06 02 2014
TESTIMONIOS
120. "Por favor señores: apúrense en hacer justicia"
Fue el pedido de la sobreviviente Miriam Lewin. Además declararon Alicia Orlando, sobrina de Irene Orlando; Clementina López de Ramos, madre de Juan Carlos Ramos; Walter Jeckel, hermano de Rolando; Haydée Matorras, compañera de Guillermo Lestrem; y Fidel Woistschach, hijo de Daniel.
En la audiencia de hoy se reanudó el juicio después del período de la feria judicial. El Tribunal informó el fallecimiento del imputado Carlos Orlando Generoso, alias “Fragote”, acusado por más de 200 hechos en la causa.El caso de Irene Orlando (428)
En diciembre de 1977, en horas de la tarde, fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en las inmediaciones de las calles San Martín y Bonifacini, localidad de San Martín, Provincia de Buenos Aires. El operativo fue realizado por hombres vestidos de civil, integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, quienes la introdujeron en un automóvil Peugeot color blanco. Posteriormente, la víctima fue conducida a la ESMA, donde permaneció clandestinamente prisionera bajo condiciones inhumanas de vida y sigue desaparecida.
“Por estos no pregunten más”, dijo Monseñor Grasselli
Alicia Irene Beatriz Orlando es la sobrina de Irene Orlando. Con respecto al secuestro de su tía, contó que estaban “en casa con mamá y papá, llamó por teléfono una señora llamada Esperia (Berenger), papá volvió pálido, pero no contó nada ese día para protegernos. Después ellos fueron a la Nunciatura a ver a monseñor Grasselli. Allí tenían un fichero con nombres de desaparecidos, preguntaron por mi tía y por mi primo Mario Tempone, les dijo: ‘por estos no pregunten más’”.
Irene Orlando era psicóloga y partera, tenía 63 años cuando la desaparecieron: “Mi tía le contó a Esperia Berenger, en el ´77, que le habían pedido dinero para devolverle a su hijo (Mario Tempone). Ella tenía pinturas de alto valor, tuvo que venderlas para conseguir el dinero. Ella vendió todo. La citaron en un bar en la Provincia, era diciembre de 1977, entraron unos hombres de camisa y se la llevaron. Le había dicho a la amiga (Esperia) que si se la llevaban no hiciese nada y se fuera”, relató. Mario Tempone fue desaparecido junto a su pareja Beatriz Irene Rosa Pagés Larraya.
“Mi papá y mi mamá la buscaron por todos lados. Mi tía era una persona de un perfil bajo, muy estudiosa, no tenía militancia, hasta donde sé. Muy respetada dentro de sus colegas. Hay una plaza en Cochabamba y Rincón hecha por sus alumnos. Me gustaría decir que mi tía era una persona importante, fue la creadora del test de orientación vocacional en Argentina, quiero decirlo por amor”, finalizó Orlando.
La foto en la ESMA
“Hubo una situación, no recuerdo en qué año. Un día estaba trabajando en el teatro y vino un alumno de mi tía a traer el diario ‘La Voz’, donde estaba la foto de mi tía en la ESMA, supuestamente. Ahora supe que (Víctor) Basterra (caso 546) tomaba las fotos y las guardaba. La llamaban tía Irene”.
El caso de Juan Carlos “Negro” Ramos López (377)
Era militante del Partido Socialista de los Trajadores. Fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 23 de septiembre de 1977, luego de las 19:30 horas, por al menos tres o cuatro integrantes del GT 3.3.2, en la confitería “Cervantes”, en las Avenidas Entre Ríos y Belgrano, en la Ciudad de Buenos Aires.
La víctima fue llevada a la ESMA, donde se la mantuvo clandestinamente en cautiverio y fue atormentada mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida, así como también se aplicaron descargas de corriente eléctrica sobre su cuerpo en al menos dos oportunidades. A los diecisiete días de su desaparición forzada llamó por teléfono a las 20:30 horas a su madre, diciéndole que estaba bien. Finalmente, en la Navidad de 1977 fue “trasladado”. Aún sigue desaparecido
El secuestro de Juan Carlos
Clementina López de Ramos es la madre de Juan Carlos Ramos López y narró que a su hijo “lo secuestraron el 23 septiembre del ´77. Me enteré por su compañera, Amalia, que no había ido a dormir a su casa. Tenía dos hijas. Era un cumpleaños de la nena de él y no llegó a su casa. Era delegado en una compañía de Seguros. Me enteré de cómo lo habían llevado por sus compañeras de trabajo: me dijeron que lo habían levantado en la calle Belgrano, en una confitería. En ese momento no estaba trabajando”.
“Hicimos varios reclamos, hasta mandamos una carta al Rey de España. Fuimos a la Policía, hice todas las denuncias necesarias. El Día de la Madre de ese año me llamó por teléfono y dijo que estaba bien, preguntó por las nenas. Le dijimos que estaban bien y de ahí no volvimos a hablar más”, contó Clementina.
“Por una compañera de trabajo de la compañía de Seguros, Elisa Tokar (caso 376), sabemos que estuvieron en la ESMA, se reconocieron por la voz. Juan Carlos militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Tenía 31 años al momento de su secuestro, le decían ‘Negro’”, describió López.
El caso de Rolando Hugo Jeckel (255)
Era estudiante de Ciencias Económicas y militante de la Juventud Peronista. Lo apodaban “Germán” y “Roli”. El 18 de marzo de 1977 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, en su domicilio de Avenida Independencia 3177, piso 7º “C”, de la Ciudad de Buenos Aires.
Posteriormente, fue trasladado a la ESMA, donde fue estuvo en cautiverio y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida. Al día siguiente de su secuestro se comunicó telefónicamente con su madre, diciéndole que lo habían detenido las Fuerzas Conjuntas y que no podía revelar su paradero porque era controlado por un oficial.
Rolando Hugo Jeckel fue visto en la ESMA hasta mayo de 1977. Estaba vendado y herido en el abdomen. Aún sigue desaparecido.
Rolando y Edith
Walter Horacio Jeckel describió que su madre, Olga Hayar de Jeckel, “ve a mi hermano Rolando por última vez el 18 de marzo del ´78. Al día siguiente recibió una llamada en la que le decía que las Fuerzas Conjuntas lo habían detenido y que un oficial le estaba controlando la llamada, por eso no podía decir su paradero. Después, mi madre se encuentra a su compañera de vida y militancia, Edith Peirano (caso 263), le ofrece ayudarla económicamente para refugiarse en Uruguay, pero ella desistió. Esa fue la última vez que la vio”.
“Rolando inició su militancia en la Juventud Universitaria Peronista y luego pasó a Montoneros. Edith también militaba en la misma Organización. Sobre Edith hay muy poca información. La conocí personalmente, la vi varias veces. Mi hermano, cuando se entera que la iban a trasladar, pide que los trasladen juntos. Mi hermano tenía 25 años al momento de ser secuestrado y Edith 26”, relató el testigo.
“Mientras estaba en Mar del Plata estudiaba Ciencias Políticas y Sociales. Posteriormente, Economía. Trabajaba mientras estudiaba. Unos años antes de su secuestro y desaparición se había tenido que ir de Mar del Plata por cuestiones políticas, la triple A era un riesgo muy grande. Mi hermano decide irse y abandonar los estudios. Dejó una clase media alta que estaba disfrutando, se hizo trabajador. Luego trabajó como albañil, hizo curso de tornería, soldador. Trabajó recogiendo residuos patológicos”, narró.
“Fanti”
“A fines de marzo me llamó un hombre del Partido, amigo de Marcos, como le llamaban a mi hermano, se apellidaba Lasarti. Viene a mi casa y me cuenta que había sido detenido con dos compañeros más. Era una persona que había presentado mi hermano tiempo atrás con el sobrenombre ‘Fanti’. Vino a mi casa. En esa conversación ‘Fanti’ fue el que por primera vez nos hizo dar cuenta de qué significaba la diferencia entre desaparecido y detenido. Él nos recomendó comunicarnos con organismos internacionales de derechos humanos, con embajadas. Dejamos a mi madre en casa y fuimos a caminar, me dijo que tenía algunas pertenencias de mi hermano, que me las quería entregar, pero nunca lo volví a ver. Creo que tuvo el mismo destino de mi hermano, lo desaparecieron”, relató. “Mi madre se contactó con familiares de desaparecidos entre los años ´77 al ´81. Recibimos mucha información, información extra oficial, porque la intercambiábamos entre los que estábamos en la misma situación”.
