24 de agosto de 2013

EGIPTO.

SE ACALLO A LA FUERZA LA PROTESTA POR EL GOLPE EN EGIPTO
Fue el viernes de la ira reprimida
Sólo algunos miles de partidarios del destituido presidente islamista Mohamed Mursi manifestaron ayer en Egipto, como un signo de que los Hermanos Musulmanes, diezmados durante diez días de sangrienta represión, no logran ya movilizar a sus masas. Como todos los viernes, habían llamado a manifestar a “millones” de partidarios contra el “golpe de Estado” del ejército, “y por los mártires”, anunciando a la prensa 28 manifestaciones en El Cairo. Pero en la capital se llevaron a cabo sólo unas cinco movilizaciones.

Ningún enfrentamiento fue reportado en El Cairo. Por el contrario, en Tanta, en el delta del Nilo, una persona murió cuando la policía dispersó a los manifestantes con granadas lacrimógenas, después de enfrentamientos entre los partidarios de Mursi y los opositores.

Más de mil personas han muerto en los últimos ocho días, esencialmente partidarios de Mursi, en los sangrientos asaltos de las fuerzas de seguridad contra sus campamentos. Y más de mil militantes o dirigentes de la cofradía han sido además detenidos en el curso de la pasada semana. También pereció un centenar de policías y soldados en esos enfrentamientos, los más graves de la historia reciente de Egipto.

El resultado es que, desde hace cinco días, pese a los llamados diarios para manifestarse, las movilizaciones han decaído de forma notable. Para ayer se habían anunciado 28 “marchas pacíficas” en El Cairo tras la oración del mediodía. Pero a esa hora solo algunos millares de personas marchaban pacíficamente en al menos tres manifestaciones, en una capital poblada por más de 20 millones de habitantes.

Antes de la represión, los simpatizantes de Mursi congregaban a centenas de miles de personas en El Cairo y otras grandes ciudades. Mursi, depuesto el 3 de julio, se halla detenido en un lugar secreto y deberá responder de acusaciones de complicidad con asesinatos de manifestantes.

Los Hermanos Musulmanes, la influyente cofradía de Mursi que ganó las legislativas de 2012, están ahora totalmente desorganizados tras sufrir numerosas detenciones, entre ellas la de su guía espiritual, Mohamed Badie. “Ya no recibimos las consignas escritas habituales para las manifestaciones desde que la mayoría de nuestros líderes han sido detenidos”, explica Ahmed, dirigente de los Hermanos en Menufia, en el delta del Nilo. Maher, responsable local de la cofradía en el sur de El Cairo, reconoce que el movimiento ha quedado duramente tocado. “Temo que estamos volviendo a la era Mubarak”, afirma.

El ex presidente egipcio Hosni Mubarak, depuesto por una rebelión popular en 2011, salió el jueves de la cárcel y fue trasladado a un hospital en régimen de detención domiciliaria.
Fuente:Pagina12


24.08.2013
los islamistas celebraron el "viernes de mártires" 
Egipto: choques y más víctimas
El Ejército patrulló las calles de El Cairo y logró una disminución de las protestas.
Egipto volvió a vivir nuevos episodios de violencia entre seguidores y opositores del derrocado Mohamed Mursi, en el marco de las manifestaciones convocadas tras los rezos de los viernes, en las que hubo por lo menos un muerto. 

Un manifestante murió y al menos 25 personas resultaron heridas en la ciudad de Tanta, en enfrentamientos entre oponentes y seguidores de Mursi, informaron medios locales. En esa ciudad la policía arrestó a 20 islamistas por posesión ilegal de armas. En algunas ciudades la policía dispersó con gases lacrimógenos y disparos al aire a los Hermanos Musulmanes congregados en Mansura, en el Delta del Nilo, informó el diario oficial Al Ahram.

En la sureña Assiut algunos clérigos llamaban a los fieles a apoyar al gobierno de transición mientras otros acusaban al ejército y a la policía de "dar un golpe contra la legitimidad". Sólo en El Cairo se convocaron 28 protestas desde diferentes mezquitas, mientras ante el palacio de Justicia de la capital jóvenes miembros de grupos revolucionarios llevaban carteles en los que se leía "Abajo con Hosni Mubarak", en protesta por la salida del ex presidente egipcio de la prisión de Tora.

Según las fuerzas de seguridad, los habitantes del barrio cairota de Shubra atacaron con piedras y palos a los participantes en una marcha de protesta organizada por los Hermanos Musulmanes.

En las protestas de los islamistas, dirigidas contra la violencia policial y contra la destitución de Mursi por el Ejército el 3 de julio, participaron miles de personas, pero considerablemente menos que hace una semana. 

El movimiento juvenil 6 de abril había desconvocado su marcha contra Mubarak alegando que quería evitar así que se produjeran violentos enfrentamientos así como que los partidarios de Mursi dieran a entender que los revolucionarios están de su parte.

Pese a la liberación de Mubarak, mañana se reanudará el juicio en su contra para aclarar su responsabilidad en la muerte de más de 800 manifestantes durante la revuelta que llevó a su dimisión en febrero de 2011. El mismo día comienza también el juicio contra el líder espiritual de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badia, acusado de incitación a la violencia.

Según el diario Al Masry al Youm, Alaa y Gamal, los hijos de Mubarak que aún se encuentran encarcelados, felicitaron a su padre tras su salida de prisión. Mubarak contestó que se alegraba pero que su alegría no será completa hasta que sea absuelto. El periódico asegura que Mubarak tenía buen aspecto y que se movió sin necesidad de usar silla de ruedas, como cuando asistía a las audiencias judiciales. 
Fuente:TiempoArgentino

23.08.2013golpe en EgiptoEn el "viernes de los mártires", el rechazo al golpe volvió a ganar las calles en todo el país
Con una merma en la convocatoria, sus líderes presos y miles de adherentes muertos o presos, los Hermanos Musulmanes volvieron a rechazar el golpe.

Con una merma en la convocatoria, sus líderes presos y miles de adherentes muertos o presos, los Hermanos Musulmanes y simpatizantes del depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi salieron nuevamente hoy a la calle en el marco de la protesta llamada “viernes de los mártires”.

La concentración, sin bien fue apenas un reflejo de las multitudinarias marchas de la semana pasada -que dejaron un saldo de más de mil muertos- reunió a varios miles que bajo una importante presencia policial marcharon desde 28 mezquitas de El Cairo, al grito de “abajo con el golpe” y “Alá es grande.

La convocatoria llegó en momentos en que el país árabe está en estado de emergencia, con un toque de queda que entra diariamente en vigor a las siete de la tarde y un día después de que el ex dictador Hosni Mubarak dejó la prisión de Tora, en El Cairo, donde estaba encarcelado desde abril de 2011.

Además de las dispersas marchas en la perisferia capitalina, frente al palacio de Justicia de la capital jóvenes miembros de grupos revolucionarios marcharon con carteles en los que se leía "Abajo Hosni Mubarak", en protesta por la salida ayer del ex dictador egipcio de la prisión de Tora.

Mubarak, de 85 años, fue trasladado ayer en un helicóptero-ambulancia militar a un hospital de las Fuerzas Armadas, donde seguirá en arresto domiciliario mientras se resuelven el resto de los procesos que pesan en su contra.

Según las fuerzas de seguridad, los habitantes del barrio cairota de Shubra atacaron con piedras y palos a los participantes en una marcha de protesta organizada por los Hermanos Musulmanes, dirigida contra la violencia policial y contra la destitución de Mursi por el Ejército el 3 de julio pasado.
Enfrentamientos en Tanta
Un manifestante murió y al menos 25 resultaron heridos en la ciudad de Tanta, en enfrentamientos entre oponentes y seguidores de Mursi, informó la página web de los Hermanos Musulmanes.

Los habitantes locales atacaron a los manifestantes islamistas en esta ciudad y la policía arrestó a 20 militantes por posesión ilegal de armas, según informó la agencia de noticias DPA.

