21 de julio de 2015

CUBA.

CUBA. 
Discurso del canciller Bruno Rodríguez en la Ceremonia de Reapertura de la Embajada de Cuba en EEUU 
Resumen Latinoamericano / Cubadebate / 20 de julio de 2015 – 

Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Bruno Rodríguez Parilla, en la Ceremonia de Reapertura de la Embajada de Cuba en los Estados Unidos. Excma.
Sra. Roberta Jacobson, secretaria de Estado Adjunta y señores funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos que la acompañan:
Honorables Miembros del Congreso:
Estimados Representantes de las Organizaciones, Movimientos e Instituciones estadounidenses que han realizado ingentes esfuerzos por el cambio de política hacia Cuba y el mejoramiento de las relaciones bilaterales:
Estimados Representantes de las Organizaciones y Movimientos de la emigración patriótica:
Excelentísimos Sres. Embajadores: Compañeros de la Delegación Cubana:
Encargado de negocios José Ramón Cabañas, funcionarios y trabajadores de la Embajada de Cuba:
Estimadas amigas y amigos:
La bandera que honramos a la entrada de esta sala es la misma que aquí fue arriada hace 54 años, conservada celosamente en la Florida por una familia de libertadores y luego por el Museo de nuestra ciudad oriental de Las Tunas, como anticipación de que este día tendría que llegar.

Ondea nuevamente en este lugar la bandera de la estrella solitaria que encarna la generosa sangre derramada, el sacrificio y la lucha más que centenaria de nuestro pueblo por la independencia nacional y la plena autodeterminación, frente a los más graves desafíos y peligros.

Rendimos homenaje a todos los que cayeron en su defensa y renovamos el compromiso de las generaciones presentes y, con absoluta confianza en las que vendrán, de servirla con honor.

Invocamos la memoria de José Martí, quien vivió consagrado a la lucha por la libertad de Cuba y conoció profundamente los Estados Unidos. En sus “Escenas Norteamericanas”, nos dejó una nítida descripción de la gran nación del norte y el elogio de lo mejor de ella. También, nos legó la advertencia de su desmedida apetencia de dominación que toda una historia de desencuentros ha confirmado.

Hemos llegado aquí gracias a la conducción firme y sabia del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, a cuyas ideas siempre guardaremos lealtad suprema. Recordamos su presencia en esta ciudad, en abril de 1959, para promover relaciones bilaterales justas y su sincero homenaje a Lincoln y Washington. Los propósitos que tempranamente lo hicieron venir, son los que hemos intentado en estas décadas y coinciden exactamente con los que nos proponemos hoy.

Muchos en esta sala, políticos, periodistas, personalidades de las letras o las ciencias, estudiantes, activistas sociales estadounidenses, atesoran infinitas horas de enriquecedora conversación con el Comandante que les permitieron comprender mejor nuestras razones, objetivos y decisiones.

Este acto ha sido posible por la libre e inquebrantable voluntad, la unidad, el sacrificio, la abnegación, la heroica resistencia y el trabajo de nuestro pueblo, y por la fuerza de la Nación y la cultura cubanas.

Varias generaciones de la diplomacia revolucionaria confluyeron en este esfuerzo y entregaron sus mártires. El ejemplo y el verbo trepidante de Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad, continúan animando la política exterior cubana y estarán en el recuerdo de los más jóvenes y de los futuros diplomáticos.

Soy portador de un saludo del Presidente Raúl Castro, expresión de buena voluntad y de la sólida decisión política de avanzar, mediante el diálogo basado en el respeto mutuo y la igualdad soberana, hacia una convivencia civilizada, aun dentro de las diferencias entre ambos gobiernos, que favorezca la solución de los problemas bilaterales, promueva la cooperación y el desarrollo de vínculos mutuamente ventajosos como desean y merecen ambos pueblos.

Sabemos que ello sería una contribución a la paz, el desarrollo, la equidad y la estabilidad del continente, al ejercicio de los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y en la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en La Habana.

Con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de Embajadas, culmina hoy una primera etapa del diálogo bilateral y se abre paso al complejo y seguramente largo proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales.

Es grande el desafío porque nunca ha habido relaciones normales entre los Estados Unidos de América y Cuba pese a un siglo y medio de intensos y enriquecedores vínculos entre los pueblos.

La Enmienda Platt, impuesta en 1902 bajo ocupación militar, cercenó un esfuerzo libertador que había contado con la participación o la simpatía de no pocos ciudadanos norteamericanos y dio origen a la usurpación de territorio cubano en Guantánamo. Sus nefastas consecuencias marcaron indeleblemente nuestra historia común.

En 1959, Estados Unidos no aceptó la existencia de una pequeña y vecina isla totalmente independiente y unos años después, aun menos, la de una Revolución socialista que tuvo que defenderse, y desde entonces, encarna la voluntad de nuestro pueblo.

Cito la historia para afirmar que hoy se abre la oportunidad de empezar a trabajar para fundar unas relaciones bilaterales nuevas y distintas a todo lo anterior. Para ello, el gobierno cubano compromete toda su voluntad.

