14 de mayo de 2013

MEGACAUSA ESMA: Presentan vínculo entre la Iglesia y la dictadura militar - Ya se realizaron cincuenta audiencias del juicio por la megacausa ESMA - Audiencia Día 51.

ESMA
Presentan vínculo entre la Iglesia y la dictadura militar 
Se trata de una tarjeta navideña enviada a Jorge Rafael Videla. 
Vínculan a la Iglesia y la dictadura militar 
La presunta comunión entre la cúpula de la Iglesia y la dictadura militar fue puesta en evidencia ayer en el juicio por los crímenes cometidos en la ESMA por una testigo que presentó una tarjeta navideña enviada en 1977 por el fallecido cardenal Francisco Primatesta, en la que cita el deseo del dictador Jorge Videla “de una Navidad feliz y paz”. 

Primatesta, quien ocupaba por entonces la presidencia de la Conferencia Episcopal Argentina, fue arzobispo de Córdoba, donde se lo mencionó en reiteradas oportunidades por sus lazos con la represión desatada durante el régimen que encabezó el varias veces condenado general Luciano Benjamín Menéndez. 

“Sin ausencias-sin angustias-sin odios”, consigna una cinta que rodea el dibujo de un gran árbol navideño impreso en la tarjeta, que con tres meses de anticipación le envió Primatesta a la madre de Célica Maritza García, quien venía reclamando ante distintos organismos por la desaparición de su hija Diana Iris García, secuestrada el 16 de octubre de 1976.

“El respeto a los Derechos Humanos es el camino hacia la paz/ Este es el anhelo de los argentinos para cristalizar el propósito enunciado por el presidente teniente general Jorge Rafael Videla/ ...de una Navidad feliz y en Paz”, señala el texto de la tarjeta que García presentó ante los jueces y que su madre recibió por correo. 

El texto lleva el sello impreso de “Cardenal Francisco Primatesta, Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina”,y la fecha consignada debajo es “5/9/77/”, tres meses antes de la Navidad de ese año. 

La mujer murió tiempo después sin conocer el destino de su hija, a pesar de las investigaciones llevadas a cabo por el Equipo de Antropología Forense.
Fuente:ElTribuno


13 05 2013
Ya se realizaron cincuenta audiencias del juicio por la megacausa ESMA
El juicio en curso por los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio ESMA ya alcanzó las cincuenta audiencias de debate, y está en la etapa de las declaraciones testimoniales de sobrevivientes y familiares, principalmente. A través de sus voces y recuerdos, se reconstruye lo que pasó para que el Poder Judicial siga reparando con justicia las heridas de los crímenes y de la impunidad. 

El juicio en curso por los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio ESMA ya alcanzó las cincuenta audiencias de debate, y está en la etapa de las declaraciones testimoniales de sobrevivientes y familiares, principalmente. A través de sus voces y recuerdos, se reconstruye lo que pasó para que el Poder Judicial siga reparando con justicia las heridas de los crímenes y de la impunidad. 

Con el objetivo de fortalecer la política de Estado de juzgamiento a los responsables de los delitos de lesa humanidad de la última dictadura cívico-militar, el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación realizamos una cobertura especial sobre el juicio por la megacausa ESMA para dejar un registro histórico del debate y fortalecer la comunicación del proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia de nuestro país. 

Un equipo de trabajadores del Espacio y la Secretaría realiza la cobertura especial,  participando en todas las audiencias para narrar los relatos de la historia a partir de lo que sucede en la sala Auditorium (“AMIA”) de los Tribunales Federales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a través del sitio web del Espacio Memoria y Derechos Humanos y de una publicación impresa periódica. 

En el juicio oral y público son juzgados 67 imputados por delitos de lesa humanidad cometidos en perjuicio de 789 víctimas. En la etapa actual están declarando testigos en relación a los casos de las víctimas de 1976. Los jueces del Tribunal Oral Federal Nº 5, Leopoldo Bruglia, Daniel Obligado y Adriana Paliotti, aplican las reglas de Casación para abreviar los debates y no generar instancias de revictimización sobre los sobrevivientes. Por este motivo, los testimonios anteriores son incorporados a la causa sin la necesidad de reiterarlos en la etapa oral. 

