Primero se escuchó un zumbido. “Parecía la turbina de un avión”, contaron los vecinos. A los pocos minutos, la explosión. Eran las 9:38 de la mañana. El derrumbe de la torre dos del edificio de Salta 2141, en el centro de Rosario, provocó 22 muertes y más de 60 heridos. En el primer aniversario, con fotos de Leo Vaca y textos de Sebastián Ortega y Cecilia Devanna, Infojus Noticias reconstruye la mayor tragedia de la historia de la ciudad.
6-8-2014
Explosión
A un año de la tragedia que dejó 22 muertos y decenas de heridos
Dos mujeres a cargo de una compleja investigación judicial
Explosión
A un año de la tragedia que dejó 22 muertos y decenas de heridos
Dos mujeres a cargo de una compleja investigación judicial
Tres jueces en un año tuvo la causa judicial por la explosión en Rosario. El primero se declaró incompetente y el segundo fue recusado. Hoy el expediente está en manos de la jueza Irma Billota y la fiscal Graciela Argüelles y se encamina al juicio. Hay once procesados por "estragos doloso". Los familiares de las víctimas dicen que no están imputados todos los responsables.
Fotos:Leo Vaca
La causa está en la Cámara Penal de Apelaciones de Rosario que en mayo rechazó por "inadmisibles" los recursos presentados por 9 de los 11 procesados: el gasista Carlos García y su ayudante Pablo Miño, que trabajaron en el edificio y alcanzaron a escapar antes de la explosión. Y José Ayala, otro gasista que había realizado tareas semanas antes de la explosión. También están procesados la gerenta técnica de la empresa concesionaria, Viviana Leegstra; el jefe de inspectores, Claudio Tonucci; y tres inspectores: Gerardo Bolaños, Guillermo Oller y Luis Curaba. Y los responsables de la administradora Calvillo, encargada del consorcio: Mariela Calvillo, su mamá, Norma Bauer de Calvillo, y su marido, Carlos Repupilli.

A Billota y Argüelles las separan varios años, pero comparten un mismo perfil. “A las dos siempre las encontrás trabajando en los tribunales cuando ya la mayoría se fue”, explicó a Infojus Noticias una fuente que conoce el circuito judicial rosarino. “No son todas las responsabilidades iguales, pero todas fueron posibilitando que García sea el último eslabón de esa cadena de negligencias”, aseguró por entonces la fiscal a Infojus Noticias. En los días que siguieron a la tragedia, y mientras continuaba la búsqueda de los desaparecidos de entre los escombros, Argüelles recibió a los familiares de las víctimas. “Su despacho es de puertas abiertas”, dicen en los tribunales de Rosario.
En mayo pasado los procesamientos quedaron firmes. El abogado José Manuel Alcácer, que patrocina a algunas de las víctimas, aseguró que "más allá de ser una pequeña victoria, de alguna forma es un reconocimiento al trabajo de Argüelles”. Y remarcó: “Hizo un gran trabajo y se puso la causa encima".

Cadena de negligencias
Argüelles trabaja desde hace 22 años en la fiscalía. Le falta poco para jubilarse. Se enteró de la explosión por el llamado de un policía a su celular de turno. La comunicación no se oía bien, pero antes de que se llegara a cortar ella escuchó la palabra “explosión”. Salió corriendo hacia el edificio de la calle Salta. Llegó en medio del caos de fuego, humo y escombros. Desde ese primer momento tiene a su cargo la investigación. Tras varios meses de trabajo, logró confirmar lo que fue su hipótesis inicial: que existió una cadena de negligencias previa al día de la explosión.
El primer juez que intervino fue Juan Carlos Curto, titular del juzgado en lo correccional penal N° 7, que estaba de turno. Curto ordenó la detención de García y Miño (a quien liberó a las 48 horas), tres allanamientos a las sedes de Litoral Gas y tomó declaraciones indagatorias, testimoniales e informativas. También ordenó el retiro de la válvula de gas del edificio para ser peritada.