En algunas ciudades la policía dispersó con gases lacrimógenos y disparos al aire a los Hermanos Musulmanes congregados en Mansura, en el Delta del Nilo, informó el diario oficial Al Ahram.

En la sureña Assiut algunos clérigos llamaron a los fieles a apoyar al gobierno de transición mientras otros acusaban al Ejército y a la policía de "dar un golpe contra la legitimidad".

La Alianza Nacional en Defensa de la Legitimidad, que agrupa a los islamistas que reclaman el retorno de Mursi al poder, dijo en su comunicado de convocatoria que los egipcios "no se inclinarán" ante las "campañas despiadadas y fascistas de detenciones arbitrarias".

La Alianza dijo que sus partidarios responderán al llamado a marchar desde las mezquitas de todo el país luego de los rezos del mediodía.

Los islamistas, además, instaron a sus seguidores a que continúen la campaña de desobediencia civil que fue lanzada esta misma semana.

El viernes pasado, las manifestaciones de apoyo al derrocado presidente Mursi derivaron en represión de las fuerzas de seguridad y en un estallido de violencia en el que fueron atacadas comisarías e iglesias en todo Egipto.

24.08.2013controlado por HamasEgipto reabrió su paso fronterizo con la Franja de Gaza tras cuatro horas de cierre
Permitió entrar y salir de este territorio palestino controlado por el Hamas.
Miles de palestinos, entre ellos estudiantes y pacientes que reciben tratamiento médico, no pudieron trasladarse a Egipto desde que el paso de Rafah fue cerrado y cientos de personas que deseaban volver a casa se vieron bloqueadas fuera de la Franja de Gaza, detalló la agencia Europa Press.

Maher Abu Sabha, el director del paso designado por Hamas, explicó que las autoridades egipcias reabrieron el paso de Rafah solo para pasajeros durante unas horas al día, y agregó que la prioridad la tienen personas con tratamiento médico.

Responsables del Hamas se quejaron de que Egipto limitó el número de pasajeros de 1.200 a unos 300 por día desde que el 3 de julio el Ejército egipcio derrocó al presidente Mohamed Mursi, apoyado por el grupo islamista.

Las autoridades egipcias, por su parte, acusaron a Hamas de ayudar a los Hermanos Musulmanes en la península del Sinaí y afirman que la lentitud en Rafah se debe a las malas condiciones de seguridad en el Sinaí.  
Fuente:Telam

Regimenes medievales de Arabia Saudita y Emiratos apoyan represión en Egipto
Publicado el 8/18/13en Contrainjerencia
El rey Abdolá bin Abdelaziz Al Saud aseguró que la brutal represión de los partidarios del presidente depuesto egipcio es un “derecho legítimo” del Gobierno, liderado por militares. Bahréin y Kuwait también se sumaron a esta postura.

Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) se sumaron a la decisión  tomada por el rey de Arabia Saudí, Abdolá bin Abdelaziz Al Saud, quien respaldó al Gobierno de Facto en Egipto, y aseguraron que la masacre que se está perpetrando contra seguidores del presidente derrocado Mohamed Mursi es un  “derecho legítimo” de las autoridades.

Tras los recientes enfrentamientos ocurridos en el país del medio Oriente, el rey Abdolá bin Abdelaziz Al Saud aseguró que la brutal represión de los partidarios del presidente depuesto egipcio es completamente legal.

Ante esto, los Estados Árabes afirmaron que las palabras del rey saudí llegaron en “un momento crucial” y que las declaraciones son totalmente respaldadas por los líderes de EAU.

Bahréin también se manifestó a favor de la ayuda del monarca saudí en la represión encabezada por las autoridades egipcias contra los partidarios del presidente derrocado.

Mediante un comunicado, Kuwait secundó al rey Saudí en el que alabó las medidas del Gobierno egipcio para “mantener” la seguridad y la “estabilidad” en el país, pese a que casuan cientos de muertes.

De igual manera, Jordania elogió la decisión de Abdolá bin Abdelaziz Al Saud a en momento de la decisón irreversible en apoyar al Gobierno interino de El Cairo.
Crisis en aumento

Desde el derrocamiento de Mursi, el país árabe vive choques mortales entre partidarios y detractores del derrocado presidente.

El pasado 3 de julio, luego de varios días de protestas masivas antigubernamentales, el Ejército egipcio expulsó a Mursi de la presidencia y suspendió la Constitución Nacional y el Parlamento recién electo.

El jefe del Tribunal Constitucional, Adli Mansur, fue nombrado por las fuerzas militares como presidente interino y el pasado 8 de julio convocó a elecciones parlamentarias para febrero de 2014, a las que seguirán unas elecciones presidenciales.

EGIPTO OPINION
Horrorosas imágenes del “estado de emergencia”


Por Robert Fisk *
Página 12

Estaban cocinados. Fue la primera impresión que se me ocurrió –y demasiado precisa– cuando vi los restos de nueve de los 38 prisioneros que murieron a manos de la policía egipcia el domingo por la noche. En el camino del desierto, cerca de la prisión de Abu Zaabal, esos hombres –capturados en la plaza Ramsés, el sábado después de que la policía y el ejército de El Cairo irrumpieran en la mezquita de Al Fatah– supuestamente trataron de volcar el furgón de la prisión que los llevaba a la cárcel. La policía de seguridad estatal disparó una granada de gas lacrimógeno dentro del vehículo y todos murieron.

Y, habiendo visto esos horribles cadáveres en la maloliente morgue de El Cairo, debo decir que esos pobres hombres, no acusados de ningún crimen, sin procesar, víctimas del glorioso “estado de emergencia” con el que Egipto está bendecido ahora, murieron de manera terrible. Hay momentos en que la mera descripción no puede balancear el horror de los muertos. Pero a no ser que la historia los olvide o los trate con menos compasión de la que merecen, debemos, me temo, confrontar la realidad. Los cuerpos estaban horrorosamente hinchados y habían sido quemados de la cabeza a los pies. Un hombre tenía una laceración en la garganta, causada quizá por un cuchillo o una bala. Un colega vio otros cinco cadáveres en un estado similar, pero con agujeros de bala en sus gargantas. Afuera de la morgue, los matones contratados por el Ministerio del Interior egipcio trataron de asustar a los periodistas para que se fueran.

Un hombre de mediana edad, cuyo amigo perdió a su hijo por disparos de la policía el miércoles, apareció en medio de familiares que gritaban, algunos de los cuales estaban vomitando en el piso, y me llevó a ver a un imán sunnita, inmaculado con su turbante blanco y rojo, quien gentilmente me indicó que pasara a través de dos puertas de hierro al cuarto de la muerte. Uno de los que trabajaban en la morgue, Mohamed Doma, miraba los cadáveres con incredulidad. También lo hacía el imán. Y también yo. Después de caminar frente a nueve de esas penosas criaturas –hijos de Egipto–, pude ver más cadáveres en otro corredor. Todos, de acuerdo con el personal médico, habían sido traídos de la prisión de Abu Zaabal.

La prisión, que fui a ver ayer, está ubicada al lado de un canal del Nilo. Sus paredes son altas y sus portones están unidos a pilares neofaraónicos. De acuerdo con la policía, los 38 prisioneros sacudieron el camión cuando era parte del convoy de la policía que llegaba a la institución. Cuando se vio obligado a detenerse, los prisioneros –ésta es la historia de la policía, que al parecer ha matado a más de mil conciudadanos en estos últimos días– agarraron a uno de los policías y, en un exitoso intento de rescatarlo, sus colegas uniformados dispararon una granada de gas lacrimógeno dentro del camión que estaba atestado de prisioneros.

