18 de abril de 2014

HASTA SIEMPRE GABO.

La literatura Latinoamericana perdió a uno de sus íconos Murió el hijo del telegrafista de Aracataca
17/04/2014
garciamarquez
Referente indiscutido del realismo mágico latinoamericano y maestro del periodismo, el escritor colombiano y Premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez murió este jueves a los 87 años en Ciudad de México, donde residía. Amigo de Fidel Castro y defensor de los derechos humanos, confrontó también contra las dictaduras de su continente.

Llosa posicionó la literatura latinoamericana del otro lado del Atlántico, su última aparición pública –de típico traje claro, alegre y de buen talante– fue el 6 de marzo pasado en su casa del DF, para escuchar las mañanitas que cada año le cantan con motivo de su cumpleaños.

Días atrás el genial escritor colombiano había estado internado en una clínica mexicana a raíz de una neumonía, y sus allegados ya advertían que su salud era “delicada”.

García Márquez había nacido en la caribeña Aracataca, pueblo de sus ancestros al pie de la sierra de Santa Marta, el 6 de marzo de 1927, adonde su madre Luisa Santiaga Márquez Iguará llegó sola desde el vecino poblado de Rioacha, pues su padre había jurado no volver jamás, aunque la familia terminó reuniéndose allí porque el deseo de ver al niño ganó al encono contra los suegros.

“Nunca, en ninguna circunstancia, he olvidado que en la verdad de mi alma no soy nadie más ni seré nadie más que uno de los 11 hijos del telegrafista de Aracataca”, dijo alguna vez Gabo, refiriéndose a su padre Gabriel Eligio García Martínez, homeópata de profesión, poeta y violinista clandestino que lo dejó al cuidado de sus abuelos con sólo cinco años, para montar junto a su madre una farmacia en Sucre.

Su infancia transcurrió bajo la tutela de los abuelos, Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán Cotes, quienes le mostraron el mundo donde lo fantástico irrumpía de manera cotidiana en aquellos pueblos perdidos, de vegetación exuberante y plagados de personajes que más tarde recobrarían vida en sus libros y marcarían su obra literaria.

A la muerte de su abuelo en 1936 fue enviado a estudiar en Barranquilla, la principal ciudad del Caribe colombiano, y de allí viajó en 1940 a la fría Zipaquirá, próxima a Bogotá, para cursar el bachillerato que terminó en 1946.

“Gabito”, aquel joven tímido que abandonó los estudios de Derecho en la Facultad de Bogotá, fue el mismo hombre ya maduro que eligió vivir lejos de su país natal y que en 1982 se alzó con el
Premio Nobel de Literatura por sus relatos sobre las desventuras de un pueblito llamado Macondo, ícono del Boom que dio cuenta de la convulsionada situación política del continente en los 60.

El inventario de sus recuerdos habla de comienzos poco concesivos en el diario “El universal”, de largas tertulias literarias que superaban la madrugada, de cajas de libros que llegaban desde Buenos Aires para aliviar su sediento talento y de la “La hojarasca”, la novela que publicó con sus ahorros.

En la ciudad colombiana de Sucre, donde vivió algunos años, asesinaron a su amigo Cayetano Gentile Chimento en 1951, lo que quedaría en su memoria por 30 años hasta que pudo exorcizarlo a través de “Crónica de una muerte anunciada”, aunque fue la misma ciudad en que conoció a su esposa de 1958, Mercedes Barcha Pardo.

Con ella tuvo a sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo, y todos se instalaron en México desde mediados de los 60, estancia que intercaló con otras ciudades del mundo, y que interrumpió a fines de los 90 cuando le descubrieron un cáncer linfático que decidió combatir recluido en una casa de Los Ángeles, desde 1999.

A la hora de desmenuzar el genio literario de Gabo, el relato se detiene invariablemente en 1967 para dar paso a la historia de “Cien años de soledad”, la obra que transformó su vida y la de toda una generación que creyó ver en ella una radiografía caliente del destino y las miserias de una Latinoamérica devastada por las dictaduras militares.

Aquella novela, que fue traducida a 40 lenguas y de la que se vendieron más de 30 millones de ejemplares, fue la que consagró a Gabo y con la que obtuvo el Premio Rómulo Gallegos (Venezuela, 1969), el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Columbia (Nueva York, 1971), la Legión de Honor (Francia, 1981) y el Nobel de Literatura (1982).

Su amplia bibliografía se completó con títulos como “El amor en los tiempos del cólera”, “El coronel no tiene quien le escriba”, “Ojos de perro azul”, “La hojarasca”, “Los funerales de Mamá
Grande”, “Doce cuentos peregrinos”, “Del amor y otros demonios”, “Notas de prensa, 1980-1984”, “Noticia de un secuestro”, “Vivir para contarla” y “Memoria de mis putas tristes”.

En octubre de 1994, García Márquez creó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, una escuela-taller para jóvenes periodistas, establecida en la ciudad de Cartagena de Indias, dedicado a su otra gran pasión, con el fin de estimular las vocaciones, la ética y la narrativa dentro periodismo.

García Márquez realizó permanentes manifestaciones a favor de los derechos humanos, repudió el racismo, las dictaduras militares y el crecimiento de la violencia en las sociedades, características que ayudaron a delinear su perfil, así como su estrecha amistad con el cubano Fidel Castro.

“El secreto para una buena vejez es haber hecho toda la vida sólo lo que me da la gana”, había dicho el colombiano en uno de sus cumpleaños, cuando todavía era uno de los escritores vivos más importantes del siglo XX.




La pluma de duelo 
Vendrán años de soledad
17/04/2014
garciamarquez
Los presidentes de Ecuador, Perú y México, Rafael Correa, Ollanta Humala y Enrique Peña Nieto respectivamente, expresaron en las redes sociales su dolor por la muerte del escritor y periodista más destacado de Latinoamérica.

“Se nos fue el Gabo, tendremos años de soledad, pero nos quedan sus obras y amor por la Patria Grande. ¡Hasta la victoria siempre Gabo querido!”, manifestó el presidente ecuatoriano Rafael Correa en Twitter.
También se manifestó en la misma red el presidente de Perú, Ollanta Humala: “Latinoamérica y el mundo sentirán la partida de este soñador, que descanses en paz Gabriel García Marquez en Macondo”.

A su turno, Peña Nieto, primer mandatario mexicano (país en el que residía el autor de Cien años de soledad), expresó: “A nombre de México, expreso mi pesar por el fallecimiento de uno de los más grandes escritores de nuestros tiempos: Gabriel García Márquez”.

“Con su obra, García Márquez hizo universal el realismo mágico latinoamericano, marcando la cultura de nuestro tiempo. Nacido en Colombia, por décadas hizo de México su hogar, enriqueciendo con ello nuestra vida nacional. Descanse en paz”, agregó.

Por su parte, Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia escribió en Twitter: “Gracias siempre, millones de habitantes del planeta se enamoraron de nuestra patria en la fascinación de sus renglones”.





La pluma de duelo 
La ausencia que duele
17/04/2014
Un escritor argentino y otro colombiano expresaron este jueves su dolor por la muerte de García Márquez desde el predio de Tecnópolis, donde se realiza el Encuentro Federal de la Palabra.

El escritor argentino Mempo Giardinelli manifestó este jueves su “enorme dolor” por la muerte de
Gabriel García Márquez, al considerarlo “uno de los grandes referentes de la literatura latinoamericana que provocaba ganas de leer y escribir cada día más”.

Giardinelli, quien participa en el predio de Tecnópolis del Encuentro Federal de La Palabra, dijo a Télam que la muerte del escritor colombiano “es un dolor enorme para todos los que gustamos de leer o escribir, ya que es uno de los grandes referentes de la literatura latinoamericana”.

“Más allá de la enorme obra de García Márquez, su legado, como el de todos los buenos escritores, es el de provocar en el otro esas ganas de leer y escribir cada día más”, sostuvo.

Por su parte William Ospina, escritor y poeta colombiano ganador de varios premios en su país y en la región, aseguró que si bien “era previsible la muerte de García Márquez, esta noticia causa un enorme dolor en toda Colombia”.

“Aunque Gabo ya no esté con nosotros, sabemos que su obra va a tomar ahora un reconocimiento universal en la verdadera trascendencia de toda su dimensión”, precisó.

Añadió que García Márquez “tenía la particularidad de escribir para todos. Su lenguaje llano enamoraba desde el crítico más duro hasta a aquel que por primera vez abría un libro”.

Ospina recordó que “Gabo siempre decía que su nacimiento a la fama literaria fue acá en Buenos Aires cuando Editorial Sudamericana publicó sus `Cien años de soledad` que rápidamente se popularizó”.
Fuente:RedaccionRosario




García Márquez: no se realizarán actos funerarios hasta el lunes
18 abr, 2014
Así lo informó su familia,el lunes se realizará un homenaje en el Palacio de Bellas Artes de México. También indicaron que los restos del escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura  que murió ayer, a los 87 años, serán cremados sin honras funebres.
gabo-dentro
Los restos del escritor colombiano Gabriel García Márquez, fallecido ayer, serán cremados en una ceremonia privada y el lunes se realizará un homenaje en  el Palacio de BellasArtes, en la capital mexincana, informó la familia a través de un comunicado, reproducido por el diario El Universal.

La directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, informó “que los restos del escritor serán cremados en privado” y precisó que “el lunes a partir de las 16 horas se realizará un homenaje luctuoso en el Palacio de Bellas Artes, donde el público podrá homenajear su legado”.

García Cepeda, acompañada por Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, leyó el comunicado a los periodistas que se encontraban afuera de la casa del escritor, ubicada en la calle Fuego, en la colonia Pedregal de San Ángel, en la Ciudad de México.

También anunció que no se realizará ningún acto funerario hasta el lunes y Abello pidió a los medios que se retirarán del lugar para respetar la intimidad de la familia. Hasta ahora no se anunció donde descansarán finalmente los restos de García Márquez.




Letras de luto: murió el escritor Gabriel García Márquez
17 abr, 2014
A los 87 años, el colombiano premio Nobel de literatura falleció en su casa del Distrito Federal de México. Había estado internado ocho días por un proceso de infección pulmonar y en las vías urinarias. Creador del realismo mágico, fue, es y será referente de la literatura universal
Gabriel Garcia Marquez
El escritor colombiano Gabriel García Márquez falleció este jueves a los 87 años en su casa del Distrito Federal de México. Fue referente indiscutido del realismo mágico latinoamericano y maestro del periodismo.
El fallecimiento del autor de Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba y Crónica de una muerte anunciada; entre otras obras, nacido en Aracataca (Colombia) el 6 de marzo de 1927 fue confirmada por distintos medios internacionales.

Junto a escritores como Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa posicionó la literatura latinoamericana del otro lado del Atlántico, su última aparición pública –de típico traje claro, alegre y de buen talante– fue el 6 de marzo pasado en su casa del DF, para escuchar las mañanitas que cada año le cantan con motivo de su cumpleaños.

Días atrás el genial escritor colombiano había estado internado en una clínica mexicana a raíz de una neumonía, y sus allegados ya advertían que su salud era “delicada”.
García Márquez había nacido en la caribeña Aracataca, pueblo de sus ancestros al pie de la sierra de Santa Marta, el 6 de marzo de 1927.

“Gabo” se alzó en 1982 con el Premio Nobel de Literatura por sus relatos sobre las desventuras de un pueblito llamado Macondo, ícono del Boom que dio cuenta de la convulsionada situación política del continente en los años 60.

A la hora de desmenuzar el genio literario de Gabo, hay que hacer un alto en 1967 cuando creó la historia de “Cien años de soledad”, obra que transformó su vida y la de toda una generación que creyó ver en ella una radiografía caliente del destino y las miserias de una Latinoamérica devastada por las dictaduras militares.

Esa novela, que fue traducida a 40 lenguas y se vendieron más de 30 millones de ejemplares, fue la que consagró a Gabo y con la que obtuvo el Premio Rómulo Gallegos (Venezuela, 1969), el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Columbia (Nueva York, 1971), la Legión de Honor (Francia, 1981) y el Nobel de Literatura (1982).

Su amplia bibliografía se completó con títulos como “El amor en los tiempos del cólera”, “El coronel no tiene quien le escriba”, “Ojos de perro azul”, “La hojarasca”, “Los funerales de Mamá Grande”, “Doce cuentos peregrinos”, “Del amor y otros demonios”, “Notas de prensa, 1980-1984″, “Noticia de un secuestro”, “Vivir para contarla” y “Memoria de mis putas tristes”.

En octubre de 1994, García Márquez creó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, una escuela-taller para jóvenes periodistas, establecida en la ciudad de Cartagena de Indias, dedicado a su otra gran pasión, con el fin de estimular las vocaciones, la ética y la narrativa dentro periodismo.
Fuente:ElCiudadanoyLaGente




Viernes, 18 de abril de 2014  
El mundo despide a Gabo
La muerte del escritor colombiano causó tristeza y dolor alrededor del planeta. Sus restos serán cremados en una ceremonia privada en México. El lunes se hará un homenaje en el Palacio de las Artes de la capital mexicana. 




Los restos del escritor  colombiano Gabriel García Márquez, fallecido ayer, serán cremados en una ceremonia privada y el lunes se realizará un homenaje en  el  Palacio de Bellas Artes, en la capital mexincana, informó la  familia a través de un comunicado, reproducido por el diario El  Universal.
La directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA),  María Cristina García Cepeda, informó “que los restos del escritor  serán cremados en privado” y precisó que “el lunes a partir de las  16 horas se realizará un homenaje luctuoso en el Palacio de Bellas  Artes, donde el público podrá homenajear su legado”.

