2 de junio de 2013

LOS CRIMINALES, A CELDAS COMUNES.

Los criminales, a celdas comunes 
Año 6. Edición número 263. Domingo 2 de junio de 2013 
Por Eduardo Anguita
eanguita@miradasalsur.com
El tigre acosta. El genocida volvió a una celda común en la cárcel de Marcos Paz
Trece represores que estaban sin motivos reales en el Hospital de Ezeiza fueron trasladados al penal de Marcos Paz.
El jueves pasado, por la tarde, el Servicio Penitenciario Federal, con la venia del Ministerio de Justicia, realizó un enroque de procesados y condenados por delitos de lesa humanidad. Cerca de la una del mediodía, varios camiones celulares llegaron al Hospital Central del Complejo Penitenciario 1 de Ezeiza, donde estaban alojados –por orden judicial y sin criterio de internación clínica– los peores torturadores y asesinos de la ESMA, como Jorge Acosta (el Tigre), Adolfo Donda (cuyo hermano José, padre de Victoria Donda, fue a parar a la ESMA y está desaparecido al igual que su esposa Hilda Pérez), Carlos Capdevilla, Juan de Dios Daer, Claudio Pittana, Víctor Olivera, Julio Binotti, Antonio Pereyra, Miguel Ángel Rodríguez y Antonio Pernías. La lista se completa con el tenebroso ex jefe del Primer Cuerpo de Ejército Carlos Suárez Mason, el torturador Norberto Cozzani –del grupo del genocida Ramón Camps– y Juan Carlos Beccio.

Para estos 13 genocidas, vivir con los beneficios de hotelería que tiene el hospital penitenciario de Ezeiza se había convertido en algo natural. La llegada del grupo que los iba a trasladar los tomó completamente de sorpresa. Adolfo Donda se quejó ante el funcionario civil que encabezaba el operativo: “No puedo avisarle a mi abogado. Esto es un atropello. Esta es una práctica de la Gestapo”. El funcionario le quiso dar tranquilidad al detenido: “No te hagás problema, Donda, todos tus familiares y tus amigos se van a enterar dónde te llevamos. Nosotros respetamos tus derechos”. Con la salvedad de su hermano José y su cuñada Hilda, que no podrán enterarse de que Adolfo Donda y los otros 12 represores fueron llevados ese jueves 30 de mayo al Complejo Penitenciario II de Marcos Paz. Allí fueron internados en el hospital para estar en observación médica durante 48 horas y, salvo opinión profesional contraria, luego alojados en un pabellón común.

El enroque consistió en que, unas horas después del movimiento de estos 13 detenidos, otro grupo del Servicio Penitenciario trasladaba a un grupo de 16 procesados y condenados por delitos de lesa humanidad desde el complejo penitenciario de Marcos Paz al hospital del complejo penitenciario de Ezeiza. El criterio utilizado fue estrictamente médico y en ningún caso tuvo que ver con favores de jueces contemplativos.

Donda, Acosta y el resto de genocidas que gozaban de vivir en el hospital lo hacían, en la mayoría de los casos, por pedido expreso de los jueces del Tribunal Oral Federal 5. Cabe recordar que ese tribunal –en la actualidad integrado por Adriana Paliotti, Daniel Obligado y Leopoldo Bruglia–, a fines de 2011 dictó una sentencia ejemplar en la megacausa ESMA. De aquel tribunal, sólo queda Obligado. En cuanto a Bruglia, es señalado por autoridades penitenciarias como el más proclive a favorecer a estos condenados con esos privilegios. “Claro está –señalan las fuentes–, con la complicidad del siempre sospechado Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de la Nación.”

Cabe aclarar que, tras este traslado, si los jueces consideran necesario que esos presos vuelvan al hospital de Ezeiza, tienen facultades para pedir informes médicos y ordenar su vuelta allí. Pero, claro, deberían hacerlo dejando negro sobre blanco con médicos que contradigan a los profesionales que hasta ahora los asisten y certifican que no hay justificativo alguno para las prerrogativas que tuvieron. Cabe aclarar que las autoridades del Servicio Penitenciario tuvieron la precaución de enviar oficios a los juzgados donde se fundamentaba que todos esos detenidos podían ser atendidos clínicamente en un pabellón común y el hospital de Marcos Paz. Curiosamente, ninguno de esos oficios fue respondido por las autoridades judiciales.

La muerte del dictador Jorge Videla (ver nota relacionada) fue un elemento tenido en cuenta para realizar este movimiento.

El gran escritor Eduardo Galeano, en 1976, escribió “Pájaros prohibidos”, un texto que sirve para ilustrar sobre si las prácticas de la Gestapo son las resumidas más arriba o las que llevaron a cabo las dictaduras latinoamericanas en las que esos 13 detenidos jugaron un papel destacado. “Pájaros prohibidos” cuenta un hecho real. Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido, ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros. Didoskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso “por tener ideas ideológicas”, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel. Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos y el dibujo pasa. Didoskó elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas: “¿Son naranjas? ¿Qué frutos son?”. La niña lo hace callar: “Ssshhhhh”. Y, en secreto, le explica: “Bobo ¿no ves que son los ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas”.
Fuente:MiradasalSur

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