Tantas historias de las “fuerzas de seguridad” –como las historias de los Hermanos Musulmanes– han resultado inciertas en las últimas semanas. Otra historia, de la nueva obediente prensa egipcia, informa que los “terroristas” detuvieron el convoy y trataron de liberar a los prisioneros. Como todos los prisioneros murieron, quizá no sepamos nunca cómo o por qué fueron masacrados. No es necesario decir que los muertos se habían convertido en “terroristas” anoche –¿por qué, si no, tratarían de liberarlos “terroristas”, si realmente lo hicieron?– y una vez que los egipcios hubieran absorbido la noticia de la igualmente horrible masacre de hombres de la seguridad egipcia en el Sinaí, esto ahora se convirtió en la masacre de Abu Zaabal, para ser recordada junto con la masacre de Rabaa, la masacre de Nahda, la masacre de la plaza Ramsés y todas las otras masacres que probablemente sucedan.

Después de estas escenas fantasmagóricas, las estadísticas del Centro de Investigaciones económicas y sociales de Egipto harán una lectura solemne. Se dice que 1295 egipcios fueron asesinados entre la mañana del miércoles y el viernes, 1063 el miércoles solamente (incluyendo a 983 civiles, 52 del personal de seguridad y 28 cuerpos hallados debajo de la plataforma de la mezquita Rabaa). Trece policías y tres civiles murieron en un ataque a la comisaría en Kerdasa, 24 civiles en Alejandría, seis en Sharqeya, seis en Damietta, 13 en Suez, 45 en Fayoum, 21 en Bani Suef, 68 en Minya. Esta es una tragedia nacional, no sólo de El Cairo. Pero supongo que los cadáveres en la morgue los representan a todos.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.


EGIPTO MONA AL-QAZZAZ, PORTAVOZ DE LOS HERMANOS MUSULMANES EN EL REINO UNIDO“Fue un asesinato a sangre fría”
El vocero del partido islamista egipcio señala que la muerte de los 38 presos de Abu Zaabal fue una violación más de los derechos humanos. Los Hermanos seguirán exigiendo la reinstauración de las instituciones y la salida de los militares.
Por Marcelo Justo
Desde Londres - Página 12
Las primeras informaciones sobre una posible liberación del ex presidente egipcio Hosni Mubarak llegan en medio de la entrevista de Página/12 a la portavoz de la Hermandad Musulmana en Londres, Mona Al-Qazzaz. “No sorprende. Todo lo contrario. Deja bien en claro la naturaleza de este gobierno de facto”, señala Al-Qazzaz. No hay confirmación oficial de la afirmación del abogado de Mubarak, pero la mera posibilidad de que el ex dictador egipcio, derrocado en 2011 por la Primavera Arabe, recupere la libertad muestra el vértigo que vive Egipto en estos días.

La Hermandad Musulmana, principal apoyo del depuesto presidente Mohammed Mursi, fue fundada en 1928 para que el Corán sea la “guía de la conducta individual y del Estado”. Acusados de autoritarismo, su presencia fue un foco para las protestas lideradas por sectores seculares contra el gobierno de Mursi que condujeron al golpe de Estado del 3 de julio. Desde entonces, más de 1000 personas han muerto en las manifestaciones para restituir a Mursi al poder. En un sospechosísimo incidente, este fin de semana, 38 detenidos murieron durante un “intento de fuga” mientras que en Rafah, ciudad fronteriza con Israel en el Sinaí, grupos armados islamistas tendieron una emboscada a la policía egipcia que dejó un saldo de 24 policías muertos.

–El jefe del ejército, general Abdel Fattah al Sisi, señaló que hay lugar para todos en la construcción de la democracia. ¿Cuál es la respuesta de la Hermandad Musulmana?

–El no tiene ningún derecho a decidir quién entra o no en la construcción de la democracia egipcia. Solo los egipcios pueden decidir quién participa de la democracia. Al Sisi es un asesino que ha matado a egipcios como nunca antes. El caso de los 38 presos es un ejemplo perfecto de lo que está haciendo. No hubo un intento de fuga. Fue un asesinato a sangre fría. Una violación más de los derechos humanos de esta junta militar. Debería ser llevado ante la Justicia.

–Dado que el ejército no va a deponer las armas o llevar a Al Sisi a la Justicia, ¿qué política van a llevar adelante para lograr sus objetivos?

–Vamos a seguir protestando de manera pacífica hasta que podamos recuperar nuestra democracia. Nuestro primer objetivo es que los criminales en el gobierno sean llevados ante la Justicia y paguen por sus crímenes. En segundo lugar, queremos la reinstauración de las instituciones democráticas. Tercero, que los militares vuelvan a los cuarteles y se dediquen a proteger la soberanía de Egipto. En cuarto lugar, necesitamos una reconciliación nacional en Egipto entre diferentes sectores. La Junta Militar ha favorecido la polarización. Queremos llegar a un compromiso con los otros sectores.

–Pero antes del golpe de Estado, cuando Mohammed Mursi estaba en el poder, la sociedad ya estaba dividida. Muchos acusan a Mursi de islamizar la sociedad, aprobando por decreto una Constitución proislámica.

–La Constitución no era proislámica. Fue escrita por un comité elegido por el Parlamento y aprobada por un referéndum. Ahora tenemos una junta que está escribiendo una nueva constitución. No tienen ningún derecho a hacerlo. En democracia hay mecanismos para protestar e incluso para destituir a un presidente por un proceso legal. Un golpe de Estado no es el camino. Mis compatriotas, entre ellos muchos amigos míos, están siendo asesinados a sangre fría. No sé si mi familia está bien o no. Los más elementales derechos humanos se están violando diariamente.

–Entre los sectores seculares se percibió el golpe como una salida al autoritarismo de Mursi y a propuestas como la de cerrar los negocios a las 10 de la noche para que la gente estuviera bien descansada para rezar por la mañana.

–Reitero que no se islamizó la sociedad. El golpe de Estado es una prueba. Si se hubiera islamizado, no habría sucedido. En cuanto al descontento, no sorprende que existiera. Es lo que pasa en democracia. Hoy los egipcios están protestando en las calles. Las masacres no van a disuadirlos. Todo lo contrario. Hay cada vez más gente protestando.


Balagán




Eugenio García Gascón
La conexión israelí19 ago 2013

Para que una democracia funcione debe haber elecciones pero, a continuación, también debe haber un comportamiento democrático por parte del ganador. Cuando una de esas dos premisas no se dan la democracia existe únicamente sobre el papel y no en la calle.

En el caso de que haya un régimen acusadamente nacionalista o acusadamente religioso, un régimen que pretende imponer su credo a toda la población, es difícil hablar democracia, si no imposible, aunque sea como resultado de unas elecciones libres, y esto último es lo que ha ocurrido en Egipto desde las recientes victorias en las urnas (cinco consecutivas) de los Hermanos Musulmanes.

Se ha de señalar, sin embargo, que el gobierno del presidente Mursi, en contra de lo que ahora se dice, no fue particularmente religioso, y a pesar de ello sufrió desde el primer momento continuas embestidas por parte de liberales y mubarakistas con el apoyo de las grandes democracias occidentales.

The New York Times, en un artículo titulado “Israel está socavando los esfuerzos occidentales en Egipto”, dice que el país que más ha apoyado el golpe ha sido Israel. Según el periódico, y esto es algo que no debe sorprender, el círculo del general golpista Sisí ha mantenido en todo momento una “intensa comunicación” con sus colegas israelíes.

Las buenas relaciones de Sisi con Israel se remontan al periodo en el que el general fue responsable de la inteligencia militar egipcia, y desde entonces no han cesado.

No se debe olvidar que la primera decisión de Sisi tras el golpe del 3 de julio fue destruir cientos de túneles que Hamas utilizaba para meter en Gaza bienes de todo tipo, incluidas armas, una decisión que en su momento ni siquiera se atrevió a adoptar Mubarak, pese a mantener también unas excelentes relaciones con Israel.

Israel le ha dicho a Sisi que no debe temer por la ayuda americana, que asciende a 1.300 millones de dólares anuales, y el primer ministro Netanyahu ha obrado en consecuencia.

