No pasan los años
Participación conjunta de los regímenes militares del cono sur, secuestrando opositores y llevados de un país a otro.
En esta operación masacre del año 1974, una de las víctimas que fue secuestrada y posteriormente dado en adopción fue el hijo del matrimonio Amaral García por más de diez años. Luego fue recuperado mediante la búsqueda y restitución de su identidad.
A sus padres la última vez que los vio con vida fue, cuando se encontraban secuestrados y torturados en Buenos Aires.
Otro de los sobrevivientes es Julio Abreu, que gracias a su testimonio se pudo saber buena parte de la historia de estos luchadores antes de ser asesinados.
Mota confirmó imprescriptibilidad para casos de fusilados de Soca, Perrini y Gelós Bonilla.
La jueza penal Mariana Mota confirmó ayer la imprescriptibilidad para la causa que investiga la muerte por torturas en 1974 de Aldo Perrini, un heladero de Colonia sin militancia política. Según testigos, Perrini murió en el batallón N° 4 de ese departamento a raíz de las torturas sufridas por intentar impedir que mujeres que habían sido detenidas fueran violadas. Al igual que en los casos de Horacio Gelós Bonilla -obrero comunista secuestrado en 1976 y que aún permanece desaparecido- y los fusilados de Soca, Mota entendió que en esta causa no correspondía la prescripción por tratarse de crímenes de lesa humanidad. La defensa del general retirado Pedro Barneix había presentado a fin de año un escrito en el que se negaba a concurrir a declarar, alegando la prescripción del delito. Fuentes judiciales señalaron que, en caso de que la defensa de los militares implicados en la muerte de Perrini presente un recurso de reposición y apelación ante el juzgado, la resolución de Mota irá en el mismo sentido que en casos anteriores: confirmará la imprescriptibilidad y elevará el caso al Tribunal de Apelaciones.
Precisamente, esto fue lo que hizo la jueza en una resolución presentada el 1° de febrero en el caso de los fusilados de Soca. En el escrito, al que accedió la diaria, la jueza fundamenta por qué considera que no es aplicable la prescripción en el caso de las cinco personas asesinadas en las proximidades de Soca en 1974. María de los Ángeles Corbo, Héctor Brum, Graciela Estefanel, Floreal García y Mirtha Hernández fueron hallados en una banquina en el cruce de las rutas 9 y 70 con varios disparos de armas de fuego y con signos de haber sido torturados. Habían sido detenidos en Buenos Aires y, después de algunos días de estar privados de libertad, fueron trasladados en forma clandestina a Uruguay. En la detención también se apresó a un niño, Amaral García, hijo de Floreal García y de Mirtha Hernández, a quien se le retuvo en Argentina y se le entregó a otras personas, “suprimiéndosele su estado civil y alterándose su identidad, viviendo en esa condición durante años hasta que le fue restituida su verdadera identidad”, recuerda la resolución.
La defensa del coronel retirado Jorge Silveira, acusado en esta causa, había presentado en noviembre de 2011 un recurso de reposición y apelación solicitando la clausura de las actuaciones, por entender que el delito por el que se acusa al militar prescribió, según las normas del Código Penal.
En su resolución, Mota señala que la prescripción se interrumpe cuando se comete un nuevo delito. Recuerda que Silveira ya está preso por 28 delitos de homicidio. “Esta sola circunstancia determina sin más que no puede invocar la prescripción en esta causa, por cuanto se ha producido la interrupción de la prescripción por la comisión de un nuevo delito, conforme lo dispuesto por el art. 121 del Código Penal”, dispone la jueza. Dicho artículo establece que interrumpe la prescripción “cualquier transgresión penal cometida en el país o fuera de él, con excepción de los delitos políticos, de los culpables y de las faltas”. En el caso de Silveira, los delitos que se le imputan, de homicidios especialmente agravados, se cometieron en 1976, dos años después que los homicidios de Soca. “Este delito cometido con anterioridad, y por el cual estaba transcurriendo el alegado plazo de prescripción, vio interrumpido ese plazo por la comisión del delito posterior”, alega Mota en el escrito. “A la fecha es a todas luces claro que no ha alcanzado el término previsto” por el Código Penal respecto a la prescripción, agrega.
Gelman y después
Otro de los fundamentos que esgrime Mota para inclinarse por la imprescriptibilidad es que los homicidios que se investigan deben ser considerados crímenes de lesa humanidad y son, por lo tanto, imprescriptibles, de acuerdo a tratados internacionales ratificados por el Parlamento -la jueza sostiene, de todas formas, que las normas internacionales tienen jerarquía constitucional y, por tanto, están por encima de las normas nacionales- y a la jurisprudencia. “Hechos como los que nos ocupan han sido calificados en otras causas judiciales de países latinoamericanos (Argentina, Chile, Paraguay) en los cuales ocurrieron similares fenómenos, como delitos contra la humanidad”, recuerda la jueza en el escrito. “Se trata de delitos cometidos desde el aparato del Estado, en forma grave y de manera sistemática y organizada, vulneratorios de los derechos humanos más elementales como lo son la vida, la integridad física, la libertad, entre otros”, indica.
