Si lo viera nuevamente lo señalo con absoluta seguridad”, afirmó. Declaró en relación al secuestro y fusilamiento de Pablo Javier Rosales, ocurrido el 26 de noviembre de 1976 en un enfrentamiento fraguado. Eran amigos. Cursaban juntos el secundario y participaban en el Centro de Estudiantes y la UES.
dreizik2
Guido Dreizik acompañado por sus hijos Gonzalo y “el Chicho” después de prestar declaración ante el TOF 1.
Por Katy García 
En 1976, el testigo  formaba parte de la comisión directiva del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de varones Deán Funes y de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) brazo estudiantil  de la organización Montoneros. (1)

Durante la exposición reveló que junto a otros compañeros advirtieron la presencia de un servicio solapado como preceptor lo cual derivó en una diáspora de jóvenes. “La presencia de un preceptor que no era un preceptor” generó preocupación entre los compañeros “al punto que algunos dejan el colegio por esta situación”, aseguró ante el Tribunal.

Y destacó que un pibe de 16 años sabía por experiencia que un preceptor permanecía durante un año en cada curso “salvo que se enfermara”.

En tanto que esta persona se manejaba con total libertad en diferentes aulas buscando datos. En ese contexto, contó que decidió abandonar la escuela antes de las vacaciones de julio y partir a Buenos Aires.

Los hechos precipitaron la partida. El 30 de julio de 1976, detuvieron a su padre, Carlos Dreizik, dirigente del Sindicato de Empleados Públicos (SEP), mientras se encontraba en un bar.

El mismo día, por la noche, mientras regresaba junto a su hermana de acompañar a un familiar, observaron que el domicilio estaba siendo allanado. La hermana ingresó a la casa y vio a la madre “encañonada con un arma larga”. En tanto que el testigo viajó esa noche.  

Jóvenes, ágiles e inmortales
En noviembre “Mi madre me cuenta que lo habían fusilado a pocas cuadras  de la casa”, dijo en alusión al destino final de Pablo Rosales. Hizo una pausa. Bebió agua y tras desanudar la garganta se recompuso y reflexionó. “Más allá de los análisis políticos decíamos  que íbamos a correr, porque estos tipos eran particularmente sádicos con los militantes políticos o de un centro de estudiantes. Cuando agarraban  a un pibe de 16 años que participaba  les generaba un particular odio, se ensañaban”, sostuvo.
dreizilaperla
Luciano Benjamín Ménéndez, en el banquillo de los acusados.
En septiembre, había recibido una carta del joven donde lo tranquilizaba diciéndole que se cuidara y que pronto se encontrarían. “Me daba ánimo, porque era hijo de un militar aeronáutico (…) En aquella época decíamos que  Los fachos están chupando gente y que a él no lo iban a agarrar. Y es por eso que se queda”, acotó.

“Y como éramos jóvenes, ágiles, e inmortales sabíamos que corriendo no nos iban a hacer nada. Pablo corrió como lo habíamos pensado más de una vez. Corre, y ahí le tiran y lo matan. Tengo entendido que cae malherido, aparentemente con vida, según los vecinos”, revivió.

El poli preceptor  
El testigo regresó del exilio interior en 1980 y empezó a trabajar en La Voz del Interior. Un día – cree que se trataba de una fecha patria- pasó por la plaza San Martín y ve al supuesto preceptor “vestido con paletó azul y gorro de oficial”.

 - O sea que era policía – inquirió el presidente del Tribunal.
- Si, era un policía importante - respondió el testigo.

- ¿Actuaba como tal o merodeaba en el lugar?-preguntó Díaz Gavier.  
-Mire doctor: el día que me tomó lista en el curso, no me lo olvido más. Porque fue lo mas cerca que estuve de uno de ellos. Y fue un momento de mucho temor. Salí del colegio con la idea de no volver más. 

En otro tramo del testimonio narró que estuvo muy cerca de conocer su identidad. Cuando se desempeñaba como secretario de cultura en el Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación (Cispren) se creó un sistema de asociación, préstamos y demanda de materiales que quedaban registrados en una ficha donde se consignaban los datos personales. Cierto día, mientras se encontraba conversando con Mario Disandro, en el pasillo de la institución, pasó el “preceptor” hacia el fondo.  “Me alteré.

