RUBEN SANTOS DECLARO POR LA REPRESION DE DICIEMBRE DE 2001
En plan de culpar a otrosPor Ailín Bullentini
Rubén Santos, el ex jefe de la Federal acusado por la represión de diciembre de 2001.
Imagen: Sandra Cartasso
Rubén Santos dice que es inocente. Lo dijo en 2006, ante María Servini de Cubría, la jueza que investigó la represión del gobierno de Fernando de la Rúa, y lo repitió ayer ante el Tribunal Oral Federal Nº 6, cuando decidió ampliar su declaración indagatoria en el tramo final del juicio que se le sigue a él, otros ex policías y al ex secretario de Seguridad de la Alianza Enrique Mathov por las cinco muertes que dejó aquel ataque policial en diciembre de 2001, corolario de una de las crisis más fuertes que sufrió el país. “Siempre acaté las órdenes de las autoridades políticas y de la Justicia”, repitió lo dicho en la investigación casi diez años atrás. La estrategia que había desplegado en el despacho de Servini de Cubría entonces le sigue sirviendo en la actualidad: cuida su alianza inquebrantable con Mathov; reconoce “excesos” de la Federal en las calles aquel día, pero resalta el “peligro” que “acechaba” la ciudad; descarga responsabilidades en quienes fueron los funcionarios policiales inmediatamente inferiores a su cargo, y quienes también está acusados, Raúl Andreozzi y Norberto Gaudiero; en el fallecido Ramón Mestre, ex ministro del Interior de aquellos años y en la jueza a cargo de la investigación.
“Es un traidor. Culpa a los de abajo y al muerto”, resumió Marcelo Roqueti, el abogado de Gaudiero, durante la audiencia de ayer. La reacción condensó las cantidades justas de bronca, desprecio y nerviosismo que la declaración de Santos provocaba a su defendido, el ex titular de la Dirección de Operaciones en aquel diciembre, y al resto de los ex funcionarios policiales acusados en el juicio. Gaudiero se la pasó negando con la cabeza, riendo descalificadoramente. Incólume en la sala, Andreozzi, ex superintendente de Seguridad Metropolitana, fue el único que cuidó sus expresiones durante los cuartos intermedios en los que el resto se desquitaron con insultos. “Hijo de puta”, “cagador, ¿quién me devuelve los años perdidos?”, “sinvergüenza”.
Antes de hablar de sus “sueños” como policía de la Federal, de recorrer su carrera y de destacar las menciones positivas que diferentes periodistas y escritores realizaron en obras publicadas entonces, como Emilia Delfino y Mariano Martín, Horacio Verbitsky y Graciela Fernández Meijide –en su libro La ilusión, la ex funcionaria de la Alianza hipotetiza con la posibilidad de que “duros efectivos de la Federal” hayan aprovechado “el desmadre social” para atacar a Santos, un “resistido” dentro de la fuerza– Santos terminó de leer tres indagatorias que ofreció ante Servini de Cubría en 2006 y que había comenzado el viernes pasado. En ellas, ya se vislumbraba la estructura de su estrategia: que “siempre” acató las órdenes “de las autoridades políticas y la Justicia”, lo cual describió como “correr a las personas detrás del vallado –que bordea a la Casa Rosada– y luego solo contención”; que desconocía quién había emitido la orden de que ingresara la caballería a la Plaza, que él no estaba en la Dirección de Operaciones cuando eso había ocurrido ya que estaba reunido en la Casa Rosada. Entonces, en Operaciones estaba Gaudiero.
“Niego categóricamente los cargos que se me imputan”, había remarcado en 2006, cuando también había solicitado que se investigara si “los testigos ofrecidos por Gaudiero –durante aquella instrucción– no habían incurrido en falso testimonio”.
“Sin razones, el 19 (de aquel diciembre), Servini de Cubría se presentó en la situación y comenzó a dar directivas”, arrancó Santos su declaración. Luego, aclaró que ese día, tarde en la tarde, la jueza pidió visitar la Dirección de Operaciones a lo que él respondió que “no había problemas” pero que “no” lo iban a encontrar. “Que la reciba Gaudiero”, dijo que respondió. El y Andreozzi, junto con otro efectivo, debían acudir a una reunión en la Casa Rosada solicitada por Mestre. “Lo llevé a Andreozzi porque fue mi mano derecha en toda la gestión. Tenía bajo su tutela a 20 mil efectivos para actuar en la ciudad de Buenos Aires. Yo podía tener respuestas y soluciones mucho más rápidas con él al lado mío”, relató.