También invoca como fundamento la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el caso Gelman, que resulta “de aplicación obligatoria para el Estado uruguayo”, según recuerda. Ésta dispone, entre otras resoluciones, que los estados “deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención”. Y agrega: “cuando un Estado es parte de un tratado internacional como la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, están sometidos a aquél”.
En función de esto, Mota resolvió desestimar el recurso de la defensa de Silveira y elevar los antecedentes al Tribunal de Apelaciones.
FUSILADOS DE SOCA
Secuestro en Argentina y posterior homicidio en Uruguay de cinco militantes del MLN-T: Floreal García, Mirtha Hernández, Héctor Daniel Brum, María de los Angeles Corbo y Graciela Estefanell.
Los cinco integrantes del MLN-T fueron "fusilados" el 20 de diciembre de 1974 en la localidad de Soca, tras permanecer 40 días "desaparecidos". Se ha podido probar que fueron detenidos en Buenos Aires, el 8 de noviembre de 1974 y, tras ser sometidos a terribles torturas, fueron trasladados clandestinamente al Uruguay.
Los cinco integrantes del MLN-T fueron "fusilados" el 20 de diciembre de 1974 en la localidad de Soca, tras permanecer 40 días "desaparecidos". Se ha podido probar que fueron detenidos en Buenos Aires, el 8 de noviembre de 1974 y, tras ser sometidos a terribles torturas, fueron trasladados clandestinamente al Uruguay.
Dentro del denominado Plan Cóndor.
Participación conjunta de los regímenes militares del cono sur, secuestrando opositores y llevados de un país a otro.
Sobrevivientes
En esta operación masacre del año 1974, una de las víctimas que fue secuestrada y posteriormente dado en adopción fue el hijo del matrimonio Amaral García por más de diez años. Luego fue recuperado mediante la búsqueda y restitución de su identidad.
A sus padres la última vez que los vio con vida fue, cuando se encontraban secuestrados y torturados en Buenos Aires.
Otro de los sobrevivientes es Julio Abreu, que gracias a su testimonio se pudo saber buena parte de la historia de estos luchadores antes de ser asesinados.
LA CASONA DE PUNTA GORDA: LOS FUSILADOS DE SOCA, LA OPERACIÓN MORGAN Y LOS VUELOS DE ORLETTI
La casa del Infierno
Tras ser requisado por la dictadura, un inmueble ubicado en la rambla de Punta Gorda se transformó en centro de torturas. Allí estuvieron los tupamaros secuestrados en Buenos Aires y que hace 37 años fueron fusilados en Soca; también pasaron los comunistas desaparecidos, víctimas de la Operación Morgan, cuyos sobrevivientes testifican hoy ante los juzgados de la calle Misiones. Tras sus paredes estuvieron los militantes del Partido por la Victoria del Pueblo secuestrados en Orletti. Sin caducidades ni prescripciones, la justicia comienza a revelar las pesadillas sufridas en la llamada ‘curva del ensueño’.
La amplia casona de dos plantas está ubicada en la rambla República de México al cinco mil, casi frente a la playa de los Ingleses, a una cuadra de donde la rambla O’Higgins se transforma en Coimbra para cortar la península de Punta Gorda. Es un predio de 608 m2, padrón Nº 95.308, carpeta catastral Nº 3.107, con salida de coches a la calle Mar Ártico, donde un alto muro da hoy intimidad al remodelado patio con barbacoa y piscina en forma de riñón.
A principios de los años setenta, el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) adquirió aquella enorme construcción ubicada en un lugar donde nadie sospecharía de sus actividades. A su lado estaba el hotel Oceanía, en cuya planta baja funcionaba Chez Carlos, un boliche donde actuaban los principales artistas locales e internacionales de entonces. La publicidad radial de aquella ‘boite’ seducía con la frase “en la curva del ensueño”.
En mayo de 1974, en un violento operativo militar, la casa fue tomada por las Fuerzas Conjuntas. Después de que el dictador Juan María Bordaberry ordenó su expropiación, el inmueble se transformó en un centro clandestino de detención llamado 300 Carlos o Infierno Chico. Allí fueron torturados, muertos y desaparecidos militantes de diversos grupos políticos, hasta que en 1983 el Ministerio de Defensa Nacional vendió el inmueble en licitación pública.