García Cepeda, acompañada por Jaime Abello, director de la  Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo  Iberoamericano, leyó el comunicado a los periodistas que se  encontraban afuera de la casa del escritor, ubicada en la calle  Fuego, en la colonia Pedregal de San Angel, en la Ciudad de México.
Tambien anunció que no se realizará ningún acto funerario  hasta el lunes y Abello pidió a los medios que se retirarán del  lugar para respetar la intimidad de la familia. Hasta ahora no se  anunció donde descansarán finalmente los restos de García Márquez.



Viernes, 18 de abril de 2014 
El gobierno mexicano quiere hacerle un homenaje "a la altura del personaje"
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ofreció el Palacio de Bellas Artes para realizar el último adiós a Gabriel García Márquez.

García Márquez no sólo fue un gran escritor sino también un gran personaje que cautivó al público alrededor del mundo.
Una carroza fúnebre gris llegó esta tarde a la casa donde murió el escritor colombiano Gabriel García Márquez, en la calle Fuego 144 en el barrio del Pedregal, en el sur de la Ciudad de México, para trasladarlo a una agencia funeraria cerca de su domicilio.

La carroza fue acompañada por una camioneta blanca con sus allegados y patrullas de la policía.

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), máximo organismo cultural de México, ofreció el Palacio de Bellas Artes para realizar un homenaje de cuerpo presente, pero “la familia todavía no ha comunicado su decisión”, según dijo el portavoz Roberto Perea.

El presidente de Conaculta, Rafael Tovar, dijo que el gobierno mexicano desea hacer un homenaje “a la altura del personaje” para dar el último adiós al gran maestro colombiano, aunque la decisión dependerá de su familia.

“Hay que encontrar ya el momento y forma para que una vez que todo este proceso del velorio se haya llevado a cabo, ya se pueda hacer con todo el honor al tamaño del personaje que es”, dijo Tovar.
El funcionario indicó que ha hablado con Mercedes Barcha, la esposa de García Márquez, y con su hijo menor, Gonzalo, “para ofrecerles toda la colaboración” para lo que necesiten. 




Viernes, 18 de abril de 2014  
La leyenda de su temor a Buenos Aires contada por Tomás Eloy Martínez
La Fundación TEM, que rinde homenaje al autor de "La novela de Perón", recuerda el paso de Gabriel García Márquez por la Argentina.

García Márquez y Eloy Martínez cimentaron una férrea amistad durante la visita que el autor de "Cien años de soledad" hizo a Buenos Aires.
La Fundación Tomás Eloy Martínez despidió en su página oficial al escritor colombiano reproduciendo una nota que el autor de "La novela de Perón" publicó tiempo atrás. En el artículo da cuenta de  una amistad, un respeto y admiración profesional que comenzó en Buenos Aires en 1967 y no se extinguió jamás. A continuación, el texto completo de la nota:

"Aunque todas las solapas de sus libros y las cronologías académicas informan que Gabriel García Márquez nació en 1928, lo cierto es que su certificado de nacimiento sostiene que fue un año antes, el 6 de marzo de 1927, en Aracataca, Colombia. Desde que el dato fue descubierto por el periodismo, el novelista vive en estado de sitio. Lo persiguen para que declare ya no sólo sobre la política laberíntica de su país sino también sobre algo mucho más difícil: cómo se sienten los seres humanos cuando cumplen setenta años.

Abrumado por la avalancha, García Márquez se refugió en una casa secreta de Los Angeles, California, donde no pudieron alcanzarlo los estruendos del mundo. Otra celebración, sin embargo, está amenazándolo ahora: los treinta años redondos de su novela más famosa, Cien años de soledad, con cuya publicación comenzó la enorme y devastadora fama del novelista.

Fui uno de los pocos testigos personales del nacimiento y la gloria instantánea de ese libro. No tengo otro remedio, por lo tanto, que escribir este artículo en primera persona.

García Márquez era un autor de culto, al que unos pocos centenares de lectores admiraban en secreto, cuando el crítico Luis Harss lo entrevistó en México y recomendó a la editorial Sudamericana de Buenos Aires que editara su obra completa. Como el editor mexicano de las tres novelas anteriores de García Márquez no quería cederlas a otros mercados, Sudamericana decidió entonces enviar al autor quinientos dólares como pago anticipado por los derechos de la cuarta.

García Márquez escribió las páginas finales de Cien años de soledad entre febrero y marzo de 1967, acosado por las deudas, sin tener siquiera dinero para sacar una copia del manuscrito. Tuvo que vender una procesadora de alimentos que era su más preciado regalo de matrimonio para poder pagar el envío postal de las quinientas páginas del libro desde México a Buenos Aires. A mediados de abril, el director editorial de Sudamericana, Francisco Porrúa, me llamó por teléfono con una voz exaltada. «Tienes que venir ahora a mismo a mi casa y leer un libro extraordinario», me dijo. «Es tan delirante que no sé si el autor es un genio o está completamente loco».

Llovía a cántaros. En la acera de la calle donde vivía Porrúa había dos baldosas flojas. Al pisarlas, me empapé. El largo pasillo que iba desde la entrada del apartamento hasta el estudio estaba alfombrado por hileras de papeles que invitaban a limpiarse los zapatos embarrados. Fue lo que hice: los pisé. Eran los originales de Cien años de soledad que Porrúa, en la excitación de la lectura, había ido dejando por el camino. Por suerte, las huellas de los zapatos no borraron ninguna de aquellas frases que los lectores de García Márquez siguen repitiendo devotamente, como si fueran plegarias.

Al amanecer del día siguiente, después de la lectura, Porrúa y yo nos pusimos de acuerdo en invitar a Buenos Aires al gran escritor. El pretexto no fue el lanzamiento de Cien años de soledad ­previsto para el 10 de junio­ sino un concurso de novela al que Sudamericana y el semanario «Primera Plana» convocaban todos los años, en agosto. García Márquez iría como uno de los tres jurados.

En junio, el semanario ­del que yo era jefe de redacción­ dedicó su portada a Cien años de soledad, consagrándola como «la gran novela de América» con una reseña crítica que yo mismo escribí. El éxito de ventas de la primera semana había sido inusual ­ochocientos ejemplares para la obra de un desconocido­, pero se triplicó a la semana siguiente, después de la portada. Las dos primeras ediciones ­unas once mil copias en total­ se agotaron en menos de un mes. Cuando García Márquez llegó a Buenos Aires el 19 de agosto, su novela llevaba ya seis semanas al tope de la lista de best-sellers.

Su avión aterrizó a las dos y media de la madrugada. Porrúa, el poeta César Fernández Moreno y yo éramos las únicas personas que velaban en el aeropuerto, atormentados por el frío inclemente de aquel final de invierno. Lo vimos bajar con una indescriptible chaqueta a cuadros, en la que se entretejían los rojos chillones con los azules eléctricos. Lo acompañaba una mujer bellísima, de grandes ojos orientales, que parecía la reina Nefertiti en versión indígena. Era su esposa, Mercedes Barcha.

Los dos arrastraban un hambre atroz. Pretendían ver el sol del amanecer alzándose de la pampa infinita, junto a un fogón de carne asada. Y así fue. La luz del día nos sorprendió en un restaurante cerca del río de la Plata, en el que García Márquez entretenía a los mesoneros con cuentos sin fin. Por primera vez, los tres argentinos que lo acompañábamos veíamos el trópico en plena erupción.

García Márquez y Mercedes pasaron dos o tres días en el más injusto anonimato. Los argentinos seguían devorando su novela por millares pero habían olvidado el retrato de dos meses antes en la portada de «Primera Plana». A la tercera mañana, sin embargo, sucedió algo extraño. La pareja estaba desayunando en un café y, mientras observaba el letargo dela calle, vio pasar a un ama de casa que volvía del mercado, con un ejemplar de Cien años de soledad humedeciéndose entre las lechugas y los tomates frescos.

Aquella misma noche fuimos al teatro. Estrenaban Los siameses, una de las mejores piezas de la dramaturga argentina Griselda Gambaro. Entramos en la sala poco antes de que se alzara el telón, con las luces aún encendidas. García Márquez y Mercedes parecían desorientados por el despliegue de pieles innecesarias y de plumas resplandecientes. Yo los seguía a tres pasos. Estaban por sentarse cuando un desconocido gritó «¡Bravo, bravo!», y empezó a aplaudir. Una mujer lo secundó: «¡Por su novela, García Márquez!». Al oír el nombre, la sala entera se puso de pie y encendió la lumbre de una larga ovación. En ese instante preciso, sentí que la fama bajaba del cielo y se posaba sobre los hombros del novelista, como si fuera una criatura viva.

Esquela enviada por GGM a TEM pocos días después de partir de Buenos Aires.

Tres días después lo perdí de vista. Hubo que ponerle secretarias para que le filtraran las llamadas de teléfono y mudarlo de hotel para que los lectores lo dejaran descansar. La penúltima vez que lo vi en Buenos Aires fue para indicarle en un mapa el rincón secreto del bosque de Palermo donde podría, por fin, besar a Mercedes sin que lo interrumpieran. La última fue en el aeropuerto, cuando los dos regresaban a su casa de México, abrumados de flores. El iba cubierto por una gloria que desde entonces sería como su segunda piel.

Hay que entender entonces por qué García Márquez no quiere celebrar sus setenta años ni cualquier otro aniversario que le recuerde el movimiento del tiempo. En 1967 la fama lo alcanzó como un rayo y desde entonces no hay medida del tiempo para él. Todo lo que vive está suspendido en la pura eternidad".





Jueves, 17 de abril de 2014  
Murió el gran novelista colombiano Gabriel García Márquez
El autor de "Cien años de soledad", ganador del premio Nobel en 1982, falleció en su casa de Ciudad de México, víctima de cáncer.
Referente indiscutido del realismo mágico latinoamericano y maestro del periodismo, el escritor colombiano y premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez murió a los 87 años de edad en Ciudad de México, donde residía, confirmaron distintos medios internacionales.

Protagonista del "boom" que junto a escritores como Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa posicionó la literatura latinoamericana del otro lado del Atlántico, su última aparición pública -de típico traje claro, alegre y de buen talante- fue el 6 de marzo pasado en su casa del DF, para escuchar las mañanitas que cada año le cantan con motivo de su cumpleños.

Días atrás el genial escritor colombiano había estado internado en una clínica mexicana a raíz de una neumonía, y sus allegados ya advertían que su salud era “delicada”.

García Márquez había nacido en la caribeña Aracataca, pueblo de sus ancestros al pie de la sierra de Santa Marta, el 6 de marzo de 1927, adonde su madre Luisa Santiaga Márquez Iguará llegó sola desde el vecino poblado de Rioacha, pues su padre había jurado no volver jamás, aunque la familia terminó reuniéndose allí porque el deseo de ver al niño ganó al encono contra los suegros.

“Nunca, en ninguna circunstancia, he olvidado que en la verdad de mi alma no soy nadie más ni seré nadie más que uno de los 11 hijos del telegrafista de Aracataca”, dijo alguna vez Gabo, refiriéndose a su padre Gabriel Eligio García Martínez, homeópata de profesión, poeta y violinista clandestino que lo dejó al cuidado de sus abuelos con sólo cinco años, para montar junto a su madre una farmacia en Sucre.

Su infancia transcurrió bajo la tutela de los abuelos, Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán Cotes, quienes le mostraron el mundo donde lo fantástico irrumpía de manera cotidiana en aquellos pueblos perdidos, de vegetación exuberante y plagados de personajes que más tarde recobrarían vida en sus libros y marcarían su obra literaria.

A la muerte de su abuelo en 1936 fue enviado a estudiar en Barranquilla, la principal ciudad del Caribe colombiano, y de allí viajó en 1940 a la fría Zipaquirá, próxima a Bogotá, para cursar el bachillerato que terminó en 1946.

Gabito, aquel joven tímido que abandonó los estudios de Derecho en la Facultad de Bogotá, fue el mismo hombre ya maduro que eligió vivir lejos de su país natal y que en 1982 se alzó con el Premio Nobel de Literatura por sus relatos sobre las desventuras de un pueblito llamado Macondo, ícono del Boom que dio cuenta de la convulsionada situación política del continente en los 60.

El inventario de sus recuerdos habla de comienzos poco concesivos en el diario El Universal, de largas tertulias literarias que superaban la madrugada, de cajas de libros que llegaban desde Buenos Aires para aliviar su sediento talento y de la “La hojarasca”, la novela que publicó con sus ahorros.
En la ciudad colombiana de Sucre, donde vivió algunos años, asesinaron a su amigo Cayetano Gentile Chimento en 1951, lo que quedaría en su memoria por 30 años hasta que pudo exorcizarlo a través de “Crónica de una muerte anunciada”, aunque fue la misma ciudad en que conoció a su esposa de 1958, Mercedes Barcha Pardo.

Con ella tuvo a sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo, y todos se instalaron en México desde mediados de los 60, estancia que intercaló con otras ciudades del mundo, y que interrumpió a fines de los 90 cuando le descubrieron un cáncer linfático que decidió combatir recluido en una casa de Los Angeles, desde 1999.

A la hora de desmenuzar el genio literario de Gabo, el relato se detiene invariablemente en 1967 para dar paso a la historia de “Cien años de soledad”, la obra que transformó su vida y la de toda una generación que creyó ver en ella una radiografía caliente del destino y las miserias de una Latinoamérica devastada por las dictaduras militares.