A través de la cobertura especial se pretende mostrar este juicio histórico, inserto en el proceso de Memoria, Verdad y Justicia que se expande por todo el país. Esta cobertura es una de las tantas puertas de entrada al juicio, con una mirada institucional desde el rol de la Secretaría como querellante en la megacausa.
Desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y el Espacio Memoria y Derechos Humanos seguimos convocando a participar en los juicios por delitos de lesa humanidad que son acá y ahora: en nuestro país y en este momento. Y son posibles por la lucha histórica de los organismos de derechos humanos y del pueblo argentino y por la decisión de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner de transformarlas en políticas de Estado, promoviendo y profundizando el juzgamiento a los responsables de los delitos cometidos por el terrorismo de Estado de la última dictadura cívico militar.  


13 05 2013
TESTIMONIOS
Día 51. "Monseñor Grasselli se callaba", dijo la hermana de una detenida-desaparecida en la ESMA
La familia de Diana Iris García se entrevistó con Grasselli en 1977, quien les dijo a la madre y la hermana que no tenía posibilidades de ayudarlas e incluso les cuestionó el pedido de reunión. 

El caso de Diana Iris García, “Yaya” (nro. 100)
“Diana Iris García, psicóloga y militante en Montoneros, fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 15 de octubre de 1976, a las 15:00 horas aproximadamente, mientras transitaba por la vía pública con su compañera Graciela Beatriz García, en la intersección de la Avenida Córdoba y la calle San Martín, de esta ciudad, por entre 6 y 7 integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2 vestidos de civil y armados con pistolas 45, entre los que se encontraba un verde al que denominaban `Caniche`, quienes se trasladaban en dos automóviles. Posteriormente, fue obligada a subir a un automóvil Renault 12 de color blanco, patente C 300031, siendo trasladada a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció clandestinamente detenida bajo condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar). Diana Iris García aún permanece desaparecida”.

El testimonio de Celica Mariza García, la hermana de Diana
El Ministerio Público Fiscal le pidió a la testigo un relato detallado de los “hechos delictivos de los cuales fuera víctima su hermana”. Ante este pedido, Celica declaró que “mi hermana desaparece el 15 de octubre de 1976 en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires. Tengo recortes del diario, los tengo acá para presentarlos. Vivía cerca de donde fue secuestrada, fue interceptada por dos autos con siete personas de civil armadas, que la interceptan con una compañera de ella, Graciela García (caso nro. 101)”. La testigo agregó que: “con armas, las meten dentro del vehículo, antes llegan a decir sus nombres y que llamen a la Policía. Ahí comienza la desaparición de hermana hasta hoy, 36 años en octubre. No supimos nada más”. Ambas militaban en la organización Montoneros. Diana tenía 30 años, era psicóloga, egresada de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). 
Celica contó que el operativo fue publicado en el diario La Razón y comentado en Radio Colonia. Relató que su familia supo del secuestro por “gente que leyó el diario”. 

La búsqueda
La testigo contó que su madre, Rosa García, murió seis años después del secuestro de Diana, por un cáncer de pecho. Cuando la desaparecieron a su hija, Rosa presentó hábeas corpus, que fueron rechazados: “tengo acá las fotocopias con nombres de jueces diciendo que no existía esa persona, no aparecía en ningún lado, cartas de obispos de Santa Fe, Zárate, La Plata”.
Celica contó que con su madre fueron a la “Aeronáutica, la Armada y a la puerta de la ESMA, donde dejamos un papelito con el nombre de mi hermana. Nunca recibimos respuesta. Ya después, llegamos a la democracia, en la que pudimos dar testimonio en la CONADEP. Tengo el número de legajo”. También contó que dio su muestra de sangre al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). 

