11 de mayo de 2014

A 40 AÑOS DEL ASESINATO DEL PADRE CARLOS MUGICA.

11.05.2014
Entre el recuerdo y la demanda por la prometida urbanización 
Emoción en la Villa 31, el barrio donde Mugica todavía vive 
Vecinos del lugar y militantes de organizaciones políticas recordaron al cura con una serie de actividades, a unas cuadras de la parroquia donde descansan los restos del sacerdote.
Por: Martin Piqué
El aniversario por los 40 años del asesinato de Carlos Mugica se vivió de una forma muy intensa en el lugar que él adoptó como propio: la Villa 31 de Retiro, el otrora barrio Comunicaciones, la populosa franja que se inicia en la terminal de ómnibus y acaba muchos kilómetros más allá, con la Autopista Illia surcándola por el aire. En uno de los vértices de ese barrio, la parroquia Cristo Obrero, descansan los restos del cura que escribió la Meditación en la villa y terminó sus días asesinado por la Triple A. Ayer por la tarde, en una jornada muy emotiva para los habitantes de la villa –que ellos prefieren llamar barrio Mugica–, vecinos y funcionarios, familias y militantes de diversas agrupaciones, se comunicaron por teleconferencia con la presidenta para honrar, junto a ella, al sacerdote que dejó sus privilegios para abrazar a los pobres y a su identidad política, el peronismo. "Es un sueño hablar con usted, señora presidenta", saludó el histórico vecino Teófilo "Johnny" Tapia, quien conoció a Mugica, desde un enorme escenario levantado por el flamante Ministerio de Cultura que encabeza Teresa Parodi, en el playón del barrio, corazón comercial y administrativo de la 31.
  
El diálogo entre la presidenta y los vecinos incluyó además reivindicaciones del presente, como la postergada urbanización, aprobada por la Legislatura a través de la Ley 3343 y nunca reglamentada por resistencia del PRO. "Usted dijo muy claro que no le va a entregar las tierras a Macri sino a los vecinos", reconoció Tapia, tras agradecer a la jefa de Estado por la construcción de un Centro de Integración Comunitaria (CIC) del Ministerio de Desarrollo Social, una de las obras en curso del Estado nacional, el primero a levantarse en territorio porteño. El CIC funcionará a metros del playón, en un inmenso gimnasio que está siendo reacondicionado. 

En la Villa 31 están presentes varias reparticiones del Estado nacional: hay delegaciones de ANSES, Registro Nacional de las Personas, del Ministerio de Justicia (los llamados CAJ), de Seguridad, Salud, Trabajo y de otras carteras.
  
Ayer, minutos antes de iniciarse la teleconferencia, una bandera enorme con el rostro de Mugica se descolgó desde las alturas de la Autopista Illia. Se convirtió, así, en el principal decorado de una jornada que había empezado con la entrega de premios del torneo de fútbol Carlos Mugica. En las últimas semanas, al acercarse el aniversario por los 40 años del asesinato, vecinos del barrio y artistas plásticos pintaron 13 murales en distintas paredes de la villa. "Para trabajar hubo mucha comunión", contó a Tiempo Argentino la muralista Natalia Quinto. "Que la presidenta nos nombre y que organice este homenaje al cura que luchó en el barrio demostró que tenemos existencia. Todo el mundo escuchó nuestras voces, vio nuestras caras, nuestra esencia", dijo el joven Daniel Castillo, del sector YPF.
  
La polémica que se había generado a partir del documento del Episcopado también se coló en el pequeño acto realizado en la 31. En el escenario se habían ubicado el diputado Juan Cabandié (FPV); la ministra de Seguridad, Cecilia Rodríguez; el secretario de Deportes, Carlos "Camau" Espínola; el subsecretario de Abordaje Territorial, Carlos Montaña; y la legisladora porteña Paula Penacca (FPV). "Presidenta, acá estamos escuchándola con vecinos que están en paz. Pero si hoy hubiesen más Carlos Mugica estarían mucho mejor, con más paz", aseguró Cabandié en una exhortación al compromiso en el presente a partir de los ejemplos del pasado. Bajo del palco, entre familias, grupos de chicos y puestos de comida, se mezclaban banderas de Miles, La Cámpora, Kolina, Descamisados, Nuevo Encuentro, Proyecto Justicialista, Patria Grande y   Corriente de la Militancia.




11.05.2014 
Escenario 
Carlos Mugica, un mártir cristiano 
Su compromiso con el pueblo y los cambios en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II y la formación del MSTM. Perón y Montoneros. 





Por: Hernán Brienza


Carlos Francisco Sergio Mugica poseía tuvo las condiciones necesarias para convertirse en un mito vivo: rubio, de ojos claros, de tez blanca, miembro de una de familia de alcurnia, con una sonrisa gardeliana y seductora, comprometido, fachero como un actor de Hollywood, contundente, locuaz, con convicciones, solidario, cristiano. Sus cualidades previas lo convierten, sin dudas, en un producto de marketing revolucionario cuyo rostro bien podría estar estampado en las remeras de millones de cristianos, como el Che Ernesto Guevara –con quien tiene algunas similitudes de origen– para los revolucionarios marxistas. Ambos, incluso, fueron mártires consecuentes con sus propios pensamientos y ambos fueron revolucionarios a su manera. ¿Sería lo que es hoy Mugica si no fuera blanco, rubio y de ojos celestes? Es imposible saberlo. Sin embargo, hay algo en el carilindo de Mugica que le juega en contra. Adscribió al hecho maldito del país burgués: el peronismo. Eso le quita un gran porcentaje de glamour y al mismo tiempo lo hace peligroso para los sectores establecidos.


Pero salgamos del análisis simplón y chabacano. Mugica no es sólo Mugica. Primero porque es producto de su época, pero, además, porque hubo cientos de Mugicas en las Iglesia católica argentina y latinoamericana. Como bien describen en su Historia de la Iglesia Argentina Roberto Di Stefano y Loris Zanatta, el mundo católico de la década del sesenta y del setenta se parecía a un campo de batalla, con la jerarquía fracturada, el clero dividido y en rebeldía, las vocaciones en crisis, el laicado falto de confianza o politizado, todo ello sobre el telón de fondo de un enfrentamiento generacional, cultural, ideológico y político cada vez más agudo. Y en nuestro país, durante los años setenta, esa división fue tan profunda que no faltaron laicos y religiosos secuestrados y asesinados ni sospechas o certezas de que otros laicos y religiosos hayan sido los instigadores morales de esos mismos crímenes.

El origen de la discordia fue el Concilio Vaticano II que, abierto en 1962 a instancias del Papa "bueno" Juan XXII y concluido cuatro años después por Paulo VI, intentó sacudir las anquilosadas estructuras de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. El segundo sismo fue la asamblea de obispos del CELAM, que se realizó en 1968 en Medellín, Colombia, que radicalizó aún más las posturas del encuentro en Roma. Ambos trabajos minaron de plano la matriz teológica tomista que reinaba en la institución, diseñó una arquitectura eclesial más horizontal –dio más autonomía a los obispos latinoamericanos, por ejemplo– y transformó la liturgia y la cultura de la vida católica, revalorizando la figura del laicado. Las reformas eran demasiado profundas para el Episcopado argentino, moldeado bajo el patrón tomista de la Nación Católica.

En un primer momento de la década del sesenta se agudizaron las divisiones internas a partir del clivaje preconciliar y postconciliar. Es decir, los obispos más veteranos se convirtieron en cazadores de excesos y errores teológicos, y los más jóvenes en modernizantes a cualquier costo.


Claro que las divisiones en la Iglesia no siempre pueden entenderse con términos derivados de la política. Así, izquierda y derecha no pueden transpolarse en reformistas y no reformistas. Si a esto se le suma que en la Argentina la izquierda y la derecha están teñidas por la transversalidad del peronismo, se puede concluir que en el Episcopado había tantas casillas ideológicas como obispos. Basta un ejemplo: Eduardo Pironio era un reformista moderado cercano al radicalismo, Antonio Quarracino reformaba para conservar pero era peronista, Jerónimo Podestá, obispo de Avellaneda, era un hombre de concepciones radicalizadas en materia teológica y al mismo tiempo comulgaba ideológicamente con la izquierda peronista. El torreón tomista, es cierto, era un poco más monolítico. Reunido en torno al presidente de la CEA, el cardenal Antonio Caggiano, se empeñaban en sostener el ideal constantineano (por el emperador romano Constantino El Grande, que convirtió al cristianismo en religión oficial del Imperio) de que la Iglesia es la viga maestra del régimen de la cristiandad. Fiel seguidor de esta doctrina era el obispo auxiliar de La Plata Octavio Derisi con su revista Estudios teológicos y filosóficos. 

Pero el verdadero diluvio teológico en la Iglesia argentina fue la reunión en Medellín y la encíclica papal Populorum Progressio, de Pablo VI. Las cartas quedaron echadas y la radicalización de ambos sectores se profundizó aún más con el diálogo que el reformismo comenzó a establecer con la izquierda. Medellín propuso una litúrgica audaz, adoptó la lengua vulgar dejando de lado el latín, le dio un mayor protagonismo al laicado en tanto "pueblo de Dios" y colocó a las Sagradas Escrituras no tanto como un conjunto de verdades abstractas sino como el fruto de un pueblo que podía ser releído y reinterpretado en comunidad.

El segundo hecho que dividió las aguas fue la célebre carta de los 18 obispos latinoamericanos –ninguno de ellos argentino– publicada el 15 de agosto de 1967 y conocida como el Mensaje de los Obispos del Tercer Mundo. El documento llegó al país de la mano del obispo de Goya, Devoto, quien lo entregó al sacerdote Miguel Ramondetti. Y este último, con su par Rodolfo Ricciardelli, comenzó a circularlo con la idea de formar el Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo (MSTM), que a fines de ese año ya contaba con la adhesión de 270 curas y que en su momento de auge en los '70 alcanzaría a más del 10% del total de las vocaciones del país.

El MSTM fue el grupo más progresista de la Iglesia Católica que se haya tenido recuerdo hasta hoy. Por aquellos años, Juan María García Elorrio editaba su recordada revista Cristianismo y Revolución, en la que marxismo y catolicismo dialogaban a la luz de las experiencias de curas latinoamericanos guerrilleros como el colombiano Camilo Torres. Simultáneamente, el carismático sacerdote Carlos Mugica, adoctrinaba en la opción por los pobres a los jóvenes que después formarían la cúpula de Montoneros.

En aquella primavera política de 1973, por ejemplo, un documento firmado por los obispos Enrique Angelleli, Antonio Devoto y Antonio Brasca daba una muestra cabal del alto grado de politización que tenía el clero. En esa carta, los religiosos sostenían que al haber votado por Cámpora "el pueblo había optado por una concepción liberadora de la vida" y en consecuencia la Iglesia debía seguir sus pasos 

A mediados del '73, finalmente ocurrió lo previsible. Como todo hombre de izquierda es divisible por dos, los integrantes del MSTM se escindieron y quebraron el grupo. La causa fue la candidatura del General Perón. De un lado, estaban los curas ligados a las experiencias marxistas, como Ricciardelli y Ramondetti, y por el otro, los más identificados con el peronismo como en el caso de Mugica. 

Como se ve, Mugica, aun con sus señas particulares, no fue el único. Y es necesario, claro, no circunscribir un movimiento religioso como el MSTM y sus miles y miles de laicos a un solo hombre. Casi tan necesario como construir sobre la individualidad del símbolo –Mugica– un homenaje a una generación que fue producto de su época. 

Nacido el 7 de octubre de 1930 en la ciudad de Buenos Aires, se ordenó sacerdote en la Catedral el 20 de diciembre de1959. Lejos de aceptar la comodidad de un cargo como el de secretario del cardenal Antonio Caggiano, Mugica eligió ir a vivir a Reconquista, Santa Fe, misionar con los hacheros de la ex Forestal. Cuando regresó a la Capital Federal, a principios de los años '60 fue nombrado asesor de la Acción Católica del Colegio Nacional Buenos Aires y comenzó su trabajo en la Villa 31, primero en la Capilla Nuestra Señora del Puerto y luego en la Capilla Cristo Obrero, donde ahora descansan sus restos.

Como bien narra María Sucarrat en su libro El Inocente. Vida, pasión y muerte de Carlos Mugica, el sacerdote fue asesinado por la Triple A, el 11 de mayo de 1974, hace exactamente  40 años, luego de celebrar la misa, en la Parroquia San Francisco Solano. Sus asesinos fueron los ex policías Rodolfo Almirón, Juan Morales y Edwin Duncan, vinculados al Ministerio de Bienestar Social comandado por el inefable José López Rega.

Hijo de su tiempo, Mugica también fue hacedor de su época. Porque frente a los intentos por despolitizarlo, por limar aquellas aristas que lo hacen también a él un hecho maldito, es inevitable decir que Mugica no fue sólo un sacerdote comprometido. Fue –además, incluso, también, inescindiblemente como cristiano– un hombre político y un revolucionario. Padre espiritual del grupo fundador de Montoneros, ya que asesoró en el Buenos Aires a los colegiales Fernando Abal Medina, Gustavo Ramus y Mario Firmenich, y les inculcó una forma revolucionaria de vivir el cristianismo que dio marco a la militancia de quienes, años después, llevarían adelante el Aramburazo. 

Y más allá de sus diferencias políticas posteriores, intentar desvincular a Mugica de Montoneros no sólo es falsear la historia sino también no hacerle justicia al propio Mugica. Por eso es necesario, también, decir que los vituperios que el propio Firmenich sufrió en cada uno de los actos homenaje a la memoria del Padre Carlos por quienes deseaban apropiarse asépticamente de su figura fueron y son absolutamente injustificados. 

Nunca en tan pocos días como en esa primera quincena de mayo, la historia demostró ser tan dinámica y tan difícil de encasillar en bloques monolíticos de análisis. Así, como en el 1 de Mayo de ese 1974, el desencuentro entre Juan Domingo Perón y Montoneros en la Plaza de Mayo demostraba la inexperiencia política de unos y la mesura del conductor, los días posteriores al 11 de mayo dejó patente cierta mezquindad del propio Perón. Mugica se había considerado siempre peronista, se había reunido con él en su corta visita de noviembre de 1972, había integrado la comitiva del avión presidencial del regreso definitivo el 20 de junio, formaba parte del funcionariado del Ministerio de Bienestar, hasta que sus discrepancias con el Brujo lo hicieron renunciar. Sin embargo, tras su asesinato, Perón no dijo absolutamente nada sobre Mugica. Nada. Sospechosamente. ¿Sabía Perón que Mugica iba a ser asesinado? ¿Supo Perón quiénes habían asesinado a Mugica?

Mugica, que había dicho en alguno de sus sermones a mediados del '73 que era el tiempo de cambiar "las armas por los arados", no se merecía ese silencio. Por lo que había dicho, por lo que había hecho. Y también por lo que pensaba. En su escrito Los valores cristianos del Peronismo había producido un texto luminoso sobre religión y política. Nada mejor que leerlo, ningún homenaje supera recordar su voz y su palabra. En ese texto –perdón por la extensión, pero creo que vale la pena leerlo–, Mugica expone el corazón de su fe: "Ser cristiano es, fundamentalmente, aceptar a Cristo, creerle a Cristo y creer en Cristo y por lo tanto responderle. La vivencia cristiana supone una obediencia a la fe en el Señor. Y uno le cree a Cristo no por lo que piensa sino por lo que hace… 'Ustedes son mis discípulos, si hacen lo que yo les digo…' 'No, el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos sino aquel que hace la voluntad de mi Padre.'  

Entonces yo tengo que hacer, tengo que optar en concreto y toda opción concreta está cargada de historicidad y por lo tanto es relativa. ¿En qué reside la diferencia entre lo cristiano y un movimiento político como es el peronismo? Los valores cristianos son propios de cualquier época, trascienden los movimientos políticos, en cambio el peronismo es un movimiento que asume los valores cristianos en determinada época.
¿Cuál es la medida que tengo para darme cuenta de que hoy el peronismo es el movimiento histórico al que yo pienso, debe acceder naturalmente un cristiano para mirar las cosas del lado de los pobres? Y esto no significa que no se puede ser cristiano y no peronista. Lo que sí me parece más difícil es ser cristiano y antiperonista. Aunque en la adhesión a cualquier movimiento político, un cristiano debe siempre mantener una distancia crítica desde la fe. Tiene que revitalizarlo, que no significa minimizarlo. Puede adherir a él pero un cristiano sabe que un movimiento político no va a crear la sociedad perfecta, va a realizar sí determinados valores pero también corre el riesgo permanente de desvirtuar esos valores. Pero puede criticarlo sólo en la medida de su participación en el proceso, en la medida en que no esté mirando el partido desde afuera.
¿Cuál es ese juez que me permitirá valorar si el peronismo es hoy la instancia histórica a través de la que me interpela Cristo, a través de la que voy a mostrar mi amor a mi pueblo y a mis hermanos? El juez es la gente, el pueblo, los oprimidos. La categoría pueblo casi coincide con la categoría pobres aunque no la abarque totalmente.

