12 de julio de 2012

Una mujer como pocas y una historia de lucha y dolor.

Una mujer como pocas y una historia de lucha y dolor 
Por Silvina Tamous.- 
El secuestro de su hija, hace una década, la convirtió en una referente de una pelea que recién empieza. 
12 jul, 2012
El 3 de abril de 2002 a Susana Trimarco le tocó comenzar a vivir la etapa más dolorosa de su vida. Su hija, Marita Verón, que entonces tenía 23 años, fue secuestrada a pocos metros de su casa, en San Miguel de Tucumán. Sus captores eran parte de una red delictiva que traficaba mujeres, un dato que conocieron los padres de la joven que tuvieron que encabezar la pesquisa ante la inacción de las autoridades. Sólo se valió de su esposo y de un comisario amigo, Jorge Tobal, y de todo el dinero que tenían: vendieron una casa, un departamento y dos autos y buscaron sin éxito a Marita desde Jujuy a Río Gallegos en lugares donde se trafican mujeres, la mayoría de ellas secuestradas y vendidas ante los ojos de la Justicia y del poder político. Pero en la incesante búsqueda de su hija, la familia Verón logró sacar de la esclavitud a centenares de jóvenes, incluso de prostíbulos españoles, donde lograron llegar a través de Interpol. Su lucha la convirtió en una referente a la hora de hablar de trata de personas. Logró modificar la legislación, visibilizar un problema que estaba minimizado en la Argentina, incluso que una telenovela reflejara su caso y una actriz como Soledad Silveyra no sólo interpretó un personaje inspirado en ella, sino que también la acompañó en varias de las marchas que se hicieron para lograr justicia. Todo eso logró Susana Trimarco. Hoy, el juicio que se les sigue a los sospechosos de capturar a su hija lleva ya cinco meses y todavía resta que declaren 74 testigos. En la década que su hija lleva desaparecida todo parece haber cambiado; su nieta se hizo adolescente, cambió la legislación, desfila por distintas provincias tratando de liberar a mujeres de las manos de la trata, e imponer su voz como una referente en la materia. Sólo una cosa no logró aún Susana Trimarco; recuperar a su hija Marita. 


Desaparición 
La historia de Trimarco fue reconstruida en más de una oportunidad por El Ciudadano. Y esa historia comenzó hace una década, un 3 de abril. 


“Un auto estuvo parado desde temprano en la esquina de casa, con tres tipos. Ella salió a las 9.15. Ahí la capturaron. Uno le dobló los brazos, le tapó la boca y la metieron dentro de un Duna rojo”; recordó Trimarco. Si bien ella no observó está escena, fue relatada poco después por dos vecinas que barrían la vereda.


“Ella no volvía y no sabíamos qué pasaba. Nos empezamos a preocupar. Ahí empezó el tormento”, contó Susana Trimarco poco después del secuestro de su hija. Cerca de las nueve de la noche, logró que la Policía le tome la denuncia. En tanto, con ayuda de unas cincuenta personas, comenzó a buscar a Marita. 


Munido de afiches y fotos, el padre de Marita decidió caminar la llamada “zona roja” del Parque 9 de julio. Una de las prostitutas le dijo que sabía dónde estaba y le pidió que volviera en una hora. Esta mujer brindó un dato clave, que la inexperiencia o la falta de maldad de la familia Verón hizo que se desaprovechara. «A tu hija le hicieron lo mismo que a mí hace 7 años. La secuestró una banda que se dedica a eso y mete a las chicas en las prostitución». No fue lo único que dijo, también le contó quién la tenía y que la habían vendido a La Rioja.


Daniel Verón, quien falleció hace dos años, llamó al entonces secretario de Seguridad de Tucumán, le dijo lo que pasaba y le contó que se iba con Tobal a La Rioja a buscarla. Pero pronto, las autoridades le pusieron una trampa. “Cuando mi marido estaba por salir, llama un comisario y dice que mi hija estaba en un monte como drogada. Nosotros no sabíamos en ese momento que había parte de los funcionarios comprometidos con estos mafiosos, porque no pueden actuar sin el respaldo de la Policía, del poder político y de la Justicia”, contó todavía dolida Trimarco: “Estuvimos en un monte cerca de una semana, caminando 19 kilómetros. Todo para desviarnos”. Después, a través del testimonio de una chica que contó que la vendieron al prostíbulo riojano “El Desafío”, lograron la primera orden de allanamiento. Pero el juez no lo hizo porque faltaba un papel. Así los del burdel ganaron tiempo y trasladaron a Marita.


Ya a esa altura, y con un claro sentido de la desconfianza, el padre de Marita acompañó el allanamiento. 


“Mi marido vio que había como 60 chicas y, pese a que Marita no estaba, gritó en el prostíbulo: «la que está privada de su libertad, por favor dígalo, que yo la puedo devolver a su familia». Ahí nomás salieron corriendo dos chicas de 16 años y una cordobesa, de Río Cuarto, de 23”. 


Desde ese entonces, Trimarco asistió a centenares de allanamientos, liberó centenares de jóvenes y logró desnudar que el problema de la trata iba de Ushuaia a la Quiaca y tenía ramificaciones en Europa. 


El juicio 
El juicio oral por la desaparición de Marita cumplió el domingo cinco meses, en los que se desarrollaron 58 audiencias y declararon 69 testigos. En el proceso hay 13 imputados. 


La mayoría de las personas que se sentaron frente a los miembros de la sala II de la Cámara Penal, Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, son los testigos que propusieron la fiscalía de Cámara y los abogados querellantes. 


Aún quedan 74 testigos por declarar, aunque el tribunal debe resolver pedidos de las defensas para aumentar ese número. Los jueces creen que la mayoría de las personas que aún deben declarar no serán sometidas a extensos interrogatorios, salvo los casos de las mujeres que dicen haber visto a Marita en La Rioja, y de algunos policías o funcionarios que intervinieron, como el ex secretario de la Fiscalía Ernesto Baclini.


Así, aunque aún falten la mitad de los testigos, el juicio por Marita se encamina hacia la recta final.
Fuente:ElCiudadanoyLaGente

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