18 de julio de 2012

SALTA: Mega juicio: contradicciones y olvidos otra vez en relatos de policías.

Mega juicio: contradicciones y olvidos otra vez en relatos de policías 
Las audiencias seguirán el próximo lunes a partir de las 9, en la cual se prevé la comparencia de 9 testigos. 
Los testimonios de ayer fueron en torno al secuestro y posterior asesinato del docente y diputado provincial Eduardo Rizo Patrón, cuyo cuerpo acribillado a balazos se expuso el 13 de julio de 1976 al pie del monumento San Martín de la ciudad de Metán. Había sido secuestrado un mes antes, cuando lo obligaron a entregarse tomando a su hijo mayor como rehén para lograr ese propósito.


El día que lo encontraron, a corta distancia de él se habían dispuesto cajas que tenían una calavera y decían "peligro explosivos". Uno de los brazos de Rizo Patrón aparecía cubriendo su frente, como en posición a cubrirse de los disparos a su cabeza. Esa fue en resumen la imagen que quedó de aquellos que ese día vieron el cuerpo en horas de la madrugada, entre las 4:30 y 5. Hilario Angel Retuerta, aseguró que reconoció a Rizo Patrón porque se habían cruzado un par de veces o se encontraban en la Municipalidad, dado que él era concejal. Ese día, a las 5, iba a buscar a Rodolfo Saravia Toledo para ir a trabajar al campo. Al salir vio tres autos que dieron vueltas "bastante fuerte". Sostuvo que sintió sonidos "como de ametralladora", y fue entonces que se generó un corte luz. 


Tras buscar a Saravia Toledo comenzaron a cruzar la Plaza y allí vieron el cuerpo y las cajas. "Después dimos cuenta a la Policía, pero sabían mejor que nosotros" lo que había sucedido. 


Saravia Toledo aseguró no haber escuchado nada ese día que encontraron al diputado muerto. El testigo reconocía a Rizo Patrón porque había sido el autor de una Ley de Expropiación en tierras que él trabajaba, proyecto que se denegó. Al ver el cuerpo sostuvo que hicieron la denuncia "a alguien de apellido Jándula y Rallé", que estaban en ese momento en la Comisaría. 


Muestras de tortura 
Bernabé Gerchinoren, quien había sido médico policial en Metán, fue quien realizó la autopsia sobre el cuerpo de Rizo Patrón. Indicó que sólo una vez que estuvo en la morgue, se dio cuenta que se trataba de Rizo Patrón indicando que uno de sus brazos se encontraba fracturado "como si hubiera sido maltratado. Era porque había sido torturado". En total, se habían alojado cinco balas en la cabeza, y en el torso tenía 9 orificios "correspondiente a una ráfaga de ametralladora". No supo decir el calibre de las balas que pudo extraer, e indicó que todas habían sido entregadas a la Policía. El cuerpo no fue más tiempo examinado porque dijo, no había morgue para tenerlo tantos días. 


El jefe del sumario, subcomisario Hernán Coronel, se mostró desmemoriado, situación que explicó también se debió a las afecciones que tenía en aquellos años, por un problema renal. "Muchas veces tomaba calmantes", sostuvo al indicar que ello generaba que no tuviera demasiada atención en las cosas que pasaban. A pesar de que reconoció no haber tenido otro caso parecido al de Rizo Patrón, no recordaba mucho de las actuaciones, si fue o no a la plaza a hacer la investigación, creía que antes que se hiciese cargo del sumario ya contaba con un acta de defunción del médico indicando que el cuerpo era el de Rizo Patrón, no sabe si lo hizo reconocer con algún familiar, envió a detener a quienes fueran los responsables del delito del diputado, pero sin señalar a ningún sospechoso. Sobre las balas, responsabilizó al médico de ser quien hiciera alguna gestión, ni tampoco supo del destino de los explosivos. En definitiva, no recordó nada acerca de la investigación que debía guiar. 
FuentedeOrigen:http://nuevodiariodesalta.com.ar
Fuente:Agndh



martes, 17 de julio de 2012

Un sobreviviente confirmó el accionar conjunto entre Ejército y Policía

Uno de los sobrevivientes de la última dictadura militar dio ayer en su relato distintos elementos que prueban el accionar conjunto de las fuerzas represivas. Este sostuvo que el ex jefe del Ejército, Carlos Mulhall, fue quien le dijo en la cárcel que lo iban a liberar, al momento que indicó que éste iba hasta la cárcel de Villa Las Rosas en helicóptero por las tardes.