Hoy propiedad de los dueños de un conocido frigorífico de chacinados, la casona de Punta Gorda comienza a revelar sus secretos ante los juzgados penales, donde ya han hecho juicio los sobrevivientes de Orletti, ha presentado testimonio el único sobreviviente de los fusilados de Soca y, en las últimas semanas, han comenzado a declarar las víctimas de la Operación Morgan, ejecutada en 1975 como un acto de “piratería” contra el aparato financiero del Partido Comunista.
LOS MÁS BUSCADOS
Investigadores e historiadores discrepan respecto del origen del nombre del centro de torturas. Para unos la denominación surgió de un operativo al que se llamó “300 Carlos Marx” y que en 1975 pretendía encarcelar a tres centenares de dirigentes y cuadros intermedios del Partido Comunista del Uruguay, pero otros consideran que hace alusión al “Carlos” del nombre del vecino local nocturno y la ‘R’ era por la Rambla, ya que el centro de torturas comenzó a funcionar a mediados de 1974 contra el propio MLN-T.
Cuando esta casona cayó en manos de las Fuerzas Conjuntas, el Servicio de Información y Defensa (SID) y el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) habían terminado de implementar la represión contra los uruguayos opositores que se habían radicado en el Chile del derrocado Salvador Allende, y comenzaban a operar contra los ‘tupas’ que se trasladaron a Argentina.
Un documento fechado el 20 de noviembre de 1973 en Buenos Aires (un mes después de la asunción de Juan Domingo Perón) revela que el Servicio de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires (Sipba) informaba a la dictadura uruguaya que el dirigente tupamaro Natalio Dergan se había asilado en la embajada argentina de Santiago de Chile y había solicitado salvoconducto para radicarse en ese país. Un año después sería desaparecido en la capital porteña.
Para los represores uruguayos, las ‘operaciones’ en Chile alentaban la acción en el nuevo escenario de Argentina. El tupamaro Antonio Viana Acosta sería secuestrado y trasladado ilegalmente a Montevideo en febrero de 1974. Natalio Dergan y Washington Barrios pasaron a ser los más buscados. La esposa de Barrios, Silvia Reyes, junto a sus amigas Diana Maidanik y Laura Raggio, fueron asesinadas en abril de aquel año, un mes antes de que cayera la casa de Punta Gorda en manos de la OCOA.
FUSILADOS EN SOCA
El OCOA de la Región I del Ejército, con jurisdicción en Montevideo y Canelones, centraba sus operaciones en el Batallón de Artillería Nº 1 del cuartel de La Paloma, en el Cerro, y tenía su ‘chupadero’ en la llamada “cárcel del pueblo” ubicada en la finca de la calle Juan Paullier 1190, que habían expropiado al propio MLN-T en mayo de 1972. La casona de Punta Gorda se transformaba entonces en un nuevo centro represivo, donde se coordinarían las operaciones con los ‘inteligentes’ del SID.
El 8 de noviembre de 1974, siete uruguayos fueron secuestrados en Buenos Aires. La familia de Floreal García y Mirtha Hernández con su hijo Amaral (de tres años), el matrimonio de Daniel Brum y María de los Ángeles Corbo, embarazada, Graciela Estefanel y Julio Abreu, quien no era militante político y terminó siendo testigo de la detención, la tortura en Argentina, el traslado en avión (“vuelo cero”), la reclusión en la casa de la rambla y la muerte de los otros cinco, fusilados cerca de la localidad de Soca aquel 20 de diciembre. El niño Amaral estuvo once años desaparecido. Abreu convivió 30 años con su silencio, hasta que salió públicamente a decir lo que bajo amenazas había callado.
Precisamente, mañana se realizará un acto recordatorio en el lugar donde fueron ejecutados, sobre la ruta 70 casi ruta 9 (km 75), hacia donde partirán vehículos desde la sede de Crysol (Joaquín Requena 1533). Los familiares aún recuerdan que sus cuerpos fueron arrojados detrás del cementerio de Soca, tapados con diarios, desnudos, con marcas de quemaduras en pies y manos, atados con alambres, acribillados y rematados con tiros en la cabeza. Pretendieron certificar las muertes por ‘causas naturales’ y las familias lograron que se pusiera en los documentos ‘heridas de bala’.
Abreu no dudó al identificar la casa de Punta Gorda y dijo: “Fue una noche. Sentíamos un ruido de armas, como que encasquillaban, trac trac, un ruido fuerte. Entraron y dijeron: ‘¡Levántense, tupamaros!’. Nosotros estábamos cubiertos con ponchos verdes del Ejército. Cuando yo me levanto, me dicen ‘¡Dije ‘tupamaros’, no ‘tarados’!’… A ellos se los llevan y al otro día, de mañana, siento que sube el de la voz más fuerte, el que mandaba. Una voz dura, imperativa, enérgica… Dice: ‘Bueno, ya los matamos, están todos muertos estos comunistas’”.
