30 de agosto de 2013

LOS JUZGA UN TRIBUNAL LOS CONDENAMOS TODOS.

DECLARARON ANTE EL TRIBUNAL ORAL FEDERAL NUMERO 1 EN EL MARCO DE LA CAUSA GUERRIERI II
El hijo de Negro y el hermano de Novillo
Sebastián pidió --como lo hizo su hermana Sabrina- que los
acusados digan dónde está "el melli". Carlos narró su cautiverio en La Calamita y recordó a Jorge, su hermano desaparecido.
Por Sonia Tessa

Sebastián Alvarez, hijo de Raquel Negro, y el sobreviviente Carlos Novillo.Imagen: Alberto Gentilcore
Sebastián Alvarez fue secuestrado el 2 de enero de 1978, en Mar del Plata, junto a su madre, Raquel Negro, que estaba embarazada, y la pareja de ella, Tulio Valenzuela. Tenía un año y medio. Estuvo cautivo unos pocos días en la Quinta de Funes y luego fue restituido a sus abuelos maternos. Poco tiempo después recibió una carta de Valenzuela, que pudo leer varios años más tarde, cuando los adultos a su cargo consideraron que la entendería. Así supo que tenía "un hermanito". En los 90, militó en HIJOS en la ciudad de Santa Fe, donde vive. Buscó a sus hermanos --la declaración del represor arrepentido Eduardo Costanzo le reveló que eran mellizos-- de manera incansable con Abuelas de Plaza de Mayo, y en diciembre de 2008 pudo encontrar a Sabrina Gullino Valenzuela Negro, que nació en el Hospital Militar de Paraná, entre el 3 y el 4 de marzo de 1978. Sigue buscando al Melli. Sebastián declaró ayer ante el Tribunal Oral Federal número 1 en el marco de la causa popularizada como Guerrieri II y pidió --como lo hizo Sabrina hace una semana-- que digan dónde está su hermano. Sólo cuatro de los doce acusados estaban en la sala para escuchar su invocación. Antes, el sobreviviente Carlos Novillo contó sobre la desaparición de su hermano Jorge, su propio cautiverio y los daños que el terrorismo de estado impuso a toda la familia.

Alvarez es hijo de Raquel Negro y el militante Marcelino Alvarez, desaparecido en noviembre de 1976, en Rosario. Más tarde, su mamá inició una relación con Tulio "Tucho" Valenzuela, que quebró bruscamente el secuestro. Como querellante, Sebastián consideró "una vergüenza" que los acusados estén eximidos de participar en las audiencias, después de 30 años de impunidad. "Este juicio lo empezamos en el 2000 y después de 13 años les permiten no estar sentados allí... Con todas las garantías que les da el Estado, cosa que no tuvieron mis viejos", se quejó ante el Tribunal que tomó la decisión. Lo preside Roberto López Arango, con Lilia Carnero y Noemí Berros como vocales. Los tres jueces son entrerrianos.


Las críticas de Sebastián estuvieron dirigidas específicamente a Pascual Guerrieri. "Siempre amplía su indagatoria. Por ejemplo, en el juicio de Paraná (Guerrieri fue condenado en la causa del Hospital Militar, en 2011), amplió pero no hizo más que confirmar que es un cobarde y un mentiroso", dijo el hijo de Raquel Negro y conminó a quien fuera principal responsable del Destacamento de Inteligencia 121, del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército, a "que diga qué hizo con los compañeros, qué hizo con mi hermano".


Ante una pregunta de Carnero, Sebastián fue claro: "Para mí no es lo mismo Costanzo que Guerrieri. Por las palabras de Costanzo pudimos llegar a Sabrina, y también recuperar cuerpos de desaparecidos en el campo San Pedro, con lo importante que es para los familiares recuperar los restos", expresó. Costanzo reveló que tras el parto de Raquel Negro en el hospital Militar, la militante fue asesinada, y la melliza traída en un auto por los represores Walter Pagano y Juan Amelong, quienes la dejaron abandonada en la puerta del Hogar del Huérfano. Así, por un escrito que presentó Abuelas de Plaza de Mayo, se llegó a Sabrina.


Si bien Sebastián consideró que "seguramente" hubiera encontrado a su hermana por otros caminos --la joven había decidido someterse a un estudio de ADN pocos días antes de ser citada por el juzgado de Paraná----, también apreció, a título personal, el arrepentimiento de Costanzo. "Encontrar a la Sabri es vida", dijo con especial énfasis en la palabra vida. "Porque ante tanta muerte, tanto dolor, tanta desesperación que vivió mi familia, la mayor alegría en tantos años fue encontrar a la Sabri", agregó. Ahora, los hermanos están empeñados en reunirse con el Melli, como le dicen al varón que nació junto a Sabrina y fue dado de alta el 27 de marzo de 1978 del Instituto de Pediatría Privado de Paraná. "A pesar de que decían que estaba muerto, después del juicio del Hospital Militar sabemos que egresó con vida", recordó ayer Sebastián.


Cuando terminó su testimonio, el abogado que lo representa, Alvaro Baella, alzó sus dos pulgares y le sonrió, como un estímulo en el difícil momento de declarar. López Arango reconvino al abogado de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación por su "gesto improcedente".


El primer testimonio de ayer fue el de Carlos Novillo, que fue secuestrado junto a sus hermanos Alejandro y Jorge el 28 de febrero de 1977, en el pasaje Nelson, de Rosario. Un grupo de "fuerzas conjuntas" ingresó a la casa donde vivía Jorge --era de Venado Tuerto y planeaba volver de inmediato hacia allá--. Los tres hermanos estuvieron privados de su libertad en el centro clandestino de detención La Calamita, en Granadero Baigorria. El recuerdo de Novillo sobre los gritos de Jorge --al que le decían "leche" por leche hervida-- pidiendo que cesara la tortura fue vívido. También rememoró que su hermano Jorge pasó la noche gritando que tenía frío.


Entre los represores, recordó a "Sebastián" (Jorge Fariña, uno de los juzgados, que fue condenado en la primera parte de esta causa a prisión perpetua) y el Puma (Ariel Porra, que aún no tiene condena y está acusado en esta causa). "Sebastián" le espetó, en una ocasión, que Jorge Novillo era oficial montonero y también le dijo, cuando los liberaron, que sus padres debían estar contentos, porque "de tres hijos le devolvían dos". Según el relato de Carlos, "Sebastián" era el que mandaba en La Calamita. También fue Fariña quien le dijo que Jorge Novillo sería trasladado "a un lugar seguro". Jorge Novillo es uno de los 16 desaparecidos que pasaron por el circuito Quinta de Funes-Escuela Magnasco-La Intermedia, y cuyo derrotero pudo reconstruirse por el testimonio de Jaime Dri, novelado en el libro de Miguel Bonasso Recuerdos de la muerte. Luego, Costanzo revelaría que fueron asesinados y sus cuerpos tirados en la Bahía de Samborombón.


Carlos Novillo estuvo entre 13 y 14 días secuestrado. Al salir sufrió un shock postraumático. La vida de su familia se desmoronó. El padre, agobiado por la búsqueda de su hijo, sufrió un infarto un año después. La madre siguió buscando, hasta que perdió las esperanzas, y murió a nueve años de la desaparición. Por expreso pedido de su madre, Carlos Novillo no declaró en el juicio a las juntas. Hoy integra el espacio Juicio y Castigo. "Que dios les de sabiduría para que se haga verdad y justicia", dijo el testigo ante los integrantes del Tribunal. Y les pidió "que estos juicios se desarrollen de forma rápida, efectiva y que podamos avanzar hacia la complicidad civil". El testigo pidió especialmente que "el Estado tome cartas en el asunto para una atención integral a las víctimas" del terrorismo de estado.


De los doce represores acusados, sólo Juan Amelong, Porra, Carlos Sfulcini y Joaquín Gurrera estuvieron ayer en la sala. A Gurrera también lo autorizaron a ausentarse a partir de hoy. Guerrieri, Costanzo, Pagano, Fariña, Ariel López, Juan Andrés Cabrera, Héctor Marino González y Alberto Pelliza lo vieron desde sus lugares de detención. En algunos casos, como el de Costanzo, es la casa, porque cumplen prisión domiciliaria.


Ayer, el enorme crucifico ubicado en la pared de la sala, encima de la única ventana que da al exterior, seguía colgado. Hoy declaran Carlos Laluf, Julio Raffo y los diputados provinciales Eduardo Toniolli y Alicia Gutiérrez, los dos querellantes de la causa. La legisladora del SI pidió al Tribunal que retire el símbolo religioso para su declaración, porque vulnera "el derecho al tratamiento igualitario de las personas ante la justicia".

Fuente:Rosario12

Testimonios de Carlos Novillo y Sebastián Álvarez

Dos historias
29/08/2013


Tribunales Federales de Rosario
Foto: Manuel Costa
Dos testigos declararon este jueves ante el TOF1 en el juicio oral y público por la causa Guerrieri II, en la que están imputados 12 militares y personal civil de inteligencia y se ventilan los casos de 27 víctimas.
Carlos Novillo, víctima directa del terrorismo de Estado y hermano del desaparecido Jorge Novillo, contó al tribunal los pormenores del secuestro en la casa de Jorge, en la que también fue detenido un tercer hermano llamado Alejandro.

Relató que habían llegado a Rosario el 28 de febrero de 1977 desde la localidad santafesina de Venado Tuerto junto a su padre, para ayudar a Jorge a hacer una mudanza, cuando fueron sorprendidos por un operativo “de fuerzas conjuntas”.


“Eran varias personas, algunas con uniforme policial, decían agarramos a los hermanos Novillo”, relató Carlos.


“Nos suben a un auto, a mí a un auto chico, tipo (Fiat) 128”, precisó, para luego relatar el periplo hasta llegar a lo que, supo después, fue el centro clandestino de detenciones conocido como “La Calamita”, ubicado en la afueras de Rosario.


Su hermano Jorge militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y había ingresado a Montoneros, “y había pasado a la clandestinidad porque lo perseguía la Triple A”, contó Carlos Novillo a los jueces entrerrianos Roberto López Arango, Lilia Carnero y Noemí Berros, integrantes del TOF1 de Rosario.


Brindó detalles del lugar de detención, que reconoció muchos años después durante una inspección ocular ordenada por la Justicia, y reconoció por sus nombres de guerra a dos de los represores que actuaron en el centro clandestino: “Sebastián” (Jorge Fariña) y “Puma” (Ariel Porra).


“En un momento cuando pasa Sebastián le pregunto qué iba a pasar con nosotros, y nos dice: ‘Su padre puede estar contento, de tres les devolvemos dos’”.


Alejandro y Carlos Novillo fueron dejados en libertad “14 o 15 días” después de su secuestro.

“Nos llevan a un lugar, nos dicen que no nos saquemos las vendas, que contemos hasta cien. Cuando se va el auto, nos sacamos las vendas, sentimos como un hormigueo”, contó este jueves Carlos Novillo.

Luego declaró como testigo Sebastián Álvarez, hijo de los desparecidos Raquel Negro y Marcelino Álvarez.

Contó que fue secuestrado el 2 de enero de 1977 en Mar del Plata cuando estaba junto a Tulio Valenzuela, la pareja de su madre, quien también “cayó” ese día en la ciudad balnearia.

“Mi padre (Marcelino) Álvarez lo secuestran en noviembre del 76, son esos casos que se lo chupó la tierra, lo secuestran en Rosario, a lo mejor los imputados saben (dónde está)”, detalló Sebastián.


Agregó que junto a su madre Negro –que estaba embarazada de mellizos– y a Velenzuela “nos llevan a (la Quinta de) Funes, estoy detenido 3 o 4 días, me entregan a mis abuelos maternos”.


Después se refirió al encuentro con su media hermana, Sabrina Gullino, que nació en cautiverio en el hospital Militar de Paraná, donde fue trasladada Raquel Negro para dar a luz, y recuperó su identidad en 2008 tras ser dada en adopción.


“Encontrar a Sabri es vida, es la máxima alegría que tuvimos las familias Negro y Valenzuela”, dijo Sebastián Álvarez.


Luego estableció una diferencia entre el imputado Eduardo Costanzo (ex PCI del Batallón de Inteligencia 121 de Rosario), que aportó datos para hallar cuerpos de desaparecidos, y el jefe de ese organismo durante la dictadura, Pascual Guerrieri.


“Quiero hacer una salvedad, no sé si un agradecimiento, es lo que deben hacer todos los imputados para limpiar su buen nombre. Si bien integró la patota, fue condenado, tuvo un gesto, no sé cual es el móvil que lo anima”, señaló en relación a Costanzo.


“No es lo mismo él que Guerrieri. Guerrieri es un cobarde, siempre amplía la indagatoria y hace apología del terrorismo de Estado, que diga qué hizo con los compañeros, con mi hermano, qué hizo con todos los asesinatos que cometieron”, concluyó.

Fuente:RedaccionRosario


29.08.2013
Sebastián Álvarez estuvo, él mismo, secuestrado con su madre y su pareja
Hijo marcó diferencias entre un represor arrepentido y el mayor Guerrieri, que reivindica el Terror

Amor fraterno, alegría insuperable. Sebastián con su media hermana Sabrina
Rosario.- Dos testigos declararon hoy ante el Tribunal Oral Federal 1 (TOF1) de Rosario, en el juicio oral y público por la causa Guerrieri II en la que están imputados 12 militares y personal civil de inteligencia, y se ventilan los casos de 27 víctimas de delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. Sebastián Álvarez, cuyos dos padres están desaparecidos, al igual que el último compañero de su madre, y que él mismo estuvo secuestrado unos días en la llamada "Quinta de Funes", hizo una diferencia entre el ya convicto represor Eduardo Constanzo, un ex PCI que ayudó a ubicar los restos de asesinados, y el ex jefe de aquél ccd, el mayor retirado Pascual Guerrieri, que, enfatizó, hace permanentes apologías del Terrorismo de Estado.
  
Carlos Novillo, víctima directa del terrorismo de Estado y a la vez hermano del desaparecido Jorge Novillo, contó al tribunal lospormenores del secuestro de éste en su domicilio, dónde también estaba él y fue apresado un tercer hermano llamado Alejandro.
Relató Carlos Novillo que él, Alejandro y su padre habían llegado a Rosario el 28 de febrero de 1977 desde la localidad santafesina de Venado Tuerto, donde vivían, a fin de ayudarlo a hacer una mudanza cuando fueron sorprendidos por un operativo "de fuerzas conjuntas".
"Eran varias personas, algunas con uniforme policial, decían agarramos a los hermanos Novillo", relató Carlos.
"Nos subieronn a dos autos, a mí a un auto chico, tipo (Fiat) 128", precisó, llevándolos hasta lo que, supo después, fue el centro clandestino de detenciones conocido como "La Calamita", en las afueras de Rosario.
Su hermano Jorge militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), había ingresado a Montoneros, "y pasado a la clandestinidad (antes del golpe de marzo de 1976) porque lo perseguía la Triple A", explicó Carlos Novillo a los jueces entrerrianos Roberto López Arango, Lilia Carnero y Noemí Berros, integrantes del TOF1 de Rosario.
Brindó detalles del lugar de detención, que reconoció muchosaños después durante una inspección ocular ordenada por la justicia, y reconoció por sus nombres de guerra a dos de los represores que estaban allí: "Sebastián" (Jorge Fariña) y "Puma" (Ariel Porra).

"En un momento cuando pasó Sebastián le pregunté qué iba a pasar con nosotros, y nos dijo: 'Su padre puede estar contento, de tres, le devolvemos dos'".


Alejandro y Carlos Novillo fueron dejados en libertad "14 o 15 días" después de su secuestro. "Nos llevaron a un lugar, nos dijeron que no nos saquemos las vendas, que contemos hasta cien. Cuando el auto se fue nos sacamos las vendas y sentimos como un hormigueo", describió Carlos Novillo.


Luego declaró como testigo Sebastián Alvarez, hijo de los desparecidos Raquel Negro y Marcelino Alvarez. Contó que fue secuestrado el 2 de enero de 1977 en Mar del Plata cuando estaba junto a Tulio Valenzuela, la pareja de su madre, quien también "cayó" ese día en la ciudad balnearia.


" A mi padre (Marcelino Álvarez) lo secuestraron en noviembre del 76 en Rosario. Es uno de los casos en que pareciera que "se los chupó la tierra'. A lo mejor los imputados saben (dónde está)", dijo Sebastián.

Agregó que junto a su madre -que estaba embarazada de mellizos- y a Valenzuela "nos llevaron a (la Quinta de) Funes, dónde estuve 3 o 4 días. Después me entregaron a mis abuelos maternos".

Sebastián Álvarez se refirió luego al encuentro con su media hermana, Sabrina Gullino, que nació en cautiverio en el hospital Militar de Paraná, donde fue trasladada Raquel Negro para dar a luz, y recuperó su identidad en 2008 tras ser dada en adopción.


"Encontrar a Sabri fue la máxima alegría que tuvimos las familias Negro y Valenzuela", destacó.

Sebastián estableció una diferencia entre el imputado Eduardo Costanzo (ex Personal Civil del Batallón de Inteligencia 121 de Rosario), que aportó datos para hallar cuerpos de desaparecidos, y el jefe de ese organismo durante la dictadura, Pascual Guerrieri.

"Quiero hacer una salvedad, no sé si un agradecimiento, es loque deben hacer todos los imputados para limpiar su buen nombre. Si bien (Constanzo) integró la patota y fue condenado por eso, tuvo un gesto. Y aunque no sé cual es el móvil que lo anima, no es lo mismo él que Guerrieri", destacó.


El mayor (R) Guerrieri, siguió diciendo, "es un cobarde que siempre pide ampliar su indagatoria para hacer apologías del Terrorismo de Estado. ¡Que diga qué hizo con los compañeros, qué hizo con mi hermano, qué hizo con todos los asesinados!", concluyó.

Fuente:Telam

Un juicio sin cruz 
Piden retirar el crucifijo de un tribunal oral federal
29/08/2013
La diputada provincial y querellante en el juicio a represores de la dictadura de la denominada causa Guerrieri, Alicia Gutiérrez, pidió a través de una nota al Tribunal Oral Federal 1 (TOF 1) de Rosario, que se retire el crucifijo de la sala de audiencias durante su declaración.
La legisladora, esposa del militante montonero desaparecido de la Quinta de Funes, Eduardo Toniolli, presentó una solicitud antes de realizar su declaración testimonial en el marco del juicio oral y público que se está desarrollando en los Tribunales Federales de Rosario, y que tendrá lugar este viernes.

A continuación publicamos la nota completa

Me presento ante Usted en mi carácter de querellante, y peticiono se retire el crucifijo y cualquier otro símbolo de carácter religioso de la sala donde he de declarar en el juicio de la causa Guerrieri II. Considero que dicho objeto simbólico u otros similares de carácter religioso, lesionan el derecho al tratamiento igualitario de las personas ante la justicia.
Los artículos. 16 de la Constitución Nacional, 1.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 2.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, garantizan que el Estado y el Poder Judicial, en este caso, como una de las tres instituciones de la República, han de actuar sin discriminación de tipo religioso, porque se vulnera el principio de imparcialidad judicial reconocido, entre otros, por el art. 18 del texto constitucional, arts. 8.1 de la Convención Americana y 14. 1 del Pacto Internacional.
La permanencia del objeto símbolo citado, entiendo que importa un quebrantamiento a la normativa mencionada, generando en mi persona, un sentido de intimidación y angustia, que me recuerda la “absolución” que realizara esta institución eclesiástica, a quienes desaparecieran a mis seres queridos, como mi compañero, y asesinaran a mi hermana en época del terrorismo de estado. Considero además, que la religión y sus imágenes deben ser un acto privado en la intimidad de las personas y no de utilización pública.
Este accionar estatal resulta claramente violatorio de los derechos a una justicia imparcial y a ser tratado por la autoridad judicial sin discriminación alguna con base religiosa. Es necesario promover el respeto de los derechos fundamentales del individuo, la defensa de sus derechos básicos que se vean amenazados, reclamo que se encuentra legitimado para requerir lo pretendido, por lo dispuesto por el art. 43 de la Constitución Nacional.
Estimo que media un hecho de discriminación religiosa impropio de un servicio de justicia que debe ser administrado sin distinción de credos, que no condice con el alcance del art. 2º Constitución Nacional, ni con las garantías constitucionales de igualdad y libertad de cultos (arts. 14 y 16 de la Ley Suprema), ni con las normas institucionales citadas en el considerando 19º” (Voto del Dr. Petracchi, en el expediente 12781/03). Referido al alcance del art. 2º de la Constitución Nacional, el nombrado ministro expresó que “dicha norma impone únicamente al Estado, la obligación de sostener materialmente el culto católico y no, en cambio, la de apoyar una religión oficial o preferida.”
Además remito a decisiones de la Corte Suprema de Justicia con fallo del Dr. Petracchi, en cuanto a que la simbología de la entronización aparece clara “…en cuanto se ubica la imagen en un sitio relevante de la sede de un poder del Estado que ejerce el “Poder”, aquel resulta institucionalmente comprometido con un culto con el que comulgan solo una parte de quienes lo integran y de los justiciables que a él recurren. El mentado compromiso institucional se acercaría peligrosamente a la adopción de una “religión de estado”, tesis expresamente descartada por los constituyentes porque revelaría una implícita, pero no por ello menos clara, adhesión a un credo, en detrimento de los otros”…
Sin otro particular y aguardando me sea concedido este reclamo saludo a Ud. muy atte.
Fuente:RedaccionRosario 

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