Yo sé por el Evangelio, por la actitud de Cristo, que tengo que mirar la historia humana desde los pobres. Y en la Argentina la mayoría de los pobres son peronistas, para decirlo de manera muy simple.
Aquí tendríamos que hacer una distinción entre el ideólogo y el político.

El ideólogo se maneja con ideas que tienen mucha claridad, pero siempre se refieren al fin que hay que alcanzar, es escatológico. No se refiere a lo que es actual. Un ejemplo serían los que adhieren al ERP o al Partido Comunista. Un militante del ERP, por ejemplo, diría: 'Todos los hombres son iguales y tengo que establecer cuanto antes sea esa igualdad.' Trata de poner en el presente lo que es del futuro. 'Hay que suprimir todas las clases sociales, ya' y ahí surge el problema de los medios a emplear.

Ahora bien, en esto de la supresión de clases, yo como cristiano pienso que si bien desde el punto de vista económico debe haber una desaparición de las clases, sostener la total igualdad de los hombres es desconocer la realidad del pecado. Para mí, cristiano, la plena igualdad sólo se dará cuando venga el Señor y no antes. Pienso que en esto reside el error del marxismo y de los marxistas. Privilegian al hombre económico y se olvidan del político, por eso les es difícil entender el peronismo, que privilegia más lo político que lo económico.

Como privilegia lo económico el marxista afirma la prioridad de la lucha de clases pero desde el punto de vista económico.

El político, en cambio, en lugar de manejarse escatológicamente, maneja las fuerzas existentes. Actúa como quien tiene que tomar decisiones. Por ejemplo, las tres grandes banderas del peronismo –independencia económica, soberanía política y justicia social– son pautas asequibles, como el programa del Frente que propone Perón es un programa mínimo de coincidencias, no es el programa definitivo. Lo escatológico en el peronismo es el socialismo nacional hacia el que tenemos que apuntar, pero la pregunta que hoy se hace el político es: ¿Qué pasos puedo dar ahora para ir implantando el socialismo nacional?

El peligro del ideólogo es el sectarismo que lo lleva a una estructura en el fondo racionalista y lo lleva a separarse de la realidad.

El peligro del político es el populismo, a veces la utilización de los medios le puede hacer olvidar los fines.
Los cristianos siempre hemos tendido a ser ideólogos, siempre le hemos tenido mucho miedo a la realidad concreta porque es ambigua. Y mientras nos preguntamos si estará bien, si estará mal, el problema ya lo habían resuelto otros. Siempre quisimos la opción pura y perfecta y la política es una cosa sucia que nos obliga a arriesgar, nos obliga a optar con probabilidad. En el fondo la opción política siempre es por el mal menor, siempre estoy eligiendo de esta manera porque el bien perfecto no existe."

Contundente y con convicciones era Mugica. Y su vida fue coherente con su Palabra. Mugica dio testimonio de su cristianismo. Pocos cristianos como él pueden arrogarse ese privilegio o ese don. Por haber acompañado a Montoneros y haber discutido con Montoneros. Por haber acompañado a Perón y haber discutido con López Rega, Mugica se había convertido en el pato de la boda. Y es allí donde el mensaje profético supera a la mirada política. El padre Carlos era un "cura villero", también era un "cura militante", pero por sobre todas las cosas era un humanista cristiano. Fue asesinado, no por haber sido un revolucionario de izquierda, solamente. Fue masacrado por haber sido profundamente cristiano y haber elegido la Pasión antes que el confort. Él mismo lo anunció: "Algunas personas dicen 'no soy violento'. Pero la Iglesia siempre justificó la violencia justa y condenó la injusta. Es decir que ser no violento no significa ser pasivo sino significa denunciar la violencia del sistema aceptando que recaiga sobre uno. El cristiano puede o no estar dispuesto a matar –y esto por razones de conciencia, de información o de ideología– o sea a responder o no a la violencia con la violencia que sufre. Pero lo que no puede dejar de ver es que debe estar dispuesto a morir y esto es clarísimo." Mugica fue un mártir. Y un mártir cristiano. Los argentinos, el peronismo y la Iglesia Católica están en deuda con su memoria y su testimonio, aunque quizás los homenajes de esta semana y el discurso de ayer de Cristina, comenzaron a saldarla. 
Fuente:TiempoArgentino




“Hoy el Papa Francisco encarna la Iglesia que quería Mugica”
Año 7. Edición número 312. Domingo 11 de Mayo de 2014
Por Víctor Ramos*
contacto@miradasalsur.com
Entrevista. Lorenzo de Vedia. el padre Toto. Desde el año 2011 es párroco de la iglesia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la Villa 21-24, de Barracas. Al cumplirse, hoy, 40 años del asesinato del padre Carlos Mugica, recuerda el compromiso y coraje del cura villero y afirma que desde entonces “los curas de las villas son hijos de Mugica”.

¿Qué significa Mugica?
–Cuando lo mataron a Mugica yo era muy chico, tenía ocho años y, en 1984, cuando entré en el seminario estaba fresco todo ese tema de Mugica y las villas. Lo que más impacta de Mugica es ese valor y coraje que tuvo para comprometerse hasta las últimas consecuencias con la situación de las villas de ese momento. Se trataba de que la Iglesia fuera a los pobres. Él encarnaba un movimiento que existía en la Argentina y en América latina. Los curas de las villas son hijos de Mugica. Y nosotros queremos continuar esa obra en una coyuntura distinta, porque hay nuevas cosas.

–¿Te sentís heredero de Medellín y de Puebla?
–Sí, me siento heredero o hijo de Medellín y también de Puebla, que reafirma la opción de la Iglesia Católica por los pobres y los jóvenes. Uno creció escuchando todo eso. Nosotros, los curas que estamos en las villas, tenemos el privilegio de estar cohesionados, al menos en Buenos Aires. Quedó esa herencia de trabajar por los más pobres. Para enfrentar los desafíos actuales, porque hay cosas nuevas.

–Mugica vivió un proceso muy rico de crítica y autocrítica, porque rompe con la izquierda más radicalizada y con Montoneros y rompe también con la derecha de López Rega. ¿Cómo evaluás esa decisión?
–No le perdonaron que no aceptara cargos políticos y en el gobierno, otros no le perdonaron que no adhiriese a la lucha armada. Quedó con su compromiso real de sacerdote y cristiano. En la misma Iglesia fue muy complicado asimilar todo eso. Habló muchísimo de las opciones políticas, por el peronismo y por los pobres. El era una persona de la Iglesia, cuyas jerarquías no estaban de acuerdo con los curas de las villas. Costó mucho levantarse de eso. El no era un político, era un hombre de la Iglesia. El asesinato de Mugica fue un golpe duro para las villas.

“Mugica haría lo que hacemos noso­tros en la actualidad en las villas”
­–¿El padre Pepe y Bergoglio empezaron un trabajo diferente en las villas?
–Claro, Pepe abrió las villas a la Iglesia y a otros estamentos. Y por otro lado apareció otro señor llamado Bergoglio, que se empezó a arrimar, vio esa opción. Hoy el papa Francisco encarna esa Iglesia que quería Mugica, que queríamos muchos, más abierta, más misionera, cerca de los pobres y de los humildes. La Iglesia de la opción por los pobres. Mugica haría en la actualidad este tipo de trabajo que hacemos nosotros en las villas. Las comunidades organizadas en los barrios, en las villas.

–¿Cómo evalúas ese contexto de Mugica, el peronismo y ahora además un Papa peronista?
–Es una época distinta ahora. La opción por el peronismo fue clave en el contexto de Mugica. Recordemos que el peronismo venía proscripto e interpretaba los anhelos del pueblo, más allá de los errores. En este momento en el peronismo están todos (risas). Dicen que el Papa es peronista, sí seguro que lo es. Con el tiempo la Iglesia fue asumiendo esto. En los tiempos de Mugica los curas no vivían en las villas como ahora. Vivían en sus casas o en las de sus familias. Se acercaban a las villas, pero con el tiempo se fueron haciendo capillas y después parroquias. Después empezaron a vivir en las villas, que es la manera de tener una percepción genuina y más verdadera de lo que pasa en las villas. Mugica nos inspira para trabajar ante las nuevas situaciones que se presentan. Se mejoraron muchas cosas, pero hay otros problemas, como la violencia y la droga.

–¿Qué opinás de las miradas que se hacen desde afuera de las villas?
–Uno de los problemas que hay es el de los grupos que vienen como colonizadores de las villas. Y te dicen “vengo a enseñarte” o “quiero darte esto”, “incluirte”, etc. Todo muy simplista. Tenés que estar aquí adentro, con la gente. Porque de afuera no se puede tener una percepción amplia y exacta de lo que ocurre en las villas. Y Mugica debe estar contento porque la Iglesia tiene presencia en las villas. A Mugica lo siento como patrono. Y Francisco encarna la nueva Iglesia. Sé que falta un montón, pero se dieron pasos hacia adelante. Porque a veces parece que está la Iglesia oficial y la Iglesia de los pobres y eso no sirve, porque la Iglesia es una. La Iglesia jerárquica debe asumir como propio este trabajo.

–¿Cómo ves la Iglesia Latinoamericana?
–Uno tiene los límites del lugar en que está. En la conferencia general del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) de 2007, en Aparecida, Brasil, la redacción del texto final estuvo a cargo de Bergoglio, como arzobispo de Buenos Aires. De allí la idea de la conversión pastoral, que es la búsqueda del modo de llegar a la gente. En esa conversión pastoral aparece de vuelta la opción por los pobres. Se está dando una buena primavera de una Iglesia que hace de la opción por los pobres un tema importante. Siento que estamos mejor que antes en todo esto. Esa conversión pastoral no es tan fácil porque hay mucha gente prejuiciosa con las villas. No es que toda la Iglesia tomó consciencia de esto y tampoco la sociedad.

–En América latina hay varios gobiernos de izquierda o centroizquierda. ¿Favorecen las políticas contra la pobreza o la ayuda a los pobres?

“Hay que desterrar cierto aire colonizador en la mirada sobre las villas”.
–Siempre favorece cuando el Gobierno se hace presente en lugares de mayor pobreza. Hoy hay mayor presencia del Estado en las villas, pero todavía se tiene que ordenar mucho esa presencia, porque todavía hay que desterrar cierto aire colonizador. Es cierto que hay una tendencia de algunos gobiernos de América latina de acercarse el pueblo y lo favorece, pero esto no quita que haya muchas cosas por corregir.

–¿Qué ocurre con los gobiernos nacional y porteño sobre la ayuda que deben realizar en una Ciudad donde hay más ricos pobres?
–La verdad es que no es bueno que los pobres estén en el medio de las luchas políticas. Lo del gobierno autónomo de la Ciudad no está claro, porque creo que habría que trabajar en equipo y dejar de lado las diferencias y pensar en la gente. Tanto uno como otra administración ahora tienen más presencia que antes. Por allí con distintos estilos. Acompañan. Se tienen que complementar las dos administraciones. Por la salud de la villa, por ejemplo, tiene que ser una sola. Tienen que interactuar.

–¿Cómo se concreta la ayuda tanto de Nación como de la Ciudad?
–Hoy hay más trabajo desde adentro de las villas. Se ha dado un paso adelante bastante positivo. Con el tiempo esto se tiene que ordenar más. El Estado está. Pero creo que más que ayudar tienen que haber políticas públicas, que dé como resultado la famosa integración urbana.

“El concepto 'urbanización' de las villas es nefasto”.
–¿Qué significa la integración urbana?
–Hay mucha desintegración. En los ’70 se hablaba de erradicar las villas y hubo acciones en pos de eso. Pero también hubo resistencia a eso. Después se empezó a hablar de urbanización de las villas, pero había una trampa porque alguien venía y te decía “yo estoy urbanizado y te urbanizo a vos” y eso es nefasto como idea, porque se habla de la villa desde afuera, desde la lejanía, que es lo más fácil. Porque los medios vienen cuando hay algún quilombo. Lo correcto es hablar de integración urbana. Cuando se habla desde la lejanía vienen los prejuicios, porque no se conoce, porque nunca se vino a la villa. También existe la marginación y automarginación. Al villero le cuesta a veces sentirse seguro, por ejemplo, en el centro de la Ciudad. Se siente inseguro, totalmente. Al villero le cuesta ir a otros lugares que no sean de la villa. Tiene que haber una integración tanto de uno como de otro.

–¿Qué valores se ponen de manifiesto en la villa, teniendo en cuenta que hay gente de varios países limítrofes, del interior de la Argentina y personas que nacieron en Buenos Aires?
–Se pone de manifiesto una fuerte solidaridad, porque forzosamente el habitante de la villa tiene que interactuar con su vecino, para bien y para mal. Hay cosas de la villa que no trascienden. Hoy al tipo que lo agrediste, mañana le estarás cuidando a su madre en el hospital. Esto se da. Tampoco tenemos que tener una mirada romántica de la villa. La vida en la villa es más intensa y hay menor individualismo. En la villa se pasa de la fiesta al duelo en forma muy rápida. La gente pone de manifiesto las cosas más esenciales, pero también se mete el consumismo.

–¿Los medios tienen una mirada colonizadora de la villa?
–Creo que se da cuando hay pereza de acercarse al lugar. Sos de un medio de comunicación o trabajás para algún lugar del Estado, de un ministerio, y se mira desde la lejanía, se termina por distorsionar la mirada sobre las villas, porque no se conoce. Pasa cuando hay una decisión de no acercarse, de venir y estar. No es bueno ir a las villas como si fuera la vecindad del Chavo. Como si los habitantes de la villa fueran el Chavo, Don Ramón y la Chilindrina. Aquí hay sujetos históricos. Por supuesto que el gran problema es la falta de inclusión. Si un vecino de la villa llama una ambulancia, no viene; pero si llama el cura o desde la parroquia, sí vienen. Les tenemos que dar las gracias por venir, pero eso no tiene que ser así.

–¿Cuándo fue la última vez que hablaste con el Papa?
–Lo llamé diez minutos antes de que se fuera para el Vaticano. Lo llamé por un trámite, por una firma y me dijo: 'Hablame rápido porque en diez minutos me voy al Vaticano'. Se iba al cónclave y menos mal que lo llamé porque después no volvió. El Papa tiene una fe muy grande y una capacidad operativa muy grande. Tanto en lo masivo como en lo concreto.

–Cristina vino en marzo. ¿Cómo fue eso?
–Cristina nos llamó. Fue un honor que eligiese esta parroquia (de Caacupé). Fue un acto muy positivo. Antes nos había llamado Oscar Parrilli y nos dijo que no iba a haber discursos. Y entonces recordamos a Chávez.

“A la gente no le gusta que los políticos vengan a las villas como si fueran a un museo”.
–¿Qué otros dirigentes visitaron la Villa 21?
–Algunos pasaron para decir que trabajarían, muy decididos, y otros pasaron como parte de su peregrinaje electoral. Si se acercan, a las personas no les gusta mucho que vengan como si las villas fueran un museo.

–¿Existe un equipo de curas de las villas?
–Sí, aquí en Buenos Aires tuvimos la dicha de que trabajáramos organizados, de trabajar en equipo. Y Begoglio creó la Vicaría Episcopal de Villas, para llevar a cabo un compromiso profundo en el barrio. Todos nos reunimos y estamos en permanente comunicación entre nosotros, vamos charlando y hablando para diferentes casos. A la gente le da una satisfacción muy grande que la Iglesia esté presente, mientras que en otros lugares, como en algunas localidades del conurbano bonaerense, el sacerdote está más aislado, trabaja solo como un francotirador.

–Se nota que a la parroquia viene gente todo el día. ¿Qué ayuda pide?
–Aquí en la Parroquia de Caacupé parece una intendencia porque a veces vienen para lograr una disposición al diálogo en pos de la acción ante los estamentos que sean necesarios, y conseguir cosas por medio de nosotros. Otras, porque necesitan un medicamento o también por vacunas.

–¿Cómo es la situación de las escuelas en la Villa 21?
–Nosotros necesitamos más jardines de infantes. Dentro de la Villa 21 hay cuatro jardines y no son suficientes. Muchos pibes van a otros jardines de infantes que están afuera de la Villa, de los alrededores. Pero otros chicos no van a ningún lado porque no hay vacantes. También se necesitan escuelas primarias. A raíz del sistema de inscripción por internet hubo pibes que les tocaron jardines de infantes de Palermo y otros que les tocaron en Villa Devoto.