OPERACIÓN MORGAN
Los comunistas pasaron a ser las siguientes víctimas de la Casa de Punta Gorda. En octubre de 1975 se implementó la Operación Morgan, que abarcó a la dirección nacional del PCU, al área sindical y a la Unión de Juventudes Comunistas. La casa de la rambla habría estado a cargo del entonces capitán de navío Juan Carlos Volpe (Jeta), que ocupó una subdirección en el SID.
La represión contra el PCU fue inicialmente encargada a la policial Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII), pero a fines de 1975 se le sumaron el OCOA y el SID. Es a partir de entonces que el edificio de la rambla vuelve a ser ocupado, al punto que la cantidad de detenidos obligó a pedir un galpón sin uso en la ‘pera’ del Servicio de Material y Armamento, a los fondos del Batallón 13 de Infantería de la avenida de las Instrucciones, donde quedó instalado el 300 Carlos (a secas), ‘Infierno Grande’ o ‘la fábrica’.
En el marco de esa primera ‘oleada’ represiva (1975-1976) desaparecen Eduardo Bleier, Juan Manuel Brieba, Fernando Miranda, Carlos Arévalo Arispe, Julio Correa, Otermín Montes de Oca, Horacio Gelós Bonilla, Ubagesner Chaves Sosa, Julio Escudero Mattos, y fallecen como consecuencia de las torturas Carlos Curruchaga, Álvaro Balbi, Carlos María Argenta, Julián Basilicio López, Ivo Fernández Nieves, Óscar Olivera Rossano, Nuble Donato Yic, Humberto Pascaretta, Silvina Saldaña, Dante Porta y Saúl Facio Soto.
La represión contra el PCU continuó en otras ‘olas’ que se concretaron entre mayo y setiembre de 1977, de febrero a marzo de 1979 y entre fines de 1981 y mediados de 1983, como extensiones de la original Operación Morgan. En todo ese período, el PCU registra 23 desapariciones forzadas, 16 muertes en la tortura, un asesinato en el exterior, seis muertes en prisión y miles de detenidos, torturados, procesados y encarcelados.
VUELOS DE ORLETTI
A mediados de 1976, la casa de Punta Gorda volvió a ser el principal centro de operaciones represivas, con la llegada desde Buenos Aires del primer vuelo de Orletti, un grupo de militantes del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) que había sido secuestrado y torturado en el pozo Automotores Orletti antes de ser trasladado en un avión del Transporte Aéreo Militar Uruguayo (TAMU) que piloteó el ex comandante de la aviación Ricardo Bonelli. Allí negociaron su ‘blanqueo’, traslado a la sede del SID y posterior encarcelamiento.
En uno de sus testimonios, Pilar Nores, detenida que terminó colaborando con los militares y tenía mayores posibilidades de movilidad en el recinto, describe la casa de la rambla en detalle. “Llegué a esa casa de noche, en invierno, en el mes de julio de 1976. Estaba vacía, excepto por la guardia. En la casa estuve alrededor de 20 días. No sé cuándo se produjo el traslado pero sé que el 4 de agosto (es el día de mi cumpleaños) todavía estaba en la rambla. Cuando llegué no había, según pude darme cuenta, ningún otro detenido. Había una guardia de pocas personas (no sé si tres o cuatro) y yo”.
“Una noche llegó la gente que traían de Buenos Aires. La mayor parte de estas personas eran los que habían caído en los operativos del 13 y 14 de julio. Del silencio y el vacío se pasó a la casa llena de gente, llena de gritos, llena de tortura y radios a máximo volumen. Tengo un recuerdo de caos y de encierro, porque yo pasé a estar encerrada en la pieza; me avisaban cuándo podía salir y me indicaban el camino exacto para ir al baño y alguna vez a la cocina; la mayor parte del tiempo no podía salir de la pieza”.
Los 23 sobrevivientes de aquel primer vuelo confirman las torturas sufridas antes de ser trasladados a la sede del SID en Bulevar Artigas y Palmar. Las víctimas identificaron a sus victimarios, que en su mayoría se encuentran detenidos en la cárcel especial de la calle Domingo Arena, procesados por la desaparición de otra veintena de uruguayos también detenidos en Argentina y traídos en un ‘segundo vuelo’ del que no se dejaron sobrevivientes. Se desconoce si estuvieron en la casa de la rambla, pero habrían pasado por el 300 Carlos, detrás del Batallón 13, antes de ser ejecutados y desaparecidos.
Las fotos del dolor
Clarel de los Santos, una de las víctimas de la Operación Morgan, detenido en la Casona de Punta Gorda y preso en el Penal de Libertad, llegó a ser luego secretario de redacción del diario cooperativo La Hora, que se imprimió aún en dictadura. Cuando se realizaron las elecciones de 1984, el matutino editó un suplemento especial sobre la represión en el que publicó la fachada de la casa de la rambla República de México.
