General Andresito Guacurarí, un sueño de libertad que “la historia” no pudo ocultar
Luchó bajo el mando de su padre adoptivo, el caudillo José Artigas, por la Confederación de los Pueblos Libres, y una Patria Grande igualitaria.
Amado por el pueblo, despreciado por los hacendados y terratenientes, de a poco recupera el lugar que le corresponde en la historia de nuestra Región.
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Promovido a General como un gran reconocimiento histórico y revalorización del lugar que ocupó en la lucha por la libertad de nuestros pueblos, por la presidente Cristina Fernández de Kirchner, Andresito Guacurarí y sus guerreros guaraníes fueron la lanza que enfrentó a los ejércitos invasores portugueses, el centralismo porteño y también al patriciado más acomodado de Corrientes.
El ahora ya General guaraní Andrés Guacurarí & Artigas, comienza a escribir sus sueños de libertad al batallar durante los años posteriores a la Revolución de Mayo, bajo el paraguas de José Gervasio Artigas, quién además de ser su líder, le diera su apellido y lo adoptara como un hijo.
En 1818 en Corrientes hubo un golpe en el que 300 hombres armados destituyeron al gobernador Juan Bautista Méndez, que era un federal y artiguista. Esto hizo que Artigas se proponga recuperar la Ciudad correntina de la mano de Andresito
El director del documental “Buscando al Comandante Andresito”, Camilo Gómez Montero, consideró que ese episodio “generó hasta el día de hoy la resistencia de ciertos sectores de la sociedad correntina con este personaje. Fuera de esa lucha interna con estos sectores, defendió toda la zona de los pueblos misioneros que tienen relación directa con lo que es hoy la provincia de Corrientes. No se puede negar es su importancia histórica, y merece, como cualquiera de los otros próceres que están dando vueltas por acá, un lugar en la Ciudad, me parece increíble que no esté".
Más aún, el cineasta correntino sostuvo que "lo que se esconde no es Andresito solamente sino el proyecto integral de la Liga de los Pueblos Libres de Artigas, con todo lo que eso significaba de vanguardia en ese momento y lo que sigue siendo ahora. Lo que queremos es que se hable del personaje. Que se plantee el debate y que esa otra historia que escondieron por 200 años, salga a la luz".
Es que, al ser nacido de los pueblos originarios guaraníticos, la alta sociedad correntina rechazó su figura desde un primer momento, y pasó a ser uno de aquellos personajes que la historia oficial Argentina se encargó de calumniar o, directamente, silenciar.
Su historia
Andrés Guacurarí, o Andresito, llamado así por su baja estatura, hijo de una india, nació en San Borja (Brasil), el 30 de noviembre de 1778 y pasó su infancia en Santo Tomé (Corrientes), en el territorio de las misiones jesuíticas, donde los guaraníes resultaban carne de mercancía fácil de los bandeirantes, que tenían así esclavos para sus tareas, especialmente en los dilatados cafetales.
En 1811 o 1812 se produjo su encuentro con José Gervasio Artigas, en Salto Chico o Ayuí, en fecha imprecisa como el lugar de ese acercamiento, sin lugar a dudas lo que más llamó la atención del caudillo fueron el valor y la lealtad expresadas en cada gesto de Andresito.
Vicente Miguel Martines sostiene “baqueano y rastreador, va en derechura a los vados del río, ocultos en la maraña del bosque; o las sendas que permiten avanzar entre los juncos del bañado, o la huella que entre los altos pastos ha dejado la patrulla invasora, o los atajos, que acortan las distancias y por los cuales, sorpresivamente, se logra atacar las retaguardias enemigas".
"Conociéndose la manera de ser de Artigas –prosigue el relato-, su larga experiencia, su gravedad en actos y palabras, su trato severo y frío, su circunspección, en fin, debe pensarse que la confianza tan honrosa como extensa y firme que el héroe oriental dispensaba al guaraní, fue obra de lentas comprobaciones".
Andresito, fue adoptado por Artigas como su hijo y comenzó a revistar en la caballería gaucha de los blandengues, demostrando sus condiciones de táctico para la guerra, que se agudizan en el disciplinado cuerpo.