Diez días después de la explosión, se apartó de la causa por cuestiones de competencia. La justicia correccional solo puede investigar delitos con penas hasta tres años. El “estrago doloso”, con agravantes, tiene una pena de hasta cinco años. El rumor de su alejamiento había estado presente desde el primer día y por eso no sorprendió su anuncio. Fue reemplazado por su colega del juzgado de Instrucción N° 9, Javier Beltramone. Su primera medida fue ordenar la liberación de García. Después ordenó varios allanamientos e imputó a tres inspectores de Litoral Gas y a los tres miembros de la administradora.

A dos meses de haberse hecho cargo de la investigación fue apartado de la causa. La Sala IV de la Cámara Penal de Apelaciones de Rosario aceptó las recusaciones que habían presentado las defensas de Litoral Gas y de la administradora. Argumentaron que Beltramone había hecho declaraciones en los medios. Con dos votos contra uno consideraron que el magistrado no ofrecía “garantías de imparcialidad”.
Fue entonces cuando llegó el turno de Billota. Dueña de un perfil bajísimo y poco adepta a hacer declaraciones, es conocida por “hablar a través de sus fallos o resoluciones”, según una fuente que la conoce bien. Así lo hizo en febrero, cuando dictó los procesamientos. Pocos días después se conoció la resolución de 414 carillas.
"No se trata de un injusto penal consistente en una conducta dolosa ejecutada por un único autor, sino de un delito culposo de comisión por omisión, agravado por el resultado mortal de más de una veintena de personas, y protagonizado por varias", explicó en el fallo. También argumentó que quienes actuaron en un primer momento, "con sus acciones y omisiones, prepararon el escenario propicio para que en un segundo momento intervinieran García y su ayudante". Y agregó que la explosión se produjo "por una cadena de negligencias, imprudencias, impericias, incumplimientos de reglamentos y deberes a su cargo y violaciones de los deberes de cuidado".

“Queremos que vayan presos los responsables”
Casi siete meses después de la explosión Bilotta le dio la razón a Argüelles. A una año de la mayor tragedia en la historia rosarina, la causa se encamina hacia el juicio. Los procesamientos no dejaron tranquilos a los familiares de las víctimas. “Nuestro abogado presentó un recurso de inconstitucionalidad porque planteó rever el tema de la investigación”, dijo a Infojus Noticias Eleonora López, hermana de Carlos, uno de los 22 fallecidos. “No estamos conformes. Queremos avanzar con las imputaciones. Quedan afuera los gerentes de Litoral Gas”, agregó.
“Nosotros con los procesamientos no estamos del todo contentos, nos hubiera gustado que estuvieran la gerencia comercial y las principales cabezas de la empresa. Está todo como un stand by en la Cámara”, dijo a Infojus Noticias Constanza Caterina, hermana de Florencia, la artista plástica de 27 años que falleció en la explosión. Y concluyó: “Queremos que vayan presos los responsables, que tengan prisión efectiva. Y lo que queremos es que a la empresa se le saque la concesión y que los de la administración también vayan presos porque son responsables. Negligencias e inoperancias llevaron a la explosión del edificio”.
6-8-2014
Explosión
A un año de la tragedia que dejó 22 muertos y decenas de heridos
“Todos los días son de dolor y padecimiento”
Explosión
A un año de la tragedia que dejó 22 muertos y decenas de heridos
“Todos los días son de dolor y padecimiento”
Lo dice Marcela Nisoria. Su esposo, Hugo Montefusco, era enfermero y falleció en la explosión de Rosario, hace un año. Ella y otras víctimas relataron a Infojus Noticias cómo les cambió la vida esa tragedia y cómo hicieron para seguir adelante con sus vidas. “La forma en que irrumpió este hecho en nuestras vidas nos shockeó”, dice Marcela.
Fotos:Leo Vaca
La mañana del 6 de agosto de 2013 en la cuadra de Oroño al 2100 se escuchóun zumbido. “Parecía la turbina de un avión”, recuerdan los vecinos. Unos minutos después, la explosión. La torre dos del edificio de Salta 2141 se convirtió en una montaña de escombros de 20 metros. A unas cuatro cuadras de ahí, Eleonora sintió que las paredes del bar temblaron. Cuando prendió la tele vio la fachada del edificio en el que vivía su hermano Carlos López y recordó que él le había contado que tenían problemas con en gas.
