JUEVES, 14 DE FEBRERO DE 2013
¿Busca el “nuevo PRI” con sus reformas recupera clientela para gobernar otras siete décadas?
Por Pedro Echeverría
1. Escuché ayer por la tarde al conductor José Cárdenas en TeleFórmula gritar como loco contra la Ley de Amparo aprobada en el Congreso, contra Hugo Chávez y el totalitarismo que -al parecer- estaba presente en el gobierno del priísta Enrique Peña Nieto. Luego presionó en entrevista al presidente empresarial para que violentara su discurso contra la ley; aunque, de manera hábil, el empresario demostró que no estaba tan “enloquecido” como el locutor sumiso a Televisa. ¿Pasó algo tan importante para tanto grito y enojo? Pues que Peña Nieto –con la aprobación de la Ley de Amparo y una estrategia planeada por sus consejeros- parece estar afectando los intereses de quienes lo apoyaron para llegar a la Presidencia (Televisa, los empresarios, partidos y líderes) y planteando ideas que pueden permitirle recuperar a muchos sectores, en particular los controlados por el PAN, PRD y de más partidos. ¿Quién puede negar que esa misma estrategia le permita gobernar al PRI por muchos años más?
2. Algunos especialistas –sobre todo el director de asuntos jurídicos de la UNAM- han opinado que la Ley de Amparo enviada por Peña Nieto al Congreso y aprobada después por los legisladores, es una buena ley. Por ejemplo, dice: “en vez que los maestros de la CNTE –como sucedió hace unos días- entreguen 150 mil juicios de amparos” que en la práctica nadie revisa ni da trámite, bastará con uno. Además se evita ya que por “chicanas” de muchos abogados los juicios se alarguen, posterguen o, de plano, se pospongan. Dice el especialista que el amparo sigue siendo para todos y quien lo gane estará protegido. Con esta política –apoyada por los integrantes del llamado “pacto” y por otros sectores- el PRI consolida sus fuerzas. Sin duda, los comportamiento de diputados y senadores son ensayos que el PRI está haciendo para probar qué tanta fuerza tienen los legisladores y si están dispuestos a aprobar la privatización del petróleo y otras reformas “estructurales” que han estado pendientes desde hace varios años.
3. Los 71 años de monopolio dictatorial del PRI en la Presidencia de la República (1929-2000) obliga a ese partido a pensar en borrar los errores que cometió al verse obligado a aceptar la Presidencia del PAN durante 12 años. Sabe que lo más importante en 70 años, lo que le ha permitido jugar a la política con gran efectividad, ha sido su posición de “centro” ante la izquierda (hoy socialdemocracia) y la derecha panista y clerical; por ello su triunfo más notable ha sido la firma de ese “documento unitario” con los partidos de uno u otro bando. Los partidos se sentirán muy cómodos asegurando un fuerte financiamiento y una serie de concesiones que no tendrían si llegaran a separarse del “Pacto”. Ahora el gobierno de Peña y el PRI buscan demostrar que están dispuestos a llevar las reformas hasta donde sean necesarias para recuperar su poder como partido hegemónico y, si para ello es necesario “chocar” con eso que llaman “poderes fácticos” tendrá que ser, aunque fuera sólo por un corto tiempo.
4. Peña Nieto –escribe Julio Hernández López- se sabe producto político de la televisión, pero para afianzarse y consolidarse necesita someter a tal matriz de pantalla. También sabe lo que les debe a otros empresarios su campaña. Por ello ha impulsado la nueva ley de amparo, que entre otras cosas coloca a los concesionarios de bienes de la nación, como las telecomunicaciones, las minas y los energéticos, en una situación de fragilidad jurídica que sólo podrá ser resuelta mediante negociaciones en las que, por ejemplo, los barones de la televisión, Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego, no sigan sintiéndose dueños de un poder inercial que no necesita refrendos sexenales… Pero no hay un cambio de fondo ni intenciones de reivindicación social. Sólo son forcejeos de élite para replantear relaciones entre sus miembros, una fórmula de recuperación del estilo cesarista clásico del priísmo que había sido diluido por empresarios poderosos, sobre todo los concesionarios de las televisoras, que ahora deberán renegociar los términos de los entendimientos finalmente felices.
