20 de junio de 2013

ROSARIO - OPINIÓN.

Estimado:
 
               Envío artículo publicado en el Diario La Capital, titulado “Por un Estado público”, para compartir y debatir.
 
                Saludos,
DR.ANIBAL I. FACCENDINI
DIRECTOR  CATEDRA DEL AGUA
           
 
 
Edición Impresa
Miércoles 19 de junio de 2013

Por un Estado público

El Estado como organización política, social y jurídica, se articula desde la sociedad, por encima de ella, para servirla. No para someterla. Ya no alcanza en este siglo el diseño de la administración estatal weberiana del siglo XX, rígida, vertical y cerrada.
Por Aníbal I. Faccendini / Docente UNR. Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Licenciado en Ciencias Sociales
"Defiéndeme de ser el que ya he sido, el que ya he sido irreparablemente…". J.L.Borges
El Estado como organización política, social y jurídica, se articula desde la sociedad, por encima de ella, para servirla. No para someterla. Ya no alcanza en este siglo el diseño de la administración estatal weberiana del siglo XX, rígida, vertical y cerrada. Tenemos que ir hacia un Estado público, es decir, abierto a la ciudadanía. Los servicios estatales devenidos en públicos son una de las herramientas para esta transformación.
El Estado habla a partir, entre otras cuestiones, por los servicios que presta a la ciudadanía. Por definición estos servicios son aquellos que satisfacen necesidades sociales sin buscar lucro. Oscar Oszlak, plantea que el Estado es lo que hace. ¿Qué hace entonces el Estado? ¿Presta satisfactoriamente los servicios estatales de justicia, seguridad, servicios sanitarios y transporte ferroviario? ¿Es normal prestar estos servicios en el siglo XXI como si fuese el siglo pasado? ¿ Puede un servicio estatal divorciarse entre lo que dice y hace? ¿No se alcanza a ver que estas prestaciones del Estado son para todos pero fundamentalmente para los desposeídos? Podemos seguir con este inventario de preguntas. Son complejas las explicaciones, pero al decir de Zygmunt Bauman, la peor de todas las respuestas son las preguntas no realizadas. Hete aquí el intento.
El descreimiento en la política se produce, muchas veces, por la decepción en la prestación de un servicio estatal. Por el divorcio entre lo que se promete y lo que sucede. Es decir, cuando el Estado hace un sostenimiento tozudo de un servicio deplorable, negando sus deficiencias. La falacia duele, el cinismo humilla.
El servicio de justicia se encuentra colapsado por exceso de trabajo, por ende se ha lentificado y con ello evidentemente no se puede reconocer en una opinión positiva de la sociedad. La justicia se puede transformar, si se acerca a los tiempos y necesidades del ciudadano del siglo XXI. No hay innovación judicial sin aumento presupuestario que acompañe la decisión estatal en tal sentido. El servicio de seguridad es una materia compleja. Pero más complicado es no abordarla integralmente. Mucho es lo que tienen para aportar en tal sentido los derechos humanos, los derechos sociales y la prevención penal.
Los servicios sanitarios también presentan problemas estructurales de escasez social, por los cuales millones de personas no acceden al agua. Y, en cuanto a los servicios ferroviarios presentan también problemas estructurales de antigua data, entre otras cuestiones, por falta de inversiones. La tragedia de Once a principios de 2012 con cincuenta fallecidos y 676 heridos, y la de hace poco tiempo en Castelar con tres muertes y 315 heridos, muestran una gravísima desidia. Estos hechos señalizan la inepcia en la dirección de este servicio. Toda prestación estatal está directamente relacionada en cuanto a calidad y expansión a la decisión política respectiva.
Los servicios estatales deben devenir en servicios públicos. El servicio estatal no subsume al público, pero el servicio público sí subsume al servicio estatal. Ello implica abandonar el vetusto Estado y construir una nueva concepción de estatalidad. Todo servicio público para que se precie como tal debe caracterizarse por:
1Poseer una visión de bien común y justicia social, sin lógica de mercado. Lo más importante de la agenda ciudadana se debe convertir en agenda de gobierno. También que la ciudadanía pueda acceder real y efectivamente a la información.
2 Participación protagónica de los ciudadanos en el servicio respectivo. Apertura de la experticia a la opinión no sistémica.
3Desarrollo sustentable de los mismos. Los servicios públicos son para todos pero principalmente para los desposeídos.
4Los ciudadanos deben participar en la gestión del servicio como así también en la prevención de accidentes en sentido amplio. Se debe consolidar el presupuesto ejecutivo, superando al presupuesto participativo.
5Erradicación de la corrupción que patologiza a la administración pública.
Para mejorar al Estado hay que definitivamente ciudadanizarlo.  

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