20 de abril de 2013

OPINIÓN.


¿Quién adopta a los huérfanos 18A?
El mango de la cacerola
19/04/2013
Por Manuel Costa

Foto: M.A.f.I.A.
Inmersos en la puja por capitalizar la dispersa y variopinta constelación de opositores al Gobierno, los referentes de los distintos espacios políticos que adhirieron al 18A, coincidieron en la necesidad de hacerse eco de los clamores por la unidad que oyeron o creyeron oír durante la protesta cacerolera.
Hermes Binner no puede darse el lujo de no estar allí, donde se junte gente, mezcla rara de Museta y de Mimí, donde haya cámaras, flashes y micrófonos. No puede desechar esa oportunidad en un año electoral, aunque le cueste otro jirón de su deshilachada impronta socialista.

Él está en carrera, y quiere jugar por lo más alto del podio. Su ecuación parece sencilla, paseando entre cacerolas, con un Momo Venegas por ahí, un Ricardito Alfonsín allá, un Federico Pinedo acá, una Cecilia Pando más allá, ¿qué puede perder? Si lo importante es estar. ¿Acaso lo que se derrama por izquierda no se reabsorve por derecha?

Binner dijo que en la marcha la gente les pedía unión, –”¡Únanse!”, les clamaba el “pueblo” según el socialista–, y señaló que aunque “improbable”, hay que intentar responder a esa demanda.

Mauricio Macri no fue a la marcha. Más que por fiaca, se trató quizá de un gesto para diferenciarse de otros (su principal competidor para conducir la contra a esta altura es Binner). Macri, uno de los más entusiastas arengadores de la movida vía Twitter, se excusó en el respeto que le merece una movilización “autoconvocada por la gente”, “sin partidismos”, dejando o pretendiendo dejar en off side al los que sí concurrieron.

Todos los demás actores políticos del 18A se empalagaron con la consigna unionista, incluso Binner, pero ¿por qué le parece improbable al ex candidato presidencial una confluencia de todo el arco opositor en un mismo frente? ¿Por razones ideológicas, tal vez? ¿Acaso el caprilista Binner puede seguir considerándose en las antípodas del pensamiento macrista?

No se puede afirmar en qué proporción el frenetismo anti K de los caceroleros representa a los que no adhieren a la actual conducción del país, hayan colmado plazas, medias plazas, o apenas plazoletas.

Lo cierto es que hay una porción importante de la población que carece de representación política. Hay que cohesionar ese cuarenta y pico por ciento que no votó a Cristina, –se babean los referentes de la oposición–. Pero, a su vez, saben que si se pretende una oposición de porte a la continuidad del actual modelo, es necesario un líder, no dos, ni tres.
Fuente:RedaccionRosario

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