5. Que el PRI camina con paso acelerado para reconstruir su poder y que tiene muchos espacios para lograrlo, es indudable. Cuando el ultraderechista Felipe Calderón asumió la Presidencia en 2006, dijo que “rebasaría a López Obrador por la izquierda”. Nunca se entendió como lo haría con una política que estuvo al servicio del ejército y que luego causó 100 mil muertos. ¿Pretende ahora el PRI debilitar al sector progresista poniendo en práctica algunas de sus demandas o consignas? Obviamente no puede hacerse a un lado el planteamiento del presidente Peña Nieto, del secretario Osorio Chong, acerca de que el narcotráfico y la inseguridad no se combatirá esencialmente con armas sino que “este programa (estará) encaminado a ‘‘reconstruir el tejido social y generar condiciones de bienestar en la sociedad, que la fortalezca, pues mientras más fuerte, menos policías hacen falta”. Aunque el PRI no cumpla cabalmente con su postulado por compromisos empresariales, buscará confundir durante un tiempo.
6. Mientras el “nuevo” PRI avanza para consolidarse, el movimiento social independiente se ha debilitado mucho en su participación. Las reformas a la ley del trabajo aparecieron como avanzadas cuando en realidad maniataron más a los trabajadores obligándolos a someterse a las nuevas condiciones de explotación y con salarios que se han congelado registrando aumentos de burla y con seguridad social mínima; aunque la Ley cedió a los cacicazgos o charrismo sindicales, la realidad es en todos los niveles la “nueva” ley golpeó más a los trabajadores en sus demandas salariares y derechos. Pero lo más grave es que así como el movimiento obrero está entrampado, el movimiento campesino, popular y estudiantil, también parecen haber caído o por lo menos haberse debilitado. Otra vez la Coordinadora de profesores (CNTE) volverá a sacar la cara por todos esperando que las cosas mejores en su favor.
JUEVES, 14 DE FEBRERO DE 2013
El petróleo nuestro de todos los años (III)
Por Gerardo Fernández Casanova
Continúo con la enumeración de los “avances tecnocráticos” en PEMEX:
5.- Sindicato.- Lázaro Cárdenas decretó la expropiación petrolera, pero quienes dieron la lucha y se jugaron la vida fueron los trabajadores, en una época de guardias blancas y pistoleros al servicio de las empresas; también fueron los trabajadores quienes mantuvieron en operación las instalaciones expropiadas, incluso se hicieron cargo de la administración inicial. Esto explica la condición sui generis de la relación entre el sindicato y el estado patrón durante cincuenta años (1938-88). Durante todo ese periodo el sindicato fue también garante del carácter nacional y estatal de la empresa; el desmantelamiento emprendido por Salinas tuvo que pasar primero por el encarcelamiento de Joaquín Hernández Galicia “La Quina” y la intervención al sindicato para imponer líderes a modo que fueran anuentes al proceso de privatización. Guzmán Camacho y Romero Dechamps han respondido fielmente al diseño desmantelador que adoptó el régimen. Si bien nunca fue ejemplo de democracia ni de honestidad, el sindicato de los últimos 30 años ha sido campeón en materia de antidemocracia, corrupción y férreo control de los trabajadores. En 2001 Fox estuvo muy cerca de sanear esta situación cuando los dirigentes del sindicato fueron indiciados penalmente por el desvío de más de mil millones de pesos de PEMEX a la campaña de Labastida (caso Pemexgate); Dechamps amenazó con la huelga aprovechando la coincidencia de una revisión salarial y Fox, no obstante contar con el apoyo de la mayoría de los trabajadores y de las organizaciones disidentes, dio marcha atrás y en la sección instructora de la Cámara de Diputados donde se procesaba el desafuero (eran legisladores con fuero) el PAN se sometió al PRI votando contra la propuesta del PRD, con lo que imperó la impunidad y se mantuvo el régimen de corrupción sindical. Hoy, con el “nuevo PRI”, Romero Dechamps es nuevamente senador y garantiza la anuencia sindical a los afanes privatizadores, siempre con el aval de la Secretaría del Trabajo a las trapacerías que lo mantienen al frente del sindicato.
6.- Burocracia.- Otra forma de manifestación de la debacle a que se ha querido someter a la paraestatal es el desaforado crecimiento de la alta burocracia. Con el seccionamiento de la empresa se multiplicó por cuatro el personal administrativo; profesionistas egresados de universidades privadas y con estudios de postgrado en el extranjero, con sueldos competitivos en el mercado de las empresas transnacionales para realizar tareas que son subcontratadas. Así se crea una numerosa burocracia de cuello blanco cara e inútil que, además, considera que el hecho de hacer negocios particulares no es corrupción sino capacidad competitiva. Priva el criterio empresarial comenzando desde la Dirección General, con el caso paradigmático del Ing. Muñoz Leos (por cierto el único ingeniero químico que ha dirigido la empresa) cuyo antecedente profesional es que fue director de la sucursal de Dupont en México: imposible esperar una actuación que privilegie los intereses nacionales con tal curriculum.