–¿Plantearon el problema ante el Gobierno de la Ciudad?
–Sí, hablamos con el ministro de Educación, Esteban Bullrich, para conseguir más jardines. Y nos dijo “estamos en eso”. No­sotros estamos atentos a esas necesidades, aunque no tiene que ser así, porque hay cosas que no dependen de nuestras manos.

“A la película Elefante blanco le faltó el pueblo”.
–En la película Elefante Blanco se muestran algunos aspectos de las villas. ¿Qué opinión tenés de esa película?
–Es una buena noticia de que se hiciera una película sobre las villas, porque las villas son ninguneadas, pero a esa película le faltó el pueblo. Le faltaron las personas. Los protagonistas no somos los curas ni las asistentes sociales. Allí se observan curas que andan con el gesto fruncido, como enojados. Y la verdad es que nosotros no andamos así, ni siquiera un rato del día. A la película le faltaron las personas concretas de las villas, los que cocinan, los que van todos los días a trabajar, los que hacen cola para tomar un colectivo o cuando vuelven a sus casas o cuando los chicos van a la escuela todos los días. La película tiene una visión muy antigua de las villas. En la vida de las villas los protagonistas son los mismos vecinos, y no tanto el cura o la asistente social que aparecen en esa película. Me parece que allí está el tema de la mirada desde la lejanía de que hablábamos antes.

“El paco es una manifestación de la exclusión”.
–¿Cómo se da la batalla contra el paco?
–Se la da acompañando a los pibes. Tenemos la Organización Hogar de Cristo, organizando centros barriales, para recuperar a los pibes. En el Bajo Flores y en Retiro también hay centros barriales. El Estado tiene los recursos para hacer eso y nosotros no los tenemos. Lo mejor es trabajar en equipo dando lo mejor que tiene uno para dar, en pos de atender esa problemática. Esos pibes que acompañamos después traen a otros. El paco es una manifestación de la exclusión y no­sotros trabajamos para la inclusión. No se trata de ver sólo un simple adicto, sino que tenemos que ver a un ser humano. Hay que mirar el contexto de sus vidas para que puedan rehacer sus vidas.

La meditación de Mujica (1969). “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años tengan trece. Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro; yo me puedo ir, ellos no. Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas de las que puedo prescindir y ellos no.

Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no pueden hacerlo. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie hace huelga con su hambre. Señor, perdóname por decirles ‘no sólo de pan vive el hombre’ y no luchar con todo para que ellos rescaten su pan.

Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame. Señor, sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos. Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame”.

El sacerdote Carlos Francisco Mugica Echagüe nació en Buenos Aires el 7 de octubre de 1930. Fue hijo de Adolfo Mugica (fundador del Partido Conservador por el cual fue diputado durante el período 1938-1942 y canciller de Frondizi, en 1961), y de Carmen Echagüe, hija de terratenientes adinerados de Buenos Aires.

Era uno de los siete hijos que tuvo el matrimonio. El sábado 11 de mayo de 1974, a las ocho y cuarto de la noche, y cuando Mugica iba a subir a un Renault 4, estacionado junto a la Iglesia de San Francisco Solano, en Zelada 4771, donde había celebrado misa, fue tiroteado por un individuo con bigotes achinados, que se bajó de un coche estacionado muy cerca. Ese personaje sería Rodolfo Eduardo Almirón, jefe de la lopezreguista Triple A. Cinco disparos de ametralladora le afectaron el abdomen y el pulmón. El tiro de gracia lo recibió en la espalda.

El tributo a la Patria Grande. “Acá estamos, en nuestra querida Villa 21, a los pies de la Virgen de Caacupé, en este Miércoles de Ceniza, iniciando el tiempo de Cuaresma, preparándonos para la Semana Santa, cuando renovaremos el gran regalo de la vida nueva que nos consiguió Jesús con su muerte y resurrección, unidos también a los que profesan otras creencias y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Somos el pueblo de Dios, hoy reunido también por el pedido que nos hizo la señora Presidenta rezando en el primer aniversario de la partida de Hugo Chávez.

En este mismo lugar celebró misa tantas veces el actual papa Francisco, en este barrio obrero, porción de la querida Patria Grande que sonaron nuestros mayores y la seguimos construyendo. Dios quiso bendecir al mundo con este Papa que llega desde el continente de la esperanza.

Los pueblos de América latina están fuertemente unidos por la fe que nos dieron nuestros mayores. Fe que también profesó Hugo Chávez y que lo llevó a soñar y trabajar por un socialismo humano y cristiano. Hoy agradecemos a Dios por el don maravilloso de la vida y por quienes la honran y la dignifican al ponerla al servicio de los demás.

Jesús nos invita a reconocer la igual sagrada dignidad de todo hijo de Dios, que toda la vida humana sea siempre defendida, que se destierre de nuestros corazones todo lo que atenta contra la vida.

Latinoamérica cuenta con miles de mujeres y hombres que a lo largo de la historia dieron y dan testimonio del amor a Dios con obras concretas. Otro hijo de nuestras tierras, San Alberto Hurtado, decía: ‘En nuestras obras, nuestro pueblo sabe que comprendemos su dolor’.

Iremos encaminándonos al Viernes Santo, cuando Jesús nos muestra que la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. Ojalá cada uno ponga lo mejor de sí mismo al servicio de la vida plena para todos. Hoy también pedimos por la paz. Sabemos que el ser humano es capaz de lo mejor, y de lo peor, de dar vida y de destruirla.

Tenemos el testimonio de mujeres y hombres que hicieron grandes hazañas por los demás, algunos son conocidos y otros no tanto. También existen tristemente quienes destruyeron vidas. Jesús nos enseña que el que es fiel en lo poco es fiel en lo mucho.

Las grandes acciones, buenas o malas, no se improvisan. Son el fruto de pequeñas acciones de todos los días. Pidamos al Señor que todos los días hagamos algo positivo por la Paz en el lugar que nos toca. Sabemos que el egoísmo y el individualismo, tan criticados por Chávez, muchas veces engendran violencia. Jesús nos llama a todos a ser apóstoles de la Paz.

Hoy también pedimos por la democracia en nuestros pueblos, que sea participativa y basada en la promoción y respeto de los derechos humanos. Que todos los ciudadanos seamos conscientes de nuestros derechos fundamentales y de nuestros deberes correspondientes.

Con la fuerza de la religiosidad de nuestro pueblo, arrancamos entonces esta Cuaresma, tiempo de oración y conversión. Queremos aprovechar este tiempo para avanzar en nuestro camino de conversión personal. Que haya también conversión en nuestro modo de encarar el compromiso social que a cada uno le toca en los distintos ámbitos.

Que Jesús, el Hombre Nuevo, nos impulse a cambiar la mentalidad y el corazón según sus enseñanzas y según lo que necesitan nuestros hermanos. Que la Virgen de Guadalupe, patrona de América latina, nos siga trayendo la protección del Dios cercano a los pobres y a los que sufren. Que así sea”.
Mensaje del Padre Toto en ocasión de la visita de la Presidenta a la Villa 21, el 5 de marzo de 2014.
*Presidente del Instituto Nacional de
Revisionismo Histórico Argentino e
Iberoamericano Manuel Dorrego.





Carlos Mugica: muerte y resurrección
Año 7. Edición número 312. Domingo 11 de Mayo de 2014
Por Pablo Adrián Vázquez. Miembro de Número del Instituto Nacional Manuel Dorrego
contacto@miradasalsur.com
El 11 de mayo de 1974 fue signado por la tragedia. El padre Carlos Mugica había celebrado misa en la iglesia de San Francisco Solano, en el barrio porteño de Villa Luro, situada la misma en la calle Zelada 4771. Una vez terminada la ceremonia tenía otro compromiso. Lo esperaban en Lanús, en el Conurbano Bonaerense, para luego ir a un cumpleaños. Lo había ido a buscar su amigo Ricardo Capelli a eso de las 19:40 hs. para acompañarlo en ese raid en un auto Renault 4-L.

A las 20.15 hs., a la salida del templo, una voz corta el aire con su llamado. Su amigo Capelli lo recordaba años atrás: “Salí caminando hacia el auto y escuché de espaldas que lo llamaban: ‘Padre Carlos’. Era algo normal. Y al segundo escuché que Carlos decía: ‘Hijo de puta’. Y automáticamente una balacera atroz. Yo estaba a una casa y media, a pocos metros, en la misma vereda y sentí un golpe en mi pecho. Las balas me derribaron. Y caigo mirando hacia donde estaba Almirón. A Carlos lo mató Almirón”.

El asesino en cuestión fue el comisario Rodolfo Eduardo Almirón, el jefe operativo de la A.A.A. El secuaz del ministro de Bienestar Social, e ideólogo de la Triple A, José López Rega, bajó de su auto y le disparó al sacerdote 5 tiros, dándole un cobarde tiro de gracia en la espalda.

El padre Vernazza salió de la iglesia, al oír los disparos, y corrió a darle la extremaunción. Los llevaron a ambos en un viejo Citroën y fueron trasladados al hospital Salaberry, Mugica murió, mientras Capelli fue trasladado a otro nosocomio, al tiempo que el grupo de “el Brujo” estuvo temeroso que el sobreviviente delatase al asesino.

Tras su entierro en el cementerio de Recoleta, las versiones iniciales sindicaron a la organización Montoneros del hecho. Mugica, que había conocido de jóvenes al núcleo inicial de los futuros ajusticiadores del dictador Pedro Eugenio Aramburu, los instaba a deponer las armas. A su vez, las críticas del grupo al accionar del Padre fueron duras por su cercanía a López Rega en el Ministerio. Estas tensiones sirvieron de excusa para que sectores de la derecha peronista y detractores de “la M” los pusiesen en la mira de la condena social por el luctuoso suceso.

La verdad, se supo años después, fue otra. La condena a Almirón llegó tarde y la muerte lo encontró en la cárcel.

¿Quién fue Mugica? Nació el 7 de octubre de 1930, en el seno de una familia tradicional. Su padre, Adolfo Mugica, del conservador partido Demócrata, fue legislador, y luego ministro y canciller del presidente desarrollista Arturo Frondizi, mientras que su madre, Carmen Echagüe, era descendiente del general federal Pascual Echagüe.

De sus 7 hermanos fue quien optó, a los 21 años, por colgar los libros de Derecho y optar por el sacerdocio. Se incorpora en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires, se ordena como sacerdote en 1959, se relaciona en Resistencia con el monseñor Juan José Iriarte, y luego con el cardenal Antonio Caggiano, mientras desarrollaba su magisterio como docente en la Universidad de El Salvador y ejercía sus funciones sacerdotales en la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro.

Su asistencia a los humildes desde la parroquia de Santa Rosa de Lima, su acercamiento al peronismo y su opción por el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo lo definen integralmente.
Hélder Camara, Camilo Torres y el Che fueron, junto a Perón, sus referencias políticas para encarar su ministerio con los más necesitados en la actual Villa 31.

En el Barrio Comunicaciones levantó la parroquia Cristo Obrero, en la que ejerció su compromiso hasta el día de su asesinato, y también colaborando con el padre Jorge Vernazza, como vicario de la parroquia San Francisco Solano.

En 1967 viajó, en nombre de monseñor Podestá, a Bolivia, para reclamar el cuerpo del Che e interesarse por la suerte de los prisioneros que acompañaron al Comandante Guevara.

Los hechos se precipitan. La puja con monseñor Aramburu se intensifica al tiempo que su compromiso con la lucha popular se afianza. El responso a los combatientes montoneros caídos en un enfrentamiento, junto al padre Hernán Benítez, lo puso en la mira de los sectores reaccionarios. Al tiempo que camadas de jóvenes toman su mensaje y ejemplo como bandera de lucha.

También supo utilizar los medios de comunicación a su favor, sumando figuras del mundo artístico a su accionar, pero generando recelos varios.

Hasta se atrevió a escribir una Misa para el tercer Mundo y grabarla en un disco con el Grupo Vocal Argentino.

Amenazado por derecha e izquierda, estigmatizado por su origen de alcurnia y su contacto con los villeros, la entrega al magisterio de Cristo fue absoluta.

Hoy descansan sus restos en la Villa que lo vio trabajar y militar, confiando que 40 años de su asesinato sean, más que una fecha de homenaje formal, un momento de reflexión para reimpulsar nuestro compromiso por un proyecto de liberación encarnado en su ejemplo de cristiano comprometido con el pueblo.
Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego
www: institutonacionalmanueldorrego.com - Dirección: Rodríguez Peña 356. CP : 1220 CABA Argentina - Teléfono: 54 11 4371 6226
Las opiniones vertidas en este suplemento corren por cuenta de sus autores y están abiertas al debate. Mail: contacto@institutodorrego.gob.ar






Compromiso con los humildes: de Carlos a Francisco
Año 7. Edición número 312. Domingo 11 de Mayo de 2014
Por Fabián D’Antonio. Miembro de Número del Instituto Nacional Manuel Dorrego
contacto@miradasalsur.com
Los 40 años de la pérdida del Padre Carlos Mugica me hacen reflexionar sobre la constante lucha del cristiano en un mundo individualista, dominado por el amor al dinero y el odio al prójimo, más si es de condición humilde.

Carlos lo tuvo todo para tener una vida plácida, tranquila en su hogar acomodado. Sea como abogado prometedor o piadoso sacerdote de misa en Recoleta, su futuro tenía destino de comodidad.
Si festejó con sus amigos la caída de Perón, la alegría le duró poco. Con el tiempo descubrió a los humildes, y que el camino a esos futuros fieles iba por abrazar la fe en Cristo y el compromiso por la causa peronista.

A eso se le sumó la Teología de la Liberación, el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, y la lucha por las armas del Ernesto Guevara. También el ejemplo de un guerrillero colombiano, que era algo más que un campesino o estudiante radicalizado. Era un sacerdote y de los más reconocidos en el ambiente académico: Camilo Torres Restrepo, quien fue abatido el 15 de febrero de 1966 en un enfrentamiento con el ejército colombiano.

La noticia conmovió al mundo, en particular a los cristianos, marxistas e integrantes de movimientos políticos latinoamericanos. En Argentina no pasó desapercibida la noticia: Torres había estado años atrás en jornadas de Sociología y era reconocido por su formación intelectual. A Carlos lo marcó definitivamente.

Año de tensión donde el presidente Illia tenía los días contados, se mantenía la proscripción al peronismo y el Líder justicialista tenía prohibido volver. A los meses, el general Onganía impone una nueva dictadura, la cual censura, persigue y reprime, a diestra y siniestra, a estudiantes y obreros. La violencia estaba instalada.

El conflicto de un pueblo amordazado, sujeto a medidas económicas regresivas y acciones políticas represivas forma un caldo de cultivo para que muchos optaran por la lucha armada.

Es así como Camilo Torres fue el espejo para que muchos tomaran el evangelio y la opción por los pobres no sólo retóricamente. También marca el tiempo de cambios en la Iglesia con el Concilio Vaticano II, la
Teología de la Liberación y el surgimiento del Movimiento de los Sacerdotes por el Tercer Mundo.

Carlos Mugica abraza la causa de los villeros, de los humildes y desamparados, desde su cristianismo peronista, en el marco de su fe y concepción revolucionaria de lo trascendente a Dios. En un texto sobre Jesús y la Política afirma que: “El temor a la afirmación de Marx, ‘la religión es el opio del pueblo’ –que históricamente ha tenido validez en muchos casos– no debe impedir el percibir la originalidad del mensaje de Cristo que es evidentemente escatológico (es decir, que mira el fin de los tiempos). Hélder Camara, Luther King y Camilo Torres, que con su solo testimonio invalidan la objeción de Marx, si se le quiere dar un alcance universal, nunca perdieron de vista que la revolución no significa la instalación del Reino de Dios en la tierra, y que debe ser permanentemente revolucionada y criticada desde la fe, hasta que el Señor vuelva. Ciertamente, esa crítica sólo se podrá ejercer honestamente a los ojos de los hombres de nuestro tiempo, desde adentro del proceso, participando de la acción revolucionaria, aunque se la relativice en el sentido antes expuesto”.

Refiere: “Jesús es el revolucionario más ambicioso de todos los tiempos, ya que no pretende crear nuevas estructuras, no pretende acabar la explotación del hombre por el hombre, no apunta a una sociedad nueva sin injusticias, sino que pretende crear una nueva vida, un nuevo modo de existir absolutamente impensable para el hombre, e imposible de alcanzar con sus solas fuerzas: la vida divina”.

Sentencia: “Cuando los hombres de hoy luchan por extirpar las clases que dividen a los hombres en explotadores y explotados y se oponen al neocolonialismo y al imperialismo, están reconociendo en la práctica, tal vez sin advertirlo, la fuerza del mensaje que Cristo trajo hace dos mil años”.