Aldo Bellandi, quien fuera jefe de Movilidad del Gobierno de Miguel Ragone, fue quien avisó a la cúpula policial de aquella época, comandada por Joaquín Guil, que "Ragone no necesitaba más custodia policial, porque a Ragone lo custodiaba el pueblo". "Fue ahí que yo cavé mi propia fosa", evaluó el testigo al hablar de su caso incluido en la mega causa que investiga delitos de lesa humanidad a las que fueron sometidas 34 víctimas. Por el hecho en este juicio se encuentran procesados Carlos Mulhall, Joaquín Guil, y Roberto Puertas. Pero este último fue separado del actual juicio por encontrarse enfermo tras haber sufrido un ACV. 

 Nueva audiencia


La madrugada del primero de abril de 1976, Bellandi fue detenido en un mega operativo que se montó en el barrio Santa Lucía. Allí reconoció Puertas quien estaba a cargo del operativo. Tras ser llevado a la Primera, fue detenido por una semana en la Central de Policía en donde inició la tortura. 

Pero los tormentos más dolorosos fueron tras ser trasladado en el Ejército, donde empezó a ser un desaparecido. "Me golpeaban los oídos. Me picanearon testículos, tetillas, boca, planta de los pies. Caminaba con las piernas entreabiertas y en punta de pie", sostuvo en su declaración ante el Tribunal Oral Federal. Las torturas recurrentes duraron meses. Al ser trasladado a la cárcel de Villa Las Rosas, los presos eran dirigidos en las madrugadas frías a los baños donde eran manguereados. La tortura a Bellandi fue más dura cuando en una de estas 'manguereadas' vio de frente al director de la Cárcel, Braulio López, a quien conocía porque "yo casi como que lo posicioné" durante el Gobierno de Ragone. "Como él a mí me conocía, se me puso de frente en una de esas ocasiones y me miraba, y fue cuando yo escupí al piso". 

Contó también que escuchaban helicópteros en donde supuso que por el movimiento de uniformados del Ejército, viajaba Mulhall hasta la cárcel. Fue allí que éste lo atendió un año después de haber sido detenido y desaparecido. "Con las piernas cruzadas sobre un escritorio y golpeando las botas con una fusta, me dijo que iba a salir en libertad", contó. 

Al darle la noticia le dijo "de política y peronismo nunca más (porque) la próxima no sale".

Las persecuciones no cesaron. Contó que en una ocasión le hicieron causa a él y su mujer por un supuesto robo en YPF, razón por la cual estuvieron detenidos unos 15 días.


Un mega operativo

Antes de la 1, del primero de abril del '76, el equipo conformado por uniformados y otros de civil, había ido hasta la España 25, en donde vivía la hermana de Bellandi, con su madre, su esposo y sus cinco hijos. "Entraron de golpe y dieron vuelta todo", contó Ana María Bellandi, al recordar esa noche en la cual su hija de 17 años fue agarrada por el cuello por uno de los civiles que irrumpieron en la vivienda al momento que apuntaba con un arma corta a la cabeza de la adolescente. Ante ese panorama, Ana María contó que su esposo pidió calma a los represores, prometiéndoles que los iba a llevar hasta el domicilio de su cuñado. 

Fue entonces que cerca de la 1 llegaron al domicilio de Aldo Bellandi, quien dormía junto a su mujer, Griselda Banegas. 

A Bellandi lo pusieron mirando a la pared a punta de pistola. A Griselda la llevaron a otro dormitorio y la desnudaron. "Uno me presionaba contra la pared con una mano, y con la otra me manoseo los pechos y la vagina", contó la mujer, al indicar que los demás se reían y seguían buscando papeles, llevándose al final unos libros. Luego se llevaron a su marido y por detrás una caravana de jeeps y otros vehículos se alejaron del lugar.

Banegas como Ana María Bellandi recordaron que en aquel entonces, sólo supieron de Aldo mientras estaba en la Central de Policía. A la semana desapareció. Su hermana lo buscó por todos lados hasta que "no se cómo, dí con un capo máximo militar, y el hizo dos llamadas y me dijo que mi hermano estaba en la cárcel. Pero que no podía ir a verlo ni hacer nada por él. Y que no le iba a pasar nada". Un año después, Aldo volvió a ver a sus familiares. "Cuando entró a mi casa no era mi hermano, era un pobre tipo, que estaba mal, flaquito, sin pelo…era una piltrafita". La tortura dejó secuelas en Bellandi quien (entre otras cosas), tiene problemas para oír. "Si me preguntan a mí, yo para ellos quiero la cárcel común", dijo el testigo.
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont

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