1 de marzo de 2013

CHILE.

JUEVES, 28 DE FEBRERO DE 2013
Arresto de tres soldados bolivianos en Chile y las cuestiones de Estado 
Por Juan Francisco Coloane
El arresto en Chile de tres soldados bolivianos que cruzaron la frontera (1), hace recordar el arresto del general Pinochet en Londres en octubre de 1998. El episodio reveló la conducta del estado chileno para absorber las demandas de la globalización. 

En el intenso esfuerzo por rescatarlo de un juicio en el Reino Unido, el funcionamiento del Estado chileno se vio presionado por las demandas políticas y jurídicas de una globalización que interviene cada vez más en el ámbito interno de los países. Se constató un estado carente de políticas y de capacidad para abordar una globalización que comenzaba a exigir los otros “costos” de la integración. Ahora en el plano de los derechos ciudadanos, algo menos tangible que los dividendos de la integración económica. 

Por el tono elevado de las acusaciones, Bolivia y Chile entraron en el complejo enjambre de las relaciones internacionales y su significado global respecto a las conductas de los estados y su legitimidad. Ser beligerante aunque sea en el tono, incide siempre más allá de las fronteras. A pesar de la cotidianeidad de las fronteras porosas, la beligerancia afecta no solo las relaciones bilaterales sino que inciden en el clima político regional. 

La beligerancia adoptada por ambos gobiernos puso en relieve la esfera de los deberes y demandas en clave de globalización para ambas naciones. En el caso de Chile fueron las que, no supo leer con anticipación durante los 18 meses del arresto de Pinochet y esta vez repitió el error. Unilateralmente la autoridad dictaminó actuar judicialmente sobre la violación de la frontera sin calificar el contexto político de las relaciones bilaterales que están tensas y en el plano más global de las relaciones internacionales. 

El caso de Bolivia con sus soldados arrestados es similar. 

El gobierno de La Paz quiere rescatar a los soldados no para juzgarlos, sino para convertirlos en héroes. Si cruzar la frontera fue “un error” (como señaló la autoridad boliviana), en el contexto militar es grave porque se expuso al país y la justicia debe decir algo. No hay dos raseros. 

En vez de enredarse en las provocaciones intentando sacar provecho político, el incidente es una oportunidad para ambas naciones de poder observar lo que está fallando en las estructuras del estado y en los sistemas políticos.

El estado chileno continúa refugiándose en la soberanía westfaliana manejada rígidamente por el defecto constitucional de no ser una nación plenamente democrática; gobernada no por ciudadanos, sino por dos coaliciones políticas extremadamente cupulares. El tema de las relaciones vecinales es pasto para la demagogia nacionalista y sacar dividendos políticos sin mirar con mayor profundidad los problemas de estado. 

Chile además exhibe fallas en el Estado que se arrastran. En el gobernante chileno post dictadura se destila autoritarismo porque su fundamento para gobernar no es un pacto con los ciudadanos, sino que son los papeles y el uso de la coerción en una Constitución con base residual dictatorial. A este legado post dictadura se suma el dualismo de una gobernanza basada en un sistema de dos coaliciones políticas que calibran el vaivén del antagonismo y los consensos para mantenerse en el poder. Esto hace que una materia de Estado como el asunto de los soldados bolivianos arrestados entre en el área de la disputa política, más que en la solución de estado. 

El gobierno Boliviano a su vez, podría revisar su agenda (respecto a Chile) en un año de recambio de autoridad presidencial y de parlamentarios en Chile. Cualquier presión bajo estas condiciones corre el riesgo de encausar una mayor distorsión en el diálogo con escasos resultados concretos. Tanto en 2013 como en 2014, Chile será un muro respecto a una mayor flexibilidad en el diálogo por la salida al mar, independiente de la coalición que asuma el gobierno. Cuando los sistemas políticos son frágiles, el chovinismo está a la vuelta de la esquina. 

Hay otro factor. Las reglas de la globalización implican un grado de uniformidad de gobiernos y de políticas debido a que apuntan a desarrollar una unidad económica mundial. No puede haber disparidad significativa en las conductas internacionales de las naciones, aunque una crisis como la de Siria demuestre lo contrario y aunque la Alianza Transatlántica esté en pos de la supremacía global. Las reglas de la globalización han sido impuestas con el “machete económico” de las transnacionales para que se cumplan, a espaldas de los pueblos y en connivencia con los jefes de estado que se eligen. Vaya a saberse por qué siempre ocurre así. 

Una de El Príncipe: Cuando los sistemas (políticos) fallan estallan las guerras. Ya sabemos donde mirar y sería bueno que los soldados bolivianos regresen a casa lo antes posible con dos estados dialogando.