Y finaliza con: “Es importante, entonces, como lo dijimos antes, no absolutizar al Jesús histórico cuando lo buscamos como norma para orientar nuestra actitud frente al compromiso político y la revolución. Para los cristianos, Jesús es el Cristo resucitado que, vivo y lleno de fuerza sigue conduciendo a su pueblo a través de la Iglesia, de su Magisterio y de la Historia. El cristiano de hoy, convencido de que estructuras injustas dificultan la conversión del corazón, no debe olvidar jamás la necesidad de la revolución interior”.

El mensaje de Mugica trasciende los años y se pasa de generación en generación. El 9 de octubre de 1999, los restos de Carlos Mugica fueron trasladados desde el cementerio de la Recoleta a la Capilla Cristo Obrero, donde desempeñó su tarea, siendo la misa en su homenaje presidida por el entonces Arzobispo Jorge Bergoglio, hoy nuestro Papa Francisco.

Actualmente, su obra es continuada por los curas villeros, como el Padre Guillermo Torre, que hereda el lugar de Mugica en la Villa 31, y el Padre Pepe, José Di Paola, con el apoyo incondicional de Francisco y su magisterio que marca un camino de compromiso hermanado con el legado de Mugica.
Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego
www: institutonacionalmanueldorrego.com - Dirección: Rodríguez Peña 356. CP : 1220 CABA Argentina - Teléfono: 54 11 4371 6226
Las opiniones vertidas en este suplemento corren por cuenta de sus autores y están abiertas al debate. Mail: contacto@institutodorrego.gob.ar






Claves de la Historia
Año 7. Edición número 312. Domingo 11 de Mayo de 2014
Por Miradas al Sur
contacto@miradasalsur.com
Seminarios: actividades de mayo
Lunes 12. Hist. Política Arg. + El Peronismo de los Años Felices a la Juventud Maravillosa.
Martes 13. Luchas de Ideas y Partidos en la Argentina del s. XIX.
Miércoles 14. Historia de la Corte Suprema de Justicia.
Jueves 15. Café Dorrego.
Viernes 16. Mujeres e Historia.
Lunes 19. Hist. Política Arg. + El Peronismo de los Años Felices a la Juventud Maravillosa.
Martes 20. Luchas de Ideas y Partidos en la Argentina del s. XIX
Miércoles 21. Historia de la Corte Suprema de Justicia.
Jueves 22. Café Dorrego.
Viernes 23. Mujeres e Historia.
Lunes 26. Hist. Política Arg. + El Peronismo de los Años Felices a la Juventud Maravillosa.
Martes 27. Luchas de Ideas y Partidos en la Argentina del s. XIX.
Miércoles 28. Historia de la Corte Suprema de Justicia.
Jueves 29. Café Dorrego.
Viernes 30. Mujeres e Historia.
Los seminarios se desarrollarán en el horario de 19.00 a 21.00 hs, en la sede del Instituto. La inscripción es libre y gratuita y pueden registrarse personalmente en Rodríguez Peña 356 (CABA) entre las 14.00 y 19.00 hs. Vía telefónica al 43716226, y por correo electrónico a seminariodorrego@gmail.com
Fuente:MiradasalSur



A CUARENTA AÑOS DEL ASESINATO
LA PASION DE MUGICA
Por Martín Granovsky

Cristina Kirchner inauguró el monumento al cura asesinado destacando su pelea por los pobres y contra la inequidad. Destacó su decisión de “dar la vida pero no matar”, y alertó sobre quienes “quieren reeditar viejos enfrentamientos”. “Hoy no tenemos una sociedad enfrentada en forma violenta”, aseguró.




EXHORTACION PRESIDENCIAL EN EL HOMENAJE AL SACERDOTE CARLOS MUGICA
“Que nadie más permita dividir al pueblo de Dios”
Un día antes de los 40 años del asesinato de Mugica, que se cumplen hoy, Cristina Fernández de Kirchner inauguró un monumento en su recuerdo. En el acto le respondió a la jerarquía católica local, rescató párrafos de un documento pontificio y se rodeó de curas villeros afines a Bergoglio.
Por Martín Granovsky

Imagen: Bernardino Avila
La Presidenta aprovechó la inauguración de un monumento al sacerdote asesinado Carlos Mugica para marcar dos diferencias y dos semejanzas. Una diferencia, con la Conferencia Episcopal Argentina, que el jueves 8 emitió un documento sobre la violencia en la Argentina. La otra diferencia, con los editores que tomaron como definición más importante la de que la Argentina está “enferma de violencia”. Al mismo tiempo, aunque la jerarquía local ya comenzó a ser moldeada por el Vaticano, Cristina Fernández de Kirchner igual pareció buscar un escenario que la mostrase en sintonía con el papa Francisco y con los curas villeros.

El monumento de Alejandro Marmo descubierto ayer muestra a Mugica mirando al frente desde una pose de tres cuartos de perfil y fue situado en la 9 de Julio, entre Juncal y Arroyo, al borde de un barrio de clase alta y al comienzo de la autopista que hoy está flanqueada por la Villa 31.

La Presidenta comenzó a hablar a las tres y media de la tarde de un día radiante. Ya a las dos estaban llenas las inmediaciones, tarea a cargo de columnas de Peronismo Militante, MUP, La Cámpora, Evita, Kolina, Nuevo Encuentro, Frente Transversal y el resto de las agrupaciones que integran Unidos y Organizados. Los retratos de Mugica se mezclaban con otros de Néstor Kirchner y de la propia Cristina. Un funcionario dijo a Página/12 que la consigna interna no había sido concretar un gran acto de la militancia kirchnerista, objetivo del 25 de Mayo. El clima dominante fue más la escenificación que el contrapunto entre la oradora y los manifestantes.

“Cuando hoy me levanté por la mañana y miré las tapas de los diarios, como lo hago todas las mañanas, y vi que alguien resumía o decía ‘hoy la Argentina es una Argentina violenta’, me di cuenta de que querían reeditar viejos enfrentamientos”, dijo la Presidenta. La frase tiene predicado con el verbo en tercera persona del plural pero carece de sujeto. Es tácito. En otro tramo agregó: “Les pido a todos los argentinos, como Presidenta de la República, también a las instituciones eclesiásticas y de todos los credos, a los sacerdotes, a los laicos, a los obispos, que nadie más permita dividir al pueblo de Dios. Porque cada vez que se dividió el pueblo de Dios masacraron a sus ovejas y además, también, a muchos de sus sacerdotes, a muchos de ellos que fueron mártires como monseñor Angelelli, como los curas palotinos, como tantos otros que ofrecieron su vida, como Carlos Mugica, por los pobres”.

Nacido en 1930, Mugica cumpliría 84 años el próximo 7 de octubre. Fue asesinado el 11 de mayo de 1974, a los 43. Hoy se cumplen exactamente 40 años del homicidio. El principal sospechoso, el jefe operativo de la Triple A Rodolfo Almirón, fue buscado en el exterior desde 1984 pero detenido en Valencia recién en 2006 (ver página 4). Mugica fue asesinado con una ametralladora como las que usaba la Triple A, cuando acababa de dar misa en la iglesia de San Francisco Solano, lejos de la Villa 31 que en aquel tiempo era la mayor de la Argentina y se llamaba Cristo Obrero. En su libro Vigilia de armas, tomo tercero de su Historia política de la Iglesia Católica, Horacio Verbitsky narra un diálogo entre Almirón y otro miembro de la Triple A, Miguel Rovira, en la residencia presidencial de Olivos. “Le vamos a hacer la boleta a ese cura”, fue una de las frases. También consigna un recuerdo de Gustavo Caraballo, secretario Legal y Técnico de la Presidencia. Cuando lamentó el asesinato delante de Perón y de José López Rega, el secretario privado y ministro de Bienestar Social le contestó “no te metas en un tema que no es de tu área”.

Cuando lo mataron, Mugica tenía diferencias políticas con Montoneros, a quienes criticaba por la continuidad del uso de las armas con Perón de presidente. “Hay que dejar las armas y empuñar los arados”, dijo a fines de 1973, ya producido el asesinato del secretario de la Confederación General del Trabajo, José Ignacio Rucci. Pero las diferencias de vida o muerte eran con López Rega, de cuyo ministerio llegó a ser asesor. Cuando decidió alejarse, según el mismo libro de Verbitsky, el propio López Rega le discutió de tal modo que, tras esa pelea y el comienzo de las amenazas, Mugica comentó a un amigo: “Va a mandar a que me maten”. Una versión autobiográfica de Mugica publicada en 1973 por la revista Cuestionario, de Rodolfo Terragno, puede leerse en la página web El Historiador o en el link http://bit.ly/1lf81vb.

Estos y otros detalles no figuraron ayer en el breve documental presentado durante el acto. El texto del guión solo dijo, en una parte, que “los sectores poderosos quisieron callarlo para siempre”. Pero ese guión se abstuvo de aportar precisiones históricas o presentar el estado de las suposiciones sobre el asesinato de Mugica, que en su mayoría llevan a la autoría de la Triple A. La organización parapolicial o paramilitar comenzó en 1974 la masacre que el golpe del 24 de marzo de 1976, tras la ocupación total del Estado, convertiría en un plan sistemático de asesinatos, tormentos, encubrimientos y robo de bebés.

La Presidenta dijo en su discurso que Mugica “fue también víctima de una Argentina violenta”. Contó: “Su juventud había transcurrido en una Argentina violenta, donde los argentinos se enfrentaban entre sí. No hablo ni con eufemismos, ni con hipocresías, ni con parábolas. Le tocó vivir en una Argentina donde se dirimieron las cosas a los tiros. Venía de una familia peronista, que se hizo antiperonista en el ’54 por el enfrentamiento entre la Iglesia y el gobierno de Juan Domingo Perón”. El padre de Mugica llegó a ser uno de los ministros de Relaciones Exteriores de Arturo Frondizi. Mugica se hizo peronista.

Uno de los curas villeros que ayer compuso el cuadro principal de quienes rodeaban a Cristina en el palco, Guillermo Torres, leyó la oración que Mugica recomendaba decir a los militantes de clase media que iban a trabajar a los barrios pobres. Se llama “Meditación en la villa” y dice: “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que tienen 8 años parezcan de 13. Yo me puedo ir. Ellos no. Me puedo ir de las aguas servidas. Ellos no. Señor, puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie hace huelga con su hambre. Señor, sueño con morir por ellos. Ayúdame a vivir para ellos. Quiero estar con ellos a la hora de la luz”.

Además de rodearse de los sacerdotes relacionados con Jorge Bergoglio, la Presidenta citó varias veces al Papa en su discurso. Lo hizo mediante la lectura de párrafos de la exhortación apostólica “La alegría del Evangelio”, que mostró con su tapa roja. “Algunos deberían viajar menos a Roma y leerlo más”, recomendó. Leyó el punto 34 del documento pontificio, donde una frase menciona “la velocidad de las comunicaciones y la selección interesada de contenidos que realizan los medios” para advertir que “el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y reducido a algunos de sus aspectos secundarios”.
También el punto 60: “Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo,

pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. Así, la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás”. El mismo apartado 60 contiene una crítica a quienes “se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males”. Leyó la Presidenta: “Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países –en sus gobiernos, empresarios e instituciones– cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes”.

El acto en recuerdo de Mugica estuvo precedido por un diálogo televisado entre un grupo de funcionarios mezclados con dirigentes y vecinos de la Villa 31 a quienes encabezaba el diputado nacional Juan Cabandié.

El ex legislador porteño contó que “aquí se pintaron doce murales de homenaje a Carlitos Mugica”. Uno de los vecinos, antiguo estibador, agradeció los planes de educación y salud.

La Presidenta, al final, sonrió y dijo que sólo calificaría el momento y el clima como “una hermosa tarde de sol”, referencia obvia a la expresión “hoy es un día peronista”. Pidió disculpas “a los vecinos que hayan tenido algún inconveniente de tránsito” y agradeció “a los sacerdotes que entienden el mensaje pastoral del Evangelio y de Jesucristo, haciéndolo junto a los pobres”.



Escuchar al pueblo
Testimonio de Eduardo de la Serna *
Conocí a Carlos en 1971, cuando fui a colaborar en apoyo escolar en la Villa 31. Después seguimos en contacto esporádico. Con él y de él aprendí a escuchar al pueblo. Eran otros tiempos, y muchas cosas recién empezaban (la Teología de la Liberación, por ejemplo, o la Pastoral popular...). Pasó mucha agua y mucha muerte bajo los puentes como para imaginar dónde estaría Mugica hoy. Pero su profecía, su compromiso encarnado, su palabra clara, su martirio siguen siendo una voz de Dios que todavía nos sigue interpelando, aunque muchos lo sigan negando o intenten domesticarlo.
* Sacerdote, coordinador del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres.




Testigo y contradicción
Una evaluación de Rodolfo Brardinelli *
Creo firmemente que para la mayor parte del pueblo de Dios Carlos Mugica fue y es –como muchos otros integrantes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo– un valiente y valioso testigo del amor del Señor. Creo también que, precisamente por esa cualidad de testigo, Carlos Mugica fue, y sigue siendo, para otro sector de la Iglesia, un signo de contradicción, un factor de malestar y de sorda irritación.

Fue testigo y signo de contradicción porque asumió sin temor, sin remilgos y sin compromisos de clase, las propuestas del Concilio Vaticano II, del Documento de Medellín (obispos latinoamericanos, 1968) y del documento de San Miguel (obispos argentinos, 1969) e hizo una clara y consistente opción por los pobres y por su liberación. A ejemplo de Jesús, fue a los pequeños y a los pobres de las villas y no se limitó a hablarles sino que quiso hacer y alentó a los pobres para que se levanten. Fue testigo y signo de contradicción porque fue, como lo pide hoy Francisco, un pastor “con olor a oveja”.

Hoy la Iglesia, que sigue sin llamarlo “mártir” como verdaderamente es, ensaya una pálida aceptación discursiva de su testimonio. En verdad la auténtica aceptación de su testimonio, el verdadero fruto de la semilla plantada por Carlos, sería que la Iglesia toda, que cada uno de los que formamos parte de la Iglesia nos empeñemos en la difusión, y sobre todo en la aplicación, de la Evangelii Gaudium, el documento en que Francisco denuncia al neoliberalismo como un sistema social y económico “injusto en su raíz” y vuelve a proponer vigorosamente que “la opción preferencial por los pobres” –precisamente la opción que hizo Carlos Mugica– sea el programa que guíe la vida y la acción de la Iglesia.
* Sociólogo, miembro de Cristianos para el Tercer Milenio.



Una oración del padre Mugica
Creada para su trabajo entre los pobres, esta oración de Carlos Mugica fue leída en parte ayer en el acto por los
40 años de su asesinato.
“Señor: Perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.
Señor: Perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.
Señor: Perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
Señor: Yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
Señor: Perdóname por decirles ‘no sólo de pan vive el hombre’ y no luchar con todo para que rescaten su pan.
Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.
Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz.”





Twitter presidencial
Luego del homenaje a Carlos Mugica, Cristina Fernández de Kirchner publicó en Twitter algunos fragmentos del texto del papa Francisco que citó durante el acto y agregó la captura de “un texto muy importante” que olvidó leer: unas líneas de “No al pesimismo estéril”, las palabras de Juan XXIII durante el Concilio Vaticano II, en las que el “Papa Bueno” condena a los “profetas de calamidades avezados siempre en anunciar infaustos acontecimientos”. Además, como acostumbra, la Presidenta ironizó acerca del título que pondrían ciertos matutinos sobre su discurso (“Cristina le respondió a la Iglesia”) y agradeció la presencia en la ceremonia de “los hermanos de las villas” y “los sacerdotes que entienden el mensaje pastoral haciéndolo junto a los pobres”.



Recuerdos y evaluaciones
- Jorge Capitanich, jefe de Gabinete: “La figura del padre Mugica es una figura emblemática por su tarea pastoral, diaria y cotidiana y su mensaje de amor tan profundo que implica nada menos que ponderar con su ejemplo”.

- Florencio Randazzo, ministro de Interior y Transporte: “Más que un homenaje, fue una celebración a este gran hombre, un cura militante de la Iglesia de los pobres, un adelantado de lo que hoy pregona el papa Francisco”.

- Alicia Kirchner, ministra de Desarrollo Social: “El Evangelio nos pide misionar. Mi homenaje al padre Mugica y a los curas de villas y barrios vulnerables que se juegan por el otro”.

- Juan Carlos Molina, titular de Sedronar: “Es siempre un punto de encuentro y un punto de partida para seguir trabajando por los más pobres, por los más necesitados y los más vulnerables”.

- Daniel Filmus, secretario de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas; “Un gran orgullo haber participado en el homenaje al padre Mugica junto a la Presidenta”.

- Carlos Espínola, secretario de Deporte: “Aquí vemos la energía que todos los días tenemos que poner en homenaje a muchos que son ejemplo de vocación y de dejar todo al servicio de los que más lo necesitan, como lo hizo el padre Mugica”.