“Era como tenerla al lado”
Celica relató su experiencia en el EAAF, cuando le mostraron fotos de su hermana: “era como tenerla al lado”. Le propusieron reunirse con sobrevivientes que hayan visto a su hermana en la ESMA y dijo que sí. 
“Parecen mucho 36 años, pero para mí fue como si pasara ayer. La impunidad que pasamos fue tan grande, es muy tremendo”, dijo la hermana de Diana. 
Luego contó que “me averiguan que la persona a la que habían puesto al lado de mi hermana había sido Lila Pastoriza. Trato de preguntar si podían contactarme con ella, no encontraba su teléfono, hasta que la contacto, lo hago en un café. Yo iba muy esperanzada de que me dijera: `yo la vi en la ESMA y la vi así`. Me imaginé eso. Pero bueno, Lila me dice que en realidad había estado unos cuantos años (secuestrada en la ESMA), que no la había visto, pero sí sabía que había estado en la ESMA, porque había hecho trabajos (esclavos) y se enteró circunstancialmente cuando ya estaba con más posibilidades de hablar con represores de la ESMA y pregunta por mi hermana. Le dicen que estuvo y que fue trasladada. 

Entrevista con Grasselli
La testigo contó que “en el año 1977 tuvimos una entrevista con Monseñor (Emilio Teodoro) Grasselli. La acompaño a mi mamá a la Iglesia Santa María. Nos hicieron esperar en la recepción. Había otro grupo de 3 ó 4 personas que dijeron que iban por la misma situación. Cuando nos tocó el turno, pasamos a su escritorio y nos empezó a… primero nos dijo por qué íbamos, se expuso las razones, mi mamá habló de los hábeas corpus, que mi hermana no hizo nada… Él requería datos, preguntaba cómo era. Mi mamá había llevado todo lo que tenía, preguntaba, pero él no decía nada… se callaba. Cuando terminó la entrevista, dijo que no tenía posibilidades, que la circunstancia era tremenda, que iba a rezar y que iba a intentar por todos los medios… Tomó nota y dijo que cualquier cosa nos iba a citar”.  
La querella representada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) le preguntó a la testigo por alguno de los apellidos de los jueces que rechazaron los hábeas corpus: “Montoya, dejo constancia ante ustedes”, respondió.

Incorporación de pruebas
El Ministerio Público Fiscal le solicitó al Tribunal incorporar los originales del Episcopado y otras documentaciones pertinentes. La respuesta fue favorable.

Justicia
Para concluir su testimonio, la hermana de Diana sostuvo: “ojalá se haga justicia por mi hermana y por todos los desaparecidos. Que la baldosa que está en la puerta de la casa de mi mamá donde dice que nunca más pasen estos hechos, sea algo realmente verídico y efectivo”. 

El caso de Hernán Abriata (nro. 115)
Según el fiscal de instrucción, Eduardo Taiano, “Hernán Abriata, que pertenecía al grupo de unión de scouts católicos que funcionaba en el Colegio Eymar de San Martín, fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, por un grupo de personas armadas vestidas de civil, el día 30 de octubre de 1976 a las 03:00 horas, en su domicilio sito en la Avenida Elcano nro. 3235, piso 3, departamento 39 de esta Capital Federal. Posteriormente, fue llevado a una `quinta` y, aproximadamente a fines de noviembre, fue trasladado a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida (encapuchado con una capucha de color gris, engrillado, esposado, bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar) y fue torturado. Además, le habrían adjudicado el número `002`. En una oportunidad fue sacado del altillo y sometido a un interrogatorio por una pareja, hombre y mujer, que decían conocerlo de la Facultad de Arquitectura de la UBA. Antes de marzo de 1977 habría sido trasladado. La víctima habría estado detenida también en el C.C.D. ubicado en la calle Azopardo, de esta ciudad. Hernán Abriata aún permanece desaparecido”.

El testimonio de Beatriz Rosa Gertrudis Cantarini, madre de Hernán Abriata
La testigo relató el operativo en su casa y la de su marido, Carlos Alberto Abriata: “el 30 de octubre de 1976 descansábamos en mi casa con mi esposo a las 2:30 sentimos un estruendo terrible. Dije: `Explotó el gas`. Con megáfonos nos gritaban que debíamos salir en 30 segundos y que si no lo hacíamos nos iban a ametrallar. Salimos corriendo, yo en camisón, los vidrios saltaron todos, nos pusieron contra la pared, amenazándonos con armas grandes, como si fuéramos asesinos. Nos dijeron que si no mirábamos a la pared iban a dispararnos. Como nuestro hijo no estaba, reclamaban por él. Mi marido les dijo que estaba con su esposa, porque estaba casado. Lo amenazaron, lo esposaron y le taparon los ojos. Mi marido temía por nuestros vidas y les dije que si no le creían los llevaría a la casa. Lo llevaron atado”.

