Por Ailín Bullentini
Las Abuelas de Plaza de Mayo cumplen 35 años. Manuel Gonçalvez Granado, el primer nieto en la comisión directiva de la Asociación, y su presidenta, Estela de Carlotto, coincidieron en destacar que el objetivo principal de sus luchas está vigente.
ESTELA DE CARLOTTO, EN EL CUMPLEAñOS 35 DE LA ASOCIACION DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO
“Lo más valioso es cada nieto que encontramos”
Nacieron hace 35 años, durante la dictadura, para buscar a sus nietos apropiados por la represión. “Ocupamos el lugar de mujeres”, dice su presidenta, Estela de Carlotto, para agregar que esa lucha todavía está vigente.
Por Ailín Bullentini
Estela de Carlotto, con otras Abuelas, en el asado que hicieron ayer para celebrar su cumpleaños.
Con los nietos recuperados, “lo más importante” que les pasó y les pasa, en palabras de Estela de Carlotto, festejaron el último fin de semana las Abuelas de Plaza de Mayo sus 35 años de zapatos gastados y puertas golpeadas en pos de la búsqueda, una sola, el principal objetivo: el encuentro de los bebés que vivieron desde la panza de sus madres secuestradas el cautiverio durante la última dictadura militar, nacieron allí mismo, en la oscuridad, y fueron robados y criados con otras familias. “Convocamos a todos los nietos que pudieran venir, a los del interior, a los que viven en otros países, a las Abuelas de todo el país, y fue una fiesta maravillosa, un alimento para el alma, un empujón para seguir con más fuerza”, reconstruyó la presidenta de la institución que se definió, a ella y a sus compañeras de camino, como “madres que, desde el amor hacia los hijos y nietos que no tiene límites ni fechas, nunca olvida ni cesa. Siempre ejercimos ese amor, en paz y con respeto”. Antes del festejo “formal”, que llegará esta tarde (a las 19 en el teatro ND Ateneo), la mamá de Laura y abuela del aún buscado Guido, sobrevuela el sendero recorrido.
–¿Qué significa para ustedes el encuentro con un nieto buscado?
–Es la alegría más grande, es inimaginable. Es un milagro, porque se nos representa en carne y hueso y ante nuestros ojos aquel bebé soñado, añorado desde una foto, convertido en un hombre o una mujer. Es una fiesta en toda la institución. A veces con el tema de las nominaciones al Premio Nobel de la Paz (nominadas por quinto año consecutivo) y todas las demostraciones de gente que nos quiere mucho y quiere reconocernos, les decimos que se tranquilicen, porque no buscamos más premios que el más grande y único: encontrar a cada nieto robado.
–¿Qué lugar ocupa la institución en la sociedad?
–Ocupamos el lugar de mujeres. Las que hemos salido siempre fuimos mujeres, en su mayoría. En Madres, en Familiares, también. Pero no hubo exclusión, sino intención de proteger a nuestros hombres para que no desaparecieran. A nosotras siempre nos consideraron inferiores, y el machismo de las fuerzas armadas y de seguridad es increíble, nos dejaron caminar. Cuando se dieron cuenta de nuestra lucha era tarde para callarnos. También ocupamos el lugar de madres que, desde el amor hacia los hijos y nietos que no tiene límites ni fechas, nunca olvida ni cesa. Siempre ejercimos ese amor, en paz y con respeto. Por eso cuando se habla de nuestra lucha no se habla de rencor ni de odio, sino de la necesidad ineludible de Justicia. Esto pasó acá y afectó a toda la Argentina.
–¿Creció la participación de la sociedad en la búsqueda de Abuelas?