- Eduardo De Pedro, diputado por FpV: “Recordamos el asesinato del padre Mugica, un sacerdote que optó por estar junto a su pueblo”.

- Edgardo Depetri, diputado por FpV: “Hoy es un justo homenaje en el camino de Eva, Néstor y todos los que dieron la vida por el pueblo”.

- Horacio Pietragalla, diputado por FpV: “Curas como Mugica entendieron el compromiso hacia el pobre, involucrándose con la política y en la construcción del peronismo”.

- Juan Cabandié, diputado por FpV: “Fue una jornada muy emotiva para la reivindicación de la memoria y celebración de Carlitos Mugica para los vecinos de la villa. Para todos los militantes en las villas, Mugica es un faro que alumbra hace años las acciones que llevamos adelante, porque es un ejemplo grandísimo”.

- Gabriela Alegre, diputada por FpV: “La figura del padre Mugica representa hoy la lucha por los más desposeídos de nuestro país y de nuestro mundo. Esta imagen, esta celebración en el espacio público de Buenos Aires no sólo nos compromete con la memoria de la persona homenajeada, nos compromete con sus ideales”.

- Claudia Neira, diputada por FpV: “Muy emotivas las palabras de Cristina Fernández de Kirchner sobre el padre Mugica. A seguir su ejemplo”.

- Luis D’Elía, presidente del partido Miles: “Un 11 de mayo de hace cuarenta años, un sicario de la Triple A, La Rata Almirón, asesinaba a Carlos Mugica, un cura comprometido con los villeros. Potente conversión al Evangelio la de Mugica, que viniendo de una familia gorila y de clase alta entregó su vida por los pobres”.





OPINION
No es fácil
Por Flavio Rapisardi *


Como filósofo, la religión me parecía dogmática. Como militante de la diversidad sexual creía que la palabra monstruosa de la Iglesia era la de Nazareno. Tuve que desandar ese camino. Lo hice con los/as hermanos/as pasionistas de la Santa Cruz: con misas sin mirar a un altar, sino a una mesa de madera y que siempre se realizan en un espacio que tiene fotos de Mugica, Angelelli, Romero, Esther de Careaga, Azucena Villaflor y Mabel Bianco; con retiros en los que el carisma posconciliar y de la Teología de la Liberación nos permite afirmar el carácter profético hasta de los maestros de las sospecha (Niesztche, Freud, Marx); donde ser católico no es un lugar universal sino un puente que busca un reino de amor e igualdad, en la diversidad que la jerarquía niega y condena.

Acá mi pasado peronista se reactivó en una dimensión más integra, en redes de liberación, las que Mugica supo entramar en su época, y que piden sumar a la mesa al/la excluido/a por pobreza, discriminación y olvido. Es una apuesta. Un salto. Pero ¿quién no hace un salto de fe?, se pregunta Julia Kristeva, desde el amor de nuestros padres hasta la creencia en el saber del otro la fe actúa como garantía. Yo quiero que actúe como construcción. No es fácil, pero no es peor que algunos monstruos de la razón.
* Docente/investigador FPyCS/UNLP, activista cristiano y lgtb.
Fuente:MiradasalSur





Sábado, 10 de Mayo de 2014
La Presidenta encabezó el homenaje al Padre Mugica a 40 años de su asesinato




Cristina Fernández de Kirchner encabezó esta tarde en la intersección de la avenida 9 de Julio y Juncal del Microcentro porteño el acto en homenaje al sacerdote Carlos Mugica al cumplirse 40 años de su asesinato, el 11 de mayo de 1974.

Al dar comienzo al acto la Presidenta mantuvo una videoconferencia con la Capilla “Cristo Obrero”, cuya edificación en el corazón de la villa 31 fuera obra del mismo Mugica, y donde descansan los restos del cura; intercambió palabras con el diputado nacional Juan Cabandié, quien estuvo acompañado por funcionarios nacionales, legisladores, funcionarios provinciales, sacerdotes y vecinos de la villa.

Tras la emisión de un video institucional con el que se recorrió la vida del sacerdote, Cristina descubrió la escultura del artista plástico Alejandro Marmo con la imagen de Carlos Mugica y una placa recordatoria que reza: “Presidencia de la Nación, en homenaje al Padre Carlos Mugica, que al elegir a los pobres ofreció su vida. Pueblo y Gobierno de la Nación Argentina. Presidencia de la Nación. Dra. Cristina Fernández de Kirchner”.

El Padre Guillermo Torres bendijo la escultura y luego rezó la Oración del Padre Mugica, que el sacerdote de la “Opción por los pobres” solía orar con frecuencia en la villa.

La Presidenta afirmó que  “la figura y la vida de hombres como Carlos Mugica no se homenajean, se celebran con alegría por todo el amor que supo dar. Amor por el cual ofreció su vida”. “Él pertenecía a los pobres, a los que sufrían, a los que necesitaban. Él se reconocía en la figura del Evangelio, porque entendía que el Evangelio era precisamente la doctrina que iluminaba y que trabajaba por y para los pobres”, añadió.

Señaló que Mugica “fue también víctima de una Argentina violenta, una Argentina donde los argentinos se enfrentaban entre sí, una Argentina donde se dirimieron las cosas a los tiros, con bombardeos y con muertos. Esa Argentina violenta en los años 70 se llevó la vida de Carlos Mugica”.

“Por eso cuando hoy miré la tapa de los diarios y vi que alguien resumía que hoy la Argentina es violenta, me di cuenta que querían reeditar viejos enfrentamientos”, manifestó la Presidenta, tras lo cual leyó un fragmento del libro Evangelii gaudium, con la exhortación apostólica del Papa Francisco con la que el Sumo Pontífice llama a “misionar el Evangelio”, “que sería importante que, en vez de ir tanto a Roma a sacarse fotos, lo leyeran un poco más”, dijo Cristina. En el punto 34 del libro, que leyó textualmente la Presidenta, Francisco plantea: “En el mundo de hoy, con la velocidad de las comunicaciones y la selección interesada de contenidos que realizan los medios, el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y reducido a algunos de sus aspectos secundarios” y sostiene: “el problema mayor se produce cuando el mensaje que anunciamos aparece entonces identificado con esos aspectos secundarios que, sin dejar de ser importantes por sí solos, no manifiestan el corazón del mensaje de Jesucristo”.

“El mensaje del Evangelio más profundo, que no tuvo eco en ningún medio de comunicación sobre el documento de ayer, fue que el amor vence al odio, porque esa es la esencia de Jesucristo, de su piedad, de su pasión”, expresó la Presidenta. “Ese es el mensaje del Evangelio. Ese es el Dios en el que yo creo”, puntualizó.

“No fue casual que el Padre Mugica le ponga a su capilla en la villa “Cristo Obrero”. “Él recordaba que se había utilizado la religión para dividir a los argentinos bajo el lema de “Cristo Rey”... y Jesucristo nunca se sintió rey, Jesucristo se sintió el más humilde, el más pecador, Jesús vino a ofrecer su vida”, sostuvo la Jefa de Estado.

“Les pido a todos los argentinos, como presidenta de la República, también a las instituciones eclesiásticas y de todos los credos, a los sacerdotes, a los laicos, a los obispos: que nadie más permita dividir al pueblo de Dios, porque cada vez que se dividió al pueblo de Dios masacraron a sus ovejas, y también a muchos de sus sacerdotes, muchos que ofrecieron su vida por los pobres, como Carlos Mugica”, manifestó.

“Estoy absolutamente convencida de que en la lucha por que los pobres tengan una vida más digna, agua, vivienda, tierras, cloacas, trabajo, derechos, estoy haciendo el verdadero homenaje a Carlos Sergio Francisco Mugica”, concluyó la Presidenta.
Fuente:CasadeGobierno




IMÁGENES DE LA JORNADA
Fotos  Revista Perfil


















EL CURA DOMINGO BRESCI RECUERDA A CARLOS MUGICA, SU MILITANCIA Y TRAYECTORIA
“Fue un transgresor de su clase y un transgresor dentro de la Iglesia”
Se conocieron en el seminario de Villa Devoto y coincidieron en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Las ideas de Mugica, el riesgo, la relación con Perón, las disidencias con los Montoneros.
Por Victoria Ginzberg

Imagen: Sandra Cartasso
La primera vez que Domingo Bresci vio a Carlos Mugica fue en un partido de fútbol en el seminario de Villa Devoto. Le llamó la atención no por la habilidad sino por la garra: empujaba, pateaba. “Así fue toda su vida, un apasionado, entregado a full”, dice Bresci, quien confluiría con Mugica en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Juntos compartieron, entre muchas otras cosas, una “parada” frente a la Casa Rosada contra la erradicación de las villas, a las que pretendían transformar en barrios obreros, y protestas en la cárcel de Devoto y en el interior por las condiciones de detención de los presos políticos. Bresci, ahora al frente de la parroquia San Juan Bautista el Precursor y asesor de la Secretaría de Culto, fue delegado regional del MSTM. Mugica no tuvo cargos en el Movimiento, pero se destacaba por su personalidad y carisma. Bresci habla con Página/12 en una pequeña sala de la Cancillería, muy cerca del coqueto barrio en el que vivió Mugica y también de la Villa 31, donde el cura fundó la parroquia Cristo Obrero y llevó adelante su trabajo pastoral y social. “Fue un transgresor de su clase y un transgresor dentro de la Iglesia”, lo define.

–¿Cuándo y cómo conoció a Mugica?
–En el seminario de Villa Devoto. El se ordena sacerdote en 1959, yo en 1962. Lo conozco mirando cómo jugaba al fútbol los jueves a la tarde, que era el día libre de los seminaristas. Sobresalía porque era un tipo que se metía, pateaba, empujaba, ponía toda su potencia. Y así fue toda su vida, era un apasionado por la vida, entregado a full. Por la forma de ser de Carlos lo llamaban La Bestia. Pero no era bestia en el fútbol, era bestia para trabajar, para rezar. Era un obsesionado con todo lo que hacía.

–¿En el seminario también destacaba?
–Por lo que sé, a diferencia de su primario y secundario, que parece que no fueron muy brillantes –es interesante que no fue a un colegio religioso sino a uno de gestión estatal y la secundaria la hizo en el Nacional de Buenos Aires–, en el seminario era una persona muy inquieta, preocupada. Era la época de preparación del Concilio Vaticano II, que se hizo en 1962.

–¿Cuándo se acercaron?
–En el seminario empecé a trabajar, junto con un grupo de profesores del seminario, con universitarios de la UBA. Había un grupo que se llamaba Juventud Universitaria Católica que tenía la idea de acercarse, en el espíritu del concilio, muy abierto, ecuménico, a la realidad del pensamiento, de la intelectualidad. Todo estaba en ebullición. Había un clima revolucionario en todos los ámbitos, la guerra de Vietnam había influido mucho, antes la Revolución Cubana, Argelia. Los grupos cristianos participaban. Ahí nos conocimos. Después tuvimos otras aproximaciones con cuestiones sociales. En el ’57 hubo una gran inundación que afectó mucho al gran Buenos Aires y fuimos a las zonas inundadas, ayudamos. El incursiona ayudando al sacerdote de la parroquia Santa Rosa de Lima, en Belgrano y Pasco, en una actividad de visita a conventillos de Balvanera. Eso era una novedad para él, que venía de acá a la vuelta, de la calle Arroyo. El papá había sido ministro de Relaciones Exteriores de Arturo Frondizi y la mamá, dueña de muchas hectáreas en la provincia. De Arroyo al conventillo fue un salto enorme. La otra etapa fue irse a Resistencia a hacer una experiencia de vida rural y conocer esa problemática. Después organizó campamentos de trabajo en el Chaco santafesino. Yo, simultáneamente, iba por ese lado, a los campamentos, en las vacaciones íbamos a las fábricas, ayudábamos a familias en la autoconstrucción y ahí se fue dando esa afinidad, en la línea de preocupación por lo social. Luego de conocer la situación nos planteábamos por qué tanta injusticia y ahí empezó lo que aquí se llamó el diálogo con el marxismo, que venía de Europa también.

–¿Eso fue orgánico?
–Era en la Facultad de Filosofía y Letras. A él lo llamaron porque lo conocían, era un hombre de reflexión. Los universitarios eran agrupaciones, pero desde la Iglesia éramos sujetos sueltos, los que queríamos estar. La organización de los Sacerdotes para el Tercer Mundo fue posterior. Antes fue el proceso de “conversión”. Carlos no nació pobre, se convirtió a los pobres. Empezó por el descubrimiento de la problemática social, los barrios, el interior, los sindicatos, las villas. Después, o en simultáneo, se planteó la pregunta por las causas de esa situación. Para entender eso había que buscar instrumentos de análisis y en ese momento el marxismo era lo que estaba en boga. Luego hubo críticas, una actualización, se constituyeron las cátedras nacionales para analizar los procesos nacionales de liberación y por eso la denominación de Tercer Mundo. A pesar de que lo nombran secretario del cardenal de Buenos Aires Alberto Ca-ggiano, a pesar de que lo nombran en la parroquia de El Socorro, de Juncal y Suipacha, Carlos empieza un acercamiento a la villa, que estaba a la vuelta de su casa y de la parroquia donde trabajaba. Empieza a ver esa contradicción entre esos dos mundos. Enseguida la presencia de él en la villa fue para incentivar las mejoras en las condiciones de vida de la gente y eso lo llevó a organizar a la misma gente del lugar. Su conversión lo llevó a su compromiso. Después de las etapas social e ideológica está la etapa política. El y muchos otros empezamos a incursionar, después de que se fundó el Movimiento, en la política... cómo se hacía, con quiénes, con qué herramientas. Siempre tratando de acompañar el proceso de la propia gente. Todos aprendimos que había que escuchar al pueblo, no decirle lo que había que hacer.

–¿Y entonces se acercaron al peronismo?
–Las mayorías populares eran mayoritariamente de identidad peronista. Si queríamos estar con el pueblo no había otra forma. Había que acompañarlo, pero no sumarse indiscriminadamente. Diferenciamos la identidad peronista de la dirigencia peronista y el partido justicialista. Nosotros nos apoyábamos en la esencia histórico-cultural del peronismo.

–¿Cómo fue la relación personal de Mugica con Perón?
–Perón se interesa por el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo porque su última experiencia había sido pelearse con la Iglesia en el ’55. Muchos de los curas que pertenecieron al Movimiento habían sido antiperonistas en el ’55 por defender a la Iglesia. El Movimiento fue el que redescubre al peronismo a través de estas experiencias de inserción en territorios. Lo que le costaría a Mugica, que venía de una familia recontra antiperonista, decir que era peronista. Era un peronismo que tenía una gran expectativa en Perón, en su regreso. En 1968 Mugica viaja a París para hacer seis meses de actualización teológica y va a Puerta de Hierro y conversa con él.

–¿De ahí que después lo nombran en el Ministerio de Acción Social?
–A Carlos, la Juventud Peronista lo quiere poner en la lista de diputados de Capital. Eso lo charlamos entre todos y quedamos que no, que no queríamos asumir ese rol, sino el de apoyar, acompañar. Le contraproponen ser asesor del Ministerio de Acción Social, porque se suponía que eso iba a favorecer la acción que él estaba desarrollando en las villas.

–¿Y ya sabían quién era López Rega?
–Bastante, pero no todo. Desde el comienzo, Carlos se empieza a sentir incómodo en lo personal, pero también discrepaba con los proyectos que tenía López Rega acerca de las viviendas. Los curas villeros proponían que fueran los mismos villeros los que pensaran sus casas y participaran en proyectos de autoconstrucción. López Rega quería hacer eso a través de las empresas. A Carlos no le interesa... y el manejo del dinero... Llama a una asamblea del barrio y decide renunciar. Eso le trae un enfrentamiento con López Rega, que incidió seguramente en que la Triple A lo matara.

–¿Y la relación con las organizaciones armadas, sobre todo con Montoneros?
–Venía sobre todo del Colegio Nacional de Buenos Aires. Fue asesor de grupos juveniles católicos. Ahí los conoció. Después ellos se organizaron, no le preguntaron a él sobre la organización, pero él y Alberto Carbone eran referentes. Luego hay diferencias con el modo de encarar y analizar cómo tenía que ser la revolución en la Argentina. Hay un distanciamiento que se agudiza con la vuelta de Perón y el pase a la clandestinidad de Montoneros. Ellos no responden a la conducción de Perón, eran muy verticalistas, se militarizaron.

–Pero Mugica no descartaba la lucha armada, ¿o sí?
–El tiene esa frase que dice “yo puedo dejarme matar pero nunca voy a matar a nadie”. Todos decíamos que esa decisión tenía que partir del pueblo en su conjunto, no de un grupo de dirigentes iluminados que decían qué, cuándo y cómo había que dar esa lucha armada.