Aquella novela, que fue traducida a 40 lenguas y de la que se vendieron más de 30 millones de ejemplares, fue la que consagró a Gabo y con la que obtuvo el Premio Rómulo Gallegos (Venezuela, 1969), el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Columbia (Nueva York, 1971), la Legión de Honor (Francia, 1981) y el Nobel de Literatura (1982).

Su amplia bibliografía se completó con títulos como “El amor en los tiempos del cólera”, “El coronel no tiene quien le escriba”, “Ojos de perro azul”, “La hojarasca”, “Los funerales de Mamá Grande”, “Doce cuentos peregrinos”, “Del amor y otros demonios”, “Notas de prensa, 1980-1984”, “Noticia de un secuestro”, “Vivir para contarla” y “Memoria de mis putas tristes”.

En octubre de 1994, García Márquez creó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, una escuela-taller para jóvenes periodistas, establecida en la ciudad de Cartagena de Indias, dedicado a su otra gran pasión, con el fin de estimular las vocaciones, la ética y la narrativa dentro periodismo.

García Márquez realizó permanentes manifestaciones a favor de los derechos humanos, repudió el racismo, las dictaduras militares y el crecimiento de la violencia en las sociedades, características que ayudaron a delinear su perfil, así como su estrecha amistad con el cubano Fidel Castro.

“El secreto para una buena vejez es haber hecho toda la vida sólo lo que me da la gana”, había dicho el colombiano en uno de sus cumpleaños, cuando todavía era uno de los escritores vivos más importantes del siglo XX.



Jueves, 17 de abril de 2014  
Según Fidel, "un hombre con bondad de niño y talento cósmico"
El líder de la revolución cubana que lo ha evocado como “un hombre de mañana, al que agradecemos haber vivido esa vida para contarla”.

Crítico de las dictaduras, García Márquez permaneció siempre fiel a esa amistad con Fidel Castro.                Por Jean-Hervé Deiller / NA
La Habana.- Amigo íntimo de Fidel Castro, Gabriel García Márquez era “un hombre con bondad de niño y talento cósmico”, según el líder de la revolución cubana que lo ha evocado como “un hombre de mañana, al que agradecemos haber vivido esa vida para contarla”.

Los dos hombres -el cubano es siete meses mayor- se conocieron en los primeros días de la revolución, en enero de 1959, cuando Gabo llegó a la isla como periodista a cubrir la llegada al poder de los guerrilleros “barbudos” que comandaba Castro.

Siguieron decenios de amistad, con algunos desacuerdos entre dos hombres a quienes les gustaba tacharse mutuamente de “desmesurados” y “exagerados”.

Crítico de las dictaduras y los regímenes autoritarios de derecha de América Latina, García Márquez permaneció siempre fiel a esa amistad con Fidel Castro, incluso a veces a riesgo de ser criticado.

El escritor cubano Reinaldo Arenas lo había atacado fuertemente en sus memorias (“Antes de que anochezca”) denunciando su presencia junto a Fidel Castro durante algunos de sus más encendidos discursos contra los anticastristas.

Su examigo y también premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa, lo calificó de “cortesano” por guardar silencio durante la “primavera negra” de 2003, cuando 75 opositores cubanos fueron condenados a severas penas de cárcel.

“Nuestra amistad fue fruto de una relación cultivada durante muchos años en que el número de conversaciones, siempre para mí amenas, sumaron centenares”, relató Castro en 2008 cuando recibió a Gabo y su esposa Mercedes, dos años después de la crisis de salud que lo llevó a dejar el poder en 2006.

García Márquez, quien fijaría largo tiempo su domicilio en La Habana, participó en 1959 en la formación de la agencia cubana Prensa Latina y en 1986 en la creación de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, 30 km al suroeste de La Habana, que ha formado a generaciones de cineastas.

Gabo, quien recibía en su hogar de La Habana frecuentes visitas nocturnas de Fidel, destacaba a su vez “su devoción por las palabras, su poder de seducción”.

“Fatigado de conversar, descansa conversando”, escribió sobre el líder cubano.

Una de esas noches, contó el escritor colombiano en 1988, le preguntó qué era lo que más le gustaría hacer en el mundo. “Pararme en una esquina”, le respondió inmediatamente un Castro agobiado por las responsabilidades y más aislado que nunca en la cima del poder.

Su historia común pudo haber comenzado en Colombia en abril de 1948: al día siguiente del asesinato del político liberal Jorge Eliécer Gaitán, Fidel Castro y Gabriel García Márquez, ambos de 21 años, participaron en la revuelta que pasó a la historia con el nombre de “El Bogotazo”.

“Ninguno tenía noticias del otro. No nos conocía nadie, ni siquiera nosotros mismos”, recordó Castro en un artículo publicado en 2002 con ocasión del lanzamiento del libro “Vivir para contarla” del Premio Nobel de Literatura.

Siempre fiel defensor de la revolución cubana, García Márquez sirvió de emisario especial del “Líder máximo” ante el presidente estadounidense Bill Clinton.

En 1994 participó en la solución de la crisis de los “balseros”, cuando millares de cubanos agobiados por las penurias económicas se lanzaron al mar en precarias embarcaciones para alcanzar la costa de Estados Unidos, que culminó con un acuerdo migratorio entre La Habana y Washington.

En 1997, Gabo llevó a Bill Clinton -quien le había contado que “Cien años de soledad” era su novela favorita- un mensaje de Fidel Castro en el que proponía a Estados Unidos cooperación en la lucha contra el terrorismo.

La cooperación cubano-estadounidense fue efímera. Washington sacó provecho de las informaciones transmitidas por los cubanos sobre planes de anticastristas contra la isla y arrestó en septiembre de 1998 a los agentes de una red cubana que operaba clandestinamente en Florida. (NA)



Jueves, 17 de abril de 2014  
Personalidades del mundo lloran el fallecimiento de Gabo
“Los gigantes nunca mueren“, escribió en su cuenta de Twitter el presidente Juan Manuel Santos, mientras que Vargas Llosa dijo que "sus novelas le sobrevivirán y seguirán ganando lectores por doquier".
Numerosas personalidades expresaron en las redes sociales su pesar por el fallecimiento del escritor colombiano Gabriel García Márquez.

Juan Manuel Santos, presidente de Colombia:
En su cuenta de Twitter @JuanManSantos: “Mil años de soledad y tristeza por la muerte del más grande colombiano de todos los tiempos! Solidaridad y condolencias a la Gaba y familia“.
“Los gigantes nunca mueren“.

Enrique Peña Nieto, presidente México:
@EPN: “A nombre de México, expreso mi pesar por el fallecimiento de uno de los más grandes escritores de nuestros tiempos: Gabriel García Márquez“.

Rafael Correa, presidente de Ecuador:
@MashiRafael: “Se nos fue el Gabo, tendremos años de soledad, pero quedan sus obras y amor por la Patria Grande. íHasta la victoria siempre, Gabo querido!“

Ollanta Humala, presidente de Perú:
@Ollanta_HumalaT: “Latinoamérica y el mundo entero sentirán la partida de este soñador. Descansa en paz Gabriel García Marquez allá en Macondo“.

Barack Obama, presidente de Estados Unidos:
“Con el fallecimiento del autor Gabriel García Márquez, el mundo ha perdido a uno de los más grandes y visionarios escritores, uno de mis favoritos desde que era joven”, dijo en un comunicado.

Sebastián Piñera, ex presidente de Chile:
@sebastianpinera: “100 años de soledad. El amor en los tiempos del colera.Cronica de una muerte anunciada, ademas de sus excentridades son parte de su herencia“.
“Ha muerto un grande de la literatura latinoamericana. Nos deja una obra prolifica e inspiradora,que seguira alimentando nuestra imaginacion“.

Alvaro Uribe, ex presidente de Colombia:
@AlvaroUribeVel: “Millones de habitantes del planeta se enamoraron de nuestra patria en la fascinación de sus renglones“.

Shakira, cantante colombiana:
“Querido Gabo, alguna vez dijiste que la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda... http://instagram.com/p/m56NOpIjiX/ “.

Granma, diario del Partido Comunista de Cuba:
“La cultura latinoamericana de luto, falleció Gabriel García Márquez“, dijo en su página web.

Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García Márquez:
@Jaime_Abello: “Gracias, maestro. Viaja tranquilo, que seguirás vivo entre nosotros“.

Arianna Huffington, escritora estadounidense:
@ariannahuff: “No es cierto que la gente deje de perseguir sueños porque se hacen viejos, se hacen viejos porque dejan de perseguir sueños“.

Jon Lee Anderson, periodista estadounidense:
“Descansa en pais (sic), querido Gabo. Te extranaremos siempre, como a un padre.Tu legado es muy grande“.

Jorge Volpi, escritor mexicano:
@jvolpi: “Ha muerto Gabriel García Márquez. Con Borges, el más grande narrador en lengua española del siglo XX“.

Mempo Giardinelli, escritor argentino:
“Es un dolor enorme para todos los que gustamos de leer o escribir, ya que es uno de los grandes referentes de la literatura latinoamericana. Más allá de la enorme obra de García Márquez, su legado, como el de todos los buenos escritores, es el de provocar en el otro esas ganas de leer y escribir cada día más”.

►William Ospina, escritor y poeta colombiano:
“Aunque Gabo ya no esté con nosotros, sabemos que su obra va a tomar ahora un reconocimiento universal en la verdadera trascendencia de toda su dimensión”.

Vicente Battista, escritor argentino
“Su inmensa obra se coloca entre las grandes de la lengua española. 'Cien años de soledad' es una de las más grandes novelas universales, pero todas sus trabajos son inmensos”

Alberto Laiseca, escritor argentino
“Los escritores siempre dependemos de la mirada ajena, a él se lo miró, se lo entendió, y por eso el 'realismo mágico' está puesto ahí arriba. Su obra es muy grande”.

Isabel Allende, escritora chilena:“
Vía Facebook: "Yo le debo el impulso y la libertad para lanzarme a la escritura, porque en sus libros encontré a mi propia familia, mi país, los personajes que me son familiares, el color, el ritmo y la abundancia de mi continente. Mi maestro ha muerto y para no llorarlo, seguiré leyéndolo una y otra vez“.

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela:
@NicolasMaduro: “El Gabo dejó grabada su huella espiritual en la Nueva Era de nuestra América, cien años de Amor por su espíritu eterno“.

Bill Clinton, ex presidente de Estados Unidos:
“Me entristeció enterarme de la muerte de Gabriel García Márquez. Desde el momento en que leí 'Cien años de soledad', hace más de 40 años, siempre me quedé sorprendido por sus regalos únicos de la imaginación, la claridad de pensamiento, y la honestidad emocional. El capturó el dolor y la alegría de lo común de nuestra humanidad en entornos reales y mágicos“.

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil:
“Dueño de un texto encantador, Gabo conducía al lector por sus Macondos imaginarios como quien presenta un mundo nuevo a un niño (...) Sus personajes singulares y su América Latina exuberante permanecerán marcados en el corazón y la memoria de sus millones de lectores“.

Luiz Inácio da Silva, ex presidente de Brasil:
“Gabriel García Márquez fue un escritor extraordinario, un eximio periodista y un gran militante de las causas democráticas populares y un símbolo para todos en América Latina y el mundo. En sus libros retrató con gran talento la realidad y la magia del pueblo latinoamericano“.

Juanes, músico colombiano:
@juanes: “Se va el más grande de todos pero se queda su inmortal leyenda .. Gracias Gabriel Garcia Marquez“.

Carlos Vives, músico colombiano:
@Carlosvives: “#Gabo tendrá un lugar privilegiado entre los juglares y junto a San Pedro será Armando Zabaleta quien lo reciba en las puertas del cielo“.

Claudia Piñeiro, escritora argentina
“Lloro por él”.

Mario Vargas Llosa, escritor peruano:
“Ha muerto un gran escritor, cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura de nuestra lengua. Sus novelas le sobrevivirán y seguirán ganando lectores por doquier, envío mis condolencias a su familia”.



Jueves, 17 de abril de 2014 Del relato corto "La tercera resignación" a la gloria del premio Nobel de Literatura Recibió el máximo galardón de las letras del mundo, 15 años antes de publicar la obra cumbre, la novela "Cien años de soledad".

Gabo junto a su mujer, Mercedes.
Por Rodrigo Ruiz Tovar / DPA
Muchas hojas de papel tiradas al cesto de la basura y centenares de cigarrillos arrugados en ceniceros tuvieron que pasar por las manos de Gabriel García Márquez desde su primer cuento, “La tercera resignación”, hasta llegar al Olimpo de las letras universales.

Gabo, que hoy murió en Ciudad de México a los 87 años, vivió uno de sus momentos más felices en el homenaje que le brindó el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en marzo de 2007 en Cartagena de Indias. La celebración no era más oportuna: se cumplían entonces sus 80 años de vida, los 40 de la publicación de “Cien años de soledad” y los 25 de haber recibido el premio Nobel de Literatura.
“Ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía «Cien Años de Soledad», llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto, con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal, parecería a todas luces una locura”, dijo Gabo aquella vez.

“No sé a qué horas sucedió todo. Sólo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy, no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado, para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente”.

García Márquez, llamado el “padre del realismo mágico”, nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, una pequeña y calurosa población del departamento de Magdalena, en el Caribe colombiano, siempre presente en su obra.

Hijo del telegrafista del pueblo, el niño Gabriel José de la Concordia García Márquez fue criado por sus abuelos maternos y varias tías. En medio de tantas mujeres casi que su única referencia masculina era de la su abuelo, el coronel Nicolás Márquez.

