Cada esquina es un debate
En los comicios de hoy, 18,9 millones de personas están convocadas para elegir presidente tras la muerte de Chávez.
Por Mercedes López San Miguel
Desde Caracas
Imagen: EFEComo es su costumbre, un grupo de personas se reunió ayer en la vereda a discutir sobre política: el denominado “colectivo socialista de la esquina caliente”, a metros de la Plaza Bolívar, daba sus razones para votar al candidato Nicolás Maduro. Por si quedaban dudas, de fondo sonaba el tema “Chávez te lo juro, mi voto es pa’ Maduro”. Era la víspera a los comicios de hoy en los que 18,9 millones de personas están convocadas para elegir presidente tras la muerte del líder bolivariano, el 5 de marzo. Maduro llega como favorito frente al candidato de la Mesa de la Unidad Democrática, Henrique Capriles Radonski, quien hace tan sólo seis meses perdió contra Chávez por once puntos.
En la esquina caliente los ánimos estaban agitados ante la proximidad de unas elecciones que inquietan a los venezolanos y, probablemente, al mundo. Angel Yanes, un vendedor ambulante de gorras, remeras y medias, participaba del encuentro. “Nosotros estamos preocupados, discutimos el tema de la seguridad. La violencia viene de los barrios –las villas miserias–, con el alcohol, con los secuestros exprés, que están de moda”. Angel vive en El Hatillo y vota por Maduro. “Donde vivo gana Capriles”, dijo el vendedor de 44 años en referencia a que El Hatillo pertenece al Estado de Miranda, donde el candidato opositor fue reelecto gobernador en diciembre y luego pidió una licencia. De los 23 estados del país, la oposición, conformada por un mosaico de partidos que va desde ultraconservadores hasta progresistas, obtuvo tres gobernaciones: Miranda, Lara y Amazonas.
El tema de la inseguridad estuvo presente en ambas campañas. Como parte del programa de gobierno, Maduro dijo que hará hincapié en la lucha contra la violencia y el crimen, una de las asignaturas pendientes de la revolución. “Superar la violencia es un tema prioritario, queremos construir una sociedad socialista de paz, con altísimos niveles de igualdad social”.
Con 16 mil homicidios en 2012, según números oficiales, la inseguridad es la principal angustia de los venezolanos y por eso Capriles lo tuvo como asunto recurrente en sus actos electorales, al igual que machacó con los apagones de luz, la escasez de alimentos y la inflación. Como en octubre, el candidato opositor afirmó la relevancia de un sector de la sociedad superior al 40 por ciento que tiene una “identidad y valores distintos” a los simpatizantes del chavismo, es decir, que apuestan por un modelo que no es el socialismo de siglo XXI. Sin embargo, Capriles evitó despertar fantasmas y para captar el voto chavista dijo que mantendría las misiones sociales que han llevado salud, educación y vivienda a los sectores más olvidados del país.
Los sondeos dieron a Maduro una ventaja de diez puntos o más sobre su rival, en una contienda que se precipitó por la muerte de Chávez. Y que ha tenido una buena dosis de religiosidad y misticismo de parte de ambos candidatos.
Caminando por la Plaza Bolívar, una mujer de mediana edad se detuvo para decir a quién va a votar. “Lo elijo a Capriles porque Dios le dio otra oportunidad”, dijo Morelia Marquina, secretaria en una empresa y que admitió haber votado por Chávez en 1998. “Expropió empresas y prefirió a los médicos cubanos”, señaló como dos motivos por los cuales dejó de apoyarlo en estos años.
El candidato oficialista recurrió a la red social Twitter para indicar que ayer, 13 de abril, se recuerda que hace 11 años fue “día de revolución cívico-militar”, cuando Chávez fue restituido en el cargo tras el efímero golpe de Estado. En uno de los mensajes señaló: “Alerto al País por la Guerra Sucia que se dirige desde Bogotá contra La Paz de Venezuela y contra mí como ser humano y Presidente”. La declaración de Maduro supone una reiteración de las denuncias efectuadas en las últimas semanas por él mismo y por el gobierno sobre supuestos planes de desestabilización y de atentado, atribuidos a sectores de la “extrema derecha” que no identificó.
Sentado en la vereda, Carlos Salazar dijo estar tenso. “Aquí la derecha y la ultraderecha están jugando al sabotaje. Vienen de afuera, de Estados Unidos, a provocar apagones de luz y falta de comida”, dijo el joven que vino desde el barrio popular Caricuao. ¿Qué pruebas hay de ese sabotaje? La respuesta de este chavista por convicción –como se definió– apuntó a ciertos empresarios. “El alimento número uno del país es la arepa y la harina de pan la produce el empresario Lorenzo Mendoza, de Alimentos Polar. La cerveza nunca falta, pero sí la harina.”
En esa línea tituló ayer el diario afín al gobierno Ciudad Caracas: “Acaparaban alimentos en Catia”, sobre la noticia de que algunos productos de la canasta básica, como harina, café, aceite y leche, habían sido guardados en un depósito a propósito para luego ser vendidos por encima de los precios establecidos.
Es que en febrero el gobierno devaluó el bolívar, cuyo valor pasó de 4,3 a 6,3 por cada dólar, y en marzo adjudicó divisas en subastas al doble de ese valor –según algunos analistas– para reducir la falta de divisas y el déficit fiscal. Esta medida despertó algunas alarmas. La oposición, que incluye en su seno a partidos liberales y pro mercado, insistió durante la campaña con el temor a que la inflación se dispare. La profesora en Economía Judith Valencia lo desestimó. “La inflación golpea a los sectores de clase media y del Este de Caracas, a los que compran en las cadenas privadas y no salen con una bolsa de Mercal o Pdval (mercados con productos a precios subsidiados), porque no tienen la estética de los grandes supermercados.”
Valencia señaló a Página/12 que el gran desafío para el nuevo gobierno, si gana Maduro, será instrumentar las leyes del poder popular y entender que la economía de las misiones sociales no se miden con los indicadores de la macroeconomía. “Hay un sector de la economía que está incorporado a las transnacionales y sigue vinculado al dólar paralelo. En cambio, las misiones sociales y los dispositivos, como Mercal y Pdval, las importaciones directas para suministros y los convenios de los trabajadores no se miden con los mismos indicadores. El uso de la renta para las políticas sociales no se rige por el dólar paralelo.”
En la Plaza Bolívar, sentado en un banco con la mirada de cara al sol, un señor de nombre Jorge Arráez dijo que votaba por “el Flaco”, como llaman a Capriles, conocido por ser fanático del deporte y la comida sana. “Esto aquí es un castrocomunismo, Maduro es un candidato ensamblado en Cuba para beneficios de los cubanos. Maduro sabrá de la playa de Varadero, pero no conoce algunas regiones de mi país”, dijo este jubilado.
A unos metros de distancia, otro pensionado de nombre Gustavo Herrera, de 83 años, dijo confiar en que ganará “el hijo de Chávez”. “El presidente Chávez ha sido lo mejor que tuvimos en el país. El entusiasmo y el amor que Maduro le tiene debe ser algo extraordinario y de seguro va a poder seguir lo que él ha hecho”, dijo y siguió sumergido en la lectura de un diario.
NICOLAS MADURO, CANDIDATO DEL PSUV
Un militante de toda la vida
Por Mercedes López San Miguel
Desde Caracas
Cuando se creó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en diciembre de 2011, en Caracas, el entonces canciller de ese país, Nicolás Maduro, declaró con el tono solemne que lo caracteriza: “Casi 200 años después la región encuentra el verdadero rumbo de una patria unida, el sueño de los libertadores”. El bloque regional se formaba con 33 países, sin la participación de Estados Unidos ni Canadá y revestía un sello antiimperialista. Maduro, quien tuvo una militancia de izquierda y simpatía hacia Cuba desde su temprana juventud, cumplía exitosamente con un objetivo en su misión de consolidar la unidad latinoamericana.“Maduro es un militante revolucionario de toda su vida”, así lo describió Iván Padilla Bravo, ex guerrillero que como ex viceministro de Cultura del gobierno de Chávez coincidió en algunos viajes como en uno a Moscú con el que fuera canciller del proceso bolivariano. Hoy Padilla dirige el semanario Todosadentro y recuerda que supo del hoy candidato oficialista cuando él, bastante mayor, era preso político.
Maduro, de 50 años, donde más creció como político fue con el proceso bolivariano que lideró Hugo Chávez. Cuando era joven participó en la Liga Socialista, en los años setenta. En los noventa se destacó como dirigente sindical y luego fue militante del Movimiento Bolivariano 200, el primer partido fundado por Chávez y génesis del hoy Partido Socialista Unido de Venezuela.
Su formación no fue universitaria: la obtuvo en el barrio popular El Valle, en la zona sur de Caracas y a través de su militancia. Fue chofer de colectivo de la red de transporte público de la capital venezolana, donde ganó experiencia sindical. “Es un hombre de arraigo popular –señaló Padilla Bravo–, su condición de obrero, de conductor de bus lo identifica con la clase trabajadora. No tiene miedo de decir que viene de esa clase, Maduro encarna a los que nunca tuvieron nada.”
Maduro conoció a Chávez cuando éste estaba preso tras el fallido golpe de 1992. Su mujer, Cillia Flores, era la abogada defensora del teniente coronel. Desde entonces, Maduro fue un incondicional.
Chávez ganó las elecciones en 1998 y un año después Maduro fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución vigente hoy. Fue presidente del Legislativo por unos pocos meses y en 2006 Chávez lo designó canciller, puesto en el que se mantuvo hasta avanzada la enfermedad del presidente, para luego asumir la vicepresidencia. De retórica antiimperialista, contra el gran capital y las transnacionales, el ministro de Exteriores hizo alianzas con Irán, Rusia y China y participó de la consolidación de los bloques regionales ALBA y Unasur, así como del ingreso de Venezuela al Mercosur.
Durante el tratamiento del cáncer que realizó Chávez en Cuba, Maduro fue una de las pocas personas que estuvieron cerca del mandatario, quien solía recordarle su pasado como chofer. “Mira a dónde va Nicolás, el autobusero. Nicolás era chofer de autobús en el Metro y cómo se han burlado de él, la burguesía se burla.” El líder venezolano lo designó su heredero político antes de viajar por última vez a La Habana, para una nueva intervención quirúrgica. En caso de que a él le pasara algo, le pidió a los venezolanos que elijan a Maduro para continuar con la revolución.