“Lo llamé al celular pero nunca atendió”, recuerda Eleonora en una de las mesas del bar Malos Conocidos, en la esquina de Oroño y Salta. En ese mismo lugar, un año atrás, se cruzó con el portero del edificio derrumbado. “Me confirmó que a mi hermano lo habían sacado destruido, con esas palabras”. Carlos fue el primero de una lista de 22 muertos que dejó la explosión. “Desde ese día nuestras vidas se convirtieron en un calvario, en un infierno. No podemos hacer el 50 por ciento de las cosas que hacíamos antes”, cuenta.

En la misma mesa, junto a uno de los ventanales que da a calle Salta, está Marcela Nisoria. Su esposo, Hugo Montefusco, era enfermero del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (SIES). La noche anterior a la tragedia cenaron juntos en la casa de ella. Él le contó que a la mañana siguiente no trabajaría porque un compañero le había cambiado el turno.
“La forma en que irrumpió este hecho en nuestras vidas nos shockeó. Desde ese momento estoy con tratamiento psicológico y psiquiátrico. Todos los días son de dolor y padecimiento”, cuenta Marcela. “Yo tenía una vida normal, era profesora de educación física, trabajaba en cinco escuelas. Y ahora no puedo escuchar a dos chicos gritando. Me reintegré parcialmente a un cargo que tenía de secretaria, en el que me relaciono con adultos”.
Marcela guarda algunos pocos objetos de su esposo: un estetoscopio, una pipa, tarjetas de crédito viejas, un carnet y el título de la camioneta Chery Tiggo que estaba estacionada en la cochera del edificio. “Tenía hundido un poco el techo, las puertas todas cerradas. Cinco meses después de la explosión me enteré por trascendidos que la habían sacado. Cuando llegué me dijeron que no me habían avisado porque no sabían cómo comunicarse conmigo. Adentro estaban todos los compartimentos arrancados, se habían robado hasta las herramientas”, cuenta.
“En la comisaría había 30 billeteras de las víctimas. Estaban todas vacías. Hugo tenía 50 mil pesos guardados. Otro tenía 90 mil. No apareció nada, fue un choreo por donde lo mires”, se queja Marcela.
***
Constanza muestra una foto. Su hermana menor, Florencia Caterina, posa junto a su perro Marky en el departamento de la torre dos de Salta 2141. Viste uno de los 20 pulloveres que había utilizado para una de sus muestras artísticas. Detrás de ella hay pinturas, cuadros de colores. “Es todo lo que no está. Las obras que se perdieron, los libros”, cuenta Constanza.
En la explosión murieron Florencia y el perro. La familia solo pudo recuperar unos pocos dibujos que una señora encontró en un volquete y una libreta Moleskine que su novio Matías le había traído de Londres. Además del departamento, la pareja compartía una pasión. Se habían conocido estudiando Bellas Artes y junto a Ángeles Ascúa habían formado el grupo artístico la Herrmana Favorita: “Tres mentes aceleradas y ansiosas –la de Florencia, más que ninguna– que se interpotenciaron sin descanso”, escribió Rafael Cippolini, crítico y amigo.
“Florencia era el arte. Su vida era arte en sí mismo. Nunca dejaba de pensar de esa manera. Era siempre artista”, explicó su hermana. “Utilizaba el medio que necesitaba para explicar algo en determinado momento. No importaba si era pintura, dibujo, fotografía, una instalación.
La obra de Florencia estaba muy atravesada por lo textil. Entre los objetos que quedaron bajos los escombros había un hombre de tela en tamaño real que Florencia había tejido para una instalación. “Juntas teníamos el proyecto de tejer ropa. Nos habían regalado una máquina de tejer que no sabíamos usar”, contó la hermana. Quince días antes de la explosión, Constanza encontró en su casa -junto a la máquina de tejer- un trozo de lana tejida de 25 centímetros de largo y un mensajito escrito por Florencia: “Lo logré!!! Lo dejé para que lo veas pero fijate porq' del lado izq se trabó (habría que arreglarlo)”.
