Entrevista al activista saharaui que fue detenido en España mientras esperaba su asilo político
Por Sato Díaz, Resumen Latinoamericano /Cuarto Poder, 7/10/2015 //
Hassanna Aalia: “Si me llevan a Marruecos, me esperan la tortura y una vida en la cárcel”
El activista saharaui, Hassanna Aalia, en una imagen de 2013. / Manuel Martorell.
Activista saharaui por los derechos humanos, Hassanna Aalia, de 28 años, fue detenido ayer por la Policía Nacional cuando viajaba de Galicia a Burgos. Según el propio Aalia, se le abrió un expediente de expulsión. Sin embargo, en plena crisis europea sobre los refugiados políticos, el saharaui está en España a la espera de la respuesta a un recurso que él mismo presentó ante la Audiencia Nacional.
Aalia solicita asilo político, pues está condenado a cadena perpetua en Marruecos por un tribunal militar –en un juicio denunciado por numerosas organizaciones internacionales por no cumplir con las garantías procesales–, por haber participado en protestas pacíficas a favor de los derechos del pueblo saharaui.
— ¿Qué sucedió ayer?
— Estaba volviendo de Galicia en el tren y a media hora de Burgos entraron en el vagón dos policías secretas, vestidos de paisano, y me enseñaron las placas y me pidieron los papeles. Les presenté los papeles de la Audiencia Nacional, las medidas cautelares, todo. Uno de ellos estaba hablando por teléfono y me dijo que cogiera mis cosas y me fuera con ellos porque no tenía papeles.
Yo les repetí que esos papeles eran de la Audiencia Nacional, pero me hicieron bajar. Un ciudadano que estaba en el tren les dijo que me habían identificado por tener un color diferente. Me llevaron a la comisaría en Burgos.
En la comisaría les conté que había presentado un recurso en la Audiencia Nacional, pero me dijeron que iban a tramitar un expediente de expulsión por no tener los papeles, no les valía lo de la Audiencia Nacional.
Estuve allí hasta las 20.00 horas, vino un abogado de oficio y me dijeron que tenía que firmar, pero me negué. Me dijeron que tenía 48 horas a partir de entonces para presentar un recurso contra el expediente de expulsión. Luego me soltaron.
— ¿Cómo se siente?
— Es algo vergonzoso. Después de todo lo que he pasado, me metieron en una celda, en el calabozo, como si fuera un delincuente. Me venían recuerdos muy duros de todo lo que me han hecho los marroquíes en lo territorios ocupados del Sáhara Occidental. Yo tengo los papeles en regla, es algo vergonzoso. Hay muchas personas a las que les pasa lo mismo, en este momento, sólo por tener otro color de piel.
— ¿Qué le podría ocurrir si se tramitara la orden de expulsión?
“Mis compañeros internados en la cárcel de Sale están sufriendo tortura y maltrato”
— Lo que le ha pasado a mis compañeros, es decir, cumplir una condena de cadena perpetua, pero antes de llegar a la cárcel me espera todo tipo de sufrimiento y de tortura. A cinco de mis compañeros les han violado sexualmente con botellas de cristales, y pidieron en el juicio que se hiciera una autopsia. Mis compañeros que están en la cárcel de Salé están sufriendo tortura y maltrato y psicológicamente no lo pueden soportar. Eso es lo que me podría pasar.
— ¿Sigue manteniendo contacto con los compañeros que tiene en las cárceles marroquíes?
— Sí, con sus familias. Hace poco entraron a sus celdas, los maltrataron, les quitaron los libros y sus cosas. Desde El Aaiún, los saharauis y las familias no dejan de tener contactos con ellos.
— Usted reclama en el Estado español asilo político, ahora que está tan al orden del día la crisis de los refugiados, ¿cómo se entiende lo sucedido ayer?
— Es algo vergonzoso. En los medios de comunicación salen los políticos diciendo que hay que proteger a los refugiados políticos, darles un refugio. Prometen muchas cosas. Yo soy un ejemplo real de un refugiado que lo está pasando muy mal. No puedo coger un avión y estoy haciendo miles de kilómetros para dar conferencias sobre la situación en los territorios ocupados sin poder coger un avión. Los políticos están mintiendo a la población sobre el tema de los refugiados, no hay un trato humano a los refugiados.
— ¿Por qué vino a España?