Durante esta campaña, consciente del valor de la familia en su país, Maduro apareció reiteradas veces con su esposa Cillia, un peso pesado del Partido Socialista Unido de Venezuela y diez años mayor que él, a la que define como “primera combatiente”, con su hijo y sus nietos.
Impregnado de altas dosis de misticismo, Maduro creyó ver en un pájaro la encarnación de su mentor y fue blanco de las críticas opositoras. El candidato no se lo tomó a mal y empezó a silbar imitando a un pajarito y en el cierre de campaña salió al escenario con dos aves posadas en sus hombros.
El leal a Chávez tuvo que rectificar haber insinuado que su rival Capriles era gay. Padilla Bravo afirmó que es parte del peso de la resistencia a la diversidad del latinoamericano. “No creo que Nicolás tenga un espíritu discriminador, de rechazar al otro, sin embargo digo que esos cambios culturales son los más difíciles de lograr, pero que tanto hacen falta.”
Chávez, que se proclamaba socialista y feminista, descubrió cualidades en Maduro como para designarlo su delfín. Dijo en una oportunidad que era uno de los jóvenes líderes con más capacidad para continuar su legado “con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre de pueblo, con el reconocimiento internacional que se ha ganado”. El desafío para el discípulo es no sólo ganar, sino ejercer un liderazgo más allá de la huella que dejó su mentor en catorce años de gobierno.
HENRIQUE CAPRILES, CANDIDATO DE LA MUD
Familiero, creyente y conservador
Por Mercedes López San Miguel
Desde Caracas
Con Hugo Chávez evitó la pelea y mantuvo un discurso medido, consciente del carisma y la experiencia política de su opositor. Con Nicolás Maduro, Henrique Capriles Radonski salió a pegar, a sabiendas de que debía cambiar la estrategia tras la derrota ante el líder bolivariano en octubre pasado. Parte de la nueva táctica del candidato opositor fue no meterse con la imagen del mandatario fallecido. “Nicolás, en cien días estás acabando con los catorce años del presidente de la república. Ellos no están gobernando, están destruyendo Venezuela”, dijo durante la corta campaña.A diferencia de Maduro, que proviene de las clases populares, Capriles Radonski nació hace 40 años en cuna de oro, en el seno de una familia judía de clase alta, aunque se criara como católico. Los Capriles son accionistas de medios de comunicación y los Radonski de una cadena de cine. Estudió Derecho en la Universidad Católica. “Henrique es muy familiero, tiene como valor el respeto a la familia”, dijo Federico Oliosto, militante del partido Un Nuevo Tiempo, dentro de la heterogénea coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD). “No era buen estudiante, era regular. A él siempre le gustó salir y divertirse, hacer deportes”, agregó Oliosto.
En 1998, Capriles entró en la arena política a los 25 años, cuando fue elegido diputado de la Asamblea Nacional por el ala más conservadora del partido democristiano Copei. Junto a otros políticos jóvenes como él formó el partido Primero Justicia, bajo cuyas banderas fue electo alcalde del municipio de Baruta. En 2002, tras el efímero golpe de abril contra Chávez, Capriles pasó cuatro meses en prisión acusado de haber participado en el acoso a la Embajada de Cuba. Muchos lo recuerdan como el hombre que trepó una escalera para entrar en la sede diplomática e inspeccionar las instalaciones buscando chavistas refugiados. Cuba lo acusó de desconocer el derecho internacional que tiene un país para dar asilo.
Quienes lo conocen dicen que cuando salió de prisión estaba muy vulnerable y que se hizo más creyente. Dos años después fue reelecto alcalde y a poco de terminar la segunda gestión en 2008 dejó el cargo para postularse a la gobernación del céntrico estado de Miranda. Ganó con el slogan “Algo bueno va a pasar en Miranda” ante su rival Diosdado Cabello, hombre que pisa fuerte en el chavismo –hoy es el presidente de la Asamblea Nacional–.
En 2010, su partido conservador Primero Justicia junto a Copei, Acción Democrática y algunas formaciones más progresistas –escisiones del chavismo– formaron la MUD, como una plataforma única de la oposición para las legislativas de ese año y buscando reparar el error de no haberse presentado en el 2005 –fueron cinco años en los que la oposición no tuvo representación en la Asamblea–.
En 2011, Capriles anunció que se presentaba como precandidato de la MUD para las elecciones presidenciales de 2012. Si bien fue una campaña con altibajos, se fue posicionando arriba en los sondeos hasta ganar las primarias en febrero del año pasado. Tanto para la campaña de octubre, como para la actual, el desafío del candidato de la derecha es llegar con su mensaje a las clases populares. Para el politólogo Nicmer Evans, el principal obstáculo de Capriles es ampliar su simpatía popular, base electoral del proceso bolivariano. “El votante venezolano tiende a favorecer a personas de origen humilde o con historia de superación tras de sí”, señaló el profesor de la Universidad Central de Venezuela. No es casual que durante esta campaña Capriles prometiera continuar las misiones sociales y otorgarles la nacionalidad a los cubanos que residen en Venezuela, muchos médicos que trabajan para las misiones. Admirador de Lula da Silva, el candidato opositor intentó mostrar una posición más cercana al dirigente del Partido de los Trabajadores en Brasil, prometiendo mejoras para los jubilados y los asalariados. Pero Lula apoyó abiertamente la campaña de Maduro.
Nadie podría discutir que Capriles se siente como un rey en el estado de Miranda. Tras la derrota de octubre por diez puntos debajo de Chávez, el joven político presentó la candidatura para la reelección en ese estado y la ganó, toda una proeza en medio del triunfo aplastante del oficialismo, que se impuso en 20 de los 23 estados. De diciembre a marzo, los acontecimientos se precipitaron: Chávez debió someterse a una nueva operación en Cuba y antes de viajar eligió a Maduro como su delfín en caso de que él no pudiera gobernar. El líder bolivariano regresó a Caracas a mediados de febrero y el 5 de marzo Maduro en persona informó la muerte de su mentor. Comenzaba una nueva campaña y para Capriles el desafío era mayor: superar la derrota de hace seis meses y ganarle al heredero político de Chávez.
Fuente:Pagina12
El oficialismo usa los ingresos para construir el socialismo del siglo XXI, Capriles pretende privatizar PDVSA
En Venezuela también se votará cómo distribuir la renta petrolera
No se trata sólo de neoliberalismo y políticas sociales. Por eso el opositor reclamó en la campaña una supuesta deuda millonaria de Argentina y cuestiona que se venda petróleo subsidiado a las otras naciones de la región.
Por: Felipe Yapur
El día ha llegado. Durante esta jornada algo más de 18 millones de venezolanos, no sólo deberán elegir a uno de los principales contendientes a la presidencia, Nicolás Maduro (PSUV) o Henrique Capriles (MUD), sino fundamentalmente deberán optar entre dos modelos políticos antagónicos. Por un lado, continuar con el modelo que durante 14 años desarrolló Hugo Chávez y que puso la impresionante renta petrolera en función de la construcción de una sociedad en base a parámetros socialistas o, como ofrece el candidato opositor, el retorno a una administración neoliberal que dejó a Venezuela prácticamente en ruinas y cuyas negativas consecuencias todavía afectan a importantes sectores de la sociedad.
La decisión que tomarán hoy los venezolanos es determinante para su vida cotidiana pero también tiene consecuencias en la región. El rol que desarrolla Venezuela en el proceso de integración regional se transformó en fundamental en conjunto a la Argentina y Brasil. Durante sus 14 años, el gobierno de Chávez le dio impulso a la formación de la Unasur y la CELAC que incluye a los países de Centroamérica y el Caribe. La integración pensada desde un modelo político nacional, popular y socialista fueron los ejes que desarrolló Chávez.
Es cierto que aún resta mucho por hacer, todavía están sin despegar iniciativas como la del Banco del Sur por la continuidad del modelo bolivariano que representa una condición necesaria para que estos proyectos sean una realidad. Una derrota de Maduro implicará un retroceso en este proceso, sobre todo si se tiene en cuenta las declaraciones que realizó Capriles a la revista Semana de Colombia sobre la relación que planea mantener, por ejemplo, con el gobierno argentino.
Allí afirmó que de ser presidente "no quiero tener malas relaciones con la señora Kirchner, pero llegando a Miraflores llamaré a la presidente de Argentina y le preguntaré: Señora, ¿cuándo es que usted le va a pagar a Venezuela?" Hacia adentro del país caribeño la opción que representa Maduro se expresa en el destino que se le otorga a la renta petrolera, el principal y más importante ingreso del país y que se canaliza a través de la petrolera estatal PDVSA.
Hasta ahora, esa renta durante los años de Chávez implicó 551 mil millones de dólares, según reconoció el ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani. A diferencia de lo que sucedía hasta 1991, se los puso al servicio del desarrollo del mercado interno, el consumo popular y, por tanto, transformó las condiciones de vida de la sociedad venezolana, sobre todo la de los sectores históricamente relegados.
"Sólo en socialismo es posible solucionar el drama de la vivienda", afirmó Chávez en 2011 y puso en marcha la Gran Misión Vivienda que, desde que se implementó hacia finales de ese año y hasta diciembre último se entregaron más de 346 mil viviendas.
Este es un ejemplo de las 16 misiones sociales de salud, alimentación, educación y protección social, entre otros, que lleva adelante el actual gobierno y sus consecuencias se expresan, por ejemplo, en la caída del desempleo que en 1999, cuando Chávez asumió su primer mandato, era del 27% para descender a 7,9% en el pasado mes de marzo.
El empleo formal pasó de 4,6 millones de enero de 1999 a 7,2 millones en el último enero. Según el Instituto Nacional de Estadísticas venezolano, el sector informal llega a 1,2 millones que, a diferencia de lo que ocurría antes de la llegada de Chávez, ahora aportan al seguro social y reciben pensiones a la vejez.
En el último año Capriles cambió su estrategia electora y comenzó a reconocer los logros de la Revolución Bolivariana. Sin embargo, cada tanto deja escapar detalles de su pensamiento político liberal que, en definitiva, grafican el modelo político que representa. Suele considerarse de centroizquierda porque como gobernador de Miranda "me volqué a la educación". En cuanto a las misiones sociales asegura que Chávez las utilizó "para chantajear a los pobres".