En Barranquilla, cuando cursaba los primeros años de secundaria, publicó algunas poesías en la revista del colegio "San José”. Después estudió en la andina ciudad de Zipaquirá y en 1947 publicó “La tercera resignación”.

Entonces comenzó a estudiar leyes en la estatal Universidad Nacional, pero pudieron más las letras que los códigos. En 1948 comenzó a ejercer el periodismo en el diario El Universal de Cartagena de Indias en una carrera que lo llevó al periódico “El Espectador” de Bogotá y a corresponsalías en Estados Unidos y Europa.

La obra que lo dio a conocer fue “Relato de un náufrago”, publicada a manera de crónica por El Espectador en 1955.

Sus ideas de izquierda y la proximidad con el líder cubano Fidel Castro le acarrearon tanto simpatías como persecución, hasta el punto de que a comienzos de los años 80 tuvo que exiliarse en México porque el gobierno del presidente Julio César Turbay (1978-1982) lo consideraba aliado de la entonces guerrilla del M-19.

En ese marco recibió el premio Nobel, en 1982, 15 años después de publicar su obra magna, “Cien años de soledad”. Al recibir el homenaje en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, García Márquez recordó los problemas económicos que vivió mientras escribía esa novela sin recibir ningún pago. Su esposa Mercedes Barcha y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, fueron testigos de ello.

La primera publicación de los relatos de la familia Buendía en Macondo apareció en junio de 1967 con una tirada de 8.000 ejemplares. Esa edición de la Editorial Sudamericana de Buenos Aires se agotó en 15 días.

Su retorno a Colombia se dio en los años 90 y tuvo una activa participación en el proceso que desembocó en un proceso de paz entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana (1998-2002) y la guerrilla de las Frac, que terminó en el fracaso. Sin embargo, se radicó definitivamente en México, su segunda patria.

El escritor y periodista también tuvo una faceta de empresario, cuando en 1998 compró con varios colegas colombianos la revista Cambio, que había aparecido cinco años antes como edición local de la española Cambio 16.

Antes había creado en Cartagena de Indias la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. El cine, otra de sus pasiones, lo llevó a presidir en 1985 la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, en cuyo seno apareció un año después la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños.

Los médicos le diagnosticaron en 1999 un cáncer linfático, que logró ser controlado con quimioterapias en Estados Unidos. La enfermedad lo empujó a escribir sus memorias “Vivir para contarla” (2002) y ahora los colombianos agradecen que en vida haya podido recibir el homenaje de la lengua española.



Jueves, 17 de abril de 2014  
Macondo, un pueblo más allá de la fantasía que queda huérfano sin su creador
Cuando ese nombre saltó a la palestra de la literatura universal, viajeros de todo el mundo se interesaron en conocer Colombia.

Por Rodrigo Ruiz Tovar / DPA
En el diccionario de la Real Academia Española figura como un árbol semejante a la ceiba, pero en el mundo literario es sinónimo de Caribe, de mariposas amarillas y de realismo mágico. Es Macondo, el pueblo que hoy se quedó sin su “fundador”, Gabriel García Márquez.

Cuando ese nombre sonoro saltó a la palestra de la literatura universal, muchas personas se interesaron en viajar a Colombia para recorrer sus calles polvorientas y beber ron al son de la música vallenata.

Algo imposible, si se tiene en cuenta que Macondo no figura en los mapas, pero al mismo tiempo perfectamente viable, pues Macondo puede ser cualquier pueblo del norte colombiano.

Se cree que Macondo se inspiró en Aracataca, un municipio del departamento de Magdalena donde García Márquez nació en 1927. Allí alimentó su mente infantil con relatos fantásticos que fueron la génesis de muchas vivencias de la familia Buendía en “Cien años de soledad”.

En “Vivir para contarla”, su libro de corte autobiográfico, Gabo recuerda un episodio que vivió cuando su madre lo llevó a Aracataca, tras varios años de ausencia, para vender la casa donde él pasó su infancia.

El joven García Márquez encontró un pueblo solitario y polvoriento que le sirvió para recrear años después a Macondo, la “capital” del realismo mágico de su obra.

El origen del nombre da cabida a varias hipótesis, aunque la más aceptada dice que al escritor le quedó grabada la palabra “Macondo” que leyó en el letrero de una finca bananera que vio durante una travesía en tren.

Un estudioso de la obra de “Gabo”, el escritor colombiano Dasso Saldívar, aporta otras luces. Dice que podría tratarse de la derivación de una antigua palabra del centro de África para referirse al banano.

También se afirma que Macondo es un caserío del municipio de Pivijay, en Magdalena, sin figuración en los mapas, aunque puede ser que el nombre fuese adoptado por los pobladores a raíz del éxito de “Cien años de soledad”. Los cataqueros, gentilicio de los nacidos en Aracataca, llaman macondo a un típico juego de azar parecido al bingo.

Un ex alcalde de Aracataca, Pedro Sánchez, tuvo una idea para que el pueblo, a 90 kilómetros de Santa Marta, la capital de Magdalena, saliera de su atraso mediante el cambio de nombre.

Sánchez propuso que el municipio se llamara Aracataca-Macondo, con el objetivo de ingresar oficialmente al mapa de Colombia y ser fácilmente identificado por turistas que llegarían a esa tierra en busca de los pasos infantiles de García Márquez.

El político impulsó un referéndum, pero la idea fracasó en junio de 2006, cuando la escasa votación no permitió que fuera aprobado.

Curiosamente, uno de los críticos de la iniciativa fue el propio Gabo, quien la calificó de “desatinada”. “Por fortuna, Macondo no es un lugar sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver, y verlo como quiere”, dijo alguna vez.

Casi un año después de fracasar el proyecto del alcalde, el escritor retornó a su pueblo natal en un tren que partió de Santa Marta pintado de amarillo y con mariposas del mismo color, para recrear el ambiente de “Cien años de soledad”.

Aunque la idea del político no prosperó, el turismo ha crecido en Aracataca por la apertura en 2010 de la Casa-Museo García Márquez.

La casa donde creció el escritor fue demolida hace cuatro décadas, pero se reconstruyó con aportes del gobierno como una réplica de la residencia de los García Márquez. Para ello fue fundamental la descripción del escritor y de otros miembros de la familia.

Tras un viaje de cerca de cinco horas en tren desde Santa Marta, los visitantes pueden recorrer los pasillos de la “casa lunática”, como el propio “Gabo” la llama en “Vivir para contarla”, así como otros sitios de Aracataca relacionados con su familia, como el lugar donde trabajaba su padre, Gabriel Eligio García, el telegrafista del pueblo. También se puede ir al Hospital Luisa Santiaga Márquez Iguarán, llamado así en homenaje a la madre del escritor.

Además de “Cien años de soledad”, las referencias a Macondo están en otras obras de García Márquez como “Los funerales de la Mamá Grande”, “La mala hora”, “El coronel no tiene quien le escriba” y “La Hojarasca”.  (DPA)



Jueves, 17 de abril de 2014  
Su "ex amigo" Vargas Llosa y un episodio que permanece sin explicaciones tras 38 años
El 12 de febrero de 1976 se enemistaron para siempre ambos nobeles de literatura, cuando el peruano le pegó un puñetazo en el ojo.

García Márquez y Vargas Llosa mantuvieron una relación cálida hasta que las ideologías los separaron
Por Libardo Cardona / AP
El famoso incidente sucedió el 12 de febrero de 1976 y, 38 años después, nadie ha explicado con certeza qué pasó, como si se tratara de una leyenda, de algo que no existió.

Fue el día en que se enemistaron para siempre los nobeles de literatura Gabriel García Márquez (1982) y Mario Vargas Llosa (2010), cuando el peruano le dio un puñetazo en México a su otrora amigo, a quien luego calificó como un “cortesano de Castro”, en referencia al cubano Fidel Castro. Nunca estuvo claro si la pelea fue por motivos políticos o personales. Vargas Llosa ha pasado gradualmente de una postura izquierdista a una de capitalismo de libre mercado, lo que lo ha puesto en desacuerdo con gran parte de la élite de intelectuales del hemisferio.

Según testigos, García Márquez, entonces de 48 años, se acercó a Vargas Llosa y el peruano, nueve años más joven, le dio un golpe en el ojo, increpándole por “lo que le hiciste a Patricia”, en referencia a la que todavía es su esposa.

Ninguno de los escritores dio explicaciones al respecto, pero según versiones de la prensa colombiana, García Márquez pudo haberle sugerido a Patricia que se separase de su esposo por una supuesta infidelidad de éste, o que Patricia, para vengarse de su marido, le dio a entender que Gabo” le había proporcionado grata compañía.

Tras el puñetazo, García Márquez buscó a un amigo que nueve años atrás le había tomado unas fotografías para la portada de “Cien años de soledad”: el fotógrafo colombiano Rodrigo Moya Moreno.

“Para las fotos del ojo moro me costó un huevo sacarle una sonrisa de una fracción de segundo, porque tenía cara como para los funerales de la Mamá Grande. Realmente, Varguitas lo había dejado mal y se veía más bien triste o deprimido. Pero la sonrisa que le saqué hizo de aquel desaguisado una cosa sin importancia. Al terminar, Gabo me dijo al despedirse: `Me mandas un juego y guardas los negativos”', relató Moya en una entrevista para el diario El Tiempo publicada en 2013.

A la pregunta de por qué fue el incidente con el escritor de Arequipa, Moya respondió: “Solo ellos lo saben.
El hecho ocurrió en la premier privada de aquella película sobre los supervivientes de un avionazo en los Andes. No se veían hacía tiempo, y dicen que Gabo se acercó con los brazos abiertos para abrazarlo, y Varguitas lo recibió con su aún hoy famosa derecha. Escribí una crónica de esa sesión en La Jornada en 2007, cuando Gabo cumplió los 80”.

En octubre de 2010, tras anunciarse que Vargas Llosa había ganado el Nobel, un reportero en el Instituto Cervantes de Nueva York empezó a preguntarle al peruano sobre García Márquez, pero éste enseguida respondió: “No vamos a hablar de eso ahora”.

Luego, sin especificar a qué mensaje se refería, dijo: “Yo les voy a agradecer a ustedes que hagan público mi agradecimiento por la declaración que ha hecho García Márquez, muy cariñosa, con respecto a este premio. Le estoy muy agradecido”.

En junio del 2007, de visita en Quito, Ecuador, Vargas Llosa dijo que él y García Márquez tenían “un pacto tácito” según el cual “nosotros no hablamos de nosotros mismos para darles trabajo a los biógrafos, si es que merecemos tenerlos después”.

“Que ellos averigüen, que ellos descubran, que digan qué pasó”, añadió.

En aquella ocasión, cuando le preguntaron por los ganadores del Nobel de Literatura, el escritor peruano manifestó: “Creo que el premio Nobel ha fallado no dándoselo a escritores como (Jorge Luis) Borges o (Vladimir) Nabokov, pero se lo ha dado a algunos escritores que sí lo merecían. No hay ninguna duda que un escritor como (Darío) Fo lo merecía, un García Márquez lo merecía”.

De hecho, en una entrevista realizada a finales de marzo en su casa en Lima para una televisora peruana volvió a hablar de su colega colombiano, y dijo que a lo largo de los años ha releído su obra cumbre: “Cien años de soledad”.

“(La he leído) muchas veces porque la he enseñado, he dado muchos cursos sobre García Márquez, el último hace pocos años en (la Universidad de) Princeton... Es uno de los libros que se puede releer y releer y siempre aparecen cosas nuevas”, dijo Vargas Llosa en una entrevista para el Canal N.

También recordó que, en un vuelo de Madrid a Santa Cruz de Tenerife, una auxiliar de vuelo le avisó que un hombre quería saludarlo porque le tenía una admiración absoluta. “Le temblaba la voz. Me dijo: «No sabe cuánto lo admiro, a mí me ha cambiado la vida leerlo». Y yo estaba muy conmovido y luego me dice: `Y sobre todo “Cien años de soledad” es algo que yo he releído no sé cuántas veces”', relató sonriendo. “No me atreví a decirle: «Está usted equivocado, yo no soy García Márquez». Me pareció que iba a desencantarlo de tal manera que no le dije nada. Le di la mano y se fue creyendo que le había dado la mano a su autor favorito”.

En 1971 salió al mercado “Historia de un deicidio”, un análisis de la obra de García Márquez escrito por Vargas Llosa. Después que se enemistaron, el escritor peruano dio la orden de que no se hiciera ninguna edición más de ese libro.

Tras conocerse la muerte de García Márquez, Vargas Llosa dijo para el Canal N desde una calle de la ciudad peruana de Ayacucho que “ha muerto un gran escritor, cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura de nuestra lengua”.

Con una voz conmovida, anteojos oscuros y una gorra de béisbol, Vargas Llosa añadió que “sus novelas le sobrevivirán y seguirán ganando lectores por doquier, envío mis condolencias a su familia”.



Jueves, 17 de abril de 2014  
"Cortázar era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande"
García Márquez y el autor de "Bestiario" fueron grandes amigos y dos de los mayores exponentes del llamado "boom" de la literatura latinoamericana.

Cortázar y García Márquez, retratados en 1974 en París por Sara Facio.
El escritor Gabriel García Márquez, fallecido hoy, mantuvo una larga amistad con su colega argentino Julio Cortázar, que se prolongó incluso hasta la muerte del autor de “Rayuela”, en 1984.

García Márquez recordó que desde la lectura del primer libro de cuentos de Cortázar, “Bestiario”, comprendió que “aquel era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande”.