–Pero en un contexto de dictadura la apoyaba...
–La apoyamos. El Movimiento. En un contexto de dictadura era legítimo, pero tenía que estar muy respaldada por el pueblo. Ese era también un cuestionamiento hacia las organizaciones. En democracia se deslegitimaba.

–¿Estaba claro en ese momento quiénes habían sido o hubo discusiones?
–No estaba muy claro al principio. Al día siguiente de la muerte, el diario Noticias, de Montoneros, sacó un comentario muy lavado sobre la muerte de Carlos y eso hizo sospechar que podían tener algo que ver. Carlos no ahorraba críticas para los que habían sido sus alumnos. Inclusive en el velatorio, en la parroquia San Franciso Solano, hay una pelea cuando vienen algunos miembros de Montoneros. Después Mario Firmenich convova a Alberto Carbone, lo llevan en un auto con los ojos vendados, y en un tono amistoso le dice que ellos no habían sido, que no habían dado la orden. Luego se especula con que fuera un grupo de discrepaba con la conducción. Pero finalmente se supo que vino de la Triple A, que tenía muchos motivos para hacerlo. En pocos meses, además, matan a otros referentes sociales como Rodolfo Ortega Peña, Atilio López, Silvio Frondizi. Era un operativo de terror, para implantar el miedo.

–¿Mugica tuvo muchos choques con la jerarquía de la Iglesia?
–En 1972 el arzobispo Juan Carlos Aramburu le pidió que no fuera más sacerdote, que se dedicara a la política. Lo sancionaron. A él le dolió mucho porque era una persona de la Iglesia. Fue un transgresor de su clase y un transgresor al interior de la Iglesia. Renunció a la posibilidad que tenía de dinero, mujeres y renunció también a la posibilidad de una carrera eclesiástica. Enseguida lo nombraron secretario del cardenal y en la Iglesia del Socorro. Podría haber sido obispo rápido, si se portaba bien, por la familia de la que venía. Pero no quería eso.

–¿Qué lugar ocupa lo que fue el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en la Iglesia?
–Serían los curas en opción por los pobres, pero el contexto es muy distinto. Los problemas de fondo en algunas cosas mejoraron, pero otros se mantienen. Hoy siguen siendo un desafío la vivienda, la tierra, la organización de la gente. Ahora está el plan Pro.Cre.Ar, pero la envergadura de lo que hay que hacer es enorme. Se agravó por la droga.

–¿Hay un cambio con Francisco dentro de la Iglesia?
–Como Francisco apoyó a los curas villeros, los que hablaban en contra se cuidan. Pero es contradictorio ver a ciertos medios hablando de los pobres cuando los que están con esos medios son los que fabrican a los pobres. Es absurdo, “preocupados por la pobreza”... si la generan los sectores que están con ellos. Con Francisco cambia un poco el eje. Si él dice “una Iglesia pobre para los pobres”, que es lo que decíamos nosotros, bienvenido sea. Pero veamos cómo eso se implementa. Están vigentes las cuestiones que Carlos planteó y él tenía vinculación con los jóvenes también. El grupo Cristianos para el Tercer Milenio reclama a la Iglesia que dé a conocer los archivos de la época de la dictadura que hay en el Episcopado y también se lo pide al Vaticano. Al parecer, Francisco dio el visto bueno, pero hasta ahora no se supo nada. También solicitaron al Episcopado que se declare a Carlos como mártir del pueblo de Dios, a él y a todos los obispos, sacerdotes y laicos asesinados.
Fuente:Pagina12





10-5-2014
Justicia
A 40 años de su muerte
Cristina inauguró una escultura en homenaje a Mugica
Fue a las 15, entre Juncal y Arroyo, sobre una de las plazoletas de la Avenida 9 de Julio, para recordar al cura asesinado por la organización parapolicial Triple A.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró esta tarde que quienes dicen que "hoy la Argentina es una Argentina violenta" quieren reeditar "viejos enfrentamientos" vividos por el país en el pasado. "Miré la tapa de los diarios y vi que alguien resumía o decía que hoy la Argentina es una Argentina violenta y me di cuenta que querían reeditar viejos enfrenamientos", expresó la Presidenta quien minutos mas tarde, resaltó: "No me van a provocar con un titulo de un diario".

Cristina lo expresó al hablar durante uno de los dos homenajes que se hicieron hoy en simultáneo, en la avenida 9 de Julio y en la Villa 31 de Retiro, para recordar al sacerdote Carlos Mugica, asesinado hace 40 años por la organización derechista Triple A. La jefa de Estado encabezó el acto en el que se descubrió una escultura realizada por el artista Alejandro Marmo, en la avenida 9 de Julio entre las calles Juncal y Arroyo de esta Capital, donde afirmó que vidas como las de Mugica "no se homenajean, se celebran con alegría por todo el amor que supo dar".

Junto a la Presidenta, participaron del homenaje varios de los sacerdotes que eligieron la "opción por los pobres" como así también funcionarios nacionales como el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, y el titular del Sedronar, Juan Carlos Molina, entre otros.

Al acto se movilizaron militantes del Movimiento Evita, Kolina, La Cámpora, Corriente Nacional Martín Fierro, Los Kumpas, Peronismo Militante, la Tupac Amaru, JP Descamisados, Nuevo Encuentro y el Frente Transversal. También estuvo presente el diputado porteño Cristian Ritondo (Pro), en representación del jefe de Gobierno porteño, Mauricio
Macri.

Antes del acto la jefa de Estado dialogó por teleconferencia con el diputado Nacional Juan Cabandié, quien encabezó el otro homenaje al padre Mugica desde la Villa 31, en la que el sacerdote desarrolló su trabajo pastoral y social hasta ser asesinado. Allí, integrantes de la parroquia Cristo Obrero y militantes del espacio kirchnerista Unidos y Organizados realizaron, con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación, un homenaje al cura asesinado el 11 de mayo de 1974.

Durante su discurso, Cristina dijo que "los que crean que con el título de un diario van a provocar a esta presidenta, discúlpenme, no lo van a poder hacer. No me van a provocar". Y agregó: "Con mis errores y horrores, con los pecados que cometí y cometeré, porque soy humana, estoy absolutamente convencida que en la lucha por lograr mayor equidad estoy haciendo el verdadero homenaje al padre Mugica".

Al referirse a un documento difundido ayer por los obispos, y cómo fue comunicado por los medios, añadió: "Cuando hoy me levanté por la mañana y vi la tapa de los diarios y vi lo que decía, que hoy `la Argentina es violenta`, me di cuenta que querían reeditar viejos enfrentamientos". Seguidamente, Cristina leyó fragmentos de la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium"formulada por el papa Francisco el año pasado, y reiteró que "al Papa habría que leerlo más en vez de ir a sacarse una foto con él".

"Si ustedes me piden que elija el mensaje del Evangelio más profundo, que no tuvo eco en ningún medio, del documento de ayer, fue cuando dicen que el amor vence al odio. Esa es la esencia de Jesucristo. El amor que venció la indiferencia de Poncio Pilatos que se lavó las manos, como muchos se lavan las manos ante los problemas de los que menos tienen y se regocijan de estar junto a los que más tienen", aseveró.

La Presidenta consideró "interesante reflexionar todos juntos sobre esa Argentina que tantas veces nos dividieron" y recordó que "no fue casual que el padre Mugica le pusiera a su parroquia Cristo Obrero, era porque él recordaba que en su época de antiperonista, se había utilizado la religión para dividir a los argentinos bajo el lema de Cristo Rey, cuando en realidad se sentía el más humilde".

"Hubo errores (en aquellos tiempos) que finalmente jugaron a favor de que los argentinos volviéramos a dividirnos. Los responsabiles de garantizar el cambio no son los que quieren que todo siga igual. Los que tenemos más responsabilidad para que el cambio se profundice somos los que creemos en esa necesidad, y nos obliga a ser más inteligentes y responsables", opinó.
Fuente:Infojus







10-5-2014
Justicia
La actividad contó con la presencia del diputado Juan Cabandié
Homanaje a Mugica en la Villa 31
Integrantes de la parroquia Cristo Obrero y militantes de Unidos y Organizados realizaron hoy con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación un homenaje al padre Carlos Mugica al cumplirse mañana 40 años de su asesinato, en paralelo con el acto que encabeza esta tarde la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el centro porteño.
Patrick Haar

Integrantes de la parroquia Cristo Obrero y militantes de Unidos y Organizados realizaron hoy con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación un homenaje al padre Carlos Mugica al cumplirse mañana 40 años de su asesinato, en paralelo con el acto que encabeza esta tarde la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el centro porteño.

La actividad en la villa se desarrolló con la presencia del diputado Juan Cabandié, la legisladora porteña Paula Penacca y la ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez, entre otros.

Desde esta mañana temprano, se realizó el campeonato de fútbol con chicos del barrio y al mediodía se entregaron los trofeos correspondientes, dando inicio a una jornada en la que también quedaron terminados 13 murales con imágenes y frases de Mugica en las paredes del barrio.

Los murales fueron pintados por jóvenes del barrio, grupos de muralistas de Unidos y Organizados y su realización estuvo acompañada por talleres de dibujo y pintura.

A continuación, estaba previsto que se lleve a cabo un acto que estará encabezado por Cabandié, Penacca y Rodríguez en uno de los playones de la Virra 31 de la Ciudad de Buenos Aires.
Fuente:Infojus








10-5-2014
Aniversario
A 40 años del asesinato de Carlos Mugica
El mito de que Firmenich mató a Mugica

En este extracto del libro "Firmenich. La historia jamás contada del jefe montonero" (Aguilar, 2010), los autores Felipe Celesia y Pablo Waisberg cuentan cómo la Triple A intentó volcar las sospechas del crimen del sacerdote sobre Montoneros y Firmenich. El jefe de la organización política debió salir públicamente a desmentir la hipótesis.
Por: Felipe Celesia y Pablo Waisberg
"El padre Mugica era uno de los que se había sumado al gobierno peronista. Había aceptado un cargo como asesor ad honorem de la Comisión de Vivienda del Ministerio de Bienestar Social. El objetivo era planificar la construcción de 500.000 viviendas populares. El sacerdote creía que debía buscar los lugares posibles para trabajar por y con los sectores más postergados.

Esa ilusión le duró entre junio y fines de agosto de 1973. Renunció en desacuerdo con la política desarrollada en el área, que terminó impulsando la erradicación de la villa. Pero eso no lo convirtió en un crítico del gobierno y quedó alejado del ministerio que conducía López Rega y también de Montoneros y de otros sectores de la izquierda peronista, como su amigo Rodolfo Ortega Peña.

"El socialismo dogmático peca de cientificismo. Es aristocratizante, desconfía del pueblo, de la capacidad popular, lo menosprecia. Para nosotros, la única metodología válida, en cambio, es cuando el pueblo participa, cuando crea y es protagonista de una alternativa liberadora. Por eso, no es cierto que los curas del Tercer Mundo se alejen de la Tendencia. La fórmula correcta sería que la Tendencia se aleja de los curas del Tercer Mundo, como se ha alejado del pueblo y del general Perón", dijo Mugica en marzo de 1974.

Eso fue una semana antes del asesinato de Chejolán, militante del Movimiento Villero Peronista. Cayó durante la represión policial frente al Ministerio de Bienestar Social, que terminó con una movilización para reclamar la radiación de la Villa Saldías. Su apoyo a Perón no le impidió encabezar el funeral y las marchas de repudio.

No llegó a cumplir los 44 años. El 11 de mayo lo ametrallaron a la salida de una misa en la iglesia de San Francisco Solano, en Mataderos. Los autores hicieron silencio. La Triple A no salió a reivindicar el crimen, como sí lo haría con otros asesinatos. El objetivo era volcar las sospechas sobre Montoneros y Firmenich –que había sido uno de sus discípulos- salió públicamente a desmentir la hipótesis. Lo hizo en cuatro notas y a través Noticias, el diario que Montoneros sacó a la calle el 20 de noviembre de 1973 y fue clausurado el 27 de agosto de 1974.
(…)

Dos días después del crimen aparecieron las cuatro notas firmadas por Firmenich. Fueron publicadas entre el martes 14 y el viernes 17 de mayo y se presentaron como el inicio de una serie de opiniones de “personalidades políticas que conocieron” la militancia del sacerdote.

El primer texto fue titulado “Mi afecto y mi agradecimiento al padre Carlos Mugica” y allí mismo se anunciaba que se harían otras cuatro entregas: “Nuestras diferencias políticas”, “La provocación de derecha no puede dividirnos” y “Construyamos la unidad del pueblo”.

En aquella primera nota contó cómo llegó a la Juventud Estudiantil Católica de la mano de Ramus, donde Mugica era asesor espiritual. Relató el viaje a Tartagal, los encuentros con los hacheros, el trabajo en la villa de Retiro. Dijo que vivir esas experiencias, de la mano de Mugica, les mostró “claramente que la solución al problema de la explotación y la injusticia social era una sola: el problema de fondo era político y su solución era una revolución política”.

Junto con esas definiciones, Firmenich y Ramus, hicieron su opción por el peronismo y la lucha armada, y abandonaron la militancia en la Iglesia. Eso provocó un distanciamiento, que se extendió por tres años. Llegó hasta 1970, después del secuestro de Aramburu, el copamiento de La Calera y la muerte de Abal Medina y Ramus. Fue cuando la dictadura comenzó a golpear con fuerza sobre la estructura de Montoneros.

“Aquél período fue para nosotros sumamente difícil en todos los aspectos, incluido el afectivo, ya que velamos caer permanentemente a los compañeros frente a las balas policiales. En medio de esa situación el régimen volcó todo su aparato propagandístico para distorsionar los hechos y para calumniarnos de todas las formas posibles. Fué (sic) en esas circunstancias, que el compañero Carlos Mugica, pese a que hacía tres años que no nos veíamos, asumió públicamente nuestra defensa”, agradeció Firmenich en la contratapa del diario.

Al día siguiente se dedicó a explicar las diferencias políticas que, en 1967, comenzaron a distanciar a Ramus, Abal Medina y a él de Mugica. “Este distanciamiento, que llegó a ser mayor un tiempo más tarde, reconocía sus razones últimas en las diferencias políticas que teníamos acerca de la manera más eficaz de servir a los explotados, a los marginados, a los trabajadores”, consideró.

Firmenich recordó que durante aquella misión iniciática a Tartagal, en el norte santafesino, se discutió cómo enfrentar “la explotación del pueblo” y escribió que Mugica “fue el primero en proclamar que la única solución estaba en la metralleta (tales fueron sus palabras casi textuales)”. Pero después, con la sangre más tranquila la posición del sacerdote se moderó.

“Para nosotros, el problema aparecía bastante claro: si la oligarquía y el imperialismo utilizaban la violencia para explotar al pueblo, ¿por qué razón el pueblo no tenia derecho a responder con la violencia para conquistar su liberación? Mugica, sin embargo, entró en la duda. Naturalmente, esto condujo rápidamente a la disolución de aquel grupo y ocasionó el distanciamiento”, agregó.

Analizó que Mugica estaba tensionado por dos contradicciones: una era entre “su compromiso a fondo con los explotados y los perseguidos y la no aceptación de la violencia; la otra, entre el ser un hombre de Iglesia o ser un hombre político”. Pero aclaró que aunque esa situación no se resolvió no lo consideraron un traidor.
“Simplemente comprendíamos estas contradicciones que él vivía y que frecuentemente lo atormentaban, y por otra parte comprendíamos que su trabajo de predica constante, fogosa y valiente, era sin ninguna duda positivo: al fin y al cabo, nosotros mismos éramos la confirmación de esto”, afirmó y dijo que los desencuentros se disiparon entre 1970 y 1973.

Pero la Masacre de Ezeiza volvió a separar las aguas. Tenían diferentes valoraciones del proceso político. “(…) Si la política económica sólo beneficia a los grandes empresarios, por más que éstos sean nacionales, esa política no es de liberación y va a traer como consecuencia la disolución de la pretendida unidad nacional”, señaló en la contratapa, en la edición del 15 de mayo de 1974.

En la tercera nota habló sobre la “provocación de la derecha” y la intensión de adjudicarle el crimen a Montoneros. “¡Qué disparate! ¿Cómo nosotros íbamos a amenazar de muerte a Carlos Mugica? ¿En qué política revolucionaria cabe matar a los hombres del pueblo por diferencias acerca de cual es la mejor manera de destruir al mismo enemigo?”, preguntó, cargado de retórica y reconoció que el sacerdote había sido amenazado telefónicamente en nombre de Montoneros.

“Sólo los enemigos que Carlos tuvo siempre podían tener interés en matarlo. Aquellos para los que él era el ‘cura comunista’, el cura que ‘queriendo cristianizar a los bolches, se hizo bolche’, parafraseando a El Caudillo”, dijo Firmenich y cuestionó a los sectores políticos con los que tenían diferencias y les habían atribuido livianamente el asesinato.

