19 de septiembre de 2012

DIFUSIÓN.


Señores y señoras, amigos y amigas, compañeros y compañeras, hombres y mujeres, jóvenes y viejos de ésta, nuestra prodigiosa Patria que nunca se rinde:

MURIÓ LA DOCTORA SILVYA BERMAN

Profesional de los pocos que honran sus títulos, médica psiquiátrica, científica que marcó rumbos profesionales y dio al futuro enorme cantidad de discípulos que venerarán su talento y compromiso con la salud del pueblo.

También murió aquella digna dama cordobesa que, heredera y dignataria de prepotentes títulos y honores, se entregó a la política con cuerpo y alma, con todo para perder y nada para ganar. Aportó su ingenio y su persona, más allá de todos los riesgos que sumaban los trabajos de pertenecer a aquella generación de locos por la vida y la justicia, al servicio militante.

Maestra del espíritu, su ecuanimidad política y profunda comprensión del ser humano le permitió entender y proyectar a la práctica el ideal del hombre nuevo.

Apostó a la utopía montonera, abrió las puertas de su cariñosa casa a todos los perseguidos, organizó la solidaridad en el exilio mexicano, jugó todas sus cartas a la revolución sandinista y supo soportar con autoridad, con modestia e integridad, la derrota montonera. Y se retiró silenciosamente a su clínica de la ciudad de Córdoba, como si fuera uno cualquiera más, cuando, en verdad, más allá de la ingratitud, era mucho más. Y allí envejeció, se enfermó y murió; en la incuria y la sencillez en que terminan los grandes.

Inscribirá su nombre en la gloriosa lista de “los malditos”.

Al borde de su sepulcro fresco, hoy estamos recuperando su ética y sus ideales.

Ernesto Jauretche
17 de setiembre
2012 (era del cristinismo)

Envío:Cecilio M. Salguero

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