(1) La defensa de tres soldados bolivianos presos en Chile y la Fiscalía de Tarapacá solicitaron una nueva audiencia al Juzgado de Garantía que los procesa para llegar a un acuerdo y poner fin al caso judicial. El juez fijó la sesión para el próximo viernes 1 de marzo a las 10.00 horas. La justicia chilena había excarcelado el lunes pasado aunque les impidió salir del país, a tres conscriptos bolivianos detenidos hace un mes por ingresar armados a Chile. El fallo encendió una mecha de duras acusaciones entre ambos gobiernos. La medida había sido resistida por la fiscalía chilena. La expulsión había sido rechazada por La Paz al considerar que el ingreso de los soldados fue involuntario y en cumplimiento de acuerdos internacionales contra el crimen.

Los tres soldados bolivianos José Luis Fernández, Alex Choque y Augusto Cárdenas están imputados de ingresar ilegalmente al país con armas de guerra.

JUEVES, 28 DE FEBRERO DE 2013 
Indice de desempleo en Chile se sitúa en seis por ciento 
PL
Con un descenso interanual de 0,6 puntos, el desempleo en Chile abarcó al seis por ciento de la población económicamente activa en el último trimestre móvil, informó hoy el Instituto Nacional de Estadística. Según el ente oficial, de noviembre de 2012 a enero de 2013, el indicador disminuyó una décima. 

Las cifras indican que 491 mil 90 ciudadanos se mantienen sin empleo. Siete millones 742 mil 420 disponen de un puesto de trabajo. La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) de Chile ha dicho que los números que muestran un índice de desempleo inferior al siete por ciento no reflejan toda la realidad que viven los asalariados. 

De acuerdo con la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa, los puestos de trabajo generados en los últimos años, en su gran mayoría, son precarios, de alta vulnerabilidad, sin condiciones de contrato protegido. "Muy bien para el Gobierno mostrar en esas condiciones cifras azules, pero muy mal, porque tras esas cifras lo que tenemos es mayor precarización laboral, y no podemos sentirnos satisfechos con un debate que es solo de cifras, falta un debate real sobre la calidad del empleo que Chile está creando", señaló recientemente Figueroa. 

Las regiones del país con mayores índices de desempleo son Biobío (sur), con un 7,6 por ciento; Valparaíso (centro), con un 7,4, y Atacama (norte), con un 7,3. Los mejores indicadores se registran al sur, en Los Lagos y Aysén, ambas con un 3,4 por ciento, y Magallanes (sur), con un cuatro por ciento. 

La Región Metropolitana, que abarca cerca del 40 por ciento de la fuerza laboral, tuvo un 5,9 por ciento de desempleo en el trimestre móvil. 

JUEVES, 28 DE FEBRERO DE 2013 
La marca Bachelet y la soberbia concertacionista
Por Fabián Araneda 
Las responsabilidades de Bachelet en el pésimo manejo de la crisis del 27-F son vistas desde el oficialismo como una gran oportunidad para socavar el apoyo y adhesión popular que dan a la ex mandataria las encuestas de cara a las próximas elecciones. Han intentado varias veces, con distintos énfasis, establecer que la capacidad de liderazgo y de resolución, al fragor del terremoto y tsunami, muestra inoperancia de su parte. En esta línea, incluso la vocera de gobierno la llamó a pedir perdón a las víctimas. 

Sin embargo, nada de eso ha resultado. 

Ello porque la crítica desde la derecha es oportunista, de vocación meramente electoralista y por ende solo busca 'empatar' responsabilidades entre un gobierno que aquella noche se mostró inepto (qué duda cabe) y el fracaso de la reconstrucción (responsabilidad del gobierno actual). A ello sumemos la profunda crisis de credibilidad del gobierno y del propio Presidente, cuestión que hace que cualquier cosa que digan o hagan cuente con la más amplia desconfianza ciudadana. Junto con eso el gobierno ha mostrado ser tanto o más ineficiente que el anterior. El discurso de la excelencia o 'el gobierno de los mejores' se fue a los tumbos. Hoy la derecha está en la UTI. No es opción.

La revelación de las declaraciones de Bachelet ante la Fiscal a cargo del caso volvió a poner el tema en el tapete. A medida que se van recabando nuevos antecedentes queda en evidencia el mal manejo de aquella fatídica jornada. Esa ineficiencia se tradujo en cientos de muertos y damnificados, y por ende debe ser castigada por la opinión pública. 

Pero, ¿cuál es la verdadera responsabilidad de Bachelet? 

Bachelet encabezó un mal gobierno. A veces los números y la 'encuestitis' hacen que perdamos la memoria reciente. En particular, la noche del 27-F evidenció bajos niveles de coordinación entre el gobierno central y las regiones (un centralismo asfixiante) y un nulo manejo de las operaciones de las FFAA, con comandantes que siguieron durmiendo tras el sismo y no tenían aviones disponibles para recorrer el país. Se perdieron horas vitales, al no tener información de lo que pasaba en Concepción y en Talcahuano, debido a un impresentable estado de los sistemas de comunicación. Hablamos de errores que eran fácilmente evitables, pero que costaron la vida de cientos de chilenos. 

