¿JUZGAR A ESPAÑA?
por Iñaki Gil de San Vicente (desde Euskal Herria), Resumen Latinoamericano, 10 de septiembre 2015.-
Sí, juzgar al Estado español eso es lo que nos propone Askapena. En estos momentos en los que lo «políticamente correcto» es el lenguaje melifluo, ciudadanista e institucionalizado, aparece Askapena, llama a las cosas por su nombre y propone una tarea concreta y verificable: hay que organizar juicios populares contra el criminal imperialismo español. Así, este reconocido colectivo internacionalista de más de 25 años de historia inserto en el movimiento popular vasco, da la vuelta a la represión española que quiere echar a la cárcel durante seis años a cinco voluntarios del internacionalismo abertzale e ilegalizar sus tres organizaciones admiradas por su efectiva coherencia democrática. Da la vuelta a la represión porque, en vez de sentarse pasivamente en el banquillo de los acusados, se pone en pie y acusa al imperialismo español, y no sólo dentro de la Sala sino en la plaza pública mediante juicios populares.
Bello concepto: juicio popular. Chernishevski vino a decir que la belleza se expresa en la lucha por la vida plena. Marx opinaba lo mismo: el ideal de vida es la lucha y lo estéticamente bello es la praxis, por eso redactó El Capital como un todo estético. Pese a sus diferencias formales la verdad y la belleza tienen una identidad básica: son radicales, van a la raíz de las contradicciones y de los sentimientos. Lenin argumentó que hay que ser tan radical como radical es la vida, mientras que Sartre reconoció que siempre que se había equivocado había sido por no saber llegar a la raíz del problema. Esta dialéctica nos descubre el porqué de la unidad de fondo entre el impacto emocional y estético de la revolución einsteiniana expresada en E=MC2 y el impacto ético y estético de los juicios populares de la Cuba Liberada contra los torturadores batistianos: la belleza moral de las mujeres violadas juzgando en la plaza pública a sus torturadores en base a la directa democracia socialista.
Askapena ha recuperado las asambleas de los pueblos comunales, y la enriquece en nuestra Euskal Herria y en otras naciones donde también van a realizarse. No se puede negar su oportunidad ahora que asistimos avergonzados e impotentes a la pasividad racista de la justicia burguesa frente a las centenares de miles de refugiadas y refugiados que buscan protegerse de las atrocidades provocadas por el imperialismo y la OTAN en pueblos circundantes a la UE. Pero los juicios populares tienen objetivos más precisos y de más largo alcance histórico: cómo se ha incrementado la naturaleza criminal del imperialismo español a la par que se expandía la OTAN desde su creación en 1949 para destrozar a la URSS, al movimiento obrero europeo y al socialismo mundial.
La supervivencia de la dictadura franquista oficialmente hasta 1978 y luego en el subsuelo del oxímoron de la «monarquía democrática» hasta ahora mismo se debe a la OTAN. El imperialismo español se hizo «democrático» modernizando sus fuerzas represivas gracias a la OTAN y simultáneamente al retroceso de la democracia burguesa en la UE: Grupo Trevi, Schengen, Europol, militarización policial y en la policialización militar, medidas represoras preventivas y activas impuestas, simultáneas a las políticas monetaristas y neoliberales que también se aplican contra las clases y pueblos explotados. La OTAN, con sus organizaciones político-militares, culturales y mediáticas secretas, de las cuales la Red Gladio es sólo una muestra, es inseparable de este retroceso general de las libertades y derechos que también se padecen en el Estado español. Con la implosión de la URSS la OTAN amplía sus objetivos no sólo invadiendo Irak en 1991, Yugoslavia en 1999, etc., sino fundamentalmente de cara a la imposición a los pueblos y Estados del decálogo neoliberal del Consenso de Washington de 1989: la OTAN pasa de ser la «defensora de la democracia» en Europa, a ser la «defensora de Occidente» en el mundo. Todo lo que sea resistirse al neoliberalismo es oponerse a Occidente y a su civilización: esta es la excusa ideológica que explica el fracasado intento de golpe de Estado de 2002 contra la Venezuela bolivariana, la extensión hacia el Este de las bases de la OTAN mediante las «revoluciones naranjas» desde 2004 anunciando lo que será el impulso al militarismo neofascista en Ucrania, etc.