Constanza no pudo llevar adelante sola el proyecto. “Algún día quizás lo haga”, dice. “No está ella, no están sus chistes, sus ocurrencias, sus decires, ese arte continuo, sus retos –porque también tenía mucho carácter, pero queda ese hilo que nos mueve a nosotros a hacer siempre algo, que esté siempre presente en todo lo que hacemos”.
***
“Nosotros vivíamos en un lugar muy cómodo de la ciudad, en un departamento propio que adquirí con un crédito y el esfuerzo de toda mi vida”, cuenta Néstor Ferlatti, médico obstetra. La mañana del 6 de agosto del año pasado se levantó poco después de las once. Su esposa, Andrea Oliva, le avisó que había olor a gas. Cuando él salió al palier “ya no se veía nada, había una nube blanca”. La explosión lo encontró en la cocina. La pared de la habitación de su hijo Enzo se desmoronó y su cama quedó al borde del precipicio.
Néstor tiene una laguna en su memoria. Su esposa le contó que juntos rescataron a Enzo de entre los escombros. Que el niño apenas asomaba la cabeza. Él solo recuerda estar sentado en el living con su hijo en brazos. En el departamento contiguo vivían los abuelos de Enzo. Domingo Oliva, de 76 años, murió en la explosión.
Enzo lleva el nombre del ídolo de su padre, Francescoli. En los primeros años de su vida el niño fue hincha de River. Después de la tragedia cambió los colores. “Yo siento muy adentro que él homenajea a su abuelo haciéndose hincha de Newell’s”, cuenta Néstor.
6-8-2014
Explosión
A un año de la tragedia que dejó 22 muertos y decenas de heridos
Los vecinos olvidados de la explosión en Rosario
El consorcio del edificio de Salta 2146 -frente a la torre derrumbada- había firmado una póliza con la empresa Victoria Seguros por casi 7 millones de pesos. “Todos los arreglos los pagamos nosotros, la aseguradora se niega a pagar porque dice que no la notificamos debidamente en el momento”. Cómo siguen viviendo los damnificados que nadie quiso escuchar.
Fotos:Leo vaca
Aún no cobraron ni pudieron acceder a créditos para reconstruir su casa. El edificio de Alicia, en el que viven 21 familias, aún está a medio reparar porque la empresa aseguradora se niega a pagar. Son los vecinos olvidados, que a un año de la mayor tragedia de Rosario, que dejó 22 personas muertas y decenas de heridos, no pudieron recuperar sus casas.
Alicia tiene 72 años y vive sola. A las 9.36 del 6 de agosto de 2013, la onda expansiva de la explosión la hizo saltar por el aire y salió despedida del living de su casa. La atajó la media sombra del balcón. Los vidrios estallaron, los muebles y electrodomésticos cambiaron de lugar y una cuchilla de cocina se clavó en la heladera.
Tres pisos más arriba, en el departamento en el que viven Alberto y su esposa Elena, escombros del tamaño de una rueda de auto arrancaron la reja de la ventana y se clavaron en el piso del comedor. El edificio no sufrió daños estructurales, pero se dañaron los ascensores, la instalación de agua y luz eléctrica y se agrietaron las paredes y los pisos.

El consorcio del edificio de Salta 2146 -en el que viven Alicia, Roberto y Elena- había firmado una póliza con la empresa Victoria Seguros por casi 7 millones de pesos. “Todos los arreglos que hicimos los pagamos nosotros, la aseguradora se niega a pagar porque dice que no la notificamos debidamente en el momento. Las imágenes de la explosión recorrieron el mundo, nadie puede decir que no fue notificado”, explica otro vecina.
Hace algunos meses, cuando todos los edificios de la cuadra ya habían cobrado los seguros, el consorcio presentó una demanda contra la empresa. Actualmente están en una mediación judicial. “Acá parece que el que no murió no es víctima”, reclamó un vecino.

“Esta era mi habitación”. Pablo Rocca señaló un rincón del terreno baldío en el que antes estaba la casa en la que vivía con su esposa, Karina Pignataro, y la hija de ambos, Micaela. Es el segundo departamento del pasillo de Salta 2127. El pasto le llegaba hasta las rodillas. Caminó unos metros y se detuvo. “Después de la explosión esto era una montaña de escombros. Uno de esos días subí al edificio vecino. Por la ventana del octavo pise miré hacia acá y vi entre los escombros el filo de la cama de mi nena. Si estaba en la pieza no la contaba”, dijo.