Desde entonces, Andreozzi entró y salió de la sala varias veces, nervioso. Santos describió brevemente cómo se habían repartido las tareas en la Casa de Gobierno sobre “la situación de conflicto” que se vivía en el país aquellos días. “La ciudad de Buenos Aires la manejaba el ministro del Interior (Mestre); el interior lo manejaba el doctor Mathov”, apuntó, ubicando bien lejos a su principal aliado en el mapa de alianzas de la causa del escenario de conflicto. Mencionó que Mestre “temía la toma de edificios emblemáticos” y, por si quedaba alguna duda sobre el rol de cada quien según su óptica, sumó un dato de color sobre la reunión con Mestre: “El ministro me miró y me dijo ‘jefe, el ministro soy yo, necesito información certera todo el tiempo’”. Tras esa reunión, mantuvo otra “breve” con Mathov, quien le pidió información pero “sobre las provincias”, y que, tras ese encuentro, al que ubicó a la noche del 19, pasó “por la Plaza” de Mayo. “Ya había manifestantes, mi custodia cuando pasamos por ahí se persignó”, contó.
Declaró que durante la madrugada del 20 recibió varios llamados de Mestre y que ya en la mañana desde la Casa Rosada le habían “transmitido la preocupación por la cercanía de manifestantes a la calle Balcarce”. Por lo ocurrido a media mañana durante el desalojo de la Plaza de Mayo, Santos relató una serie de confusiones que, casualmente, no pudo controlar, prever o descifrar. La primera tuvo que ver con la fuerza montada que intervino en la plaza, echó sus caballos sobre las Madres de Plaza de Mayo y cazó militantes de los pelos. “Recibí un llamado de Andreozzi que me comunicaba que Servini de Cubría ordenaba el cese de la represión y el retiro de la Montada. Entonces, ordené la intervención de Asuntos Internos porque quería saber qué hecho desconocía que justificara la intervención de la Montada”, explicó. Respecto a las detenciones, remarcó, apoyándose en escuchas de modulaciones policiales –toda su declaración indagatoria estuvo mechada por esas cintas– que él había ordenado “detenciones puntuales, de gente que estaba cometiendo delitos”.
Luego, apuntó contra Servini de Cubría a quien acusó de enviar un “mensaje impropio y desubicado a la gente para que se mandara” a la calle a protestar. Es decir que, para Santos, la cantidad de gente en las calles de la ciudad de Buenos Aires creció después de las declaraciones de la jueza ante los medios no bien llegó Plaza de Mayo. “Ella de algún modo les transmitió a los manifestantes una seguridad que no existía ni siquiera para nosotros. Esta gente vino a instancias de este impropio y desubicado mensaje”, remarcó, nervioso.
Santos culminará hoy su indagatoria, tras la cual confirmó que responderá preguntas. Por la tarde, se esperan los testimonios de un grupo de peritos del Conicet. Gaudiero y Andreozzi advirtieron que van a responderle a su ex superior.
Fuente:Pagina12
18-9-2015
El juicio por la masacre de 2001
“No le voy a decir 'me lo dijo mi mamá’, yo transmití la orden”
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Así respondió hoy el ex jefe de la Policía Federal en el gobierno de Fernando de la Rúa, Rubén Santos, ante una pregunta de un defensor de otro ex policía. El ex jefe de la fuerza está acusado por ordenar la represión en la que cinco manifestantes fueron asesinados el 20 de diciembre de 2001, en las inmediaciones de la Casa Rosada.
Rubén Santos, ex jefe de la policia federal - Foto:Leo Vaca
Santos ubicó a la jueza en la sala de Operaciones, la noche del 19; cuando, después de escuchar a Fernando de la Rúa decretar el estado de sitio, la gente salió a las calles del centro porteño con la consigna “que se vayan todos”. En la audiencia, el ex jefe de la Federal contó que él entonces estaba en el edificio Guardacostas de la Prefectura Naval, junto a los jefes de las otras fuerzas federales. Donde esperaban a Enrique Mathov, con quien ahora comparte el banquillo de los acusados por impartir las órdenes que derivaron en los homicidios de los manifestantes.