Cuando preparaban el suplemento, De los Santos fue con el fotógrafo Freddy Navarro a hacer tomas del exterior de la casona, que entonces estaba deshabitada, y como vieron que había obreros trabajando pidieron para entrar a tomar fotos interiores. “Son fotos comunes, de puertas, paredes, escaleras, una bañera y un alambre, pero están cargadas de recuerdos y dolor”, explica Clarel.
“Es la puerta del garaje por donde nos metían tirados al piso del vehículo en que nos secuestraron, es la angosta escalera por la que nos subían del garaje a la planta alta de la casa, es la bañera donde nos hacían submarino (para el que también tenían un tacho en otra pieza), es el cable de acero del que nos colgaban en un pequeño patio con altos muros y donde el viento del mar que soplaba allá arriba me parecía el ruido de hojas de muchos árboles”.
Las imágenes, de las que quedan algunas copias, estuvieron traspapeladas durante mucho tiempo. Ahora se constituyen en testimonio y serán entregadas por el periodista y el fotógrafo al Museo de la Memoria. “Para los que estuvimos ahí, [las fotos] están llenas de rememoraciones impregnadas en nuestro ser para el resto de nuestras vidas. Las compartimos para que también formen parte de la memoria en construcción de nuestro tenebroso pasado reciente”.
Fuente: Roger Rodriguez.
PUBLICADO EL VIERNES 16 DE DICIEMBRE DE 2011 EN CARAS&CARETAS
PUBLICADO EL VIERNES 16 DE DICIEMBRE DE 2011 EN CARAS&CARETAS
Ponencia completa de Ignacio Martínez
Los asesinados de Soca y el Plan Cóndor
Paraninfo de la Universidad 29 de noviembre de 2012
Estimados compañeros y compañeras: aunque agradezco enormemente esta invitación a participar de esta prestigiosa mesa redonda, debo decirles que esta es una de las Ponencia que nunca hubiera querido realizar.
En toda caso y dada las circunstancias, vayan estas palabras como un profundo homenaje a mis queridos compañeros asesinados hace 38 años. Y digo hace ya 38 años, porque aunque faltan unos días para el triste aniversario, hace 38 años atrás ellos ya llevaban 20 días secuestrados y la decisión de ser asesinados estaba tomada por las altas jerarquías civiles y militares de Uruguay, con la complicidad de la inteligencia argentina que operaban en coordinación mutua desde hacía mucho tiempo.
Por eso tampoco quiero olvidar antecedentes muy fuertes de esa coordinación y del Plan Cóndor. El 30 de octubre de 1974, Daniel Banfi, Guillermo Jabif y Luis Latrónica, aparecieron enterrados en un campo de San Antonio de Areco. La información que poseo da cuenta de que (abro cita) La autopsia fijó la fecha de deceso 24 horas antes. Los cadáveres tenían múltiples heridas de bala y estaban cubiertos de cal viva, para que no se los pudiera reconocer. Los habían secuestrado 50 días atrás, en dos operativos realizados con pocas horas de diferencia.
La prensa local habló del "triple homicidio de los Tupamaros" –en realidad, sólo Jabif era militante – y las autoridades atribuyeron los asesinatos a la Alianza Anticomunista Argentina (AAA). De hecho, así es como hoy están encuadrados judicialmente, después de que en 2006 se los integrara a la investigación por los crímenes de la patota para policial que respondía a José López Rega.
Sin embargo, de acuerdo a la documentación y a los testimonios a los que accedió Tiempo Argentino, el caso de estos jóvenes –Jabif apenas tenía 22 años, Banfi 24 y Latrónica 25– puede ser el primer antecedente de una operación conjunta realizada en el país por ese aparato represivo de escala continental luego conocido como Operativo o Plan Cóndor. De los secuestros –ocurridos antes del atentado en Buenos Aires contra el general chileno Carlos Prats, el 30 de septiembre del '74– participaron no sólo represores uruguayos, sino también, según testigos, personal vinculado a la Policía Federal Argentina (PFA). Y si bien pudo haber otros casos similares, ninguno hasta ese momento había terminado en un asesinato político como sucedió con los tres muchachos.
Esto no sólo confirmaría que las dictaduras vigentes en la región comenzaron a actuar en la Argentina mucho antes del golpe del ’76, sino que incluso ya lo hacían, con asistencia e impunidad, antes de que el gobierno de Isabel Perón dictara el estado de sitio, el 6 de noviembre del '74, fecha hasta ahora establecida por la justicia como inicio del Plan Cóndor a nivel local.”
La prensa local habló del "triple homicidio de los Tupamaros" –en realidad, sólo Jabif era militante – y las autoridades atribuyeron los asesinatos a la Alianza Anticomunista Argentina (AAA). De hecho, así es como hoy están encuadrados judicialmente, después de que en 2006 se los integrara a la investigación por los crímenes de la patota para policial que respondía a José López Rega.