Voy a la biblioteca y lo encaro: ¿Qué tal preceptor, cómo le va? Me mira sorprendido y le digo: Dreizik, del Dean Funes. Se va. Y me dije: bueno, tengo la ficha y le pregunto a  Blanca”, rememoró. Sin embargo no pudo ser. La empleada le comunicó que no había fichas disponibles. “Si lo viera nuevamente lo señalo con absoluta seguridad. Inclusive tengo la certeza de que estaba haciendo ese trabajo (de informante). Yo era el único conocido de la UES que quedaba”, aseguró.
dreizik1
Jaime Díaz Gavier preside el juicio el Tribunal Federal 1 en la megacausa de La Perla.
“Menos mal que se fue”, deslizó Díaz Gavier. Tras cartón el fiscal Facundo Trotta le informó que en un memo enviado por la Policía Federal figuraban todos los nombres de los  candidatos a puestos electivos. Se trata de la Lista Nacional donde figuran: Eduardo Budini, Pablo Rosales, Pablo Schmucler, Guido Dreizik, y Gonzalo Vaca Narvaja. Salvo el testigo y el último de la lista que sobrevivieron, los demás fueron asesinados. Sobre el final,  el presidente del Tribunal ahondó sobre el presunto informante y sus características físicas.

“Calculo que estaba cerca de los 30 años. Un hombre grueso, de cara ancha. Una cabeza curiosa que tenía menor proporción de pelo de la que podría dibujar. Morocho, de un metro ochenta y de maneras poco educadas. Medio guarango”, remató Serrucho “Ferreyra” El abogado Horacio Viqueira le pidió que ampliara sobre la detención de su padre el dirigente gremial Carlos Serrucho Dreizik.

Explicó que cuando ingresó el grupo de tareas al bar y lo secuestró según le contaron habían preguntado: “¿Quién es  Serrucho Ferreyra? Evidentemente lo confundieron con el secretario general del SEP”, indicó.

Estuvo preso hasta 1980 cuando sale con libertad condicional. Pasó por el D2, la Unidad Penitenciaria  y Sierra chica. “Mi padre era muy amigo del hermano mayor del padre de Pablo -Julio Rosales-, y eso hizo que nosotros fuéramos mas amigos”, manifestó.  

Antes del Golpe
En relación a las relaciones entre el centro de estudiantes y las autoridades afirmó que una vez instaurada la dictadura cívico militar el vínculo  “se cortó”. Y ejemplificó como era antes del golpe. “Cuando estaba en segundo año y era secretario de cultura, dividí dos actividades referidas a conferencias sobre educación sexual para los primeros años y para 5° y 6° año, sobre enfermedades venéreas”, se explayó y más distendido se acordó que en la reunión con el rector, éste lo miró y le preguntó a cuál de las dos asistiría. “Tenía 14 años.

Creo que le contesté que a la primera y esa era la relación que se corta  en el 76”. Apuntó que se discutía bastante acerca de los próceres, de la historia y las fechas patrias. Así, para un acto del 9 de Julio en un acto relámpago colgaron “una bandera por la verdadera independencia del país” que prontamente cayó y Budini fue descubierto.

La abogada Adriana Gentile pidió que se remita un oficio solicitando el listado de preceptores del colegio. Y el Fiscal planteó que se envíe una copia de la declaración al juzgado de instrucción para que se profundice la investigación. Tras responder las preguntas de las partes finalizó el testimonio y como ocurre cada vez que declara un sobreviviente fue aplaudido por el público presente en el recinto.

Feria judicial
Durante la audiencia testimoniaron además Francisco Bártoli (causa Maffei), Graciela Olivella (causa Acosta) y Carlos Víctor Ludueña (causa Barreiro). El Tribunal integrado por los jueces Jaime Díaz Gavier (presidente), Julián Falcucci, José Camilo Quiroga Uriburu y Carlos Arturo Ochoa (juez sustituto) dispuso un cuarto intermedio hasta el  22 de julio, a las 10, debido a la feria judicial.
Nota 1- Guido Dreizik actualmente es secretario general de la CTA – Córdoba. Fue Secretario general del Cispren durante dos periodos. Fotografías Bárbara Arias (Prensared) y Franco Lencinas (Pasante de la ECI). www.prensared.org
Fuente:PrensaRed