La novedosa gravedad de la crisis desatada en 2007 en EEUU, corazón y cerebro del imperialismo, y su rápida extensión a la UE para 2008-09 abre otra fase de la OTAN en la que su esencia política real desde 1949 queda definitivamente al descubierto. En 2010 la OTAN reconoce oficialmente que la lucha contra la insurgencia interna y externa es un objetivo central. A partir de aquí no hay problema alguno para comprender quién estaba debajo de los rumores de golpe militar en Grecia en noviembre de 2011; quién atacó a Libia en 2011 forzando la balcanización del Centro y Norte de África y de Oriente Medio; quién presionó en 2012 para que Alemania aceptase que su ejército podía intervenir en la política interna del país y cómo ha procedido a reprimir la revuelta social de Hamburgo de invierno de 2013-2014, quién establece de bases militares en el Este europeo; quién dirige la guerra mediática y simbólica contra libertades y derechos en la UE; quién subvenciona e impulsa al neofascismo y al racismo; quien organiza las grandes maniobras militares de 2015; quién presiona desde dentro del reformismo de Syriza para claudicar ante euroalemania y el capital financiero transnacional.
Los juicios populares contra el Estado español lo son también contra el brazo militar del imperialismo, la OTAN, que cuando quiere nos bombardea las Bárdenas en sus entrenamientos, como va a volver a suceder dentro de muy poco. Juzgar a la OTAN es poner al descubierto la lógica del capitalismo, sus tendencias fuertes, lo que abre la vía a varias reflexiones urgentes en estos momentos, de las cuales sólo nos ceñiremos a las dos más necesarias. Una de ellas es que la pérdida de independencia real de los Estados formalmente soberanos no afecta sólo al vasallaje financiero y económico, etc., sino también a su «soberanía militar» al viejo estilo. La extrema derecha de cada Estado, que lo admite con la boca pequeña, encuentra en esta tendencia objetiva un argumento para su nacionalismo reaccionario y racista en sus pugnas interburguesas y en su anticomunismo, exigiendo más y más gastos militares. La conciencia internacionalista no resiste estas presiones y se refugia en la pasividad individual de la cibermilitancia desconectada de toda lucha estratégica en el interior de los pueblos.
Y aquí surge la segunda reflexión: qué internacionalismo es necesario en la UE y contra la OTAN; por ejemplo, cómo ayudar al pueblo griego defraudo por el reformismo pro sionista y otanista de Syriza y desconcertado ante la tendencia al alza del fascismo de Amanecer Dorado en franjas de la juventud. Y a la inversa, qué consejo y ayuda debemos pedir a la izquierda griega que puede aportarnos mucho sobre la degeneración burocrática. Qué puede decirnos sobre el papel subterráneo de la OTAN en la derrota del pueblo. Sin duda, la tragedia griega es traumática para quienes creían contra toda evidencia racional que la OTAN y la UE pueden ser controladas con bozales democráticos. Los juicios populares contra la naturaleza político-militar de la UE y del Estado español deben ser tan radicales como destructores son sus imposiciones a los pueblos indefensos. Estudios oficiales indican que un cuarto de las y los europeas están en riesgo de pobreza, cantidad que aumenta desde 2008, el 10% acumula el 69% de la riqueza mientras que el 40% más pobre sólo posee el 1%.
Los juicios populares servirán para demostrar que el empobrecimiento social, cultural y democrático es inseparable de la expansión de la OTAN y que el bloque de clases dominante en el Estado español ha entregado su «independencia nacional» a la OTAN para que ésta le garantice la Unidad de España.
Después de ser detenido el lunes en París, el militante vasco Alberto Plazaola recuperó la libertad
Resumen Latinoamericano / 08/09/2015 .-
Tras pasar la noche en dependencias policiales, el juez ha decidido su puesta en libertad. Plazaola deberá declarar el día 15 de este mes. El fiscal ha pedido la extradición.