–Claro. Tuvimos la libertad de la democracia, de poder expresarnos; la convocatoria del Estado para volcar y difundir nuestra lucha desde sus arcas a través de la educación; la posibilidad de contar nuestra historia a través del arte también, muestras, fotos, películas; la presencia de nuestra búsqueda en los medios de comunicación comprometidos con este tema... todo eso hizo que la última década fuera muy fructífera y de mucha posibilidad de concientizar a la población de que lo que contamos nosotras existió y que nos tienen que ayudar. Nuestra institución crece día a día. Los espacios físicos ya no nos alcanzan para albergar a los que colaboran con nosotros en las diferentes disciplinas. Porque no nos quedamos encasilladas y también queremos contribuir a que se erradiquen del país las violaciones a todos los derechos humanos.
–¿Cuáles fueron los principales pasos que dio Abuelas durante este año?
–Lo más importante que nos pasa y nos pasó, año tras año, es el encuentro de nietos. En cada uno de ellos se cumple el objetivo de nuestra institución: devolverles su identidad, su vínculo familiar, su historia verdadera. El triunfo de la verdad sobre la mentira y un paso más en el desbaratamiento del plan sistemático de la dictadura. Si pasa un año que no encontramos ningún chico es como que nos preocupa, nos duele...
–¿Fue un punto de inflexión en los 35 años de camino recorrido el fallo por el plan sistemático del robo de bebés?
–Fue una larga historia esa lucha. En el ’96 nosotras pedimos a la Justicia que tome el delito de robo de bebés durante la dictadura como lo que creíamos que era: un plan sistemático, premeditado y preparado de los militares para quedarse con los hijos de nuestros hijos que nacían en cautiverio. Se dice que la Justicia es lenta y verdaderamente lo es. Recién este año reconoció en un juicio oral y público que existió ese plan y condenó a quienes consideró responsables. Lo emblemático de la condena fueron los 50 años a Videla. Que estos personajes que tienen cara de piedra, porque realmente es espeluznante ver la falta de humanidad que tienen, hayan sido condenados nos da un motivo para festejar.
–¿Cómo viven las novedades en el caso Herrera de Noble y el tratamiento que mediáticamente se hizo y se hace del tema?
–Lo más importante que nos interesa destacar es que cuando nosotras buscamos, buscamos nietos. Bebés que fueron robados por quienes son verdaderos delincuentes. En este caso o en cualquier otro, no nos importa si el apellido es Herrera de Noble o Pérez. Lo que nos interesa son los nietos, saber cómo están. En el marco de una denuncia que realizamos nació un juicio, como cualquier otro juicio, que provoca una reacción mediática de este grupo, una guerra con la Justicia para querer imponer un accionar ilícito. Finalmente, la confrontación de los perfiles genéticos de los chicos (Marcela y Felipe Herrera de Noble) con los del Banco Nacional de Datos Genéticos arrojó como resultado que no puede decirse, con esos elementos, que son hijos de desaparecidos. La sospecha persiste, pero no está probada. Se consiguió que los estudios de ambos quedaran alojados en el banco para que tal vez, en el futuro, pueda aparecer alguien que los reclame como familiar.
EL PRIMER NIETO EN LA COMISION DIRECTIVA DE ABUELAS DE LA PLAZA
“El valor de la verdad”
Manuel Gonçalvez Granada, el miembro más joven de la comisión directiva.
Imagen: Sandra Cartasso
Manuel Gonçalvez Granada recuperó su identidad en 1997. Muchos nietos recuperados colaboran con la asociación y este año decidieron elegirlo para que los represente en la comisión directiva. El esfuerzo por llegar a los bisnietos.
Por Diego Martínez
”Me siento a la mesa, las escucho, las veo moverse, pienso en todo lo que hicieron y en que dentro de cien años la historia va a seguir hablando de ellas y me sigo conmoviendo.” El hombre de voz cálida y hablar pausado que se conmueve es Manuel Gonçalvez Granada, el primer nieto recuperado que integra la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo. “Soy el único con un cargo, pero somos varios los que ayudamos. Antes nos invitaban, ahora organizamos”, cuenta con orgullo, y habla de “acompañamiento generacional que algún día será recambio”. El pibe que recuperó su identidad en 1997, que ya logró la condena del asesino de su padre y acaba de declarar en el juicio a los acusados de matar a su madre, habla con Página/12 sobre el valor de la verdad, el crecimiento de la conciencia sobre lo que significa recuperar la identidad, el acompañamiento imprescindible del Estado y el desafío de hacer llegar el mensaje de Abuelas a los bisnietos, para que interpelen a sus padres apropiados y no deban criarse con la identidad falsa que les impone también a ellos el terrorismo de Estado.