Ambos fueron durante los años 60 dos de los mayores exponentes del llamado “boom” de la literatura latinoamericana, un grupo que compartieron junto a los escritores Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Octavio Paz, entre otros.

En ocasión de la muerte de Cortázar, García Márquez señaló que “los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias”.

“Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción”, definió por entonces el escritor colombiano, fallecido hoy.

García Márquez confesó también que solía observar el proceso creativo de Cortázar en distintos bares de París, antes de entablar una amistad que conjugó arte y compromiso político con las experiencias de cambio en América Latina.

“Alguien me dijo en París que él escribía en el café Old Navy, del boulevard Saint Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición”, evocó en su momento el autor de “Cien años de soledad”.

“Lo vi escribir durante más de una hora, sin una pausa para pensar, sin tomar nada más que medio vaso de agua mineral, hasta que empezó a oscurecer en la calle y guardó la pluma en el bolsillo y salió con el cuaderno debajo del brazo como el escolar más alto y más flaco del mundo”, dijo García Márquez.

Otra anécdota junto a Cortázar que el escritor fallecido hoy solía recordar tuvo lugar durante un viaje en tren de París a Praga, junto al autor mexicano Carlos Fuentes.

“A la hora de dormir, a Carlos Fuentes se le ocurrió preguntarle a Cortázar cómo y en qué momento y por iniciativa de quién se había introducido el piano en la orquesta de jazz”, recordó el escritor ganador del premio Nobel de Litearura en 1982.

“La pregunta era casual y no pretendía conocer nada más que una fecha y un nombre, pero la respuesta fue una cátedra deslumbrante que se prolonga hasta el amanecer, entre enormes vasos de cerveza y salchichas de perro con papas heladas”, reconstruyó el escritor colombiano.

García Márquez describió a Cortázar como “el hombre más alto que se podía imaginar, tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón“. (DyN)



Jueves, 17 de abril de 2014
Huellas de un soñador incansable que tuvo la fortuna de vivir para contarla
Los principales acontecimientos en la vida del escritor colombiano que falleció a los 87 años en su casa de Ciudad de México.

García Márquez junto a Fidel Castro en 2002, una amistad que le generó tantas simpatías como antipatías.
Los siguientes son los principales acontecimientos en la vida del escritor colombiano Gabriel García Márquez, que murió hoy a los 87 años en Ciudad de México.

1927: Nace el 6 de marzo en Aracataca, un pequeño municipio del departamento de Magdalena (norte), en el hogar de Gabriel García y Luisa Márquez. Tuvo 10 hermanos y su niñez la vivió con sus abuelos maternos Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán, quienes fueron, en parte, inspiración de sus obras.

1936: Muere su abuelo y debido a la ceguera de su abuela tiene que irse a vivir con sus padres al poblado de Sucre, en el departamento de Sucre (norte), donde su familia tenía negocios farmacéuticos.

1937: Inicia formalmente sus estudios básicos en el colegio San José, un internado jesuita de la ciudad de Barranquilla, donde escribe sus primeros poemas humorísticos que fueron publicados en la revista escolar "Juventud”.

1940: Gana una beca para estudiar en el Liceo Nacional del municipio de Zipaquirá, a 50 kilómetros de Bogotá, donde termina la secundaria.

1947: A petición de sus padres se traslada a Bogotá para cumplir sus estudios de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, donde desarrolló una especial atracción por el realismo mágico. Logra la publicación de su primer cuento en la edición del diario local El Espectador.

1948: Como consecuencia de los disturbios que vivió la capital colombiana tras el magnicidio del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, el escritor se traslada a la caribeña ciudad de Cartagena de Indias, donde continúa con sus estudios de derecho en la Universidad de Cartagena y comienza a trabajar de reportero en el diario “El Universal”.

1950: Desiste de ser abogado y regresa a Barranquilla para trabajar como columnista y reportero del diario local “El Heraldo”. Cinco años después publica su primera novela titulada “La Hojarasca”.

1958: A los 31 años se casa con Mercedes Barcha y un año después tienen a su primer hijo, Rodrigo. García Márquez se traslada con su familia a Nueva York, donde el escritor es corresponsal de la agencia cubana de noticias Prensa Latina.

1961: Publica “El coronel no tiene quien le escriba”, en la que relata la historia de un viejo coronel que espera la pensión que nunca llega. El protagonista de esta novela corta es considerado como uno de los personajes más entrañables de la literatura hispanoamericana del siglo XX.

1962: Nace su segundo hijo Gonzalo en Ciudad de México, donde se había instalado después de salir de Nueva York por las críticas que sus escritos recibieron de parte de los exiliados cubanos residentes en Estados Unidos.

1967: A los 40 años publica “Cien años de soledad”, la novela con la que logró el reconocimiento internacional con premios como el Chianchiano Aprecia en Italia, Mejor Libro Extranjero en Francia, así como el Rómulo Gallegos y el Premio Neustadt, entre otros.

1982: En diciembre la Academia Sueca le otorga el premio Nobel de Literatura. “Gabo” se encontraba para esa época exiliado en México, después de que el gobierno colombiano lo acusara de tener vínculos con el movimiento de izquierda M-19.

1985: El nobel colombiano publica “El amor en los tiempos del cólera”, historia que fue llevada al cine con la dirección del inglés Mike Newell y protagonizada por el español Javier Bardem.

2002: “Vivir para contarla” sale al mercado literario como el primero de los tres volúmenes que García Márquez anuncia como sus memorias y que relata su vida hasta 1955.

2007: Regresa a Aracataca para un sentido homenaje que el gobierno colombiano le rinde en su cumpleaños número 80, en el que además se celebraron los 40 años desde la primera publicación de “Cien años de soledad”. También recibe un emotivo homenaje en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española en Cartagena de Indias.

2014: Casi un mes después de haber celebrado su cumpleaños número 87, fecha en la que salió unos minutos de su casa para saludar a los fotógrafos y periodistas que lo esperaban, es internado en un hospital de la capital mexicana por una infección en los bronquios. Ocho días después los médicos le permiten regresar a su casa, donde continúa con terapia de oxígeno. El escritor muere poco más de una semana más tarde.



Jueves, 17 de abril de 2014  
Una trayectoria literaria de cuarenta obras que comenzó con "La hojarasca"
Gabriel García Márquez comenzó su carrera literaria en 1955 y el último, “Yo no vengo a decir un discurso”, en 2010.

Su primera novela es de 1955, “La hojarasca”.
Gabriel García Márquez, fallecido hoy, publicó más de 40 libros, el primero de ellos, “La hojarasca”, en 1955, y el último, “Yo no vengo a decir un discurso”, en 2010.

Los libros publicados por García Márquez son los siguientes:
  •  1955, “La hojarasca”.
  •  1961, “El coronel no tiene quien le escriba”.
  •  1962, “La mala hora”.
  •  1962, “Los funerales de la Mamá Grande”.
  •  1967, “Cien años de soledad”.
  •  1968, “Isabel viendo llover en Macondo”.
  •  1968, “La novela en América Latina: Diálogo”, junto a Mario Vargas Llosa.
  •  1970, “Relato de un náufrago”.
  •  1972, “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”.
  •  1972, “Ojos de perro azul”.
  •  1972, “El negro que hizo esperar a los ángeles”.
  •  1973, “Cuando era feliz e indocumentado”.
  •  1974, “Chile, el golpe y los gringos”.
  •  1975, “El otoño del patriarca”.
  •  1975, “Todos los cuentos de Gabriel García Márquez”.
  •  1976, “Crónicas y reportajes”.
  •  1977, “Operación Carlota”.
  •  1978, “Periodismo militante”.
  •  1978, “De viaje por los países socialistas”.
  •  1978, “La tigra”.
  •  1981, “Crónica de una muerte anunciada”.
  •  1981, “Obra periodística”.
  •  1981, “El verano feliz de la señora Forbes”.
  •  1981, “El rastro de tu sangre en la nieve”.
  •  1982, “El secuestro: Guión cinematográfico”.
  •  1982, “Viva Sandino”.
  •  1985, “El amor en los tiempos del cólera”.
  •  1986, “La aventura de Miguel Littín, clandestino en Chile”.
  •  1987, “Diatriba de amor contra un hombre sentado: monólogo en un acto”.
  •  1989, “El general en su laberinto”.
  •  1990, “Notas de prensa, 1961-1984”.
  •  1992, “Doce cuentos peregrinos”.
  •  1994, “Del amor y otros demonios”.
  •  1995, “Cómo se cuenta un cuento”.
  •  1995, “Me alquilo para soñar”.
  •  1996, “Noticia de un secuestro”.
  •  1996, “Por un país al alcance de los niños”.
  •  1998, “La bendita manía de contar”.
  •  1999, “Por la libre: obra periodística (1974-1995)”.
  •  2002, “Vivir para contarla”.
  •  2004, “Memoria de mis putas tristes”.
  •  2010, “Yo no vengo a decir un discurso“.
Fuente:LaCapital


MURIO GABRIEL GARCIA MARQUEZ
LA MALA HORA
Por Silvina Friera
A LOS 87 AÑOS, MURIO GABRIEL GARCIA MARQUEZ
El hombre que logró que todo Macondo esté de duelo
El escritor y periodista colombiano, Premio Nobel en 1982, deja una obra que resiste el paso del tiempo. Cien años de soledad se convirtió en una contraseña mundial, pero es sólo una de las facetas del fundador de lo que se conoce como el boom latinoamericano.
Por Silvina Friera
Imagen: EFE
Los lectores del mundo andan con una tristeza infinita. Gabriel García Márquez, el patriarca de la literatura latinoamericana y maestro de generaciones de periodistas, murió ayer a los 87 años en su casa de México. Quizá cayó una llovizna imaginaria de minúsculas flores amarillas, las mismas que cayeron cuando murió José Arcadio Buendía en Cien años de soledad, su obra maestra y mítica. Una muerte esperada –anunciada de un tiempo a esta parte por la “fragilidad” de su salud– no conjura el dolor de esta pérdida. Un conglomerado de textos pide pista en la memoria. Uno se impone, un artículo que publicó en 1948 en el diario colombiano El Universal. “No sé qué tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo oímos se nos arruga el sentimiento. Perdone usted, señor lector, este principio de greguería. No me era posible comenzar en otra forma una nota que podría llevar el manoseado título de ‘Vida y pasión de un instrumento musical’. Yo personalmente le haría levantar una estatua a ese fuelle nostálgico, amargamente humano, que tiene tanto de animal triste.” La muerte de Gabo arruga el corazón. Queda la chispa de su lenguaje, la creación de un mundo que sobrevivirá, con toda su riqueza y complejidad, a su demiurgo mortal

La vivacidad del lenguaje
Eran las nueve de la mañana en Aracataca. Llovía el 6 de marzo de 1927 cuando nació el primogénito de Luisa Santiaga Márquez Iguarán y el telegrafista Gabriel Eligio García. La tía Francisca, abriéndose paso por el corredor de begonias, propagaba la buena nueva: “¡Varón! ¡Varón! ¡Ron, que se ahoga!”. Gabo, el mayor de siete varones y cuatro mujeres, pasó los primeros años de su infancia con sus abuelos maternos, el coronel Nicolás Márquez Mejía –su ídolo de toda la vida– y Tranquilina Iguarán Cotes, quienes le contaban relatos, fábulas e historias. A la muerte de su abuelo fue enviado a estudiar a Barranquilla y en 1940 viajó a Zipaquirá, donde fue becado para estudiar el bachillerato. Los recuerdos de su familia y de su infancia –el abuelo como prototipo del patriarca familiar, la vivacidad del lenguaje campesino y la natural convivencia con lo mágico– emergerán años más tarde, transfigurados por la ficción, en obras como La hojarasca (1955), su primera novela escrita entre julio de 1950 y agosto de 1951, donde asimila la influencia de William Faulkner. La historia se despliega a través de tres monólogos –abuelo, madre y niño– que recrean las vidas alrededor del cadáver de un médico francés que se ha ahorcado en la madrugada. El pueblo en el que transcurren estas vidas se llama Macondo. No fue su abuela Tranquilina la que le permitió imaginar que podría ser escritor. “Fue Kafka que, en alemán, contaba las cosas de la misma manera que mi abuela.

Cuando yo leí a los 17 años La metamorfosis, descubrí que iba a ser escritor. Al ver que Gregorio Samsa podía despertarse una mañana convertido en un gigantesco escarabajo, me dije: ‘Yo no sabía que esto era posible hacerlo. Pero si es así, escribir me interesa’”, afirmó el escritor colombiano a su viejo amigo Plinio Apuleyo Mendoza en el libro de conversaciones El olor de la guayaba.

