10 de enero de 2014

FRANCISCO "PACO" URONDO.

LA PURA VERDAD 
Paco URONDO

Si ustedes lo permiten, 

prefiero seguir viviendo. 
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo 
motivos para quejarme o protestar: 
siempre he vivido en la gloria: nada 
importante me ha faltado. 
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado 
de las cosas de este mundo con inconciencia y dolor y miedo y apremio. 
Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve 
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables. 
Me avergüenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe, 
melancólica, débil, poco interesante, 
un abanico de plumas que el viento desprecia, 
caminito que el tiempo ha borrado. 
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin darme cuenta, voy 
iniciando 
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a cualquiera o aburrir 
de golpe. 
Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi memoria ha muerto 
y se queja 
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos. 
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme, 
pero lo he derrotado para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algún día. 
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la Cenicienta, 
aunque algunos 
me recuerdan con cariño o descubran mi zapatito y también vayan muriendo. 
No descarto la posibilidad 
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia. 
La crueldad no me asusta y siempre viví 
deslumbrado por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta. 
Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud 
y en mi destino y en la buena suerte: 
sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido 
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia. 
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra; 
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no sirve y se corrompe. 
Puedo hablar y escuchar la luz 
y el color de la piel amada y enemiga y cercana. 
Tocar el sueño y la limpieza, 
nacer con cada temblor gastado, en la huida. 
Tropiezos heridos de muerte; 
esperanza y dolor y cansancio y ganas. 
Estar hablando, sostener 
esta victoria, este puño; saludar, despedirme. 
Sin jactancias puedo decir 
que la vida es lo mejor que conozco.


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