26 de junio de 2013

ANIVERSARIO 11 DE LOS ASESINATOS DE KOSTEKI Y SANTILLÁN.

CUESTIONAN CANDIDATOS INVOLUCRADOS
Por Darío y Maxi
Por Adriana Meyer


Como cada año, el 25 de junio hay actividades culturales en la estación Darío y Maxi, marcha de antorchas y la vigilia previa al aniversario del asesinato de los piqueteros Kosteki y Santillán. Pero entre el discurso de Alberto Santillán de ayer y el corte del puente, previsto para hoy, el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) emitió un comunicado para repudiar “la inclusión en las listas de precandidatos a las elecciones de octubre de quienes fueran responsables de la masacre de Avellaneda, el 26 de junio de 2002”. Según expresó esa agrupación, “a 11 años de la rebelión popular de 2001 no se fue nadie, sino que volvieron todos: Felipe Solá, Juan José Alvarez y Alfredo Atanasof sólo deberían ser candidatos a la cárcel”.

A once años de aquella jornada –que precipitó el final del gobierno de Eduardo Duhalde–, el FPDS expresó que “con profunda indignación reconocimos en diferentes listas a quienes siguen siendo señalados por familiares, compañeros y amigos de Maxi y Darío como responsables políticos e ideológicos de sus asesinatos y de aquella brutal represión”. Y mencionó “el caso de Alfredo Atanasof, jefe de Gabinete del ex presidente Duhalde al momento de la masacre, que se ubica en el séptimo puesto en la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires del Frente por la Libertad y el Trabajo que conduce el empresario Francisco de Narváez”. Además, el Frente Santillán señaló que “por el lado del Frente Renovador que conduce Sergio Massa encontramos a Felipe Solá, gobernador de la provincia de Buenos Aires en el momento de la masacre, ubicado en el cuarto puesto de la lista”.

Sin embargo, no son los únicos que generaron enojo. “No sólo la candidatura del ex gobernador nos llena de bronca, quien se mueve en las sombras como el ‘operador político’ del massismo es Juan José Alvarez, ex agente de la SIDE durante la dictadura y secretario de Seguridad durante el gobierno de Duhalde.

Alvarez fue uno de los principales encargados del operativo de seguridad aquel 26 de junio”. Además de estos tres candidaturas que “ofenden la memoria de Maxi y Darío”, también mencionaron que “la reaparición de Domingo Cavallo, responsable de una de las catástrofes económicas y sociales más terribles que vivió el país, debe ser motivo de indignación”. El FPDS recordó que ninguno de ellos llegó a ser convocado por la Justicia como tampoco “el senador Aníbal Fernández, que en aquel momento ocupaba el cargo de secretario general de la Presidencia”.
Fuente:Pagina12
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26.06.2013
se cumple otro aniversario de su asesinato
Actos y vigilia por Maxi Kosteki y Darío Santillán 
Con varios actos y una vigilia, diversas organizaciones sociales y de Derechos Humanos, encabezadas por el Frente Popular Darío Santillán, comenzaron ayer las actividades para conmemorar al militante homónimo y a su compañero de lucha, Maximiliano Kosteki, y pedir justicia por ellos, quienes fueron asesinados el 26 de junio de 2002 en una brutal represión ejecutada por la policía bonaerense.
En la estación Avellaneda, lugar donde se perpetró la masacre que propició el fin anticipado del gobierno provisional de Eduardo Duhalde, movimientos y agrupaciones llevaron a cabo, además, una jornada cultural, que culminó con una marcha de antorchas hasta el puente Pueyrredón e incluyó un corte en la Avenida Pavón, una de las arterias centrales de esa localidad.