–¿Recuerda la primera vez que escuchó hablar de Abuelas?
–Debe haber sido a principios de los ’90, no tengo un recuerdo preciso. A mí me ubicaron en 1995 y el examen positivo fue en 1997, así que debe haber sido en los años previos. En esa década Abuelas no tenía una gran capacidad de difusión, no tenía las herramientas actuales y el acceso a medios de difusión masivos, así que mi referencia era muy poquita.
–¿Cómo fue la relación una vez que supo su historia?
–Después de que conocí a mi abuela y a mis hermanos empecé a ir a Abuelas. Era una necesidad mía, era el lugar donde sentía que entendían lo que me estaba pasando. Recuerdo un lugar pequeño, la sede histórica de la calle Corrientes. Era todo muy extraño, porque nunca había sentido esa cercanía con gente que no conocía. Sin embargo fue inmediato, no sólo con las abuelas sino con quienes trabajaban ahí: todos conocían exactamente lo que me estaba pasando, mi historia. No hace falta que te digan nada, sabés que ellos saben y eso no lo encontrás en otro lado. Desde ese momento hasta hoy siempre fue muy especial ir a la casa de Abuelas. Hoy me siento a la mesa con ellas, las escucho, las veo moverse, pienso en todo lo que hicieron y en que dentro de cien años la historia va a seguir hablando de ellas y me sigo conmoviendo.
–Es el primer nieto recuperado que integra la comisión directiva de Abuelas. ¿Qué significa ocupar ese lugar?
–Es una situación muy linda que hayan decidido incorporar a un nieto. Me tocó a mí, obviamente es un mimo enorme y a la vez una responsabilidad. El recambio generacional tiene que ver con una lucha que se extendió en el tiempo y después de 35 años necesitan que los nietos las ayudemos, las acompañemos, aprendamos de ellas. Que hayan elegido a uno para estar formalmente dentro del estatuto de Abuelas no sé en qué palabras ponerlo: me da mucho orgullo que lo hayan decidido, que me hayan convocado para una tarea que en realidad no cambia la práctica, ya que siempre estuve cerca e hice todo lo que estuvo a mi alcance. La decisión de que un nieto esté en la comisión directiva, aunque me resulta incómodo decirlo porque soy yo, me parece una decisión sabia, por la necesidad que plantearon de un acompañamiento generacional, que en algún momento será un recambio ya que nos queda mucho por recorrer, faltan casi 400 nietos.
–¿Cómo es estar en la cocina de Abuelas, como son las reuniones de comisión directiva? ¿Lo dejan hablar?
–Sí (sonríe), igual no soy el único nieto que participa de las reuniones. Participan otros y muchos no se acercan por temas laborales o de distancia, pero el que puede siempre está, todos sentados a la mesa y participando, transmitiendo novedades o cosas por hacer. Es una interacción que la grandeza de las abuelas permite que sea de igual a igual. Eso lo valoramos mucho porque, en definitiva, quienes pasan a la historia son ellas, y que nos permitan sentarnos, opinar, proponer y debatir habla de un entendimiento sobre la necesidad de que nos formemos, aprendamos y de que esta lucha continúa.
–Abuelas es noticia cada vez que identifican nietos o nietas, pero también hay exámenes de ADN que dan negativo o abuelas que mueren sin haber encontrado a sus nietos. ¿Cómo se sobrellevan esos golpes?