14.04.2013
expectativa por los comicio luego de la muerte del líder bolivariano
El debut del chavismo sin Chávez
Marcó a fuego la historia venezolana en estos últimos 14 años y para muchos el movimiento político que creó dependía mucho de su figura. El desafío ahora es que la revolución bolivariana funcione sin él.
Por: Jorge Cicuttin
Venezuela asiste a las primeras elecciones sin la presencia de Hugo Chávez. Presencia física claro, porque Chávez está presente en todo. En los carteles, en las pintadas callejeras, en las campañas, en la televisión, y es la figura principal en los discursos de los candidatos, al punto que el acto de cierre del oficialismo terminó con el recuerdo, en pantalla gigante, de una de sus últimas apariciones públicas anunciando que su candidato y heredero político era Nicolás Maduro.
No se puede hablar de ausencia ante un líder político que marcó a fuego la historia política venezolana, tanto que ya nada será igual en este país después de la irrupción del bisnieto del legendario Maisanta. Pero Chávez no está físicamente. Y este hecho representa un gran desafío tanto para Venezuela como para la revolución bolivariana. Porque hoy debuta en las urnas un chavismo sin Chávez.
¿Y qué será del chavismo sin Chávez? Esta encrucijada la planteó el propio líder bolivariano.
Ya en 2004, sin saber que un cáncer terminaría con su vida nueve años después, llamó la atención a los movimientos sociales: "Yo puedo morir mañana, pueden matarme, pero el movimiento no puede depender de un solo hombre, ustedes deben organizarse para darle continuidad."
No fue ni será fácil. Al propio Hugo Chávez le costó comprender lo determinante de su palabra en cada paso de la revolución bolivariana.
En su extraordinario libro "Chávez, el hombre que desafió la historia", Modesto Emilio Guerrero recuerda el enojo del presidente con los intelectuales chavistas que en junio de 2002 alertaron en el Centro Internacional Miranda sobre "el síndrome del hiperliderazgo".
En 2011, Chávez reconoció que tenían razón. "Tengo que asumirlo", dijo en un programa televisivo.
Este es uno de los desafíos del chavismo. Pero no el único. El primer problema al que se enfrentó lo anticipó y resolvió el propio Hugo Chávez: el heredero. Antes de partir para su última internación en La Habana, conociendo la gravedad de la enfermedad que lo acosaba, anunció públicamente que su heredero es Nicolás Maduro. Y así frenó una discusión interna que podía desatar después del 5 de marzo último.
Otro desafío: ¿cómo gobernar sin la palabra definitoria del líder? ¿Quiénes y cómo tomarán las decisiones? El sistema institucional se organizó a partir de 1999 alrededor de la figura de Chávez. Es el fin de ese sistema político. Ahora se abre la posibilidad de colectivizar el mando nacional. Porque, como decía Henrique Capriles en campaña, "Maduro no es Chávez".
La relación con las Fuerzas Armadas es un tema a redefinirse. Es sin duda uno de pilares del movimiento bolivariano y veían en Chávez a uno de ellos. Maduro no es militar, viene del sindicalismo. ¿Cómo se relacionarán? Está por verse. Desde 1998 hasta 2012, Chávez llevó adelante 17 elecciones –entre presidenciales, legislativas y plebiscitos–, y sólo perdió una. La de hoy es la elección número 18. Las bases chavistas están acostumbradas a decidir, porque todo gran cambio en Venezuela en la última década y media se resolvió por el voto popular. Esto abre un buen camino para trabajar sobre el poder popular. Un trabajo que se presenta al chavismo sin Chávez.
Si Nicolás Maduro se impone en los comicios de hoy son muchos los desafíos para la revolución bolivariana, más allá de los problemas apremiantes como la inseguridad, la economía y la lucha contra los bolsones de corrupción que anidan en la administración pública.
Ya no estará Chávez para echar desde sus apariciones televisivas a funcionarios corruptos. ¿Y si el chavismo pierde? El desafío que se abre sería aun mayor. ¿Cómo funcionaría el movimiento bolivariano desde la oposición? ¿Continuará unido? ¿Se reinventará? ¿Quién será el líder frente a un Maduro golpeado por una derrota inesperada? ¿Diosdado Cabello?
Preguntas que hoy el chavismo prefiere ni plantearse. Porque aún perdiendo, el chavismo mantendrá su control sobre el Poder Legislativo y gobernará 20 de las 23 gobernaciones. Desafíos, muchos. El principal se resolverá esta noche. Mañana comienza la etapa crucial del chavismo sin Chávez.
14.04.2013
a favor y en contra del chavismo
Los modelos que hoy van a las urnas
Una recorrida por las calles de Caracas muestra las dos versiones del proyecto político que encarnó Chávez. Lo que piensa un empresario y lo que dice la gente común.
Por: Alejandro Spivak
Sabemos que todos nos miran, no por nada, más de 800 periodistas de todo el mundo están acreditados para cubrir el acto eleccionario", dijo Teresa Olivares, encargada de las acreditaciones de prensa en el Consejo Nacional Electoral (CNE), confirmando la importancia que tienen estos comicios a nivel mundial. Lo mismo piensa el periodista Antonio Rodríguez, de Radio Nacional de Venezuela.
"Toda Latinoamérica, Europa e inclusive Estados Unidos está pendiente de esta elección. Yo soy el encargado de dar información a todos los medios de comunicación y me llamaron en la última semana de un sinnúmero de países." Para la periodista Jesenia Frías, del periódico digital opositor al gobierno nacional Tal Cual, "este domingo se define el futuro de Venezuela".
En la Red Globo de Televisión, están convencidos de que gana Henrique Capriles. "Él es el futuro de Venezuela y el que no vota por Capriles no es inteligente", dijo uno de los panelistas del programa Yo ciudadano. "Es cierto que se juega el futuro de Venezuela. Es por eso que esperamos que la gente vote por Maduro que es la continuidad del legado de Chávez", retrucó Rodríguez.
En las calles, los hay que esperan cambios radicales este domingo. "Cuando se realice el conteo de votos, sabremos quién será el ganador", se atajó el taxista Rogelio Domínguez. "Yo votaré por Capriles, porque Maduro no es Chávez. Chávez hizo muy buenas cosas pero estoy convencido que Maduro no es quien seguirá con su legado.
Lamentablemente Chávez se murió y no tiene sucesor." Luego añadiría, sin miramientos: "No se le puede regalar todo a la gente. Yo trabajo todo el día y no accedo a los privilegios que tiene la gente que no trabaja." Mercedes Velesar concede que "Maduro no es Chávez, pero no representa a la oligarquía de la derecha que no acepta que la clase trabajadora tenga beneficios como acceder a la educación, a beneficios sociales, a tener una casa digna".
Y continúa: "Aquí la gente trabaja y puede vivir dignamente. Aquí el jubilado o pensionados tiene derechos de estar mejor y tener un pasar digno. Tener una casa, no gratis, pero una casa para poder vivir. Debe pagar algo y cuando fallece si no tiene familia la casa vuelve al gobierno para que otra familia la pueda disfrutar." Para el empresario Álvaro Rodríguez "el chavismo destruyó Venezuela. Se expropiaron empresas, se quedaron con terrenos privados y la gente se está yendo a otro país. Deciden cuanto debe ganar cada persona. Yo espero que gane Capriles porque de lo contrario me voy del país como muchos amigos míos." El hotelero fue rebatido por Carla Méndez.
"Las empresas que fueron expropiadas fueron aquellas que estaban cerradas y que sus dueños quebraron y se robaron todo el dinero. Aquellos ciudadanos que se fueron son lo que tienen problemas con la justicia." El chavismo entusiasma, para bien y para mal. Por eso Méndez quiere seguir explicando lo suyo. "Yo no estoy en contra de los ricos, Ellos si de nosotros, los trabajadores.
El gobierno nos dio beneficios que antes no teníamos. Mejores salarios, aguinaldo, vacaciones, entre otras cosas." A ella se suma el periodista Rodríguez. "Acá hay empresas norteamericanas de comida, empresas importantes de Estados Unidos que no fueron expropiadas y que trabajan sin problema." Los cambios que produjo el chavismo se reflejan también en el ámbito educativo.
De un país con altísimos porcentajes de ciudadanos analfabetos se pasó a un modelo en que la totalidad fue instruida. Ahora, la educación es obligatoria, tanto la primaria como la secundaria. Los menos pudientes reciben becas del Estado y "quienes continúan sus estudios universitarios también", certificó Antonio Rodríguez. Asimismo el gobierno nacional entregó más de 2 millones de computadoras a los estudiantes.
"El programa fue tomado de la Argentina, que entrega el Conectar Igualdad. Aquí se llama Canamita." "Antes los hijos de la clase trabajadora no podían acceder a la universidad. Mucho menos si residían en el interior. Desde 2002 sí porque crearon universidades públicas en muchos Estados. La gente accedió a internet, teléfonos celulares. Aquí no se restringió la tecnología."
Fuente:TiempoArgentino
14.04.2013
Lo que está en juego para la región
La primera señal de cambio de paradigma cultural en la región en esta última década es estar escribiendo estas líneas.

Por: Carlos Raimundi
Es decir, que la elección del presidente de Venezuela despierte interés –y hasta pasión– en la Argentina. Es que ahora pensamos en términos de Patria Grande. Y nada menos que los argentinos, a quienes la colonización cultural y la falta de masividad indígena –exterminio roquista de por medio– nos llevó a mirar siempre más la "civilización" europea que la "barbarie" indoamericana.
Pero lo central es lo que está en juego: la continuidad de la autonomía política de la región. Alba, Unasur y Celac en lugar de OEA. Está en juego la recuperación del Estado, el compromiso con los más humildes de nuestras sociedades.
El hecho de ser Venezuela el país con mayores reservas petrolíferas del mundo exacerba, por un lado, la virulencia de las operaciones conspirativas del poder de todo tipo. Por el otro, la pasión de un pueblo y la capilaridad de un movimiento político como el fundado por Hugo Chávez, dispuesto a defender y profundizar lo logrado, con la misma convicción que cuando su líder estaba presente físicamente.