Sin embargo, de acuerdo a la documentación y a los testimonios a los que accedió Tiempo Argentino, el caso de estos jóvenes –Jabif apenas tenía 22 años, Banfi 24 y Latrónica 25– puede ser el primer antecedente de una operación conjunta realizada en el país por ese aparato represivo de escala continental luego conocido como Operativo o Plan Cóndor. De los secuestros –ocurridos antes del atentado en Buenos Aires contra el general chileno Carlos Prats, el 30 de septiembre del '74– participaron no sólo represores uruguayos, sino también, según testigos, personal vinculado a la Policía Federal Argentina (PFA). Y si bien pudo haber otros casos similares, ninguno hasta ese momento había terminado en un asesinato político como sucedió con los tres muchachos.
Esto no sólo confirmaría que las dictaduras vigentes en la región comenzaron a actuar en la Argentina mucho antes del golpe del ’76, sino que incluso ya lo hacían, con asistencia e impunidad, antes de que el gobierno de Isabel Perón dictara el estado de sitio, el 6 de noviembre del '74, fecha hasta ahora establecida por la justicia como inicio del Plan Cóndor a nivel local.”
El Plan Cóndor no fue únicamente la coordinación represiva para perseguir, secuestrar, hacer desaparecer y asesinar a opositores a las dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay, Brasil, Bolivia y Uruguay, además de territorios operacionales posibles como Perú, México, los propios Estados Unidos y Europa, allá en la década del 70 y comienzos de los 80. Fue una estrategia mucho más vasta que fortaleciera los mecanismos de dominación de los pueblos de estos países hermanos a largo plazo. Esa estrategia estuvo directamente diseñada desde los centros de poder político-militar en los EEUU principalmente, con las cúpulas militares y los sectores civiles, representantes de los más rancios grupos poderosos del campo, la industria y las finanzas desde la filosofía impulsada por Doctrina de la Seguridad Nacional y desde las políticas enmarcadas en el Terrorismo de Estado.
El 20 de diciembre de 1974, además de la muerte de Trabal y los asesinatos en Soca, tuvo como marco la detención de cientos de compañeros y compañeras que ya habían estado detenidos por razones políticas. Fue una redada a nivel nacional que buscó una nueva apretura de la soga ya instalada en el cuello de nuestro pueblo.
El 6 de marzo de 2001, el New York Times publicó un documento desclasificado. Este mensaje ahora difundido, data del año 1978 y fue mandado a Paraguay por el embajador de los EEUU en Panamá, Robert E. White, y decía expresamente que los servicios secretos de los países miembros del Plan Cóndor (cito texto) "están en contacto entre ellos por una instalación de comunicación de los EEUU, localizada en la zona del Canal de Panamá".
El Plan Cóndor, sin embargo, no surge de la nada. Está referido, claro está a la situación geopolítica de aquel momento, pero hay que referirlo, entre otras cosas, a la doctrina Truman.
En 1947, el presidente Truman dijo en un discurso: (cito) “Uno de los objetivos fundamentales de la política exterior de Estados Unidos es la creación de condiciones en las cuales nosotros y otras naciones podamos forjar una manera de vivir…” y esta fue su voluntad hasta el final de su segundo mandato, en 1953, apenas poco más de 20 años antes de la aplicación del Plan Cóndor.
Esa “manera de vivir” es la hegemonía del poder estadounidense sobre toda la región y el mundo, es el consumismo como paraíso de la existencia humana, es la televisión como única ventana al mundo, entre dos culturas, como diría Federico, una que dé alas y otra que dé pezuñas. Esa manera de vivir que anunciara Truman, es la de las pezuñas.
Algunos datos reveladores son los de la Escuela de las Américas, niña mimada de esa “manera de vivir”, que funcionó entre 1946 (en pleno primer período de Harry Truman) y 1984, para señalar un tramo de su historia, hasta que fue trasladada al Fort Benning por acuerdo entre Torrijos y Carter.
En ella se graduaron más de 60 mil oficiales de más de 20 países latinoamericanos. Allí se gesta la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional, cuyo eje es cambiar los cometidos tradicionales de los Ejércitos latinoamericanos y capacitarlos para garantizar el llamado “orden interno”.
En 1996 se desclasificaron algunos manuales de esta Escuela donde se expresa sin ambigüedades, la autorización de la violación de los derechos humanos, el uso de la tortura, de la extorsión, la ejecución sumaria y el secuestro, entre otras “daños colaterales”, según las modernas denominaciones de las “guerras preventivas”, como el robo, el secuestro y tráfico de niños, la apropiación de inmuebles, muebles, dinero, traslado ilegal de prisioneros y canje de detenidos, montaje de falsas invasiones, comunicados mentirosos, asociaciones para delinquir, escuadrones de la muerte, etc.