El secuestro del hijo y la nuera
Luego contó que “la calle estaba cortada, había autos (Ford) Falcon. Lo hicieron tirarse en el piso, lo llevaron a la casa (del hijo). Llamaron al portero, no me acuerdo el nombre, abrió la puerta, lo obligaron a mi marido a subir al tercer piso. Estaba durmiendo cuando mi hijo escuchó la voz de mi esposo. Le abre. Comenzaron a interrogarlo a él y a mi nuera, se los llevaron detenidos. Les sustrajeron cosas de la casa y a mi esposo lo volvieron a llevar a mi casa. Nos hicieron entrar a nuestra casa, revolvieron todo, sustrajeron lo que estaba a mano, se quedaron hasta las 5. Para irse, nos desarmaron el teléfono, se llevaron micrófonos”. 

La búsqueda
Beatriz contó que cuando amaneció fueron con su marido a la comisaría 37, pero le dijeron que no podía hacer la denuncia. “A la tarde, mi marido fue a hacer la denuncia a los conocidos. Teníamos amigos militares”. Luego contó que después de alrededor de un mes pudieron hacer la denuncia. 
La testigo también relató que su marido “tenía amistades, un primo hermano era Oscar Abriata, un militar (contraalmirante de la Armada). Tenía otro de la Superintendencia, con mucha influencia en el Ministerio del Interior. Les pidió que le dijeran desde la comisaría quién había hecho el allanamiento en mi casa y le contestaron que había sido de la ESMA. El comisario le dijo a mi marido que se presentara en la comisaría, porque le iban a recibir la denuncia. Fue, la hizo, y al poco tiempo nos citaron. Fuimos al Palacio de Justicia, pensábamos que nos iban a entregar a mi hijo. Yo operada de cáncer, mi marido tuvo un infarto. Y nos dieron un papel de que estaba hecha la denuncia en la comisaría. Nada más”.
Además de la denuncia en la comisaría, presentaron hábeas corpus y denuncias en los organismos de derechos humanos y el Vaticano. “Mi hija me ayudó en todo: iba a la Plaza con las Madres”. 

Un militar de la Armada en la familia
El Ministerio Público Fiscal le preguntó a la testigo si Oscar Abriata tuvo reuniones para averiguar sobre Hernán, y Beatriz respondió que “sí, se preocupó. Él sabía cómo éramos, al principio tardó unos días, a la semana o dos llegó y dijo que había estado cerca de la habitación de Hernán: `no tiene nada, está limpio, no lo esperan ni hoy ni mañana”. El contraalmirante Abriata no les dijo dónde estaba Hernán. Beatriz declaró que su marido se enteró, pero no recuerda cómo fue: “se metía en todos lados, estuvo con testigos que lo vieron a mi hijo y nos venían a contar que lo habían visto. Cuando mi esposo se enteró de que estaba en la ESMA, se metió todo lo que pudo para que el director lo recibiera. Un subalterno le dijo: `mire, señor Abriata, déjese de molestar. Usted tiene cuatro hijas`. En resguardo de sus hijas, no fue más. Ahí nos habíamos avivado de cómo eran las cosas”. 

Los llamados desde la ESMA
La fiscalía le preguntó a Beatriz si alguna vez recibió llamados de su hijo Hernán y ella dijo que sí. Contó que “sólo lloraba y decía: `hijo mío, hijo mío`. Me llamó y me decía: `estoy bien, voy a salir pronto`. Mi marido hablaba con él. El 13 de diciembre, su cumpleaños, me dijeron que llamaban por su cumpleaños, querían hablar con Mónica. Mi marido les dijo que no estaba. Entonces atendió él y habló, después hablé yo. Después llamaron otra vez. Él siempre adoraba a su mujer, tenemos cartas con poemas para ella”. 