“Si prosigue mi expulisión iría al Tribunal Europeo. No me pueden expulsar de una forma legal”
— Vine dos veces. La última vez, en octubre del 2011, para estar tres meses en un proyecto para activistas de derechos humanos saharauis. Cuando llevaba un mes en España salió una orden de búsqueda y captura de un tribunal militar marroquí, entonces decidí quedarme aquí y solicitar asilo político.
En enero de 2012 presenté la solicitud y desde entonces estoy esperando. En 2013 se celebró el juicio militar contra mis compañeros y contra mí y el 17 de febrero salió la sentencia y me condenaron a cadena perpetua en rebeldía. Yo presenté informes de las organizaciones internacionales que trabajan por los derechos humanos.
En ellos aparece mi nombre como que he sido torturado muchas veces en los territorios ocupados por luchar pacíficamente. En enero de este año recibí la negación del asilo, con una salida obligatoria del país.
Con esta negación el Estado español legitima a un tribunal militar ilegal que ha condenado a saharauis por luchar pacíficamente por sus derechos. Numerosas organizaciones internacionales, incluso organizaciones de derechos humanos marroquíes, han denunciado ese juicio realizado por un tribunal militar a civiles.
También abogados de muchos países estuvieron como observadores internacionales y denunciaron que el juicio se celebró sin garantías. También lo hicieron europarlamentarios y parlamentarios de diferentes comunidades autónomas, así como Amnitía Internacional, Human Rights Watch o la Fundación Robert Kennedy.
Con todo esto, recibí la denegación y presenté un recurso ante la Audiencia Nacional, que admitió mi recurso. También presenté unas medidas cautelares y la Audiencia Nacional suspendió mi expulsión hasta que se termine el proceso judicial. Si prosigue mi expulsión iría hasta el Tribunal Europeo, por lo que todavía falta tiempo para que se termine el proceso judicial. No me pueden expulsar legalmente.
— ¿Por qué le llamaron a juicio?
— A mí me juzgaron dos veces por el mismo hecho. Ocurrió en octubre del 2010, cuando los saharauis levantaron un campamento pacífico fuera de El Aaiún. Un total de 20.000 saharauis salimos al campamento y dijimos que no volveríamos a las ciudades hasta que se cumplieran nuestros derechos sociales y políticos.
De una manera pacífica, resistimos en el desierto a 15 kilómetros de El Aaiún. Pedíamos nuestro derecho a la autodeterminación, pero también nuestros derechos sociales, como que empresas españolas y europeas dejen de robar los recursos naturales que pertenecen a los saharauis, porque estamos muriendo de hambre en nuestra propia tierra. Este campamento rompió el bloqueo informativo y salieron noticias en todo el mundo.
El campamento no duró mucho porque a principios de noviembre los militares marroquíes lo asaltaron, lo destruyeron todo y asesinaron a personas. Después de este campamento hubieron 200 presos que estuvieron esperando el juicio. En mi caso me detuvieron dos meses después, me torturaron, me maltrataron y ahí salí en libertad provisional.
— ¿Qué tiene pensado hacer después de lo de ayer?
— Lo que me digan los abogados. No sé lo que vamos a hacer. Estoy indignado, estoy muy mal. Si estoy esperando un recurso, ¿tengo que presentar otro recurso? Estoy esperando lo que diga al respecto la Audiencia Nacional. ¿Acaso no reconocen a la Audiencia Nacional?
— Sin embargo, está recibiendo mucho apoyo…
— Estoy recibiendo mucho apoyo de muchas personas del Estado español. Hay mucha gente solidaria de verdad, no como los políticos, y tengo el apoyo más fuerte, el de los pueblos del Estado español.
Tengo mucho que agradecer también al movimiento solidario con el pueblo saharaui y a algunos parlamentarios que me están ayudando mucho. Lo agradezco de corazón.
La traición española al Sahara Occidental cumple 40 años (y la traición continúa)
Por Iker Armentia / Resumen Latinoamericano/El diario.es/ 05 de Oct. 2015.-
El legionario español Larry Casenave entró en el cine Las Dunas un viernes de octubre de 1975. En los urinarios le esperaban tres activistas del Frente Polisario.
Lo vistieron con un turbante y una derraá y lo sacaron sigilosamente del cine. Larry había desertado del ejercito español. Durante 20 días estuvo escondido en una casa en la que pasaba entre nueve y diez horas al día sin moverse dentro de un pozo.