El cierre de la serie fue un llamado a “construir la unidad del pueblo” frente “a la maniobra divisionista de este crimen”. Para esa unidad estableció los parámetros: el objetivo debe ser “la liberación nacional y social”, que las distintas fuerzas admitan cuál es su nivel de representatividad y que acepten “la existencia y coexistencia de mayorías y minorías, e inclusive de hegemonías”. Subrayó: “No puede admitirse discusión, por ejemplo, que, en cuanto al sectores sociales, la clase trabajadora debe ser reconocida claramente como columna vertebral de las fuerzas del pueblo; y en cuanto a sectores políticos, debe ser el peronismo”.
Fuente:Infojus




9-5-2014
Justicia
A 40 años de Mugica: dignidad y justicia social
La primera de una serie de crónicas sobre el territorio y la Justicia, cuenta un recorrido por los pagos del cura tercermundista asesinado hace 40 años. Quiénes viven allí hoy, sus problemáticas y un legado fundante en derechos.
Por: Laureano Barrera
Fotos Leo Vaca

Al padre Guillermo Torre, Willy para todo el barrio, le suena otra vez el teléfono celular.
-Llamáme más tarde- contesta amable, sentado sobre unos troncos del patio de la parroquia Cristo Obrero. Otro periodista quiere entrevistarlo sobre Carlos Mugica.

A Willy y los otros dos curas villeros le esperan días agitados. A las recorridas por la Villa 31 escuchando a los vecinos, a las tareas del Hogar de Cristo donde casi cincuenta pibes se rehabilitan de adicciones, se suman pedidos de la prensa y visitas de funcionarios. El trajín por los preparativos moviliza al barrio. El domingo se cumplen 40 años desde que un comando de la Triple A acribilló al padrecito Carlos Mugica en la parroquia San Francisco Solano.

Un hombre joven se baja de la bicicleta y le estira un sobre de papel.

-Volvé en un ratito, le pide el padre Willy.

Como el chico de la bicicleta, todos los días llegan a la parroquia vecinos que quieren confiarle al cura toda clase de problemas y pedidos. Algunos no tienen solución espiritual. El cura sabe qué hacer. “A quienes vienen a contarnos sus cosas, cuando corresponde, los derivamos al Centro de Acceso a la Justicia. Uno pone el espacio, otro pone las cosas, y esa es la forma de trabajar”, dice Willy, para referirse a una alianza estratégica entre la Iglesia y el Estado.

En Retiro funcionan dos Centros de Acceso a la Justicia (CAJ). Uno de ellos queda pegado a la parroquia que fundó Mugica, en la Villa 31 Bis. El otro, en una capilla pequeña en el barrio Güemes, en la Villa 31.
-Fue acá- dice Mónica.

Acá: en la capilla de Nuestra Señora del Rosario. Acá esta mujer de rasgos andinos participó hace dos años de una negociación. La recuerda casi como un rito de pasaje. En esa audiencia de mediación con su ex pareja arregló la cuota alimentaria de su hija Diamela, que ya tiene diecisiete años.

-Él llegó con su abogado -recuerda-. A mí me acompañaban los doctores Gabriel y Tina.

La audiencia había sido convocada por Gabriel y Tina, dos de los abogados del Centro de Acceso a la Justicia  que funciona desde hace cuatro años en la Villa 31. El papá de Diamela –dueño de un taller de costura con veinte empleados en Pompeya- dijo que no tenía plata. El coordinador del CAJ, Gabriel Tubio, le replicó: era su obligación. En esa audiencia consensuaron una cuota de 450 pesos mensuales. El hombre la pagó irregularmente durante un tiempo. Ahora Mónica verá si sigue esperando o recurre nuevamente al CAJ.


La primera vez que entró al container junto a la capilla -donde opera el CAJ-, Mónica ya había ganado su primera batalla frente a la Justicia: la tenencia de su hija. Antes había tenido que aprender a defenderse sola.

Había llegado a la Villa 31 desde Santa Cruz de la Sierra en 1994. Desde que llegó se la pasó encerrada en un boliche de comidas en el Bajo Flores, trabajando a cambio de cama y comida. Después consiguió algo de lunes a lunes: dieciséis horas en un taller de costura regenteado por un coreano. Allí conoció a Fernando
Alberto, un jujeño veinte años mayor.

-Él era muy machista. No le gustaba que hablara con nadie.

Las golpizas comenzaron antes del embarazo. En la comisaría le pedían un documento argentino para hacer la denuncia. El día que Diamela nació, la llevó al hospital “a los golpes” y desapareció por dos días. Cuando la nena cumplió dos años, Fernando las mandó a vivir a Jujuy, con su propia madre. Un año y medio después Mónica volvió a Buenos Aires a buscar trabajo. Su suegra la denunció por abandono y empezó a gestionar la tenencia de Diamela. Fue el primer encuentro de Mónica con la Justicia: después de pelear durante meses, un juez de familia jujeño le dio la tenencia de su hija. Años más tarde, el reclamo por los gastos de su crianza la llevó a conocer el primer CAJ que se abrió en la Villa 31.

Justicia territorial
Cuando nacieron, los Centros de Acceso a la Justicia -que dependen del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación- se dedicaban casi exclusivamente a la mediación comunitaria en los sectores más vulnerables. En octubre de 2008 quedaron en el ámbito de la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia. Desde entonces los centros se multiplicaron: hoy conforman una red federal de 58 CAJ en todo el país y ampliaron el enfoque. Cuentan con equipos de psicólogos para el abordaje de la violencia doméstica, asistentes sociales y mediadores, y asesoramiento jurídico. “La mayoría viene por trámites administrativos, documentos de radicación, o gestiones por el DNI, pero terminan contando otras temáticas que los atraviesan”, cuenta Tubio.

Meses después de la apertura del primer CAJ en la Villa 31 de Retiro, se creó el segundo. También junto a una iglesia, Cristo Obrero, en el barrio Comunicaciones. Fue por una necesidad geográfica -aliviar al primero-, pero también geopolítica: entre la 31 y la 31 bis hay diferencias de estratos, cierta discriminación y rivalidades. La 31 bis se pobló de migrantes internos y extranjeros  después de la crisis de 2001. Ahí las casas son habitaciones precarias revestidas en chapas. No hay inquilinatos ni edificios de tres pisos. No cualquiera puede circular en uno y otro lado con tranquilidad. El fin de semana pasado –según militantes del barrio- fueron asesinados dos pibes de uno y otro sector. Al padre Willy no le gusta esa división. Él puede caminar por toda la villa.

Willy escuchó hablar de Mugica en los últimos años del Seminario, cuando trabajaba con otro pionero en el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, Rodolfo Ricciardelli.  Leyó libros, vio videos, quedó impactado por la búsqueda de justicia social de los curas villeros. Llegó a Retiro en 1999. El año en que el cadáver de Mugica repitió la parábola hecha en vida: el camino desde Recoleta hasta el pobrerío de Retiro. Ese día, fue llevado a su destino final en el mausoleo de la parroquia Cristo Obrero. Él mismo la había fundado en 1970, cuando a estos barrios apenas llegaban algunos militantes y los curas villeros.
“Los CAJ se montaron sobre estructuras sociales que ya tenían una inserción territorial”, dice Tubio. En Retiro y en otros barrios porteños se instalaron junto a las parroquias de los curas villeros. “Ellos son la puerta de entrada de muchas consultas”, agrega el coordinador del CAJ, que de chico fantaseó con ser sacerdote.
                           
El CAJ de la 31 bis funciona en una estructura de madera, junto a la parroquia Cristo Obrero. Adentro hay aire acondicionado, dos armarios y tres computadoras. En la puerta está Leda. Habla poco, con crudeza.
-Yo vine comprada desde Bolivia a un taller de costura de un coreano.
Este CAJ le tramitó la documentación argentina después de que un allanamiento de la DGI obligara al dueño a regularizar a las costureras y encontrara que Leda, que no había ido a la escuela, tenía documentos falsos.  Aprendió a leer y escribir, quiere terminar la secundaria y estudiar Derecho.

“Conseguirle techo a una persona ya es hablarle de Dios”
Victoria vive enfrente de la parroquia que fundó Mugica, debajo de la autopista Presidente Illia. Llegó a la 31 Bis con su madre desde Paraguay. Durante años las dos trabajaron como empleadas domésticas. Victoria acudió por primera vez al CAJ por papeles: documentos de identidad para sus hijos y la gestión de una “carta de pobreza”, trámite que los exime de pagar los 300 pesos de la tasa migratoria. Pero en los últimos días también quiso que los abogados del CAJ la asesoraran sobre el tema de la relocalización. Está preocupada: las vías del tren a Retiro volverán a pasar por la puerta de su casa.


La pared trasera de su hogar es una de las columnas sobre las que se sostiene la autopista. Tiende la ropa sobre el guardarrail de la bajada. Hasta que su marido amplió la casa ganándole un metro a las vías del Belgrano Cargas, tenían que sacar de día los colchones afuera y ponerlos de noche en el piso del comedor para dormir. Por esa casilla de 20 metros cuadrados  donde Victoria, su pareja y tres hijos (el mayor vive arriba) se cocinan, se asean, miran televisión; ella pagó cinco cuotas de 2.000 pesos a una vecina.

-Nos tienen como a una novia. Nos citan para hablar pero nunca pasa nada- dice Victoria.
El gerente de Seguridad y Control Ambiental de la empresa privada Administración General de Puertos S.E., Carlos Sposaro, les repitió esta semana la oferta: tres millones de pesos como indemnización para las 46 familias que deben ser relocalizadas.

-Hicimos el cálculo y nos da unos 70.000 pesos a cada una. Esto será una cuevita, pero es el lugar donde mi familia se refugia de la lluvia, del frío. No me voy a ir por monedas.

Victoria cree en Dios, pero casi no va a la iglesia. En el comedor que lleva el nombre de Carlos Mugica le hablaron de él y de su credo “desde el pueblo y con el pueblo”. De vivir el compromiso a fondo, de conocer las tristezas y alegrías de su gente, de sentirlas para construir la justicia social. “Conseguirle techo a una persona ya es hablarle de Dios”, dijo el cura en una entrevista en 1972.

La herencia se ve en las huellas materiales esparcidas por el barrio. Las fotos, su cara en bustos y murales, su fraseo rebelde, un equipo de fútbol, el comedor comunitario. Está en lo intangible: una presencia en el aire a pesar de las décadas de violencia y exclusión. “El barrio está lleno de solidaridades de unos vecinos con otros”, apunta el padre Willy. Dividir lo que queda de yerba, cuidar el hijo de la comadre mientras va a buscar trabajo. Es la heroicidad de lo cotidiano: un instinto que comparten los sobrevivientes de la misma catástrofe.

-Carlos sabía que podían matarlo, pero optó por quedarse- dice Willy.- Fue el acto de amor más grande: dar la vida por lo que creía.

Fuente:Infojus


09.05.2014
El primer "cura villero" argentino fue una víctima del Terrorismo de Estado
Homenaje múltiple al Padre Mugica, al cumplirse este domingo 40 años de su trágica muerte

Escultura de homenaje al Padre Mugica, en el tramo Norte de la avenida 9 de Julio 
Al cumplirse el domingo 40 años de su violento asesinato, la figura del sacerdote Carlos Mugica y su compromiso por los pobres serán recordados este fin de semana con diversos homenajes, entre los que se destaca la inauguración de una escultura en plena Avenida 9 de Julio por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero el escenario central de los homenajes será el domingo en la emblemática parroquia Cristo Obrero de la villa 31 del barrio porteño de Retiro, que el mismo Mugica fundó en 1970.
En el interior de ese templo descansan los restos del cura villero desde 1999, cuando fueron trasladados en una multitudinaria procesión desde el cementerio de la Recoleta por una gestión del hoy papa Francisco, entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.

Mañana, un día antes del aniversario, la Presidenta descubrirá en pleno centro porteño una escultura realizada por el artista Alejandro Marmo, que estará ubicada sobre la avenida 9 de Julio, entre Juncal y Arroyo. Para ello, la Legislatura porteña sancionó una ley especial que acepta la donación por parte del gobierno nacional.
   
"Es una obra que construye unión, porque tanto el gobierno nacional como el de la ciudad confluyen en un mismo ícono. Y además une dos asimetrías urbanas, como son el barrio de Recoleta y la villa 31", contó a Télam Marmo, autor también de los murales gigantes de Evita que se encuentran en las fachadas del Ministerio de Desarrollo Social, también sobre la 9 de Julio.

Realizada en hierro, de 3 metros de altura y montada sobre una base de hormigón, la escultura busca "dar testimonio en el espacio público de personajes de nuestra cultura que tuvieron que ver con la militancia social", dijo el artista, que viene trabajando en distintas obras que reflejan la "simbología de la Iglesia que mira al sur".

La intención del gobierno nacional es reconocer la tarea de Mugica y de todos los curas villeros que hoy son continuadores de su labor, tal como la Presidenta se lo transmitió al papa argentino en el último encuentro que mantuvieron en el Vaticano el pasado 19 de marzo. Bergoglio, como arzobispo de Buenos Aires durante 15 años, dio un impulso muy fuerte al trabajo de estos sacerdotes en los barrios más empobrecidos de la ciudad y jerarquizó su trabajo, creando en el año 2009 la vicaría para la pastoral de villas de emergencia, que hoy cuenta con un equipo de 20 sacerdotes.
   
En 1999, cuando los restos de Mugica fueron trasladados a la villa 31, Bergoglio rezó por "los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad y de la Iglesia".
   
En tanto, la villa 31 recibirá el domingo a numerosas personalidades del mundo político, social y sindical para participar de una misa y un festival popular, que tendrá como invitado especial al Chaqueño Palavecino.
   
La jornada de homenaje se iniciará a las 10 en la parroquia Cristo Obrero, con un mensaje del arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, Mario Poli, que bendecirá una placa conmemorativa del equipo de sacerdotes para las villas, quienes darán a conocer un documento.

Esta semana, al iniciar la asamblea plenaria del Episcopado en Pilar, su titular, monseñor José María Arancedo, reivindicó la figura de Mugica y lo recordó como "un sacerdote que vivió su fe y ministerio en comunión con la Iglesia y al servicio de los más necesitados, que aún lo recuerdan con gratitud, cariño y dolor".
   
Coordinados por el actual párroco de Cristo Obrero, el padre Guillermo `Willy` Torre, los vecinos y las organizaciones sociales que trabajan en el barrio planearon diversas actividades, como un museo fotográfico y conmemorativo que cuenta con imágenes y materiales inéditos sobre la vida del cura -que aportaron los mismos habitantes del barrio-, y que se podrá visitar durante el fin de semana.

En tanto, convocada por el colectivo Generación Francisco, otra misa en homenaje a Mugica se realizará mañana a las 19 en la capilla del barrio La Cárcova de la localidad bonaerense de San Martín, presidida por el padre José María `Pepe` Di Paola, el sacerdote que debió abandonar la villa 21-24 de Retiro por amenazas de los narcos.

Nacido en el seno de una familia de clase alta el 7 de octubre de 1930 en la ciudad de Buenos Aires, Mugica desde su juventud comenzó a trabajar cerca de los pobres. 
   
Comprometido públicamente con el mundo político y, en particular con el peronismo, formó parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que estuvo vinculado a las luchas populares del país en las décadas del `60 y del `70.
   
Fue capellán en la Villa Comunicaciones de Retiro, hoy conocida como Villa 31, donde fundó la parroquia Cristo Obrero y desde donde ejerció su actividad pastoral entre los que llamó "mis hermanos villeros".

Debido a su militancia social y política, recibió varias amenazas de muerte y diversos ataques e intentos de asesinato. 

Finalmente, el cura fue acribillado a balazos el 11 de mayo de 1974 en una emboscada cuando se disponía a subir a su automóvil, estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano, en Villa Luro, tras celebrar una misa. Considerado como delito de lesa humanidad, el asesinato de Mugica fue atribuido a la organización de extrema derecha Triple A (Alianza Anticomunista Argetina) y la causa judicial se encuentra hasta hoy en el juzgado federal de Norberto Oyarbide, quien ya ha dispuesto, con ostensible demora, su elevación a juicio.
Fuente:Telam




08.05.2014
Dos obispos y al menos 18 sacerdotes pagaron con sus vidas su compromiso social
A 40 años del asesinato de Mugica, la Iglesia de la "opción por los pobres" recuerda a sus mártires

El movimiento villero encontró en el Padre Mugica a su primer líder político y espiritual 
La Masacre de San Patricio, los asesinatos de los obispos de La Rioja, Enrique Angelelli, y de San Nicolás, Carlos Ponce de León, y del padre Carlos Mugica, y los sacerdotes conocidos como "mártires de El Chamical", son algunos ejemplos de la persecución del terrorismo de Estado a aquellos religiosos católicos que trabajaban para los humildes. Si bien parte de la Iglesia católica fue cómplice del régimen militar, hubo una minoría señalada como los "curas rojos" o comunistas, que denunció las atrocidades que se cometían en esos años.