El diario recuerda que el pasado 31 de julio el senador republicano Rand Paul llevó al Senado una votación para cortar la ayuda militar al nuevo régimen, pero inmediatamente el AIPAC, que es el más poderoso de los lobbies judíos en Estados Unidos, se puso en contacto con todos los senadores para que votaran en contra. La iniciativa del senador Paul fue rechazada por 86 senadores en contra y solo 13 a favor.

Punto y seguido







Nazanín Armanian
Egipto: Geopolítica de una crisis18 ago 2013
Cuando el día 4 de agosto John Kerry propuso a  Robert Ford como el nuevo embajador de EEUU en Egipto, las redes sociales árabes se inundaron del hashtag #NoToRobertFord en Inglés y en árabe. Lo más bonito que le llamaron fue “el nuevo patrocinador del terrorismo en Egipto”, “siniestro” o Shayatin (demonio), por crear en Irak en 2004 y  junto con  John Negroponte los Escuadrones de Muerte iraquíes. Tras cumplir con su misión de convertir el país en un montón de escombros, se fue a Siria como embajador para hacer lo mismo: justo en enero de 2011, cuando tomó la posición de su cargo, empezaron los atentados y las protestas violentas contra el Gobierno de Assad.  Los egipcios temen que EEUU quiera aplicar la misma receta del uso del terror como bandera falsa para incitar una guerra civil.

Ford sustituye a  Anne Patreson, de quien los egipcios anti-Hermanos Husulmanes (HM) pedían la cabeza por su apoyo a los islamistas. Fracasa así la “Estrategia de las tijeras” (“Scissors Strategy”) de Barack Obama y la ingeniería de cohabitación entre los HM y el ejército. Gana la opción republicana de quienes desde la caída de Mubarak pedían la entrega del poder al ejército, arrinconando a los HM. El senador McCain viajó a El Cairo dos veces –antes y después del golpe de estado-, para encontrarse con los generales, mientras el presidente Obama enviaba al vicesecretario de Estado, William Burns, quien visitó a los dirigentes encarcelador de la Hermandad. Washington tampoco se fía del ejército, a pesar de que su mando esté bajo el control del Pentágono. Pues gran parte de los 1.300 millones de dólares que destina al ejercito van al bolsillo de las propias fábricas de armas de EEUU. Cantidad ridícula frente a los 12.000 millones de dólares que van a recibir de Arabia Saudí y Emiratos Árabes por su lucha contra los HM. De modo que entretener a los militares en una guerra (civil o con algún país) impedirá que se vuelvan autónomos.

Ganadores y perdedores
Los wahabitas extremistas de Arabia Saudí, enemigos de HM, se fortalecen en el país de las pirámides, y si consiguen ingresar a Egipto en el bloque formado por Arabia Saudí, Emiratos, Kuwait, Jordania y Marruecos, cambiarán el equilibrio de fuerzas desde el Mediterráneo oriental hasta el Golfo Pérsico, acorralando a Irán.

Turquía, con la caída de Mohammed Mursi, recibe un durísimo golpe.  El sueño del hermano Tayeb Erdogan de exportar el modelo turco del islamismo, ya se había convertido en una pesadilla en Siria, donde Assad, dos años y medio después del inicio de la guerra impuesta por los jeques árabes, los turcos, Israel  y la OTAN, sigue en el poder.  Debe posponer la conquista de los mercados de las tierras del Imperio Otomano, y vigilar a los enanos que le crecen en la Plaza de Taqsim de Estambul y a los kurdos que no acaban de creer sus intenciones pacifistas.  Pero Erdogan no correrá la suerte de Mursi, porque acaba de mandar a la prisión a decenas de militares golpistas. Su preocupación se centra ahora en cómo rescatar los 2.000 millones de dólares que unas 250 empresas turcas han invertido en Egipto.

Irán, por su parte, y desde el observatorio sirio – su “profundidad estratégica” y el bastión de la República islámica frente a Israel-, se alegra del desgaste de los turcos. Aunque hoy Teherán no tiene relaciones diplomáticas con El Cairo, el país de los Faraones fue, en el siglo V a.C  parte del imperio del Darío I y más adelante, en 1939, convertía a su princesa Fawzia Fuad en la reina de Irán como primera esposa del Sha. A pesar de los lazos históricos, EEUU ha asignado al principal país árabe sunita la tarea de contener las ambiciones de los chiitas iraníes. Teherán hoy teme que ésta fórmula –la de convertir las protestas pacíficas en una guerra civil- sea usada por Israel y EEUU para desestabilizar a su Gobierno. Desde luego, es una fórmula menos costosa que un ataque militar.

Israel ha sido el mayor beneficiario del hundimiento de los países árabes, incluido Egipto. Tel Aviv temía que unos HM egipcios fuertes en el poder rompieran el acuerdo de Camp David por el mandato de sus bases sociales. Por otra parte ven a Hamas en sus momentos más bajos. Antes de la caída de sus hermanos africanos, había perdido el apoyo de Irán, Siria y Hizbolá por defender a los rebeldes sirios. Y para más inri, el nuevo Emir de Qatar, Tamim Al Thani, se ha desmarcado de los HM y es poco probable que siga financiando a la organización islamista palestina.

El plan “Oded Yinon” (nombre de un periodista) que proponía en los 80 fragmentar a los vecinos de Israel para restarles fuerza y convertirlos en mini-estados controlables y satélites, y así fundar el Gran Israel, se hace realidad: Líbano, Irak, Sudan, Siria y ahora Egipto se deshacen. Wesley Clark, el ex comandante de la OTAN, habla de un informe elaborado por  Benjamín Netanyahu y Richard Perle, Subsecretario de Defensa de EEUU en el 2000, titulado “Clean Break” (Corte limpio) en el que se planea desmontar “siete países en cinco años”: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.  De momento, al parecer, Egipto sustituye a Irán. De forma sigilosa, Israel remodela su entorno estratégico, extendiendo su dominio desde el Éufrates hasta el Nilo, y a su paso, arrastra a EEUU acabando con su influencia en esta zona del planeta, donde China y Rusia se van haciéndose fuertes.

Moscú y la herencia soviética
Rusia, que no condenó el golpe de Estado de Egipto (al igual que Washington)  por su rechazo hacia los grupos islamistas, se ha beneficiado del aumento del precio del crudo que ha ascendido a los 102,18 dólares el barril a causa de los disturbios del país africano y la “amenaza” al tránsito de cuatro millones de barriles que a diario cruzan el Canal de Suez. Putin tiene la oportunidad de presentarse como árbitro del conflicto egipcio y así reanimar los lazos que tenía  Moscú con el ejército de éste país durante la era de Gamal Abdel Nasser,  recuperando su influencia en el Norte de África. Pasan  40 años desde que Anwar Sadat expulsó a varios miles de soviéticos del país.  Fue el inicio del giro en la Guerra Fría en favor de EEUU, que restableció su control sobre el Canal de Suez, primordial para la hegemonía mundial de la superpotencia.  Hoy Rusia, a través de Lukoil y Avatec tiene importantes inversiones en los campos de petróleo y gas egipcios.

El pecado de visitar China
La vista de Mursi a China en agosto del 2012 fue interpretada como posible giro en la política exterior de Egipto: acercarse a China y reducir su dependencia de EEUU. Egipto, que fue el primer país árabe-africano que reconoció la República Popular China en 1956, recibió una propuesta de ayuda, inversiones  para reconstruir su economía, crear puestos de trabajo y enviar a miles de chinos para visitar las pirámides. Frente a la humillante ayuda de EEUU, que a cambio le exige negar el  apoyo a la causa palestina, la colaboración con China le parecía más digna. Por su parte, Pekín necesita el Canal de Suez para entrar en el Mediterráneo si no quiere rodear toda África.