Brasil
“En el ´79 mi madre se entera de que había una joven a la que habían liberado de la ESMA el 10 de abril de 1979. Sobre esta joven, cuyo nombre no recuerdo, le comentan que lo había visto a mi hermano, que había estado con él. Consigue también la dirección de ella. En enero de 1980 viajo yo y la ubico en la ciudad de San Pablo. Estaba presente su compañero, a quien yo había visto en Mar del Plata. Me cuenta que lo vio a mi hermano y escuchó una conversación en la que decían que había sido detenido en un enfrentamiento y había sido herido en el estómago. Cuando se presenta el médico, le dijo: ‘Doctor, si me van a matar quiero que me fusilen’. Y el médico le dijo: ‘¿Cómo te vamos a matar si te estamos curando?’”, contó Jeckel.
La carta
“En el ´81 recibimos una carta dirigida a un tal Juan y firmaba ‘Negra’. Al parecer se trataba de Juan Ernesto Méndez, quien trabajaba en derechos humanos, y en esa carta, esta persona que firma como ‘Negra’, hace referencia a mi hermano. Esta carta, tengo entendido, fue escrita en Suecia. Tampoco lo puedo confirmar. Ha venido en un libro, en una documentación que no tenía nada que ver con esta carta.
Esta persona que hace el relato menciona que ha sido profesora de mi hermano, que lo conocía de allí. Se refería a mi hermano como ‘Facundo’. Ella primero estuvo en Coordinación Federal y luego la trasladan a la ESMA. Relata que lo estaban acompañando a mi hermano al baño, estaba en una cucheta, aunque con los ojos vendados se ingenia para descubrirse parcialmente y ver a mi hermano, se reconocen, se dan un beso.
Después no ve más a mi hermano. Encuentra un papel en el que lee un mensaje que dice: ‘No confíes en nadie, solo en Kika’. Ella pregunta quién dejó ese mensaje. Ella preguntó sobre el destino de mi hermano, le dicen que lo iban a hacer un buen buzo. Escuchó cómo lo interrogaban a mi hermano y que mi hermano no había colaborado con los Marinos de la ESMA. No volvió a saber más de él. Lo último que supo es acerca de este traslado. Posterior a esto recibimos un documento escrito por mujeres detenidas-desaparecidas en la ESMA y que se habían tomado un gran trabajo. Reconocí un nombre y por las fechas, muy probablemente, se estaban refiriendo a mi hermano. Coincidía en que había sido trasladado. En esa época no se hacía referencia a los vuelos muerte, como después. Asumo ese destino de mi hermano. Unos días después de la detención de Rolando, él se encuentra con su compañera Edith, que también desaparece y va a la ESMA. Ambos son trasladados juntos”, narró.
Los llamados
Jeckel contó que a su hermano lo dejaron llamar por teléfono tres veces en marzo de 1977: “Fueron llamadas muy breves. Puedo darle mi punto de vista personal. Creo que el hecho de dejar llamar a detenidos-desaparecidos por teléfono significaba, por parte de los Marinos, un control grande de la situación y para el detenido una gran susceptibilidad de que la familia quedara involucrada. Estos tres llamados fueron a la casa de mi tía, Elena Nayar de Mussin, ya fallecida”.
La persecución previa
“El tema de la persecución e intentar dar con el paradero de mi hermano se produjo años antes de su desaparición. Recibimos cartas intimidatorias por parte de grupos de ultra derecha. La última carta fue en diciembre de 1984. Esta carta está dirigida a ‘Un familiar de un terrorista muerto’. El Grupo Cóndor, Escuadra 133, nos amenazaba. También lo hacía la Escuela de Infantería de Marina de Mar del Plata. Y la Policía se llevó a mi madre en una oportunidad detenida, la tuvieron incomunicada durante un día, sin saber por qué. Llegué a casa, en la calle Rawson, en Mar del Plata, y encontré todo tirado. Conservo la última carta que recibí, ya en democracia, de grupos de ultra derecha”, declaró Jeckel.
La búsqueda
“Presentamos hábeas corpus, más allá de que al principio no teníamos ninguna respuesta, hacíamos un bombardeo de hábeas corpus para que los militares sepan que los familiares estábamos presentes. Como somos descendientes de alemanes, me reuní en la Embajada alemana con unas personas de alto rango, nos dijeron que acá había un problema particular con la Armada. Presentamos solicitadas un grupo de alemanes, en los organismos de derechos humanos. Mi madre, Olga Nayar de Jeckel, firmaba los hábeas corpus. Los grupos de familiares nos contactamos con gente de la Iglesia Católica, algunos nos ayudaban otros no”, contó el testigo.
Para finalizar, sostuvo que: “El 24 de marzo del ´76 las Fuerzas Armadas tomaron el gobierno por la fuerza y reemplazaron la Carta Magna por unos estatutos, pusieron todos los recursos económicos y materiales no sólo para aniquilar sistemáticamente a personas comprometidas militantes y opositores. Como ciudadano me gustaría decir que considero que la desaparición forzada de personas es un crimen cuyo juzgamiento tiene que seguir hasta las últimas consecuencias. La desaparición de bebés es un crimen terrible. Han ocurrido numerosas desapariciones de recién nacidos. No se puede considerar obediencia debida de un piloto que conduce un avión y arroja personas semiconscientes al aire. Ese no es el legado sanmartiniano o de Belgrano. Los médicos que atendían personas secuestradas y sabiendo cuál era su destino y en algunos casos monitoreando proceso de tortura, no han cumplido juramento hipocrático. Cuando desapareció mi hermano, hasta los años ´80, se hablaba mucho acerca de que en el Sótano de la ESMA existía algo así como una especie de inmobiliaria en la cual se forzaba a firmar documentos, se apoderaba cosas materiales; no puede ser que eso se considere un botín de guerra y esos robos queden impunes. Mi reclamo es que se haga justicia por todas estas cosas. Que pasen otros 30 años, pero esto no puede tener un punto final de ninguna manera”.
Guillermo Raúl Díaz Lestrem (caso 472)
Era abogado de detenidos políticos. Fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en la noche del 20 de octubre de 1978, por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2.
Posteriormente, fue llevado a la ESMA, donde permaneció clandestinamente detenido-desaparecido bajo condiciones inhumanas de vida. El 30 de noviembre de ese año, salió del centro clandestino de detención. Su cadáver fue hallado al día siguiente, en la Plaza Falucho, frente al asentamiento del Cuerpo de Ejército, en el barrio de Palermo de la Ciudad de Buenos Aires.
“Le gustaba ponerse a leer, mirar tele, charlar con nosotros”
Haydée Matorras era la compañera de Guillermo Díaz Lestrem: “Me casé y viví con él hasta el día de su desaparición. Lo secuestraron saliendo del Estudio donde trabajaba, en la calle Montevideo al 500, fue un viernes tipo 19 horas. Tenía mis dudas, no creía que se lo había llevado ninguna Fuerza militar organizada, pensé que se lo habían llevado grupos parapoliciales, porque ese mismo año él sabía que lo estaban buscando. Fue a Tribunales para ponerse a disposición y saber si lo estaban buscando, le dijeron que no.
Entonces regresó a mi casa y cuando desapareció me costó creerlo. Él ya había sido apresado anteriormente y decía: ‘Si tuve alguna culpa, ya la pagué’. Mi marido ya había estado detenido antes, con el tercer decreto de la Junta Militar fue dejado cesante y después fueron a buscarlo. Estuvo en Villa Devoto y después lo trasladaron a Sierra Chica, desde marzo de 1976 a abril del ´77. Andaba tranquilo en la vida. Era un excelente padre de familia. Venía a casa, le gustaba ponerse a leer, mirar tele, charlar con nosotros. Siempre reunidos a la hora de la comida: no podía faltar ninguno”.
El asesinato
El 2 de diciembre Matorras se entera en el cumpleaños de una amiga, muy relacionada con el Poder Judicial, que habían encontrado el cadáver: “La habían llamado a ella para decirle que habían encontrado su cadáver el 30 de noviembre. Lo habían tirado bajo un puente, cerca del club Gimnasia y Esgrima, la sede de Figueroa Alcorta. Salió la noticia en los diario,s que decía que se había encontrado el cadáver de un ex defensor oficial. Dijeron que se había muerto de un paro. Entonces su hermano Marcelo, que era médico y falleció hace dos años, dijo que de ninguna manera podía haber muerto de eso, dado cómo se encontró el cuerpo. Le hicieron los exámenes, pero nunca supe los resultados. Mi marido me quería aislar de todos los problemas que podía haber, creo que por eso no me avisaron a mí. Fuimos a reconocer el cadáver en la morgue judicial”, contó la testigo.
