27 de diciembre de 2013

OPINIÓN.

América late!

Desde ese no tan lejano año 98, el cono sur tendió un lazo fraterno que, en lo inmediato, consolidó una liga de países que decidieron plantearse a las recetas mágicas. Buscar otra cosa. Reconocer lo mejor de sus tradiciones populares y brindarles un programa de gobierno. La bella palabra resurgió, resignificando. El verbo que lleva a la acción reapareció, como un cóndor que andaba guarecido en Los Andes, esperando que escampara. Combinaciones de políticas nacionales,  populares y de izquierda frenaron la prepotencia imperial, mientras ampliaban derechos para los rezagados de la historia oficial.
Algunos fueron más audaces que otros. Una palabrita, de semántica extraviada volvió a calzar las botas de combate de calvos y canosos, de nostalgias bebidas y, presuntamente, expiradas. Socialismo, retorno a su sentido lato: representar a las grandes mayorías no olvidadas, sino vilipendiadas de las grandes extensiones de la patria grande. Enseñando una esperanza, sino una realidad posible, transitable.
El bloque popular de países no logró hacerse poderoso, pero golpeó y se hizo oír. Hizo, sí, sentir su grito libertario. Pero, claro, una voz plural no alcanza para torcer la mano embravecida de los mandamases de siempre. Ambigüedades, vaguedades, idas y vueltas, sendas diagonales, obtuvieron su reverso en la recomposición de una fuerza reaccionaria de alcance continental que volvió a expresarse en alianzas del pacífico o “golpes blandos”, aquí y allá. Debilidades y yerros despejaron un espacio para un eco que nunca se había ido: los cantos de sirena del facilismo, sino del fatalismo.
Sin embargo, América latina muestra que esta de pie, no se rinde y sigue tratando de avanzar, de proponer una cosa muy otra. Y se equivoca, a veces retrocede, pero continúa intentando, quizás, en la soledad de un mundo muy esquivo para el caminar de los pueblos, sin muletas capitalistas.
La movilización o la indiferencia de la coyuntura, el acompañamiento o los reveses electorales, según la región, enseñan que el sendero es la consecuencia. La coherencia con aquel programa, un tanto improvisado, un tanto haciéndose programa al andar, pero con horizontes indubitables: reparar años de ignominia, ensanchar el disfrute presente, ampliar el porvenir de las grandes mayorías mestizas. Entre estas ideas surgidas al calor de las rebeldías nuestras, de fin de siglo, y las conductas y decisiones del presente cavernoso y desigual, debe permanecer la empatía. Hay una senda, que en navidad, luce como un pecado abandonarla. Si hay resignación no hay futuro.  Si la brújula no acierta en señalar la persistencia en la búsqueda, habrá impotencia y tierra rastrillada para que, más temprano que tarde, sea resembrada por la reacción.
No queda más que seguir intentando, en línea con las decisiones transformadoras, que permitieron los días más felices. La noche estrellada de la América morena sigue bregando por ser. Por amanecer un mañana de todos. Por parir una nueva era, que logre la irreversibilidad.
A no bajar banderas, pues. La senda de la victoria de los pueblos sigue siendo el camino.
Demian Konfino
Fuente:Tupacamaria                                

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