El Juzgado francés de Pau ha decidido poner en libertad a Alberto Plazaola, tras ser detenido ayer, lunes, en Ziburu (Lapurdi), en virtud de una euroorden que pesaba sobre él.
Fuentes judiciales han dicho a Efe que Plazaola no podrá mudarse del domicilio que ha dado en Ziburu y que tendrá que fichar regularmente en comisaría.
La sala de instrucción del Tribunal de Apelación de Pau ha decido su puesta en libertad bajo esas condiciones de control en contra de la opinión de la Fiscalía, que había reclamado su encarcelamiento mientras se tramita la demanda de la Audiencia Nacional española.
El próximo día 15 está prevista una nueva audiencia en esa misma instancia en la que se comenzará el examen de fondo de la orden de arresto.
El proceso, que en primer lugar depende de los documentos que transmitan las autoridades judiciales españolas para justificar su entrega, puede prolongarse varias semanas e incluso algunos meses, si hay recursos ante el Tribunal Supremo.
Por ahora, el Tribunal de Apelación de Pau lo único que tiene es “una ficha Schengen” que relaciona la euroorden contra Plazaola con el hecho de que tiene pendiente de cumplimiento una parte de su condena, precisaron las fuentes.
El Tribunal Supremo aceptó, en marzo de 2015, el recurso que el fiscal presentó contra las excarcelaciones de los presos de ETA Santiago Arrospide, Santi Potros, y Alberto Plazaola acordadas por la Audiencia Nacional en virtud de una normativa del Consejo de Europa, lo que suponía la vuelta a la cárcel de Plazaola. Arrospide ya se encontraba actualmente en prisión preventiva por otras causas.
Plazaola tenía en vigor una orden europea de detención y entrega dictada por el Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional por los “delitos de asesinato frustrado y estragos”.
Un perseguido político hostigado en Europa
Editorial del diario vasco Gara
7 de septiembre 2015
Ayer, al tiempo que en Bruselas se debatían los cupos de reparto de acogida de refugiados, a la vez que Berlín, Londres, París o Madrid protagonizaban una peculiar carrera por liderar este proceso o al menos no quedarse atrás, en un pequeño pueblo ubicado entre los estados español y francés un perseguido político era detenido por la Policía, y ahora está amenazado de entrega y cárcel. Tiene esta vez nombre y apellidos autóctonos, pertenece a uno de los pueblos más antiguos de Europa. Alberto Plazaola es vasco.
Obviamente el tiempo actual en Euskal Herria absolutamente nada tiene que ver con la brutal guerra que sacude a Siria o Irak. Plazaola no ha debido jugarse la vida cruzando un mar ni andar cientos de kilómetros por una vía de tren. Pero el fondo del asunto no es tan diferente: huye de la represión, escapa de la cárcel, tuvo que refugiarse tras haber pasado 24 años entre rejas y purgado con ello los delitos imputados, con más dureza que en ningún otro punto de Europa o ningún otro caso en ese mismo país. Esa persecución se desarrolla pisoteando la doctrina de doble cómputo de condenas establecida en el marco comunitario, y se ejecuta corrigiendo incluso a la Audiencia Nacional que lo excarceló. Difícilmente caben más circunstancias agravantes, ni más motivos para que Plazaola fuera tratado por París como lo que es: un perseguido político. Presentarlo como miembro de ETA detenido en brillante operación policial insulta al sentido común, aunque cuele.
Igual que quienes arriban a Europa en masa huyendo de tremendas guerras lejanas, no cabe duda de que Plazaola cuenta con cierta solidaridad popular y hasta habrá tenido apoyo material (basta recordar Ortzaize), inevitablemente clandestino. El caso debería interpelar conciencias, empezando por la de las instituciones vascas a las que competería defender a este ciudadano suyo. Y tendría que servir para duplicar los esfuerzos de sensibilización, pedagogía y acción política, a fin de lograr que Alberto Plazaola sea entendido como la víctima que es hoy y tratado como tal.