Las amenazas
“Me entere después de que en el Estudio recibía las amenazas”, declaró Matorras. “No me olvido de que estando yo en el Estudio Ventura Mayoral, cuando fui una vez a buscar contención por parte de sus compañeros de trabajo, cayó una persona que mi marido estaba defendiendo, Leonardo Brunstein, y dijo: ‘¿Cómo le hicieron esto al ‘Chino’? Si sólo querían darle un susto’. Es decir, cómo lo habían matado, le habían prometido que no lo iban a matar. Yo no le pude preguntar en ese momento, porque soy de reacciones bastante lentas. Con el tiempo me encontré con la mujer de este señor y le pregunté, me dijo que no sabía nada. Lo que sé es que esta persona iba a trabajar al lugar donde yo trabajaba y pidió el pase”.
La ESMA
“Estuvo en la ESMA. Eso lo supe porque cuando él falleció me fui a Costa Rica. En la casa de unos exiliados políticos argentinos alguien había llevado un libro donde estaban las declaraciones de las mujeres en el exterior y ahí es donde yo me enteró que mi marido había estado en la ESMA. Después, por todas las declaraciones de los testigos en la CONADEP. Sé que había sido torturado terriblemente. Él después se despidió de algunas personas diciendo que se iba. Se iba a la muerte. Al momento de su secuestro tenía 42años y le decían ‘El Chino’, era agradable, muy culto, bellísima persona. Fue defensor oficial de presos políticos”, contó.
Susana, Nelly y Wenceslao
La testigo respondió sobre la información que conoce acerca de algunas víctimas:
Susana Caride (caso 211): “Era la secretaria del estudio donde trabajaba mi marido, sé que estuvo detenida en la ESMA”.
Nelly Ortiz Bayo (caso 799): “Fue la esposa anterior de mi marido. Aparte fue una amiga mía. Realmente era una mujer extraordinaria. Una mujer súper inteligente. Ella no confió nada de su vida privada a nadie más que a mí. Ella estaba en la clandestinidad, se había cambiado de domicilio y yo era la única que la visitaba en su domicilio. Todas las semanas nos veíamos. Una mujer con la que realmente nos unió el cariño, porque jamás intentó hacer uso de su inteligencia para hacerme partícipe de sus ideas y que pensará como ella. Ella sabía cómo pensaba y jamás fue un impedimento para nuestra amistad. Cuando la conocí era fiscal y cuando vino el Golpe ella se fue. Para esa época tenía 46 años. No sé lo que le pasó, de oído sé que fue detenida en una cita cerca del Hospital Italiano. El día que desapareció, su hijo Martín vino a decirme, fue el 16 octubre del ´76, porque ella le había dicho: ‘Si me pasa algo, andá a ver a Haydée’. Me vino a ver porque iba a vivir conmigo. Nelly militaba en Montoneros”.
Wenceslao Eduardo Alaniz Caballero (caso 839): “Yo lo conocí en la casa de Guillermo y Nelly cuando estaban en pareja. Era un chico muy agradable. Buena persona. Más en profundidad lo trató mi hijo mayor, si bien ideológicamente estaban en las antípodas, se querían mucho. A Wenceslao lo mataron. Me llamó su mujer para decirme que había fallecido en un enfrentamiento. Creo que fue antes de la desaparición de Guillermo. Wenceslao trabajaba en Tribunales y era de Montoneros”.
El caso de Daniel Woistschach (865)
Los casos de Franco Gallo (430), Rubén Ángel Álvarez (862), Gustavo Gumersindo Montiel (864), Paulina Beatriz Miglio (691) y Daniel Woistschach (865): fueron privados ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, junto a Antonio Bustos y Oscar Álvarez -quienes fueron luego liberados-, aproximadamente a las 17:00 horas del 19 de septiembre de 1977, en el marco de un operativo realizado por un grupo de personas vestidas de civil y armadas, en la vivienda ubicada en la calle Bergallo 1275, del Partido bonaerense de San Isidro.
Posteriormente, fueron trasladados a la ESMA, donde se los mantuvo clandestinamente detenidos-desaparecidos y fueron atormentados mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida. Las víctimas están desaparecidas.
Fidel Ernesto Woitschach
Respecto del secuestro de sus padres el 19 septiembre del ´77, Fidel dijo que “se los llevan de Avenida Avellaneda y Sucre, en Lomas de San Isidro, fue en la esquina de mi casa. Yo me quedé con una señora llamada Lucía Antonia Laviglia, quien hace la denuncia, y con ella estuve un tiempo. Mi tío Alejandro me recuperó seis meses después por intermedio de la justicia. Se enteró por vecinos que se los habían llevado. Después, buscando por vecinos, trató de ubicar dónde estaba y mediante un juicio me pudo recuperar.
Tenía dos años en esa época. Yo me crié con mis tíos hasta que cumplí la mayoría de edad. Después supe por diarios e internet que estuvieron en la ESMA. Tengo dos hermanas mayores. Una va a cumplir ahora 60 y otra 54, Rita y Alejandrina. Ellas me contaron que estuvieron secuestradas un mes, pero que no hicieron la denuncia por miedo. La casa donde vivíamos fue allanada. Conocí a Alfredo Ayala, conocido como ‘Mantecol’, él vio a mi madre, Paulina Beatriz Miglio, en la ESMA. También al ‘Bichi’. Eran compañeros de mi padre, se conocían del barrio”.
Lewin, Miriam
Como Miriam Lewin ya declaró en la causa anterior de ESMA, se le solicitó que ampliara su testimonio sobre algunos datos y que aportara cualquier información nueva que tuviera relación con las causas actuales.
El caso de Miriam Liliana Lewin (446)
Miriam Liliana Lewin, militante de la Juventud Universitaria Peronista a quien apodaban “Michi” o “Gringa”, fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, por un grupo armado de personas vestidas de civil, el 17 de mayo de 1977, aproximadamente a las 17:30 horas, en la intersección de las Avenidas del Trabajo y General Paz, de la Ciudad de Buenos Aires, frente a la planta de la empresa “Jabón Federal”. Luego, fue llevada al centro clandestino de detención ubicado en la calle Virrey Ceballos 632 de la Ciudad de Buenos Aires, dependiente de la Fuerza Aérea, donde permaneció privada de su libertad bajo condiciones inhumanas de vida. El 26 de marzo de 1978 fue conducida a la ESMA, donde permaneció clandestinamente detenida-desaparecida bajo condiciones inhumanas de vida. Durante su cautiverio, Lewin fue obligada a realizar distintos trabajos a favor de sus captores, sin percibir ninguna remuneración a cambio. Primero, en el sector conocido como “la huevera”, que estaba en los sótanos del edificio, donde efectuaba traducciones de diversos periódicos extranjeros (algo a lo que también fueron sometidos otros detenidos-desaparecidos). Posteriormente, en enero de 1979, se le concedió la libertad vigilada, ocasión en la que se le obligó a alquilar un departamento y cumplir un trabajo de resumir publicaciones periodísticas en una casa establecida en la calle Zapiola y Jaramillo, de la Capital Federal. De este lugar fue llevada a realizar tareas en una oficina de la calle Cerrito para la proyección política del Almirante Massera, ya retirado como Comandante en Jefe de la Armada. Por último, hasta su libertad definitiva, pasó a desempeñarse en el Ministerio de Bienestar Social. Finalmente, obtuvo la libertad definitiva en abril de 1981, cuando le suministraron documentos falsos para que saliera del país y viajó a la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos.
El secuestro
“Me secuestraron aproximadamente a las 5/5:30 horas de la tarde. Venía de trabajar en una fábrica de muebles. Cuando estaba esperando colectivo en la parada 28 para ir a Liniers, me taclearon. Me llevaron primero a la Comisaría 44, creo, después a un centro clandestino que queda en Virrey Cevallos al 600, a dos cuadras del Departamento Central de Policía, y ahí permanecí diez meses y medio, hasta fines de marzo.
Aproximadamente el 27 marzo de 1978 me trasladaron en el baúl de un auto a la ESMA. Allí permanecí en calidad de detenida-desaparecida hasta el 10 enero de 1979. Después pasé a una situación de libertad vigilada, estaba en un lugar controlado por ellos. Me hicieron trabajar en las oficinas de (Emilio Eduardo) Massera, en la calle Cerrito; en el Ministerio de Bienestar Social; en la casa de los padres (Jorge Carlos) Rádice, en Zapiola y Jaramillo, en Núñez. Pedí autorización para salir del país, me la negaron porque decían que habían perdido mi pasaporte. A principios del ´81 me dan autorización a mí y al que era mi marido, Carlos García”, relató Lewin.