Aunque estudió Derecho, dejó la carrera para dedicarse al periodismo y a la literatura. Un tímido muchacho de 20 años se quedó petrificado frente a unas letras de molde con su nombre y apellido, en el diario colombiano El Espectador, de Bogotá. El 13 de septiembre de 1947 las palabras de su primer cuento, “La tercera resignación”, flameaban en su campo visual: “Allí estaba otra vez ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical, que ya tanto conocía, pero que ahora se le presentaba agudo y doloroso, como si de un día para otro se hubiera desacostumbrado a él”. Allí estaba el principio de su galaxia literaria. Quizá Gabo permaneció callado durante unos segundos, inescrutable, pero seguro de sí mismo y del porvenir. Pero hace casi 60 años, la primera reacción de ese joven fue “la certidumbre arrasadora de que no tenía los cinco centavos para comprar el periódico”. En 1948 se trasladó a Cartagena, donde inició su carrera periodística en El Universal en el marco histórico del Bogotazo, la reacción popular por el asesinato del líder liberal y populista Jorge Eliécer Gaitán. Posteriormente continuó en El Heraldo de Barranquilla, donde publicó las columnas de “La jirafa” con el nombre Septimus –su doble periodístico– desde 1950. Como otros escritores fogueados por el periodismo –Ernest Hemingway, por ejemplo–, aprovechaba ese territorio para despuntar la experimentación estilística. El periodismo nunca obturó las cualidades del escritor. Sin duda sería el gran laboratorio que fue potenciando y acompañando el campo de la ficción. Las semillas de lo que se ha llamado “realismo mágico”, las concepciones laberínticas del tiempo en sus novelas, se encuentran ya en muchas de sus crónicas. En el prólogo al primer volumen de los Textos costeños –su obra periodística inicial de 1948 a 1952, editada en dos tomos–, Jacques Gilard observa que en los primeros cuentos y notas periodísticas hay un motivo que se repite con alguna insistencia: “Es el muerto sobre el que crece un árbol cuya savia, sacada del cadáver, sube hasta las frutas que servirán de alimento a los vivos”. Para Gilard, “que a la muerte haya de sucederle una renovación no es ningún consuelo para quien sabe que tiene una sola vida: sólo importa la conciencia de que el tiempo pasa y, al pasar, mata”.

Mientras trabajaba en El Espectador, de Bogotá, escribió Relato de un náufrago (publicado en formato libro en 1970), en el que narró la aventura de un marinero colombiano que sobrevivió varios días en el mar, luego de que su barco naufragara. Las revelaciones del marinero le provocaron problemas con el gobierno del presidente Gustavo Rojas Pinilla, por lo que el periodista fue enviado como corresponsal a París de 1955 a 1957. En el exterior, el escritor se replanteó el enfoque de sus crónicas hacia detalles marginales o secundarios. Muchas veces optó por narrar lo que le sucedía a él, es decir la historia de la historia, como lo hizo en sus crónicas sobre Viena, las noches de Budapest o la Unión Soviética en 1957: “22.400.000 kilómetros cuadrados sin un aviso de Coca-Cola”. Después se casaría con su novia de juventud, Mercedes Barcha, en 1958; trabajaría en Prensa Latina, la agencia cubana de noticias creada tras el triunfo de la Revolución Cubana; y en 1961 se establecería en México, donde nacieron sus dos hijos: Rodrigo y Gonzalo. Además de su primera novela, entonces había publicado dos novelas más: El coronel no tiene quien le escriba (1957) y La mala hora (1961).

El periodismo, “el mejor oficio del mundo”, perdió a su maestro más notable. Gabo nunca quiso separar ni escindir la experiencia del novelista y el periodista. Detestaba los grabadores, “un invento luciferino” que eclipsa la atención del cronista al creer que ese aparato lo oye todo. “No oye los latidos del corazón, que es lo que más vale en una entrevista”, decía el escritor que en 1994 creó la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) con el apoyo de La Jornada en México, El País en España y Página/12 en Argentina, para mejorar la formación y prácticas de los periodistas iberoamericanos. “El reportaje necesita un narrador esclavizado a la realidad. Y ahí entra la ética. En el oficio de reportero se puede decir lo que se quiera con dos condiciones: que se haga de forma creíble y que el periodista sepa en su conciencia que lo que escribe es verdad. Quien cede a la tentación y miente, aunque sea sobre el color de los ojos, pierde.”

La fundación de la Utopía
Macondo y los Buendía –ese rosario de historias de la humanidad narradas desde el umbral del sueño y la vigilia– llegaron al universo digital hace poco más de dos años cuando Cien años de soledad se empezó a vender por primera vez en formato electrónico, con la portada original de la primera edición impresa: el emblemático galeón en la selva colombiana. La liberación de los espacios de lo real a través de la imaginación es el hecho central que subrayaba Carlos Fuentes. “¿Quién no ha reencontrado, en la genealogía de Macondo, a su abuelita, a su novia, a su hermano, a su nana?”, se preguntaba el escritor mexicano. “La fundación de Macondo es la fundación de la Utopía. José Arcadio Buendía y su familia han peregrinado en la selva, dando vueltas en redondo, hasta encontrar, precisamente, el lugar donde fundar la nueva Arcadia, la tierra prometida del origen: ‘Los hombres de la expedición se sintieron abrumados por sus recuerdos más antiguos en aquel paraíso de humedad y silencio, anterior al pecado original’.” Francisco “Paco” Porrúa, ex director de Sudamericana, no necesitó leer toda la novela del entonces desconocido periodista y escritor colombiano. Las primeras líneas alcanzaron. En aquellos años, a mediados de los ’60, estaba a la caza de novelas latinoamericanas “originales”. El 30 de mayo de 1967 se publicó en Argentina la primera edición, una tirada de 8000 ejemplares que se agotó como pan caliente. El escritor y periodista Tomás Eloy Martínez, primero en publicar la crítica a esta novela en Primera Plana, sintetizó con precisión el camino del anonimato a la consagración que transitó el colombiano. “Llegó a Ezeiza en un avión demorado, a las tres de la madrugada, y sólo dos personas lo estábamos esperando: su editor y yo. Al marcharse, diez días más tarde, la multitud que lo acompañaba era tan caudalosa que Porrúa y yo lo perdimos de vista.” Su obra maestra es un long seller de largo aliento, traducido a 35 idiomas, desde el ruso hasta el esperanto, pasando por el húngaro y el chino, y se calcula que las ventas han superado ampliamente los 30 millones de ejemplares en todo el mundo. “Lo peor que le puede suceder a un hombre que no tiene vocación para el éxito literario, o en un continente que no está acostumbrado a tener escritores de éxito, es publicar una novela que se venda como salchichas”, confesó García Márquez. Más allá de la molestia por el impacto, lo cierto es que la novela hispanoamericana no salió al mundo, no estuvo en el foco de los lectores de otras lenguas, hasta el triunfo de Cien años de soledad.

A pesar de que se conocieron en 1959, la amistad comenzó a mediados de la década del ’70. “Fidel Castro es un lector voraz, amante y conocedor muy serio de la buena literatura de todos los tiempos y, aun en las circunstancias más difíciles, tiene un libro interesante a mano para llenar cualquier vacío”, dijo Gabo en 1976, después de un encuentro con el líder cubano, quien ha tenido el privilegio de leer los borradores de varios libros de García Márquez. Ni las primeras críticas de los intelectuales al régimen cubano por la censura y el tratamiento que recibían los artistas considerados opositores –como sucedió con el famoso “caso Padilla”, a principios de los ’70– ni la encarcelación de 78 disidentes en 2003 –que fueron condenados a penas entre doce y veintisiete años– pudieron debilitar las convicciones y la fidelidad de Gabo a la Revolución Cubana. Esta certeza –dicen– fue una de las razones de la enemistad con Mario Vargas Llosa. Después de una pelea que terminó a las trompadas en el estreno de una película en México, en 1976, el peruano calificó a su par colombiano de “lacayo” de Castro.

Gabo siempre se ha defendido de quienes lo acusaban de “amar el poder”, alegando que su amistad está por encima de otras cuestiones y que su posición le ha permitido salvar en silencio a varios disidentes cubanos. Como muchos de los autores de su generación, el narrador colombiano siempre ha tenido una posición política pública y cuenta con “la novela sobre el dictador”, El otoño del patriarca (1975). Y sin embargo, nunca aceptó cargos públicos. En diciembre de 1986 fundó en San Antonio de los Baños una academia de cine: la Fundación para el Nuevo Cine Latinoamericano. La nueva institución –presidida por García Márquez– es importante para Cuba porque en Latinoamérica la cultura es una fuente decisiva de legitimidad. “Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”, se lee en la página web de esta Fundación por la que han pasado, entre otros, Robert Redford, Steven Spielberg y Francis Ford Coppola. Gabo, que también fue amigo del ex presidente norteamericano Bill Clinton –quien confesó ser un gran lector de sus libros y lo calificó como su “escritor favorito”–, se definía como socialista. En una entrevista en 1983 aseguró que no era comunista. “No lo soy ni lo he sido nunca, ni tampoco he formado parte de ningún partido político”, advirtió. Y aclaró que el modelo de gobierno que prefería era el socialismo: “Quiero que el mundo sea socialista y creo que tarde o temprano lo será”.

La soledad de América latina
García Márquez fue el primer escritor colombiano en obtener el Premio Nobel de Literatura en 1982. Durante el memorable discurso de aceptación, el 10 de diciembre de ese año, el escritor colombiano recordó que los desaparecidos latinoamericanos por motivos de la represión eran casi 120 mil en 1982, “que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala”. “Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares (...) Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de las Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”, explicó el Premio Nobel. “Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: ‘Me niego a admitir el fin del hombre’. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica”, alertó García Márquez en otro tramo de su discurso en Suecia. “Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la Tierra.”

¿Por qué comienza por el final? Eso se podrán preguntar los lectores de Crónica de una muerte anunciada (1981). Se sabe el nombre de la víctima, Santiago Nasar. Que los asesinos son los gemelos Pedro y Pablo Vicario. Que el móvil del crimen fue vengar el honor de su hermana ultrajada. Y sin embargo, la eficacia de la novela reside en su rigurosa arquitectura coral. El cronista reconstruye y “acerca” –a través de las voces de los protagonistas y testigos, de cartas, informes y el sumario judicial– los recuerdos de aquel lunes ingrato, las omisiones y las ambigüedades de una tragedia moderna tan anunciada. No eran “vainas de borrachos”; se sabía que lo iban a matar, y los mensajeros no llegaron a tiempo ni pudieron impedir el crimen. Y los lectores, que desean que alguien lo salve, o que la puerta de su casa se abra y pueda escapar, se derrumban de bruces en la cocina, junto a Santiago. Gabo disloca el tiempo –el orden cronológico de los hechos y el de la narración–, y disuelve las fronteras de la crónica y de la literatura. Quizás este modo de descomponer los bordes sea una de las características más persistentes de su obra. Para recomponer las astillas dispersas del espejo roto de la memoria, en un pueblo olvidado de la costa caribeña, había que empezar por el final.

Jubilar la ortografía
Qué polémica descomunal estalló cuando sugirió simplificar la gramática “antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros” en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española que se realizó en Zacatecas (México), en 1997. Era previsible que los gramáticos, lingüistas y académicos reaccionaran, con el malentendido de que donde el escritor dispuso el verbo “simplificar” algunos medios de comunicación utilizaron “suprimir”. “Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los ques endémicos, el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos”, comparó el autor de El amor en los tiempos de cólera (1985), Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1996). “Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?”

Entre los ejemplos que entonces propuso señaló que la palabra “condoliente” no existe. Que sí existen el verbo condoler y el sustantivo doliente, que es el que recibe las condolencias. Pero los que la dan no tienen nombre. Gabo resolvió inventar condolientes en El general en su laberinto (1989) y comentó que le habían reprochado que en tres libros aparezca la palabra átimo, que es italiana derivada del latín, pero que no pasó al castellano. En sus últimos seis libros de entonces no incluyó un sólo adverbio de modo terminado en “mente” porque “me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales”. Estas cuestiones eran para él “pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo”. La contribución que pueden hacer los escritores respecto de la lengua “no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo veintiuno como Pedro por su casa”. El tópico ameritaría más reflexiones. No conviene desestimar asuntos que fueron, son y serán peliagudos. En este tema, más que el afán de provocar, Gabo se animó a expresar justamente lo que muchos no querían oír. “El deber de los escritores no es conservar el lenguaje, sino abrirle camino en la historia”, planteó el escritor. “Los gramáticos revientan de ira con nuestros desatinos, pero los del siglo siguiente los recogen como genialidades de la lengua. De modo que tranquilos todos: no hay pleito. Nos vemos en el tercer milenio.”

El goce visual
La sexualidad en la vejez está cubierta por un velo de pudor que la consagra al silencio. De eso no se habla. Pero Gabo se atrevió a descorrer ese velo pudoroso, glorificando la senectud y burlándose, a su manera, de los riesgos de estar vivo. Quizá tenga razón el nonagenario protagonista de Memoria de mis putas tristes, la última novela que publicó en 2004, luego del primer y único volumen de sus memorias Vivir para contarla (2002): “El primer síntoma de la vejez es que uno empieza a parecerse a su padre”. Consciente de que a su edad cada hora es un año, el anciano solterón, que durante 40 años trabajó como “inflador de cables” en El diario de La Paz y como profesor de gramática, decide celebrar sus noventa con una adolescente virgen. Nada más que una noche libertina. Acaso el último placer carnal frente a la inminencia de la muerte. Mientras espera que la dueña de un burdel le consiga “una novedad disponible” –una chica analfabeta–, el anciano, que trata de apaciguar su ansiedad escuchando a Bach, Wagner o Debussy, efectúa una suerte de ajuste de cuentas con su pasado. “No debía hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer de la posada. No debía poner el dedo en la boca de la mujer dormida ni intentar nada parecido.” En este epígrafe de la última novela de García Márquez hay un homenaje al autor de La casa de las bellas durmientes (1961), Yasunari Kawabata, primer Premio Nobel de Literatura de origen japonés. Eguchi, el viejo japonés de 67 años que acude a una posada en las afueras de Tokio, frecuentada por ancianos que buscan pasar la noche con jóvenes narcotizadas, se parece al personaje del escritor colombiano. Los dos viejos descubren el placer de contemplar el cuerpo desnudo de una mujer dormida, sin ir más allá del goce visual. Ese nonagenario que se asume como “feo, tímido y anacrónico”, que nunca se preocupó por su edad sexual (“porque mis poderes no dependían tanto de mí como de ellas”), después de su fallida noche de amor, descubre el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una joven morena, a quien llama Delgadina, “sin los apremios del deseo y los estorbos del pudor”. Aunque ese “fracaso” le hiere su orgullo masculino –la dueña del prostíbulo, Rosa Cabarcas, una sagaz celestina moderna, le reprocha: “Una mujer no perdona jamás que un hombre le desprecie el estreno”–, lo que asoma como la historia de una derrota irreversible o el epílogo sexual de un hombre, pronto se transforma en la crónica de un anciano enamorado. Y el amor modifica las rutinas de este viejo solitario que empieza a descifrar el lenguaje del cuerpo de su bella durmiente, y que percibe los estados de ánimo de Delgadina por el modo de dormir o por su manera de respirar. Este goce ante la contemplación nocturna es una obsesión literaria del colombiano. En el cuento “Muerte constante más allá del amor” del libro La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (1972), el senador Onésimo Sánchez duerme abrazado a Laura Farina, la joven más bella del mundo, sin amenazar la virginidad de la chica.