Aseguró que a diferencia de los otros jefes de las fuerzas, estaba “inquieto” por lo que veía en el televisor. “Me retiré una vez que vino el secretario”, aseguró. Esa noche la pasó en la jefatura de la Federal.
—¿Hizo saber a su subordinado que las órdenes que se transmitieron tenían origen en el poder político?, le preguntó Marcelo Rocchetti el defensor de Norberto Gaudiero, quien era director de Operaciones en la fuerza que encabezaba Santos y hoy comparte con él el banquillo de los acusados. La respuesta también tendría impacto sobre la línea de defensa del otro superintendente involucrado en el juicio, Raul Andreozzi (entonces superintendente de Seguridad Metropolitana).
—Sin perjuicio que correspondiese—, empezó Santos. Y agregó: —“No le voy a decir 'me lo dijo mi mamá, hacé tal cosa'. Acá yo transmití la orden”. Antes había explicado que esas órdenes implicaban despejar de manifestantes la plaza de Mayo, detrás de las vallas que separaban la pirámide de la Rosada y hacer “detenciones puntuales”.
—Ese “me lo dijo mi mamá”, ¿Usted lo aplica a la transmisión que le hace Mathov de la orden de Mestre (de alejar a los manifestantes atrás de la valla)? —, consultó Rocchetti y el presidente del tribunal, José Martínez Sobrino, lo interrumpió. Le pidió que respetara la cronología de los hechos para continuar con el interrogatorio.
Las preguntas apuntaban a desandar una de las líneas de la defensa de Santos, que deslinda responsabilidades en sus subordinados, también imputados en este juicio. “Cada superintendente representa a la capacidad de resolución de las problemáticas que se pueden dar; salvo cuando se excedan”, aseguró.
Despejar de manifestantes la plaza
En la primera de sus declaraciones, Santos aseguró que la mañana del 20, antes de ir a la Rosada, “le transmití a (Raúl) Andreozzi y (Norberto) Gaudiero que continuara con el trabajo emprendido y que se siguieran efectuando detenciones puntuales a quienes efectuaran actos violentos”. El fiscal Mariano Domínguez hoy le preguntó si verificó cómo se ejecutó esa orden.
“Sí”, dijo Santos y completó: “vi como estaban desplazando a la gente atrás del vallado”, “las escaramuzas que había” y “por eso en un momento determinado ordené detenciones puntuales”. Pero después, se resguardó, “no vi el total, ví la gran parte y la actitud correcta que tenía la policía para desplazar a esta gente”, dijo.
Sin embargo, recordó que ese día, Andreozzi lo llamó por teléfono y le comentó que la jueza Servini de Cubría “ordenó interrumpir el accionar de la Montada”, que cerca del mediodía abalanzaron sus caballos sobre los manifestantes. Y, advirtió, dijo “mentalmente me di cuenta que tenía que intervenir Asuntos Internos, me pareció prudente que lo haga”, dijo Santos. “No me queda claro en qué momento, pero sí que en la reunión de plana mayor lo transmití”.
Esa tarde, a las 19.52, De la Rúa dejó la Rosada en helicóptero, con destino a la Quinta de Olivos. Los muertos en las calles del centro porteño eran cinco. Un parte de las 19.35 le informa sobre tres de estas muertes. Lleva el número 353, y se terminó de confeccionar a las 19.35. El ex jefe de la Federal lo proyectó durante su declaración.
“Hora 17.00: se pudo establecer que a raíz de los conflictos en la intersección de Bernardo de Irigoyen y avenida de Mayo, ambulancia del SAME procedió al traslado hacia el Hospital Argerich de Diego Lamagna, argentino 26 años, Marcelo Rivas argentino de 30 años y Carlos Almirón, argentino de 24 años. Todos ellos con herida de bala en el tórax, resultando fallecidos los dos primeros, en tanto el tercero de los nombrados permanece internado en estado reservado con herida de bala en tórax con orificio de entrada y salida”.
Gustavo Benedetto había sido asesinado frente a la sucursal del HSBC, a unas cuadras de la plaza de Mayo. En la causa está comprobado que desde el banco se dispararon más de 59 balazos contras los manifestantes, pero los tiradores no fueron identificados. Alberto Márquez, murió en una plazoleta, cerca del Obelisco, después de las siete de la tarde. Por su asesinato están acusados nueve ex policías de Asuntos Internos, que actuaron en el operativo.
Fuente:Infojus


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