A EEUU, que disputa los recursos naturales de continente negro con China, no le agradaba la entrada de esta potencia en Egipto, miembro del Comando Central (US.CENTCOM) que vigila los intereses de EEUU desde Asia Central, el Golfo Pérsico hasta el Norte de África. Washington no permitirá un Egipto independiente, ni mucho menos que se convierta en un aliado de China.

El Gobierno interino de Egipto propone disolver los Hermanos Musulmanes
La policía desaloja una mezquita donde permanecían atrincherados partidarios de MorsiLos Hermanos Musulmanes convocan siete días ininterrumpidos de protestas en las calles El País es El Cairo 17 AGO 2013 

El primer ministro de Egipto ha propuesto este sábado la disolución de los Hermanos Musulmanes, el mayor grupo político del país, informa Reuters. "El asunto está en estudio", ha dicho a la agencia un portavoz de Hazem el Beblawi. La Hermandad se inscribió como organización no gubernamental en marzo pasado tras estar prohibida durante décadas. El primer ministro asegura en televisión que "no habrá reconciliación con aquellos que tienen las manos manchadas de sangre". El Ministerio de sanidad ha cifrado en 173 personas los fallecidos en episodios de violencia en todo el país el viernes, incluidos 95 en la capital. Entre los fallecidos, un hijo del líder espiritual de la Hermandad, Mohamed Badie. Emar, ingeniero informático de 38 años, murió de disparos en la cabeza durante las protestas del viernes en la plaza de Ramsés.Este sábado, nueva jornada de manifestaciones, ha comenzado ya con un cerco. Seguidores islamistas y miembros de las fuerzas de seguridad han intercambiado fuego dentro de la mezquita de Al Fatah, en la plaza de Ramsés, de El Cairo, según Reuters. Las fuerzas especiales han entrado y detenido a los proMorsi que seguían aún dentro, según la agencia oficial Mena.
Allí se refugiaron el viernes cientos de islamistas, cercados ahora por la policía. Antes ha habido disparos también fuera, que han desatado el pánico entre los vecinos reunidos fuera del templo para protestar por la presencia de los islamistas. Vecinos que han acosado y agredido a periodistas locales y extranjeros en la zonam, según Efe.

En ese templo recibieron los cadáveres de muchos de los fallecidos, creando una morgue improvisada. Los cadáveres fueron retirados por los familiares de los muertos y los islamistas se han mantenido en el interior de la mezquita, aunque muchos han salido de ella, sobre todo mujeres y niños. El ejército y la policía la han rodeado, y han exigido a los que quedan encerrados que salgan por su propio pie, bajo amenaza, de nuevo, de carga violenta. El desmantelamiento de los campamentos de protesta islamista, el miércoles, se saldó con más de 600 muertes.

La agencia oficial de noticias Mena ha asegurado, citando fuentes de seguridad, que algunos de los islamistas encerrados en la mezquita estaban armados y han disparado hacia los soldados desde el interior. Otros testigos mantienen que los uniformados han empleado gases lacrimógenos en al menos una ocasión, con la intención de forzar a los islamistas a desalojar el edificio. Junto a las fuerzas de seguridad han tomado las calles grupos armados de civiles, que se han atribuido la labor de defender vecindarios y calles del centro de El Cairo.

Los Hermanos Musulmanes han llamado a sus seguidores a que sigan sus protestas en las calles durante al menos otros siete días, a partir de este sábado. Las manifestaciones del viernes, aisladas y cercadas por las fuerzas de seguridad, provocaron numerosos episodios de violencia, con grupos armados, a favor y en contra de los islamistas, disparando a civiles, en un ambiente de anarquía y propio de un conflicto civil. En total, más de 1.000 personas fueron arrestadas, tanto por la policía y el ejército como por grupos de civiles armados, que han tomado varias calles de El Cairo, con sus propias barricadas y puestos de control, con la aquiescencia del gobierno.

Ayer, grupos islamistas protagonizaron ataques esporádicos en zonas normalmente tranquilas, refugio de la clase media, como Garden City o Zamalek. Varios periodistas y ciudadanos extranjeros han sido arrestados arbitrariamente por esos grupos de civiles, y luego entregados al ejército o a la policía.

“¿Por qué protege la policía a hombres armados que toman las calles y matan a aquellos que se manifiestan de forma pacífica?”, se preguntaba ayer Gehad el Haddad, portavoz de los Hermanos Musulmanes. “No tiene sentido, a no ser que esos mismos hombres armados sean parte de la gran operación policial”, añadió. La hermandad acusa, además, a las autoridades de manipular las cifras de fallecidos en los enfrentamientos de los pasados días, con números de bajas mucho menores a los que se corresponden con la realidad.

El gobierno interino de Egipto ha declarado el estado de emergencia, ha decretado el toque de queda y le ha dado permiso a la policía para que abra fuego contra aquellos manifestantes que ataquen instalaciones públicas. En un comunicado emitido el viernes, el ejecutivo dijo que “el gobierno, las fuerzas armadas, la policía y la gran gente de Egipto están unidos en enfrentarse a la maliciosa trama terrorista de los Hermanos Musulmanes”. El ministerio del Interior, responsable de la policía, dijo que sus agentes impidieron el saqueo de numerosos edificios y ataques contra comisarías.

Con al menos 100 muertes, la jornada del viernes es una de las más sangrientas tras el golpe de Estado del 3 de julio, en el que las fuerzas armadas depusieron al presidente islamista Mohamed Morsi, tras una serie de multitudinarias manifestaciones. Entonces, el gobierno interino que los generales auparon al poder prometió una serie de reformas y procesos electorales que han quedado ahora entre paréntesis dado el caos en que se ha sumido la nación. La ira islamista, sin embargo, no ha ganado la tracción de un movimiento nacional, y se ha convertido, más bien, en un desafío al gobierno y a la cúpula militar, que no ha dudado en emplear la fuerza para reducir a aquellos que se manifiestan y piden la restitución de Morsi.

Amnistía Internacional, por su parte, ha pedido una investigación exhaustiva e imparcial sobre los incidentes de los pasados días en Egipto. Philip Luther, director del programa de esa organización para Oriente Próximo, ha dicho que la respuesta de las autoridades a las protestas islamistas ha sido “desproporcionada”. “Cuando algunos manifestantes recurrieron a la violencia, la respuesta de las autoridades fue desproporcionada, sin distinguir entre manifestantes violentos y no violentos”, dijo.


El día de la vergüenza en Egipto. Baño de sangre en el Nilo


por Esam Al-Amin
Martes, 20 de Agosto de 2013 


Durante seis semanas de compás de espera, los gobernantes militares del país, con el líder del golpe al frente, el general Abdelfatah Sisi, insistieron en que los HM debían reconocer de forma total el statu quo y someterse a la hoja de ruta política determinada por Sisi el 3 de julio.

En junio de 1967, las fuerzas israelíes necesitaron solo seis horas para derrotar al ejército egipcio y devastar sus fuerzas aéreas, infligiendo la más humillante de las derrotas al mundo árabe del último medio siglo. En la guerra de octubre de 1973, el ejército egipcio mató a 2.600 soldados israelíes en veinte días de combates. 

Casi cuarenta años después, el ejército egipcio vuelve sus armas contra sus propios ciudadanos provocando una inmensa devastación: el 14 de agosto, las fuerzas combinadas del ejército y la policía egipcios tardaron solo doce horas en dispersar a decenas de miles de pacíficos manifestantes desarmados que llevaban a cabo dos sentadas en las zonas este y oeste de los suburbios de El Cairo. Tras el golpe de Estado del 3 de julio, sus autores estaban decididos no solo a derrotar a sus oponentes políticos sino también a golpear de forma decisiva la democracia y el imperio de la ley en Egipto y en todo el mundo árabe.