7.- Por último, y como factor común de los “avances tecnocráticos”, la corrupción desmedida. Cuatro administraciones sexenales, más la que comienza, se han caracterizado por su aversión a la empresa pública en general y en particular a la petrolera; todos han intentado su privatización; al no lograrlo han buscado desmantelarla y corromperla hasta el hartazgo: se aplican criterios artificiales de rentabilidad y, por ejemplo, se dispone el cierre de pozos “no rentables”, se vende como chatarra el equipo y, luego, se concesionan a particulares para su aprovechamiento.
Pero, con todo y tanta trapacería, PEMEX sigue siendo el soporte de la economía mexicana y el reducto de la esperanza de recuperación nacional. Atender a la corrección de sus deficiencias y a su modernización implica reconocer las causas y proveer a la recuperación de las condiciones que fueron exitosas en su historia. La participación de empresas particulares, así fuesen mexicanas, sólo agregará nuevos factores de distorsión. La solución pasa por recuperar la riqueza de su experiencia acumulada en hombres y mujeres comprometidos con México y con la empresa nacional.
La defensa del carácter estatal y nacional de PEMEX es un deber patriótico.
JUEVES, 14 DE FEBRERO DE 2013
En algún lugar… En la estrechez de la cúspide
Por Laura M. López Murillo
En algún lugar insólito, en la estrechez de los ángulos obtusos y eludiendo todas las fórmulas, las líneas se distorsionan y los valores se tergiversan; en ese pequeño espacio se restringen todos los juicios y las cifras adquieren valores ambiguos…
El modelo actual del Instituto Federal Electoral se sustenta en la participación de la ciudadanía en todas las fases del proceso electoral en cada uno de los distritos, como capacitadores, supervisores, funcionarios de casilla, consejeros y representantes de los partidos políticos. Pero éste es un modelo piramidal. En los 300 distritos que cimentan la pirámide electoral se realizan tareas específicamente arduas en procesos estrictamente controlados que generan información profusa y detallada. La eficiencia y efectividad del mecanismo electoral en los 300 distritos se debe a la actuación de ciudadanos éticamente comprometidos con las labores que el IFE les encomienda. Pero al trascender el ámbito de los distritos la intervención ciudadana se desvanece.
Una distancia abismal separa a los distritos de la cúspide de la pirámide, donde se ubica la Junta General Ejecutiva y sesiona el Consejo General. Ahí se acata la normatividad que rige al instituto y ahí funciona la Unidad de Fiscalización de los Recursos de los Partidos Políticos. A esas alturas, la participación ciudadana se reduce significativamente a 9 consejeros y al estrecho margen que les concede la legislación electoral, consensuada por los partidos políticos en el congreso.
En esa estrechez, los 9 consejeros deben asumir la ética de la imparcialidad para interpretar leyes y reformas ambiguas, reglamentos complejos pletóricos de palabrejas domingueras con procedimientos algebraicos que determinan tiempos exactos para la ejecución de movimientos precisos (pero uno de ellos, Sergio García Ramírez, sesgó su juicio para favorecer y exonerar al Partido Revolucionario Institucional, PRI). Y desde esa cúspide, la visión del proceso se restringe y es ahí, muy lejos de la realidad y en el ángulo más obtuso de la geometría electoral, donde funciona la Unidad de fiscalización, responsable de la “quiebra moral del IFE” por los insólitos dictámenes sobre los gastos de campaña que determinan un dispendio de 63 millones de pesos del Movimiento Progresista de Andrés Manuel López Obrador pero que no detectan ningún exceso en los gastos de campaña de la coalición del Revolucionario Institucional y el Partido Verde Ecologista de México (PRI-PVEM).
Las cantidades son ridículas, la actuación de García Ramírez es deleznable y el daño infringido es alarmante porque las decisiones y las cifras emitidas por la cúspide del IFE no corresponden con la realidad galopante de las campañas y la credibilidad del instituto como órgano ciudadano está a punto de evaporarse. Desde la estrechez que lo margina, el Consejo General rechazó el dictamen de la Unidad fiscalizadora; se pospuso la discusión pero también se postergó la atención a un legítimo reclamo de la ciudadanía que rechaza el dispendio de recursos públicos en campañas políticas. Mientras tanto, la confianza del electorado se reduce lamentablemente en la misma proporción en que crece su desencanto porque la voluntad popular se diluye en el pequeño espacio donde se restringen todos los juicios y las cifras adquieren valores ambiguos…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.
Fuente:Argenpress
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