Este grupo se caracterizó por la expresa condena a las violaciones de los derechos humanos, la participación en manifestaciones, cartas y homilías públicas contra el accionar represivo, las denuncias al exterior y el acompañamiento a los familiares de desaparecidos. 
   
Según el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, al menos dieciocho sacerdotes fueron asesinados o figuran como desaparecidos, otros diez curas estuvieron presos en la dictadura; treinta fueron secuestrados y derivados a los centros clandestinos de detención y luego liberados; once seminaristas fueron asesinados o figuran como desaparecidos y se cree que son más de medio centenar los católicos laicos víctimas de la represión ilegal. 
   
El primer religioso asesinado fue el padre Carlos Mugica quien fue ametrallado el 11 de mayo de 1974 en esta Ciudad, todavía durante el gobierno de Estela Martínez de Perón, y cuando la Triple A realizaba la persecución para eliminar a la "guerrilla".  La causa por la muerte de Mugica fue declarada de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptible y está desde hace años en manos del juez federal Norberto Oyarbide.
   
Ya bajo la dictadura militar, las primeras víctimas de la Iglesia aparecieron en la provincia de La Rioja, el 18 de julio de 1976 cuando el párroco francés Gabriel Longueville y el sacerdote Carlos de Dios Murias fueron secuestrados en la parroquia El Salvador, de El Chamical, y sus cuerpos fusilados. Por este hecho fueron condenados en 2012 a prisión perpetua en cárcel común a los represores Luciano Benjamín Menéndez, Luis Fernando Estrella y Domingo Benito Vera.
   
La siguiente víctima fue el obispo de La Rioja monseñor Enrique Angelelli, cuya muerte ocurrió el 4 de agosto de 1976, en un accidente automovilístico confuso, cuando viajaba a Buenos Aires con la denuncia sobre el secuestro y homicidio de los dos sacerdotes. 
   
Por el asesinato de Angelelli están siendo juzgados en la actualidad en La Rioja, Menéndez y Estrella. Los otros tres acusados en la causa, Jorge Albano Harguindeuy, Jorge Rafael Videla y Juan Carlos Romero fallecieron, por lo cual se les declaró la extinción de la acción penal.
   
Los religiosos palotinos Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, fueron asesinados en la madrugada del 4 de julio de 1976 por un grupo de tareas que ingresó por la fuerza a la iglesia de San Patricio, en el barrio porteño de Belgrano, hecho conocido como la Masacre de San Patricio. 

En tanto, monseñor Carlos Ponce de León, obispo de San Nicolás de los Arroyos, también fue asesinado en un supuesto accidente el 11 de julio de 1977, cuando se dirigía a la Capital Federal para entregar a la nunciatura documentación relativa a la represión ilegal implementada en la provincia de Santa Fe. 
   
Uno de los casos que tomó más trascendencia a nivel internacional fue el de las monjas francesas de las Misiones Extranjeras, Alice Domon y Léonie Duquet, cuya desaparición ocurrió en diciembre de 1977, junto a denominado grupo de la Iglesia de la Santa Cruz que integraban las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo. 
   
Por los crímenes de las monjas fueron condenados en octubre de 2011 los ex marinos Alfredo Astiz y su jefe, Jorge "Tigre" Acosta, a prisión perpetua junto a otros diez acusados por  los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la  última dictadura.
   
Hasta ahora, el único miembro de la Iglesia que fue sentenciado por violaciones a los derechos humanos fue el ex capellán de la policía bonaerense, Christian Von Wernich.
Fuente:Telam 




08.05.2014
El primer cura villero del país contó su historia de vida en una entrevista
Mugica: "La gente pobre estaba de duelo y debía pensar en el significado de esa tristeza"

La "conversión" del joven Carlos Mugica al peronismo se produjo en los años que siguieron a la caída de Perón 
El padre Carlos Mugica, acribillado a balazos el 11 de mayo de 1974 cuando salía de la Iglesia San Francisco Solano, donde acababa de celebrar una misa, contó para el primer número de la revista "Cuestionario" -que dirigía el entonces periodista Rodolfo Terragno- su vida en primera persona. A continuación la entrevista aparecida en la revista "Cuestionario", en mayo de 1973, un año antes de su asesinato. "Nací en el palacio Ugarteche, creo que lo llaman el palacio de los Patos y siempre viví en Barrio Norte; el colegio, mis amigos eran todos como yo. Mi familia tenía un honda fe cristiana y fui criado en un clima de piedad religiosa; pero era fe trascendentalista, preocupada por la salvación del alma, que no turbaba para nada la conformidad que sentíamos hacia todo lo que nos rodeaba. El otro mundo, el mundo de los humildes, no lo conocía.

"Me acuerdo sí, de un amigo del barrio, Giménez, hoy estanciero, que era distinto; tenía una forma especial de hablar con los pobres: simplemente se daba, me acuerdo de él por eso: porque se daba; se daba más que yo. En aquella época tenía, sin embargo, ocasión de tocar las cosas del pueblo; (...) Yo soy hincha fanático de Racing, me gustaba mucho ir a la cancha. A mi padre no le sobraba la plata: éramos siete hermanos. Entonces a mí me daba un peso por semana; la popular en ese tiempo valía 50 centavos yo iba a la popular con Nico, el hijo de la cocinera. En la cancha, durante el viaje de ida y al regreso, Nico y yo, compartíamos las mismas cosas; además éramos iguales. Bueno éramos todos iguales: era la alegría simple del pueblo y Nico y yo estábamos allí. El mundo de la burguesía, en cambio, e el mundo de las diferencias; está la puerta del servicio y la entrada de la gente; una comida para el personal de servicio y una comida para los patrones. Con el fútbol me agarraba unas ronqueras bárbaras, pero, además tenía problemas de conciencia. Yo era muy piadoso y en mis oraciones le pedía siempre a Dios que ganara Racing el domingo. Mi hermano Alejandro era de River, y él le pedía a Dios que ganara River. Yo pensaba `ahora no se como se va arreglar Dios, y bueno entonces habrá empate`.
   
"Era un muchacho piadoso y, a mi manera, feliz. Primero, iba aprender que había otra clase de felicidad, después lo otro: otra clase de piedad. Me acuerdo que un día charlando con mi confesor, el entonces padre Aguirre, hoy obispo de San Isidro, le dije: "Padre, hoy me siento un tipo feliz: primero, porque hay una chica que creo me lleva el apunte; segundo, porque Fangio acaba de ser campeón mundial y tercero, porque Racing va primero`. "Esa era toda mi problemática en aquella época.

Pienso que mi vida se hubiera derrumbado si Fangio volcaba con el coche o Racing perdía dos a cero. El padre Aguirre se sonrió y me dijo: `Mirá, yo creo que la felicidad depende de cosas más profundas?`; después lo descubrí. Un tipo extraordinario el padre Aguirre, era un hombre que se daba, un hombre que vivía para los demás. A él, después de Dios y mi madre le debo la vocación sacerdotal. "Además me hizo pensar por primera vez, que la felicidad no está en las cosas de uno, sino en las cosas de los demás. Por todo eso, creo que es una de las personas importantes en mi vida. Fue un encuentro decisivo; el otro vendría mucho después cuando estrellé con un letrero escrito en el sueño de un callejón. Mi mundo era un mundo homogéneo y sin conflictos, en el que, sin embargo, el padre Aguirre había abierto la primera, pequeñísima brecha; todavía mi piedad y mi felicidad vestían su vieja piel. Hasta los diecinueve años no se me había cruzado por la cabeza que yo podría ser sacerdote. 
   
"A los veintiún años entré en el seminario: estaba todavía en tercer año de Derecho. La enseñanza que daban en el seminario, la lectura y la meditación de la Biblia, donde está indicado claramente que Dios viene por todos, pero que, principalmente Dios viene para los pobres, me habían hecho ver que el sacerdote está llamado a una  vida austera, abierta a la vida de los humildes. Todavía era seminarista y entré a trabajar al lado del padre Iriarte, hoy obispo de Reconquista, que era teniente cura en la parroquia de Santa Rosa. El padre Iriarte visitaba la gente de la parroquia; no la esperaba, la iba a buscar.

"No se trataba solamente de ir con la palabra de Dios; se trataba de recoger la palabra de los hombres. Tratábamos de hablar con la gente, de comprender. "Era un barrio popular y la gente humilde siempre tiene problemas; había por supuesto, que evangelizar, llevar a cada uno la seguridad de que todos eran hijos de Dios, pero aparte, había que tratar de llegar a todo lo demás. A fines de 1954 y durante todo el año 55, íbamos con el padre Iriarte a visitar a la gente en sus casas. Una vez por semana,

íbamos a un conventillo que quedaba en la calle Catamarca y charlábamos con la gente. Yo preparaba unos muchachos que luego tomaron la primera comunión; los domingos jugábamos al fútbol. Como en aquellas idas a la cancha con Nico, era mi otra gran experiencia de ese mundo, el mundo de los humildes del cual yo había vivido siempre distante. Pero esta vez, me iba a dar cuenta que era más adentro, bien adentro.

"Eran los días finales del gobierno peronista. En mi familia, mi padre estaba prófugo y tenía dos hermanos en Villa Devoto. En el barrio norte se echaron a vuelo las campanas y yo participé del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón. Una noche, fui al conventillo como de costumbre. Tenía que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto, bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito, con tiza y en letras bien grandes: `Sin Perón, no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos`. La gente del conventillo me conocía bien, yo había intimado bastante con ella durante todo ese tiempo (después seguí yendo, casi todo el año 56). Sin embargo,

para mí lo que ví escrito fue un golpe: esa noche fue el otro momento decisivo en mi vida. En la casa encontré a la gente aplastada, con una gran tristeza. Yo era un

miembro de la Iglesia y ellos le atribuían a la Iglesia parte de la responsabilidad de la caída de Perón.

"Me sentí bastante incómodo, aunque no me dijeron nada. Cuando salí a la calle aspiré en el barrio la tristeza. La gente humilde estaba de duelo por la caída de Perón.
"Y si la gente humilde estaba de duelo, entonces yo estaba descolocado: yo estaba en la vereda de enfrente. Me acordé de María. Había ocurrido hacía mucho tiempo; lo

tenía olvidado. Un verano había ido con mi hermano, en las vacaciones, al campo. Desde entonces les escribí a mis padres. En la despedida de la carta había puesto:

`Saludos a las sirvientas`. "Cuando volvimos de afuera María me dijo: `Carlos, nosotros no somos sirvientas: somos seres humanos`. Era la misma cosa que el letrero del

callejón. Si María hubiera escrito en una de las paredes de mi casa `somos seres humanos`, se lo hubieran hecho borrar o tal vez la hubieran echado.

"Sí, yo estaba en la vereda de enfrente. Ahora la gente pobre estaba de duelo y debía pensar en el significado de esa tristeza. Cuando volvía a casa, a mi mundo que en

esos momentos estaba paladeando la victoria, sentí que algo de ese mundo, ya, se había derrumbado. Pero me gustó".
Fuente:Telam




08.05.2014
En una entrevista que le hicieron en 1972 atacó a las jerarquías eclesiásticas
"Debo actuar desde el pueblo y con el pueblo: vivir el compromiso a fondo" decía el padre Mugica

El cura Mugica en la villa de Retiro con su grey. 
El padre Carlos Mugica expresó su postura sobre la Iglesia, la violencia, qué es Dios, el pueblo, el peronismo, el pecado, y qué es ser sacerdote en una entrevista publicada por la revista 7 Días en junio de 1972, titulada "Un cura se confiesa", presentada asi con prosa que dejaba entrever la autocensura del editor a pesar de que la dictadura del general Lanusse había convocado al diálogo: "Fue muchas veces señalado como un sacerdote subversivo. Sin embargo, Carlos Mugica (el polémico capellán porteño) cree respetar los mandatos de Cristo y descerraja sus iras contra 'las jerarquías clericales comprometidas con el dinero, el privilegio y el desorden establecido en todo el país'".

Faltaban dos meses y medio para la Masacre de Trelew y Mugica decía que "Dios no es una idea sino alguien. (...) Dios es un ser que en lugar de servirse del hombre se pone al servicio del hombre y por eso todo hombre que da su vida por los otros sea un ateo, un marxista, o lo que fuere, ése, verdaderamente se une a Cristo".

"Conseguirle techo a una persona ya es hablarle de Dios. No nos olvidemos que Cristo curaba a los enfermos, les daba de comer a los que tenían hambre y de beber a los que tenían sed. Y no lo hacía para que después escucharan el sermón sino porque esa es su manera de amar: agarrando al hombre por entero".

"El cristianismo es esencialmente comunitario. No decimos "padre mío" sino "padre nuestro". Para entender claramente esto basta con acercarse al pueblo. Estar en contacto directo con él".

"El día que cayó Perón fui, como siempre al conventillo (de la calle Catamarca) y encontré escrita en la puerta esta frase: "Sin Perón no hay patria ni Dios. Abajo los curas". Mientras tanto, en el barrio Norte se habían lanzado a tocar todas las campanas y yo mismo estaba contento con la caída de Perón. Eso revela la alineación en que vivía, propia de mi condición social, de la visión distorsionada de la realidad que yo tenía entonces, y también la Iglesia en la que militaba, aunque ya por esa época muchos sacerdotes vivían en contacto directo con su pueblo".

"Siguiendo las directivas del Episcopado, debo actuar desde el pueblo y con el pueblo: vivir el compromiso a fondo, conocer las tristezas, las inquietudes, las alegrías de mi gente a fondo, sentirlas en carne propia.

Todos los días voy a una villa miseria de Retiro, que se llama Comunicaciones. Allí aprendo y allí enseño el mensaje de Cristo".

"Hay mucha gente que va a comulgar a misa, cree que comulga pero solamente traga la hostia. Cree que recibe la comunión y no se da cuenta de lo que eso quiere decir. Exactamente: común unión. Y si yo voy a recibir la comunión y soy racista, o sectario, o un explotador que oprime a su hermano, me dice San Pablo: "Ingiero el cuerpo del Señor indignamente; me trago y me bebo mi propia condenación".

"Vivir en el egoísmo, eso es el pecado. Aquel que se la pasa contemplándose el ombligo es un pobre hombre que ya tiene el infierno en vida, que vive en el pecado".

"Pecar es negarse a amar. No hay pecado sexual: hay pecado contra el amor. Uno peca sexualmente cuando utiliza a una persona como cosa, como objeto. Por eso aquéllos que pretenden decir: "Ah,
bueno, pero yo tuve relaciones con una prostituta, para descargarme...", esos pecan doblemente. Están contribuyendo con su actitud a mantener un estado de esclavitud, aunque sea aceptado por
la persona a la que esclavizan".

"Tener fe es amar al prójimo, y eso me moviliza a fondo, tanto como para dar la vida por mis hermanos, tanto como para brindarme íntegramente por ellos".

"Encontramos en América Latina -incluso en nuestro país- una situación de violencia institucionalizada. Es la violencia del hambre (...) existe la violencia del sistema, el desorden establecido".

"La no violencia no es quedarse en el molde sino denunciar, poner bien de manifiesto la existencia de la violencia institucionalizada. Y para eso también hay que poner el cuero".

"Tenemos mucho miedo a la violencia por una actitud individualista. De repente nos escandalizamos porque alguien puso una bomba en la casa de un oligarca, pero no nos escandalizamos de que todos los días en las villas miserias o en el interior del país mueran niños famélicos porque sus padres ganan sueldos de archimiseria".

"No me cabe la menor duda de que los pueblos son los verdaderos artífices de su destino y, aunque yo personalmente crea que el sistema menos alejado de la moral y del Evangelio es el socialismo, se me ocurre que en la Argentina tenemos que hacer nuestra revolución, nuestro socialismo, que no necesariamente debe adaptarse a modelos preestablecidos. Además, estoy seguro de que  ese proceso pasa, aquí, por el peronismo".

"El cristianismo empieza a degradarse cuando se desarrolla el espíritu de propiedad, y al reconocerlo Constantino (año 313) como religión oficial del Imperio, otorgándole a la Iglesia poder político".

"Yo soy de origen oligarca, y eso tiene sus limitaciones. El hecho de que a mí nunca me haya faltado nada tal vez haya relativizado mi visión de las cosas. Pero también es cierto que a la oligarquía la conozco de adentro y sé, efectiva, concretamente, cuales son sus corrupciones. De todas maneras a mí no me falta absolutamente nada, pero trato de que me sobren cosas".
Fuente:Telam

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