Desde el 28 de junio, los islamistas dirigidos por la Hermandad Musulmana (HM), estaban acampados en esos dos lugares, inicialmente como muestra de apoyo al Presidente Mohammad Mursi cuando era cuestionado por la oposición; pero desde su destitución el 3 de julio, los manifestantes estaban exigiendo su vuelta, la restauración de la suspendida constitución y el restablecimiento del disuelto parlamento. A lo largo de 48 días, las acampadas y manifestaciones por todo Egipto atrajeron a millones de seguidores de Mursi así como a grupos a favor de la democracia, que protestaban del hecho de que el golpe hubiera anulado sus votos presidenciales y parlamentarios, así como su ratificación del referéndum sobre la nueva constitución.

Un ejército obstinado habilitado por las fuerzas laicas y liberales y las potencias occidentales
Durante seis semanas de compás de espera, los gobernantes militares del país, con el líder del golpe al frente, el general Abdelfatah Sisi, insistieron en que los HM debían reconocer de forma total el statu quo y someterse a la hoja de ruta política determinada por Sisi el 3 de julio. En diversas ocasiones, Sisi declaró que no pensaba ceder un ápice ni permitir un rumbo que obstaculizara la senda del país hacia la democracia y la legitimidad constitucional, ignorando la voluntad del electorado expresada en las urnas en más de seis ocasiones a lo largo de los últimos dieciocho meses. Aunque los egipcios eligieron a Mursi como Presidente por una clara mayoría en junio de 2012 en unas elecciones libres y justas, también votaron en una proporción de casi dos a uno cuando ratificaron la nueva constitución seis meses después. El artículo 226 de la constitución afirmaba que el mandato del actual presidente (Mursi) “terminaría cuatro años después de su elección”, es decir, en junio de 2016.

La realidad es que, un mes después del golpe, la opinión pública egipcia se ha vuelto de forma decidida contra el mismo. El 6 de agosto, el respetable Centro Egipcio para Estudios de los Medios y Opinión Pública publicó una encuesta que mostraba que el 69% del pueblo egipcio rechazaba el golpe militar, que un 25% lo apoyaba y que un 6% no quería expresar su opinión. De los que lo rechazaban, solo el 19% se identificaban a sí mismos como seguidores de los HM, el 39% pertenecía a otros partidos islamistas, mientras que el 35% no tenían afiliación política pero sentían que sus votos habían quedado invalidados con el golpe. De los que lo apoyan, el 55% en la encuesta se consideran ex leales al régimen de Mubarak, mientras que el 17% se identifica como cristianos coptos que se oponen al gobierno islamista. Además, el 91% de los que se negaron a responder pertenecen al Partido salafí pro-saudí Al-Nur, que apoyó inicialmente el golpe antes de retirarse y abandonar la hoja de ruta de Sisi.

Como expliqué en un artículo anterior, poco después del golpe, el ejército y sus facilitadores, en gran medida laicos y liberales, sentaron las bases para excluir a los grupos islamistas, especialmente los HM y su afiliado político, el Partido por la Libertad y la Justicia, arrestando o emitiendo órdenes de busca y captura de sus dirigentes, congelando sus cuentas, incautando sus activos, prohibiendo sus medios y orquestando una elaborada campaña de satanización contra ellos. Este discurso traía a la memoria las tácticas de la era Mubarak, utilizadas contra el grupo durante décadas por el infame aparato de seguridad estatal, que fue reconstituido poco después del golpe.

En la última semana de julio, la oferta hecha por el ejército a los HM se limitaba a que aceptaran el golpe y todas sus consecuencias a cambio de unirse a un manipulado proceso político. Los HM rechazaron firmemente la oferta, que les negaba todos sus logros y solo les permitía conseguir no más del 20% de los escaños parlamentarios, excluyéndoles además de cualquier cargo en el ejecutivo.

Al principio, la mayoría de las potencias occidentales miraron para otro lado respecto al golpe militar, consintiendo básicamente sus consecuencias. Pero como las manifestaciones a favor de Mursi persistían y se ampliaban durante días y semanas, se hizo evidente que no podían ignorar la situación política. Las apuestas eran demasiado altas no sólo para la estabilidad de Egipto sino para toda la región. Por tanto, se iniciaron seriamente todo un conjunto de negociaciones políticas, dirigidas por EEUU y la UE, entre las partes antagonistas. Aunque los HM y sus seguidores querían negociar sobre la base de la constitución y la legitimidad democrática, el ejército y sus aliados querían que los HM aceptaran una solución política basada en el golpe y en la nueva realidad.

Durante una semana, el enviado de la UE, Bernardino León, y el Secretario Adjunto de Estado de EEUU, Williams Burns, intentaron negociar un acuerdo. Inicialmente, los interlocutores insistieron en que los HM se unieran al nuevo proceso político a cambio de la liberación de sus dirigentes. Finalmente, los negociadores acordaron incorporar diversos elementos de una iniciativa elaborada por una comisión de más de cincuenta intelectuales, académicos y personalidades públicas egipcias.

El plan permitía un mecanismo constitucional que habría restaurado al Presidente Mursi durante un breve período de tiempo, después del cual se nombraría por consenso un primer ministro y un gabinete de tecnócratas. Después presentaría su dimisión. El nuevo gabinete supervisaría después las elecciones parlamentarias que se celebrarían en un plazo de sesenta días. Los mediadores occidentales consiguieron además que los HM aceptaran este resultado político y obtuvieron una inmensa concesión por su parte: mantener al mismo primer ministro nombrado por el golpe. Según el Enviado Bernardino León: “Había un plan político que estaba sobre la mesa, que la otra parte (los HM) había aceptado”, pero que fue finalmente rechazado por el ejército.

Cuando las negociaciones estaban en marcha, la campaña de los medios dirigida por los leales de Mubarak, los oligarcas corruptos y el “estado profundo” alcanzaron niveles y tonos febriles. Jehan Soliman, presentadora de la televisión estatal, y en absoluto partidaria de los HM, se enfureció ante la campaña de demonización dirigida por las autoridades del estado, logrando que finalmente denunciara esa campaña ante la gente. Además, las principales fuerzas laicas y liberales exigieron al ejército que no negociara ni llegara a un acuerdo con los musulmanes sino que aplicara más mano dura a los manifestantes. Mientras tanto, según el ministro del interior, el general Mohammad Ibrahim, mientras las negociaciones estaban en marcha, las fuerzas de seguridad se preparaban para atacar a los manifestantes, limpiar los campamentos y arrestar a los líderes. Era evidente que los líderes del golpe estaban decididos a poner de rodillas como fuera a los HM y a sus aliados islamistas, bien políticamente o por la fuerza.

Para justificar la brutal represión final sobre manifestantes pacíficos, el ejército y la policía exigieron que el complaciente fiscal general emitiera una orden que pudieran utilizar de cobertura legal. Aunque las protestas pacíficas están constitucionalmente protegidas, el fiscal emitió prestamente la orden bajo un pretexto falso, a saber, que los manifestantes estaban armados (falso) o que se habían convertido en una molestia para quienes residían allí (lo que fue abrumadoramente rechazado por los vecinos). En cambio, no se emitieron nunca órdenes para desalojar a las docenas de grupos laicos de la Plaza Tahrir durante buena parte del pasado año, aunque sus protestas hicieron que las agencias gubernamentales estuvieran cerradas durante días y, en algunas ocasiones, semanas.

Neofascismo en acción: Asesinatos a sangre fría, enormes mentiras y feos engaños
Hay momentos en la historia de una nación que quedan grabados en piedra. Como por ejemplo, la Nakba palestina, las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki y los ataques del 11 de septiembre. Los horrores desplegados el 14 de agosto pasarán a la historia de Egipto como acontecimientos trascendentales. Cientos de miles de personas habían estado acampadas durante 48 días en la Plaza Nahda cercana a la Universidad de El Cairo, en la zona occidental de la capital, y alrededor de la mezquita de Rabaa Al-Adawiyya, en la zona oriental. Los congregados acababan de celebrar el final del sagrado mes del Ramadán hacía pocos días. Estaban decididos a afirmar pacíficamente su voluntad, así como a seguir defendiendo con firmeza la constitución y el proceso democrático expresado en las urnas. Rechazaban el golpe y detestaban la vuelta del estado de seguridad. Buscaban restaurar la democracia y al Presidente Mursi, que había sido ilegalmente detenido y llevaba semanas en situación de aislamiento.

