivientes como una prueba de la versión militar ni como un gesto humanitario. “De la misma manera, Albano Harguindeguy decía que no se podía fusilar como Franco porque eso traía muchos problemas”.

A los 6 fugados en Chile le quitaron la radio. Se sorprendieron con temor. Fue la estrategia para que no se enteren de la masacre por los medios y la noticia la dieran sus abogados. Para Mattarollo, es muy difícil que Lanusse no estuviese involucrado en la decisión de eliminar a los 19. “Con ese episodio se dibujó el escenario que vendría luego, inspirado en la escuela francesa de la guerra contra Argelia”, explicó.

Esa guerra contrarrevolucionaria que se usó también en Chubut giraba sobre tres ejes: dividir al país en zonas y subzonas; uso ilimitado de la tortura y la inteligencia como arma fundamental. “Invariablemente, los presos eran torturados desde el momento de su detención”, aseguró. Para Mattarollo, la Marina difundió al menos 4 versiones contradictorias, que al regreso del exilio Duhalde incluyó cuando la editorial Contrapunto publicó “La patria fusilada”, de Paco Urondo.
Fuente:DiarioJornada

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