Pablo y su familia viven a cien metros, por calle Balcarce. Se mudaron ahí un mes después de la tragedia, cuando les avisaron que los tres departamentos del pasillo y los locales del frente tenían problemas estructurales e iban a ser demolidos junto con las tres torres del edificio que explotó.
“Esta no es nuestra casa, estamos de paso. Desde que llegué no clavé ni un clavo”, contó Pablo.
“Nosotros perdimos todo. Desde el gobierno provincial nos dijeron que ellos se hacían cargo de las reparaciones pero no de las reconstrucciones”, dijo y recordó un diálogo que mantuvo con un funcionario tras la explosión:
–Ustedes ayudaron a todos menos a nosotros.
–¿Cómo que no? Si les hicimos la demolición gratis.

“Lo quería matar”, contó Pablo. “La única ayuda concreta que recibimos es el alquiler, que nos siguen pagando hasta hoy. Al gobierno le pedí ayuda para construir mi techo. Todavía no tengo nada, estamos hablando por un crédito. Si me lo dan me voy a endeudar por 20 años, me tengo que romper el lomo laburando para volver a pagar la casa que ya había pagado”, dijo.
"En el pasillo vivíamos tres propietarios sin seguro", contó Karina en el living de su nuevo departamento. Detrás de ella está la pecera -con los mismos dos peces de colores- que rescataron intacta de los escombros. En el lavadero cantaba el canario que un bombero de Rafaela encontró dos días después de la explosión junto a la jaula. Karina no regresó a su casa desde el 06 de agosto de año pasado. “No me animo ni a tocar el picaporte”, dijo.
El matrimonio –al igual que José y Graciela, los vecinos de adelante- sueña con volver a vivir en el pasillo de Salta 2127. Ya tienen los planos de la que va a ser su nueva casa. “Va a tener un poco más de patio. Apenas consiga el crédito me pongo a construir”, dijo Pablo. Y agregó: “Recién cuando tengamos nuestra casa vamos a estar tranquilos. Mientras tanto vamos a vivir nerviosos”.
6-8-2014
Explosión
El edificio estaba emplazado en Salta 2141
Reclamo de Justicia, a un año de la explosión de Rosario
Explosión
El edificio estaba emplazado en Salta 2141
Reclamo de Justicia, a un año de la explosión de Rosario
Familiares y amigos de las víctimas hicieron un acto para recordar la tragedia, en la que muerieron 22 personas y hubo 66 heridos. Fue en el lugar donde se emplazaban las tres torres. "Ellos estaban en sus hogares sin saber que dependían de un montón de irresponsables", leyó la madre de uno de los chicos que murió ese día.
Fotos:Leo Vaca
A un año de la mayor tragedia de la historia rosarina, en el que murieron 22 personas y 66 resultaron heridas, amigos y familiares de las víctimas hicieron un acto para recordar el hecho y exigir Justicia, en el lugar donde se levantaba el complejo de tres torres. El acto empezó pasadas las 9.30 de la mañana y poco después Alicia Vidal, la mamá de Maximiliano Fornarese, una de las víctimas, leyó una carta que ella misma escribió: "Exigimos y reclamamos ya que se haga justicia", comenzó. "Vamos a ir por los poderosos. Ellos -por las víctimas- estaban en sus hogares sin saber que eso dependía de un montón de irresponsables", agregó.
.jpg)
La causa judicial por la explosión tiene once procesados por "estrago culposo agravado" entre ellos: los tres responsables de la administradora, cuatro responsables de la firma Litoral Gas, proveedora del servicio en la zona, y cuatro gasistas. En las últimas horas se acentuó la disconformidad de los familiares con la Justicia.
Fue por las declaraciones de la fiscal del caso, Graciela Argüelles, en un programa de televisión local, donde habló sobre las eventuales penas (un máximo de cinco años) que podrían enfrentar los procesados.