Hace muchos años Gabo tuvo una revelación. Fue en Zurich, cuando una tormenta de nieve lo empujó a refugiarse en un bar. “Todo estaba en penumbra, un hombre tocaba el piano en la sombra, y los pocos clientes que había eran parejas de enamorados. Esa tarde supe que si no fuera escritor, hubiera querido ser el hombre que tocaba el piano sin que nadie le viera la cara, sólo para que los enamorados se quisieran más.”



OPINION
La respuesta del coronel
Por Juan Sasturain


García Márquez fue un notable fabulador, un escritor riguroso y –además o sobre todo– un extraordinario titulero. Quiero decir y me animo: sus libros no serían tan buenos con otros títulos. En los diarios y en los cables de hoy –paga dos pesos– proliferarán los juegos de palabras con varios de los suyos: Cien años de soledad, El otoño del patriarca (dos octosílabos perfectos), Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera (dos endecasílabos inolvidables). Pero sobre todo será difícil no incurrir en la paráfrasis, la alusión a esa marca subrayada en la memoria de la lengua, el otro endecasílabo increíble: El coronel no tiene quien le escriba. Va a ser todo un de-safío tratar de salir de ahí. Es que son años de fidelidad, más o menos hasta los alrededores del Nobel. Las primeras invenciones de García Márquez que leímos a mediados de los sesenta, con veinte años y en ediciones uruguayas –Arca, sobre todo: La hojarasca, La mala hora– eran buenas pero no un refucilo ni rumor que anunciara el próximo y máximo tronar de lo que se venía: la inesperada explosión de Cien años de soledad –que no supo escuchar el pobre Goytisolo, dice la leyenda catalana– fue el resultado de soltarle la rienda a una manera distinta de contar el mismo mundo pero con una vuelta de tuerca alucinada, darle el mando, todo el poder a Melquíades. Un salto de registro, salida de madre. Arcadios, Aurelianos, Ursulas y Amarantas fueron una memorable raza de titanes, semidioses pobres, épica tropical de polvareda que dejaría, tras la secuela brillante y saturada de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira & Co, ya en otras manos, larga cría no siempre a la altura.

Pero fue así: como los cuentos de Los funerales de la Mamá Grande y la historia del olvidado coronel –escritos antes de la inconcebible y centenaria saga– llegaron editorialmente después, los leímos ya vacunados y un con cierto respiro más cómodo tras el paso del torrente multicolor de pura invención. Y los disfrutamos más, si cabe. Por eso –contra ese fondo de gloria y reconocimiento universales– se recorta todavía hoy la perfección de aquellas piezas contenidas, hechas de reticencia y sabia alusión: “La siesta del martes”, “Un día de éstos”, “En este pueblo no hay ladrones”, la discreta hilera encolumnada que desemboca en el desborde de “Los funerales”. Ahí, antes del viraje, ya estaba el gran narrador que daría el salto sin red y caería parado entre ovaciones.

No trataremos de ser originales. Seamos un poco obvios, una forma de la cortesía ante lo que nos queda grande. Por eso, frente a la noticia de la muerte anunciada sólo cabe –un cadáver es también una pregunta– la respuesta final de su invicto coronel. Un exabrupto de dos sílabas, una definición del mundo o del estado de cosas del mundo que sigue vigente: Mierda.


OPINION
El mejor de los mejores
Por Osvaldo Bayer


El mejor de los mejores. No es un calificativo muy original. Pero es la verdad. El escritor que descubrió Latinoamérica. Tal cual. Con sus originalidades, tradiciones, muecas, fantasías, predicciones. La naturaleza los hizo así. Eran y son así. Los libros de él penetran. Tienen la originalidad que lleva a la sabiduría. Esa sabiduría popular que puede avergonzar a cualquier filosofía europea. Quien descubrió Latinoamérica no fue Colón sino García Márquez. Su paisaje principal son sus personajes, esos sencillos habitantes que derraman saber chupado de las flores y los cardos. El descubre los colores, los sabores, el saber y el esconder, el abrirse y el usar y el aderezar la picardía. Todo mágico, pero, sí, trágico. Sabio pero llano. No se separa del idioma de las calles, de los valles. Auténtico. García Márquez, toda tu herencia nos queda. Nos has enriquecido para siempre. Mereces toda esta palabra emocionada: gracias por tu vida.



DESDE MADURO A BARACK OBAMA
Consenso político
Por Emanuel Respighi

El fallecimiento de García Márquez no pasó inadvertido para el mundo de la política. Diferentes presidentes latinoamericanos y del resto del mundo lamentaron la muerte del Premio Nobel, en su mayoría a través de sus cuentas oficiales en Twitter. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, calificó al colombiano como “uno de los más grandes escritores de nuestros tiempos”. “Con su obra, García Márquez hizo universal el realismo mágico latinoamericano, marcando la cultura de nuestro tiempo”, escribió en Twitter el presidente del país en el que Gabo residió en las últimas décadas. A través de la misma red, el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, subrayó que “los gigantes nunca mueren”, al resaltar el gran legado que deja el autor de Cien años de soledad. “Mil años de soledad y tristeza por la muerte del más grande colombiano de todos los tiempos! Solidaridad y condolencias a la Gaba y familia”, escribió el mandatario. También el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton, y el actual, Barack Obama, expresaron públicamente sus condolencias ante la pérdida del escritor y periodista colombiano.

La presidenta de Brasil, Dilma Rou-sseff, reconoció haber sentido una enorme “tristeza” cuando se enteró del deceso. Según la mandataria, el Premio Nobel de Literatura 1982 era “dueño de un texto encantador”, a través del cual “conducía al lector por sus ‘Macondos’ imaginarios como quien presenta un mundo nuevo a un niño”. Su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, se expresó mediante un comunicado firmado junto a su esposa. “Gabo –dice el texto difundido– fue un extraordinario escritor, un excelente periodista, un gran militante de las causas democráticas populares y un símbolo para todos nosotros de América latina y del mundo.” El presidente de Perú, Ollanta Humala, también lamentó la partida del autor de Crónica de una muerte anunciada. “Latinoamérica y el mundo entero sentirán la partida de este soñador. Descansa en paz Gabriel García Márquez, allá en Macondo”, escribió Humala en su cuenta de Twitter. “Se nos fue el Gabo, tendremos años de soledad, pero nos quedan sus obras y amor por la Patria Grande. ¡Hasta la victoria siempre Gabo querido!”, manifestó el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, también en Twitter.

Otro de los líderes latinoamericanos que expresó su pesar por el fallecimiento de García Márquez fue Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, quien remarcó que el escritor fue un amigo sincero y leal de los revolucionarios latinoamericanos. “Perteneció a la generación fundadora del periodismo creador y comprometido con el derecho del pueblo a su felicidad. Dejó grabada su huella espiritual en la nueva era de nuestra América, cien años de Amor por su espíritu eterno. El Gabo fue amigo sincero y leal de los líderes revolucionarios que levantaron la dignidad de la América, de (Simón) Bolívar y (José) Martí”, remarcó Maduro. El presidente de Uruguay, José Mujica, recordó que cuando estuvo preso soñaba con las mariposas creadas por García Márquez en Cien años de soledad. “Lo descubrí casi por casualidad, en algunos años en la cárcel, y caminé mucho con él. Después lo soñé. Estuve 7 años sin poder consultar un libro y mi imaginación buscaba mariposas como las de él”, dijo. Mujica reflexionó que en sus soledades acudió a García Márquez y a otros escritores, porque “cuando uno está muy solo, trata de conversar con el hombre que lleva adentro, que está munido de los recuerdos de lo mejor que ha podido recoger en la vida.

Y algunas cosas eran imágenes de García Márquez”, subrayó.

Las repercusiones en la política ante la muerte de Gabo no se redujeron al ámbito latinoamericano. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, también se sumó a los mensajes de condolencias, señalando que con el fallecimiento de García Márquez “el mundo ha perdido a uno de los más grandes y visionarios escritores” y uno de sus favoritos desde que era joven. El ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton, con quien el colombiano tuvo una relación fluida durante su mandato, aseguró sentirse “honrado” de llamarlo amigo, lo que le permitió compartir su “gran corazón y mente brillante durante más de veinte años”.



Otras voces
- Guillermo Saccomanno (escritor): “Todos los libros que escribió fueron buenos, están magníficamente escritos. Todo tuvo brillo, sello personal. En todas sus novelas, la primera frase ya es hipnótica. Hace un tiempo volví a curiosear su obra periodística completa. No la leí toda, claro; pero allí donde entraba, quedaba pegado. Es un mérito que no todos los escritores logran: fue un modelo de rigor, con el uso de la palabra, con la profesión de periodista, con la escritura. Un grande. Va a quedar como el más importante de Latinoamérica en mucho tiempo. Es nuestro Cervantes”.

- Elsa Drucaroff (escritora y crítica): “Cien años de soledad y el universo de Macondo tienen y seguirán teniendo una vigencia descomunal. Sin embargo, en los últimos diez, quince años, se puso de moda en Filosofía y Letras hablar con menosprecio de García Márquez. El García Márquez que me fascina es el de Macondo, el de esos cuentos, el de Cien años... Me fascina porque creo que hay una comprensión tremenda de la situación de inviabilidad de América latina. Hay una mirada negra, pesimista, terrible. Me parece lamentable que lo que García Márquez inventó haya sido leído en su momento como exotismo latinoamericano. Leído desde no-sotros no es eso, es otra cosa. No me gustó demasiado lo que vino después de Doce cuentos peregrinos, pero un gran escritor no tiene por qué serlo al ciento por ciento. Fue un gran escritor latinoamericano. Se lo menospreciaba porque cuando algo se lee muchísimo la institución crítica tiende a menospreciar. Como artista tuvo la fortuna de llegar a millones: es una fortuna que desearía para mí”.

- Leila Guerriero (periodista): “Siempre me llamó mucho la atención un dato que pasa un poco inadvertido: cuando García Márquez fundó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, en 1994, ya había ganado el premio Nobel y había escrito sus grandes libros. Siempre me llamó la atención que un premio Nobel de Literatura pusiera su nombre y su dinero al servicio de una fundación que propiciara la escritura del periodismo, y no de una residencia para jóvenes escritores de novelas o de un premio de poesía. Eso siempre me pareció muy interesante. Fue muy moderno en la forma, en Textos costeños o en Relato de un náufrago, por ejemplo. Hay mucho trabajo detrás de esa prosa que fluye de modo tan fácil. También se destaca el uso del humor y la ironía, en sus crónicas de los ’50. Pero, más allá de todo esto, lo que me parece interesante de García Márquez es que siempre hablaba mucho del periodismo: decía que bien hecho, un texto periodístico podía ser una forma tan maravillosa de literatura como una buena novela o un buen cuento. Puso al texto periodístico a la par de la ficción. Sostuvo que el periodismo no es lo que hacemos para ganarnos el pan mientras somos escritores de grandes novelas y buscamos la consagración”.

- Mario Vargas Llosa (escritor): “Ha muerto un gran escritor cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura de nuestra lengua. Sus novelas le sobrevivirán y seguirán ganando lectores por doquier”.

- Shakira (música): “Tu vida, querido Gabo, la recordaremos como un regalo único e irrepetible y como el más original de los relatos. Es difícil despedirse de ti, pues nos has dado tanto. Te quedarás para siempre conmigo y con todos los que te quisimos. Latinoamérica y el mundo sentirán la partida de este soñador. Que descanses en paz, Gabriel García Márquez”.

- Isabel Allende (escritora): “El único consuelo es que su obra es inmortal. Muy pocas obras literarias sobreviven el implacable paso del tiempo, muy pocos autores son recordados, pero García Márquez está en el panteón de los clásicos, junto a los grandes de la literatura universal. Es el más importante de los escritores latinoamericanos de todos los tiempos, el gran exponente del realismo mágico, el pilar del boom de nuestra literatura, la voz que le contó al mundo quiénes somos y nos mostró a los latinoamericanos nuestra propia imagen en el espejo de sus páginas. Todos somos de Macondo. Yo le debo el impulso y la libertad para lanzarme a la escritura, porque en sus libros encontré a mi propia familia, mi país, los personajes que me son familiares, el color, el ritmo y la abundancia de mi continente. Mi maestro ha muerto y para no llorarlo seguiré leyéndolo una y otra vez”.