Además de compartir y defender con fervor el mismo ideal de Artigas de profundo de rechazo a la ocupación y al atropello, y conoce el sometimiento y la opresión. Y dos años después el general oriental lo designa "Ciudadano y Capitán de Blandengues y Comandante General de las Provincias de Misiones". Inteligente como era, cita Enrique Patiño, comprendió las ideas de su padre político y aceptó la misión de defenderlas con la constancia y el valor con que lo hizo.
Comenzó la incorporación de los guaraníes a las huestes de Andresito, a su autoridad de caudillo que no se mostraban en gritos ni en imprecaciones. Se suceden las reivindicaciones: Candelaria, San Ignacio, Loreto, Santa Ana, Corpus y Paso de Itapúa.
Siempre le acompañaba un sacerdote en sus campañas, era absolutamente creyente y su destreza en el manejo de la lanza y la caballería, no le impide hablar y escribir el castellano, el guaraní y el portugués.
No se limita al arte de la guerra por una confederación de pueblos libres; se trabaja en una fábrica de pólvora, se elabora el hierro para las chuzas y se desarrolla la agricultura y la ganadería. Los Cabildos son administradores de los pueblos, criterio que también emplea en Corrientes.
En un libro casi reciente, "Andresito Artigas en la emancipación americana", Salvador Cabral ha rastreado las huellas de Andresito a través de documentaciones y de colegas suyos, y ha desmenuzado exhaustivamente su personalidad.
El Gran sueño de Artigas -entre otros- fue recuperar para sus legítimos dueños los siete pueblos de las Misiones orientales. Es así que los guaraníes adhirieron fervientemente a esta causa y nutridos contingentes se unieron a las tropas Artiguistas.
Hombres como Andrés Yabacú, Manuel Cahiré, Juan Asencio Abiró, Blas Uré, Ignacio Mbayaé, Manuel Curaeté fueron destacados capitanes indígenas, además de Andrés Guacurarí quien fue adoptado por el Protector, por ello también se lo conocía como Andrés Artigas, y los portugueses lo llamaban “Artiguinhas”.
De acuerdo al “Plan Militar” de Artigas, en 1816 Andresito inicia la marcha desde Santo Tomé con la misión de recuperar los siete pueblos misioneros situados en la banda oriental del río. Así, da a conocer una de sus fantásticas proclamas. Esta dice: “Andrés Guacurarí y Artigas, Capitán de Blandengues y Comandante General de la Provincia de Misioneros por el Supremo Gobierno de la Libertad (….) concurría para liberar los siete pueblos de esa banda que desde hace quince años atrás están en manos del portugués que hizo gemir a los infelices indios en la más dura esclavitud“, y ofrece “derramar hasta la última gota de sangre por su liberación”.
Los hermanos John y William Parish Robertson, comerciantes y agentes del Imperio Británico fueron testigos de muchos acontecimientos de aquella época y escribieron un libro titulado “Cartas de Sudamérica”. En este libro, aparte de sus informes, transcriben en forma textual los escritos de su amiga “Mrs. Cartwright, (antes señorita Postlethwaite)” que vivía en Corrientes cuando la invasión de los indios de Artigas, 1818 –1819. No podemos sospechar que esta fina señora simpatizara por los desaliñados guaraníes, no obstante ello nos deja una interesante y a mi entender desinteresada visión de los hechos: Así lo cuenta:
“Como consecuencia que Francisco Bedoya (…) se había declarado a favor de Buenos Aires… el general Andresito (indio, e hijo adoptivo de Artigas) recibió órdenes del Protector para marchar sobre la ciudad y posesionarse de ella (…) La noticia de su proximidad había colocado a los vecinos en gran alarma;(…). Dos hombres murieron de miedo (…) Se decía que los indios, a medida que avanzaban, venían dando muerte a hombres, mujeres y niños. Esto último no tenía nada de verdad; pero lo cierto era que Bedoya había hecho asesinar cruelmente a todos los habitantes de una aldea indígena pocas semanas antes, por que se negaron a incorporársele y a tomar armas contra Artigas. Los Correntinos temían y con razón que los indios tomaran venganza”.