Fuerza Aérea
“Pasé varios meses en Virrey Cevallos. Un día, un responsable del centro me vino a hablar y me dijo que me iban a tener que trasladar porque ese lugar iba a ser demolido. Me dijeron que me iban a llevar a otro lugar donde el régimen era distinto y que iba a empezar un proceso de recuperación. Ellos se identificaron como Fuerza Aérea. Cuando me llevaron al primer piso a lavar los platos, ahí vi una vajilla con el logo de la Fuerza Aérea. Empezaron a decirme: ‘Decí quiénes somos nosotros. Nosotros somos de la CIA’, me decían. Yo me sentía desconcertada. Y cuando llego a la ESMA, cuando me trasladan allí, lo primero que me dicen mis compañeros de cautiverio es: ‘Vos sos la chica de la Fuerza Aérea. Sí, sos de Fuerza Aérea, nosotros los conocemos porque siempre vienen aquí’. Vinieron a visitarme, a preguntarme cómo estaba, si estaba bien. Habían tenido contacto con mi familia. Estaba Pilar Calveiro (caso 272) en la ESMA, que venía de Mansión Seré. Ella me manifestó que sabía que venía de Mansión Seré y lo pudo corroborar. Lila Pastoriza (caso 318) comenta que había un cuartito en Capuchita, a la que nunca accedí, relata que en una época en Capuchita había una especie de cubículo donde la Fuerza Aérea llevaba a sus secuestrados y los torturaba.
Hubo un episodio en el que se murió un muchacho en la tortura y ella y Pilar Calveiro entraron al lugar para desarmarlo, porque a partir de ahí no se les permitía más usar para tortura”, dijo.
Patricia Roisinblit Pérez Rojo
“Otra secuestrada que venía de la Fuerza Aérea era Patricia Roisinblit Pérez Rojo (caso 483). A ella la traen a la ESMA y me comunica que su marido, que yo conocía como ‘Matías’, de la militancia de Zona Oeste, estaba secuestrado en una especie de quinta antigua colonial en un dormitorio que identificaba como de la Fuerza Aérea. Cuando trato de convencer a (Raúl Enrique) Scheller de que Patricia se quede en la ESMA, ella se resistía, porque quería volver con su marido. ‘Mariano’ dijo que no era posible, porque era una secuestrada de la Fuerza Aérea. El parto fue en la ESMA, lo atendió (Jorge Luis) Magnacco, en Enfermería.
Patricia le puso Rodolfo. Ese bebé apareció en manos de un agente civil Inteligencia de la Fuerza Aérea.”, relató, en referencia a Guillermo Pérez Roisinblit, quien recuperó su identidad.
Los Pedros
Lewin contó que eran “parte del mantenimiento del centro clandestino. Los prisioneros en Capucha necesitábamos ser trasladados a distintos lugares, los que estaban en las cuchetas postrados tenían que ser llevados al baño, la comida tenía que ser distribuida, también se ocupaban del orden para los miércoles, los días de traslado. ‘Los Pedros’ tenían injerencia en todos estos movimientos. ‘Los Pedros’ eran ‘Los Verdes’, alumnos de la escuela de 17, 18, 19 años, asignados a la función de guardias dentro del centro clandestino. Participé en el reconocimiento fotográfico y reconocí a ‘Pedro Bolita’ (Carlos Galián), después había otros ‘Pedros’. Un ‘Pedro la Bruja’, otro ‘Pedro Morrón’ (Víctor Francisco Cardo)”.
Misas
Lewin sostuvo que también supo “que se dieron varias misas. Yo no asistí a ninguna. Una al principio del ´77. No sé si alguna alrededor de Navidad. Yo me crucé con una sotana mientras me estaban bajando al Sótano con el antifaz levantado. Tenía una sotana y una faja color bordó. Las misas creo que se daban en el Sótano. Reitero que no asistí a ninguna, sólo lo sé por referencia”.
Represores
La sobreviviente respondió que sabe sobre los siguientes acusados:
Los médicos: “En general estaban en el Sótano, en la zona aledaña a la Enfermería. Hubo un caso en que Jorgelina Ramus (caso 197) nos convocó a una revisación ginecológica en el Sótano. A veces usaban guardapolvo y estaban bien vestidos, de manera ‘sport’, pero bastante formal. El médico que dejó una impronta fuerte en mí fue el que atendió el parto de Patricia Roisinblit, que fue Magnacco. No lo voy a poder olvidar. Después había otros médicos a los que les decíamos ‘Tomy’. Uno se llamaba (Carlos Octavio) Capdevila, otro Arias Duval, recuerdo que le decíamos ‘Manzanita’, otro Spatoco que venía del Hospital Naval, creo que era neumonólogo”.
El ‘Gordo Tomás’: “Era activo en área operativa. Se movía entre El Dorado, entrando a la izquierda de El Dorado estaba Operaciones y a la derecha Inteligencia. Si no seguía y se iba a ‘Los Jorges’, donde tenía su oficina (Jorge Eduardo) ‘El Tigre’ Acosta. A veces nos cruzábamos en la escalera. Lo veía en el Sótano, principalmente”.
‘Hormiga’: “Lo recuerdo muy bien porque conducía el auto en una de las primeras visitas familiares. Hubo un choque en Bullrich y Santa Fe. Yo rompí el parabrisas con la cabeza y estaba muy ensangrentada, atrás había un auto creo que con ‘Federico’ y (Adolfo Miguel) Donda, que iban a hacer un operativo. Cuando tuvimos el accidente se acerca un chico que dijo ser de quinto año de Medicina. Lo asusta con un arma. Me vuelven a llevar a la ESMA, donde me sutura, creo que Capdevilla. Era uno de los que venía al Sótano bastante seguido a hablar con nosotros, era aficionado de la fotografía”.
‘Lobo’ (Juan Carlos Fotea): “Paraba en el Sótano, lo vinculo con el sector Operativo, no en Inteligencia”.
‘Fibra’ (Francisco Lucio Rioja): “Era un oficial cuyo apellido era Rioja, era uno de los oficiales del Grupo de Tareas, se decía que era uno de los más duros torturando, junto con (Antonio) Pernías y (Francis William) Whamond”.
‘Teniente Vaca’: “Se decía que era un civil que colaboraba voluntariamente. Después tuve la oportunidad de conocerlo, cuando me presento a declarar, estaba como defensor. Parecía fuera de sus cabales”.
‘Jirafa’: “Era (Hugo Enrique) Damario. Por referencia sabía que había participado de operativos internacionales para capturar gente y contrarrestar la campaña de Argentina en el exterior”.
Adolfo Scilingo: “Otros secuestrados lo ven en el sector automotores. Él lo relata en su libro. Da los nombres de ‘Vaca’, (Carlos Eduardo) Daviou y no recuerdo, creo que dijo que (Jorge) Vildoza estaba a cargo de organizar los vuelos. Vildoza fue aviador de Electra o Skyvan durante la Guerra de Malvinas. Eso figura en historia pública guerra”.
Víctimas
Luego, Lewin habló sobre algunas víctimas de la ESMA:
Mirta Edith Trajtenberg (caso 404): “Le decían Angelita. Yo no recuerdo si fue exactamente ‘Mariano’ (Raúl Enrique Scheller) el que me dijo de entrar a hablar con ella. Estaba en un cuarto del Sótano. Tenía cicatrices en las muñecas y el cuello. Me dijeron que se había querido matar, jovencita, menudita, pálida, medio rubiona. Estaba muy mal, casi no habló conmigo. Venía de otro centro clandestino donde me dijo que estaba su pareja. No la volví a ver. Cuando hablé con ‘Mariano’ de ella me dijo que no se podía quedar, que tenía dominio otra Fuerza, que estaba en préstamo o algo por el estilo”.
Dagmar Ingrid Hagelin (caso 212): “‘La suequita’, era uno de los casos que más se comentaban, junto con el de Norma Arrostito (caso 149), las monjas francesas, la familia Tarnopolsky (casos 53, 54, 55, 56 y 57). Aparentemente, a Dagmar, que tenía 17 años, la habían confundido con María Antonia Berger, la habían herido y la habían matado porque había quedado mal. El que había disparado era (Alfredo Ignacio) Astiz”.
Ana María Ponce de Fernández (caso 327): “‘Loli’, el caso fue desgarrador para los compañeros, porque cuando uno se incorporaba a trabajar en el trabajo esclavo se suponía que había un atisbo de esperanza para permanecer con vida. Se comentó que a ella estando trabajando se la llevaron igual.”.
Eduardo Suárez (caso 63): “‘El Negro’ era mi profesor de Periodismo, cuando yo tenía 16 ó 17 años. Era el delegado de ‘El Cronista Comercial’ y militaba en Montoneros y era activista sindical. Me enteré bastante después de que él había pasado por la ESMA. Mi novio y yo teníamos una cita con él la semana que él cayó y él no la cantó. Después de un tiempo Alfredo Buzzalino (caso 38) me dijo que había caído y que lo tuvieron que matar porque era un duro. Tenía 26 ó 27 años”.