La militancia
La fiscalía le preguntó a Beatriz si Hernán militaba en alguna organización política y ella respondió que no tenía conocimiento de eso, pero que “aunque hubiera militado, no es ningún crimen”, rechazando así cualquier intento de sostener la Teoría de los Dos Demonios. 

Hernán en la ESMA
Luego, la fiscalía le preguntó a Beatriz si Hernán fue visto por algún detenido-desaparecido sobreviviente del centro clandestino de detención, tortura y exterminio ESMA y dijo que sí. A partir de esto, le preguntaron qué cosas le contaron sobre el cautiverio de su hijo, y dijo que “mucho no me decían, sé cosas tristes, pero no me contaron para no hacerme mal. Sé que torturaban, que se oían gritos de las torturas… les daban un sándwich de carne y dos mates cocidos, y se bañaban una vez por semana”. 
Le contaron que en la ESMA a Hernán le asignaron el número “002”. Ante el pedido de describir físicamente a su hijo, Beatriz enumeró: “ojos azules, medía 1.70, delgado, buen hijo, buena persona con su familia, sus hermanas, era el mayor… las más chiquita murió hace un año y tres meses, tenía 47 años. Lloró años, le sacaba la almohada y tenía un pañuelito, siempre lloraba cuando se iba a dormir”. 

Una madre
Beatriz dijo que “me acuerdo de los ojos de mi hijo, pero a él lo quise borrar”, en referencia a Sandoval, a quien identificó como partícipe del operativo. Para cerrar su testimonio, sostuvo: “no puedo creer que haya gente de semejante crueldad. Si alguien comete crímenes, lo llevan preso y lo juzga un juez con todas las leyes. ¿Cómo hicieron eso con mi hijo?”. 

El caso de Alejandro Monforte (nro. 126)
Según consta en el pedido de elevación a juicio hecho por el fiscal Taiano, “Alejandro Monforte, empleado de la Facultad de Ciencias Económicas, fue privado de la libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 10 de noviembre de 1976, a las 01:30 horas, en su domicilio de la calle Ituzaingó nro. 4315 de la localidad de Munro, Provincia de Buenos Aires por alrededor de quince integrantes del Grupo de Tareas 3.3/2 vestidos de civil y con armas largas quienes le apuntaron con éstas. Luego de pisarle la espalda y la cabeza, fue encapuchado con una camisa y lo introdujeron en un coche, donde lo tiraron al suelo, conduciéndolo a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció detenido clandestinamente, bajo condiciones de vida inhumanas (sometido a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar) y fue torturado para obligarlo a proporcionar información. Fue interrogado con los ojos vendados, desnudo, atado a un elástico de una cama, mientras le aplicaban corriente eléctrica en los genitales. Finalizada la tortura lo llevaron a un lugar donde permaneció tirado en el suelo con las manos esposadas, engrillado en sus tobillos. Allí, ocasionalmente le daban patadas y trompadas. Algunas veces lo llevaron a la sala de torturas donde lo dejaban sentado mucho tiempo en la misma posición y lo fotografiaron con los ojos cerrados. Indicó que en el centro clandestino le asignaron el número `039`. Mencionó que además de la escasa comida que le proporcionaban, hacía sus necesidades en un balde y en ocasiones lo llevaban al baño esposado y engrillado. Finalmente, el día 24 de noviembre de 1976, le vendaron los ojos, lo encapucharon y lo introdujeron en un automóvil, junto a una mujer y algunos carceleros, siendo liberado en las inmediaciones del Hotel Sheraton sito en el barrio porteño de Retiro”. 

El testimonio de Patricia Beatriz Monforte, hija de Alejandro
El Ministerio Público Fiscal le pidió a la testigo que precisara algunos datos de su declaración anterior. Le preguntaron por el lugar de trabajo de su padre y ella dijo que “era estudiante y trabajaba en la Facultad de Ciencias Económicas”. Acerca de la si su padre tenía o no militancia política, Patricia dijo que no lo sabía.  

Próxima audiencia
El juicio continuará el miércoles 15 de mayo desde las 11:00 horas con más declaraciones testimoniales. 
Fuente:MegacausaEsma

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