JUEVES, 12 DE JULIO DE 2012
Nerviosismo en la cúpula tricolor
Por Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)
Tras la derrota más contundente obtenida en su septuagenaria vida, el Partido Acción Nacional por medio de su dirigencia que coordina Gustavo Madero, reaccionó ante “la inequidad severa y faltas graves” en la elección presidencial.
El primer panista del país hasta la medianoche del 30 de noviembre, respaldó la denuncia con un “es inaceptable la compra de votos” porque “es la compraventa de voluntades políticas”, pero a renglón seguido recordó “los mitos y tonterías” de la elección presidencial que dice ganó con el .56 por ciento, mismo que lo condujo a respaldarse en las fuerzas armadas para legitimarse con una guerra declarada autocráticamente, “mandando al diablo sus instituciones”, con un costo en vidas humanas que supera los 60 mil mexicanos y que, a su criminal juicio, “de cualquier manera hubieran ocurrido los asesinatos, pero con la diferencia de que el Estado estaría sometido a los cárteles de la droga”.
A confesión de parte, relevo de pruebas.
Para Madero Muñoz el Instituto y el Tribunal electorales del ámbito federal no pueden ser omisos en el evidente rebase de gastos de campaña, las aportaciones privadas, los mecanismos paralelos de financiamiento, la compra directa de votos, la promoción de candidatos fuera de los tiempos establecidos, la intervención de los gobiernos estatales y municipales y el manejo parcial de la información.
Plausible la denuncia de Madero, pero en evidente contradicción que sólo la real politik que guía a su partido desde 1988 puede explicar. Sentencia, además, que “las elecciones están bien hechas” –“impecable” fue el trabajo del IFE, jura el consejero Marco Antonio Baños–, mas rechaza por medio de su vocero, Raúl Reynoso, la cooperación con el Movimiento Progresista para “intercambiar evidencias sobre irregularidades”.
Estos videntes de la política electoral hecha democracia a la mexicana, se anticiparon al Programa de Resultados Preliminares del IFE y su candidata Josefina Eugenia Vázquez anunció que “las tendencias no me favorecen”, exigió a Andrés Manuel López Obrador reconocer los resultados, guión que repitió el ambientalista que recicló Elba Esther Gordillo como candidato de su franquicia. Todo ello por medio de una telenovela rosa, transmitida la noche del domingo 1 por el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio para vender como suiza una más que desaseada elección presidencial y que puso en movimiento a cientos de miles de mexicanos en las redes y las calles del país y del extranjero, como registran periódicos estadunidenses y europeos.
Mas el “nuevo” Partido Revolucionario, pese a que Enrique Peña Nieto ya recibió el “reconocimiento” de más de una veintena de jefes de Estado y de gobierno, da muestras de nerviosismo creciente. Francisco Labastida rechazó la crítica de Calderón Hinojosa por ser “una invasión franca” y responsabilizó a Obrador de estar calentando “al movimiento #YoSoy132” y de los “riesgos de violencia”.
Los expertos en provocaciones y soluciones autoritarias no ven más allá de sus narices y todo lo reducen a la tesis “del que mece la cuna”.
Pedro Joaquín Codwell, presidente del tricolor, hizo honor a lo anterior el 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana y metió a Peña en un trascendente desencuentro con estudiantes.
No aprendió el quintanarroense y todo lo reduce a una visión de “votos puros” en Morelos, Tabasco y el Distrito Federal, pero fraudulentos donde perdieron las izquierdas. El PRI tiene millones de votantes por convicción y simpatía, pero abundan los testimonios sobre la compra de sufragios, lo que Peña jura sin inmutarse son “infundios” del Movimiento Progresista.
JUEVES, 12 DE JULIO DE 2012
El poder de don dinero
Por Gerardo Fernández Casanova
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
El que esto escribe –amable lector- nunca ha pretendido ser objetivo en los comentarios aquí formulados; habría que ser una especie de extra terrestre para que alguien pudiera desproveerse de su particular apreciación de la realidad y, en consecuencia, expresarse de manera objetiva e imparcial en materia de suyo subjetiva como es la política. Lo máximo a que aspiro es a exponer mi opinión con el mayor grado de honestidad posible y ofrecer al lector un criterio razonado susceptible de ser convincente. No obstante, hoy pretendo colocarme un escalón arriba de mi particular convicción lopezobradorista para manifestar mi profundo malestar y mi desazón por lo que está sucediendo en México mi país.