Daniel Oviedo (caso 493): “Él estuvo en la ESMA a fines del ´78, principios del ´79. Le decían ‘Danielo’, creo. Me lo crucé pocas veces porque era la época en que nosotros ya nos estábamos por ir de la ESMA”.
Miguel Francisco Villarreal (caso 454): “Le decían ‘Cielito’. Estuve presente el día en que intentaron secuestrarlo. A las secuestradas nos tocaba salir para disimular operativos. Era la confitería ‘El Foro’, a la tarde, me sentaron en una mesa, de espalda a una puerta que daba a Corrientes, mucha gente de la ESMA, hubo un grito, me agarran, me meten en el auto. Y por un wakie talkie decían: ‘El hijo de puta se tomó la pastilla’. Después me enteré de que se tomó la pastilla en el andén de la estación de subte Uruguay”.
Los partos
“El parto al que yo asistí, al final del parto, porque al principio estuvieron (caso 282, Sara Solarz de) Osatinsky y (caso 457, Amalia María) Larralde, fue el de Patricia Roisinblit en la camilla del Sótano con la presencia del médico y dos secuestradas. Sé que alguna secuestrada había sido llevada al Hospital Naval a dar a luz. Había una pieza de embarazadas en el pasillo que llevaba de Capucha al Pañol y después la Pecera. Era una habitación amplia, no a todas las secuestradas les permitían entrar. A mí me permitieron estar en contacto con Patricia Roisinblit porque Patricia era la mujer de un compañero de militancia, de ‘Matías’ Pérez Rojo (José Manuel Pérez Rojo, caso 878), nos reencontramos ahí. Nos conocíamos de antes. La última vez que la vi fue el día del parto, sé que la vieron después. Después se llevaron al bebé y a ella no la vimos más. Vi a Liliana (Carmen) Pereira (caso 399), la reconocí cuando salí en libertad. También vi a Alicia (Elena) Alfonsín de Cabandié (caso 435). La vi caminando por el pasillo hacia el baño con el antifaz levantado, le dije: ‘¿Cómo le vas a poner?’. Me dijo: ‘Le voy a poner Juan’. Después supe de otra embarazada, pero nunca pude hablar con ella. Se comenta que en el Hospital Naval había una lista de Marinos que no podían tener hijos. Yo nunca me imaginé que pudiera existir una mente con un nivel de perversión tal de tomar un bebé como botín de guerra, de hacerle escribir una carta sobre cómo tenían que criar a sus hijos y regalarlo. Hacerla participar del armado del ajuar y después matarla. Ni en la peor pesadilla podía imaginar perversión semejante”, relató Lewin.
Los delitos sexuales
“Para nosotros la primera situación de vulnerabilidad, creo que mayor para los varones, era la desnudez. El hecho de ser desnudado cuando se llegaba al lugar. Nos ocurría a todas ser manoseadas, ser torturadas con la picana en la vagina, en los pechos, escuchar decir qué buena o no que estás, tener que bañarte delante de todos, y otras veces vendada, defecar frente a los represores. Todo eso es lo primero, pero lo más perverso que creo que ocurrió, pero recién después de muchos años se está reflexionando sobre eso, es que todas fuimos víctimas de abusos sexuales y violadas. Yo recuerdo cuando Jorgelina Ramus (caso 197) vino al camarote a hablar con otra secuestrada y dijo: ‘(Juan Carlos) Rolón me violó’. Y dijimos: ‘¿Cómo que te violó?’. ‘Estábamos en un auto, me dijo que no, después entró en un hotel alojamiento y me violó’. ‘¿Cómo te violó? ¿Te puso una pistola en la cabeza?’. A ella le habían matado a su compañero, antes a su hermano y a su suegra. Desde dónde iba a negarse. Después un montón de situaciones donde hubo violaciones, acosos. Hay muchas compañeras que no tienen la claridad para denunciarla. A Graciela (Beatriz) García (caso 101) el ‘Tigre’ Acosta la encerraba en un departamento. Ella quedaba ahí a la espera que fueran a abusar de ella. Empecé a entender la mecánica cuando empecé a estudiar lo que era abuso sexual. Había asimetría de poder, estábamos en permanente situación de asimetría. Cuando la persona está aislada, débil y siente que tiene que pagar por algo que le dieron, entonces el abusador avanza y eso le genera a la víctima la sensación de culpa y no puede denunciar, no hay una violación con la fuerza física, sino que en este caso tiene ver con una vulneración, que genera culpa. Pero la víctima nunca es la culpable. Lo mismo es decir que a esta chica la violaron porque la pollera es demasiado corta. Fue la asimetría de poder dentro de la ESMA lo que produjo esta sensación”, declaró.
La investigación sobre los aviones de los vuelos de la muerte
A Lewin le preguntaron por su informe sobre los aviones que se usaron para los vuelos de la muerte. “En el año 2008, en una charla con un fotógrafo italiano, me pregunta qué habrá sido de los aviones que hicieron vuelos de la muerte. Me sorprendí y dije: `nunca me había puesto a pensar en esto´. Empecé a rastrear qué había sido de esos vuelos de los que hablaba (Adolfo) Scillingo. Después de mucho tiempo identificamos los aviones. Cuando enviamos a un periodista free-lance a filmar uno de los aviones de Fort Lauderdale aparecieron planillas con nombres de pilotos: planillas con todos los vuelos que hizo el avión y a mí se me ocurrió filmar las del ´76. Se presentó en la justicia. La investigación se emitió por Canal 13 los días 17 y 18 febrero del 2010 y se presentó una copia al Juzgado. Tiene cuestiones técnicas que explican por qué los vuelos de las planillas son irregulares y coinciden con las planillas de los vuelos muerte. Ahí consta el origen de vuelo, duración, fecha y nombre del piloto. Tenía una o dos firmas. Después, cuando esas planillas se le entregaron al juez (Sergio) Torres, él solicitó que se requirieran al exterior estos documentos. La matrícula del avión, cuando se vende, se cambia. Habíamos encontrado un Skyvan en Luxemburgo en manos de una compañía que brindaba servicio a Fuerzas Armadas británicas y después habíamos detectado Electras. Pero este avión es el único Skyvan que todavía está activo. Nos interesaba para la filmación especialmente por la apertura de las puertas. Se podía abrir la puerta en vuelo, arrojar carga. Recientemente hay nuevo material gráfico producido, porque el fotógrafo que viajó a Fort Lauderdale y entró al avión. Tiene más fotos, dice que es imposible que el piloto no haya visto qué pasaba en la parte trasera y hay una placa al lado puerta que dice que no puede traccionarse ni abrirse sin conocimiento del comandante. Cuando publicamos esa investigación hubo mucha resistencia de la Armada de proveer planilla del Electra, decían que estaba destruido. Un Electra iba a ser vendido. Entonces las planillas tenían que estar. Una normativa interna de agosto de 2003 autorizaba a destruir la documentación después de tres años de su emisión. Gente que entendía de aeronáutica nos decía que eso no era posible, nadie podía comprar un avión sin tener planillas en las manos, se nos dijo que era como el ADN del avión y tenía que ser siempre parte del avión cuando se compraba y se vendía. Como historia de vida técnica del avión, nadie lo iba a comprar si no tenía el historial. Cuando entregamos esa investigación a la justicia, la justicia avanzó con la obtención de prueba. Se analizó cada uno de los vuelos. Sobre todo los de los miércoles. Sí recuerdo que los nombres (Alejandro Domingo) D’agostino, (Mario Daniel) Arrú y Enrique José de Saint Georges surgen en la planilla de Prefectura para ese vuelo”, relató la testigo.