Esta semana, estuvo reunida en Rosario la crema de la derecha iberoamericana, encabezada por el ex presidente de España José María Aznar y el literato peruano Mario Vargas Llosa. ¿Por qué aludo a esta reunión? Porque hoy la derecha está obligada a coordinar políticas opositoras, y lo hace aglutinando su propuesta por la negativa en torno de tres ejes de manual: la corrupción, la inflación y la inseguridad. Pero, básicamente, porque ya no cuentan con las directivas de un solo centro de decisión mundial. En los ochenta era el eje Reagan-Thatcher y en los noventa el Consenso de Washington. Pero hoy, la crisis europea, el fracaso militar de los EE UU en Asia y la aparición de nuevos actores en la economía internacional obligan a esta derecha subdesarrollada a autoabastecerse de doctrina.
Y la otra dificultad que tienen es la sintonía de los gobiernos populares de la región y su alta legitimidad popular. Con Brasil en los BRICS, con Venezuela liderando la política petrolera de los países emergentes, con un Ecuador pujante y un presidente legitimado para encarar una reforma de la propiedad agrícola, con un Chile que –de ganar Bachelet– podría debilitar la Línea del Pacífico, con una Bolivia cuyo Estado conduce cada vez más palancas estratégicas para su desarrollo, con Argentina profundizando la cooperación Sur-Sur con economías complementarias de Asia y África, y liderando la lucha contra los fondos buitre, la región está disminuyendo la pobreza y creando nuevos actores productivos. Y nuestros pueblos están vivos y animados.
Para potenciar toda esta vitalidad, Nicolás Maduro debe ganar con claridad los comicios de hoy, y los latinoamericanos tenemos que entenderlo como una victoria propia.
14.04.2013
Opositores dispersos en campaña
Por: Eduardo Anguita
Esta noche, cuando Jorge Lanata presente su nuevo ciclo por Canal 13, ya van a estar los primeros cómputos de las elecciones venezolanas. En efecto, PPT arranca a las 22 y el cierre de las urnas será a las 18 horas de Venezuela (19.30 en la Argentina) y al rato empezarán a conocerse no solo los sondeos de bocas de urna sino los primeros cómputos. Esta vez, Lanata no podrá meter la pata como lo hizo en la última elección del pasado 7 de octubre cuando Hugo Chávez derrotó a Henrique Capriles por el 11%. Esa vez, Lanata, desde Caracas, advirtió que los primeros sondeos daban ¡ganador a Capriles! Esta noche, los analistas serios irán confirmando lo que todos los estudios de opinión brindan: Nicolás Maduro al menos mantendrá el caudal obtenido por Chávez y, probablemente, supere esa diferencia. Nadie podrá atribuirlo a la oratoria ni al carisma personal. Es evidente que el socialismo bolivariano es una contundente realidad latinoamericana y que se explica más por la reducción de la pobreza en Venezuela que por la verborragia de un líder. Según los estudios de la Cepal, el ciclo iniciado en 1999, cuando Chávez asumió por primera vez la Presidencia, tenía a más del 40% de los venezolanos bajo la línea de la pobreza. Ahora, son 7% los venezolanos pobres. El nuevo siglo coincidió con cambios de rumbo en muchos países de la región. Lula en 2002 y Néstor Kirchner en 2003 daban cuenta de que algo nuevo se daba en la vida política y social de esta región. Los opositores a Chávez ensayaron varios caminos: el golpe del 11 de abril de 2002, grotesco, terminó aplastado por la movilización popular hacia el Palacio de Miraflores, derrotando una fórmula del Departamento de Estado norteamericano que ya no tenía el reflejo automático de décadas anteriores. Luego, el antichavismo ensayó el autismo en algunos comicios, no presentándose a elecciones legislativas, intentando vaciar de legitimidad al Parlamento. También fracasaron. Finalmente, la figura de Capriles intentó mostrar una maduración porque los sectores medios venezolanos también se cansaron de la antipolítica sin sentido que profesaban los enemigos del socialismo del siglo XXI. Ahora, salvo los trasnochados o los golpistas, la oposición deberá esperar seis años más para intentar modificar el rumbo.
Sin duda, PPT y su conductor, tendrán otra agenda. Ya lo anunciaron: el programa se internará en el corazón de las tinieblas K. Lanata, como si fuera un Joseph Conrad del subdesarrollo, hablará de “la ruta del dinero” de la familia de la Presidenta. La novela de Lanata explorará la vulnerabilidad de la moral K y tendrá muchas fotos de Kalafate. Con esa medicina, una buena parte de la sociedad argentina digerirá una nueva dosis que confirme que “en este país no se puede vivir”. El problema que Lanata no podrá explicar es que no hay muchas otras naciones de la región que tengan paradigmas a la medida del propio conductor, que plantó sus inversiones en la zona más paqueta de Maldonado-Punta del Este-José Ignacio. Es decir, la única parte del Uruguay que maneja la mayor plata sucia de los millonarios argentinos que, precisamente, manejan plata sucia y evadida en las costas orientales. Quienes miran PPT no son precisamente los que van a Punta y saben a través de qué bancos y financieras pueden llegar a comprar un terreno al lado del periodista estrella.
Sin embargo, sería una ridiculez pensar que el problema es Lanata. Porque sería reproducir el esquema de bestializar una figura conocida y seductora para evitar qué proceso expresa esa figura. En el caso de Lanata, claramente, es la expresión mediática más inteligente de un proceso social disperso que no pudo expresarse como representación política formal. Un porcentaje importante de los argentinos se identifican, al menos emocionalmente, con que todos los males de estas tierras se expresan por culpa del Gobierno. No pueden declararse contrarios a la democracia y, en consecuencia, no pueden explicar por qué el kirchnerismo tiene un sostenido respaldo electoral y tampoco pueden explicar por qué los sectores opositores no pueden mostrarse como alternativas.
Esta semana comenzará un nuevo intento de soslayar la importancia de las elecciones. Lo harán varios sectores sin mostrar propuestas o formas de organización estables. Los ruralistas que añoran la pelea contra la 125 se lanzaron una vez más con declaraciones impotentes pero no inocentes. En efecto, durante una reunión que se llevó a cabo en la Sociedad Rural de Santa Fe, Daniel Stechinna hizo uso de la palabra para decir, ante un público entusiasta, que “los productores están dispuestos a que este gobierno..., o esta porquería que está gobernando, se vaya a patadas. ¿Nos vamos a ir nosotros del país? No, se van a tener que ir ellos. Si es por las buenas o por las malas no sé, eso van tener que programarlo las entidades, pero esto se tiene que terminar...”. Los patoteros de la Mesa de Enlace podrían llamar a quien asumió la cara visible del golpe de 2002 en Venezuela, el empresario Pedro Carmona, para que les haga un libreto un poco más moderado. Hasta Carmona era más medido con sus palabras. En ese sentido, no cabe duda de que la convocatoria para el próximo cacerolazo del jueves 18 alerta contra el odio y las malas palabras.
El último trimestre de 2012 mostró con claridad el fracaso de los intentos de castigar al Gobierno con convocatorias grandilocuentes y amenazadoras. El tono de los dirigentes sindicales opositores, particularmente Hugo Moyano y Pablo Micheli, estaba sobredimensionado para la escasa adhesión que lograron con los paros y movilizaciones. Y, de más está decir, lo que se vivió en materia de solidaridad durante las inundaciones en la Ciudad de Buenos Aires, mostró que la militancia –desde Cáritas hasta La Cámpora– se muestra con su identidad política y que eso no espanta a nadie. Está tan naturalizado como ir en el tren con la camiseta del club de los amores de cada uno.
Más allá de los problemas reales de la economía y la política (que a juicio de este cronista no son pocos), el clima político de la Argentina en estas últimas semanas tuvo mucha menos dosis de adrenalina que de buen trato. La elección de un Papa argentino actuó como un baño de paz, al menos declamatoria, en los medios de comunicación y en la dirigencia política, tanto oficialista como opositora. Después, la tragedia de las inundaciones, sin dejar de lado la precariedad o improvisación de las acciones de gobierno, encontraron a una militancia solidaria que pensó más en las víctimas que en los errores de gobierno.
Si hay un tema que actúa de catalizador para esta semana (quizás a destiempo, pero sobre esto hablarán los hechos y no las presunciones de este cronista) es el tratamiento parlamentario de la reforma –parcial– de la Justicia. Es posible que el kirchnerismo ponga demasiado énfasis en una agenda política que no es de la vida cotidiana de los sectores populares. En la mayoría de los hogares y en la mayoría de los ámbitos militantes no se sabe qué pasa con los precios ni cómo o por qué se toman una serie de medidas que se dan a conocer sin saber dónde apuntan ni a qué planes responden. En materia económica hay anuncios oficiales con pocas explicaciones. Sí hay muchas explicaciones para algo que no entiende casi nadie y que refiere a un organismo menor del organigrama del poder como es el Consejo de la Magistratura y un instituto menor de la Justicia como las medidas cautelares. Pero el Gobierno y buena parte de la sociedad han visto cómo, desde diciembre de 2009, aprovechando esos asuntos menores, el Parlamento se ve jaqueado por decisiones aisladas de jueces y confirma que algunos tribunales de alzada (cámaras federales o la Cámara de Casación) juegan a las escondidas. Sectores de la Justicia y sectores de los medios, con mucho poder real, intentarán liderar una protesta como si fueran víctimas de un gobierno autoritario. En realidad, se pueden expresar sin limitaciones de ninguna índole. En realidad, muchas decisiones judiciales impiden que los mecanismos constitucionales funcionen. En realidad, los proyectos de ley del Ejecutivo y el debate en el Parlamento son las vías para hacer los cambios en paz y armonía. Llama la atención (o no, para los más conspiradores) que la mayoría de los legisladores opositores crean que no debatir estos temas o no concurrir a las Cámaras son medidas que les traerán simpatías en la sociedad. Más bien, la argumentación y la defensa de las propias posiciones es lo único que puede servir para que el soberano (el pueblo) se forme su propia idea. Y si estos proyectos se convertirán en leyes, como todo indica, se debe a que las elecciones desde hace una década fueron consolidando una primera minoría que, cada tanto, es mayoría. Y por eso logra tener los votos necesarios.