–Es muy doloroso cada vez que se pierde una abuela, sobre todo cuando lucharon tanto y no llegaron a encontrar a su nieto o nieta. La situación de los resultados negativos no se plantea a diario, porque son miles los análisis que se han hecho, todo el tiempo se derivan casos al banco de datos genéticos del Hospital Durand y, salvo algún caso puntual que se relacione con tal o cual historia, no hay una vivencia directa de cada análisis. Recién cuando dan positivo se empiezan a entrecruzar situaciones.
–¿Cuáles son los desafíos actuales de Abuelas? El objetivo es claro, pero qué más se plantean hacer para alcanzarlo.
–Creo que lo logrado a nivel comunicación es lo que permitió que la lucha de Abuelas no fuera solitaria como al comienzo, sino que gran parte de la sociedad está atenta y recibamos todo el tiempo gente que quiere colaborar o denunciar. El crecimiento de la conciencia de lo que significa recuperar la identidad es uno de los desafíos a sostener: seguir incorporando a la sociedad a esta lucha, ya que los nietos pueden ser vecinos, parejas, amigos, están entre nosotros. Obviamente que el crecimiento de la difusión en los últimos años está atado a una decisión política y la cantidad de chicos que se acercaron buscando su identidad no hubiera sido posible sólo con la voluntad de Abuelas; fue también por la responsabilidad de un Estado que decidió participar a nivel comunicacional. A futuro hay que sostener eso. Abuelas empezó buscando bebés, después niños, adolescentes y hoy adultos, que en muchos casos son papás o mamás. En este momento estamos empezando a trabajar para que el mensaje de la búsqueda sea comprendido por la generación de los bisnietos, nacidos en muchos casos en 2000, como mi hija. Si no me hubiesen encontrado, ella tendría hoy una identidad falsa. El daño de la dictadura se sigue produciendo sobre esos niños que viven con una identidad que no es suya. Por eso trabajamos con escritores de cuentos de niños, con Paka Paka, elaborando contenidos que sirvan de disparador.
–¿Cuál es la principal enseñanza que le dejaron estos años en Abuelas?
–Las abuelas me enseñaron el valor de la verdad, lo necesaria que es la verdad vinculada al origen de la persona. A partir de ahí todo lo que venga estará condimentado con algo sano, porque nosotros hemos crecido con una historia y una identidad que no eran nuestras y entonces todo lo que se construyó en esa vida casi que no corresponde. Ese pasado es parte de nuestra vida, pero a partir de que nos encuentran es difícil acomodarlo, me cuesta mirar esos años que viví con otra identidad, construyendo una vida que nunca debió haber pasado, y cuando lo hago veo a otra persona, es extraño. Hoy lo veo desde el lugar de la verdad. Por eso destaco el valor de la verdad. A partir de ahí construís una vida mucho más sana.
–¿Cómo imagina esta lucha dentro de diez o veinte años?
–Espero que para ese tiempo hayamos encontrado a todos los nietos, pero bueno, lo que imagino es una situación en la que vamos a sostener las banderas que han ganado las abuelas. Vamos a sostener la misma lucha de las abuelas aunque obviamente no las vamos a poder reemplazar.
UNA LUCHA EN FAMILIA
Hermanos que buscan
Por Ailín Bullentini
Las relaciones filiatorias se entrecruzan, combinan y potencian en el relato de Lorena Battistiol. Es nieta de María de Colayago, Abuela de Plaza de Mayo; hija de Juana Colayago y Egidio Battistiol, secuestrados durante la última dictadura militar, el 31 de agosto de 1977, y desde entonces desaparecidos; hermana de Flavia y de “él o ella”, el bebé que llegó en la panza de Juana al centro clandestino de detención que funcionó en Campo de Mayo, y que aún buscan. Hoy, Lorena también se definió como miembro de esa gran familia que gravita en torno de la lucha que las Abuelas iniciaron hace 35 años. “Estamos todos juntos los nietos que recuperaron su identidad, los hermanos que buscan y los que ya encontraron. Somos uno, somos hijos de una misma madre que es Abuelas. Fuimos educados en su lucha”, menciona con la dificultad de quien debe explicar un vínculo natural, que existió desde siempre aunque no haya sido así.