Causa “Robo de bienes”
“Era una práctica recurrente el robo de las casas que allanaban ilegalmente”, dijo Lewin. “En el centro clandestino de la Fuerza Aérea encontré colgado el acolchado de mi casa. Cuando llegué a la ESMA, en el Pañol había algunos muebles. Mis compañeros de cautiverio referían que en el lugar había muebles y electrodomésticos de todo tipo. De hecho, en la Pecera recuerdo que se decía que el juego del living se lo habían robado de la casa de Ana María Martí (caso 245). Lo mismo los libros, todos robados en procedimientos. Sé también, por ejemplo, que me refirió mi ex esposo, Carlos García, que habían ido a las imprentas a elegir las maquinarias que iban a robar. En general, la conducta ética del grupo de tareas era pésima, de extrema corrupción, estafaban a la propia Armada. Hacían imprimir facturas de viaje al exterior, fraguaban facturas con gastos. El arquitecto del aparato financiero de la ESMA era (Jorge) Rádice, llamado ‘Ruger’, que se apropió de varios departamentos pertenecientes a secuestrados. Supe por una compañera, y lo declaré en la causa Chacras de Coria, que le habían sacado uno o dos departamentos y un auto a Nilda Actis (Nilda Noemí Actis Goretta, caso 453). Ellos secuestraban gente que no tenían que ver con actividad política por sus bienes. Por ejemplo, un ex marido que quería que su ex mujer le firmara la cesión de su propiedad. Sé también que la madre de Ricardo Coquet (caso 240) era coaccionada para firmar, le decían que si no lo hacía le traían una oreja de su hijo. La familia no tenía espacio para hacer cualquier cosa, no había posibilidad de negarse, porque era como firmar la sentencia de muerte a sus familiares. La misma ‘Munú’ Actis, en el área de fotografía del Sótano, participaba de la falsificación de documentos para operaciones ilegales fuera del país y para operaciones inmobiliarias. En la zona de Belgrano, en la calle Ciudad de la Paz, había un lugar donde participó Actis de lo que llamaban la `inmobiliaria´. Le robaban a los secuestrados. También había en la zona de Florida otra casa que se utilizaba como base para otras reparaciones. Supe por otros secuestrados, como Alfredo Ayala (caso 368), ‘Mantecol’, que lo llevaban a trabajar, recuerdo un departamento en calle Yatay, tremendamente baleado, lo estaban preparando para revenderlo. Cuando trabajaba en ‘Punto.doc’ en el 2004 hicimos una investigación sobre la ‘Inmobiliaria del terror’, donde se probaba el operativo que ellos hacían. No lo trasladaban a sus manos, sino que lo hacían pasando por varias manos, como ir lavando las propiedades”, contó.
La testigo también declaró que “Rádice puso a disposición la casa de sus padres, que quedaba en Zapiola y Jaramillo, para el Grupo de Tareas. Ahí habían trasladado todos los archivos que no querían dejar en mano (Armando) Lambruschini. Trasladé documentación el 23 enero de 1978. Recortes, archivos. Todo tipo de documentación que se utilizaba para el trabajo de Pecera. Si había algún tipo de documentación más reservada, no tenía acceso. Supongo que el ‘Tigre’ Acosta lo ordenó, que tenía a su cargo esa tarea y afinidad con Massera. Ahí fueron varios secuestrados: Buzzalino, (Antonio Nelson) Latorre (caso 278), a veces Mercedes Carazo (caso 113), vigilados por Acosta, que decía que se ocupaba de supervisar todas esas maniobras y reparación que tenían que ver con muebles de los secuestrados. Esto estaba sucediendo en el año 1979. ‘Munu’ se fue del país, yo no recuerdo si a principio del ´79 o por ahí y a partir de ahí dejé de tener conocimiento. Por mi trabajo periodístico, supe de Whamond y el hijo de Massera tenían una participación bastante activa”.
“A mis padres les dijeron que no podía vivir más sola e hicieron que ellos alquilaran un departamento donde ellos podían pasar, por ejemplo, Astiz pasaba y me tocaba el timbre o Acosta pasaba para salir a cenar. En todos los demás casos debe haber sido igual. A Ana Testa (Ana María Isabel Testa, caso 570), cuando (Ricardo Miguel) Cavallo la llevaba a San Jorge se instalaba en la casa y la familia no podía hacer otra cosa que complacerlo. De la misma manera, supongo que muchos otros familiares de secuestrados habrán firmado la cesión de propiedad, por ue qué es una propiedad al lado de la vida de un hijo”, agregó.
Libertad vigilada
Lewin explicó que la “libertad vigilada” significaba que “no podíamos vivir en un lugar que ellos no conocieran. Ellos habían manifestado a mis padres que si seguía viviendo con ellos me podían matar. Me obligaban a trabajar, al principio no me habían dado los documentos, me forzaron a trabajar en la oficina de Massera, en el área de Prensa, antes de eso en la casa del padre de Rádice, haciendo traducciones, síntesis de prensa. No tenía libertad para tener el trabajo que quisiera, ni vivir en la casa que quisiera. Cuando nos casamos con Carlos García tuvimos que pedir permiso a ‘Abdala’ (Luis D’Imperio). Cuando quedé embarazada fui a hablar con ‘Abdala’ para decirle que quería empezar una nueva vida e ir a Nueva York.
‘Se perdió el pasaporte’, me dijo. Parece que había tenido algún tipo de problema financiero Massera, entonces le vino bien que empezara a trabajar exclusivamente en el Ministerio de Bienestar Social donde estaban Marta Bazán (caso 107), Andrea Bello (caso 508) y Lanzelotti (caso 704). Astiz, Acosta, Rádice, todas las personas del Grupo de Tareas seguían en contacto conmigo; ‘Abdala’ y el director Prensa del Ministerio era Marino también. El Ministerio pertenecía a la Marina. No podía tener gripe y faltar porque se generaba una alerta”.
“En principio, agradezco que se haya considerado la incorporación de nuestros testimonios en videos, muchos de nosotros estamos mayores y los represores también. Por favor señores: apúrense en hacer justicia”, finalizó Lewin.
Próxima audiencia
El juicio continuará el miércoles 12 de febrero del 2014 desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
12 02 2014
TESTIMONIOS
121. "Monjas voladoras", así llamaron a las religiosas francesas dos represores de la ESMA
Lo contó Francois Cheron, el abogado de quien era Presidente de Francia cuando secuestraron a Leonnie Duquet y Alice Domon. Además declararon Norma Morandini, hermana de Néstor y Cristina, detenidos-desaparecidos en la ESMA; Selva Elena Santi, hermana de Norberto e hija de María Esther, secuestrados en la ESMA; y Virginia Da Costa, hermana de Patricia, quien sigue desaparecida.
El testimonio del abogado de un ex Presidente de Francia
En la audiencia de hoy amplió su declaración testimonial Francois Cheron, quien era el abogado del entonces Presidente de Francia, Valery Geistang d´Eistang, al momento de la desaparición forzada de las religiosas Alice Domon y Leonnie Duquet (casos 407 y 419).
"Hice un informe oral de mi visita a la Argentina. Di cuenta de mi misión a un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores", relató Cheron. "Mi conclusión fue que tuve la sensación y convicción de que toda esa gente desaparecida estaba muerta: no aparecía", agregó.
Cheron mantuvo entrevistas durante la última dictadura cívico-militar con Astiz, Pernías y Rádice, quienes le generaron "la convicción de que jamás se podría conocer el destino de esa gente (los detenidos-desaparecidos). Me dieron explicaciones increíbles. Tratándose de las dos monjas, no me iba a imaginar que estuvieran viviendo en Argentina con documentos falsos, como ellos me lo decían en relación a todos. Antes de venir a Francia, el Servicio de Inteligencia dijo que esas personas estaban asesinadas y el cónsul francés también dio a entender lo mismo", sostuvo el testigo.
"Previo a mi viaje a la Argentina, dos meses antes, el Presidente de Francia recibió a Massera. Decía que tenían nueva información sobre los desaparecidos. Cuando le presenta el listado, el Presidente se molestó y dijo: ´esto es una burla; ¿qué hay de nuevo? Es el mismo listado que tenemos nosotros´. Entonces Massera se puso a su disposición y le preguntó si quería mandar a alguien a investigar, así vine yo. Después de haber presentado el informe no sé qué hizo el gobierno francés", dijo Cheron.
"Me reuní con Massera dos veces, una en Uruguay y otra en la calle Cerrito, acá en Buenos Aires. La impresión que tuve es que ahí se realizaban tareas administrativas. Había bastante gente. Ahí veía a Rádice y Pernías cada vez que iba. A Astiz lo vi una sola vez", declaró.
"Las monjas voladoras"
"Tuve una cena con Rádice y Pernías antes de mi retorno desde Buenos Aires. Volví sobre el tema de las dos hermanas y ellos se refirieron a ellas como las monjas voladoras. Pregunté por qué decían eso y dijeron que era algo que ellas sabían. No me aclararon, pero fue en forma de burla. Después, los dos oficiales me hablaron de la necesidad de encontrarme con el Almirante Chamorro, Director de la ESMA. Pernías me dijo que era necesario que vea y me condujo a la ESMA. Tuve una discusión con Chamorro. No tuve ningún resultado de esa charla", narró el abogado francés.
"En Uruguay la gente me preguntaba por qué yo estaba investigando ahí. Discutiendo con militares uruguayos me dijeron: ´No crean ustedes que matamos gente y la tiramos al río, esos son los militares argentinos´. Estas declaraciones me dejaron asombrado. En Francia la prensa decía que a los presos políticos en Argentina los habían tirado al Río de La Plata", agregó.