- Jaime Abello Banfi (amigo personal y presidente de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano): “Se ha ido físicamente, pero permanecerá vivo a través de sus ideas, sus textos y su memoria en millones de personas que lo amamos en todo el mundo, y el legado representado en el trabajo de sus fundaciones y escuelas de periodismo y cine”.

- Jorge Coscia (secretario de Cultura de la Nación): “La verdad es que me pasan tantas cosas con esta noticia, no tengo palabras, se trata sin duda de un grande de la literatura universal, creador de ese magnífico movimiento identitario que es el realismo mágico. Fue un escritor comprometido con su tiempo. Periodista, escritor, autor de una obra inmensa. Creo que el tesoro más trascendente es su obra. Es un autor que se define con una sola palabra: genial”.

- Vicente Battista (escritor): “Tuve la suerte de conocerlo y tratarlo. Hablamos un par de veces en Barcelona. Pero sobre todo tuve el privilegio –el mismo que tuvieron millones de personas– de leerlo de cabo a rabo, de encontrarme con uno de los grandes escritores del siglo. Creo que fue Neruda el que dijo que Cien años de soledad se podía comparar con el Quijote, por la popularidad que había tenido, por la cantidad de lectores de todas las ramas sociales que había cosechado, que la habían entendido y gozado. Uno goza de este tipo de literatura. Neruda no estaba tan equivocado: Cien años de soledad cumple el mismo periplo que cumplió y sigue cumpliendo el Quijote. Se convirtió en objeto de estudio pero además lo leía la llamada gente del común, que a lo mejor ni siquiera se acercaba cotidianamente a la literatura. A esto habría que agregar que mantuvo a lo largo de su vida una actitud política, una posición. Fue un hombre de izquierda que mantuvo una fidelidad para con la Revolución Cubana desde que los guerrilleros entraron en La Habana hasta el día de hoy. Y luego con todos los otros gobiernos progresistas que se fueron multiplicando en América latina: él dijo, en algún momento, que imaginaba un socialismo general en toda América latina y lentamente está empezando a pasar”.

- René “Residente” (músico): “El mundo está de luto. La muerte nunca nos venció porque todo lo que muere es porque alguna vez nació...”.

- Alberto Laiseca (escritor): “Estoy triste por su muerte. Me gusta mucho su obra, nos hizo felices y nos hizo crecer. Fue un gran humano, como persona y como literato. Los escritores siempre dependemos de la mirada ajena, a él se lo miró, se lo entendió, y por eso el ‘realismo mágico’ está puesto ahí arriba. Su obra es muy grande”.

- Juanes (músico): “Se va el más grande de todos pero se queda su inmortal leyenda...”

- Ismael Serrano (cantautor): “Y porque es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites, sigues vivo”.

- Rubén Blades (músico): “Ojos de perro azul para Gabo”.
Producción: María Daniela Yaccar y E. R.
Fuente:Pagina12




Viernes 18 de Abril de 2014
El mundo despide a Gabo
Presidentes, gobiernos, escritores e intelectuales del habla hispana lamentan la desaparición fisíca del refererente del realismo mágico y la literatura latinoamericana.

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Algún día en un diccionario Gabriel García Márquez y Latinoamérica figurarán como sinónimos. Porque eso fueron. Desde su Aracata natal en Colombia, Gabo contó-con la magia necesaria para atrapar al lector más dormido- la desigualdad, la injusticia, el absurdo y la pasión por la vida de toda la región. Y entonces, este pedazo de tierra saqueado e históricamente desprovisto de justicia social le rinde homenaje a un compañero de utopías.

"El Gabo dejó grabada su huella espiritual en la nueva era de nuestra América. Cien años de amor por su espíritu eterno", escribió el presidente de Venezuela Nicolás Maduro en su cuenta de Twitter y también recordó la para nada casual amistad del escritor conel líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro.

El presidente ecuatoriano Rafael Correa también utilizó la red social Twitter para despedir al escritor colombiano y recordar su cercanía con quienes a lo largo de la historia intentaron combatir contra las desigualdes del continente:"Se nos fue el 'Gabo', tendremos años de soledad, pero quedan sus obras y amor por la Patria Grande. ¡Hasta la victoria siempre, 'Gabo' Querido!"

Desde Bolivia el homenaje llegó a través de un comunicado oficial de la Cancillería:"El 'Gabo' seguirá con nosotros, en sus libros y en su lucha que es la nuestra. Vivirá con los pueblos mientras leamos sus obras, mientras recordemos que Macondo es Latinoamérica, mientras sepamos que la revolución es amor y el antídoto contra la soledad en estos tiempos, así como lo fue en los tiempos del cólera".

"Se nos fue el 'Gabo', tendremos años de soledad, pero quedan sus obras y amor por la Patria Grande. 

¡Hasta la victoria siempre, 'Gabo' Querido!", escribió Rafael Correa en Twitter.


Para el presidente uruguayo, José Mujica, el escritor colombiano seguirá vivo como un "compañero de las utopías". En declaraciones al informativo de televisión Telemundo,Mujica dijo que "para aquellos que soñamos con la posibilidad de construir un mundo mejor también va a dejar un compañero de las utopías, de las utopías que los hombres soñamos y anhelamos yque nos dan sentido para vivir".

"América Latina ha perdido a uno de sus más grandes puntos de referencia en materia de su verdad, de su dolor, de su alegría".

Mujica relató que descubrió al escritor en sus años de cárcel y que durante siete años en que no se le permitió la lectura "mi imaginación buscaba mariposas como las de García Márquez".

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil también utilizó Twitter para dejar su recuerdo sobre el autor de Relato de un náufrago: "Fue con tristeza que supe de la muerte del escritor colombiano. Dueño de un texto encantador, Gabo conducía al lector por sus Macondos imaginarias como quien presenta un mundo nuevo a un niño"

Desde España, el presidente Mariano Rajoy, quien implementa políticas de ajuste que a García Márquez sólo podían causarle dolor se vio obligado a recordarlo por el significado que el escritor tiene para el mundo de habla hispana: "Espejo del alma latinoamericana y de lo 'hispano', ha dado lugar a un lenguaje universal que ha influido en varias generaciones de escritores de todas las lenguas y en literaturas lejanas"

Por su parte la Organizacion de los Estados Americanos (OEA), a través de un comunicado emitido por su Secretario General, José Miguel Insulza, reconoció a Gabo como la figura primordial de la literatura latinoamericana."Llevó a la literatura de América Latina a la cima del mundo", aseguró Insulza en el comunicado.

"García Márquez transformó en mágico lo real y cautivó, con su prosa magistral y la fuerza de su espíritu, la imaginación de hombres y mujeres de distintos idiomas, razas, credos e ideologías. Su realismo mágico permitió a muchos millones aprender el misterio y la belleza de este continente contradictorio, inmenso y apasionante".




Jueves 17 de Abril de 2014 
Frases inolvidables de García Márquez
El escritor, periodista y ganador del premio Nobel de Literatura dejó plasmadas en sus libros frases inspiradoras y profundas. Entrá y conocé algunas de ellas.

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El escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez dejó plasmadas en sus crónicas frases profundas e inspiradoras que recordarán para siempre su genialidad.

-"Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para quien tiene corazón"

-"El sexo es el consuelo que le queda a uno cuando ya no le alcanza el amor"

-"Ofrecer amistad al que busca amor es dar pan al que se muere de sed"

-"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado"

-"Yo diría que el machismo, tanto en los hombres como en las mujeres, no es más que la usurpación del derecho ajeno. Así de simple"

-"El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno"

-"El escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar"

-"La vida no es sino una continúa sucesión de oportunidades para sobrevivir"

-"Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez"

-"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla"

-"El afán de querer olvidarte es mi mayor ímpetu para recordarte"

-"El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad"
Fuente:TiempoArgentino







18.04.2014
México
Los restos de García Márquez serán cremados en una ceremonia privada y sin honras fúnebres
Así lo informó su familia, que no precisó la fecha de la cremación, pero anunció que el lunes se realizará un homenaje en el Palacio de Bellas Artes de México. El genial escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura murió ayer, a los 87 años.
Los restos del escritor colombiano Gabriel García Márquez, fallecido ayer, serán cremados en una ceremonia privada y el lunes se realizará un homenaje en  el Palacio de BellasArtes, en la capital mexincana, informó la familia a través de un comunicado, reproducido por el diario El Universal.

La directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, informó "que los restos del escritor serán cremados en privado" y precisó que "el lunes a partir de las 16 horas se realizará un homenaje luctuoso en el Palacio de Bellas Artes, donde el público podrá homenajear su legado".

García Cepeda, acompañada por Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, leyó el comunicado a los periodistas que se encontraban afuera de la casa del escritor, ubicada en la calle Fuego, en la colonia Pedregal de San Ángel, en la Ciudad de México.

También anunció que no se realizará ningún acto funerario hasta el lunes y Abello pidió a los medios que se retirarán del lugar para respetar la intimidad de la familia. Hasta ahora no se anunció donde descansarán finalmente los restos de García Márquez.



17.04.2014
Homenaje
10 comienzos de libros de García Márquez

Novelista, periodista, dramaturgo y guionista, además del Premio Nobel de Literatura, que ganó un 21 de octubre de 1982, el colombiano García Márquez, nacido el 6 de marzo de 1927, mereció importantes distinciones y reconocimientos por su rica y variada obra, tal vez la más influyente en la literatura hispanoamericana del siglo XX. Falleció hoy, a los 87 años. Diez comienzos de sus obras más célebres, en homenaje, que demuestran su excepcional escritura.

1
Cien años de soledad
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo".

2
Crónica de una muerte anunciada
“El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. 'Siempre soñaba con árboles', me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. 'La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros', me dijo.”

3
El amor en los tiempos del cólera
“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la casa todavía en penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso que para él había dejado de ser urgente desde hacía muchos años. El refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro.”

4
Relato de un náufrago
“El 22 de febrero se nos anunció que regresaríamos a Colombia. Teníamos ocho meses de estar en Mobile, Alabama, Estados Unidos, donde el A.R.C. 'Caldas' fue sometido a reparaciones electrónicas y de sus armamentos. Mientras reparaban el buque, los miembros de la tripulación recibíamos una instrucción especial. En los días de franquicia hacíamos lo que hacen todos los marineros en tierra: íbamos al cine con la novia y nos reuníamos después en 'Joe Palooka', una taberna del puerto, donde tomábamos whisky y armábamos tina bronca de vez en cuando.”

5
El coronel no tiene quien le escriba
“El coronel destapó el tarro de café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata.”

6
El otoño del patriarca
“Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa  presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza. Sólo entonces nos atrevimos a entrar sin embestir los carcomidos muros de piedra fortificada, como querían los más resueltos, ni desquiciar con yuntas de bueyes la entrada principal, como otros proponían, pues bastó con que alguien los empujara para que cedieran en sus goznes los portones blindados que en los tiempos heroicos de la casa habían resistido a las lombardas de William Dampier.”

7
El general en su laberinto
“José Palacios, su servidor más antiguo, lo encontró flotando en las aguas depurativas de la bañera, desnudo y con los ojos abiertos, y creyó que se había ahogado. Sabía que ése era uno de sus muchos modos de meditar, pero el estado de éxtasis en que yacía a la deriva parecía de alguien que ya no era de este mundo. No se atrevió a acercarse, sino que lo llamó con voz sorda de acuerdo con la orden de despertarlo antes de las cinco para viajar con las primeras luces. El general emergió del hechizo, y vio en la penumbra los ojos azules y diáfanos, el cabello encrespado de color de ardilla, la majestad impávida de su mayordomo de todos los días sosteniendo en la mano el pocillo con la infusión de amapolas con goma. El general se agarró sin fuerzas de las asas de la bañera, y surgió de entre las aguas medicinales con un ímpetu de delfín que no era de esperar en un cuerpo tan desmedrado.”

8
Del amor y otros demonios
“Un perro cenizo con un lucero en la frente irrumpió en los vericuetos del mercado el primer domingo de diciembre, revolcó mesas de fritangas, desbarató tenderetes de indios y toldos de lotería, y de paso mordió a cuatro personas que se le atravesaron en el camino. Tres eran esclavos negros. La otra fue Sierva María de Todos los Ángeles, hija única del marqués de Casalduero, que había ido con una sirvienta mulata a comprar una ristra de cascabeles para la fiesta de sus doce años.”

9
Noticia de un secuestro
“Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá. Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no había a la vista nada que temer. Maruja se sentó detrás del chofer, a pesar de su rango, porque siempre le pareció el puesto más cómodo. Beatriz subió por la otra puerta y se sentó a su derecha. Tenían casi una hora de retraso en la rutina diaria, y ambas se veían cansadas después de una tarde soporífera con tres reuniones ejecutivas. Sobre todo Maruja, que la noche anterior había tenido fiesta en su casa y no pudo dormir más de tres horas. Estiró las piernas entumecidas, cerró los ojos con la cabeza apoyada en el espaldar, y dio la orden de rutina: -A la casa, por favor. “


10
Memoria de mis putas tristes
“El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía una novedad disponible. Nunca sucumbí a ésa ni a ninguna de sus muchas tentaciones obscenas, pero ella no creía en la pureza de mis principios. También la moral es un asunto de tiempo, decía, con una sonrisa maligna, ya lo verás. Era algo menor que yo, y no sabía de ella desde hacía tantos años que bien podía haber muerto. Pero al primer timbrazo reconocí la voz en el teléfono, y le disparé sin preámbulos: -Hoy sí.”

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