31.03.2013
El destino americano de nuestras Malvinas
Por:
Jorge Giles
Asoma un nuevo 2 de Abril en el calendario y el alma se revuelve entre el dolor y el orgullo nacional.
Los únicos violentos en la historia de disputa por la soberanía de Malvinas durante los últimos 180 años, fueron y son los colonialistas de su majestad británica.
Sólo la dictadura cívico-militar violó la voluntad de paz del pueblo argentino.
Ese dato es una vergüenza; lo mismo que saber que durante el largo y sinuoso camino recorrido en democracia, los gobiernos no pudieron, no quisieron o no supieron honrar y redimir el heroísmo y la sangre derramada allá en Malvinas.
Hasta que llegó Néstor Kirchner y con esa voluntad indomable que sólo tienen los que saben ponerse la historia popular al hombro, viajó hasta Londres a poco de asumir y le espetó en la cara al primer ministro inglés, que llegaba a Inglaterra sólo para dialogar sobre la soberanía en Malvinas. Era la primera vez que ocurría un episodio así.
En los últimos años, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner volvió a sacarle brillo a un valor extraordinario en este asunto y que por mucho tiempo pareció olvidado: la causa de Malvinas es la causa de América latina y la de todos los pueblos que en el mundo elijen ser libres.
Viene de muy lejos la genética de estos comportamientos tan disímiles entre colonialistas y patriotas. Es hora que recordemos el origen de la historia tal cual fue, para saber fundamentar nuestros reclamos. Los ejemplos abundan.
Empecemos a intentarlo y sigamos haciéndolo allí donde el fuego de la patria nos alumbra la vida.
¿Sabemos, por ejemplo, que Bolivia fue la primera República que se solidarizó con la Argentina ante la usurpación británica a las Islas en 1833?
Todo tiene que ver con todo y mucho más si de Malvinas se trata.
El 2 de enero de 1833 se produce la usurpación británica.
El Gaucho Antonio Rivero y sus compañeros, algunos de ellos charrúas y criollos de la Banda Oriental, inician una rebeldía que será hasta las últimas consecuencias.
Fue en ese mismo tiempo, el 14 de junio de 1833, que el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Mariano Enrique Calvo, escribió al gobierno argentino desde la sede del Palacio gubernamental, en Chuquisaca:
“Este suceso desagradable ha causado en el gobierno de Bolivia los sentimientos de desconsuelo que antes de ahora experimentó al ver que intereses mal entendidos frustraron el grandioso proyecto del Congreso de Panamá” (convocado por Simón Bolívar para formar una federación de países hispanoamericanos independientes).
“La hermandad habría dado a las naciones de América toda la respetabilidad necesaria para que las naciones europeas se abstuvieran de emprender agresiones desconocidas por el derecho internacional, para repelerlas con vigor en el caso de que se avanzase con medidas violentas. La ocupación de la Soledad sin previo reclamo, sin alegar título alguno y sin otro apoyo que el abuso de la prepotencia, ha sido en extremo sensible al gobierno de Bolivia, que respetando sobremanera los derechos de toda nación, quisiera que de todas ellas se desterraran las vías de puro hecho, tan contrarias a la razón y las luces del siglo”.
Y continúa expresando el representante de la hermana Bolivia a escasos 5 meses de producirse la usurpación británica:
“En violación tan manifiesta del derecho de gentes hay que considerar no sólo el ultraje hecho a la República Argentina, sino también el desprecio que envuelve hacia las demás naciones americanas. En términos más claros, la conducta del gabinete británico en las Malvinas, aunque sea perjudicial esencialmente al gobierno que se siente despojado de su posesión, es ofensivo y demasiado injurioso a todas las repúblicas americanas, y, a juicio del gobierno de Bolivia, es una causa altamente continental.”
Y termina diciendo:
“Bajo de este concepto, por su parte, no sólo entrará gustoso y coadyuvará en cuánto pueda en la reparación de tamaña ofensa, sino también desea eficazmente se la cuente entre las primeras para reclamarla y conseguir por los medios que sean convenientes el resarcimiento de los perjuicios ocasionados y la satisfacción que tanto interesa a la soberanía y la dignidad americana. Estos son los sentimientos del gobierno del infrascripto y los de la nación boliviana, idénticos con los de todo corazón verdaderamente americano. El gobierno de Buenos Aires puede contar con ellos siempre que ocurra sostener y hacer respetar los derechos políticos de las repúblicas hermanas que son esencialmente anexos a su soberanía e independencia.”
Estremece saber que el texto completo de esta maravillosa expresión solidaria fue difundido por Bolivia recién en 1965 a manera de apoyo al reclamo argentino ante Naciones Unidas.
Y estremece recordar que si Bolivia en 1833 ofreció su apoyo marítimo y diplomático era porque aún el mar Pacífico bañaba sus costas en Puerto La Mar, en Cobija, el puerto boliviano creado por Simón Bolívar.
Y estremece saber que los diputados por Bolivia firmaron las Actas de la Independencia en el Congreso de Tucumán de 1816.