"La justicia nos da mucha impotencia y el dolor se incrementa. No pedimos nada de otro mundo, sólo que se cumpla la ley, y a los responsables se les dé el máximo posible”, dijo a Infojus Noticias Marcela, la esposa de Hugo Montefusco.
.jpg)
Tras la carta de Vidal se leyeron los nombres de las 22 víctimas acompañados por un grito de "presente" por parte de los cientos de personas que llegaron para el acto. Después hicieron un minuto de silencio que terminó con el sonido de las sirenas de las autobombas. En ese momento, estallaron los gritos y llantos con intensidad. Los familiares que estaban arriba de un escenario se abrazaban y contenían entre ellos.
En la calle, que estaba cortada en ambos extremos de la cuadra, había ambulancias del SIES (el sistema de emergencias local) y autobombas. También estuvieron Cobi, Nur, Luisi y Luna, los cuatro perros que participaron del rescate. "Llegamos a las 14 de ese día y nos pusimos a trabajar hasta el final", contó Matías Albornoz, de la brigada de canes de los bomberos de Paraná.
.jpg)
Cuando terminó el acto, la mamá de Santiago Laguía, uno de las dos últimas víctimas en ser rescatadas, se abrazó a Luna, la golden retriver que caminó por eso mole de escombros y le repitió al oído: "gracias". Todos lloraron, Luna le lamió las lágrimas.
También estuvieron los hombres de las distintas fuerzas que hace un año corrieron de una punta a otra sin parar. El bombero Gustavo Ruarte, fue uno de ellos. Era su día de franco y él, que es fotógrafo del cuerpo de bomberos, se enteró de la tragedia por el mensaje de texto que le mandó un compañero. En cuestión de minutos se sumó al operativo en la zona donde hubo tres edificios y ahora solo hay un terreno tapiado con una medianera de ladrillos, un mural con fotos de los 22 fallecidos y cruces blancas que los recuerdan y exigen justicia.
.jpg)
"Cuando llegué esto parecía una zona de guerra, me vine con la cámara pero enseguida la dejé y empecé a sacar escombros, estuve los seis días sin irme de acá", contó. Se le llenaban los ojos de lágrimas cuando hablaba. "Hubo un momento, el domingo 11, cuando estaba en el segundo subsuelo y escuchamos un ¨crack¨. Éramos veinte hombres entre los escombros de las cocheras y casi se nos viene todo encima. Salí de ahí y les mandé mensajes a mi familia, fue tremendo". Más tarde tuvo una sorpresa: su familia se había acercado a abrazarlo y darle ánimo para que pudiera seguir.Después "con un mano sacaba escombros y con la otra, fotos. El registro fotográfico es impresionante", explicó.
Ezequiel Magáz no paraba de llorar. Lo hace desde hace un año, todos los días. Estefanía su hermana once años menor murió en su departamento del edificio y él va a llorarla a la calle Salta. "Los primeros meses después de la explosión venía todos los días: me sentaba en el cordón y la lloraba. Ahora vengo una vez por semana, me siento, tomo mate, lloro y me voy. Eso me alivia un poco porque es como que no hay modo de superar esto. Se acomoda un poco pero es un dolor terrible, que crece día tras días", explicó.
A Estefanía le faltaba un año para recibirse de abogada y varias noches se iba a dormir a lo de su novio porque en el edificio había problemas de gas. "Me acuerdo que el domingo anterior a la explosión estábamos comiendo un asado en lo de mis papás, en Las Rosas - a 125 kilómetros de Rosario- cuando ella hizo como un chiste sobre el problema y dijo algo así como que iba a terminar volando todo por el aire. Dos días después fue así", dijo llorando.
Giselle es la hija de Teresita Balbiani, otra de las mujeres que perdieron su vida en la explosión. Es rosarina pero ahora vive en San Nicolás. Desde allí viaja todas las semanas a Rosario para ir a terapia y ese día aprovecha para pasar por el frente de la cuadra en la que hace un año todo caos y descontrol. "Solo paso cuando vengo sola, cuando estoy con mis hijitos no. Ellos me piden de pasar, porque adoraban a mi mamá, pero no puedo son muy chiquitos. Tienen 8, 5 y 3".