Una última consideración a este respecto. Ser, de modo circunstancial, primera minoría o mayoría en la vida institucional no avala el sectarismo ni la soberbia. Al contrario, cuanta más responsabilidad se tiene en el plano institucional, es mejor ser prudente en el plano discursivo y abierto con expresiones de menor peso o caudal político. Entre otras cosas, porque las instituciones democráticas –al menos las que tenemos en la Argentina– no siempre pueden domar a los grupos de mayor poderío económico. Entre otras cosas porque no todas las decisiones del kirchnerismo en estos años hayan sido encaminadas a terminar con los privilegios. Tenemos una cultura democrática. No tenemos ni una sociedad ni una dirigencia política que estén pidiendo a gritos que se profundice este modelo o que se implemente otro que pueda acabar con todos los males que tiene la Argentina. Estamos en el gran desafío de convivir en una cultura política respetuosa y, al mismo tiempo, terminar con los privilegios, irrespetuosos hasta lo más inmoral, que mantienen a buena parte de la sociedad en la pobreza.
14.04.2013
Una ausencia que se hará sentir
Ante el evento electoral de hoy domingo se suscitan diversas preguntas sobre el devenir venezolano, sudamericano y latinoamericano.
Por: Alberto J. Sosa
A nivel nacional la mayoría de las encuestas de opinión sugiere un resultado electoral favorable al candidato oficialista. No obstante también cabe conjeturar una victoria (poco probable) de la coalición opositora. En esta hipótesis se intentaría una lenta y progresiva mudanza interna y externa. Por ejemplo, arguyendo dificultades económicas, se suspendería la cooperación venezolana a los demás países miembros del ALBA, aunque se mantendrían las relaciones económico-comerciales con los países del Mercosur, especialmente con Brasil y Argentina, en ese orden.
En caso de resultar vencedor Nicolás Maduro, también se producirían cambios porque el carisma no se hereda ni transfiere. A escala doméstica es factible que los principales esfuerzos se dirijan a mantener la conjunción entre la coalición política que sostiene al "chavismo" y las Fuerzas Armadas, especialmente el Ejército. Sin embargo, las mutaciones nacionales repercutirán a escala sur y latinoamericana hasta que las diversas piezas del tablero nativo logren (o no) un acomodo. La colaboración a los países del ALBA es, reiteramos, el eslabón débil de la cadena regional.
Por otra parte, el candidato Maduro ha mostrado una singular cercanía política con Brasil y el ex presidente Lula se involucró en la campaña comicial promoviendo la figura del "delfín". Chávez tenía un aprecio particular por la Argentina y el eje Caracas-Buenos Aires sirvió ocasionalmente para equilibrar a un Brasil que representa en términos económicos y demográficos la mitad de América del Sur. A su vez, Brasil últimamente ha priorizado su membresía en el BRICS, poder emergente a escala internacional.
La ausencia de Chávez se sentirá. Ya no estará para impulsar un proceso de integración anclado en criterios políticos de solidaridad o para actuar de puente entre Argentina-Brasil o para balancear la potencia del gigante sudamericano.
Esta situación tiene que abordarse y puede resolverse en términos constructivos, si en Venezuela, Argentina y Brasil prevalecen los criterios e intereses de aquellos actores que están a favor de una integración sudamericana basada en la búsqueda de la homogeneidad, horizontalidad y reparto justo de los resultados.
Fuente:InfoNews
13.04.2013
Comenzó la elección venezolana con el voto en Australia
Comenzó la elección venezolana con el voto en Australia
La elección presidencial de mañana en Venezuela comenzó en realidad esta tarde con el voto de los venezolanos residentes en Australia, donde las urnas fueron abiertas poco después de las 7 de mañana (las 16.30 en Caracas y las 18 en Buenos Aires, en ambos casos de hoy sábado).
“Es un honor ser la primera en votar en el mundo”, afirmó Rina Rivas, una de los 992 venezolanos inscriptos en el padrón de la embajada de Venezuela en Canberra, informó la agencia noticiosa estatal venezolana AVN.
Mientras tanto, Venezuela continuaba viviendo esta noche una vigilia intensa a la espera de las elecciones de mañana, en las que se escogerá al sucesor del fallecido mandatario Hugo Chávez.
Una noche en la que seguramente pocos dormirán, pues los centros de votación abrirán a las 6 y, como es usual en este país, tres horas antes sonará la diana militar en todas las regiones llamando a los ciudadanos, que a partir de entonces comenzarán a formar filas a la espera del momento de emitir el voto.
El presidente interino y candidato oficialista, Nicolás Maduro, recibió esta tarde en el palacio de Miraflores a un grupo de “acompañantes” (observadores) electorales, entre los que estaban los expresidentes guatemalteco Alvaro Colom y dominicano Leonel Fernández.
“Yo veo al sistema electoral muy seguro; no veo ningún riesgo de fraude o de engaño al pueblo venezolano; estoy seguro de que es un sistema altamente seguro”, afirmó Colom.
En tanto, el adversario excluyente de Maduro, Henrique Capriles Radonski, dio esta noche una conferencia de prensa en la que reiteró imputaciones al gobierno por lo que consideró abuso de los recursos estatales en favor de la candidatura oficialista y el llamado a todos los venezolanos a votar.
“Quedan pocas horas para iniciar una gran fiesta democrática de ejercicio ciudadano”, señaló, reconoció que “está requete comprobado” que “el voto es secreto” y aseguró que “mañana habrá un ganador pero no un pueblo derrotado”.
Por otra parte, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, informó en otra rueda de prensa que la auditoría hecha hoy a la plataforma para la transmisión de los datos electorales se cumplió sin ningún contratiempo.
Mientras tanto, Venezuela continuaba viviendo esta noche una vigilia intensa a la espera de las elecciones de mañana, en las que se escogerá al sucesor del fallecido mandatario Hugo Chávez.
Una noche en la que seguramente pocos dormirán, pues los centros de votación abrirán a las 6 y, como es usual en este país, tres horas antes sonará la diana militar en todas las regiones llamando a los ciudadanos, que a partir de entonces comenzarán a formar filas a la espera del momento de emitir el voto.
El presidente interino y candidato oficialista, Nicolás Maduro, recibió esta tarde en el palacio de Miraflores a un grupo de “acompañantes” (observadores) electorales, entre los que estaban los expresidentes guatemalteco Alvaro Colom y dominicano Leonel Fernández.
“Yo veo al sistema electoral muy seguro; no veo ningún riesgo de fraude o de engaño al pueblo venezolano; estoy seguro de que es un sistema altamente seguro”, afirmó Colom.
En tanto, el adversario excluyente de Maduro, Henrique Capriles Radonski, dio esta noche una conferencia de prensa en la que reiteró imputaciones al gobierno por lo que consideró abuso de los recursos estatales en favor de la candidatura oficialista y el llamado a todos los venezolanos a votar.
“Quedan pocas horas para iniciar una gran fiesta democrática de ejercicio ciudadano”, señaló, reconoció que “está requete comprobado” que “el voto es secreto” y aseguró que “mañana habrá un ganador pero no un pueblo derrotado”.
Por otra parte, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, informó en otra rueda de prensa que la auditoría hecha hoy a la plataforma para la transmisión de los datos electorales se cumplió sin ningún contratiempo.
13.04.2013
elecciones en venezuela
Maduro denuncia una "guerra sucia" y Capriles pide bendiciones
elecciones en venezuela
Maduro denuncia una "guerra sucia" y Capriles pide bendiciones
Apenas a unas horas de las elecciones presidenciales, el mandatario encargado de Venezuela y candidato oficialista, insistió en una supuesta "guerra sucia" en su contra, mientras el líder opositorpidió a la virgen bendiciones para el país.

En uno de los mensajes señaló: "Alerto al País por la Guerra Sucia que se dirige desde Bogotá contra La Paz de Venezuela y contra mi como ser humano y Presidente. Pendientes".
"Gloria al Bravo Pueblo que derroto El Golpe De La Derecha y Rescato con Vida al Gigante...", añadió Maduro al aludir a la movilización que repuso al entonces presidente Hugo Chávez en el poder después de un golpe de Estado que tuvo lugar el 11 de abril.
"JJ Rendón dirige grupo Guerra Sucia para Envenenar el clima electoral e inocular Odio que provoque Violencia en el país. Lo Denuncio Alertas", agregó Maduro, sin dar más detalles, al aludir al publicista venezolano Juan José Rendón, que trabajó como asesor en varias campañas electorales latinoamericanas y está vinculado con la campaña de Capriles.
El Gobierno afirmó días atrás que detuvo a varios paramilitares y que supuestamente habrían ingresado al país mercenarios pagados por "la derecha salvadoreña" con la intención de asesinar a Maduro y generar violencia, según consignó la agencia EFE.
En ese sentido, el vicepresidente venezolano, Jorge Arreaza, dijo este viernes que fue desmontado un plan contra el proceso electoral del domingo con la incautación de un "arsenal" que vinculó a ciudadanos salvadoreños y la detención de varias personas, e invitó a "ir a votar en tranquilidad".
Maduro escribió que cree "en la madurez del pueblo" y confía "en la fortaleza moral y espiritual de todos".
"Vamos mañana Masivamente A Votar.Que El Soberano Decida", completó.

"Margarita, allá vamos, Santa Madre Virgen del Valle protege a nuestro Pueblo y llena de bendiciones a nuestra Venezuela", indicó el dirigente opositor, que anoche jugó un partido de baloncesto informal aprovechando la reflexión en que entró el país tras el cierre de la campaña el pasado jueves.
13.04.2013
Elecciones en venezuela
De chofer del metrobus de Caracas a sucesor de Chávez
De chofer del metrobus de Caracas a sucesor de Chávez
El mandatario interino elegido por el fallecido Hugo Chávez como su sucesor y candidato presidencial para las elecciones, es uno de los fundadores del Movimiento Quinta República (MVR) y conoció al líder muerto a través de su esposa, Cilia Flores.
Nacido en Caracas el 23 de noviembre de 1962, Maduro llevaba seis años como jefe de la diplomacia venezolana cuando Chávez, días después de ganar su última reelección, en octubre pasado, le sumó el cargo de vicepresidente, lo que terminó de darle el cartel de “hombre fuerte” del oficialismo.