Y estremece saber que Cornelio Saavedra, Presidente de la Primera Junta Patria creada el 25 de Mayo de 1810, nació en la Villa Imperial de Potosí, hoy territorio boliviano. Saavedra fue el primer jefe criollo que ordenó pagar los gastos de Malvinas asentándolo en el presupuesto “como si fueran gastos de un navío en alta mar”.
Hoy, a 180 años de la usurpación británica en Malvinas, el canciller Héctor Timerman reclamó nuevamente nuestra soberanía ante el Comité de Descolonización de la ONU. Lo acompañaban los representantes de la Unasur, del Mercosur y la Celac.
El canciller uruguayo, Luis Almagro, representando al Mercosur, sintetizó: “La causa Malvinas es por esencia latinoamericana y del Caribe, ya que la territorialidad que defendemos es de América latina y el Caribe”.
Así, la sangre de los héroes de Malvinas florece en la unidad definitiva del continente.
La Patria Grande no sólo tiene un origen común; tiene, también, un destino común.
Fuente:InfoNews
Malvinas: patria grande
Año 6. Edición número 254. Domingo 31 de marzo de 2013
Por
Edgardo Esteban. Periodista y soldado ex combatiente de Malvinas
contacto@miradasalsur.com
Bajo el sol del verano caminamos por las calles de Buenos Aires ex combatientes, referentes sociales, sindicales, culturales y políticos con una pancarta: “Volveremos a Malvinas de la mano de América latina”. Era el 3 de enero pasado, a 180 años de la usurpación de las islas por parte del Reino Unido. El objetivo era llegar a la puerta de la embajada Británica en Argentina para reclamar una vez más al primer ministro David Cameron que cumpla las resoluciones de Naciones Unidas que piden a Gran Bretaña que se siente a dialogar con el gobierno argentino por la soberanía en Malvinas. Esa pancarta era el emblema que resaltaba, en diciembre pasado, en la Casa Patria Grande Néstor Kirchner, cuando inaugurábamos el Foro Latinomeranicano sobre Malvinas como parte de las actividades del encuentro de Jóvenes Dirigentes Políticos de la región. Fue un momento muy especial cuando jóvenes procedentes de Bolivia, Venezuela, Ecuador, Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Colombia y Paraguay se comprometieron a luchar por la causa Malvinas en su lugar de origen como parte de la pertenencia que se siente en toda América latina.
Reafirmando este compromiso de la región y respaldando al gobierno argentino en su reclamo, este martes hubo además un encuentro de los referentes regionales y el canciller Héctor Timerman con los 29 miembros del Comité de Descolonización de Naciones Unidas. Los miembros del Comité escucharon las intervenciones sobre la Cuestión Malvinas de los cancilleres de Uruguay, Luis Almagro; del cubano Bruno Rodríguez, por la CELAC, y del vicecanciller de Perú, José Baraún Aranibar. Tras ese encuentro, el presidente del Comité de Descolonización, el embajador ecuatoriano Diego Morejón Pazmiño resaltó la importancia de que las tres agrupaciones regionales apoyaran en conjunto por primera vez el reclamo.
Esa misma América latina unida se percibió, pocas horas después, en otro gesto más de integración y compromiso regional con la causa Malvinas cuando los cancilleres de América latina y el Caribe renovaron el pedido al secretario general de las Naciones Unidas, Banki Moon, de exigir al Reino Unido que respete las resoluciones sobre la cuestión Malvinas.
Una vez más se denunció la militarización de la zona de Malvinas por parte del Reino Unido recordando que se trata de una zona de paz donde está prohibida la provisión de armas nucleares. Como dijo Héctor Timerman, si hay un pueblo afectado es el argentino, que no puede ejercer la soberanía de la totalidad de su territorio, pero esta amenaza armamentista también afecta al pueblo latinoamericano. Esta claro que el gobierno británico, con la excusa del presunto objetivo de tener allí una “base militar con alta tecnología para defenderse de la Argentina”, quiere controlar la Antártida, el mar austral y el paso entre el Atlántico y el Pacífico.
Por eso no es menor el compromiso de los representantes regionales cuando en la misma conferencia, en nombre de la Celac, expresaban el más firme respaldo a los legítimos derechos de la Argentina sobre las Islas Malvinas, recordando el interés de los países de la región en que el gobierno nacional y el del Reino Unido reanuden las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica y definitiva de conformidad con los pronunciamientos de Naciones Unidas. El propio canciller uruguayo Luis Almagro dijo que la causa Malvinas es por esencia latinoamericana, ya que “la territorialidad que defendemos es de América latina y el Caribe”, recordando que la postura del bloque de países pasa por reafirmar “la necesidad del cumplimiento de resoluciones de Naciones unidas sobre Malvinas” y mantener el “apoyo al reclamo argentino”. Además sostuvo que el Reino Unido “negoció con el régimen de facto argentino” y que “lo que ocurre en la zona de las Islas Malvinas es disfuncional a la pacificación del Atlántico Sur”, por lo que reafirmó que “la mesa de negociación es fundamental”.