A un año del día en que perdió a su mamá, Giselle se muestra tranquila aunque reconoce que pasó por "diferentes momentos. Hubo épocas en las que tuve bronca y no venía a las reuniones, no participaba en nada. Y otras que sí. Ahora siento que reunirme y participar me ayuda a sentir que hago algo", agregó.
En la calle Salta hoy todos los frentes de las propiedades tienen un cartelito, como el que indica el número de las casas, que dice: "todos somos SALTA 2141". Están hechos en papel blanco y letras negras. A las 18, la cantante Soledad cantará a capela, en la esquina del lugar donde estaban las tres torres.
.jpg)
La gente se agolpó para escuchar la carta de la mamá de Fornarese y a la cantante Cecilia Petrocelli, que entonó la canción de Eladia Blázquez, "Honrar la vida". "El acompañamiento es fundamental, el apoyo nos ayuda", contó Marcela.
"En este año nunca pude olvidarme de los muertos que encontré. Es feo porque pienso en sus familias. Era terrible porque se iban sumando uno tras otro. Yo estuve cuando se encontraron a 17 de ellos. Sé que por ahí está el alivio de devolverles los seres queridos a los familiares. Pero no sé, no me consuela. Fueron seis días conviviendo con la muerte", contó Gustavo. "Desde hace un año me pasa lo que nunca me pasó en ocho años de profesión: sueño con muertos", concluyó.
Fuente:Infojus
A un año de la mayor tragedia de la historia rosarina, en el que murieron 22 personas y 66 resultaron heridas, amigos y familiares de las víctimas hicieron un acto para recordar el hecho y exigir Justicia, en el lugar donde se levantaba el complejo de tres torres. El acto empezó pasadas las 9.30 de la mañana y poco después Alicia Vidal, la mamá de Maximiliano Fornarese, una de las víctimas, leyó una carta que ella misma escribió: "Exigimos y reclamamos ya que se haga justicia", comenzó. "Vamos a ir por los poderosos. Ellos -por las víctimas- estaban en sus hogares sin saber que eso dependía de un montón de irresponsables", agregó.
.jpg)
La causa judicial por la explosión tiene once procesados por "estrago culposo agravado" entre ellos: los tres responsables de la administradora, cuatro responsables de la firma Litoral Gas, proveedora del servicio en la zona, y cuatro gasistas. En las últimas horas se acentuó la disconformidad de los familiares con la Justicia.
Fue por las declaraciones de la fiscal del caso, Graciela Argüelles, en un programa de televisión local, donde habló sobre las eventuales penas (un máximo de cinco años) que podrían enfrentar los procesados.
"La justicia nos da mucha impotencia y el dolor se incrementa. No pedimos nada de otro mundo, sólo que se cumpla la ley, y a los responsables se les dé el máximo posible”, dijo a Infojus Noticias Marcela, la esposa de Hugo Montefusco.
.jpg)
Tras la carta de Vidal se leyeron los nombres de las 22 víctimas acompañados por un grito de "presente" por parte de los cientos de personas que llegaron para el acto. Después hicieron un minuto de silencio que terminó con el sonido de las sirenas de las autobombas. En ese momento, estallaron los gritos y llantos con intensidad. Los familiares que estaban arriba de un escenario se abrazaban y contenían entre ellos.
En la calle, que estaba cortada en ambos extremos de la cuadra, había ambulancias del SIES (el sistema de emergencias local) y autobombas. También estuvieron Cobi, Nur, Luisi y Luna, los cuatro perros que participaron del rescate. "Llegamos a las 14 de ese día y nos pusimos a trabajar hasta el final", contó Matías Albornoz, de la brigada de canes de los bomberos de Paraná.
.jpg)
Cuando terminó el acto, la mamá de Santiago Laguía, uno de las dos últimas víctimas en ser rescatadas, se abrazó a Luna, la golden retriver que caminó por eso mole de escombros y le repitió al oído: "gracias". Todos lloraron, Luna le lamió las lágrimas.