También hubo debates. En uno de ellos participó la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas. A partir de las 19:30, habló Alberto Santillán, padre de Darío, además de familiares de víctimas de gatillo fácil y violencia institucional. Al cierre de esta edición, había comenzado la vigilia que se prolongará hasta hoy al mediodía, cuando tendrá lugar un acto central, que continuará con una nueva movilización y el corte del Puente Pueyrredón. Los movimientos Aníbal Verón y 8 de Octubre harán una jornada de trabajo que comenzará a las 10 en el Barrio 3 de Mayo, de Florencio Varela. En Rosario, a las 16:30, fue convocado un acto en la Plaza Ernesto Che Guevara.
Fuente:TiempoArgentino
Envío:Agnddhh

PAGINA 12, 4 DE JULIO 2002 
CONTRATAPA
Santillán y Kosteki 
Por Sandra Russo 
Habría que vivir sus vidas para saber de qué se trata. Habría que ponerse en sus pieles para entender de qué hablan. Habría que soportar en el propio pecho tanta desolación, tanto luto, tanto fastidio. Por más que a uno lo alienten nociones bienintencionadas, no es así, como la de ellos, la vida que le ha tocado vivir. Calefacción, prepaga, escuela, heladera, cena, libros, buen vino, techo, esperanza, fin de semana, auto, taxi, supermercado, cine, teléfono, mail, regalo, radiografía, entretenimiento, televisión, aliento, sueldo, planes, abrigo, antibiótico, en fin, son miles las palabras de las que ellos han sido expulsados y que, con más o menos suerte, todavía sostienen la manera en la que millones de argentinos se piensan a sí mismos. 

Otros millones no. Desde que Darío Santillán y Maximiliano Kosteki fueron asesinados, las mismas cámaras de televisión y las mismas cámaras fotográficas a través de las cuales se desvertebró la nueva historia oficial que ya estaba en marcha –la misma que ahora desde el gobierno niegan, dejando colgar la duda: ¿será verdad que están indignados con la conducta policial, o se indignan, en realidad, por el descuido policial de dejarse fotografiar y filmar mientras mataban?–, se internaron en los lugares de los que ellos, Santillán y Kosteki, llegaron al puente Pueyrredón, en esos barrios siempre esfumados en la neblina del invierno, en esos barrios de invierno permanente. Allí, en esos paisajes arrasados, en esos escenarios de posguerra en los que los derrotados del sistema se supone que solamente deben sobrevivir apechugando, las vidas de Santillán y Kosteki volvieron a hablar. 

Uno, Kosteki, habló de ladrillos para reemplazar las chapas que dejan colar el frío insoportable, de su trabajo voluntario haciendo esos ladrillos, de un horno de cerámica, su más lucida pertenencia, donado para hacer esos ladrillos, de dibujos sobre papeles baratos, de un universo imaginario en el que vivió ese chico hasta sus 22 años y que por cierto fue más generoso y más deseable que lo real: había ángeles, banderas, manos abiertas. En el universo de Kosteki también hubo y hay una madre de un temple escalofriante, que no se ha permitido hablar de la muerte de su hijo como algo personal: esa mujer es consciente de que el mayor dolor de su vida es un dolor político. 

El otro, Santillán, lo que dejó fue un gesto cuya medida excede nuestra capacidad de reflejos, un gesto que desborda nuestra moral de pequeña burguesía ya desacomodada. Escuchar zumbar las balas y detenerse ante alguien que muere, pedir auxilio para ese alguien que muere, tomarle la mano a quien muere y exponerse a ser acribillado, morir así, es algo para lo que nadie se prepara. Nadie puede asegurar de sí mismo esa reacción. Es en todo caso una circunstancia atroz la que se impone, y es, en este caso, la hombría de bien inmedible de ese chico la que quedará latiendo en la memoria colectiva. 

No se trató solamente de un comisario inspector fusilando a un piquetero. La visión de Santillán intentando socorrer a Kosteki, la visión de su espanto interrumpido por el escopetazo que recibió en la espalda, la visión de su cuerpo ya herido retorciéndose en el piso, la visión de su mano extendida hacia ese policía que por toda respuesta lo sacudió con asco, la visión de la sonrisa del otro policía acomodando el cuerpo de Kosteki, la visión del comisario palpando de armas a Santillán ya inerte, los ojos de Santillán ya casi ido pero aún allí, incomprendiendo todo ese horror, ese mal encarnado, fue mucho más que un documento para abortar la incipiente y canalla versión oficial. Esos grandes detalles de esta historia relatan, nada menos, quién es quién. 
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MASACRE DE AVELLANEDA 
Estación Avellaneda. Darío y otro compañero auxilian a Maximiliano Kosteki.
El comisario Fanchiotti, jefe de la patota asesina, entra a la estación Avellaneda. 
Hall de la estación Avellaneda. Maxi agonizando y el principal Quevedo sonriente. 
Estación Avellaneda.
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