En la noche del 8 de diciembre, Chávez pidió a los venezolanos que si su enfermedad lo alejaba del cargo, respaldaran a Maduro en eventuales elecciones como candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) gobernante.
Sin formación universitaria, Maduro fue militante del maoísmo y chofer del metrobús (el servicio de colectivos vinculados con el subterráneo) de la capital venezolana, donde llegó al liderazgo sindical en los 90.
Conoció a Chávez mientras el fallecido mandatario estaba preso en la cárcel de Yare por el fallido golpe de estado de febrero de 1992, porque su esposa, la abogada y hasta hace poco procuradora general de la República, Cilia Flores, fue una de las encargadas de luchar por su liberación.
Maduro fue uno de los fundadores del Movimiento Quinta República (MVR), que luego derivó en el PSUV, y resultó elegido diputado en 2000 tras haber participado en la redacción de la nueva Constitución de 1999. En 2005 fue reelecto y, en enero de 2006, designado presidente de la Asamblea Nacional (parlamento).
En agosto de 2006 se mudó a la cancillería, donde se convirtió en el ministro más duradero de la era Chávez.
Es considerado por analistas y medios caraqueños como uno de los más moderados y conciliadores dirigentes del ala izquierda del oficialismo.
Varios de ellos aseguran que, al ungirlo con su sucesor, Chávez laudó en una pulseada en la que Maduro aventajó al titular del parlamento, Diosdado Cabello -emblema del sector nacionalista del chavismo-; al actual canciller, Elías Jaua, y hasta al gobernador de Barinas y hermano mayor del extinto líder, Adán Chávez.
En la noche del 8 de diciembre, Chávez pidió a los venezolanos que si su enfermedad lo alejaba del cargo, respaldaran a Maduro en eventuales elecciones como candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) gobernante.
Sin formación universitaria, Maduro fue militante del maoísmo y chofer del metrobús (el servicio de colectivos vinculados con el subterráneo) de la capital venezolana, donde llegó al liderazgo sindical en los 90.
Conoció a Chávez mientras el fallecido mandatario estaba preso en la cárcel de Yare por el fallido golpe de estado de febrero de 1992, porque su esposa, la abogada y hasta hace poco procuradora general de la República, Cilia Flores, fue una de las encargadas de luchar por su liberación.
Maduro fue uno de los fundadores del Movimiento Quinta República (MVR), que luego derivó en el PSUV, y resultó elegido diputado en 2000 tras haber participado en la redacción de la nueva Constitución de 1999. En 2005 fue reelecto y, en enero de 2006, designado presidente de la Asamblea Nacional (parlamento).
En agosto de 2006 se mudó a la cancillería, donde se convirtió en el ministro más duradero de la era Chávez.
Es considerado por analistas y medios caraqueños como uno de los más moderados y conciliadores dirigentes del ala izquierda del oficialismo.
Varios de ellos aseguran que, al ungirlo con su sucesor, Chávez laudó en una pulseada en la que Maduro aventajó al titular del parlamento, Diosdado Cabello -emblema del sector nacionalista del chavismo-; al actual canciller, Elías Jaua, y hasta al gobernador de Barinas y hermano mayor del extinto líder, Adán Chávez.
Fuente:Telam
Elecciones en Venezuela
Año 6. Edición número 256. Domingo 14 de abril de 2013
Por José Fortique. Rebelión
internacional@miradasalsur.com
Hasta las 20.30, hora argentina, 18,8 millones de mayores de 18 años, incluidos cien mil residentes en el exterior, votarán por presidente en la jornada electoral. Maduro lleva una ventaja de 11 puntos sobre Capriles.
Los actores políticos que redoblaron su marcha electoral en Venezuela concluyeron la campaña el jueves 11 de abril, a la espera de concurrir hoy a las urnas. Son ocho los candidatos presidenciales en el ruedo, pero el debate se centra en dos: Nicolás Maduro y Henrique Capriles. Una reedición cercana de aquel 7 de octubre de 2012, cuando Hugo Chávez se impuso por una amplia mayoría en veintiuno de los veintitrés estados y el Distrito Capital. La brecha superó al millón y medio de votos sobre Capriles.
La sensible pérdida de Chávez abrió espacio para la especulación sobre el cuadro interno del chavismo. Desde algunos nudos mediáticos especializados en la táctica del rumor se intentó ventilar supuestos choques entre Maduro y Diosdado Cabello, pero esas presunciones se echaron por tierra durante el funeral de Estado y, luego, durante la campaña electoral, en la cual la izquierda se presentó con una unidad monolítica. La maquinaria política del chavismo se activó a lo largo del país; en cambio, la oposición se mostró desmovilizada y agotada por dos sucesivas derrotas, con un Capriles maltrecho por sus conexiones aliadas y por una imagen que no logra ser contrapeso al testamento político de Chávez.
Dos modelos se enfrentan en Venezuela. Por un lado, la propuesta de Chávez, en desarrollo hace más de una década, de construir un orden internacional multipolar, mantener la soberanía absoluta sobre los recursos naturales y repartir de modo equitativo la riqueza mediante la refundación del Estado: un enfoque sobre lo humano al que se llamó “socialismo del siglo XXI”. La otra cara de esta contienda son los sectores empresariales transnacionales que ven la posibilidad de retornar al control de los fecundos yacimientos petroleros, el empresariado importador nacional que durante décadas se reprodujo gracias al usufructo de los recursos de la renta petrolera y los partidos políticos tradicionales derrotados luego de cuarenta años de control hegemónico del país.
En estas elecciones de hoy, Nicolás Maduro parte como claro favorito en todos los escenarios democráticos posibles. La pregunta clave es cuál será la brecha entre ambos candidatos. En cualquier país de Occidente, una diferencia porcentual de un dígito no supone una crisis política interna, ya que el modelo de liderazgo se basa en tecnócratas o burócratas de la política y lo que prima es el sostenimiento del establishment de la clase dirigente, por lo cual la racionalidad consensual no permite la ruptura del orden creado. En cambio, esto no se aplica a Venezuela, donde la paz política sólo se logró garantizar con la contundencia electoral de los triunfos del chavismo.
Para Chávez, el problema nunca fue ganar, sino obtener esos márgenes que garantizaran una mayoría categórica que evitase la ingobernabilidad con que amenazaba el golpismo opositor, que ya en 2002 planteó escenarios de quiebre institucional. Esa agenda oculta es una carta que permanece bajo la manga de los sectores más radicales de la oposición, capaces de desconocer el ordenamiento constitucional venezolano para avivar un sentimiento de fraude entre sus seguidores. Esta estrategia ya se ensayó en varios países, bajo la tesis de una presunta espontaneidad de “movimientos ciudadanos”, cuya culminación en la violencia apunta a derrocar gobiernos legítimamente acreditados.
Las claves que se identifican en el discurso del candidato de la oposición hacen sonar las alarmas, en particular si se las suma a algunas irregularidades de grupos paramilitares que se estarían moviendo en la región. El escenario electoral de 2012 movilizó al 80% del electorado, una cifra importante que permitió garantizar la continuidad del chavismo sin inconvenientes de gobernabilidad. Para un sector de la oposición, el problema consiste en que una nueva derrota supone técnicamente su desaparición del mapa político, a la vez que inicia un ciclo de nueva hegemonía que se completaría con las elecciones municipales. Aun en el escenario más favorable para la oposición, se prevé una abstención de su militancia, que no cree en la posibilidad real del triunfo electoral e impide así el aumento de caudal de votantes. Las cartas están echadas para los comicios de hoy.(TELAM).
Año 6. Edición número 256. Domingo 14 de abril de 2013
Los datos de una jornada.
* El ganador de los comicios gobernará un período de seis años de 2013-2019. No hay segunda vuelta.
* Los centros de votación abrirán a las 6 de la mañana (hora local) y cerrarán a las 6 de la tarde. La votación se podría extender más allá de ese horario en las mesas en las que existan aún electores por sufragar.
* El conteo de los votos se hará íntegramente de forma automática. El primer boletín con resultados será emitido cuando la tendencia sea irreversible. Se esperan resultados oficiales alrededor de las 22.30 (hora local, medianoche de Argentina).
* Las leyes venezolanas prohíben la difusión de encuestas en boca de urna antes del primer boletín oficial.
* Padrón electoral: unos 18,8 millones de personas mayores de 18 años están habilitadas para para votar, incluidos 100.495 venezolanos residentes en el exterior.
* Número de mesas electorales: 39.322 mesas receptoras de votos en 13.810 centros de votación. El proceso será automatizado. Se utilizarán máquinas de votación que son activadas por un dispositivo lector de huellas digitales para evitar que algún elector sufrague más de una vez.
* Seguridad: unos 125.000 militares estarán a cargo de la seguridad y la logística en el proceso.
La derecha apuesta a la desestabilización y EE.UU. la financia
Año 6. Edición número 256. Domingo 14 de abril de 2013
Año 6. Edición número 256. Domingo 14 de abril de 2013
Opinión.
Durante las últimas semanas se registró una serie de acciones violentas llevadas a cabo por grupos de “estudiantes” opositores, las que según fuentes de inteligencia, son pagadas directamente por funcionarios de la embajada estadounidense al coordinador de esas actividades, Gabriel “Gaby” Arellano, empleado de la estatal Universidad de los Andes.
Se denunció que Arellano utilizó los vehículos de esa casa de altos estudios para evitar su detención y requisa por parte de las autoridades, mientras otros dirigentes opositores se encargaron de la distribución de los recursos y de la logística de las acciones. Cada joven “estudiante” que participó en los actos de violencia y depredación recibió dos mil bolívares (más de 300 dólares al cambio oficial).
Las investigaciones apuntan a la funcionaria estadounidense Sharon Vanderbeele, oficial de la estación de la central norteamericana de Inteligencia CIA en Caracas, bajo la fachada de la Oficina de Asuntos Regionales (ORA), cargo que ejerce desde 2011. Vanderbeele sustituyó a Michel Roberts en la tarea de asesoramiento y financiamiento a la oposición venezolana por parte de la CIA, que no es la única entidad estadounidense que apoya económica y logísticamente al antichavismo.
Entre sabotajes, asesinatos y mercenarios. La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, advirtió que en el país se activaron los sectores antidemocráticos que no creen en el proceso electoral “en un intento de imponer su agenda al país” y señaló que se han observado “elementos, situaciones, mensajes, que intentan lesionar el proceso electoral y, por ende, la democracia”.