No es menor que este fuerte apoyo regional tuviera lugar poco días después de la celebración del referendum organizado por el Reino Unido en las Malvinas con el objeto de justificar el continuado incumplimiento de estas resoluciones de la ONU sobre la disputa de soberanía en el Atlántico Sur. En tanto, Mike Summers, junto a un grupo de representantes políticos de los isleños, buscó infructuosamente conseguir una reunión con las autoridades de las Naciones Unidas, tratando de buscar un aval del referendum, pero las puertas del organismo internacional no se le abrieron.
Un plebiscito que no reconoció ninguno de los organismos regionales ni por la ONU y que a pesar de buscar trascendencia internacional, pasó sin pena ni gloria, se vio opacado cuando las tapas de los diarios del mundo anunciaban al nuevo Papa argentino. Otra vez la “mano de Dios” los golpeaba donde más les duele: la falta de respaldo y repercusión internacional.
Pero, como siempre, tras la reunión, otra vez llegaba la soberbia imperial, y nuevamente confirmaba que a pesar de que existen 40 resoluciones de las Naciones Unidas, el Reino Unido manifestó, una vez más, su rechazo a las gestiones de buenos oficios del máximo representante de la ONU. El Reino Unido, con esta actitud, lo que busca es permitir sin ningún tipo de control la depredación de los recursos naturales, ictícolas y marítimos y la búsqueda indiscriminada de petróleo, sin medir las consecuencias ecológicas en un territorio de 3 millones de kilómetros cuadrados.
A lo ocurrido en Naciones Unidas, se suman las denuncias que presentó el Centro de excombatientes Islas Malvinas de La Plata ante la justicia de Tierra del Fuego para que se investiguen las supuestas torturas cometidas por las tropas británicas durante el conflicto bélico que violentaron las disposiciones del Convenio de Ginebra relativas al debido trato a los prisioneros de guerra. Los casos denunciados constituirían hechos criminales por el homicidio en perjuicio de los soldados argentinos que fueron tomados prisioneros en los campos de batalla.
El 24 de marzo es un día en que los argentinos hacemos un acto de reflexión revisando nuestra historia. Ese ejercicio de memoria y de defensa de los derechos humanos nos fortalece como sociedad para no volver a permitir que el autoritarismo y la intolerancia desvirtúen los intereses de la voluntad popular. El genocidio iniciado por los militares y sus apoyos civiles con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 continuó de algún modo en Malvinas. Esos mismos militares que nos llevaron a la guerra hoy son juzgados por delitos de lesa humanidad, tal el caso de Mario Benjamín Menéndez, que fue gobernador de las islas durante el conflicto bélico. Quizás por eso también los casos de maltrato a los propios soldados en la guerra fueron parte de una realidad resistida durante años. Es por eso que el camino de verdad y justicia debe profundizarse también en relación a los que nos pasó durante aquellos días.
La multitudinaria marcha recordando el 37º aniversario del golpe cívico militar fue conmovedora por su convocatoria. En lo personal, fue llamativo ver a tantos jóvenes marchando con estandartes, remeras y banderas que los identifican con Malvinas. Las nuevas generaciones sienten como propia esta causa y militan por esa parte de nuestro territorio con el mismo entusiasmo y pertenencia que despierta el compromiso frente a la historia reciente. Los ex combatientes que creemos en la defensa de los derechos humanos cada vez nos sentimos más integrados en esta misma lucha por la memoria. Los soldados que combatimos en Malvinas fuimos parte de esa trágica historia de la dictadura cívico militar que, como corolario de su horror, el 2 de abril de 1982 nos llevó a un conflicto bélico que nos alejó de Malvinas.
En este presente que nos permite revisar la historia con Memoria, Verdad y Justicia nos proponemos hablar y evocar lo pasado pero pensando siempre en la construcción del futuro. El reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas que tiene nuestro país desde 1833, avasallado por la posesión colonial de Gran Bretaña, que por historia y derecho nos pertenecen, es constante y legítimo. Pero eso nada tiene que ver con el análisis descarnado de lo ocurrido en 1982. Buscar la verdad sobre lo vivido en la guerra nos ayuda a ir reconstruyendo, a pensar y reflexionar sobre los errores y los aciertos de nuestra propia historia, la que nos conforma como argentinos.
En estos 31 años recordamos a los que murieron en nuestras islas, a los que por la indiferencia y el olvido se quitaron la vida y a los familiares que perdieron a sus seres queridos. Nuestros muertos serán siempre héroes y una asignatura pendiente de una sociedad que ocultó por años lo que más le duele.
La memoria histórica es la recuperación de la verdad desde las experiencias vividas y en este sentido seguimos en la lucha por la memoria de Malvinas. La vivencia de la guerra padecida por soldados y colectivamente por nuestra sociedad sirve para realizar aportes en la reconstrucción de nuestra identidad. El desafío es seguir trabajando para aplicar la justicia ante la impunidad, el reconocimiento ante el olvido y no claudicar en la recuperación definitiva de la soberanía en las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur por el único camino posible, el de la paz.
Fuente:MiradasalSur
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