Los casos de la familia Morandini
Néstor Luis (caso 373) militaba en la JUP y Montoneros. Lo apodaban "Lanita" y "Titón". Cristina del Valle Morandini (caso 375) estudiaba en la Universidad Nacional de Córdoba y militaba en la JUP. Era asistente social en el Hospital de Niños. La apodaban "Pipi" y "Negrita". Los dos hermanos fueron privados ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 18 de septiembre de 1977. El operativo estuvo a cargo de integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2. Los captores los llevaron a la ESMA, donde fueron mantenidos en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Néstor y Cristina siguen desaparecidos.
El testimonio de Norma, hermana de Néstor y Cristina
"Néstor y Cristina son mis dos hermanos menores. Eran estudiantes, estaban en Córdoba y habían venido a visitarme. El 18 de septiembre del ´77 habían salido a la placita. Cuando regresaron se fueron a descansar. Mientras estaba bañando a mi hijo entraron cinco personas. La costumbre de vivir en Provincia era dejar la puerta abierta, entonces no tuvieron que forzar nada. Los veo y envuelvo a mi hijo en una toalla. Tenían armas y preguntaban por un nombre que nunca escuché. Mi hijo quedó en el living", contó la testigo.
"Me llevaron a otra habitación y ahí me mostraron una caja de encomiendas de esas que los padres mandan a sus hijos de provincia. En la caja de arroz había un arma. Pienso que esa fue la justificación para llevarlos. Recuerdo que a mi hermana la ataron con un hilo sisal. Ella gritó pidiendo auxilio y en la puerta me dijeron: ´Agradecé que no te llevamos a vos porque si no dejamos huérfano a un hijo´. Dijeron que yo estaba encubriéndolos", relató Norma.
"En ese tiempo trabajaba en SOMOS, la revista de Editorial Atlántida. Al lado de casa vivían dos periodistas, Alberto Giles y Nelson Marinelli. Cuando mi hermana pidió ayuda, ellos subieron por la medianera y los militares les apuntaron. Lo único que me ha quedado es el grito de mi hermana pidiendo auxilio. Esa noche esperé tanto… Ellos (Alberto y Nelson) me acompañaron", sostuvo.
"A mi hermano lo habían detenido con su compañera Alicia, le decían ´La Colorada´. Después del secuestro empezamos a denunciar. Ahí empieza una especie de vía crucis: empezamos a peregrinar al Ministerio del Interior, mi madre fue fundadora de la Asociación de Familiares de Desaparecidos en Córdoba, y mi padre pasó a formar parte de lo que llamábamos la retaguardia doméstica, para que ellas puedan reclamar", agregó.
El silencio de la Iglesia
"Las Madres iban los domingos a la misa de la Catedral para decir ´nuestros hijos están desaparecidos´ cuando recibían la ostia, hasta que llegó Monseñor Primatesta y no fueron más. Ninguna dirigencia política les abrió las puertas, la única persona que las recibió fue la Doctora Alicia Moreau de Justo", contó la testigo.
"El crimen no tiene perdón, necesita castigo. Confío en la justicia, si no nos vamos a volver a topar con el pasado", dijo para concluir su declaración.
Los casos de Roberto Gustavo Santi y María Esther Iglesias de Santi (casos 288 y 289)
Roberto era militante peronista. Lo apodaban "Beto". Él y su madre fueron privados ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 27 de mayo de 1977 a las 18:00 horas, cuando salían de su domicilio, en Aráoz 2976, en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos fueron interceptados por personas de civil, integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, quienes descendieron de dos automóviles particulares, estacionados en el lugar desde más temprano. Roberto y María Esther fueron llevados a la ESMA, donde permanecieron bajo condiciones inhumanas de vida y siguen desaparecidos.
El testimonio de Selva Elena, hija de María Esther y hermana de Roberto
"Mis tías son las que se encontraron con lo sucedido. Lo describieron como un espectáculo dantesco: el contenido de los placards estaba derramado y todo tirado. Ni bien me enteré de lo sucedido, escribí seis cartas: una al comandante Massera, haciéndole saber sobre la hoja intachable de mi padre, un militar que murió joven; también sobre el estado de salud de mi madre, le dije que padecía una enfermedad renal y que si la tenían en cautiverio le suministraran tal medicamente, que tenía bajo costo y se conseguía sin receta médica", relató la testigo.
"Ella era una mujer autodidacta, nos crió junto a mi padre bajo principios de solidaridad e igualdad. Era integrante de la Liga contra el cáncer. Aportaba materiales a nuestra maestra, que daba clases en un vagón de trenes donde iban chicos de una villa, que carecían de educación. Mi hermano, Roberto Gustavo, era estudiante de Física en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Trabajaba en ENTEL y militaba en la Juventud Universitaria Peronista y después en Montoneros", agregó Selva.
"También envié cartas al Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Senados de los Estados Unidos, al Comité Internacional de la Cruz Roja en Ginebra, a Amnistía Internacional. Todos me respondieron, menos Massera. Pocos años más tarde, se supo de la actividad de protesta de familiares de detenidos-desaparecidos, a través de la creación de la COSOFAN (Comisión de Solidaridad con las Familias de Desaparecidos y Muertos en Argentina", sostuvo la testigo.
Barreras al horror
A Selva le hablaron sobre su mamá y su hermano dentro de la ESMA. Los sobrevivientes le contaron que María Esther se mantuvo "firme hasta el final" y que Norberto "aún en cautiverio era la misma persona solidaria y afectuosa que conocí".
"Me gustaría saber si existe alguna posibilidad de tener alguna respuesta de si mi madre, que ahora tendría casi 94 años y mi hermano 60, siguen con vida. Por más que sepamos lo que significaron los traslados, queremos saber cuál ha sido su paradero. Nosotros estamos esperando desde hace 37 años para reestablecer su derecho y sobre todo el contacto familiar con mi madre y hermano", sostuvo Selva para finalizar su testimonio.
Los casos de Gerónimo Américo Da Costa y Patricia Hall de Da Costa (casos 761 y 762)
Lo apodaban "Pepe". El 14 de octubre de 1976 fue secuestrado por integrantes del Grupos de Tareas 3.3.2. El operativo fue realizado en su casa, de donde se llevaron todo el material del Servicio de Documentación de Montoneros. Posteriormente, los miembros del Grupo de Tareas 3.3.2 fueron a Policlínica Privada ubicada en Sarmiento 2659, en Capital Federal, donde Patricia Hall, su compañera, fue
privada ilegalmente de su libertad. Las dos víctimas fueron llevadas a la ESMA y siguen desaparecidos.
El testimonio de Virginia, hermana de Patricia
"Fuimos dos días más tarde al departamento y en el barrio se comentó que la noche anterior un matrimonio había sido chupado. Encontramos la puerta abierta, medio rota, no había nada, había quedado una sartén sucia y ropa desparramada. Se habían llevado objetos", relató la testigo.
"Ella tenía 26 años y él 29 al momento de su desaparición. No creo que haya palabras para poner a los hechos que atraviesan la vida familiar", sostuvo para terminar.
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 13 de febrero desde las 14:00 horas con más declaraciones testimoniales.
Fuente:EspacioMemoriayDDHHexEsma
En la audiencia de hoy amplió su declaración testimonial Francois Cheron, quien era el abogado del entonces Presidente de Francia, Valery Geistang d´Eistang, al momento de la desaparición forzada de las religiosas Alice Domon y Leonnie Duquet (casos 407 y 419).
"Hice un informe oral de mi visita a la Argentina. Di cuenta de mi misión a un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores", relató Cheron. "Mi conclusión fue que tuve la sensación y convicción de que toda esa gente desaparecida estaba muerta: no aparecía", agregó.
Cheron mantuvo entrevistas durante la última dictadura cívico-militar con Astiz, Pernías y Rádice, quienes le generaron "la convicción de que jamás se podría conocer el destino de esa gente (los detenidos-desaparecidos). Me dieron explicaciones increíbles. Tratándose de las dos monjas, no me iba a imaginar que estuvieran viviendo en Argentina con documentos falsos, como ellos me lo decían en relación a todos. Antes de venir a Francia, el Servicio de Inteligencia dijo que esas personas estaban asesinadas y el cónsul francés también dio a entender lo mismo", sostuvo el testigo.
"Previo a mi viaje a la Argentina, dos meses antes, el Presidente de Francia recibió a Massera. Decía que tenían nueva información sobre los desaparecidos. Cuando le presenta el listado, el Presidente se molestó y dijo: ´esto es una burla; ¿qué hay de nuevo? Es el mismo listado que tenemos nosotros´. Entonces Massera se puso a su disposición y le preguntó si quería mandar a alguien a investigar, así vine yo. Después de haber presentado el informe no sé qué hizo el gobierno francés", dijo Cheron.