Pero más allá de enumerar la larga lista de errores técnicos y de procedimiento, nuestra impresión es que la crisis de aquella fatídica noche no es sólo ineficiencia, es la puesta en escena de un gobierno más preocupado de la imagen y popularidad de una presidenta saliente que de diagnosticar y resolver efectivamente una crisis. Había que resguardar 'la marca Bachelet'. La soberbia los llevó a hablar de 'marejadas' en vez de maremoto. En las primeras horas hubo una obsesión en las voces concertacionistas para bajar el perfil a lo ocurrido (basta escuchar las declaraciones del Intendente del Bío Bío, el socialista Jaime Tohá esa madrugada). La marca Bachelet era más importante que la realidad que golpeaba brutalmente y sin aviso a miles de chilenos. 

Esa marca ha sido resguardada por los barones del PS. Ella calla, ellos la blindan y promueven. La defienden con garras y colmillos sedientos de 'recuperar' La Moneda. El problema es que 'la marca Bachelet' no se vende separada de sus agentes y operadores. Si ella gana, la soberbia concertacionista volverá a instalarse despreciativa de las demandas ciudadanas y populares. Esa soberbia bien la conocimos durante las movilizaciones estudiantiles del 2006 o tras el asesinato de Matías Catrileo. 

Porque las limitaciones, el techo de lo posible con la Concertación, se demostró desde el primer momento de ese último gobierno de “centro-izquierda”, cuando mientras Bachelet asumía el gobierno, los pobladores de Peñalolén intentaban tomarse un terreno para lograr el sueño de la casa propia en medio de gases lacrimógenos. Lo hizo nuevamente cuando miles de estudiantes secundarios salían a las calles ese mismo año exigiendo una transformación real de la educación –en una antesala de las potentes protestas que protagonizaríamos el 2011- sólo para ver cómo las autoridades de gobierno llegaban a un acuerdo con la derecha política, perfectos voceros de las necesidades empresariales, en un triste eco del acuerdo del 2005 que creó el Crédito con Aval del Estado y profundizó la mercantilización de la educación. 

En los hechos la Concertación ha sido la mejor defensora de los intereses de los empresarios, y ejemplos en ese sentido se pueden mencionar por decenas: la privatización de los puertos, la política intensa de concesiones de obras públicas como las carreteras, los beneficios múltiples para los privados en el manejo de nuestros recursos naturales, las continuas políticas de flexibilización laboral –con el apoyo eterno de la CUT-, la progresiva militarización del Wallmapu y un largo etc. 

Apoyar a Bachelet es dar respiración boca a boca a una coalición moribunda. Pensar que una vez en el gobierno la Concertación respetará el programa que pacten es al menos iluso. Ya lo hicieron el 90'. Basta releer el notable libro "El Programa abandonado", del economista Hugo Fazio. 

Pero tampoco pretendemos simplificar. No dudamos de las intenciones de verdadera transformación del modelo neoliberal que poseen sectores de la izquierda de la Concertación o del PC. El problema es que estos “buenos muchachos” no podrán avanzar sobre el muro conservador construido por el eje DC-PS, el que también posee el mayor caudal de votos de la coalición, condición que los convierte en el bloque de mayor influencia a la hora de tomar decisiones políticas. 

¿Volveremos entonces en las próximas elecciones a escuchar la cantinela del mal menor o los llamados a 'parar la derecha'? Eso hoy no es suficiente y va a contra-corriente de un pueblo que ha estado en la calle movilizándose y conquistando espacios. Si algo hemos aprendido es a defender nuestras convicciones cada vez con más fuerza y energía y no nos dejaremos ‘encantar’ por quienes han co-construido un modelo desigual y antidemocrático. 

Fabián Araneda es Vicepresidente de la Federación de Estudiantes Universidad de Chile- FECH.
Fuente:Argenpress

27.02.2013
Murió Adolfo Zaldívar, el embajador chileno en el país 
El representante diplomático murió en la madrugada a causa de un cáncer de páncreas que le fue diagnosticado en abril de 2012. Ginés Gonzalez lo definió como un "amigo entrañable". Fue un defensor de la unidad entre Chile y Argentina.

De 69 años, Zaldívar Larraín murió en su casa de Santiago, donde se encontraba desde hace varios meses, tras regresar de Buenos Aires para ser tratado de su enfermedad en una clínica de Santiago en la que estuvo hasta el pasado mes de enero, indicaron las fuentes.

Miembro histórico de la Democracia Cristiana chilena, a la que se afilió a los 14 años, Zaldívar fue senador y presidente de ese partido, del que se alejó junto a un grupo de seguidores debido a conflictos internos, para integrarse después al Partido Regionalista Independiente (PRI), que apoyó a Sebastián Piñera en las elecciones del 2010.

Abogado y profesor de Derecho Político y Derecho Constitucional, Zaldívar fue un tenaz opositor a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), período en que contribuyó a fundar la Comisión Chilena de Derechos Humanos para apoyar a los perseguidos por el régimen.

Elegido senador por la región de Aysén por el periodo 1994-2002 y reelegido después por el período 2002-2010, fue también presidente del Senado entre 2008 y 2009.

En junio de 2010 fue nombrado por el presidente Sebastián Piñera embajador de Chile en Argentina. 
Fuente:InfoNews               

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