Especificó que el CNE se percató de eventos violentos y declaraciones de voceros políticos contra instituciones y personas: “La agenda reticente de la antipolítica vuelve a presentarse con su acostumbrada resistencia a la paz.”
A su vez, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, indicó que el objetivo que se plantea la derecha venezolana ante una inminente derrota es desconocer los resultados electorales de hoy domingo.
Cabello mostró pruebas que involucran a Armando Briquet, integrante del comando del candidato antichavista Henrique Capriles Radonski, quien envió un correo electrónico a Guillermo Salas, miembro de la organización Esdata “que ha entorpecido la labor del CNE durante mucho tiempo”.
El mensaje que envía textualmente Briquet es el siguiente: “Recibido, pero necesitamos todo lo expuesto en Washington para revisión del comando, es necesario todo documento expuesto internacionalmente, si el camino que se decidiera fuese el desconocimiento de resultados.”
Mientras, el ministro del Interior Néstor Reverol difundió la foto de un hombre sujetando un arma larga, que habría sido identificado como Julio Alberto Cornejo Quintanilla, y formaría parte de los grupos de mercenarios, provenientes de El Salvador, que ingresaron al país con el objetivo de ejecutar homicidios en serie y atentados. Reveló que estos grupos están financiados por el narcotráfico, vinculados con los terroristas Luis Posada Carriles y Francisco Chávez Abarca, este último capturado en 2010 cuando pretendía entrar a Venezuela.
Los mercenarios ingresaron a Venezuela en dos grupos: el primero, liderado por el coronel de la Fuerza Armada de El Salvador, David Koch Arana, quien actúa como jefe operativo, y bajo la dirección del diputado y represor salvadoreño Roberto D’Aubuisson. El segundo grupo está dirigido por Guillermo Acuña, relacionado con el envío de mercenarios y terroristas, entre ellos Chávez Abarca y el ex contraalmirante salvadoreño Marco Antonio Palacios Luna.
Reverol también dio a conocer dos audios sobre conversaciones entre Koch Arana y D’Aubuisson suministrados a los órganos de inteligencia del Estado, grabados el 23 y 25 de marzo, en los que hablan sobre las operaciones diseñadas para desestabilizar el país.
“El principal legado chavista es el resurgimiento ideológico”
Año 6. Edición número 256. Domingo 14 de abril de 2013
Por Lucía Berbeo. Sur en América latina
internacional@miradasalsur.com
Análisis. Para Baeza, el proceso continúa con Maduro.
Entrevista. Aníbal Garzón Baeza. Analista político. Una charla con el editor de la página española Kaos en la Red ante el proceso electoral que se desarrollará hoy en Venezuela. Los números de Maduro y Capriles. Un balance de los posibles escenarios al día siguiente de las urnas.
–¿Cuál es el legado que dejó Hugo Chávez?
–Más allá de las mejoras materiales que insertó principalmente en un sector de la población venezolana, las clases populares, con políticas públicas como salud, educación y vivienda, hay que destacar que el principal legado es el resurgimiento ideológico, y con ello pragmático de dos doctrinas: reconstruir el proyecto de la identidad latinoamericana bolivariana que tanto ha destrozado el imperialismo y renacer a la izquierda revolucionaria internacional. Con la Revolución Bolivariana liderada por Chávez ser revolucionario volvió a su peldaño inicial: ser un orgullo.
–¿Considera que Venezuela seguirá los ideales que dejó Chávez o cree que con su muerte partirán con él?
–Chávez tuvo un reconocimiento tanto internacional como nacional, y espero que su legado sea ejercido por las nuevas generaciones para seguir avanzando en el Proceso Revolucionario. El líder venezolano tuvo una cercanía profunda con las masas sociales de Venezuela y Latinoamérica, sin ninguna pugna interna con otros líderes nacionales, y ese amor mutuo y de confianza sigue vigente, pero lo que sí podría suceder es que a pesar de seguir Venezuela con la imagen de Chávez, padre de la nueva Constitución, se genere una desviación latente de su obra socialista bolivariana, como en los países asiáticos. Maduro tiene por delante un proceso histórico muy complicado, que es institucionalizar el proceso socialista venezolano y seguir ganando espacios frente a las clases capitalistas. Y lo complejo no está en las esferas dialécticas y visibles entre la izquierda y la derecha, sino dentro de la misma izquierda donde muchos oportunistas, sin aclarar nombres, podrán intentar romper con el socialismo desde adentro.
–¿Por qué considera que el ex mandatario venezolano siempre fue demonizado?
–Si Chávez fue demonizado por las principales corporaciones mediáticas internacionales, que están controladas en el 80% por grandes empresas privadas, es porque algo estuvo haciendo bien contra el capitalismo neoliberal que defienden tanto estas mismas empresas, un modelo que produce millones de empobrecidos y una economía no sostenible con el medio ambiente y, en resultado, con el futuro de la humanidad. Por lo tanto, si estos medios pertenecen a una elite empresarial internacional que defiende el modelo capitalista por sus intereses clasistas es evidente que no hablen bien de Chávez. Es una pugna que consiste entre hegemonía y contra hegemonía. En resumen, cualquier persona que esté contra el capitalismo podrá tener sus diferencias con el chavismo, pero de lo que si debe estar atento es del enmascaramiento que producen estos medios, y no sólo en el caso de Venezuela, sino de lo que hablen los medios sobre cualquier país del llamado Eje del Mal, Irán, República Democrática de Corea, Siria, o Cuba. Por lo tanto debemos corroborar o poner en duda con varias fuentes, que hoy es posible con Internet, si lo que dicen es veraz.
–¿Cuál era el miedo que le tenían la derecha nacional e internacional?
–El miedo de la derecha nacional e internacional era que Chávez despertara el empoderamiento y unión de las clases oprimidas, y no sólo en Venezuela sino también en otros países. Estas clases han pasado de ser excluidas y olvidadas a ser parte de la historia, y esta historia es que las instituciones políticas y económicas no sean de las clases adineradas, que políticamente se sitúan en la derecha, sino que empiecen a participar los desfavorecidos. Dar educación e inserción en las instituciones participativas para que las clases explotadas puedan llevar el timón de un proceso histórico en Venezuela es un ejemplo para que estas clases reclamen lo mismo en sus países. Por lo tanto, el supuesto fantasma del empoderamiento de estas clases en Venezuela que dicen no al proyecto neoliberal de la derecha internacional viene a ser replicado en muchos países, algo que afecta a los intereses de las burguesías. Chávez llenaba calles de oprimidos no sólo en Venezuela sino en el país que fuera, su proyecto estaba siendo legítimo a nivel internacional y era contrario al modelo capitalista. Ese era el principal miedo de las clases adineradas, la elevación de conciencia revolucionaria a nivel internacional.
–Algunos internacionalistas consideran que Venezuela está dividida. ¿Qué dice al respecto?
–Venezuela desde mi punto de vista no está dividida sino más unida que nunca. Muchos analistas de la derecha constantemente replican que la sociedad venezolana está desunida culpabilizando el proyecto que inició Chávez en 1999 con la nueva Constitución bolivariana. Yo creo que la culpa no es del proyecto sino que la causa es del espíritu antidemocrático de la derecha y la burguesía venezolana e internacional que en lugar de participar en un proyecto democrático pluralista que tanto ha promulgado, con mucha falacia, Europa al ser el origen, y con ello la comunidad internacional, actualmente no lo defiendan al saber que pierde la derecha mediante plebiscitos. La derecha es la más antidemocrática al buscar mecanismos de boicot totalmente ilegítimos, como el golpe de Estado de 2002, con participación de los medios de comunicación privados como Radio Caracas Televisión (RCTV), o el paro petrolero liderado por la patronal Fedecámaras entre finales de 2002 e inicios de 2003, entre otros. Chávez colaboró desde su llegada al poder en la realización de 15 plebiscitos en total, desde referéndums, elecciones presidenciales, parlamentarias, locales, etcétera, y su formación política ganó casi todos democráticamente e incluso aceptó la única derrota que tuvo, el referéndum constitucional de 2007. En definitiva, ese carácter antidemocrático de la derecha no provoca una desunión en el país sino justamente lo contrario, una mayor unión en las clases desfavorecidas, la base central de una sociedad, ya que es la mayoría, que conjuntamente se unieron contra el golpe de Estado o el boicot de PDVSA, y han participado electoralmente, cuando no lo hacían en la IV República, para dar apoyo a un candidato que les escuchaba.
–¿Están dadas las condiciones para que el mandatario encargado, Nicolás Maduro, gane hoy las elecciones?
–Totalmente. Según los últimos datos de la firma privada Barclays, Maduro ganaría con el 49,2% y el opositor Henrique Capriles alcanzaría el 34,8%, y además el mismo estudio confirmó que el 65% piensa que Maduro ganará las elecciones. Más allá de pronósticos cuantitativos, y presentando un análisis político más subjetivo, Maduro durante los tres meses de ausencia de Chávez, desde su salida a Cuba el 9 de diciembre para su cuarta intervención hasta su fallecimiento el 5 de marzo, inició un papel de liderazgo. Maduro hizo presencia en las fábricas, en las escuelas, en las comunidades y en la institución donde hay más gente, los medios de comunicación. Maduro empezó a realizar acciones donde el pueblo pensaba que eran insustituibles de Chávez, como discursear de manera férrea y con guión improvisado para hacer ver que las ideas están en el fondo de la persona y no en una preparación previa que puede estar contaminada de demagogia. Además, pudo romper con esos prejuicios con los que atacaba la prensa de derecha sobre su rivalidad con Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional. Pero sobre todo Maduro también mantiene un factor importante que es muy seguido en América latina, la legitimidad de su biografía. Igual que Chávez era reconocido como un militar de clase baja, que se alistó para poder estudiar, Maduro también es etiquetado positivamente como el conductor de autobuses que fue, un trabajador que conoce la realidad de las clases oprimidas. En definitiva, los votantes chavistas han reconocido que Maduro ha sido durante mucho tiempo el brazo derecho de Chávez y su voto de confianza va para que el proyecto chavista continúe con él, por eso no creo que reduzca el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) el número de votos que obtuvo en las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre. Y la derecha continuará con los mismos, los votantes antichavistas ahora antimaduristas y en síntesis antisocialistas.