Cuando la invasión del Sahara Occidental era inminente, Larry fue trasladado a Mauritania. En Mahbes, junto a otro grupo de extranjeros, coincidió con El Uali, uno de los líderes del Polisario.
El Uali le explicó que haría todo lo posible para que pudiera volver a España cuanto antes. Él respondió que se quedaría con los saharauis para ayudar en lo que fuera.
–Esta no es tu guerra –le dijo el guerrillero.
– Ya sé que no es mi guerra como español, pero sí lo es como persona –contestó Larry.
El legionario luchó con los saharauis.
La semblanza de Larry Casenave la narra Tomás Bárbulo en ‘La historia prohibida del Sahara Español’ y es una de las pocas excepciones en uno de los episodios más tristes de la reciente historia de España: la traición al pueblo saharaui, de la que se van a cumplir 40 años el próximo mes de noviembre.
La historia es conocida.
El Sahara Occidental era la provincia número 53 de España. Como el resto de países de su entorno, tenía derecho a un proceso de descolonización y un estado independiente. Sin embargo, el régimen franquista de la época cedió a las presiones de Marruecos y entregó el Sahara a Hassan II.
A la ocupación del Sahara le siguió la guerra, hasta que en 1991 se firmó una tregua con la promesa de un referéndum de autodeterminación auspiciado por la ONU.
Han pasado más de dos décadas y la consulta no se ha celebrado
Parte del pueblo saharaui vive marginado y reprimido bajo la ocupación marroquí y otra parte está refugiada en los campamentos argelinos de Tinduf.
Los Acuerdos de Madrid firmados el 14 de noviembre de 1975 por España, Marruecos y Mauritania nunca fueron validados internacionalmente y la responsabilidad de España sobre su excolonia sigue vigente.
La relación de las autoridades españolas con los saharauis repite un mismo patrón: buenas palabras pero, al final, pleitesía a Marruecos.
El 2 de noviembre de 1975, el rey Juan Carlos, entonces jefe de Estado en funciones –Franco estaba a punto de estirar la pata–, viajó a El Aaiún y en el casino de oficiales se dirigió a los mandos militares de la colonia:
“España cumplirá sus compromisos. Deseamos proteger los legítimos derechos de la población saharaui”.
Según han desvelado los cables de Wikileaks, tres días después, el rey Juan Carlos avisó a EEUU de los planes de Franco en el Sahara, una ayuda nada desdeñable para una potencia que –Henry Kissinger mediante– había dado luz verde a la invasión marroquí del Sahara.
El rey Juan Carlos y Hassan II cultivaron durante años una profunda amistad. “Hassan II era mi hermano mayor”, dijo Juan Carlos días después del fallecimiento de su colega marroquí (por cierto, ¿cuántos amigos tiene Juan Carlos con las manos manchadas de la sangre de su pueblo?).
Los legítimos derechos de la población saharaui todavía están esperando la promesa del rey Juan Carlos.
El 14 de noviembre de 1976, Felipe González, secretario general del PSOE, viajó a los campamentos de refugiados para apoyar al Frente Polisario:
“Sentimos vergüenza de que el Gobierno no haya solo hecho una mala colonización sino una peor descolonización, entregándoos en manos de gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania.
Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final”. Otra promesa que no iba a tardar mucho en romperse.
Con el paso del tiempo Felipe González fue alejándose del Sahara y se convirtió en un defensor del régimen marroquí.
“El país con mayor espacio de libertades que conozco del mundo árabe es Marruecos, incluidas las autoridades del Sahara Occidental”.
A González se le olvidan los desaparecidos en cárceles secretas, las detenciones arbitrarias, los juicios sin garantías y las torturas, los muertos y los apaleados. A González se le olvida la represión documentada por diferentes organizaciones internacionales y periodistas.
Pero bueno, ya sabemos que para Felipe González la dictadura de Pinochet era algo parecido a una tarde de cañas con demasiada lluvia.
El PP también se ha sumado a las filas del cinismo.
Durante los años de oposición a Zapatero, criticó –con razón– que el Gobierno socialista no condenara el desmantelamiento violento del campamento de protesta que los saharauis habían levantado a las afueras de El Aaiún, en los territorios ocupados.