Solo la eliminación del bloqueo económico, comercial y financiero que tanto daño y privaciones ocasiona a nuestro pueblo, la devolución del territorio ocupado en Guantánamo y el respeto a la soberanía de Cuba darán sentido al hecho histórico que estamos viviendo hoy.

Cada paso que se avance contará con el reconocimiento y la favorable disposición de nuestro pueblo y gobierno, y recibirá seguramente el aliento y el beneplácito de la América Latina y el Caribe y del mundo.

Ratificamos la voluntad de Cuba de avanzar hacia la normalización de las relaciones con los Estados Unidos, con ánimo constructivo, pero sin menoscabo alguno a nuestra independencia, ni injerencia en asuntos que pertenecen a la exclusiva soberanía de los cubanos.

Persistir en objetivos obsoletos e injustos y solo proponerse un mero cambio en los métodos para conseguirlos, no hará legítimos aquellos ni ayudará al interés nacional de los Estados Unidos ni al de sus ciudadanos. Sin embargo, si así ocurriera, estaríamos dispuestos a aceptar ese desafío.

Acudiremos a este proceso, como escribiera el presidente Raúl Castro en su carta del 1ro. de julio al Presidente Barack Obama, “animados por la intención recíproca de desarrollar relaciones respetuosas y de cooperación entre nuestros pueblos y gobiernos”.

Desde esta Embajada, continuaremos trabajando con empeño para fomentar las relaciones culturales, económicas, científicas, académicas y deportivas, y los vínculos amistosos entre nuestros pueblos.

Trasmitimos el respeto y reconocimiento del gobierno cubano al Presidente de los Estados Unidos por su llamado al Congreso a levantar el bloqueo y por el cambio de política que ha enunciado, en particular por la disposición que ha expresado de ejercer sus facultades ejecutivas con ese propósito.

Recordamos especialmente la decisión del Presidente Carter de abrir Secciones de Intereses respectivas en septiembre de 1977.

Me complace agradecer al gobierno de la Confederación Suiza por su representación de los intereses cubanos durante los últimos 24 años.

En nombre del Gobierno y del pueblo de Cuba, deseo expresar nuestra gratitud a los miembros del Congreso, académicos, líderes religiosos, activistas, grupos de solidaridad, empresarios y tantos ciudadanos estadounidenses que se esforzaron a lo largo de muchos años para hacer llegar este día.

A la mayoría de los cubanos residentes en los Estados Unidos, que han defendido y reclaman una relación diferente de este país con nuestra Nación, expresamos reconocimiento. Nos han dicho, conmovidos, que multiplicarán sus esfuerzos, leales a la tradición de la emigración patriótica que sirvió de sustento a los ideales de independencia. 

Expresamos gratitud a nuestros hermanos latinoamericanos y caribeños, que han estado de manera decisiva junto a nuestro país y reclamaron un nuevo capítulo en las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, al igual que lo hicieron con extraordinaria constancia muchísimos amigos en todo el mundo.

Reitero nuestro reconocimiento a los gobiernos, aquí representados por el Cuerpo Diplomático, que con su voz y voto en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en otros ámbitos dieron una contribución decisiva.

José Martí organizó desde aquí el Partido Revolucionario Cubano para conquistar la libertad, toda la justicia y la dignidad plena de los seres humanos. Sus ideas, reivindicadas heroicamente en el año de su Centenario, siguen siendo la esencial inspiración en este camino que nuestro pueblo, soberanamente, ha escogido.

Muchas gracias.


CUBA: 
Restablecidas las relaciones con Estados Unidos 
Por Sergio Alejandro Gómez / Resumen Latinoamericano / Granma / 20 de julio de 2015 – ç

El 4 de enero de 1961, el día después de que Estados Unidos decidiera romper relaciones con Cuba, el periódico Re­volución amaneció con una portada que aún tensa los músculos y dispara esa corriente eléctrica que viaja de la espalda a la cabeza antes de tomar la más antigua de todas las decisiones: huir o pelear.

Un ¡Viva Cuba libre! encabeza la plana y da paso a la noticia del día sobre el fin de los vínculos diplomáticos. Sin embargo, el peso visual recae sobre la bandera de la estrella solitaria dibujada con trazos irregulares. Resaltan el rojo del triángulo equilátero y el azul de tres de sus franjas. Al final, una sola palabra, ¡Venceremos!

La noticia no fue del todo sorpresa. Tras varios meses de tolerancia a las acciones desestabilizadoras de la embajada estadounidense en La Habana, el gobierno revolucionario decidió rebajar el número de funcionarios norteamericanos de 300 a 11, la misma cantidad de cubanos en Washington.

El 2 de enero Fidel habló en la Plaza de la Revolución y explicó las razones de esa medida y aseguró que más del 80 % de la plantilla yanqui estaba compuesta por agentes del servicio de inteligencia del FBI y del Pentágono, quienes ha­bían estado operando impunemente en el país.