También estuvieron los hombres de las distintas fuerzas que hace un año corrieron de una punta a otra sin parar. El bombero Gustavo Ruarte, fue uno de ellos. Era su día de franco y él, que es fotógrafo del cuerpo de bomberos, se enteró de la tragedia por el mensaje de texto que le mandó un compañero. En cuestión de minutos se sumó al operativo en la zona donde hubo tres edificios y ahora solo hay un terreno tapiado con una medianera de ladrillos, un mural con fotos de los 22 fallecidos y cruces blancas que los recuerdan y exigen justicia.
.jpg)
"Cuando llegué esto parecía una zona de guerra, me vine con la cámara pero enseguida la dejé y empecé a sacar escombros, estuve los seis días sin irme de acá", contó. Se le llenaban los ojos de lágrimas cuando hablaba. "Hubo un momento, el domingo 11, cuando estaba en el segundo subsuelo y escuchamos un ¨crack¨. Éramos veinte hombres entre los escombros de las cocheras y casi se nos viene todo encima. Salí de ahí y les mandé mensajes a mi familia, fue tremendo". Más tarde tuvo una sorpresa: su familia se había acercado a abrazarlo y darle ánimo para que pudiera seguir.Después "con un mano sacaba escombros y con la otra, fotos. El registro fotográfico es impresionante", explicó.
Ezequiel Magáz no paraba de llorar. Lo hace desde hace un año, todos los días. Estefanía su hermana once años menor murió en su departamento del edificio y él va a llorarla a la calle Salta. "Los primeros meses después de la explosión venía todos los días: me sentaba en el cordón y la lloraba. Ahora vengo una vez por semana, me siento, tomo mate, lloro y me voy. Eso me alivia un poco porque es como que no hay modo de superar esto. Se acomoda un poco pero es un dolor terrible, que crece día tras días", explicó.
A Estefanía le faltaba un año para recibirse de abogada y varias noches se iba a dormir a lo de su novio porque en el edificio había problemas de gas. "Me acuerdo que el domingo anterior a la explosión estábamos comiendo un asado en lo de mis papás, en Las Rosas - a 125 kilómetros de Rosario- cuando ella hizo como un chiste sobre el problema y dijo algo así como que iba a terminar volando todo por el aire. Dos días después fue así", dijo llorando.
Giselle es la hija de Teresita Balbiani, otra de las mujeres que perdieron su vida en la explosión. Es rosarina pero ahora vive en San Nicolás. Desde allí viaja todas las semanas a Rosario para ir a terapia y ese día aprovecha para pasar por el frente de la cuadra en la que hace un año todo caos y descontrol. "Solo paso cuando vengo sola, cuando estoy con mis hijitos no. Ellos me piden de pasar, porque adoraban a mi mamá, pero no puedo son muy chiquitos. Tienen 8, 5 y 3".
A un año del día en que perdió a su mamá, Giselle se muestra tranquila aunque reconoce que pasó por "diferentes momentos. Hubo épocas en las que tuve bronca y no venía a las reuniones, no participaba en nada. Y otras que sí. Ahora siento que reunirme y participar me ayuda a sentir que hago algo", agregó.
En la calle Salta hoy todos los frentes de las propiedades tienen un cartelito, como el que indica el número de las casas, que dice: "todos somos SALTA 2141". Están hechos en papel blanco y letras negras. A las 18, la cantante Soledad cantará a capela, en la esquina del lugar donde estaban las tres torres.
.jpg)
La gente se agolpó para escuchar la carta de la mamá de Fornarese y a la cantante Cecilia Petrocelli, que entonó la canción de Eladia Blázquez, "Honrar la vida". "El acompañamiento es fundamental, el apoyo nos ayuda", contó Marcela.
"En este año nunca pude olvidarme de los muertos que encontré. Es feo porque pienso en sus familias. Era terrible porque se iban sumando uno tras otro. Yo estuve cuando se encontraron a 17 de ellos. Sé que por ahí está el alivio de devolverles los seres queridos a los familiares. Pero no sé, no me consuela. Fueron seis días conviviendo con la muerte", contó Gustavo. "Desde hace un año me pasa lo que nunca me pasó en ocho años de profesión: sueño con muertos", concluyó.
Fuente:Infojus
No hay comentarios:
Publicar un comentario