Acababan de rezar sus oraciones matinales y la gente se hallaba en ambas plazas escuchando las invocaciones espirituales mientras reafirmaban su compromiso para mantener su protesta de forma pacífica cuando los acontecimientos se precipitaron. A las 06,30 horas de ese fatídico día, tanques del ejército, vehículos blindados y buldóceres descendieron sobre los manifestantes desde diferentes direcciones. Iban seguidos de fuerzas especiales del ejército, policía y matones vestidos con ropas civiles y protegidos por los responsables de la seguridad del Estado. La escena era escalofriantemente similar a la del levantamiento de los primeros días de enero de 2011 que derrocó a Mubarak. Había francotiradores situados en lo alto de los tejados, especialmente de los edificios militares, incluida la sede de la Inteligencia Militar.

Según el relato oficial ofrecido por el General Ibrahim en una conferencia de prensa, la policía empezó primero a advertirle a la gente que se dispersara a través de altavoces. Dijo que la policía ofreció después a los manifestantes un pasaje seguro para que se marcharan con la promesa de que no iban a arrestarles. Poco después, la policía roció a los manifestantes con cañones de agua. Cuando los manifestantes se negaron a marcharse, la policía utilizó entonces gases lacrimógenos; en ese momento, según él, los manifestantes utilizaron armas automáticas contra la policía. El general Ibrahim acusó a los HM de tener francotiradores en los tejados que disparaban contra la policía, provocando la muerte de 43 agentes. Sin embargo, no hay pruebas de esas muertes, ni sus nombres, ni fotos, ni videos, nada. Solo entonces, afirmó el Ministro, la policía utilizó fuego real, matando a 149 personas por todo Egipto. También afirmó que los manifestantes no eran pacíficos y que se les incautaron alijos de armas, incluyendo nueve rifles automáticos y miles de municiones. Ni que decir tiene que nada de este cuento urdido no es ni remotamente cierto.

Según muchas informaciones internacionales, incluyendo una información de la CNN, los manifestantes eran pacíficos y estaban desarmados. Un informe del Guardian   afirmaba: “Los manifestantes eran pacíficos y entre ellos había muchas mujeres y niños”. Los medios de televisión egipcios a favor del golpe, empotrados entre el ejército, difundieron imágenes de varios alijos de armas para mostrar que los manifestantes no eran pacíficos, solo para acabar revelando que esas armas las había llevado la policía a fin de que las “descubrieran”.

Contrariamente a las afirmaciones del general Ibrahim, la policía nunca utilizó altavoces o cañones de agua. Empezaron a disparar de inmediato sobre los desarmados manifestantes con fuego real. El observador europeo de los derechos humanos Ahmad Mufreh, ofreció su vívido testimonio en directo por televisión, asegurando que la policía empezó a disparar a matar contra la gente. De hecho, la policía nunca tuvo intención de ofrecer un paso seguro, quienes intentaban escapar a través de él fueron brutalmente golpeados e inmediatamente arrestados.

Al mediodía, el ejército y la policía habían roto las defensas de la Plaza Nahda y dispersaban brutalmente a sus manifestantes. Sin embargo, no fue hasta las 18,00 horas cuando pudieron hacerse con el control total sobre la mezquita de Rabaa Al-Adawiyya. Los agentes de seguridad quitaron entonces los carteles y pancartas de los manifestantes y quemaron sus tiendas de campaña, incluso con cadáveres en su interior. El Dr. Ahmad Muhammad, un cirujano que operaba en el hospital de campo de Rabaa, dijo a Mubasher Misr de Al-Jazeera, que a él y a otros doctores se les ordenó de inmediato que se marcharan o les dispararían, obligándole a abandonar al paciente que estaba operando y dejándole morir.

Otro de los testigos, Sameh Al-Barghy, contrario a los HM y licenciado por la Universidad Americana de El Cairo, dijo a Al-Jazeera que aunque no había estado en la protesta y se oponía a ella por principios, había corrido a ayudar poco después de escuchar la noticias de la represión. Con la voz quebrada, dijo que había presenciado una horrenda masacre cuando un grupo de manifestantes que se escondía en un edificio en construcción fue cazado y sacado por las fuerzas de seguridad. Dijo que la policía había entrado en el edificio disparando a quemarropa contra los que se escondían en los dos primeros pisos antes de arrestar al resto. Otro testigo dijo que había visto frente a sus ojos cómo la policía disparaba contra dos viandantes sin que mediara provocación alguna.

Otro doctor del hospital de campo en la mezquita de Rabaa dijo a Al-Jazeera que contó más de 2.600 cuerpos, incluidos 65 niños. Asmaa El-Beltagy, la hija mayor de 17 años del líder de los HM Mohammad El-Beltagy, estaba entre las víctimas. Más tarde, por la noche, el portavoz de los HM, Ahmad Arif, proclamó que ese día, por todo Egipto, había habido más de 3.000 personas asesinadas y alrededor de 10.000 heridas, muchas de ellas de gravedad. La brutalidad y la crueldad de la represión del ejército pueden verse en las imágenes capturadas en los vínculos anteriores, que se difundieron por todo el mundo. Fueron también asesinados al menos media docena de periodistas, entre ellos el cámara de Sky News Mick Deane, y la periodista de Gulf News Habiba Abdelaziz. Según múltiples testigos, una vez que se hicieron con el control, las fuerzas de seguridad quemaron el hospital de campo, el centro de los medios y las tiendas de campaña donde yacían los cadáveres de los manifestantes a fin de ocultar los crímenes del ejército.

Y para añadir algo más de sal a la herida, el gobierno se ha negado a entregar los cuerpos de los asesinados hasta que sus familias firmen un documento afirmando que la causa de la muerte era “natural”. En muchos de los casos, el juez dejó en blanco la causa de la muerte. Muchas familias se han negado a aceptar tan inmoral exigencia dejando sin reclamar muchos cuerpos y en peligro de descomposición. Mientras las organizaciones por los derechos humanos y las libertades civiles de todo el mundo, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch condenaban con firmeza la masacre de Egipto, la Organización Árabe por los 

Derechos Humanos, dominada por elites laicas y liberales culparon, lo que resulta bastante sorprendente, a los HM del baño de sangre.
¿Qué vendrá a continuación? Volviendo a la revolución 101
Es inconcebible que el general Sisi, el general Ibrahim, sus facilitadores civiles, sus patrocinadores occidentales y los autores de estos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad no conocieran o anticiparan el nivel de la carnicería que iba a producirse. Al embarcarse en el golpe, sus dirigentes estaban decididos a asestar un ataque fatal a los islamistas, especialmente a los HM. Cada uno tenía sus propios motivos. Los liberales laicos reconocieron que no podían ganar en unas elecciones libres y justas contra los islamistas en futuras elecciones tras sus sucesivas derrotas en las urnas durante los pasados dos años. Por tanto, excluir o debilitar a los islamistas daría a los partidos liberales y nacionalistas el espacio necesario para ocupar la escena política en un previsible futuro.

Los leales a Mubarak y los elementos del estado profundo estaban ansiosos por vengarse de los HM, sus acérrimos enemigos históricos durante las últimas tres décadas, por haberles echado del poder en el levantamiento de 2011. No solo podían marginar y someter a sus opositores sino también emprender un regreso exitoso por derecho propio. Irónicamente, en 30 meses, los contrarrevolucionarios se han convertido en el rostro de la revolución. Confían en que el 30 de junio, el día de su regreso, sustituya al 25 de enero, el día de su destitución.