Pero años después, ese mismo PP que acusaba a Zapatero de renunciar a defender los derechos humanos para no disgustar a Marruecos, hace lo mismo: el Gobierno de Rajoy ha denegado asilo político en España a Hassana Aalia, un activista de 27 años, condenado a cadena perpetua por su participación, precisamente, en aquel asentamiento de El Aaiún.
El pasado mes de febrero el PP impuso su mayoría absoluta para rechazar en el Congreso la concesión del asilo.
Afortunadamente, un mes después, la Audiencia Nacional suspendió la expulsión de Hassana Aalia. La concesión de su asilo sigue en los tribunales. El PP puede apuntarse también a la lista de traidores.
El Sahara Occidental es uno de los ejemplos más claros del abismo que separa a los gobernantes españoles y la ciudadanía a la que representan.
Mientras ellos se dedican a incumplir promesas, miles de ciudadanos en toda España han mostrado durante estos 40 años su solidaridad con el pueblo saharaui: han entregado ayuda para los campamentos de refugiados o han acogido niños en sus casas para evitarles el horror de un verano a más de 50 grados de temperatura en el pedregal en el que viven en Tinduf.
Es irónico pero el propio Felipe González lo decía en 1976 y podría repetirse hoy: “Quiero que sepáis que la mayor parte del pueblo español, lo más noble, lo más bueno del pueblo español es solidario con vuestra lucha”. Sí, Felipe, pero lo menos noble del pueblo español ha traicionado la lucha de los saharauis. Y lo sigue haciendo.
fuente Eldiario.es
Temor en Marruecos y Argelia al contagio del independentismo catalán
Por Pedro Canales / Resumen Latinoamericano/ Mil21.es /28 de septiembre del 2015.-
Los Gobiernos de Argelia y Marruecos ven con temor la ola independentista en Cataluña tras las elecciones del 27-S, ante la posibilidad de que los movimientos separatistas del Rif y la Cabilia les tomen como ejemplo a seguir.
La conflictividad separatista en los dos países del Magreb, nacida en los albores de la independencia de Rabat y Argel de la metrópoli francesa hace más de medio siglo, no ha podido ser desmontada por los gobiernos centralistas y conocerá un auge notorio tras las elecciones catalanas del 27-S, aseguran fuentes diplomáticas magrebíes.
Los movimientos secesionistas de Marruecos y Argelia han apoyado desde un principio la fiebre independentista en Cataluña.
El Movimiento por la Independencia del Rif y el Movimiento por la Autonomía de la Cabilia, no sólo han dado consignas a sus seguidores en Cataluña para votar en favor de la opción soberanista, sino que han participado en todas las manifestaciones previas a la convocatoria electoral, y en los actos de campaña de las formaciones independentistas.
Los movimientos del Rif y la Cabilia observan con simpatía el independentismo catalán
Lo que para los regímenes del presidente Abdelaziz Buteflika y del rey Mohamed VI comenzó como una preocupación está a punto de convertirse en un problema. Desde hace años los movimientos sociales rifeños, cabiles, chauyas, mozabitas, chleuhs, sussíes y otros, han visto como modelos de organización a los independentismos catalán y vasco.
Los magrebíes en Cataluña apoyan a ERC
Las comunidades magrebíes en Cataluña -la más importante y activa es la rifeña- se han volcado desde un principio en apoyar a Esquerra Republicana y en menor medida a la Candidatura de Unidad Popular (CUP). Aunque algunos movimientos y asociaciones norteafricanas siguen considerando como interlocutor al Gobierno español, la mayoría han caído en la apología del “soberanismo catalán”.
El Movimiento 18 de septiembre por la Independencia del Rif, nacido en Holanda en el seno de la numerosa comunidad amazigue marroquí establecida en el país, envió este año una carta al Presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, reclamando el derecho a ser el interlocutor principal “en las negociaciones sobre los gases tóxicos” que empleó el Ejército español en la guerra del Rif entre 1921 y 1927, y que hasta ahora las conducía el Gobierno de Rabat.
No toda la comunidad magrebí establecida en Cataluña y con derecho a voto ha optado por la independencia. El Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero, un organismo semioficial vinculado al Movimiento de todos los Demócratas y al Círculo de Jóvenes Demócratas marroquíes en el que milita la consejera marroquí de Pablo Iglesias, Dina Bouselham, se ha distanciado claramente de la deriva independentista catalana.