–Algunos especialistas del mundo manifestaron que no hay forma de que Maduro herede el carisma de Chávez...
–Hay que conocer las habilidades de cada persona y las estrategias que se deben utilizar. Como decía Marx en su famosa cita “de cada cual según sus habilidades…”. Yo creo que Maduro puede conseguir y mantener mucho carisma, ya que tiene virtudes, pero pongamos que finalmente no consigue el carisma de Chávez, que es difícil ponerse a su altura. Chávez posiblemente ha tenido un fondo con cierto personalismo y eso ha generado en el camino de la revolución una relación muy directa entre él y el pueblo, no entre un gobierno y el pueblo. Como las personas no somos inmortales pero las revoluciones siguen su camino, para institucionalizar más la revolución y saber que es un camino abierto para las nuevas generaciones es necesario que Maduro inserte una nueva relación, eliminando a seres individuales por encima de instituciones colectivas, es decir, que la vanguardia de la revolución no se vea como a personas con carisma sino a toda una institución colectiva, el gobierno y sus dirigentes del partido político (cuadros) y el pueblo (masa). Eso sí, nunca perder el toque de democracia interna y participativa para evitar la creación de un modelo burocrático, fenómeno que tanto afectó a los países socialistas del Bloque del Este como causa de su extinción política.
–¿Cree que Capriles está ya gastado como político?
–No, más allá de su derrota en las elecciones de octubre. Lo que sucede es que la derecha de la Mesa de la Unidad, a pesar de tener un cierto elevado número de votantes, es la que está desgastada con sus conflictos internos y no tiene posibilidad de generar otro liderazgo. Por eso vuelven a apostar por Capriles. Yo creo que la derecha está concienciada sobre que estas elecciones las va a perder, por ello su proyecto no es a corto plazo sino a medio plazo. Hipotéticamente con Maduro como nuevo presidente, para no predecir fenómenos sociales, la derecha realizará un trabajo férreo de desestabilización del gobierno durante los próximos años para desmantelar el nuevo liderazgo antes de que se institucionalice y finalmente romper con la Revolución Bolivariana. Incluso pongo sobre la mesa que la derecha presentará posiblemente un nuevo referéndum revocatorio a mitad del mandato de Maduro para intentar que no finalice su cargo con sus promesas políticas para generar así una mayor desestabilización en Venezuela.
Todos somos Chávez
Por Vicente Battista. Escritor
contacto@miradasalsur.com
Llegué a Caracas el domingo 17 de marzo. La Feria del Libro de Venezuela (Filven), la presentación de mi novela Gutiérrez a secas, publicada por la editorial Monte Ávila, y la coordinación de un taller de literatura policial eran las razones aparentes de ese viaje. Sin embargo, por encima del seminario policial y la presentación de la novela, destacaba una razón determinante y definitiva: trece días antes, los venezolanos en particular y Latinoamérica en general, habían perdido al comandante Hugo Chávez. Ahora, sin dejar de llorar a su líder, el país se preparaba para concurrir a nuevas elecciones presidenciales, precisamente las que se están celebrando en este momento, domingo 14 de abril.
Tal vez, para entender lo que sucede hoy, valga la pena retroceder catorce años y detenerse en aquel 5 de diciembre de 1998, cuando las elecciones presidenciales en Venezuela, ganadas por Hugo Chávez con el 56,20% de los votos. El 2 de febrero de 1999 asumió el mando, juró, según sus propias palabras, “sobre una moribunda Constitución” y diez meses más tarde, con el apoyo de casi el 80% de los venezolanos, puso en vigencia una nueva Constitución. La República Bolivariana de Venezuela, aquella utopía que lo venía desvelando desde hacía tanto tiempo, comenzaba a ser posible: el socialismo del siglo XXI, articulado respetando las pautas de la democracia tradicional, se ponía en marcha.
Otro hito digno de tenerse en cuenta se registró durante los primeros días de noviembre de 2005, pero no en Caracas sino en Mar del Plata, durante la II Cumbre de las Américas. El presidente norteamericano George Bush había llegado exultante, convencido de que el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), perpetrado un año antes en Miami, se pondría definitivamente en movimiento. No fue así: mediante un inteligente enroque político, Chávez, Lula da Silva y Kirchner frustraron la propuesta neoliberal de libre comercio, que beneficiaba exclusivamente a los Estados Unidos de América, y en su lugar pusieron en marcha la Alianza Bolivariana para América (ALBA) que, casualmente, también se había gestado un año antes, pero no en Miami sino en La Habana, mediante un acuerdo entre el presidente Hugo Chávez y el entonces presidente Fidel Castro.
En la cumbre de Mar del Plata, el ALCA, según palabras de Hugo Chávez, “se fue al carajo”. A nadie inquietó que el otrora exultante George Bush se retirara derrotado. “Estoy un poco sorprendido. Acá pasó algo que no tenía previsto”, le dijo a su anfitrión Néstor Kirchner. Efectivamente, Bush no había previsto que en esos días de noviembre del año 2005, algunos mandatarios latinoamericanos hicieran suyas aquellas palabras que un siglo antes pronunciara José Martí: “Tendría que declararse por segunda vez la independencia de la América latina, esta vez para salvarla de los Estados Unidos”. Junto a la pionera Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Uruguay y Argentina comenzaban a declarar esa segunda independencia, para espanto de las despavoridas derechas de cada uno de esos países.
Hasta que llegué a Caracas, sabía de la República Bolivariana de Venezuela por lo que me habían contado y por lo que había leído en diferentes diarios, la mayoría de ellos opositores a Chávez. Salí del aeropuerto Simón Bolívar a la una y media del mediodía y, con la natural desconfianza de todo buen porteño, observé mi entorno con ojos críticos. Confieso que antes de las diez de la noche de ese mismo domingo había borrado el último vestigio de desconfianza: bastaron unas pocas horas para entender que estaba ante un proceso revolucionario inédito, un modelo cercano al de la Revolución Cubana que, sin embargo, había llegado por otra vía. Pensé en el Chile de Allende y pensé que las malas hierbas como Pinochet nacen en cualquier chiquero. Recordé que once años antes Hugo Chávez tuvo que soportar un golpe de Estado y recordé que esa escaramuza, celebrada por la derecha internacional, se prolongó por apenas dos días: los Pinochets de turno regresaron al chiquero y la revolución bolivariana se consolidó definitivamente. Los beneficios de esa revolución están frente a los ojos de quien quiera verlos. Yo los vi. Vi los teleféricos que hoy transportan a los miles de venezolanos que viven en las montañas, antes de Chávez debían someterse a horas de caminatas por senderos de tierra y piedras. Vi las 380.000 viviendas sociales, construidas en sólo dos años, para darles albergue a los sin-casa de Caracas. Vi la medicina libre y gratuita para toda la población y vi de qué modo operan las Misiones, llevando ayuda efectiva para quien la necesite. Anduve por la Feria del Libro y me asombré por el precio de los libros publicados por las editoriales estatales: se venden a un promedio de dos pesos argentinos por volumen. Una de las primeras medidas de todo gobierno revolucionario es alfabetizar a su pueblo. Lo hizo Fidel Castro a pocos días de tomar el poder en Cuba, lo hizo Hugo Chávez un año después del golpe de Estado de la derecha y a meses de que intentaran derrocarlo nuevamente con la paralización de la empresa petrolera, entre diciembre de 2002 y enero de 2003, paralización que le hizo perder al país alrededor de veinte mil millones de dólares.
En este momento, los venezolanos se enfrentan a una elección definitiva: continuar con la revolución bolivariana o regresar a la excluyente política neoliberal. En este rincón: Nicolás Maduro, el hombre elegido por el propio Chávez para continuar con el proceso revolucionario. En este otro rincón: Henrique Capriles, el barbilindo gobernador del Estado de Miranda, derrotado en las recientes elecciones presidenciales. Una pelea de fondo, que habrá que ganar por nocaut. Las encuestas dan una diferencia de algo más de 10 puntos a favor de Maduro. En base a esos cálculos, Capriles obtendría el 44% de los votos; es decir, habría un 44 % de votantes que optaría por la derecha. ¿Hay una derecha tan numerosa en Venezuela? No, de ningún modo. Capriles, además de los genuinos votos de la derecha, cuenta con los votos de una gran masa de despistados, reverentes lectores de una prensa opositora, que suma el 90% de los diarios de Venezuela. Capriles también cuenta, aunque parezca una paradoja, con el voto de ciertos grupos intelectuales autoproclamados de izquierda que invariablemente sufren un molesto escozor cada vez que oyen palabras como “popular” o “populista”. Cualquier similitud con lo que sucede en nuestro país no es mera coincidencia.
Hace apenas dos semanas, cierta consigna que circulaba por las calles de Caracas despejó para mí cualquier duda de quién iba a ser el vencedor. “Yo soy Chávez”, decía la consigna y se repetía en remeras de diferentes colores, en carteras de distintos tamaños, en pañuelos y bufandas y en cualquier otro sitio que pudiera estamparse. Esta simple frase de apenas tres palabras me llevó a una vieja película de Stanley Kubrick, basada en una novela de Howard Fast, con guión de Dalton Trumbo. Hablo de Espartaco, de una de sus últimas escenas, cuando el general romano se dirige a los esclavos derrotados y en un tono que va del dominio a la burla, pregunta: “¿Quién es Espartaco?”. Cada uno de los esclavos se pone de pie y con acento categórico afirma: “Yo soy Espartaco”. Un gesto parecido encontré en El Eternauta, de Héctor Oesterheld. No es casual que Howard Fast y Dalton Trumbo hayan sido encarcelados durante el macartismo en los Estados Unidos, como tampoco es casual que Oesterheld fuera secuestrado por los verdugos de la última dictadura cívico-militar e integre la ominosa lista de treinta mil desaparecidos. Ellos –Fast, Trumbo, Oesterheld–, cada cual a su modo, crearon y le dieron sentido al héroe colectivo. Ese mismo héroe lo encontré en cada uno de los venezolanos que anunciaban con orgullo: “Yo soy Chávez”. Se disponen a continuar con la obra del Comandante. Celebremos, entonces, el triunfo de Nicolás Maduro.
Fuente:MiradasalSur
















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