El ejército se considera como el defensor de la nación y de sus instituciones y quiere retener sus privilegios económicos y sociales. No quiere someterse a ningún control civil significativo. El precedente fijado por el levantamiento de enero de 2011, razonaron, podría un día debilitar al ejército o incluso obligarle a ceder a la sociedad su privilegiado estatus, como finalmente tuvieron que hacer sus homólogos turcos. Los generales esperaron el momento pertinente para golpear y poner fin al devaneo del pueblo con la democracia para retrasar, si no totalmente el final, al menos la llegada del temible día en que tuvieran que rendir cuentas ante el pueblo.

Muchos grupos de jóvenes se sentían desilusionados y frustrados de todos los partidos. Pudieron deshacerse del rostro del régimen corrupto y represor de Mubarak. Pero dada su decepción e impaciencia por el lento progreso, pensaban que podían librarse igual de fácilmente de lo que percibían como la arrogancia o incompetencia de los HM. Y de paso, no sólo devolvieron el control a los militares sino también hicieron que el sueño de establecer un sistema democrático auténtico basado en el imperio de la ley se alejara un poco más. El ejército nombró a un primer ministro-títere de 77 años y a un gabinete compuesto mayoritariamente de leales e Mubarak. De 25 gobernadores provinciales, el ejército designó a 19 generales, incluidos muchos oficiales de la era Mubarak. Para el ejército, reprimir y controlar a la población era su prioridad más importante. En eso quedó la promesa de empoderar a los jóvenes.

Liberales como Muhamad ElBaradei se convencieron a sí mismos de que podían aliarse con los militares a expensas de sus enemigos ideológicos, los islamistas, en vez de competir democráticamente en las urnas. ElBaradei tuvo que despertar pronto a la dura realidad de que la fuerza bruta y la violencia es la herramienta favorita del ejército para solucionar disputas, no los desagradables compromisos de la democracia. El laureado con el Premio Nobel de la Paz tuvo que dimitir en desgracia. A su compañero de Premio, Barak Obama, no le fue mejor. También fracasó en la prueba de fuego de la democracia al no condenar el golpe cuando éste se anunció y no decantarse con firmeza por la democracia y el imperio de la ley. Sin embargo, el día posterior el baño de sangre, Obama condenó la violencia, de la que dijo eran responsables el gobierno interino y las fuerzas de seguridad. La afirmación fue un paso en la buena dirección, aunque no fue lo suficientemente decidido, ya que fue muy ambiguo en su apoyo a la restauración de la constitución y del presidente depuesto democráticamente elegido.

A las potencias extranjeras les preocupa muy poco Egipto o su pueblo. Una y otra vez, Occidente ha demostrado que su retórica de elevados valores ideales se sacrifica fácilmente en el altar de los intereses a corto plazo. Históricamente, EEUU ha estado más preocupado por la seguridad de Israel que por servir a sus propios intereses a largo plazo. Israel había considerado a Mubarak como un activo estratégico a lo largo de tres décadas. Fue la razón principal de que EEUU tuviera que apoyarle en vez de ayudar a construir instituciones democráticas en el país. Si Israel o sus partidarios en EEUU favorecían a Sisi temiendo el ascenso de los islamistas, probablemente EEUU favorecería al ejército por encima de la voluntad democrática del pueblo egipcio sin mirar las consecuencias, que finalmente podrían poner en peligro los intereses a largo plazo en la región de la seguridad nacional estadounidense.

Tanto el Secretario de Estado, John Kerry, como la Jefe de la diplomacia de la UE, Catherine Aston, habían expresado reservas acerca de la intervención del jefe del ejército egipcio. Pero cuando más importaba, aceptaron sus consecuencias. Cuando el gobierno adoptó duras medidas utilizando tácticas sangrientas comparables a Gadafi en Libia o Asad en Siria, los gobiernos occidentales contuvieron sus críticas. Cuando el gobierno pro golpe declaró un estado de emergencia tras el golpe, en vez de rechazarlo en el acto, Occidente lo aceptó vergonzosamente confiando en que “pronto sería levantado”. Para que sea creíble, el llamamiento al Consejo de Seguridad de la ONU de varios países occidentales debe incluir el traslado de los líderes del golpe en Egipto al Tribunal Penal Internacional para enfrentar la acusación de crímenes contra la humanidad. Hay amplias pruebas reunidas ya en Internet y numerosos testigos para probar este monstruoso crimen.

La crueldad del golpe y la brutalidad de la represión han reafirmado a los ojos de los islamistas y de muchos egipcios que quieren la democracia, los inmensos desafíos a que se enfrentan. El levantamiento del 25 de enero no fue una revolución total. Los socios revolucionarios se la entregaron al ejército, que finalmente pudo reunir las piezas que necesitaba para restaurar la vieja coalición del ejército y el estado profundo a expensas de los verdaderos objetivos de la revolución.

Sin duda alguna, el golpe del ejército ha desviado a Egipto de la senda de la democracia. La forma más eficaz de volver a ella para los egipcios normales y corrientes de todas las tendencias políticas es bajar de nuevo a la calle por millones para desafiar el autoritarismo y la brutalidad del Estado. Los egipcios deben recuperar su celo revolucionario. Deben también aspirar a reconquistar su unidad: musulmanes y cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. El factor determinante debería ser un compromiso verdadero y auténtico con los principios democráticos y el imperio de la ley. Eso significa un rechazo absoluto del golpe militar y de la intervención del ejército en la política, así como la purga de todos los elementos corruptos del Estado profundo. Eso implica el repudio absoluto de cualquier conflicto sectario. La quema de iglesias coptas no solo debe condenarse, sino que las iglesias deberían estar protegidas por los musulmanes como cualquier venerada mezquita. Baste con recordar que fueron el aparato de seguridad de Mubarak y el ministro del interior Habib Adly los responsables reales de los atentados de la Iglesia de los Santos en Alejandría un mes antes de la revolución de 2011, a fin de acusar a los islamistas y extender la sospecha y acritud. De igual forma, la identidad y naturaleza de la sociedad egipcia no debería ser objeto de debates sectarios; Egipto ha demostrado a lo largo de los siglos que puede tener una cultura de base islámica que sea tolerante y armoniosa.

Como si el régimen a favor del golpe no fuera ya suficientemente ilegítimo, la sangrienta masacre le ha desnudado completamente de cualquier indicio de legitimidad. Una campaña internacional de boicot-desinversión-sanciones y un movimiento de protesta global debería de ponerse en marcha de inmediato mientras dentro del país se extiende un movimiento de desobediencia civil masiva hasta que el régimen criminal sea derrocado y sus elementos asesinos llevados ante la justicia. Según el jurista internacional y experto legal en derechos humanos, el Profesor Cherif Basiuni, es posible que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU inicie un proceso para investigar la sangrienta masacre y finalmente presentar las acusaciones ante el Tribunal Penal Internacional.

Mientras los egipcios toman las calles en los próximos días, semanas y meses, hay tres factores que pueden influir individual o colectivamente en el futuro curso de la inacabada revolución de Egipto: la disolución y derrota del estado de seguridad, la salida del ejército de la vida política de Egipto y su sometimiento al control civil, y una posición de principios e inflexible por parte de la comunidad internacional contra el golpe en apoyo de la democracia y el imperio de la ley.

Max Weber razonaba que una condición necesaria para que una entidad sea Estado es que conserve su reclamación sobre el monopolio de la violencia para reforzar el orden. Pero cuando ese monopolio de la violencia se utiliza contra los ciudadanos de un Estado civilizado para desbaratar su voluntad, no podrá ser nunca legítimo, tan sólo un Estado gobernado por la ley de la jungla.

Esam Al-Amin
CounterPunch
* Esam Al-Amin es un escritor y periodista independiente experto en temas de Oriente Medio y de política exterior estadounidense que colabora en diversas páginas de Internet. Puede contactarse con él en alamin1919@gmail.com. Su último libro es The Arab Awakening Unveiled: Understanding Transformations and Revolutions in the Middle East.
* Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Envío:Amarelle

No hay comentarios: