5 DE OCTUBRE DE 2013
NACIONALES
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Interpol detalla en su página web que el cura -Aldo Omar Vara, de 79 años- es buscado por privación ilegal de la libertad agravada por amenazas y violencia, homicidio agravado por alevosía y concurso de tres personas por lo menos, homicidio (desaparición forzada) e imposición de tormentos.
La Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca ordenó la captura internacional del ex capellán del V Cuerpo de Ejército durante la dictadura cívico militar religiosa Aldo Omar Vara. Los fiscales Miguel Palazzani -el abogado pampeano que ejerce el cargo en aquella ciudad- y José Nebbia habían pedido su detención e indagatoria por crímenes de lesa humanidad.
La medida significa ir a contramano de los pasos del juez Santiago Ulpiano Martínez, quien se había negado a indagar al sacerdote. Lo mismo hizo con el empresario Vicente Massot, cara visible del multimedios “La Nueva Provincia”.
“El fallo de la Cámara data de más de dos meses, hizo lugar al recurso de apelación interpuesto por Fiscalía y ordenó la inmediata detención de Vara. Obviamente por razones de éxito y efectividad de la medida se había mantenido la reserva tanto desde el juzgado como de parte de la Unidad Fiscal y evidentemente Interpol lo ha publicado en su página”, dijo Palazzani.
El fiscal pampeano explicó -durante una entrevista con el programa radial “Enredados”- que “el capellán, de acuerdo al reglamento de operaciones psicológicas es un oficial orgánico y en ese plano está probado también que, de acuerdo al reglamento, el oficial en su ámbito de actuación operaba en la inteligencia y en el aporte al plan criminal desde su lugar de sacerdote, tratando de entrar por ese lado a las personas que estaban en cautiverio”. En el Batallón de Comunicaciones 181 esa función la desplegó el represor Vara.
Interpol detalla en su página web que el cura es buscado por privación ilegal de la libertad agravada por amenazas y violencia, homicidio agravado por alevosía y concurso de tres personas por lo menos, homicidio (desaparición forzada) e imposición de tormentos.
El blog que sigue paso a paso el Juicio por el V Cuerpo de Ejército de Bahía Blanca remarca que la detención e indagatoria había sido rechazada en abril por el juez subrogante Santiago Ulpiano Martínez, quien no quiso incomodar al religioso -como luego lo haría con Vicente Massot y Mario Gabrielli- y ni siquiera encontró elementos suficientes para tomarles declaración.
“Investigar el rol de la jerarquía católica en la región es una avance en el proceso y desde el punto de vista procesal porque la argumentación por la cual Vara no estaba citado, la situación procesal de las causas delegadas, es la misma que la de Massot que está pendiente de resolución. Por eso este paso que se ha dado me parece importante”, afirmó el fiscal Palazzani.
En base a numerosos testimonios el Tribunal Oral Federal infirió en su sentencia del 12 de septiembre de 2012 “la participación del Padre Vara en esas situaciones de ilegalidad en que se hallaban esas personas y nos habilita -apoyados en un principio de fundada sospecha- a tener por determinado a esta altura de los hechos y con el grado de probabilidad suficiente, la culpabilidad del sacerdote Aldo Omar Vara en dichos hechos”.
De ser detenido fuera del país Vara deberá ser sometido a un proceso de extradición antes de ser trasladado al juzgado de primera instancia para comenzar a defenderse de las acusaciones en su contra.
En la ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, a los doce días del mes de septiembre del año dos mil doce, se reúne el Tribunal Oral Subrogante en lo Criminal Federal de Bahía Blanca presidido por el Dr. JORGE FERRO e integrado por los Vocales Dr. JOSE MARIO TRIPPUTI y Dr. MARTIN BAVA, y los Sres. Secretarios Dra. PATRICIA ENTIZNE, Dr. LUCIANO BIANCHI y Dr. Jorge IGNACIO RODRÍGUEZ BERDIER, a efectos de dar lectura al veredicto dictado en la causa Nº 982 caratulada “BAYÓN, Juan Manuel y otros s/privación ilegal de la libertad agravada, reiterada, aplicación de tormentos reiterada, homicidio agravado, reiterado a Bombara, Daniel José y otros en área del Cuerpo Ejército V” que se le sigue a: ///
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/// . . . Agotadas las etapas procesales de rigor, en mérito a la extensión de esta causa, la complejidad, y multiplicidad de las cuestiones traídas a juicio, se difiere la lectura de fundamentos en fecha a indicar en la parte dispositiva que sigue, conforme lo normado por el art. 400 y concordantes del Código Procesal Penal de la Nación.
Por todo lo expuesto, oído que fue el Sr. Fiscal General, las partes querellantes, las Defensas y concedidas las palabras de cierre a los procesados, las que fueron vertidas por la totalidad de ellos, el Tribunal Oral Subrogante en lo Criminal Federal de Bahía Blanca;
FALLA:
POR UNANIMIDAD:
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/// . . . 34°) EXTRAER testimonios de las constancias documentales respecto de la publicaciones que daba cuenta el diario “La Nueva Provincia” de esta ciudad y remitirlas al Juzgado Federal que por turno corresponda, a fin que se investigue la posible comisión de delitos de acción pública por parte de los directivos de dicho órgano de prensa, en oportunidad de brindar información respecto de supuestos enfrentamientos militares con presuntos elementos subversivos.
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///. . . 37°) EXTRAER testimonios de las actuaciones pertinentes respecto del accionar del sacerdote Aldo Omar VARA y remitirla al Juzgado Federal de 1º Instancia que corresponda en turno, a fin que se investigue la posible comisión de delitos de acción pública ( art. 177 inc. 1 del CPPN).
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Para acabar con los recuerdos de la muerte ([1])
Por ANTONIO ANGEL CORIA
Debo confesar que el desarrollo de las sesiones del Juicio por la Verdad que se cumple en la Cámara Oral Federal de Bahía Blanca, me conmocionó particularmente. Hechos cuyos ejecutores vuelven a aparecer, pero ahora con rostros descubiertos y conociéndoseles los alias con los que reemplazaban sus nombres y apellidos legales para cometer todo tipo de felonías, han revivido en mí. Las horas de todos los castigos a quienes sólo portaban, para su perjuicio, el recuerdo de años de estudios o trabajo compartidos; las amenazas de asesinarme; las torturas en campos de concentración a amigos que confundieron conmigo; hechos extremadamente graves ocurridos en torno a la seguridad y vida de familiares; la muerte cotidiana de compañeros queridos e inolvidables a los que tuve que llorar en la más dolorosa soledad que hube de soportar hasta que decidí (en agosto de 1976) el camino del exilio, han revivido. Pero ahora, mostrando claramente que la Justicia aquí, está logrando recomponer la historia real – no la que construyó la “acción psicológica” de los psicópatas – con la que finalmente llegaremos a poner fin a tanto oscurantismo. Sin dudas, es la hora de la verdad. Y a partir de ésta, que junto al resentimiento hará desaparecer la cultura de la hipocresía que nos afecta, sin dudas también, podremos dedicarnos a la construcción de grandeza que tanto reclama nuestra Patria.
Uno de los testigos presentados, en la conclusión de su relato del horror vivido en cautiverio, interrogó (y esto me lo imagino) con la misma candidez e inocencia de aquel día que (vuelvo a imaginar) la ruindad le propinaba la primera trompada antes de la picaneada: “¿de qué se habla cuando nos califican ‘zurdos’?”; ¿porqué me acusaban de subversivo (tenía 16 años entonces) si lo único que hacía era ir a la escuela y practicar deportes?; ¿porqué se nos margina y no dan respuestas por lo que nos pasó a todos los que volvimos de la muerte?; ¿es justicia que los que sabían qué ocurría en los campos de concentración – porque nuestros familiares los informaban – sigan cómodamente sin poner, aquí, la cara?; ¿es justicia que todavía hoy tengamos que seguir soportando referencias peyorativas como esa de... este era medio zurdito, no?”.
Recuerdo con dolor – que, ¡maldito sea, no se me va! – la ocasión, no hace mucho, que desde el círculo de mis afectos me dispararan un insólito “¿y vos qué derecho tenés para andar exigiendo a los de los derechos humanos?”. Quizás por haber hablado solamente con quienes veníamos de la misma experiencia o por habérseme excluido en razón de mi identidad política de los espacios no peronistas, algunos pretenden negarnos pertenencia. Lo cierto es que ahora que nos encontramos frente a frente con los que practicaron la ferocidad de una guerra contra nuestro Pueblo quitándonos “muchos años de nuestra felicidad”, podemos hablar precisamente de la ferocidad de esa guerra. La ferocidad de una guerra que parecía no existir en las “buenas conciencias” y que como ahora se sabe no era nada silenciosa ni oculta, que iba desde un apriete – a punta de pistola – para abandonar la actividad laboral en la Universidad cuando llegaron las hordas de Remus Tetu (cuestión que no acepté y por la cual fui castigado con la exoneración, por lo que, dicho sea de paso, se me adeuda reparación) hasta la destrucción de mi vivienda en fraguado combate con un saldo de crímenes previos que la Justicia investiga, después de veinticuatro años y como si fuera un papel fotográfico en proceso de revelado, exhibe que fue una guerra de la que recién ahora aparecen sus macabros ejecutores. Sin dudas, es la hora de sacar a la luz la verdad y nadie puede ni debe estar ausente.
La jerarquía eclesiástica argentina de entonces, clamando por la sustitución del régimen institucional vigente (como puede leerse en los diarios de diciembre de 1975) mientras otros hablaban del “plan bolsa” con qué dar el golpe de estado, a la vez que aplicaban en el General Carlos Prats y su esposa, asilados en Buenos Aires, las directivas del “plan cóndor”, hoy se nos hizo presente en la hipocresía del clérigo Aldo Varas, en la ruindad del teniente coronel Julián Corres y en la cobardía y el deshonor del coronel Hugo Delmé durante el Juicio por la Verdad en Bahía Blanca. Mientras escucho cómo un inocente – inocencia que pudieron comprobar sus secuestradores y por la que salvó su vida, quedando como testigo del horror – da señales concretas de la existencia de la “escuelita” del camino a La Carrindanga, en dependencias militares, la hija de un dirigente cegetista muerto en esos años, presente en el juicio, me recuerda murmurando el atropello a mis padres en su vivienda la Nochebuena de 1975, por parte de una veintena de paramilitares y parapoliciales que buscaban “apresarme” bajo la misma acusación que recibió este testigo. E inmediatamente, ambos, mi amiga y yo, atando cabos con lo que estábamos oyendo – que, como confesó un oficial sospechado, a más de la “triple a” antes del 24 de marzo ya operaban las fuerzas contra insurgentes” militares – certificamos que en la destrucción total de las viviendas de Adalberto “Goyo” Wimer y de Victorio Colubri (dirigentes obreros peronistas muertos misteriosamente en años de la tiranía) y parcial de la casa del sacerdote Coco Segovia, todos en la Ciudad de Punta Alta, había mano de obra paramilitar. Mano de obra paramilitar que por no hablar de ella, ha ubicado al indigno Varas en camino de ser reo.
A todo esto, en medio de los relatos de testigos y victimarios y de preguntas persistentes de los letrados del tribunal y la querella para saber más y más sobre el destino de los desaparecidos – entre ellos, criaturas de padres patagónicos nacidas en cautiverio – en las imágenes de la memoria se me aparecen diputados y funcionarios de la legislatura neuquina estupefactos frente a efectivos militares que pretendían mi “detención”. Ante tan tremendos argumentos esgrimidos y anoticiado cómo acribillaron en una cama hospitalaria bahiense a un joven estudiante bajo la misma acusación que habían armado en mi contra (idéntica a la del declarante que había sido secuestrado antes del día del golpe militar) y en antecedentes de lo ocurrido en casa de mis padres, estaba visto que era un suicidio quedarme aquí. Por eso y por fortuna, un par de días antes de tan terrorífica visita, había abandonado Neuquén. Era enero de 1976, poco menos de tres meses antes del 24 de marzo.
Nada, en ninguno de los órdenes de la vida de la Nación, fue imaginado por nadie – salvo los que decidieron el terrorismo de estado para destrucción del País – acerca de la aberrante historia que estructuraron los tiranos. La mayor parte de sus víctimas fueron nuestros compañeros de militancia en el Movimiento Peronista. Esto que sólo podrán negar los traidores o los cómplices en el genocidio, nos obliga, a fuerza de ser consecuentes con nuestra historia, con nuestras banderas, con la memoria de nuestros compañeros, con nuestra proclamada fe en el régimen de derecho, a no ser indiferentes a la acción de la Justicia. Por esto que tanto habíamos luchado desde 1955 hasta el retorno a la Patria de nuestro Líder Juan Perón en 1972 primero y hasta la restauración de la democracia en 1983 luego y para que algún día impere la justicia de nuestras verdades proclamadas desde el 17 de Octubre de 1945, de modo que la fotografía del presente que nos toca vivir sea de la dignidad contrapuesta al “o no” que inventaron nuestros verdugos, frente a este Juicio por la Verdad que nos dará certeza sobre el destino de nuestros mártires y recordando que uno de nuestros principios señala que “primero es la Patria”, nuestro Pueblo, sumemos nuestro esfuerzo para transformar los recuerdos de la muerte en cantos multitudinarios por el triunfo de la razón y el derecho.
Antonio Angel Coria
Centro Cultural Enrique Santos Discépolo
Filial del Comahue
BAHÍA BLANCAPiden la captura internacional de sacerdote acusado por delitos de lesa humanidadSÁBADO 05 DE OCTUBRE DE 2013La Justicia Federal bahiense pidió la captura internacional del sacerdote y ex capellán del Ejército Aldo Vara. Las similitudes con el caso del empresario Vicente Massot, cuya situación la Justicia bahiense debe aún resolver.
Por Diego Kenis
El sacerdote de la Iglesia católica y ex capellán del Ejército Argentino Aldo Omar Vara es buscado en todo el mundo por Interpol para ser puesto a disposición de la Justicia argentina, luego de que la Cámara Federal de Bahía Blanca diera lugar a una apelación presentada por los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia, que investigan la participación del cura en delitos de lesa humanidad perpetrados durante la dictadura bajo control operacional del V Cuerpo de Ejército.
Resguardado en destinos no precisados por la propia Iglesia católica luego de que su actuación durante el terrorismo de Estado tomó estado público en el Juicio por la Verdad de 1999, Vara se desempeñó hasta 1979 como capellán del Ejército en el Comando del V Cuerpo y en el Batallón de Comunicaciones 181, y fue mencionado una y otra vez por víctimas que prestaron declaración testimonial en el primer juicio penal contra represores del V Cuerpo, que pudo desarrollarse luego de la caída de las leyes de impunidad y concluyó en Bahía Blanca en septiembre de 2012. El fallo del Tribunal integrado por los jueces Jorge Ferro, José Triputti y Martín Bava incluyó el señalamiento de las responsabilidades del sacerdote en el plan criminal y la remisión de copias de los testimonios al Juzgado Federal que el año pasado quedó a cargo del subrogante Santiago Martínez.
Martínez delegó la investigación en la Unidad Fiscal que dirigen Nebbia y Palazzani, quienes luego de investigar el caso solicitaron la detención e indagatoria del cura. El juez denegó el pedido mediante una resolución de sólo dos carillas, cuyo texto argumentativo se resumía en realidad en dos párrafos, obstruyendo de ese modo la función investigativa que él mismo delegó en los fiscales el 28 de diciembre del año pasado. La resolución colocó a Martínez en un rol que la Cámara Nacional de Casación Penal sólo reserva a los abogados defensores de las partes, únicos autorizados “a oponerse a un pedido del representante de la vindicta pública”, pero nunca a un juez que debe ser imparcial.
La apelación de la fiscalía ante la Cámara Federal fue respondida afirmativamente por el tribunal, que revocó la decisión de primera instancia y canalizó a través del Juzgado la determinación de solicitar la captura internacional del cura, que lleva la firma del subrogante Álvaro Coleffi.
La determinación judicial oficia como positivo precedente ante la espera de una resolución de la misma Cámara por el pedido de detención e indagatoria contra el empresario Vicente Massot,también acusado de participar en el plan criminal de la dictadura desde su rol directivo en el diarioLa Nueva Provincia. Massot fue beneficiado por el juez Martínez en primera instancia, pese a que el magistrado también había delegado la investigación en la fiscalía. Al igual que en el caso de Vara, los fiscales se abocaron a la tarea y, una vez concluida la etapa de estudio de pruebas, solicitaron la indagatoria del empresario. Con su negativa, Martínez obstruyó la continuidad de la investigación. Los fiscales elevaron su apelación ante la Cámara, de la que se aguarda una resolución.
Cigarrillos y galletitas
El pedido de la fiscalía para detener e indagar a Aldo Vara se basó en la abundante cantidad de testimonios que refieren el contacto que tenía con personas secuestradas en dependencias del V Cuerpo. Las más concluyentes son las referencias del caso de los entonces estudiantes secundarios de la Escuela Nacional de Educación Técnica 1 (ENET) de Bahía Blanca, que permanecieron primero en el Centro Clandestino de Detención (CCD) “La Escuelita” y luego de un simulacro de liberación fueron reconducidos a instalaciones del Batallón de Comunicaciones 181, hasta donde se acercaba para tomar contacto con ellos el cura Vara, vestido “con sotana, o con pantalón y el cuello blanco de los sacerdotes”.
Los testimonios indican, además, que durante las visitas Vara interrogó a los estudiantes clandestinamente detenidos, les dio “algunos consejos” y llegó a llevarles cigarrillos o galletitas, configurándose de este modo en “el bueno” del juego de roles del interrogador malo y el interrogador bueno que señaló el fallo por el cual se condenó al también capellán Christian Von Wernich, de similar desempeño. Sin embargo, su grado de bondad real era bien relativo: Gustavo López, secuestrado en el predio del V Cuerpo, pidió al sacerdote que avisara a sus padres dónde se encontraba, pero tal como indicó ante el TOF bahiense su madre, María Gallardo Lozano, “ese ruego nunca llegó”. Durante su declaración testimonial de 1999 en el Juicio por la Verdad abierto en Bahía Blanca ante la obstrucción que las leyes de impunidad producían en las investigaciones penales, el cura admitió haber tenido contacto con los estudiantes secuestrados, que le mostraron las secuelas de las torturas padecidas, aunque dijo no recordar el pedido de comunicación con sus padres. Tampoco consideró objetable su comportamiento ante personas torturadas, pese a que el entonces fiscal Hugo Cañón le recordó que el cristianismo considera a los cuerpos de las personas “templos vivientes”. “Si en la Argentina hemos tenido excomuniones por violaciones a templos materiales, yo pregunto qué se debe hacer cuando hay violaciones a templos vivos como son un hombre o una mujer”, dijo Cañón. El cura no respondió.
Otro ejemplo del comportamiento de Vara se desprende a partir del caso de Patricia Chabat, secuestrada y detenida clandestinamente en “La Escuelita” y posteriormente trasladada a la Unidad Penal 4 de Villa Floresta. Chabat conocía a Vara desde su paso por el colegio secundario, por lo que no dudó en identificarlo como el sacerdote que la entrevistó apenas llegó a la UP4 y le aconsejó “olvidarse de todo lo que había ocurrido en ‘La Escuelita’, pues era responsabilidad de sus padres”, lo que prueba que el capellán estaba perfectamente al tanto de lo que sucedía en el CCD.
Capitán Vara
Los fiscales Palazzani y Nebbia consideran a Vara como “un engranaje importante en el andamiaje de la tecnología del terror en la Subzona 51, por la propia condición de religioso y lo que ello implicaba en el imaginario de los represores y víctimas”, a lo que se añade “la utilización de su investidura religiosa a favor de los designios del plan y de los suyos propios” a partir de su “presencia permanente” en los CCD. La misma oficina del entonces capellán estaba ubicada en la planta baja del Batallón de Comunicaciones 181, por el que pasaron varias de las víctimas del accionar represivo del Ejército. Es por ello que los fiscales decidieron imputar al sacerdote responsabilidad en la totalidad de los hechos ocurridos en el ámbito del V Cuerpo entre 1976 y 1979, cuando dimitió a su función. La nómina incluye privaciones ilegales de la libertad, torturas, homicidios, desapariciones y la apropiación de dos criaturas.