"Me reuní con Massera dos veces, una en Uruguay y otra en la calle Cerrito, acá en Buenos Aires. La impresión que tuve es que ahí se realizaban tareas administrativas. Había bastante gente. Ahí veía a Rádice y Pernías cada vez que iba. A Astiz lo vi una sola vez", declaró.
"Las monjas voladoras"
"Tuve una cena con Rádice y Pernías antes de mi retorno desde Buenos Aires. Volví sobre el tema de las dos hermanas y ellos se refirieron a ellas como las monjas voladoras. Pregunté por qué decían eso y dijeron que era algo que ellas sabían. No me aclararon, pero fue en forma de burla. Después, los dos oficiales me hablaron de la necesidad de encontrarme con el Almirante Chamorro, Director de la ESMA. Pernías me dijo que era necesario que vea y me condujo a la ESMA. Tuve una discusión con Chamorro. No tuve ningún resultado de esa charla", narró el abogado francés.
"En Uruguay la gente me preguntaba por qué yo estaba investigando ahí. Discutiendo con militares uruguayos me dijeron: ´No crean ustedes que matamos gente y la tiramos al río, esos son los militares argentinos´. Estas declaraciones me dejaron asombrado. En Francia la prensa decía que a los presos políticos en Argentina los habían tirado al Río de La Plata", agregó.
Los casos de la familia Morandini
Néstor Luis (caso 373) militaba en la JUP y Montoneros. Lo apodaban "Lanita" y "Titón". Cristina del Valle Morandini (caso 375) estudiaba en la Universidad Nacional de Córdoba y militaba en la JUP. Era asistente social en el Hospital de Niños. La apodaban "Pipi" y "Negrita". Los dos hermanos fueron privados ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 18 de septiembre de 1977. El operativo estuvo a cargo de integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2. Los captores los llevaron a la ESMA, donde fueron mantenidos en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Néstor y Cristina siguen desaparecidos.
El testimonio de Norma, hermana de Néstor y Cristina
"Néstor y Cristina son mis dos hermanos menores. Eran estudiantes, estaban en Córdoba y habían venido a visitarme. El 18 de septiembre del ´77 habían salido a la placita. Cuando regresaron se fueron a descansar. Mientras estaba bañando a mi hijo entraron cinco personas. La costumbre de vivir en Provincia era dejar la puerta abierta, entonces no tuvieron que forzar nada. Los veo y envuelvo a mi hijo en una toalla. Tenían armas y preguntaban por un nombre que nunca escuché. Mi hijo quedó en el living", contó la testigo.
"Me llevaron a otra habitación y ahí me mostraron una caja de encomiendas de esas que los padres mandan a sus hijos de provincia. En la caja de arroz había un arma. Pienso que esa fue la justificación para llevarlos. Recuerdo que a mi hermana la ataron con un hilo sisal. Ella gritó pidiendo auxilio y en la puerta me dijeron: ´Agradecé que no te llevamos a vos porque si no dejamos huérfano a un hijo´. Dijeron que yo estaba encubriéndolos", relató Norma.
"En ese tiempo trabajaba en SOMOS, la revista de Editorial Atlántida. Al lado de casa vivían dos periodistas, Alberto Giles y Nelson Marinelli. Cuando mi hermana pidió ayuda, ellos subieron por la medianera y los militares les apuntaron. Lo único que me ha quedado es el grito de mi hermana pidiendo auxilio. Esa noche esperé tanto… Ellos (Alberto y Nelson) me acompañaron", sostuvo.
"A mi hermano lo habían detenido con su compañera Alicia, le decían ´La Colorada´. Después del secuestro empezamos a denunciar. Ahí empieza una especie de vía crucis: empezamos a peregrinar al Ministerio del Interior, mi madre fue fundadora de la Asociación de Familiares de Desaparecidos en Córdoba, y mi padre pasó a formar parte de lo que llamábamos la retaguardia doméstica, para que ellas puedan reclamar", agregó.
El silencio de la Iglesia
"Las Madres iban los domingos a la misa de la Catedral para decir ´nuestros hijos están desaparecidos´ cuando recibían la ostia, hasta que llegó Monseñor Primatesta y no fueron más. Ninguna dirigencia política les abrió las puertas, la única persona que las recibió fue la Doctora Alicia Moreau de Justo", contó la testigo.
"El crimen no tiene perdón, necesita castigo. Confío en la justicia, si no nos vamos a volver a topar con el pasado", dijo para concluir su declaración.
Los casos de Roberto Gustavo Santi y María Esther Iglesias de Santi (casos 288 y 289)
Roberto era militante peronista. Lo apodaban "Beto". Él y su madre fueron privados ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 27 de mayo de 1977 a las 18:00 horas, cuando salían de su domicilio, en Aráoz 2976, en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos fueron interceptados por personas de civil, integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, quienes descendieron de dos automóviles particulares, estacionados en el lugar desde más temprano. Roberto y María Esther fueron llevados a la ESMA, donde permanecieron bajo condiciones inhumanas de vida y siguen desaparecidos.
El testimonio de Selva Elena, hija de María Esther y hermana de Roberto
"Mis tías son las que se encontraron con lo sucedido. Lo describieron como un espectáculo dantesco: el contenido de los placards estaba derramado y todo tirado. Ni bien me enteré de lo sucedido, escribí seis cartas: una al comandante Massera, haciéndole saber sobre la hoja intachable de mi padre, un militar que murió joven; también sobre el estado de salud de mi madre, le dije que padecía una enfermedad renal y que si la tenían en cautiverio le suministraran tal medicamente, que tenía bajo costo y se conseguía sin receta médica", relató la testigo.
"Ella era una mujer autodidacta, nos crió junto a mi padre bajo principios de solidaridad e igualdad. Era integrante de la Liga contra el cáncer. Aportaba materiales a nuestra maestra, que daba clases en un vagón de trenes donde iban chicos de una villa, que carecían de educación. Mi hermano, Roberto Gustavo, era estudiante de Física en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Trabajaba en ENTEL y militaba en la Juventud Universitaria Peronista y después en Montoneros", agregó Selva.
"También envié cartas al Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Senados de los Estados Unidos, al Comité Internacional de la Cruz Roja en Ginebra, a Amnistía Internacional. Todos me respondieron, menos Massera. Pocos años más tarde, se supo de la actividad de protesta de familiares de detenidos-desaparecidos, a través de la creación de la COSOFAN (Comisión de Solidaridad con las Familias de Desaparecidos y Muertos en Argentina", sostuvo la testigo.
Barreras al horror
A Selva le hablaron sobre su mamá y su hermano dentro de la ESMA. Los sobrevivientes le contaron que María Esther se mantuvo "firme hasta el final" y que Norberto "aún en cautiverio era la misma persona solidaria y afectuosa que conocí".
"Me gustaría saber si existe alguna posibilidad de tener alguna respuesta de si mi madre, que ahora tendría casi 94 años y mi hermano 60, siguen con vida. Por más que sepamos lo que significaron los traslados, queremos saber cuál ha sido su paradero. Nosotros estamos esperando desde hace 37 años para reestablecer su derecho y sobre todo el contacto familiar con mi madre y hermano", sostuvo Selva para finalizar su testimonio.
Los casos de Gerónimo Américo Da Costa y Patricia Hall de Da Costa (casos 761 y 762)
Lo apodaban "Pepe". El 14 de octubre de 1976 fue secuestrado por integrantes del Grupos de Tareas 3.3.2. El operativo fue realizado en su casa, de donde se llevaron todo el material del Servicio de Documentación de Montoneros. Posteriormente, los miembros del Grupo de Tareas 3.3.2 fueron a Policlínica Privada ubicada en Sarmiento 2659, en Capital Federal, donde Patricia Hall, su compañera, fue
privada ilegalmente de su libertad. Las dos víctimas fueron llevadas a la ESMA y siguen desaparecidos.
El testimonio de Virginia, hermana de Patricia
"Fuimos dos días más tarde al departamento y en el barrio se comentó que la noche anterior un matrimonio había sido chupado. Encontramos la puerta abierta, medio rota, no había nada, había quedado una sartén sucia y ropa desparramada. Se habían llevado objetos", relató la testigo.
"Ella tenía 26 años y él 29 al momento de su desaparición. No creo que haya palabras para poner a los hechos que atraviesan la vida familiar", sostuvo para terminar.
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 13 de febrero desde las 14:00 horas con más declaraciones testimoniales.
Fuente:EspacioMemoriayDDHHexEsma
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