Entre la memoria y la dignidad
El viernes 2 de noviembre se realizó en el teatro Saulo Benavente la charla "La reconstrucción histórica, entre la memoria y la dignidad", en la que participaron Antonia “Checa” Frutos, ex maestra de la escuela de la Vigil, el docente universitario y licenciado en ciencias de la educación, Nelson Abaca y el sociólogo y director de la Biblioteca Nacional, Horacio González. Fue la primera de un ciclo de charlas que se desarrollará con diversas personalidades del campo de la educación tanto a nivel nacional, como internacional. La primera expositora fue Antonia Frutos, maestra graduada en el año 1957 y que al poco tiempo empezó a trabajar en el complejo educativo de la Vigil, “fui de las primeras hijas de obreros que entró en la escuela secundaria un ambiente social y económico distinto al mío (…), cuando entré a la Vigil, la educación era absolutamente contraria a lo que había experimentado en la escuela normalista. Conocía algo de la escuela nueva, pero tenía algo firme en la cabeza, que era que primero había que educar a los más desfavorecidos de la sociedad”.
“Las escuelas de la Vigil surgen como necesidades del mismo barrio, como
los jardines de infantes, que no habían. Luego cuando va creciendo gracias a sus
beneficios de sus bonos, va a surgir la escuela primaria y secundaria que
tampoco había en la zona”, dijo la ex maestra del complejo educativo de la
Vigil.
También estaban los espacios de educación no formal “que nosotros la
llamábamos para- sistemática” que eran los cursos de capacitación popular, allí
habían todo tipos de actividades absolutamente gratis. En ese ámbito no había
cultura superior o cultura inferior, sino diferentes formas de expresión y que
la educación era inherente al ser humano”
La escuela era democrática y critica centrado en las potencialidades del
alumno “ trabajábamos sobre las frases “yo pienso”, “yo opino” para darle
seguridad a la hora de expresar sus pensamientos”. Las escuelas de Vigil, eran
“no dogmáticas, “científicas y critica”, dijo Frutos.
La estructura organizativa se conformaba con los directivos, padres y
docentes para garantizar la doble escolaridad, directores de cursos, la maestra
de recuperación en la primaria y también el acompañamiento psicológico, médico y
psicopedagógico para los ingresantes al primer grado. Una experiencia innovadora
y sin antecedentes en un barrio de la ciudad de Rosario.
En las escuelas “no había premios ni castigo, no había filas para entrar ni
salir porque no era un cuartel militar y la relación con el maestro era flexible
y había horarios opcionales. El alumno no pedía permiso para ir al baño, porque
era un derecho, solo le avisaba al docente”. Fue una experiencia educativa que
al poder dominante no le gustaba “nos dijeron semilleros de marxistas que
cuestionábamos todos” pero como diría el pedagogo Paulo Freire” la obediencia no
era una virtud y esa educación fue prohibida para los diversos factores de poder
que les incomodaba ese ámbito crítico y de libertad. En la escuela había cero
deserción y repetición, solo el último año se produjo un desgranamiento por la
última dictadura militar que interrumpió esa experiencia educativa y todas sus
múltiples actividades (…) no había un final, sino un recorrido”
La educación como una práctica liberadora
En segundo lugar el licenciado en ciencia de la educación Nelson Abaca se
refirió a “una experiencia educativa bastante significativa que después de
treinta y cinco años hemos enterrado el miedo el terror que nos ha llevado tener
a la biblioteca cerrada”.
Según Abaca ese complejo educativo tuvo tres grandes pilares : “la
soberanía económica, ya que no se dependía económicamente de nadie, se
autofinanciaba con honestidad por eso las obras se veían en el barrio; “la
independencia ideológica ya no había ningún partido político ni nadie que nos
dijera que hacer, ni pensar y una educación popular y nacional, fundamental en
el barrio de trabajadores” La Vigil fue una respuesta a las necesidades del
barrio “que se escucharon esas voces y se reflejaron en las obras con más de dos
mil alumnos en la educación mil formal y tres ml en la mil no formal”, según el
docente.
Lo innovador pasó por dos ejes: una innovación no puede haber si no se
rompe con un espacio y tiempo. En la Vigil había innovación el espacio ya que se
podía recorrer todo el parque y en todos los lugares se aprendía. Y el tiempo
era libre, con una nueva mirada y una relación flexible con los docentes”
Por último el sociólogo, Horacio González aseguró que “la experiencia de la
Vigil, es muy importante en la historia Argentina y latinoamericana. Una
experiencia surgida en la sociedad civil y con autonomía de sus decisiones”.
Además se está dando “un paso grande en reconstruir la memoria educacional
colectiva que es parte de la memoria social cuyo objetivo es rehacerla y ponerla
de pie”
El sistema educacional argentino “ es muy complejo, es una diversa la
relación escuela y familia, es una relación dramática y hoy hay que agregar a
los medios de comunicación”, dijo González. En los años ‘50 los medios no era lo
que son hoy, “donde los medios disputan con la escuela parte del lenguaje social
, es una compleja disputa donde está en juego la apropiación del sentido en la
sociedad. Y tampoco hay que negar el vínculo de medios de comunicación y
escuela, como lo prueban las decisiones de la escuela cuando hay campeonatos
mundiales de fútbol si se deja o no ver el partido”.
Posteriormente realizó un análisis sobre la tradición ilustrada argentina,
que “apoyó proyectos elitistas donde la dirección del saber iba el arriba hacia
abajo, la vida popular estaba despojado de saberes, cuando en realidad la
tradición popular tiene saberes validos en relación con otros saberes, que son
desconocidos por esos sectores”, afirmó en un teatro lleno de socios,
directivos, vecinos y público en general, apostando a la idea de reconstrucción
de la Biblioteca Constancio C. Vigil, una de las mayores experiencias de
educación popular de América Latina.
Publicado el: 18/11/2012
Por Juan Pablo Robledo.
Fuente:enREDando
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