Gabi Basañez, dirigente de la Organización vasca Askapena, a punto de ser juzgado.
“Tenemos que pegarle un zapatazo en la cara al Estado Español"
por Carlos Aznárez
Resumen Latinoamericano, 8 de septiembre 2015.-
Gabi Basañez es un militante histórico de la causa internacionalista que afronta un pedido de varios años de cárcel precisamente por ejercer su práctica solidaria con otros pueblos del mundo y transmitir lo que ocurre en su país, Euskal Herria. Muy conocido en Latinoamérica por su compromiso con todas las causas justas, entre ellas la de los pueblos originarios, Basañez explica por qué en octubre deberán pasar -junto a otros cuatro compañeros de militancia- por ese Tribunal de excepción que es la Audiencia Nacional española.
-El 15 de octubre comienza en Madrid el juicios a "los 5 de Askapena", ¿Qué es lo que se está juzgando: a Askapena, a ustedes como militantes o al internacionalismo?
-Se juzgarán las tres cosas, porque somos cinco militantes de Askapena y las acusaciones son concretas contra nosotros, pero es de una magnitud mayor la condena que se quiere hacer al Internacionalismo y la condena del trabajo solidario en clave independentista que lleva Askapena. Por un lado se criminaliza todo el accionar de las Brigadas de Askapena, y de intercambio de experiencias con otros procesos sociales independentistas de numerosos pueblos, que se ha realizado durante años.
-Detrás de este juicio está -cuando no- la mano del ex juez Baltasar Garzón, el mayor represor de la causa independentista vasca.
-Así es. Este proceso empezó con la famosa teoría del ex juez Garzón de “todo es ETA”. En realidad es un intento de criminalizar y hacer desaparecer el trabajo en distintas áreas, tanto a nivel popular como al de los sectores más organizados, que apuestan a un proyecto Independentista de un Estado Socialista para Euskal Herria. Así es como comienza todo, con esa aberración de hacer que todo el movimiento popular independentista es ETA, y por lo tanto, según Garzón, “terrorista”.
Entonces ha habido más fases distintas en las que todo el movimiento popular, antirrepresivo, sindical, político, todos los aparatos y organizaciones que de alguna manera se sentían o sienten parte de este proyecto han estado amenazadas y han sido una por una atacadas e ilegalizadas. En esos momentos, el Estado decide que no existe vía política en Euskal Herria desde esa perspectiva de levantar un Estado Independentista Socialista Vasco.
-¿En que aspectos basarán su defensa?
-Viendo cuales son las acusaciones, a no ser que aparezcan nuevas en el juicio, la defensa nuestra va a ser reafirmarnos como militantes de Askapena y en el trabajo organizativo y político que realizamos con Askapena. Aparte de decir que Askapena es una estructura de ETA, las acusaciones pasan porque nos hemos reunido, que hemos realizado distintas actividades en otros países, en otros procesos, que teníamos pegatinas en nuestros domicilios, que hemos pegado carteles. Esas son las “razones" pormenorizadas y nosotros asumimos que ese trabajo lo hemos realizado y lo vamos a seguir haciendo en la medida en que haya una mínima posibilidad legal de seguir con ese él.
Por un lado hay una acusación de seis a diez años de cárcel para los 5 de Askapena pero por otro lado también se está pidiendo la ilegalización de la organización internacionalista. Nos parece que se quiere limpiar de un plumazo la base internacionalista en Euskal Herria desde esa visión de un estado socialista independiente y creemos que esa defensa hay que hacerla. Hay que conseguir y creemos que lo vamos a lograr, que no ilegalicen al internacionalismo. Para ello es fundamental la movilización popular y en ese sentido la llamada que se ha hecho a realizar juicios contra el Estado Español en todos los sitios donde sea posible.
-Dentro de la estrategia publicitaria que han adoptado frente al Juicio, ustedes han adoptado como Símbolo de apoyo a los cinco, el pañuelo palestino color naranja y una zapatilla o zapato en la mano… ¿A qué se debe este planteo?