El día siguiente, pocas semanas antes de ceder el Despacho Oval al presidente John F. Kennedy, la administración de Dwight Eisenhower utiliza la decisión soberana como una excusa para dar el portazo final.

El 5 de enero aparece en Revolución una declaración oficial del Consejo de Ministros que tiene el sello de Fidel: “El pueblo de Cuba considera rotas sus relaciones con el gobierno de los Estados Unidos, pero no con el pueblo de los Estados Uni­dos, y espera que esas relaciones algún día vuelvan a restablecerse oficialmente, cuando los go­bernantes de Estados Unidos comprendan, al fin, que sobre bases de respeto a sus derechos soberanos, sus intereses legítimos y dignidad nacional, es posible mantener relaciones sinceras y amistosas con el pueblo de Cuba”.

Tuvimos que esperar 53 años, 11 meses y 18 días para que un presidente norteamericano, Barack Obama, anunciara en diciembre pasado que estaba dispuesto a abrir un nuevo capítulo en las relaciones con Cuba y un poco más, hasta el 1ro. de julio de este año, para que confirmara en una carta a Raúl que las futuras relaciones esta­rían basadas en los principios internacionales, la igualdad soberana, el respeto por la integridad territorial y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados.

Es mucho lo que ha cambiado en ese lapso. América Latina es una región distinta que hoy da pasos históricos hacia su unidad dentro de la diversidad. Al mismo tiempo, las encuestas de opinión al interior de los Estados Unidos muestran un apoyo mayoritario al acercamiento con Cuba, incluso superior entre la comunidad cubana, que cada vez más rechaza las políticas que los aíslan de su patria natal y de sus familiares.

Pero nadie se deje confundir con el análisis simplista de que son esas transformaciones los detonantes del 17 de diciembre. Es imposible pensar en ese decursar de los acontecimientos sin la resistencia del pueblo cubano y su determinación de sostener los valores fundacionales de la Revolución.

Y es un logro indiscutible de esa resistencia que el reconocimiento a la legitimidad de la Revolución se dé en vida del liderazgo histórico, que ha logrado conducir la nación en las más difíciles coyunturas, desde Girón a la caída del campo socialista, y el Periodo Especial en tiempo de paz que desencadenó ese suceso en nuestro país.

Quizá estas décadas hayan sido la prueba más dura para un país decidido a mantener su soberanía e independencia al lado de la principal potencia mundial, con una tendencia histórica a querer imponer su voluntad sobre una isla a solo 90 millas de la Florida.

Incluso esta nueva etapa que se abre está signada por la frase de que Estados Unidos ha cambiado sus métodos mas no sus fines.

Pero difícilmente esa frase logre asustar a quienes han sufrido los peores métodos de la historia.

Esta bandera cubana fue arriada el 3 de enero de 1961 en la entonces embajada cubana en Washington al romperse las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU. Foto: Cubaminrex 
Medio siglo es mucho tiempo para una persona pero no para una nación.

Ahora estamos en mejores condiciones para sentarnos a discutir los grandes problemas que existen entre nuestros países, como la permanencia del bloqueo, y también muchos otros que trascienden el diferendo posterior a la revolución cubana, como la devolución del territorio de la ilegal Base Naval de Guantánamo.

Sin duda no será una tarea sencilla y ya se pueden ver las resistencias al interior de Estados Uni­dos, con una Cámara de Representantes aferrada a los millonarios presupuestos para la subversión hacia Cuba.

Queda mucho camino por delante a la hora de pasar de lo dicho a lo hecho, pero hoy es un día de celebración colectiva.

En la calle 16 de Washington a pocas cuadras de la Casa Blanca, donde hace cerca de un siglo está enclavado el edificio que se construyó para ser nuestra embajada y que después sirvió como sección de intereses, no solo ondeará una reluciente bandera cubana por primera vez en medio siglo. En el segundo piso se expondrá la enseña nacional que fue arriada el 3 de enero de 1961 y guardada celosamente por un funcionario hasta terminar en un museo cubano en Las Tunas.

Esa bandera es mucho más que un símbolo. Los pueblos que olvidan su historia, corren el riesgo de repetirla.

Junto a ella estará hoy en Washington una representación de la sociedad cubana, sus políticos, intelectuales, deportistas, científicos y religiosos, la base del país que hemos construido y, sobre todo, nuestro principal activo para alcanzar la nación a la que aspiramos. También asistirán medio millar de amigos de Cuba que durante estos años han trabajado por una relación distinta entre los dos países.

Y junto a todos ellos estarán los protagonistas de esta historia, 11 millones de cubanos y Fidel y Raúl.

Pero como dijo el Comandante en Jefe tras ganar una guerra en la que todos apostaban por su derrota: “No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”.

Entonces, como ahora y en los años por venir, nadie lo dude, ¡Vencimos y venceremos! FOTO PRINCIPAL: Justo al frente de la sede diplomática norteamericana, un vendedor de periódicos anuncia la edición de Revolución del 4 de enero de 1961, que recoge la ruptura de relaciones diplomáticas entre las dos naciones. Foto: ALBERTO KORDA
Envío:ResumenLatinoamericano

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