–Pareciera que los lazos, de sangre o no, se refuerzan en contextos de lucha...
–Nosotros estamos muy compenetrados con la búsqueda que iniciaron las Abuelas, nos da demasiada alegría cuando aparece un nieto nuevo y nos ponemos muy tristes cuando se muere alguna Abuela que no encontró al bebé que estuvo buscando desde hace tanto tiempo... El otro día, en el juicio de Campo de Mayo, el marido de Cata (Catalina de Sanctis Ovando, una nieta que no abandonó más la sede central del organismo desde que recuperó su identidad) decía: “Yo las veo que se juntan, que se miran y en esa mirada encuentran cosas en común, se ríen de las mismas pavadas, de los mismos chistes, aunque sean personas que pasaron 34 años de sus vidas sin conocerse”. Eso es totalmente cierto y, a la vez, increíble: Todos venimos de lugares diferentes, de historias distintas, pero si nos ves en una mesa compartir un asado parece que somos realmente todos hijos de la misma madre. Esa madre es Abuelas de Plaza de Mayo. Estamos educados en la forma en la que ellas lucharon.
–¿Cómo entienden esa lucha y de qué manera se suman?
–La base de la forma de buscar de las Abuelas es el amor. Nosotras, todos nosotros, todos los que buscamos, partimos desde ahí. Ya queremos a nuestros hermanos sin conocerlos, sin saber cómo van a ser, y respetamos muchísimo el no salir a decir barbaridades. Siempre estamos del lado de la Justicia y del de la paciencia. Sabemos que el encuentro va a llegar en algún momento. Por ahí será fácil, por ahí difícil. Pero sabemos que tenemos que esperar y esperar. También partimos desde la comprensión de que no es fácil lo que ellos pudieron haber vivido y que nosotros, por suerte, pudimos crecer sabiendo la verdad. Mi hermana o hermano se va a enterar el día que decida acercarse o el día en que lo encontremos por medio de la Justicia.
Lorena y Flavia se comprometieron decididamente con el trabajo de Abuelas –ella se dedica al área de administración de la institución; su hermana colabora con el archivo– en 2000, cuando su abuela materna decidió dejar de asistir a las asambleas. “Le hacía bien estar acompañada y juntarse con mujeres que habían pasado por lo mismo, pero en un momento eso le empezó a provocar mucha tristeza y decidió no ir más. Ahí tomamos la posta con mi hermana”, rememoró, sin dejar de otorgar un lugar primordial en la historia de su vida al pañuelo blanco de la “abuela Negra”. Entonces inició su participación activa, aunque siempre supo que la búsqueda de su hermano o hermana y la del resto de los nietos que todavía faltan era la misma.
–¿Cuál considerás que es el lugar que los jóvenes que, como ustedes, están ligados a Abuelas, tienen en el presente de la historia de esa institución y en su futuro?
–Hoy es de acompañamiento. A ellas les cuesta que las empecemos a reemplazar. No quieren dejar, no se quieren quedar sentadas. Estela (Estela de Carlotto, la presidenta) tiene que hacer un reposo, un descanso, y ni siquiera se lo permite. La actividad constante es lo que las mantiene vivas. La idea nuestra, de los que trabajamos con ellas, es respetar su lugar. Siempre que haya una Abuela, tendrá ella en esta historia el lugar más importante. Pero sabemos que el día de mañana, cuando no nos quede ni una viva, tendremos que ser nosotros el sostén de la institución. Eso lo tenemos muy claro. Sabemos que ya se hizo mucho, que se trabajó mucho, que hay un largo camino recorrido que debemos cuidar y tenemos que pensar millones de maneras más para seguir incentivando a los chicos y chicas con dudas a que se acerquen a Abuelas. El día que nos falten vamos a estar preparados para poder sostener la búsqueda y la institución que tanto les costó a ellas armar, poner en funcionamiento. Para eso, además, trabajamos día a día, para conocerla en profundidad.
Fuente:Pagina12
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