Cuenta más adelante “que cerrando la marcha venían doscientos muchachos indios .Estos indiecitos habían sido apresados antes por los Correntinos y tenidos como esclavos. Andrés los había ido liberando donde los encontraba, apoderándose al mismo tiempo de igual número de hijos de aquellos hombres a cuyo servicio habían estado los indios. Los padres de los niños blancos apresados de esta manera, no sabiendo la suerte que podía esperar a sus hijos, vivían naturalmente en gran angustia y zozobra. Después de mantener prisioneros a estos niños una semana, Andrés hizo comparecer a las madres. Les reprochó duramente la crueldad e injusticia de que se habían hecho culpables ante los pobres indios y apeló al sentimiento de angustia en que se encontraban como la mejor prueba del cargo que les hacía. Pueden llevarse ahora a sus hijos -concluyó- pero recuerden en adelante que las madres indias tienen también corazón”.
Era muy común el robo de niños guaraníes para ser vendidos en Buenos Aires como sirvientes; existe un parte de Andresito destinado a Pedro Campbell -jefe de la marina fluvial Artiguista- ordenando intercepte un barco que bajaba el Paraná rumbo a esta ciudad puerto cargado de gurises cautivos, a fin de liberarlos y devolverlos a sus familias.
Cuentan los mismos testigos que durante los siete meses que duró su poder en la Ciudad de Corrientes, sólo existió el robo de un pañuelo.
Estos episodios -si se quiere risueño- en una época caracterizada por la violencia más brutal, fueron los argumentos que los historiadores liberales tuvieron para denostar el gobierno de Andresito Guacurarí y caracterizarlo como un bandolero. ¿Cómo no hacerlo? si durante este tiempo la provincia estuvo en poder de los indios, de los peones y esclavos, además de evidenciar la existencia de conflictos sociales en la historia argentina.
Este escrito -casi anecdótico- apenas roza la fenomenal importancia histórica de Andresito en su lucha por la emancipación americana. Sirva al menos para rescatarlo parcialmente del olvido junto a su arisco y altivo pueblo guaraní.
Si hoy esta porción de tierra misionera de la banda oriental del Paraná es argentina, en gran medida se lo debemos a Artigas y a su acertada disposición de nombrar como comandante General de Misiones a su hijo adoptivo, el entonces capitán de Blandengues Andrés Guacurarí, y Artigas a quien supo instruir y hacerlo participar desde el principio en los sueños de la Patria Grande.
Será su campaña final, con suerte variada. Y así llega el 24 de junio de 1819; había cruzado el Río Uruguay y una patrulla esclavista lo encuentra solo y desarmado. "Y hecho herido y prisionero, Andrés Guacurarí y Artigas, fuertemente custodiado, comenzando a ser conducido a pie, bajo ataduras de cuero crudo mojado a Porto Alegre, para tomar, sin regreso, el camino de la prisión".
No hay fecha de su muerte, encadenado en un sótano de la isla Das Cobras. Durísimo golpe para Artigas, principio del fin del sueño de la Confederación de los Pueblos Libres.
Bibliografía y fuentes consultadas:
- “Andrés Guacurari y sus sueños de justicia y libertad”, Osvaldo Delmonte.
- Parish Robertson, John y William, Cartas de Sudamérica, Buenos Aires, Emecé Editores, 2000.
- Cabral, Salvador ANDRESITO ARTIGAS en la Emancipación Americana, Buenos Aires, Ediciones Castañeda, 1980.
- Sánchez Ratti, Julio César, Andrés Guacurari el Indio Gobernador, Revista Todo es Historia, Nº 22.
- (2012, 10). Discurso Andres Guacurari. BuenasTareas.com. Recuperado 10, 2012, de http://www.buenastareas.com/ensayos/Discurso-Andres-Guacurari/5768069.html
- Investigación-Javier Meneses Silva-Uruguay.
- Corrientes Chamamé.
Camilo Gómez Montero
Lic. en Realización Audiovisual
PAYÉ cine
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