26 de abril de 2015

LA CAÍDA DE LAS IMPRENTAS CLANDESTINAS.

26 de Abril de 2015
La caída de las imprentas clandestinas 
Un golpe en el corazón del PRT-ERP 
Daniel Cecchini.

Un golpe en el corazón del PRT-ERP La caída de la imprenta clandestina del Barrio Observatorio, en Córdoba, el 12 de julio de 1976 significó un durísimo impacto para el aparato de propaganda del PRT-ERP. 

Desde allí se distribuían aproximadamente 70.000 ejemplares de El Combatiente, periódico del Partido Revolucionario de los Trabajadores, y de Estrella Roja, el órgano del Ejército Revolucionario del Pueblo, destinados a esa provincia y el resto del norte argentino.

Fue el segundo golpe en muy poco tiempo, ya que apenas veinte días antes, el 22 de junio, las fuerzas represivas habían irrumpido en la imprenta clandestina más importante que tenía el PRT, en la calle Ciudadela 353 de la localidad bonaerense de Moreno, desde donde salían casi cien mil ejemplares de El Combatiente, Estrella Roja y Juventud Rebelde, esta última órgano de prensa de la Juventud Guevarista, los cuales eran distribuidos en la Capital Federal, la Provincia de Buenos Aires y otras regiones del centro y el sur del país. Ambas operaciones formaron parte de una escalada represiva ocurrida entre el 10 de junio y el 12 de julio de 1976, destinada a destruir el aparato de prensa del PRT-ERP.

Esas operaciones, todas ellas perpetradas por patotas del Ejército, dejaron también como saldo la desaparición de por lo menos 32 militantes de la organización revolucionaria armada conducida por Mario Roberto Santucho.

En la concepción de guerra revolucionaria del PRT, la propaganda en general y la prensa partidaria en particular ocupaban un lugar central. “Para los militantes del PRT el periódico partidario El Combatiente era su arma más poderosa, al punto que el presupuesto de propaganda era mayor que el militar”, explicó a Miradas al Sur Daniel De Santis, miembro del Comité Central del PRT.

En las resoluciones del Comité Central de Partido Revolucionario de los Trabajadores de febrero de 1973, se establecieron claramente las funciones que cumplían la propaganda y la agitación, tanto por “su rol organizador” cuanto como “vehículo de la penetración de las ideas revolucionarias entre la vanguardia y las masas”.

“El periódico se constituía en un medio que formaba parte de la vida de los militantes, aspirantes, simpatizantes, colaboradores y contactos. Era algo más que un portador de ideas, era un organizador colectivo.

Se trataba de realizar una práctica social de comunicación emparentada con una lógica de trabajo, que haría posible conocer lo que pensaban sus destinatarios al respecto de lo que leían, establecer dónde llegaban sus publicaciones, quiénes las comentaban y cómo practicaban esa lectura –en grupos, en círculos o de manera individual–.

Para esto, el contacto cara a cara se constituía en una tarea fundamental, de la misma manera que la venta directa del periódico; el hecho de involucrarse en una actividad partidaria de intercambio de ideas y el de movilizar todos los recursos humanos disponibles para ese cometido, facilitaba la comunicación entre los obreros y los ayudaba a observar los resultados de un trabajo organizado”, analiza Sandra Santilli en “La prensa clandestina: un estudio de caso sobre el PRT-ERP”.

Por eso, el desarrollo del área de propaganda de la organización –aún en la clandestinidad– era tan importante que provocaba la admiración de los revolucionarios cubanos. “Ustedes, en la clandestinidad, tienen mucha mejor prensa que la que nosotros tenemos en el poder”, llegó a decirle, a mediados de la década de los ’70, un importante dirigente de la Revolución Cubana a otro integrante del Comité Central del PRT.

En ese contexto, el descubrimiento y desactivación por parte de las fuerzas represivas de la dictadura de las dos imprentas más importantes de la organización pegaron en un centro neurálgico del accionar del PRT. Pero no fue un golpe mortal.

“Tan tremendo golpe se logró superar por la aguerrida militancia perretista y porque teníamos importantes imprentas regionales. El Combatiente sólo dejó de salir una semana, a la siguiente nos llegaron a la Regional Sur una cantidad mayor que la habitual. Una célula de Lanús decidió esparcir los sobrantes en la puerta de ‘su’ fábrica.

Unos días después me encontré con un militante montonero de esa zona que me contó el hecho, y no paraba de decirme: ¡Qué tenacidad que tienen ustedes! ¡Qué tenacidad que tienen ustedes!…

¡Qué tenacidad que tienen ustedes!

Pese a ese y otros tremendos golpes, en el año 1976 fueron publicados 47 periódicos El Combatiente, uno más que el año anterior en el apogeo del PRT”, recordó De Santis. Siete días después de la irrupción del Ejército en la imprenta del Barrio Observatorio de Córdoba, el 19 de julio de 1976, el secretario general del PRT, Mario Roberto Santucho, caería en combate junto con Benito Jorge Urteaga, otro miembro del buró político de la organización, resistiendo la irrupción de la patota del Ejército que los encontró en un departamento de Villa Martelli, en la provincia de Buenos Aires.

Ese mismo día, un tercer miembro de la dirección del PRT, Domingo Menna, fue secuestrado en la calle y trasladado al centro clandestino de detención de Campo de Mayo, donde permaneció varios meses antes de ser asesinado.
Fuente:MiradasalSur

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