Sin embargo, su predicamento en la comunidad marroquí instalada en Cataluña es mínimo.
Argel y Rabat extreman la cautela en sus relaciones con Cataluña
El único argumento que acerca al Gobierno argelino con el independentismo catalán es la “simpatía” que los secesionistas han manifestado siempre hacia “la causa saharaui” que para Argel es “un asunto de Estado”.
Sin embargo, un presumible apoyo de la hipotética “República de Cataluña” al Movimiento por la Autonomía Cabil establecido en París, haría un flaco favor al régimen de Buteflika.
Por primera vez desde hace años Argel y Rabat se entienden implícitamente en un tema de política exterior que les afecta tan directamente como son las relaciones con Cataluña, señalan las citadas fuentes diplomáticas.
Los Gobiernos de Abdelmalek Sellal (Argelia) y de Abdelilah Benkirán (Marruecos) coinciden en extremar la cautela a la hora de separar los intensos vínculos económico-comerciales con Cataluña de las consideraciones políticas.
fuente: Mil21.es
Burkina-Faso La restauración de los traidores Burkina
Por Guadi Calvo / Resumen Latinoamericano / Rebelión / 24 de septiembre 2015.-
Cuando solo faltaban tres semanas para que el 11 de octubre Burkina Faso, en sus 55 años de vida independiente, pudiera realizar elecciones más o menos limpias, un golpe palaciego ha dejado otra vez a los burkineses con las ganas de constituirse en una democracia.
Otra vez, en el pequeño país africano se han impuesto los traidores. En la mañana del jueves 17, un grupo de oficiales de la Guardia Presidencial decidió echar para atrás todo lo planteado el 24 de octubre del año pasado, cuando a partir de las revueltas populares, el ejército prefirió terminar con el mandato de Blaise Campaóre, tras 27 años de dictadura.
Con los comicios del día 11, Burkina-Faso intentaba abandonar una historia de Golpes de Estado donde los dictadores remplazaban a los dictadores. Desde su declaración de la independencia en 1960, Burkina-Faso (ex Alto Volta) nunca ha conseguido alcanzar el status de país democrático.
El último golpe militar había sido dado en octubre de 1987 por Blaise Campaóre contra Thomas Sankara, un capitán de 38 años, quien junto a Campaóre y un grupo de oficiales habían tomado el poder en 1984, estableciendo un gobierno de rotundo tiente revolucionario.
Sankara, quien la historia recuerda como “El Che Guevara Africano”, procuró romper para siempre con el destino de dependencia que los colonialistas franceses le habían asignado a su ex colonia.
Sankara, teniendo a Campaóre como su más íntimo colaborador, abrazó el panafricanismo, que propugnaba el entonces hombre fuerte de Libia, el coronel Muhammad Gadaffi. Y que desde 1972 venía llamando a la Unión y la Solidaridad de los pueblos africanos para exterminar el sino del imperialismo.
Sankara, como presidente de su país, propulsó incentivar la producción y el consumo. Sus osadas medidas de gobierno lo convirtieron rápidamente en el líder indiscutido de la joven Revolución.
Sankara intentó cambiar de cuajo al país y empezó por el nombre de la vieja Alto Volta, como la llamaron los colonizadores, que pasó a llamarse significativamente Burkina-Faso, (el País de los Hombres Íntegros) una conjunción de dos de las lenguas del país: Burkina en lengua mooré significa “hombres íntegros” y Faso, en diula significa “patria”.
Sankara pugnó por los derechos de la mujer y la defensa del medio ambiente. Consideraba la liberación de la mujer como una estrategia clave para el triunfo de la revolución.
A partir de sus intervenciones en el congreso de la Unión Africana, en Addis Abeba en julio de 1987, cuándo llamó a no reconocer las deudas que los países del continente tenían con sus colonizadores, Sankara comenzó a representar para las antiguas metrópolis (Paris, Londres y Lisboa) una figura molesta y peligrosa.
Su proyecto político de la Revolución Democrática Popular (Révolution démocratique et populaire, o RDP), quedó plasmado en el discurso del 2 de octubre de 1983, Discours d’Orientation Politique (DOP), ideado por su aliado Valèré Somé, también su ministro de educación y secretario general del partido comunista.