Las normativas castrenses vigentes por entonces, inscriptas en el marco de la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional”, tipificaban perfectamente el rol de cada engranaje de la represión clandestina. La presencia y actuación de los capellanes en el marco de un “combate” como el que se utilizaba para enmascarar el terrorismo de Estado estaban reguladas desde 1968, cuando el dictador Alejandro Lanusse dictó el Reglamento de Operaciones Sicológicas del Ejército, cuyo artículo 3013 enumera entre las “responsabilidades del capellán” la de evaluar qué impacto o motivaciones tiene la religión dentro de “la zona de interés”. Es decir, de qué modo puede usarse la sotana para arrancar información a los detenidos en un CCD como aquellos que Vara visitaba.
El compromiso del cura con su función puede leerse incluso en uno de los párrafos de su nota de dimisión de 1979, dirigida al Jefe del Batallón en que revistaba. Allí, le agradece por permitirle el “honor (de) haber podido comprometer mi vida y arriesgarla, durante estos largos años de iniquidad y salvajismo. Fue un honor brindar mi aporte sacerdotal a una empresa tan difícil”.
Violador serial de mandamientos
Luego de su paso por el Ejército y tras la vuelta de la democracia, Vara se recicló como párroco del barrio de Villa Rosas pero concentró la atención de la prensa nacional en 1998, cuando durante un acto conmemorativo de la guerra de Malvinas propuso colgar en la Plaza de Mayo al ex canciller Dante Caputo. La conmemoración había sido organizada por la Comisión de Reafirmación Histórica, que supo contar en sus filas con el carapintada Ernesto “Nabo” Barreiro. Allí, Vara trazó una comparación entre la guerra de 1982, sanguinaria aventura de la última dictadura, y el plebiscitado acuerdo con Chile por la disputa por el canal del Beagle, concluyendo que “habría que haber colgado de la Pirámide de Mayo al canciller de entonces” por su “desidia e incapacidad”.
Un año más tarde se produjo su declaración testimonial en el Juicio por la Verdad que se abrió en Bahía Blanca ante la imposibilidad de avanzar en juicios penales contra los responsables del terrorismo de Estado. En esa oportunidad, Vara elogió al represor Jorge Mansueto Swendsen, condenado el año pasado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, y mintió al negar el rango de capitán que le confirió el Ejército durante su paso por el Batallón en que ofició como capellán. Como las leyes de impunidad bloqueaban en 1999 el camino de justicia por los crímenes perpetrados durante la dictadura, Vara se fue del recinto con la misma libertad con que había llegado, en compañía de libros del dogma católico que tiene entre sus principales mandamientos los de no mentir y no matar.
La sumatoria de hechos determinó que el cura fuera trasladado por la jerarquía eclesiástica a destinos no precisados. La última noticia que sobre su paradero se tiene refiere que salió del país en 2011. Ese año comenzó en Bahía Blanca el primer juicio penal contra represores del V Cuerpo. En el banquillo se encontraba, entre otros dieciséis genocidas, Mansueto Swendsen, a quien Vara había definido como “un gran hombre, gran jefe, un hombre muy equilibrado y gran persona”. En la sentencia que el Tribunal que llevó a cabo el juicio dictó un año más tarde, los jueces escribieron que el accionar de Vara durante la dictadura resultaba “comprometedor para la Iglesia Católica”. El papa argentino Francisco, que asumió cuarenta y ocho horas antes del primer pedido de detención del sacerdote por parte de los fiscales Palazzani y Nebbia y a quien la prensa nacional destina diariamente múltiples elogios por su supuesto perfil renovador, no ha dicho todavía nada sobre el sacerdote ahora buscado por Interpol.
30.000 Compañeros Detenidos -Desaparecidos Presentes!
H.I.J.O.S. Bahía Blanca.
(Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio)
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