Algunas joyitas graduadas en esa escuela.
General Hugo Banzer, dictador boliviano hasta 1978.
General Roberto Eduardo Viola, integrante de la junta argentina en 1976.
Leopoldo Fortunato Galtieri, integrante de la junta militar argentina hasta 1981 y promotor de la guerra de las Malvinas en 1982.
Manuel Contreras, cabeza de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Chile.
La verdad es que, según datos que poseemos, de aquella siniestra escuela, han salido 10 presidentes, ninguno constitucional, todos vinculados a las dictaduras militares, 38 ministros de defensa, 71 comandantes en jefe de Fuerzas Armadas y 496 oficiales acusados hoy de violación de los derechos humanos y delitos de lesa humanidad. Pero hay más.
Las Conferencias de Ejércitos Americanos hicieron lo suyo. El general Juan Iavícoli, sostuvo en Buenos Aires, en 1976, en la 7ma Conferencia, que había que definir “la subversión como amenaza a la seguridad interna”.
En la 8va Reunión, esta vez de Comandantes de Ejércitos Americanos, en Río de Janeiro, en septiembre de 1968, el comandante en jefe del ejército argentino, teniente general Alejandro Lanusse, declaró que “los países americanos eran conscientes de la existencia de un enemigo común en el continente: el comunismo internacional.”
La matriz ideológica de todos estos pensamientos está contenida en la Doctrina de la Seguridad Nacional.
Ramón Camps, uno de los militares que sostuvo el golpe de 1976 en Argentina, nos ilustra sobre el origen de esta doctrina y dice: (cito) “En Argentina recibimos primero la influencia francesa y luego la norteamericana, aplicando cada una por separado y luego juntas, tomando conceptos de ambas hasta que llegó un momento en que predominó la norteamericana. (...) Francia y EE.UU. fueron los grandes difusores de la doctrina antisubversiva. Organizan centros, particularmente EE.UU., para enseñar los principios anti subversivos. Enviaron asesores, instructores. Difundieron una cantidad extraordinaria de bibliografía.”
La experiencia francesa en indochina y en Argelia, da cuenta de una referencia inspiradora de la Operación Cóndor, perfeccionada por la experiencia estadounidense, ambas al servicio de la ideología de la sumisión, de la cultura del miedo y la resignación.
Sería equivocado atribuir el Plan Cóndor a una mera función militar táctica. Es parte de una estrategia de dominación y está dirigido al conjunto de las poblaciones. Esto tira por tierra la reducida visión de que aquí hubo una guerra entre dos ejércitos o su equivalente a la idea de los dos demonios: ejército contra guerrilla. Creo que esa es una visión muy simplista del conflicto social que vivimos en los momentos en que tuvo lugar la Operación Cóndor o acaso es la quimera de alguien que se ve a sí mismo como general o cosa por el estilo, perdiendo de vista un proceso mucho más complejo y vital que involucró, en el caso de Uruguay, a cientos de miles de personas que veníamos en un avance en conciencia y organización. Hoy es frecuente que no se pondere o se desconozca que, por ejemplo, en abril de 1972 el Ministerio del Interior prohíbe a los medios de comunicación informar sobre huelgas, paros, ocupaciones de fábricas, huelgas de hambre, movilizaciones, ollas sindicales, etc. y que el 13 de abril la CNT realizó uno de los paros por 24 hs más grande de toda la historia del país, a propósito, entre otras cosas, del aumento de precios del 37% que autorizó el Gobierno, dejando por el piso el magro 20% de aumento salarial.
Lo demás es más conocido. La muerte de nuestros 8 hermanos, compañeros tupamaros, al día siguiente, el 14 de abril, el Estado de Guerra Interno declarado el 15, atentados contra personalidades del FA el 16, la muerte de los 8 compañeros comunistas el 17.
También sería un error atribuir como víctimas del Plan Cóndor sólo a los desaparecidos, mis entrañables compañeros queridos. Debemos poner sobre la mesa los enormes alcances que tuvo la brutalidad militar contra aquellos compañeros, sí, pero también contra los miles de presos, de perseguidos, de exiliados, sus familias y sus entornos, los muertos en fusilamientos, los muertos en la cárcel, los muertos en el hospital militar y los torturados que arrastran hasta hoy secuelas físicas y psicológicas.
George W. Bush dijo alguna vez: “Si no hacemos la guerra, corremos el riesgo de fracasar”. También dijo: “He hablado con Vicente Fox, (el entonces presidente de México), para tener petróleo que enviar a Estados Unidos. Así no dependeremos del petróleo extranjero” Así que el petróleo mexicano es de Estados Unidos, no lo sabía. Eso se llama el pez por la boca muere ¿no?