-Por un lado, el pañuelo palestino porque es un símbolo de los internacionalistas en todo el mundo y el naranja es identificatorio en Euskal Herria con el color de la rebeldía, de la insumisión frente a todas estas operaciones contra las organizaciones políticas que al final acaban con detenciones. Por eso también queríamos que nuestra defensa también sea en esa clave insumisa.
El tema de la zapatilla, porque vemos que hay que encarar este juicio con organización militante, con ganas, con movilización y le tenemos que pegar un zapatazo en la cara al Estado Español, a este Estado fascista que no nos deja organizarnos ni lograr las mínimas libertades públicas políticas. El zapatazo también, porque se ha usado, sobre todo en el mundo árabe e islámico, claramente como agresión y defensa contra el imperialismo.
-¿Qué ha cambiado en Euskal Herria desde que ETA abandonó la lucha armada? ¿Se puede hablar de un proceso de avance en la resolución del prolongado conflicto entre el País Vasco y el Estado Español?
-Hay aspectos positivos y negativos. Los aspectos positivos serian que por un lado. en las primera elecciones después del anuncio de ETA, se incrementó un poco la fuerza de la izquierda abertzale junto a otras organizaciones vascas, algo que descendió en las últimas. Esto ocurrió también con las movilizaciones de masas nacionales, que han estado más o menos potentes. Pero por otro lado, en un balance de la parte negativa, se nota una debilidad organizativa en la base, en los pueblos no hay un refuerzo de ese trabajo y hay como una transición de aquella propuesta de un Estado Independiente Vasco en donde asumíamos la autodefensa como un eje de nuestro proyecto, y la concepción actual en la que de alguna manera eso está en cuestionado. También hay una transición en ese proyecto de la vía política, tal cual como se ha planteado hasta ahora, y que veremos donde acaba, ya que está en debate. Eso sería lo más positivo y
por otro lado se está manteniendo el proyecto de los movimientos populares que para nosotros son la base de cualquier proyecto que pueda enfrentar al Estado Español y al Estado Francés, porque sin movimiento popular, sólo con las instituciones, no vamos a llegar a ningún sitio.
¿Nota algún cambio en la dinámica de los Estados español y francés frente al conflicto que afecta a Euskal Herria?
-No. La realidad es que siguen ilegalizándose manifestaciones, siguen los proyectos de proscribir organizaciones, continúa aumentando el número de presas y presos vascos. Unos pocos salen en libertad, pero sigue esa represión que acaba con los militantes en la cárcel y no hay ninguna rotura. Al contrario, en el sentido de dar una posibilidad a una respuesta a la ciudadanía o a una salida democrática del conflicto, la respuesta es una negación concreta de la existencia del pueblo vasco. Seguimos en la misma situación en las siete provincias, tanto las tres que están bajo administración francesa como las cuatro que están bajo la española. En ese sentido se da una inmovilidad total de los Estados.
-En una instancia como la que están por enfrentar, ¿cuánto valoran la solidaridad que les llega desde Latinoamérica?
-Qué decir a tantos compañeros y compañeras que siguen la realidad de la lucha de Euskal Herria y que comparten con nosotros las alegrías y los sinsabores de la batalla en la que estamos empeñados. Decirles que es gracias a ellos, seguramente también a parte de la movilización que puede haber en Euskal Herria, que vamos a parar este intento de criminalizar al internacionalismo vasco. Les pedimos que sigan con ese trabajo de cara al juicio y también después, de hacer llegar a otros procesos, otras gentes militantes, a otras latitudes ese proyecto que existe en Euskal Herria de un Estado Socialista Independiente, y que sigan denunciando lo que está ocurriendo aquí. Para nosotros eso es fundamental, y sobre todo en nuestro caso, agradecemos a los Amig@s de Euskal Herria que en tantas partes del mundo están realizando ese trabajo de solidaridad militante.
Envío:ResumenLatinoamericano





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