La joven revolución se negó a reconocer la deuda externa, decidió nacionalizar y detener la explotación de los recursos naturales; ordenó la siembra de diez millones de árboles para detener la desertificación y el avance del Sahel. Se propuso evitar todo tipo de ayuda exterior, para escapar de la influencia del FMI y el Banco Mundial, “el que te alimenta, te controla”, era uno de sus máximas.
Centró sus políticas en la autosuficiencia alimentaria y una reforma agraria profunda para prevenir las cíclicas hambrunas de la región.
En tres años llevó el rendimiento del trigo por hectárea de 1700 kilos a 3800.
Priorizó la educación con una campaña nacional de alfabetización y promovió la salud pública, la campaña de vacunación contra la meningitis, la fiebre amarilla y el sarampión alcanzando a casi tres millones de niños.
Inició un plan de construcción de ferrocarriles y carreteras. Prohibió la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados y la poligamia. Nombró a mujeres en altos cargos gubernamentales y estableció programas para impulsar a la mujer a trabajar fuera de sus casas y organizando planes de estudios exclusivos para las mujeres.
Comprendió rápidamente la peligrosidad del SIDA e inició campañas de concientización y prevención, sabiendo que era una enfermedad que estaba llamada a asolar a los pueblos africanos tal como terminó sucediendo.
Profundo admirador de la revolución cubana, Sankara fundó Comités de Defensa de la Revolución (CDR) al estilo cubano. Conociendo la inestabilidad y lo permeable a las manipulaciones que podrían ser sus compañeros de armas, estableció un tipo de servicio militar obligatorio la SERNAPO (Service National et Populaire), una formas de milicias populares, para contrarrestar el poder del ejército.
Finalmente acabó con una institución feudal que otorgaba a los jefes tribales el derecho a establecer trabajo forzoso y el pago de tributos a sus vasallos.
Ordenó la venta de los Mercedes-Benz del gobierno e hizo que el Renault 5, el auto más barato en ese momento, se convirtiera en el transporte oficial de los ministros.
Redujo los sueldos de todos los funcionarios públicos, prohibió el uso de chóferes y los viajes en primera clase de las comitivas oficiales.
Sankara, que había sido amablemente tolerado mientras se limitó a cambiar Burkina-Faso, un país demasiado pobre para depredar, sin petróleo, ni yacimientos que puedan atraer el interés de los grandes consorcios occidentales, pero al momento que Sankara comenzó a apoyar y alentar los movimientos revolucionarios de Costa de Marfil, Togo, Benín y Sierra Leona, París inició la estrategia de derrocamiento.
En 1985, Burkina-Faso organiza un censo general de la población, lo que despertó la reacciones del presidente Moussa Traoré de Mali, ya que hubo censistas en la disputada franja de Agacher, lo que devino en lo que se conoció como la Guerra de Navidad, que duró apenas cinco días y donde murieron unas cien personas.
La breve guerra fue el primer intento de Francia por acabar con la revolución de Sankara, a partir de entonces y pasando varias turbulencias, Francia logró dar con el hombre que traicionaría a Sankara y a la Revolución: Blaise Campaóre.
Campaóre fue el elegido del presidente francés, François Mitterrand, y el Departamento de Estado Norteamericano, él era el hombre ideal de la contrarrevolución, ya que fue desde el comienzo parte del riñón revolucionario y era de extrema confianza de Sankara, tanto que se negó a aceptar los informes que le anunciaban la traición.
Campaóre, entonces ministro de Estado de la Presidencia, organiza y ejecuta el Golpe de Estado y el asesinato del presidente junto a varios de sus ministros.
La tarde del jueves 15 de octubre de 1987, Sankara estaba reunido en el Consejo Nacional de la Revolución en la capital Uagadugú, un edificio céntrico cercano a los ministerios y la presidencia, cuando un grupo de comandos toma el lugar con la misión de asesinar a todos los presentes.
El grupo invasor rápidamente mata a la guardia de Sankara y avanza hacia la oficina donde se desarrollaba la reunión.
Advertido por las ráfagas de metralla y los gritos, el presidente ordena a sus ministros: “tranquilos, vienen solo por mí”.
Cuando los comandos irrumpen en la reunión, Sankara, desarmado y con las manos en alto, enfrenta a los invasores, que sin mediar palabra abren fuego contra el presidente y el resto de sus acompañantes, aproximadamente unos 14 funcionarios de la Revolución.