A los aspectos señalados, la implantación del miedo y la inseguridad, de la desconfianza y el individualismo, del sentido de la incapacidad y la debilidad para transformar el mundo, se les deben sumar otros artilugios más sutiles, pero no por ello menos contundentes, al contrario: la ignorancia del pasado reciente, el no saber, el desconocer, la permanencia de los mismos programas que forman a las nuevas generaciones de militares en las seis dependencias del liceo militar que existen en nuestro país, entre otras cosas.
La coordinación represiva está expresamente avalada por organismos como la CEA donde reza lo siguiente: “…interés común en el ámbito de la defensa para acrecentar la colaboración e integración entre los Ejércitos y contribuir desde el punto de vista del pensamiento militar a la seguridad y al desarrollo democrático de los países miembros”.
¿A qué integración se refiere? ¿Qué es acrecentar la colaboración? ¿Cuál es el pensamiento militar?
El coronel retirado Horacio Ballester, presidente del Centro de Militares por la Democracia Argentina, dijo en un reportaje: “Es inconcebible que se sigan realizando las reuniones de comandantes en jefe del Ejército que comenzaron en 1960 en Fuerte Amador, en Canal de Panamá. De esa relación surgió nada menos que el Operativo Cóndor que, por propuesta de Pinochet, durante las dictaduras militares nuestras, los servicios de inteligencia de un país podían penetrar en el otro a detener prisioneros, y enviar sicarios para matar gente. En la República Argentina fueron asesinados el general Torres de Bolivia, el general Prats de Chile, el diputado Gutiérrez Ruiz, el senador Zelmar Michelini del Uruguay y un montón más de gente.”
La verdad es que se siguen manteniendo la Junta Interamericana de Defensa, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), los programas de ayuda militar que ofrece el ejército de los Estados Unidos hoy, el mismo que está en varios operativos de guerra en el mundo, el mismo que busca introducirse de diferentes maneras en territorios latinoamericanos, el mismo que no ha abandonado Guantánamo, el mismo cuyo comandante en jefe, el Sr. Obama, recibe el Premio Nobel de la Paz a pocos días de mandar 30 mil efectivos más a Afganistán.
Efectivamente el Plan Cóndor, como parte de toda una estrategia de dominación, tiene una proyección hasta nuestros días en todas estas formas y con todos estos indicadores.
Por ejemplo, en Uruguay el presupuesto de Defensa era, en el 2008, el 5,1% del Presupuesto total, cuatro veces superior a todo lo que gasta el Poder Legislativo (1,3%), el Poder Judicial, (1,3%) o el Ministerio de Ganadería y el de Industria sumados (1,3%) ¿Por qué? ¿Con qué fines?
Hay casi 45 mil funcionarios públicos vinculados a la educación, pero más de 58 mil vinculados a los aparatos represivos, sumando Ministerio de Defensa e Interior ¿Por qué? ¿Con qué sentido?
Estos puntos también contribuyen a continuar las esencias mismas que sostuvieron el Plan Cóndor y su madre gestora, la Doctrina de la Seguridad Nacional.
Según los Archivos del Terror descubiertos por Martín Almada, en la ciudad de Lambaré, Paraguay, en 1992, el Plan Cóndor dejó un saldo de 50.000 muertos, 30 000 desaparecidos y 400 000 presos. Creo que se queda corto.
Deseo terminar con una frase del querido general don Víctor Licandro, dicha hace ya algún tiempo, refiriéndose a las Fuerzas Armadas: “…creo que la transición de la dictadura a la democracia todavía no terminó porque hay un hecho sustancial que debe cumplirse que es la depuración.”
Yo pienso como él. La depuración más importante es la ideológica, que también deberá extenderse al conjunto de la sociedad, en una transformación cultural, haciendo énfasis en los valores que nos engrandecen, en el artiguismo, en la pública felicidad, por encima de todas las cosas.
Permítanme terminar con unos versos a la memoria de los queridos compañeros asesinados en Soca, a propósito de la visita en nuestro país de Silvio Rodríguez con su poema-canción “Al final de este viaje”
Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, al borde del mar.
Al final de este viaje en la vida quedará
nuestro rastro invitando a vivir.
Por lo menos por eso es que estoy aquí.
a la muerte, al odio, al borde del mar.
Al final de este viaje en la vida quedará
nuestro rastro invitando a vivir.
Por lo menos por eso es que estoy aquí.
Y FINALIZA
Al final del viaje está el horizonte,
al final del viaje partiremos de nuevo,
al final del viaje comienza un camino,
otro buen camino que seguir
descalzos contando la arena.
Al final del viaje estamos tú y yo intactos.
Quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.
al final del viaje comienza un camino,
otro buen camino que seguir
descalzos contando la arena.
Al final del viaje estamos tú y yo intactos.
Quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.
Envío:Agnddhh
No hay comentarios:
Publicar un comentario