El director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Hernán
Letcher, junto aJulia Strada, dieron declaraciones sobre la realidad
griega y el voto negativopara la ayuda internacional: “Pone
nuevamente en el centro de la escena la problemática de los países
soberanos frente a los acreedores externos” destacaron.
El escenario griego con el triunfo del “no” en el referéndum del
pasado domingo, pone nuevamente en el centro de la escena la
problemática de los países soberanos frente a los acreedores externos
(en este caso, la Troika) y los condicionamientos que éstos imponen
sobre la autonomía de la política económica local. La potencial
“latinoamericanización” de una parte de Europa es un elemento
de peso para rediscutir el accionar especulativo del capitalismo
financiero internacional en el seno de la Unión Europea.
En este contexto vale recordar que la Argentina presentó a
principio de año en las Naciones Unidas su propuesta de un marco
jurídico multilateral para la reestructuración de deudas cuyo
espíritu se asienta en los siguientes conceptos que son válidos para el
debate de la crisis griega:
- “Los muertos no pagan”. Aquella frase pronunciada por Néstor Kirchner al inicio de
la reestructuración resume la disputa de dos modelos económicos en
el orden mundial: crecer para luego pagar, o cumplir con las
obligaciones de deuda a costa/ de condicionar el proceso económico
interno. La segunda opción, aplicada en la mayoría de los casos,
presenta una inherente contradicción que resulta de pretender que
una economía en recesión cumpla con exigencias crecientes.
- Capitalismo productivo. La experiencia argentina de salida de la crisis a comienzos
de siglo confronta con la reafirmación de la Justicia
estadounidense del negocio financiero como la forma predominante
de acumulación en el capitalismo contemporáneo. A pesar de la
crisis del 2008, el peso del “anarcocapitalismo” financiero
resulta significativo: la relación entre el volumen de operaciones
de los “derivados” (que cotizan por fuera del sistema financiero
tradicional) y el PBI mundial es de 10 a 1.
- El negocio de la deuda. Históricamente la deuda ha oficiado como un yugo para
disciplinar las economías. En el caso argentino ha sido la puerta
de entrada para privatizar y ajustar, e incluso para generar los
altos niveles de déficit fiscal que al mismo tiempo han sido
calificados como riesgosos por los organismos internacionales de
crédito. Como contracara, han sido las políticas de
desendeudamiento las que han permitido la obtención de mayores
grados de soberanía económica. En esta línea, impulsar a su vez
una ley de quiebras internacional es, paradójicamente, una manera
de postular en verdaderos términos la seguridad jurídica a nivel
mundial. Los pronunciados incrementos del peso de la deuda sobre
el PBI en Grecia y España, fundamentalmente a partir de la crisis
de 2008, revelan un contraste con el persistente descenso en el
mismo período de dicha relación en el caso argentino.
- “Mal ejemplo". Lo vivido por Argentina durante el 2014 en relación con el
fallo de Griesa tuvo como objetivo de fondo hacer caer la
reestructuración de deuda. Ello era un mensaje para disuadir al
resto de América latina (y ahora a una parte de Europa) de imitar
la experiencia de nuestro país. El caso argentino resulta además
condenable por las constantes críticas que se han efectuado al rol
de las finanzas en la economía mundial, por el llamamiento a
la re-definición del accionar de los organismos
multilaterales de crédito (con fuertes cuestionamientos
particularmente al FMI) y por la aplicación de políticas a
contramano de las recomendaciones de ajuste fiscal y social.
En suma, el planteo argentino es esencialmente político, y tiene
como puntapié el aprendizaje sobre la peor crisis de su historia en 2001,
para cobrar forma con el “castigo ejemplar” aplicado a través del fallo
de Griesa el año pasado.
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