La corrupción, si bien es un mal endémico, ha alcanzado niveles críticos que amenazan contra la vigencia de la nación. Los famosos “cañonazos de 50 mil pesos” con que Obregón sometió a los generales revolucionarios, hoy se truecan como dádivas a amplios grupos de población y prebendas a los privilegiados, destinados a garantizar el ejercicio del poder por quienes lo ejercen como fuente de riqueza personal, del partido que sean. ¿Quién, que llegue al poder por tal vía de corrupción, podrá gobernar con honestidad? ¿Cómo exigir honestidad a los funcionarios y a la sociedad si el origen de su supuesta autoridad está marcado por la deshonestidad? Imposible.
Los mexicanos llevamos toda la vida luchando por lograr un país de instituciones regido por el derecho en el marco de la democracia. Han sido muy breves los momentos en que ese anhelo ha estado cerca de lograrse, tal vez sólo con Juárez y los liberales de la Reforma, pero nada más. Ha sido la lucha de nunca acabar: se instaura una cierta institucionalidad y, de inmediato, es frustrada por una nueva forma de violarla; mecanismos sofisticados y onerosos destinados a reforzarla pronto se ven burlados por quienes de eso viven y viven demasiado bien.
Hay una enorme capacidad de adaptación e innovación que si se aplicara a la procuración de la justicia y el bienestar nos llevaría a rivalizar con los mejores países del mundo.
Lo anterior es aplicable en todas las materias de la relación social, ni las religiones se escapan a tal condición. Pero donde adquiere mayor gravedad es en la política, puesto que es la política el instrumento social para lograr el perfeccionamiento de la relación entre los individuos, los grupos y las regiones, en aras de la justicia y el bienestar. Ante una lacerante realidad de miseria e inequidad como la que padecemos, sólo desde el poder se puede actuar eficazmente para corregirla, me refiero principalmente al poder del estado, aunque también se requiere avanzar el logro del poder de la sociedad para actuar en consecuencia.
El proceso electoral que estamos viviendo está brutalmente afectado de corrupción, ya casi concluyó y siguen apareciendo datos duros de comprobación de que es el dinero el factor determinante de la cooptación de la voluntad soberana del pueblo para decidir su destino y elegir a sus gobernantes. Desde la manipulación mediática de las conciencias hasta la burda compra de votos, todo corre por el resbaloso camino del poder económico.
Los muy pocos que detentan tal poder invierten sumas multimillonarias para asegurarse de continuar tal estado de cosas, siempre en detrimento de los muy muchos que sólo cuentan con lo indispensable para sobrevivir. Tales inversiones tendrán que ser ampliamente compensadas por la utilidad resultante. El altruismo sólo queda para el negocio de los teletones.
Pero es también un negocio con riesgo de convertirse en suicidio. Ya va siendo demasiado el agravio en sus múltiples expresiones. Ya va siendo insoportable la continua manifestación de la protesta, ahora con la juventud incorporada en la tarea de construir patria.
A nadie le conviene y nadie gana. López Obrador está obligado a defender los votos que sumó el Nuevo Proyecto de Nación y lo hace; el PAN debiera hacer lo propio; pero aún si no lo hicieran y responsablemente evitaran alentar la protesta, la gente lo hará como pueda: el país se puede incendiar, sea en el gran siniestro o en la suma de pequeños infiernillos generalizados. El punto crítico está rebasado y no hay retorno, a menos que, parafraseando a la Vázquez Mota, se registre el milagro. Un verdadero milagro sería que la autoridad judicial asumiera su papel de garante de la constitucionalidad y se decidiera por limpiar de corrupción el proceso electoral, lejos de argucias y triquiñuelas procedimentales, mediante la declaración de nulidad. La salud del país lo reclama con urgencia.
Fuente:Argenpress
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