Los cuerpos fueron enterrados de inmediato en el cementerio de Dagnoen, un barrio al este de la capital.
Pocas horas después un comunicado oficial difundido por radio anuncia la dimisión del presidente Sankara y la disolución del Consejo Nacional de la Revolución, tras lo que se proclamó la creación del Frente Popular encabezado por el capitán Blaise Campaóre.
Un petit arrière cours.
Desde aquel octubre de 1987, Blaise Campaóre gobernó Burkina Faso, con el completo acuerdo de Francia, y se convirtió en pilar fundamental para que el antiguo imperio pudiera volver a tener injerencia en el continente. A través de una superestructura política, económica y cultural llamada la Francáfrica.
Lo que le permite al Eliseo seguir controlando sus ex colonias con una mistura paternalista entre el pragmatismo y el neocolonialismo, basado en la corrupción de los dirigentes africanos. París así protege sus intereses políticos y económicos, convirtiendo a sus ex colonias en un pequeño patio trasero.
En Uagadugú, Francia tiene la base principal de las fuerzas especiales de lucha contra el terrorismo, conocida como operación Barkhane, (Duna movediza) lanzada en julio de 2014 para remplazar la operación Serval, armada para combatir las revueltas Tuareg de 2012 en el norte de Mali.
A pesar de la injerencia francesa en Burkina-Faso, no pudo sostener a su “Virrey” y en octubre pasado comenzó a desmoronarse. Las protestas populares impidieron que el dictador vuelva a ser “elegido” para un nuevo periodo de otros 5 años.
Las revueltas provocaron se incendiara la sede de la Asamblea Nacional.
Blaise Campaóre fue destituido y se exilió en Costa de Marfil, mientras la junta militar que se hizo cargo del gobierno llamaba a las elecciones para este octubre y nombró como presidente interino a Michel Kafando, que debía organizar el acto eleccionario.
Pero todo ha quedado en la nada, el nunca disuelto y siempre nefasto Regimiento de Seguridad Presidencial (RSP) que siguió leal a Campaóre, dio el golpe el último jueves deteniendo a Kafando y a varios funcionarios entre los que se incluye el general Issas Zida, primer ministro y verdadero hombre del país hasta el jueves último.
El poderoso general Gilbert Diendéré, mano derecha de Campaóre, y ex jefe de su servicio secreto, asumió la presidencia del Consejo Nacional para la Democracia, una organización creada ad hoc por los golpistas.
Diendéré no solo está involucrado en el asesinato de Thomas Sankara, sino también en la muerte de Norbert Zongo, el director del diario The Independent en diciembre de 1998, y que fue uno de los más escandalosos que cometió la dictadura.
La nueva junta de gobierno ha declarado que custodiará el proceso electoral pero no han puesto fecha para su realización.
Según algunos analistas le asignan a Blaise Campaóre haber sido el gestor político del golpe, sin saberse cuál ha sido el papel del siempre decisivo del ejecutivo francés.
Mientras tanto los partidos políticos han llamado a la desobediencia civil.
Varios conatos de manifestación ya han sido disueltos por el RSP, el mismo jueves 17 de septiembre, en los alrededor del barrio Ouaga2000, donde se asienta el palacio presidencial, los choques ya han dejado al menos seis muertos y sesenta heridos.
Burkina-Faso, con poco más de 18 millones de habitantes (con una población animista en un 65 %, un 25 % de musulmanes y el 10 % de cristianos) es uno de los países más pobres del mundo. Ocupa la séptima posición más baja en Índice de Desarrollo Humano.
Sin salida al mar, rodeado por Nigeria, Ghana, Benín, Mali, Togo y Costa de Marfil.
No cuenta con yacimientos de petróleo, ni con posibilidades de grandes explotaciones mineras, por lo que la población subsiste de una modestísima industria y una agricultura que representa el 32% de su producto bruto interno y da trabajo al 92% de la población.
Además de sus frecuentes sequías y la gran aridez del norte, se suman altos índices de SIDA.
Burkina-Faso acaba de convierte su destino en una nueva incógnita siempre más cerca del infierno que del paraíso.
fuente: Rebelión
Fotografia: www.pceml.info
Envío:ResumenLatinoamericano







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